Monday, December 22, 2025

PAREJA DE HECHO



¿Es posible para una pareja cristiana vivir juntos como matrimonio pero sin contraer matrimonio por el registro civil (sin casarse legalmente)? 

Hay varias cosas que considerar en esta pregunta. 

En primer lugar, definamos qué es ser cristiano

Muchas personas asumen que son cristianos simplemente porque no están afiliados a ninguna otra religión. Puede que asistan una iglesia cristiana a veces, y están de acuerdo con la mayor parte de lo que predican allí. Sin embargo, la Biblia define a un cristiano como un discípulo, o seguidor, del Señor Jesucristo (Hch 11:26). Un cristiano es alguien que ha aceptado la muerte, la sepultura y la resurrección del Señor Jesucristo como el pago por su propio pecado (Jn 1:12; Hch 16:31). Un discípulo de Cristo ha elegido negarse a sí mismo, tomar su cruz cada día y seguir al Señor Jesús (Lc 9:23). Por lo tanto, un cristiano busca hacer todo lo que el Señor Jesús dice que haga a través de Su Palabra. No nos convertimos en cristianos por hacer cosas buenas o asistir a una iglesia; sino que, puesto que somos cristianos, queremos obedecer al Señor Jesús en todas las cosas (Ef2:8-9; Stg 2:26). En Juan 15:14, el Señor dice: 

Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.

Así que un cristiano toma decisiones en su vida basándose en lo que glorifica al Señor Jesús (1 Co 10:31). 

Más que preguntarnos si una situación es “permisible” para un cristiano, debiéramos preguntarnos: “¿Cómo honrará esto a mi Señor?” 

Dios creó el matrimonio, y es Su definición la que debemos usar como fundamento. Dios define el matrimonio como una relación de por vida en la que un hombre deja a su padre y a su madre y se une a su mujer. Los dos se convierten en “una sola carne”, y la unión no puede disolverse por voluntad humana (Gn 2:24; Mr 10:7-9; Ef 5:31). 

Malaquías 2:14 nos dice que una de las razones por las que Dios odia el divorcio es porque Él está presente cuando la pareja hace los votos.

Bíblicamente, el matrimonio es la unión de un hombre y una mujer en un pacto espiritual y físico para toda la vida. Esa unión es motivo de celebración y merece nuestro más profundo respeto.

Hoy en día, algunas parejas que se llaman cristianas, quieren cohabitar como parejas “casadas” sin estar legalmente casadas. Normalmente, esto se hace por alguna consideración económica o por un sentido de seguridad. Incluso, algunas de estas parejas se someten a una ceremonia religiosa en una iglesia y se consideran casadas ante Dios. Sin embargo, una pareja que busca un matrimonio espiritual al mismo tiempo que evita un matrimonio legal, está buscando escapar de los requisitos de la ley, y eso causa una nueva serie de problemas para el cristiano (Ro 13:1-7). 

Si una pareja cree que es la voluntad de Dios que estén juntos, deben casarse de acuerdo con las leyes del país, y confiar en Dios para las finanzas.

No hay base bíblica para una situación de convivencia, incluso cuando los dos involucrados tienen la intención de permanecer monógamos de por vida. Las intenciones fallan, y la falta de un compromiso matrimonial real hace que sea más fácil separarse. Sin el matrimonio legal, la relación es sexualmente inmoral y está condenada en las Escrituras (Gl 5:19; Ef 5:3; 1 Ts 4:2). Los términos “compañero de vida”, “pareja de hecho”, etc., tiene un significado dudoso y una historia cuestionable. Implica que la relación no está aprobada legal o moralmente y que puede no durar. Pasa por alto el pacto por el que Dios creó el matrimonio. Para una pareja cristiana, alguno de estos términos arrojaría una sospecha inmediata sobre la reputación de la pareja y, en última instancia, sobre la reputación de Cristo. Cualquier pareja cristiana que considere una “unión de por vida” debe preguntarse: “¿Cómo glorificará al Señor Jesús el hecho de que pasemos por alto el matrimonio tradicional?”

Ceremonia Religiosa o Matrimonio Espiritual

Algunas parejas “cristianas” buscan cumplir con una mera “ceremonia religiosa”, efectuada en una iglesia o por un ministro, para considerarse a sí mismas como “casadas”. A esta ceremonia también la llaman “matrimonio espiritual”, argumentando que las leyes civiles o gubernamentales son innecesarias para considerar a una “pareja cristiana” un matrimonio, sólo es necesario la ceremonia religiosa.

La Biblia afirma explícitamente en qué momento un hombre y una mujer son considerados un matrimonio. Pero, primero, veamos cuáles son los tres puntos de vista más comunes respecto al tema: 

1) Dios solo considera que un hombre y una mujer están casados cuando se casan legalmente, es decir, cuando se convierten en marido y mujer a los ojos de la ley. 2) Un hombre y una mujer están casados a los ojos de Dios cuando han completado algún tipo de ceremonia nupcial formal que incluye votos matrimoniales. 3) Dios considera que un hombre y una mujer están casados en el momento en que mantienen relaciones sexuales. 

Evaluemos las fortalezas y debilidades de cada uno de estos tres puntos de vista.

1) Dios solo considera que un hombre y una mujer están casados cuando se han casado legalmente. El apoyo bíblico que se suele dar a este punto de vista es el mandato de obedecer las leyes del gobierno (Ro 13:1-7; 1 P 2:17). El argumento es que, si el gobierno exige que se completen ciertos trámites y documentos antes de reconocer un matrimonio, entonces la pareja debe someterse a ese proceso. Sin duda, es bíblico que una pareja se someta a las leyes del gobierno siempre y cuando los requisitos no contradigan la Palabra de Dios y sean razonables. Romanos 13:1-2 nos dice: 

“Sométase toda persona a las autoridades que gobiernan. Porque no hay autoridad sino de Dios, y las que existen, por Dios son constituidas. Por tanto, el que resiste a la autoridad, a lo ordenado por Dios se ha opuesto; y los que se han opuesto, recibirán condenación sobre sí mismos”.

Sin embargo, hay algunas debilidades y problemas potenciales con este punto de vista. En primer lugar, el matrimonio existía antes de que se organizara ningún gobierno. Durante miles de años, la gente se casaba sin necesidad de una licencia matrimonial. En segundo lugar, incluso hoy en día, hay algunos países que no reconocen el matrimonio ante el gobierno y/o no tienen requisitos legales para contraerlo. En tercer lugar, hay algunos gobiernos que imponen requisitos no bíblicos al matrimonio antes de reconocerlo legalmente. Por ejemplo, algunos países exigen que las bodas se celebren en una iglesia católica, de acuerdo con las enseñanzas católicas, y supervisadas por un sacerdote católico. Obviamente, para aquellos que están en total desacuerdo con la Iglesia católica y con la concepción católica del matrimonio como sacramento, sería antibíblico someterse a casarse en la Iglesia católica. En cuarto lugar, hacer que la legitimidad de la unión matrimonial dependa únicamente de los estatutos gubernamentales es sancionar indirectamente la definición legal del matrimonio, que puede fluctuar.

2) Un hombre y una mujer están casados a los ojos de Dios cuando han completado algún tipo de ceremonia nupcial formal. Algunos intérpretes entienden que Dios llevó a Eva a Adán (Gn 2:22) como que Dios realizó la primera “ceremonia” nupcial: la práctica moderna de que el padre entregue a su hija en una boda refleja la acción de Dios en el Edén. En el capítulo 2 de Juan, el Señor Jesús asistió a una ceremonia nupcial. El Señor no habría asistido a tal evento si no hubiera aprobado lo que estaba ocurriendo. La presencia del Señor en una ceremonia nupcial no indica en modo alguno que Dios exija una ceremonia nupcial, pero sí indica que una ceremonia nupcial es aceptable a los ojos de Dios. Casi todas las culturas de la historia de la humanidad han celebrado algún tipo de ceremonia nupcial formal. En todas las culturas hay un evento, una acción, un pacto, un voto o una proclamación que se reconoce como la declaración de que un hombre y una mujer se han casado de por vida.

3) Dios considera que un hombre y una mujer están casados en el momento en que mantienen relaciones sexuales. Hay quienes interpretan que esto significa que una pareja casada no está verdaderamente “casada” a los ojos de Dios hasta que no ha consumado el matrimonio físicamente. Otros argumentan que, si un hombre y una mujer tienen relaciones sexuales, Dios considera que los dos están casados. La base de este punto de vista es el hecho de que las relaciones sexuales entre marido y mujer son el cumplimiento literal del principio de “una sola carne” (Gn 2:24; Mt19:5; Ef 5:31). En este sentido, las relaciones sexuales son el “sello” definitivo del pacto matrimonial. Sin embargo, la opinión de que las relaciones sexuales constituyen el matrimonio no es bíblicamente sólida. Si una pareja está casada legal y ceremonialmente, pero por alguna razón no puede mantener relaciones sexuales, esa pareja sigue considerándose casada.

Sabemos que Dios no equipara las relaciones sexuales con el matrimonio basándonos en el hecho de que el Antiguo Testamento a menudo distingue entre una esposa y una concubina. Por ejemplo, 2 Crónicas 11:21 describe la vida familiar de un rey: 

“Y amó Roboam a Maaca, hija de Absalón, más que a todas sus otras mujeres y concubinas. Porque había tomado dieciocho mujeres y sesenta concubinas”

En este versículo, las “concubinas” que tenían relaciones sexuales con el rey Roboam se mencionan como una categoría aparte de las “mujeres” (esposas). Y lo mismo sucede a lo largo de todo el Antiguo Testamento.

Además, 1 Corintios 7:2 indica que las relaciones sexuales antes del matrimonio son inmorales. Si las relaciones sexuales hacen que una pareja se case, no podrían considerarse inmorales, ya que la pareja se consideraría casada en el momento en que tuvieran relaciones sexuales por primera vez. No hay absolutamente ninguna base bíblica para que una pareja no casada mantenga relaciones sexuales y se declare por eso casada, declarando así que todas las relaciones sexuales futuras son morales y honran a Dios.

Algunos señalan Génesis 24 y la historia de Isaac y Rebeca como ejemplo de una pareja que se casó únicamente por relaciones sexuales, sin ningún tipo de ceremonia. Pero los detalles que condujeron al matrimonio revelan que se siguió un proceso formal. El padre de Isaac, Abraham, le dio a su siervo una lista de cosas que debía hacer para encontrarle una esposa a Isaac (Gn 24:1-10). El siervo hizo todo lo que su amo le pidió, además de orar a Dios para que lo guiara y le diera confirmación (Gn 24:12-14). Dios lo guio y también confirmó todas las “pruebas” del siervo para demostrar que el matrimonio de Isaac y Rebeca era realmente aprobado por Dios (Gn 24:15-27). El siervo estaba tan convencido de la voluntad de Dios que inmediatamente le contó al hermano de Rebeca, Labán, todos los detalles que confirmaban la elección de Dios (Gn 24:32-49). Cuando se sirvió la cena, todos sabían que esto era obra de Dios, que tanto Isaac como Rebeca debían casarse (Gn 24:50-51). Luego se pagó la dote y se firmaron contratos verbales, entre ellos (Gn 24:52-59). Por lo tanto, el matrimonio mencionado en el Génesis 24:67 no se basó en el mero acto sexual. Se cumplieron los procedimientos culturales y las tradiciones de la dote, se cumplieron las condiciones, se vieron las respuestas a las oraciones y la bendición evidente de Dios estaba sobre todo el escenario.

Entonces, 

¿Qué constituye el matrimonio a los ojos de Dios hoy en día? 

En base a lo visto, se deben seguir los siguientes principios: 

1) Siempre que los requisitos sean razonables y no vayan en contra de la Biblia, un hombre y una mujer deben buscar cualquier reconocimiento formal del gobierno que esté disponible. 

2) Un hombre y una mujer deben seguir las prácticas culturales, familiares y de pacto que se emplean normalmente para reconocer a una pareja como “oficialmente casada”. 

3) Si es posible, un hombre y una mujer deben consumar el matrimonio sexualmente, cumpliendo el aspecto físico del principio de “una sola carne”.

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