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jueves, 6 de febrero de 2025

MEDICINA PARA LOS HUESOS




“Panal de miel son los dichos suaves; Suavidad al alma y medicina para los huesos” (Pr 16:24).

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Las palabras amables y llenas de gracia son una delicia para cualquier ocasión. Entran en los oídos y el alma con dulce placer, y alegran el corazón y hasta los huesos. El rostro de una persona brilla por su efecto instantáneo, y la energía y la vitalidad se restauran en aquellos abatidos. Tú creas tales palabras de la nada por tus dichos, cuando la sabiduría guía tu discurso (Pr 16:23).

¿Tus palabras promueven la salud de otros? ¿Curas a otros mediante el estímulo bondadoso, el consejo sabio y el consuelo apacible? ¿O son tus palabras como golpes de espada? (Pr 12:18) ¿Dejas a otros sangrando con palabras cáusticas, críticas, insensibles o condenatorias? ¿Y luego viertes sal sobre sus heridas, cuando se te dice que solo condimentes tu discurso con ella? (Col 4:6)

Un buen perfume puede alegrar el corazón en tan solo nanosegundos, y las palabras amables hacen lo mismo, cuando un amigo da dulces consejos desde su corazón (Pr 27:9). ¡Precioso don de la palabra! Las palabras adecuadas en el momento oportuno son verdaderamente hermosas (Pr 15:23; 25:11). Hay gran poder en tu lengua (Pr 18:21). ¿Cómo lo usarás hoy? ¿Para promover la salud o causar dolor?

En esta sociedad moderna y sintética, muchos no conocen la dulzura ni las propiedades saludables del panal. ¿Cuándo fue la última vez que comiste algo de él? Para tu información, las abejas de Dios polinizan las plantas y también producen una delicia dulce con nutrientes fascinantes llamada miel.

La miel es un alimento exquisito que Dios creó para beneficio del hombre (Pr 24:13). Describió a Canaán, la maravillosa tierra prometida, como una tierra de la que mana leche y miel (Ex 3:8; Dt 8:7-9). El maná que le dio a Israel sabía a hojuelas hechas con miel (Ex 16:31).

Los reyes enviaban miel como regalo (2 S 17:27-29; 1 R 14:3), y esta iluminó los ojos del príncipe Jonatán una vez (2 S 14:27). Juan el Bautista vivió de ella y de langostas (Mt 3:4). En sus años de formación, el Señor Jesús la comió con mantequilla (Is 7:15), dos alimentos muy importantes en Israel; y la volvió a comer después de su resurrección (Lc 24:42). Amantes inspirados la usaron para describir la dulzura de su acto amoroso en una canción romántica de matrimonio enamorado (Cnt 4:11; 5:1).

Nadie negará que la miel es dulce. ¡Es el doble de dulce que el azúcar! En las recetas que requieren azúcar, solo se necesita la mitad de la cantidad de miel. ¡Una persona saciada la rechazará! (Pr 27:7) Deberías conseguir un poco hoy de tu alacena o de una tienda y probarla a la luz de este proverbio. Pregúntate si tu discurso causa placer como la miel a las papilas gustativas de tus oyentes.

¿Conoces estos hechos? El panal contiene cuatro alimentos: miel, polen de abeja, propóleo de abeja y jalea real. La miel en sí tiene una larga historia de uso para muchas dolencias diferentes en muchas naciones. ¿Alguna vez la has tomado con limón o whisky para el dolor de garganta? ¿Alguna vez has usado miel para combatir las alergias? Y hay docenas más de usos terapéuticos.

El polen de abeja, que se acumula en las patas de las abejas, a veces se describe como el alimento perfecto. Con 96 nutrientes, es rico en zinc, calcio, magnesio y hierro. Puede darte energía, darte una sensación de bienestar, aumentar tu capacidad intelectual y cerrar cualquier brecha nutricional en tu dieta.

El propóleo, una resina cerosa que usan las abejas para varios propósitos, es rico en vitamina B, minerales y bioflavonoides. No tiene igual como un antibiótico natural. Estimula la glándula del timo para que produzca glóbulos blancos para combatir o eliminar virus, venenos y residuos tóxicos.

La jalea real, segregada por unas cuantas abejas nodrizas en cada colmena, es el alimento exclusivo de la abeja reina. Esta maravillosa comida hace que la reina viva cuarenta veces más que las abejas obreras y produzca el doble de su peso corporal en huevos cada día, ¡aunque es genéticamente idéntica a ellas! Contiene una alta concentración de ácido pantoténico y muchos otros nutrientes complejos.

Dios dijo que la miel era saludable y la recomendó en las citas mencionadas anteriormente, así que debes creerlo (Pr 24:13; 16:24). Pero es un placer leer investigaciones que confirman lo escrito por Salomón hace 3.000 años. ¡Dale a Dios la gloria! El Creador revela la verdadera ciencia.

La miel es preciosa. Es dulce a tu gusto, anima tus ojos, energiza tu cuerpo y tiene muchas propiedades nutricionales para la salud en general. ¡Tus palabras deben ser así! Deben hacer que otros se regocijen y se alegren de haberte oído hablar, y deben edificar a otros de manera provechosa (Ef 4:29). Elige dulces palabras para dirigirte a alguien hoy.

Tu discurso siempre debe ser amable, con solo una pizca de sal (Col 4: 6; Ec 10:12). Tal discurso cumple este proverbio. Las madres sabias les dicen a los niños: Si no puedes decir algo amable, entonces no digas nada en absoluto. A los padres les encanta escuchar palabras sabias (Pr 23:16; 15:26). El aguijón solo debe usarse como último recurso, al igual que lo hace la abeja.

Pero, ¿las palabras dulces son varoniles? ¡Sí, de hecho! Dios creó al hombre e inspiró este proverbio, y Salomón, hijo de David, lo escribió. ¿Eran estos hombres afeminados? ¡David mató valientemente a Goliat y se ganó el corazón de Jonatán con palabras llenas de gracia, todo en un día! (Pr 22:11; I Sa 18:1)

El Señor Jesús podía herir y confundir a los fariseos cuando lo necesitaban, pero sus discípulos lo conocían por sus palabras llenas de gracia y dulzura (Sal 45:2; Is 50:4). Sus palabras llenas de gracia en Nazaret causaron asombro a toda la multitud (Lc 4:22). Y los corazones de dos discípulos ardían de alegría por sus preciosas palabras en el camino a Emaús (Lc 24:32).

La aspereza innecesaria en el habla no es una señal de masculinidad o del Espíritu de Dios; es vendida por el diablo a aquellos cuyos corazones no son rectos. Brota de un corazón endurecido por el odio o el orgullo, porque de la abundancia del corazón habla la boca (Mt 12:34). David reprendió a sus sobrinos por ser demasiado duros (2 S 3:39), y Jesús hizo lo mismo con Santiago y Juan en una ocasión (Lc 9:55). Ninguno de ellos tenía el espíritu o la lengua del Señor Jesucristo.

La lengua amarga y mordaz es fuego del infierno; es un mundo de iniquidad; es un mal rebelde, lleno de veneno mortal (Stg 3:2-12). Ningún hombre puede domarla por sí mismo. Sin embargo, debes hacer todo lo que puedas para eliminarla de tu propia boca y la de tus hijos, por la gracia de Dios.

Hombres como Juan el Bautista y Elías tenían misiones especiales, y no sabes que fueran duros en privado. Es probable que no lo fueran. No son ejemplos para el habla en general. Más bien debes elegir la ley de la bondad para que gobierne tu elección de palabras (Pr 31:26).

¿Quién puede negar que las palabras de Dios son dulces? ¿No son más dulces que la miel? (Sal 19:10; 119:103) ¿No causan alegría y regocijo en tu corazón? (Jer 15:16) Son tan dulces que se dice que quienes las hablan tienen hermosos pies (Ro 10:15). ¿Puedes recordar la dulzura de tu alma al escuchar el verdadero evangelio con entendimiento?

Hay gran poder en la lengua (Pr 18:21). ¿Cómo la usarás hoy? Comerás el fruto dependiendo de cómo la uses: vida o muerte. Cada uno llevará su propia carga.

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COMENTARIO DE PROVERBIOS

MEDICINA PARA EL ALMA

LA BIBLIA & LAS ENFERMEDADES PSICOSOMÁTICAS

UNA BUENA CONCIENCIA















lunes, 3 de febrero de 2025

TODO LO PUEDO EN CRISTO QUE ME FORTALECE



En Filipenses 4:13, el apóstol Pablo escribe: 

“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”

“Cristo” es el Señor Jesús, y Jesús es, por supuesto, todopoderoso (Col 2:10). Pero ¿significa este versículo que podemos hacer cualquier cosa y todo lo que nos propongamos?

El contexto de este versículo se centra en el poder que Dios nos ha dado para soportar cualquier circunstancia. En el versículo anterior dice: 

“Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad (Fil 4:12). 

Pablo se había enfrentado a tiempos de abundancia, pero también a muchas pruebas por su fe.

En 2 Corintios 11:23-29, Pablo comparte algunos de sus sufrimientos hasta ese momento de su fe: 

Yo más; en trabajos más abundante; en azotes sin número; en cárceles más; en peligros de muerte muchas veces. De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar; en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez, y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias. ¿Quién enferma, y yo no enfermo? ¿A quién se le hace tropezar, y yo no me indigno?

A pesar de estas y otras penurias, Pablo creía y enseñaba que podía mantenerse firme en la fe y perseverar porque decía “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.

El enfoque de Filipenses 4 es lo que el creyente puede hacer mediante la fortaleza que le da Cristo

No se trata de una promesa de que los cristianos tendrán superpoderes o de que serán invencibles o inmunes a los retos de la vida. Por el contrario, la promesa de Filipenses 4:13 es que tendremos la fortaleza del Señor para soportar fielmente las dificultades que surjan en la vida, si se la pedimos (He 4:16).

Pablo enseña que el creyente tiene disponible a su alcance el poder de Dios para soportar el sufrimiento, y puede, por lo tanto, estar contento en cualquier circunstancia, dada la fortaleza de Cristo. Al igual que Cristo soportó fielmente la cruz y todo tipo de pruebas y tentaciones antes de ella (Is 53:3), Sus seguidores pueden soportar fielmente los problemas a los que se enfrentan. De hecho, Filipenses 4:11 Pablo afirma: “he aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación”. Pablo se centra en el contentamiento, no en las circunstancias terrenales.

Filipenses 4:13 forma parte de un pasaje más amplio que aborda la capacidad de Cristo para satisfacer nuestras necesidades. Cristo puede dar satisfacción en tiempos de abundancia y de pobreza. Puede ayudarnos a hacer todas las cosas mediante Su fortaleza. En el caso de Pablo, era la fortaleza para servir como misionero a pesar de enfrentarse a intensos sufrimientos. En nuestras vidas, esta misma fortaleza está disponible. Ya sea que sirvamos humildemente en un trabajo secular o ayudemos a alguien de nuestra propia comunidad, el poder de Cristo puede permitirnos mantenernos firmes en Sus promesas y soportar los retos más difíciles de la vida. Pablo concluye este pasaje con estas palabras:

Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. Al Dios y Padre nuestro sea gloria por los siglos de los siglos. Amén (Fil 4:19-20).

La batalla de la fe a la que todos los creyentes nos enfrentamos en nuestras personales circunstancias, puede ser ganada por medio de la oración diaria si tan solo creemos las promesas del Señor y las reclamamos con humildad. Pablo, parafraseándose a sí mismo, le escribió a Timoteo estas palabras que haríamos en bien en recordarlas a menudo: 

“...sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre. Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos. Te mando delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Jesucristo, que dio testimonio de la buena profesión delante de Poncio Pilato, que guardes el mandamiento sin mácula ni reprensión, hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo, la cual a su tiempo mostrará el bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores, el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén” (1 Ti 6:11-16).

SU VIDA GUARDA QUIEN GUARDA SU CAMINO



“El camino de los rectos se aparta del mal; su vida guarda el que guarda su camino” (Pr 16:17).

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¿Estás en el camino correcto? ¿Tienes un buen mapa para evitar giros equivocados? Si permaneces en el camino de los rectos, salvarás tu vida de muchos problemas. La Biblia marca bien el camino, pero hay muchas curvas grandes y peligrosas que pueden hacer que pierdas tu destino. Los vencedores en la carrera de la vida, los redimidos del Señor, permanezcan en el camino de los rectos (Is 35:8-10).

Los Proverbios de Salomón son una mina de oro de metáforas. La calzada de los rectos es el estilo de vida de los hombres sabios y piadosos (Pr 2:20; 4:18; 12:28). Odian el mal y lo evitan en lo posible, como Job y David (Pr 13:6; 15:24; Job 1:1; Sal 101:1-8). Saben adónde van y resisten cualquier tentación a desviarse (Pr 4:14-15; 14:8).

Hay más de un camino en la vida. Está el camino de los impíos, que debes evitar con todo temor (Pr 1:15; 4:19; 15:9; 22:5). Si te desvías del camino de los rectos, obtendrás una existencia dolorosa en la congregación de los muertos (Pr 13:15; 21:16).

Debes entender sabiamente el camino que eliges cada día (Pr 4:25-27; 14:8; 19:16). Diversas clases de personas te invitarán a que vayas por su camino (Pr 16:29; 28:10). Te despreciarán por elegir el camino correcto (Pr 29:27). Tu corazón te engañará a elegir el camino equivocado (Pr 16:25; 21:2).

Confía en tu mapa: la Biblia (Pr 3:5-6; 19:3; 21:29). Cuanto más vayas por la calzada de los rectos, más claro y fácil será el camino (Pr 4:18; 10:9). Instruye a tu hijo en el camino bueno y recto (Pr 22:6; 23:19). Prepárate para ser un anciano en el camino correcto (Pr 16:31).

La vida cristiana es una carrera de larga distancia, no una carrera de velocidad. Se ejecuta con paciencia, en lugar de un breve estallido de convicción. Requiere eliminar todo peso, distracciones mundanas, que puedan obstaculizarlo. Requiere remover el pecado que fácilmente te asedia. Se corre pacientemente ante muchos testigos en el cielo, mientras se mira a Jesús (He 12:1-2).

La carrera de la vida cristiana está en la calzada de los rectos: el camino estrecho y angosto trazado por Jesucristo, el hijo de Salomón (Mt 7:13-14). Sólo unos pocos hombres encuentran este camino que conduce a la vida: la vida abundante ahora y la vida eterna después. La entrada a esta carretera es muy estrecha y restrictiva; el camino es muy angosto, no permitiendo desviaciones.

El cristiano que corra bien su carrera recibirá un galardón. Algunos hijos del mundo se consagran a  vivir vidas templadas para ganar una corona corruptible. Los hijos de Dios debemos ansiosamente vivir vidas templadas de abnegación para ganar una corona eterna (1 Co 9:24-27). La meta de agradar a Jesucristo y obtener Su favor debe causar un impulso apremiante hacia la meta, cada día (Fil 3:13-14).

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COMENTARIO DE PROVERBIOS











ANTES DE LA CAÍDA LA ALTIVEZ DE ESPÍRITU



“Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu” (Pr 16:18).

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Una fuerza más poderosa que la gravedad derriba a las personas: ¡el orgullo! Salomón da aquí un axioma que todas las personas deberían memorizar y considerar todos los días. Ser arrogante o ensoberbecerse por cualquier cosa es una forma segura de terminar de bruces. Las personas soberbias u orgullosas van a caer tan ciertamente como las nueces caen de un árbol. Humíllate hoy, y odia tu orgullo.

Aquí está la sabiduría clave de un rey sabio y exitoso. Sabía mejor que cualquier consejero o terapeuta lo que funciona para la prosperidad y el éxito en la vida. Repitió esta advertencia a menudo, resaltando su importancia; pero no se te enseñará esta regla en la escuela de negocios ni en ninguna otra escuela. La persona natural ama el orgullo, ¡especialmente el suyo propio!

El orgullo es veneno para el corazón, el alma y la mente. Endurece el corazón a amar y a perdonar a los demás, por lo que corroe las relaciones. Cauteriza el alma contra la corrección y las advertencias, por lo que conduce a terribles reincidencias y caídas. Oculta la mente a los peligros y riesgos, por lo que una persona se precipita hacia elecciones tontas y hacia la destrucción sin la precaución debida.

El orgullo le costó al diablo su posición en el cielo (1 Ti 3:6), y Salomón observó cómo derribó a muchos hombres. A menudo advirtió contra el orgullo (Pr 11:2; 17:19; 18:12; 29:23). Pero su hijo Roboam desperdició la lección. Arrogantemente provocó a Israel y perdió diez de las doce tribus en su coronación (2 Cr 10:1-19). Su exceso de confianza le costó la nación.

El rey Uzías se atrevió a ofrecer incienso como si fuera un sacerdote, y se retiró de la vida pública con lepra. Amán orgullosamente trató de destruir a los judíos, para su propia vergüenza y destrucción. Pedro declaró que moriría por el Señor, pero lo negó tres veces esa misma noche antes que el gallo cantara al amanecer. Herodes disfrutó complacido los elogios que los hombres le tributaron; no le dio la gloria a Dios, y murió comido por gusanos (Hch 12:23).

Es fácil reconocer a una persona orgullosa. Le gusta hablar, especialmente de sí misma o de sus opiniones. No sirve a los demás voluntariamente, porque está por debajo de ella servir a los demás; está demasiado preocupada por sus propias cosas. Se mueve en círculos elevados y vive por encima de sus posibilidades. Rechaza consejos y advertencias. Se enoja con facilidad, critica a los demás y guarda amargura por ofensas pasadas.

Una persona orgullosa presume ante la gente, es irrespetuosa contra la autoridad y se burla de la violación de las leyes. Siempre tiene una excusa para sus malas acciones, en lugar de una humilde disculpa. Hace compromisos que no puede o no quiere cumplir. Habla apresuradamente. Los problemas en su vida siempre son culpa de otra persona. No buscará ayuda espiritual. Se rige principalmente por el orgullo y la soberbia.

¿Cuál es la cura para el orgullo? Confiesa tus pecados completamente a Dios y abandónalos. Pide disculpas a todos los que has agraviado y haz una restitución completa. Humíllate y obedece todos los sabios consejos que se te han dado de parte del Señor. Sirve a la persona más baja que puedas encontrar. Habla menos. Entrena tu corazón y tu mente para pensar solo en pensamientos amables sobre los demás. Rechaza toda venganza.

La humildad no es pensar o decir que eres humilde. La humildad es obedecer a Dios y servir a los demás. La humildad no es cómo te ves o caminas; es exaltar a Dios y a los demás en lugar de a ti mismo. El orgullo provoca al Señor a juzgarte; la humildad traerá Su bendición. “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo” (1 P 5:6).

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COMENTARIO DE PROVERBIOS