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sábado, 8 de febrero de 2025

ARREPENTIMIENTO—SU SIGNIFICADO E IMPORTANCIA


Arrepentíos porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mt 3:2; Mt 4:17).

El Señor Jesús nos enseña que el primer paso hacia una vida en la que el Espíritu Santo fluya desde nuestro interior es arrepentirnos (Mt 4:17). Arrepentirnos no es sólo dar la espalda a la búsqueda de las cosas de la tierra, sino, sobre todo, dar la espalda al pecado. No tenemos que vencer el pecado antes de recibir el Espíritu Santo. El Espíritu Santo viene para ayudarnos a vencer el pecado. No ponemos la carreta delante del caballo. El caballo debe estar delante del carreta. No puedo renunciar al pecado y luego decir: “Señor, dame el Espíritu Santo”. En lugar de eso, digo: “Señor, necesito el Espíritu Santo para poder vencer el pecado”. Pero sí puedo dar la espalda al pecado en mi mente; eso significa que mi actitud es que deseo genuinamente renunciar a todo pecado.

Eso es todo lo que Dios nos pide que hagamos. ¿Tienes una actitud en la que deseas renunciar a todo lo que deshonra a Dios en tu vida? Puede que te lleve algunos años antes de que realmente puedas llegar a este punto, pero no importa. Asegúrate de que tu actitud sea siempre de arrepentimiento, de que te vuelvas de tu antigua forma de vida y de ser. Es a través del arrepentimiento y la fe en Cristo que nos paramos en la línea de partida de la carrera cristiana. Hebreos 12:1-2 dice que la vida cristiana es como una carrera, y que puedo ponerme en la línea de partida sólo si me he arrepentido. Este mensaje de arrepentimiento y de volverse del pecado es el mensaje que falta en la cristiandad de hoy.

¿Cuántos mensajes del evangelio has escuchado acerca del arrepentimiento? ¿Cuántas canciones o himnos escuchas acerca del arrepentimiento? Mira cualquier himnario y verás cuántos himnos hay acerca del arrepentimiento, casi ninguno. Encontrarás muchos himnos acerca de la fe. Por ejemplo, hay un himno muy conocido que dice: “A Dios sea la gloria, grandes cosas ha hecho”. Una de las líneas de este himno dice: “El más vil pecador que verdaderamente cree, en ese momento recibe de Jesús el perdón”. Esto es un error. Esto no es el evangelio del Señor Jesús. Supongamos que hay un hombre que asiste a una reunión, un pecador completamente miserable, que no sabe nada acerca del evangelio. Y llega allí y escucha este himno: “El más vil pecador que verdaderamente cree, en ese momento recibe de Jesús el perdón”. Él dice: “Sí, soy el más vil pecador”. Lo reconoce y dice: “Eso es todo lo que tengo que hacer, solo creer en Jesús. Creo en Él, Él es el Hijo de Dios, Él murió por mis pecados”. Según el evangelio del Señor Jesús, ¿está perdonado? No, si no se ha arrepentido. El peor pecador que se arrepiente y cree es aquel que es perdonado. “Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan” (Stg 2:19). ¿Son salvos los demonios por sólo creer?

Mucha gente dirá: “Bueno, el significado de ‘creer’ verdaderamente incluye el arrepentimiento”. Pero esa es una explicación teológica que un pecador inconverso e impío no conoce. Él necesita que se le diga que tiene que arrepentirse. Eso es lo que el apóstol Pedro dejó en claro el día de Pentecostés: el arrepentimiento (Hch 2:38). Y eso es lo que Pablo predicó en todas partes. Predicó dos cosas: “El arrepentimiento para con Dios, y la fe en nuestro Señor Jesucristo” (Hch 20:21).

Apartarse de los ídolos y de todo aquello que impide que Dios sea el primero y lo más importante en el corazón: eso es el arrepentimiento.

“porque ellos mismos cuentan de nosotros la manera en que nos recibisteis, y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero” (1 Ts 1:9 ).

Arrepentimiento hacia Dios, no hacia la prosperidad, la iglesia, la sanidad o alguna clase de bienestar. El arrepentimiento no es alejarse de la enfermedad para ir a la sanidad. No me estoy alejando de la pobreza para ir a la prosperidad. ¡No! Ese es un evangelio falso que se predica hoy en día. Aquí dice que me arrepiento hacia Dios de todo lo que estaba en contra de Dios en mi vida y pongo mi fe en nuestro Señor Jesucristo. Pablo lo dice cuando escribe a los tesalonicenses. Les dice que la Palabra de Dios vino a ellos y que ellos se convirtieron a Dios, habiéndose apartado de los ídolos para servir al Dios vivo (1 Ts 1:9).

Tú respondes que no eres un idólatra, que no adoras a ningún ídolo, que esta palabra no se aplica a ti. Pero, ¿qué es un ídolo? 

Un ídolo es cualquier cosa o persona que ocupe el lugar de Dios en tu corazón. Puede ser tu salud, tu dinero, tu negocio, tu trabajo, tu casa, tu auto, tu cuenta bancaria, tu mujer o tu hijo. Puede ser cualquier cosa que ocupe el lugar de Dios en tu corazón. Tal como Isaac tomó el lugar de Dios en el corazón de Abraham y Dios le dijo a Abraham que se deshiciera de esa idolatría (Gn 22:1-19). 

Volverse a Dios de los ídolos y de todo lo que impide que Dios sea lo primero y lo más importante en tu corazón, eso es arrepentimiento. Ese es el significado de buscar primero el reino de Dios y Su justicia, de tal manera que todas nuestras necesidades terrenales nos sean añadidas (Mt 6:33). Puedes estar absolutamente seguro de que todas tus necesidades terrenales serán suplidas por el Señor, incluso si nunca llegas a ser rico. Él se asegurará de que tus necesidades terrenales te sean añadidas, si buscas primero el reino de Dios (Mt 6:33). ¡Gracias a Dios por esto!

Así es como debe vivir todo verdadero creyente en Dios el Padre y en el Señor Jesucristo. Es muy triste hoy en día que los cristianos piensen que la prosperidad material y la sanidad física son marcas de la bendición de Dios. Eso no puede ser verdad porque hay muchos no cristianos que tienen mucha más prosperidad material y mejor salud física que incluso los cristianos espirituales. Eso en sí mismo demuestra que ese no es el evangelio. Además, no tienen la libertad del pecado que tiene un verdadero discípulo en el Señor.

El mensaje que el Señor Jesús proclamó primero, y que debemos seguir proclamando hoy en día, es el arrepentimiento

Cuando Jesús dice: “Enseñándoles que guarden [enseñándoles a hacer] todo lo que les he enseñado” (Mt 28:20), pregúntate ¿qué enseñó Él? 

El primer paso es alejarse del pecado, volverse hacia Dios y abrir el corazón al reino de los cielos para que nuestra mente esté ahora fijada en las cosas de arriba, en las cosas de Dios: justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo (Ro 14:17)—esto es el arrepentimiento. Y no es algo que hagamos una sola vez en la vida. Es un proceso que nos tomará el resto de nuestra vida (Lc 9:23). Por eso el Señor también dice al respecto: “el que persevere hasta el fin, este será salvo” (Mt 10:22; 24;13; Mr 13:13).

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