Wednesday, August 27, 2025

NO TRASPASES LOS LINDEROS ANTIGUOS




“No traspases los linderos antiguos que pusieron tus padres” (Pr 22:28).

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Aquí tenemos un importante proverbio con una advertencia muy seria: No engañes ni te comprometas en ningún trato comercial, especialmente de una manera furtiva o sutil, que defraude a otra persona con respecto a su propiedad. La lección se toma de la costumbre de delimitar visiblemente un predio o terreno para distinguirlo del contiguo. Este pecado de alterar los linderos es condenado varias veces en la Biblia (Dt 19:14; Dt 27:17; Job 24:2; Pr 23:10; Os 5:10).

En el antiguo Israel, en los campos abiertos donde se juntaban los términos de las propiedades agrícolas, la costumbre para delimitarlas requería poner una piedra vertical, una pila de piedras o algún otro marcador semipermanente para precisar el fin de una y el comienzo de la otra. Estos linderos servían para identificar propiedades, valorar una herencia, dividir un patrimonio, etc. Un hombre profano movería sin escrúpulos tales linderos por la noche para aumentar el área de su terreno robándole propiedad a su vecino.

Considera un terreno de solo 16 hectáreas que cuatro agricultores dividen en partes iguales (4 hectáreas cada uno). Si uno de estos agricultores era un hijo de Belial y movía el lindero central solo 3 metros, aumentaría su predio en más de ¼ de hectárea robando sutilmente a través de la invasión de los tres terrenos vecinos. El ojo natural de ningún hombre podría discernir tal deslizamiento del lindero, y solo una medición muy precisa podría probarlo.

Hoy en día, tu terreno rural no es tan fácil de robar. Probablemente tenga estacas de hierro enterradas en el suelo para marcar los límites de la propiedad, y estas han sido inspeccionadas y registradas en planos cuidadosamente mantenidos en las oficinas de bienes raíces. Pero ese no era el caso en el antiguo Israel, por lo que debes apreciar la mención de los linderos en la ley de Dios y la sabiduría de Salomón.

Dios dio la tierra a los hombres, y Él la protege. Aquí está una de las grandes leyes de la sabiduría de Dios para gobernar a Su pueblo. El mandamiento: “No hurtarás”, protege la propiedad de otros e incluye la advertencia de este proverbio. De hecho, el Señor condenó incluso el desear la propiedad de otros con Su mandamiento: “No codiciarás”.

La Ley de Moisés establecía claramente el propósito y la protección de los linderos (Dt 19:14), y se pronunció una maldición en la asamblea pública contra cualquiera que los trastocara (Dt 27:17). Job enumeró esto como uno de los crímenes atroces de los impíos (Job 24:2), y Dios comparó a los profanos príncipes de Judá con aquellos que movían los linderos (Os 5:10).

Te has encontrado antes con la advertencia del sabio sobre el fraude comercial, porque es una tentación segura de la vida (Pr 11:1; 16:11; 20:10,23). El amor al dinero es la raíz de todos los males, y la codicia lleva a los hombres a comprometer los negocios para robar a los demás (1 Ti 6:10; Ex 18:21; 1 S 8:3; Miq 2:2). Los hombres piadosos son sabios para aprender a contentarse, no sea que sean tentados a ser menos que honestos en sus transacciones comerciales (1 Ti 6:6-9).

¿Deberías simplemente sonreír ante las pintorescas prácticas inmobiliarias del pasado, o deberías buscar la sabiduría de Dios en estas palabras? Debes buscar aprender; la honestidad es también una regla del Nuevo Testamento (Ro 12:17; 2 Co 8:21; 1 P 3:16).

El objetivo principal de la lección es rechazar cualquier fraude secreto o usurpación clandestina de la propiedad de otro, incluso si no has usado la fuerza. Aunque los hombres no ven tus acciones, Dios las ve, y tú violas los justos derechos de propiedad de tu prójimo.

Si ves la amplitud de la lección, condena también las transacciones sin plazos establecidos. Antes de entrar en un trato o compromiso comercial, se deben definir los detalles del acuerdo, para que ninguna de las partes sufra pérdidas injustas ni surjan disputas en el futuro.

El proverbio condena la alteración de pactos y compromisos, ya sean orales o escritos, en los que una de las partes sufrirá pérdida. Debes cumplir con los detalles contractuales y poner todas las cosas honestamente a la vista de los demás. Si diste tu palabra, debes igualar o superar las expectativas que creaste.

El proverbio condena todo fraude, falsificación, ocultación o alteración en las transacciones comerciales. Todos los dueños de negocios conocen trucos que pueden mejorar sus ganancias a expensas del cliente. Tales pensamientos nunca deberían albergarse en un hijo de Dios.

El proverbio también condena las riñas tontas e innecesarias con los vecinos que deberían haberse evitado manteniendo una mejor comunicación. Es mejor ser defraudado que pelear, especialmente cuando la causa puede atribuirse a tu negligencia o pereza.

El proverbio además condena el quebrantamiento de las costumbres establecidas, aunque no sean por escrito. No es un hombre piadoso el que se excusa de su responsabilidad porque un contrato no fue por escrito, si los detalles estaban sobreentendidos. Los hombres nobles tampoco citan la Constitución u otras reliquias polvorientas como base para sus acciones; los hombres de principios cumplen las expectativas aceptadas de la sociedad en el desempeño de sus transacciones, independientemente de cualquier disposición obsoleta o idea que pueda excusarlas. Saben que las normas y los convencionalismos sociales de hecho pueden ser más vinculantes que la ley misma.

Si has tomado el nombre de Cristo, que tu conducta en todas tus transacciones y tratos con los demás sea completamente honesta y abiertamente justa (Mt 5:16; 1 Ts 4:11-12; 1 Ti 6:1; Tit 2: 9-10; 1 P 2:12; 3:16-17). Más vale sufrir pérdida que comprometer los derechos de propiedad de otros u ofender al gran Rey (1 Co 6:6-8).

Y cuando se trata de adorar a Dios, estás obligado a observar los antiguos linderos de la Escritura y la tradición apostólica (Dt 5:32; 12:32; Sal 119:128; Is 8:20; Ro 16:17-18; 2 Co 11:3-4; Gl 1:6-9; 2 Ts 2:15; 3:6; 1 Ti 6:3-5; 2 Ti 3:1-5,16-17; 4:3-4; Tit 3:10-11; 1 Jn 4:1-6). No tienes derecho a aceptar nuevas doctrinas, descuidar doctrinas antiguas, inventar nuevas formas de adoración, modificar las existentes o comprometer la disciplina.

Debes preguntar por las sendas antiguas y andar por ellas. ¿Has examinado sobriamente tu iglesia a la luz de la Palabra de Dios y la has encontrado andando por las sendas antiguas? 

“Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos” (Jer 6:16).

La mayoría de las iglesias de hoy en día están traspasando los linderos de la verdadera doctrina y práctica a un ritmo de cambio y a una velocidad de movimiento sin precedentes, aunque la Biblia ordena claramente que nada se le debe añadir ni quitar a la Palabra de Dios, y que no debemos apartarnos de Sus mandamientos a derecha ni a izquierda (Dt 12:32; 5,32-33; Mt 28:20; 1 Co 3:10-17).

Una iglesia de hoy que sigue las Escrituras parece muy diferente y extraña al compararla con resto de las iglesias, porque la mayoría han modificado el mensaje para aumentar el número de los no regenerados y carnales asistentes añadiendo todo tipo de profanas invenciones para hacerlos felices. Esta manipulación de los antiguos linderos apostólicos que gobiernan a la iglesia de Cristo está severamente condenada en la Biblia.

A la luz de las Escrituras, ¿dónde se encuentra tu iglesia: en un infierno ardiente, regeneración decisional, divorcio y nuevo matrimonio, bautismo por inmersión de los creyentes, sodomía, fiestas paganas blanqueadas por Roma, elección y predestinación, fornicación antes del matrimonio, amor propio y autoestima, televisión, sumisión al gobierno civil, fuerte predicación bíblica, silencio de las mujeres en las reuniones, uso moderado del alcohol, instrumentos musicales en la adoración, sumisión de las mujeres casadas, sindicatos, matrimonios del mismo sexo, falsas curaciones, preeminencia de Jesucristo, origen apostólico de la iglesia, profecías fallidas, Logia Masónica, campanarios en la torre y banderas junto al púlpito, cumplimiento de muchas profecías bíblicas, disciplina eclesiástica, modestia femenina, adoración reverente, matrimonio solo en el Señor, longitud del cabello, virginidad, cremación, transexuales, pena capital y castigo corporal, lenguas, etc., etc.?

Pablo describió esta situación, cuando los cristianos se apartarían de la sana doctrina y la verdad a las fábulas y las invenciones, como tiempos peligrosos; y advirtió a Timoteo acerca de ellos (2 Ti 3:1- 4:4). Olvídate de las hambrunas, las pandemias, los tsunamis, el SIDA, el colapso económico o la Tercera Guerra Mundial. Aquí hay un peligro real: mover los linderos de la Biblia para inventar nuevas doctrinas y formas de hacer las cosas en la iglesia que impiden que los adoradores agraden a Dios y obtengan la salvación práctica por el evangelio.

El gran Dios del cielo y Su Hijo Jesucristo han dispuesto los campos de Su reino con fronteras y límites claramente definidos. El Nuevo Testamento proporciona toda la instrucción necesaria a fin de que el hombre de Dios sea perfecto (2 Ti 3:16-17). Aquellos que mueven los linderos para alterar la doctrina, el servicio o la adoración de Dios deben ser señalados, evitados y condenados (Ro 16:17-18; Gl 1:6-9). ¡No dejes que muevan un solo lindero!

¿Eres un defensor de los linderos antiguos? Debes luchar fervientemente por la fe que nos fue una vez dada por los apóstoles del Señor Jesús. Como nos exhorta Judas en su breve pero severa epístola: 

“Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos” (Jud 3).

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