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jueves, 30 de enero de 2025

MEJOR QUE EL ORO Y LA PLATA

Mejor es adquirir sabiduría que oro preciado; y adquirir inteligencia vale más que la plata” (Pr 16:16).

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¿Cuán importante es el dinero para ti? ¿Cuántas horas al día trabajas para obtenerlo? ¿Cuántos días a la semana? ¿Cuántos años de estudios completaste antes de conseguir tu trabajo? ¿Cuánta energía inviertes para ganarlo? ¿Qué tipo de dificultades aguantas con alegría con tal de recibirlo?

¿Un millón de dólares en tu cuenta bancaria te pondría una sonrisa en la cara? ¿Te preocupa no tener suficiente dinero? La sabiduría y la inteligencia son más importantes, dice este proverbio. Pon en orden tus prioridades. Deberías tener una sonrisa en tu rostro sabiendo que la sabiduría está en la Biblia, y deberías preocuparte por no aplicarte tan diligentemente en su búsqueda como deberías.

Las personas trabajan duro para obtener dinero, porque el dinero responde a todas las cosas: suple las necesidades de la vida (Pr 16:26; Ec 10:12). Asisten a la escuela durante muchos años; reciben más capacitación después de eso; se esfuerzan mucho de manera práctica; soportan muchas dificultades; se preocupan cuando no hacen lo suficiente; elaboran planes para hacer más y mejor; piden la ayuda de Dios. Pero, ¿cuántas personas aplican el mismo esfuerzo para obtener sabiduría e inteligencia espiritual? ¿Tú lo haces?

La sabiduría es el poder del juicio correcto: la capacidad de saber cuál es la mejor respuesta a cualquier situación para agradar a Dios y a los hombres de Dios. La inteligencia espiritual es el poder del discernimiento correcto: la capacidad de comprender la totalidad de los factores en cualquier asunto para ver el cuadro completo. ¡Qué dones más gloriosos! David le dijo a Salomón que obtuviera sabiduría e inteligencia espiritual por encima de todo (Pr 4:5-9). Entonces, cuando Dios le ofreció a Salomón cualquier cosa que él le pidiera, ¡Salomón pidió como su padre le había instruido que lo hiciera! (1 R 3:5-14)

Tu mayor objetivo en la vida debe ser crecer en sabiduría e inteligencia espiritual: saber cómo agradar a Dios y a los hombres piadosos más perfectamente y beneficiar a todos aquellos en tu esfera de influencia y actividad. Nada más puede realmente compararse con este objetivo. Sin embargo, la mayoría de los hombres aplican su mayor deseo, planificación, esfuerzo, energía y tiempo en la búsqueda del dinero, descrito aquí como oro y plata. Pero Salomón te advierte que tal cosa es una prioridad pervertida. ¡La sabiduría de lo alto es mejor que cualquier cantidad de dinero!

Si un hombre pobre te dijera que la sabiduría es más importante que el dinero, sería fácil para ti descartar su consejo como un dicho insensato de un hombre que nunca ha conocido el poder y los beneficios del dinero. Pero ese no es el caso en este proverbio. Salomón tuvo riquezas, gloria y honor superiores a cualquier otro rey antes o después que él. Sabía todo sobre el dinero, la riqueza y sus beneficios. Él gozó de placeres pagados con la riqueza que tú no puedes ni siquiera imaginar, y que nunca gozarás en esta vida. Y él te dice en este proverbio que clasifiques a la sabiduría y a la inteligencia espiritual mucho más alto que cualquier bien material.

El proverbio comienza con un superlativo: “Mejor”. Sin límites establecidos, la sabiduría y el entendimiento son infinitamente mejores, superiores, que el oro y la plata. No hay comparación. Salomón te da enfáticamente una prioridad y una regla para la vida: la sabiduría es mucho más importante que el dinero. Sin embargo, todos los días te sientes tentado a invertir la mayor parte o la totalidad de tu energía y tiempo en la consecución de dinero.

¿Otros hombres ricos hicieron esto y concluyeron lo mismo? Primero, considera a Salomón también en otros lugares, ya que fue el hombre más rico de la historia antigua (Pr 3:15-18; 8:10-11,19). Luego considera a su padre David (Sal 19:7-11; 119:14,72,127,162). Y luego considera también a los ricos Job (Job 28:12-28) y Moisés (He 11:24-26).

Un proverbio sólo es valioso si lo aplicas. Te pasas la vida persiguiendo algo inferior: el dinero. ¿Cuán diligentemente persigues la sabiduría? ¿Lees tu Biblia a diario? ¿Estudias un proverbio y su interpretación todos los días? ¿Te preparas cuidadosamente para escuchar y luego repasar la instrucción bíblica recibida? Hay 1.440 minutos en cada día. Si le dedicaras el 1% de ellos a la sabiduría de la Palabra de Dios, pasarías 15 minutos leyendo y orando diariamente. Si le dedicaras el 10%, serían 2 horas y 24 minutos.

El Señor Jesucristo, el Dios Fuerte del cielo, conocía y comprendía este proverbio. Su reino, que es el reino eterno de justicia y sabiduría descrito en el Nuevo Testamento, vale más que cualquier tesoro en la tierra. Describió a los hombres sabios vendiendo todo lo que tienen para comprar el reino de los cielos, porque vale mucho más que cualquier cosa en la tierra (Mt 13:44-46). ¿Esto te describe?

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COMENTARIO DE PROVERBIOS


















CALVINISMO PARA "DUMMIES"—CLARO Y SENCILLO (los 5 puntos)

A continuación resumimos los 5 puntos de la enseñanza calvinista y comentamos concisamente acerca de su validez o error. 

Depravación total del hombre: Esto significa que el hombre está totalmente corrupto y arruinado por el pecado a la vista de un Dios Santo. En este respecto la Biblia está de acuerdo: “Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno” (Ro 3:12). Pero hay que aclarar que el calvinismo define depravación total como la total incapacidad del ser humano para siquiera arrepentirse, lo cual es un error. El Señor Jesús comenzó su ministerio con estas palabras: Arrepentíos porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mt 3:2; Mt 4:17). Si el ser humano no pudiera arrepentirse y volverse a Dios al ser confrontado con el evangelio, estas palabras del Señor y sus apóstoles no tendrían ningún  significado.

Elección incondicional: El calvinismo basa su enseñanza aquí en Romanos 9:11 donde Jacob fue elegido sobre Esaú antes de que nacieran. Este es un grave error, ya que el versículo no habla de la salvación, sino de los propósitos de Dios al crear una nación y, finalmente, el Mesías a través de esa nación. A este respecto, Esaú nunca podría haber sido la cabeza de esa nación. Hay una condición para la salvación como lo vimos en el punto anterior: debemos arrepentirnos y obedecer el evangelio (Mt 3:2; Mt 4:17).

Expiación Limitada: Esto afirma que Cristo murió SÓLO por aquellos que fueron elegidos para ser salvos. Este es un error grave en el sentido que enseña que Dios hace acepción de personas y es parcial en Su gracia. 1 Timoteo 4:10 dice: “Que por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios, porque esperamos en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen”. El Señor Jesús “es el Salvador de todos los hombres”, esto es, de todos los que lo reciben como su salvador. Que el Señor eligió sólo a algunos para la salvación no es una enseñanza bíblica. 1 Juan 2:2 deja muy claro que Su muerte y sacrificio NO FUE SÓLO PARA LOS CREYENTES sino para todo el mundo. “Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo”.

Gracia irresistible: Esto significa que si Dios te va a salvar, no puedes resistirlo ni impedirlo de ninguna manera. Debes ser salvado ya que no tienes elección en el asunto. Esto hace que el hombre sea totalmente pasivo en la salvación, algo que la Biblia no enseña. El hombre es un agente moral libre para elegir arrepentirse y creer en Cristo, y es responsable de perecer en sus pecados si no lo hace. Tres veces se nos llama en Hebreos a no endurecer nuestros corazones a la voz del Espíritu del Señor (He 3:8; 3:15; 4:7). Si el hombre no pudiera resistir la gracia del Señor estas palabras no tendrían ningún significado.

La perseverancia de los santos: En el calvinismo, esto significa que los salvos seguirán adelante y estarán eternamente seguros, sin importar el pecado que cometan después de haber recibido la salvación. Esto es un error, aunque el Señor sí enseña que: “El que persevere hasta el fin será salvo” (Mt 10:22; Mt 24:10-13; He 2:1-3). Conservar la salvación después de recibida por gracia depende de que los santos perseveren o permanezcan en la gracia. En Juan 15:1-11 el Señor deja muy claro que el pámpano que no lleve fruto será cortado de la Vid verdadera.

Como se puede ver por este somero vistazo panorámico del calvinismo comparado con lo que la Palabra de Dios enseña, ninguno de los 5 puntos del calvinismo está, en realidad, de acuerdo con lo que la Palabra de Dios enseña

Este no es un asunto superficial porque impacta directamente en la definición del evangelio y en la naturaleza de la obra redentora de Cristo que se nos revela en el Nuevo Testamento.

Como firmes creyentes en el libre albedrío, creemos que el ser humano, una vez iluminado por el Espíritu Santo para creer en el evangelio, es totalmente responsable de su salvación o perdición eterna.

Si esto nos coloca junto a los arminianos, todo lo que podemos decir en nuestra defensa es que esto es lo que enseña la Biblia. Y esto defendemos.



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lunes, 27 de enero de 2025

EL SEÑOR ENDEREZA LOS PASOS



“El corazón del hombre piensa su camino; mas Jehová endereza sus pasos” (Pr 16:9).

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El hombre es inteligente. Establece objetivos y planifica los medios para alcanzarlos. Las criaturas irracionales no pueden hacer esto; sólo reaccionan por instinto a los estímulos. Pero el Dios creador maneja soberanamente los detalles de las acciones, para que dependas de Él, porque Él puede bendecir al justo con un resultado favorable y trastornar los planes del impío.

Este proverbio de Salomón es importante. Dios gobierna tu vida. El hombre propone, Dios dispone. El hombre inventa libremente, Dios dirige poderosamente. El hombre planifica creativamente, Dios dicta soberanamente. El hombre actúa como le place; Dios se complace en cómo usa las acciones del hombre. ¡Dios es el Señor! Tu vida y tus planes están en Sus manos. Aprende a utilizar este conocimiento.

Muchos deambulan y vagan por la vida, deseando saber cuál es la voluntad de Dios para ellos. Pero Su voluntad no es un misterio, y gran parte de la respuesta está en este proverbio. Encomienda tus obras al Señor (Pr 16:3; Sal 37:4-5), idea una manera de lograr los objetivos piadosos deseados (Pr 16:1; 15:22; 20:18), y cree en que Él se encargará de los detalles (Sal 37:23; 84:11).

Obediente cristiano, estas palabras son para ti: el Señor te dio un corazón, así que sigue tus afectos para lo que quieres. Él te dio una mente, así que piensa en cómo podrías lograr tus objetivos. Una vez que se lo encomiendes todo a Dios y sigas las reglas de la sabiduría bíblica, ¡adelante! ¡No importa lo que sea! Simplemente somételo a la voluntad de Dios (Stg 4:13-15).

No hay planes humanos “perfectos”, así que no los busques. Vives en un mundo pecaminoso; todo es imperfecto. Dios no ha revelado elecciones perfectas. No puedes ver los próximos cinco minutos. No desperdicies tu vida preocupándote, o siempre estarás frustrado. Muchos trabajos podrían servirte bien, si el Señor dirige tus pasos. Y si obedeces la sabiduría revelada, esto también es cierto con el matrimonio, las casas, los negocios, el tamaño de la familia, etc.

Si temes o te preocupas por las circunstancias o los planes perfectos, te paralizarás y no harás nada, y perderás la bendición de Dios sobre la fe y la diligencia (Ec 11:3-6). Esta situación debilitante puede llamarse “parálisis por análisis”. Si bien algunos análisis son buenos, demasiados distraen y son destructivos. Ya que no sabes lo que sucederá dentro de cinco minutos, sigue adelante con la sabiduría bíblica y con celo en todo lo que hayas encontrado para hacer (Ec 9:10).

Rut era una viuda pobre en una tierra extranjera. Ella decidió en su corazón espigar campos, recoger rastrojos después de los segadores, un trabajo humilde con poco potencial para el futuro (Rut 2:2). Pero el Señor dirigió sus pasos al campo de Booz, un hombre rico y soltero que terminó casándose con ella, y tuvieron a David como bisnieto (Rut 2:3; 4:17). ¡Dale a Dios la gloria!

Los judíos fueron condenados por el Imperio Persa al genocidio. Ester decidió en su corazón invitar al rey Asuero y a Amán a almorzar, aunque temía por su vida al pedir siquiera la reunión (Est 4:16-17). Pero el Señor volvió el corazón del rey hacia ella con gran afecto y receptividad. Después de que ella le contó los malvados planes de Amán, el rey encontró a Amán rogando a los pies de la cama de Ester, y eso fue todo (Est 7:7-8). ¡Dale a Dios la gloria!

Abraham ideó una forma de encontrar una mujer para Isaac, y su sirviente le trajo a Rebeca. Jacob ideó una forma de huir de Esaú, y el Señor lo bendijo para que se hiciera rico y tuviera una familia numerosa. José eligió ser justo y el Señor dirigió sus pasos hacia el trono de Egipto. Isaí decidió enviar comida a sus hijos en el ejército por medio de su hijo menor David, sin saber que Dios estaba dirigiendo los pasos de David para un enfrentamiento con Goliat.

Pero mira cuidadosamente a Ester al revés. Amán ideó una forma en su corazón para aniquilar a los judíos, y manipuló al rey Asuero para que firmara el decreto (Est 3:1-15). Pero el Señor lo dirigió a la ruina total al construir una horca para Mardoqueo, quien resultó ser honrado por el rey mientras que él, Amán, caía a los pies de Ester (Est 5:1-7:10).

Considera a José al revés. Sus hermanos idearon una forma de deshacerse del “soñador” que los atormentaba con sus revelaciones divinas, pero el Señor dirigió sus acciones al venderlo a Egipto, desde donde José los salvó a todos de morir de hambre algunos años después (Gn 45:4- 8; 50:19-21). Eventualmente cumplieron los dos sueños que José tuvo de ellos inclinándose ante él.

Los judíos idearon en su corazón deshacerse de Jesús de Nazaret, pero el Dios glorioso trastornó sus planes. Su crucifixión fue la elección de Dios para la salvación de los gentiles a los que odiaban y esperaban arruinar, y luego Él ejecutó santa venganza al destruir su templo, su ciudad y nación por el crimen cometido. Cada paso que dieron en este crimen atroz fue de acuerdo con el propósito eterno de Dios (Hch 2:23; 3:18; 4:28; 15:18).

Al escuchar acerca de los planes de los impíos, no te preocupes. No pueden hacer que suceda nada que Dios no haya planeado desde la eternidad anular para Su propia gloria, propósitos y pueblo. Los impíos son Sus peones y marionetas, y Su espada justiciera (Sal 17:13-14). Recuerda, Él puede incluso permitir que la prosperidad los engañe (Pr 1:32). Recuerda, Él puede permitirles tener éxito por un tiempo para acumular riquezas para ti (Pr 13:22).

Ante una decisión y no saber qué hacer, aquí está la sabiduría. Somete tu vida y obras a Dios, elije el curso que más te agrade dentro de los límites de la piedad, obtén la aprobación de varios consejeros sabios y sigue adelante confiando en que el Señor se encargará de los detalles fuera de tu control. No te preocupes por metas o estrategias perfectas, porque no eres capaz de vislumbrarlas todas. Tu Padre Celestial se preocupa por ti y puede compensar con creces cualquier “error” que cometas con una elección inferior.

Aprende la sabiduría adicional del Salmo 127:1-2, donde David te explica que tus mejores esfuerzos son en vano sin la bendición de Dios. Aunque Dios espera que te apliques diligentemente para lograr tus metas, el resultado realmente depende de Su favor, no de tu habilidad, genio o diligencia en la planificación o ejecución de tus planes. Él quiere que rechaces las preocupaciones o los esfuerzos excesivos y te vayas a dormir, porque Él te ama y te proveerá lo que necesitas.

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COMENTARIO DE PROVERBIOS








¿JUSTICIA O ENRIQUECIMIENTO?

 



Mejor es lo poco con justicia que la muchedumbre de frutos sin derecho” (Pr 16:8).

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¿Qué mejoraría tu vida? ¿Más dinero? ¿O más justicia? Tu respuesta demuestra si eres sabio o no. Si crees que más dinero mejoraría tu vida, incluso si comprometiste lo que es correcto para obtenerlo, eres un necio. Si aceptas menos de lo que tienes ahora, mientras puedas ser más justo, eres sabio. Piensa en esta elección.

La vida es una serie de elecciones basadas en prioridades. Las prioridades sabias conducen a elecciones sabias, que producen una vida exitosa. Dios dio un sistema de valores para las prioridades humanas y Salomón lo confirmó mediante extensos experimentos y observaciones. Pero solo unos pocos grandes hombres alinean sus prioridades con las de Dios y toman decisiones sabias (Pr 13:7; 28:6).

¿Cómo puede tu vida ser mejor? Puede ser mejor de varias maneras. Primero, puedes ser más feliz, más realizado y satisfecho, y lleno de paz y alegría sin culpa ni vergüenza. Esta es una gran manera de vivir. Segundo, Dios aprobará y bendecirá tu vida, si la vives de acuerdo con Sus normas justas. Tercero, construirás una reputación noble con los hombres de la misma manera. Entonces, la lección es sencilla, una vida exitosa no se basa en las cosas que posees, sino en lo justo que eres y vives.

¿Por qué tan pocos viven vidas exitosas ante Dios y los hombres? ¡Porque las prioridades del mundo son opuestas a las prioridades de Dios! El mundo mide el éxito por una educación universitaria, una carrera exitosa, un hogar cómodo y una buena jubilación, sin tener en cuenta la justicia de Dios. El Señor mide el éxito por la piedad con contentamiento (1 Ti 6:6). ¿Qué tan opuestos son estos objetivos? ¡Totalmente! ¿Qué tan pobre estarías dispuesto a ser para ser justo?

Solomon tuvo más dinero y poder de lo que Bill Gates puede imaginar. Tuvo 1.000 mujeres. El libro de Eclesiastés registra su búsqueda del propósito del hombre en la vida. Concluyó su investigación escribiendo que temer a Dios y guardar sus mandamientos es todo el deber del hombre (Ec 12:13-14). Escribió este proverbio, porque encontró que la riqueza era vacía y frustrante, y sabía que cada hombre dará cuenta de su conducta en la tierra.

La justicia debe ser una prioridad más alta que incluso los grandes ingresos. Agradar a Dios debería ser más importante que una gran riqueza. Si es así, tomarás decisiones para ser justo en lugar de ser rico. Destinarás todos los días para el Señor. Serás perfectamente honesto. Evitarás a los hombres impíos, sin importar cuán amistosos o exitosos sean. Darás generosamente al Señor y a los pobres. Ahorrarás, evitarás las deudas y odiarás ser aval o fiador. Pasarás tiempo adicional en confesión, meditación, oración y autoexamen antes de más tiempo en el trabajo.

Considera a Lot y a Abraham. Lot eligió las llanuras del Jordán para obtener ventajas económicas, aunque Sodoma estaba allí (Gn 13:10-13). Terminó perdiéndolo todo y viviendo en una cueva en una miseria profana (Gn 19:30-38). Abraham tomó las tierras más pobres, pero fue amigo de Dios y padre de Israel. Aunque ambos hombres fueron siervos de Dios, Lot arruinó y desperdició su vida; Abraham aceptó menos para ser grande con Dios. ¿Quién preferirías ser tú?

Moisés rechazó los placeres y las riquezas de Egipto, para estar con el pueblo de Dios y buscar las riquezas de Cristo (He 11:24-26). Pero el joven rico se apartó del mismo Hijo de Dios, porque amaba las riquezas (Mt 19:16-26). Moisés es conocido por su nombre hasta el día de hoy y es honrado como un gran hombre, pero el joven rico y necio con las prioridades equivocadas es un ejemplo anónimo de cómo no vivir. ¿Quién preferirías ser?

Si temes a Dios y valoras agradarle, entonces elegirías fervientemente ser Abraham y Moisés sobre Lot y el rico insensato. Pero hay más en la ecuación, porque renunciar a tu vida natural por el Señor te traerá bendiciones espirituales, mientras que salvar tu vida natural te traerá pérdida espiritual (Mt 16:24-26). Ningún hombre jamás ha dejado ingresos por el Señor que no haya sido recompensado aquí y en el mundo venidero con mucho más (Mr 10:28-30).

¿Cómo es mejor lo poco con justicia que grandes ganancias sin derecho? Ninguna cantidad de dinero puede compensar una conciencia culpable. Ninguna cantidad de dinero puede compensar el castigo de Dios por tu ética impía. Ninguna cantidad de dinero puede compensar la pérdida de bendiciones espirituales. Ninguna cantidad de dinero puede librar a tu familia de una mentalidad carnal y materialista. Ninguna cantidad de dinero puede librar tu alma del engaño de las riquezas (1 Ti 6:6-10). Ninguna cantidad de dinero puede salvarte en el Día del Juicio.

¿Quién preferirías ser, el hombre rico que cada día hacía banquetes suntuosamente, vestido de púrpura y lino fino, o el mendigo Lázaro, que yacía hambriento a su puerta y tenía sus muchas llagas lamidas por perros callejeros? Aquí está el contraste más extremo entre ingresos pequeños y grandes. Seguro que valoras tu destino eterno lo suficiente como para elegir ser Lázaro. Él, con fe, esperanza, gozo y paz en el Espíritu también fue más feliz en este mundo.

Has tomado decisiones hoy y tomarás más. ¿Qué prioridades dictan tus elecciones y decisiones? ¿Has aceptado el sistema de valores del mundo o estás comprometido con el sistema de valores de Jehová de todo corazón? El proverbio que tienes ante ti es una certera ley de sabias prioridades. Asegúrate de elegir y valorar la justicia por encima de los ingresos, o terminarás como Lot, el joven rico insensato, o el hombre rico en el infierno.

Haz la mejor elección cada día y tendrás una vida mejor, porque una vida es solo una serie de elecciones diarias. Haz lo correcto y deja que Dios se ocupe de tus ingresos. No comprometas la justicia para salir adelante, porque tal elección para obtener ganancias nunca funcionará a largo plazo (Pr 15:27; 20:21; 28:21-22; 11:19). Tal hombre está descendiendo. Si honras a Dios, Él también puede hacerte rico de formas que ahora no ves (Pr 10:22).

¿Cuál será tu vida? ¿La buena vida de los justos, con la bendición de Dios en todo lo que haces? ¿O la vida maldita del hombre ávido de ganancias, que pierde la conciencia y la paz, y el Señor toma lo que puede ganar y se lo da al hombre que guarda Sus mandamientos? La elección es tuya, las consecuencias fueron documentadas por Solomon. ¿Qué harás?

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COMENTARIO DE PROVERBIOS













domingo, 26 de enero de 2025

LA MISERICORDIA Y LA VERDAD

 


“Con misericordia y verdad se corrige el pecado, y con el temor de Jehová los hombres se apartan del mal” (Pr 16:6).

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La mejor manera de vivir es cuando la misericordia y la verdad se combinan para purificar tu vida. Estos dos aspectos de la piedad se unen para hacer perfectos a los hombres. Y la motivación para buscar y practicar ambas es el temor del Señor, que obliga a los hombres a abandonar sus pecados.

Debes comenzar con el temor de Dios. Es el principio mismo de la sabiduría y del conocimiento (Pr 1:7; 9:10; Job 28:28; Sal 111:10); es el fundamento para vivir una vida piadosa (Pr 15:16; 20:28; 23:17; 28:14); es todo el deber del hombre (Dt 10:12; Ecl 5:7; 8:12; 12:13-14; Miq 6:7-8). Trae riquezas, honra y vida para superar a otros hombres (Pr 22:4; Ecl 7:18).

El temor de Dios impulsa a los hombres a buscar Su aprobación en cada aspecto de la vida. Los impulsa a odiar y alejarse del pecado (Pr 8:13; 14:16; Sal 97:10; 101:3; Am 5:15; 2 Co 7:1). Impulsa a los hombres a aprender la piedad que los perfeccionará ante Él (Col 1:28; 4:12; He 13:21). Es todo el deber del hombre y cumplirá tu vida delante de Dios y de las personas (Ec 12:13-14).

La misericordia y la verdad son dos joyas de la piedad perfecta. La misericordia es la compasión, la caridad, el perdón y la bondad que muestras a los demás cuando están en tu poder o en deuda y no tienen ningún derecho a reclamo. La verdad, es fidelidad perfecta a lo que es correcto como se revela en la Palabra de Dios, y trato puro en verdadera sinceridad sin engaño ni pretensión. Considera bien estas joyas.

La misericordia y la verdad son desconocidas para Satanás y los hombres sin Dios. Satanás fue mentiroso y asesino desde el principio (Jn 8:44), que son los rasgos opuestos de la verdad y la misericordia. Cuando sedujo a Eva en el Edén, cuestionó y revirtió lo que Dios había dicho y tergiversó Sus motivos: mintió contra la verdad. En lugar de mostrar misericordia a Abel, quien era justo en su adoración, la envidia movió a Caín a matar a su hermano (1 Jn 3:12).

Los necios impíos y los fariseos religiosos mienten de palabra y de obra cuando les sirve a su propósito, y juzgarán sin misericordia cuando alguien esté en su poder. Mintieron a Pilato en su furor por crucificar la Verdad, y no tuvieron piedad de un Hombre en quien no se encontró culpa. Eran hipócritas y asesinos. Ellos torcieron las Escrituras para justificar la venganza personal, y solo mostraron misericordia a sus amigos (Mt 5:38-48; Lc 6:27-36). Ocultaron sus pecados bajo fachadas blanqueadas, pero querían exponer los de todos los demás.

Sacaban un asno de una fosa en sábado, pero condenaron al Señor Jesús por sanar a un hombre en sábado (Lc 14:1-6). ¡No tuvieron misericordia! Condenaron a los discípulos por recoger maíz en sábado, a pesar de que David comió el pan de la proposición (Mt 12:1-7). ¡No tenían verdad ni misericordia! Se negaron a responder Su pregunta legítima sobre Juan el Bautista debido a su rebelión perversa (Mt 21:23-27). ¡No tenían la verdad!

La misericordia y la verdad parecen ser opuestas: la misericordia busca comprometer el juicio en beneficio de otro, y la verdad exige que hagas lo correcto en todo momento. Pero en un hombre sabio y bueno se encuentran y se moderan lo suficiente como para crear una hermosa gema. Esta purga la iniquidad y el pecado de las vidas, porque la mayoría de los pecados son violaciones de una u otra de las dos virtudes aquí mencionadas.

¿Qué es más importante, la misericordia o la verdad? La sabiduría evalúa cuidadosamente las circunstancias. Los motivos puros son más importantes que la paz; sólo moderas el juicio o la verdad con mucho cuidado para mostrar misericordia (Stg 3:17; 2:13). Se maldice la predicación contraria a la Escritura (Gl 1:8-9). Debes odiar todo camino falso (Sal 119:128), y justificar al impío trae el juicio de Dios (Pr 17:15; 1 S 3:13; 1 Co 5:2). Haz justicia y ama la misericordia (Miq 6:8).

Pero la misericordia es más importante que la letra de la ley (Mt 12:7; Mr 2:27), si preserva el espíritu de la ley (Jn 7:23-24). Y las ofensas personales menores demandan misericordia sobre el juicio (Pr 19:11; Mt 5:7,38-42; 6:15; 7:1-2; Stg 2:13). Las entrañas de la misericordia son parte del carácter cristiano (Col 3:12-14), que enseña a los hombres a eliminar cualquier venganza personal.

Un hombre sabio defenderá absolutamente la verdad de Dios, pero comprenderá cuando esta verdad permita la misericordia. Él mostrará misericordia siempre que pueda. Siempre tratará con la verdad a los demás, pero mostrará misericordia hacia aquellos que no lo tratan a él con la verdad.

Cuando la Escritura declara que los caminos de Dios no son nuestros caminos, describe Su gran misericordia al perdonar (Is 55:6-9). Es importante que comprendas el valor de este pasaje citado con frecuencia en su precioso contexto. Dios perdona, y perdona libre y plenamente, a diferencia de los hombres naturales.

¿Puedes equilibrar un gran celo por la verdad con un generoso uso de la misericordia? ¿Predicarías la verdad sin adornos a tus enemigos, y luego orarías por su perdón mientras te apedrean, como lo hizo Esteban? (Hch 6:8-7:60) ¿Matarías a los siervos perezosos, pero suplicarías misericordia hacia un esclavo arrepentido y fugitivo, como lo hizo Pablo? (2 Ts 3:8-12; Fil 1:8-20)

¿La misericordia y la verdad se besan en tu vida? ¿Estás atento a la verdad, pero eres sensible a las necesidades de los que te rodean? ¿Entrenas a tus hijos en el camino correcto, pero les muestras misericordia cuando fallan y se arrepienten de sus necedades? ¿Mantienes la sumisión piadosa de tu mujer, pero la honras como a un vaso más frágil?

¿Haces lo mejor que puedes en el desempeño fiel de tu trabajo, pero muestras misericordia a la camarera descuidada que derrama una bebida en tu regazo? ¿Siempre pagas tus cuentas a tiempo, pero muestras misericordia a los que se demoran en pagarte a ti? ¿Le dices la verdad tanto a amigos como a enemigos sin importar qué, pero oras por tus enemigos cuando se vuelven contra ti por ello?

Misericordia y verdad se encuentran perfectamente en el Señor Jesucristo; la justicia y la paz se besan en Él (Sal 85:10). Se mantuvo firme hablando de la verdad en el juicio ante un gobernador que no sabía lo que era la verdad ( Jn 18:37), perdonó a los soldados que dividieron Sus vestiduras, y mostró misericordia a Su madre mientras colgaba de la cruz (Lc 23:34; Jn 19:26-27). Podía aplastar a los fariseos, saduceos y escribas con Su uso infalible de la verdad, pero también podía compadecerse y perdonar a las rameras que buscaban Su misericordia.

La mayor meta para tu vida es alejarte del pecado para volverte completamente a Dios, porque Él no aceptará ni bendecirá a los impíos (Ex 34:7; Nah 1:3). Debes rogar a Dios por más misericordia y verdad y Su temor en tu vida, y debes estudiarlas a fondo en la Biblia. Adquirir estas preciosas virtudes te hará grande a los ojos del Señor y a los ojos de las personas buenas. Que Dios te bendiga en esta búsqueda piadosa y noble.

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COMENTARIO DE PROVERBIOS









HUMILLAOS DELANTE DEL SEÑOR, Y ÉL OS EXALTARÁ

  


“Abominación es a Jehová todo altivo de corazón; Ciertamente no quedará impune” (Pr 16:5).

¿Crees que eres especial? ¡Entonces arrepiéntete ahora antes de que seas lastimado! El Señor Jehová no puede soportar que nadie tenga un pensamiento elevado de sí mismo en su corazón. No importa cuán importante seas o cuántos amigos tengas, ciertamente serás derribado; el Dios del cielo se asegurará de ello. Mejor humilla tu corazón en este mismo momento.

No eres nada (Sal 39:5,11). Eres verdaderamente menos que nada (Sal 62: 9; Is 40:17). Llegaste a este mundo ignorante e indefenso, ensuciándote, y te irás igual. Si tienes éxito, puedes dejar atrás una pequeña herencia que desaparecerá en unos pocos meses. El día de tu muerte se olvidará en semanas y tu tumba se perderá.

Tus logros no son nada y serán olvidados antes de tu funeral, cuando no puedas recordar ni tu propio nombre. Eres tan frágil y débil que una pinza de ropa en tu nariz puede acabar con tu existencia (Is 2:22). Tu alma habita en una casa de barro; el fundamento de tu cuerpo es mero polvo que puede ser consumido por la polilla (Job 4:19). ¡Mejor humíllate!

El bendito y temible Dios del cielo y de la tierra aborrece y desprecia a los soberbios (Sal 113:5-6). Está extremadamente disgustado e intensamente en contra de tu arrogancia y opiniones altivas. Las odia a ellas y a tus pensamientos y a tus miradas soberbias (Pr 6:16-19; 15:9). Y Él te triturará y te molerá hasta convertirte en polvo en este mundo y en el venidero (Job 40:9-14; Dn 4:37).

La frase, “altivo de corazón, describe el pecado específico que Dios odia. Es una alta opinión de uno mismo, que lleva a una actitud de superioridad y desprecio por los demás; es una autoestima desmesurada. La jactancia no es el punto aquí. Puedes guardar tu orgullo para ti mismo. Pero Dios lo ve, y Él lo juzgará. Debes pensar humilde y sobriamente acerca de ti mismo, para no mentirte sobre tu valor (Pr 16:18-19; Ro 12:3; Gl 6:3; Fil 2:3-4; 2 Ti 3:1-5) .

¡Considera este horrible pecado! Puedes evitar las imágenes que provocan lujuria de los ojos (Sal 101:3). Puedes rechazar las oportunidades para los deseos de la carne (Ro 13:14). Pero, ¿y el orgullo? ¡Susurra a tu corazón cada minuto de cada día y cada noche! Incluso en la cama, tus pensamientos pueden ser arrogantes y críticos, comparándote con los demás. En cada acto y acontecimiento de la vida, hay una constante tentación de que se infiltre el orgullo. ¡Señor, ten piedad!

La frase, “Ciertamente no quedará impune, describe el fin del altivo. No importa si los demás te halagan o si son igual de orgullosos que tú. No importa qué medidas tomes para tu protección. No importa si tratas de ser justo en otras áreas. No puedes cubrir este pecado. Dios te derribará, rápido y duro, ¡seguro!

El primer pecado en el universo fue el orgullo, el orgullo de Satanás (1 Ti 3:6). Y fue castigado por ello. ¿Qué tan severamente? Él y sus ángeles están reservados para el tormento eterno en el infierno (Mt 25:41; 2 P 2:4; Ap 20:10). Las grandes habilidades del diablo no pueden salvarlo en absoluto.

¿Eres orgulloso de corazón? ¡Descúbrelo! ¿Deseas que los demás te traten mejor? ¿Por qué? Debe ser porque te crees importante. ¿Te preocupa que los demás te admiren? ¿Te resistes a la corrección y la instrucción? ¿Envidias y te molestan las bendiciones de los demás? ¿Puedes enumerar algunas formas en las que eres mejor que otros? ¿Te alegras un poco de sus fracasos?

¿Tu egoísmo te dificulta el servicio? ¿Estás a la defensiva ante la reprensión y las advertencias? ¿Crees que te mereces más reconocimiento público? ¿Puedes disculparte fácil, completa y rápidamente? ¿Te quejas de circunstancias injustas? ¿Tu cónyuge tiene que disculparse primero? ¿Puedes recordar los fracasos pasados de otros? ¿Te gusta discutir sobre principios? Puedes pensar que el adulterio, la embriaguez y el fumar son horribles, ¡pero Dios odia tu orgullo farisaico!

Si persistes, ¡estás abatido! La Biblia es segura: ¡el orgullo trae castigo! “Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu” (Pr 16:18). “Antes del quebrantamiento se eleva el corazón del hombre, y antes de la honra es el abatimiento” (Pr 18:12). “Ciertamente él escarnecerá a los escarnecedores” (Pr 3:34). “Cualquiera que se enaltece, será humillado” (Lc 14:11). “Dios resiste a los soberbios” (Stg 4:6).

Si tienes un problema con el orgullo, y Dios ciertamente te castigará, ¿qué puedes hacer? ¡Arrepiéntete! ¡Teme al Señor y odia la soberbia y la arrogancia! (Pr 8:13) “Humillaos delante del Señor, y él os exaltará” (Stg 4:10). “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo” (1 P 5:6).

Manasés fue probablemente el rey más malvado en la historia de Israel, pero Dios lo perdonó generosamente cuando se humilló en arrepentimiento (2 Cr 33:1-13). Y si él era el rey más malvado, entonces Acab era el segundo; pero Dios también honró su humildad (1 R 21:25-29). ¿Qué requiere Dios? Que camines humildemente con tu Dios (Miq 6:8).

¿Quieres matar el orgullo? Confiesa tus pecados completamente (Stg 4:5-10). Obtén una visión de Dios y aplasta tu corazón ante Él (Sal 4:4; Is 57:15). Ora como un niño (1 R 3:7; Sal 131:2). Nunca te alabes a ti mismo, ni siquiera indirectamente (Pr 27:2). Admite siempre lo que eres, y que lo que tienes es un don inmerecido (1 Co 4:7). Cuenta tus faltas, para que otros conozcan tu verdadero yo (Ro 7:8; Stg 5:16).

Discúlpate rápidamente y admite tu culpa sin reservas (Mt 5:23-24). Da gracias al que te amonesta y corrige (Sal 141:5). Haz de los demás y de sus cosas lo más importante (Fil 2:3-4). Humíllate y asóciate con los humildes (Ro 12:16). No te compares con los demás (2 Co 10:12). Aprende la verdadera caridad (1 Co 13:4-7). Sé un buen siervo del Señor (Lc 22:24-27).

¿De veras quieres matar el orgullo? Evita ser el centro de atención tanto como sea posible (Lc 14:7-12). Disfruta sirviendo a los que no te pueden pagar (Lc 14:12-14). Haz tu caridad en secreto (Mt 6:1-4). Regocíjate en perdonar a los que te hacen daño (Mt 18:21-22). ¡Inclínate y disfrútalo! El Señor estará complacido y te bendecirá, tan ciertamente como castigará a los soberbios. 

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COMENTARIO DE PROVERBIOS









REGENERACIÓN BAUTISMAL (¿Es imprescindible el bautismo para la salvación?)

 



La regeneración bautismal es la creencia de que el bautismo es necesario para la salvación o, más precisamente, que la regeneración no ocurre hasta que una persona es bautizada en agua. 

La regeneración bautismal es un principio de numerosas denominaciones cristianas, pero las iglesias del Movimiento de Restauración, específicamente la Iglesia de Cristo y la Iglesia Internacional de Cristo, son las que más lo promueven.

Los defensores de la regeneración bautismal señalan versículos de las Escrituras como Marcos 16:16, Juan 3:5, Hechos 2:38, Hechos 22:16, Gálatas 3:27 y 1 Pedro 3:21 como respaldo bíblico. Y, es cierto que estos versículos parecen indicar que el bautismo es necesario para la salvación. Sin embargo, la interpretación bíblica y contextual sólida de estos versículos NO apoya la regeneración bautismal

Los defensores de la regeneración bautismal suelen tener una fórmula de cinco pasos para recibir la salvación. Creen que una persona debe oír (el evangelio), creerarrepentirseconfesar (fe en Cristo) y ser bautizada para ser salva. Creen en esta fórmula porque hay pasajes bíblicos que indican que estas acciones son necesarias para la salvación. 

Por ejemplo, Romanos 10:9-10 vincula la salvación con la confesión. Hechos 2:38 vincula la salvación con el arrepentimiento y el bautismo.

El arrepentimiento, entendido bíblicamente, es necesario para la salvación. El arrepentimiento es un cambio de mentalidad. El arrepentimiento, en relación con la salvación, es cambiar de opinión y pasar de rechazar a Cristo a aceptarlo. No es un paso separado de la fe salvadora. Más bien, es un aspecto esencial de la fe salvadora. No se puede recibir a Jesucristo como Salvador, por gracia a través de la fe, sin un cambio de opinión sobre quién es Él y lo que hizo.

La confesión, entendida bíblicamente, es una demostración de fe. Si una persona ha recibido verdaderamente a Jesucristo como Salvador, el resultado será proclamar esa fe a los demás. Si una persona se avergüenza de Cristo y/o del mensaje del evangelio, es muy poco probable que haya entendido el evangelio o experimentado la salvación que Cristo provee.

El bautismo, entendido bíblicamente, es una identificación simbólica con Cristo. El bautismo cristiano ilustra la identificación del creyente con la muerte, sepultura y resurrección de Cristo (Ro 6:3-4). Al igual que con la confesión, si una persona no está dispuesta a ser bautizada (no está dispuesta a identificarse como redimida por el Señor Jesucristo), es muy probable que esa persona no haya nacido de nuevo (hecha una nueva creación2 Cor 5:17) a través de la fe en el Señor Jesucristo.

Quienes defienden la regeneración bautismal y/o esta fórmula de cinco pasos para recibir la salvación no consideran que estas acciones sean obras meritorias que ganen la salvación. Arrepentirse, confesar, etc., no hacen que una persona sea digna de la salvación. Más bien, la opinión oficial es que la fe, el arrepentimiento, la confesión y el bautismo son “obras de obediencia”, cosas que una persona debe hacer antes de que Dios conceda la salvación. Mientras que la interpretación evangélica estándar es que la fe en Cristo Jesús es lo único que Dios requiere antes de conceder la salvación, quienes defienden la regeneración bautismal creen que el bautismo es una acción que Dios requiere del creyente antes de (o para) concederle la salvación.

El problema con este punto de vista es que hay pasajes bíblicos que declaran clara y explícitamente que la fe en Cristo Jesús es el único requisito para la salvación

Juan 3:16, uno de los versículos más conocidos de la Biblia, dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”

En Hechos 16:30, el carcelero de Filipos le pregunta al apóstol Pablo: “¿Qué debo hacer para ser salvo?”. Si alguna vez hubo una oportunidad para que Pablo presentara una fórmula de cuatro o cinco pasos, fue esta. La respuesta de Pablo fue simple: “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo” (Hechos 16:31). Sin bautismo, sin confesión, solo por medio de la fe en el Señor Jesús.

No es necesario realizar un estudio exhaustivo del Nuevo Testamento sobre los diversos requisitos para la salvación. Recibir la salvación no es un proceso ni una fórmula de varios pasos. La salvación es otorgada por una Persona (Cristo Jesús, el Señor), no una receta. ¿Qué debemos hacer para ser salvos? Creer en el Señor Jesucristo.

Hay literalmente docenas de versículos en el Nuevo Testamento que atribuyen la salvación a la fe/creencia sin que se mencione ningún otro requisito en el contexto. Si el bautismo, o cualquier otra cosa, fuera imprescindible para la salvación, todos estos versículos están equivocados y la Biblia contiene errores y, por lo tanto, ya no es digna de nuestra confianza.

De lo que debemos preocuparnos es de definir bíblicamente la palabra “creer”. “Creer”, según la define el mismo Salvador es una acción, no un mero asentimiento intelectual. Por ejemplo eJuan 6, los judíos continúan oponiéndose a la pretensión del Señor de ser igual a Dios”, y le retan a que lo demuestre haciendo que descienda maná del cielo como lo había hecho Moisés (Jn 6:0-31). El Señor aprovecha esta referencia al maná, alimento que había sido esencial para la vida de los judíos en el desierto, y la aplica a Sí mismo en sentido figurado, respondiendo: Yo soy el pan de vida (Jn. 6:35).

En el debate que se inicia a continuación, el Señor usa el pan como la verdad que ellos se habían negado a aceptar: creer en el Señor es esencial para la vida espiritual

Primero lo afirma literalmente: El que cree en mí, tiene vida eterna (Jn 6:27). Luego lo afirma en sentido figurado: “Si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre (Jn 6:51). En esta analogía, el Señor usa el verbo comer como sustituto del verbo creer.

Esto se confirma si atendemos a lo que dice más adelante: El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero (Jn 6:54). Momentos antes había dicho: Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquél que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero (Jn 6:40).

Nótese que los resultados son idénticos en ambos versículos: vida eterna y resurrección. Pero aún cuando en uno se declara que debemos comer y beber (Jn 6:54), en el otro que debemos ver y creer (Jn 6:40). Puesto que los resultados son idénticos, debemos concluir que las acciones con las que se obtienen también son idénticas: comer, ver u beber representan creer. Las afirmaciones hechas en sentido figurado se entienden fácilmente cuando se leen en el contexto de los demás versículos del pasaje.

Ver, comer y beber son verbos de acción, Y estos verbos los utiliza el Señor como ilustración de creer. De donde se desprende lógicamente que creer debe ser también una acción. 

La verdadera fe, el verdadero acto de creer en el Señor Jesús como nuestro Salvador, debe demostrarse por medio de acción o acciones: por medio de obras. No somos salvos por obras, pero sin obras no podemos demostrar nuestra salvación. 

Santiago dice: Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta (Stg 2:26). La fe sin obras es una fe muerta, porque la falta de obras revela una vida que no ha sido cambiada o un corazón espiritualmente muerto. Hay muchos versículos que hablan de que la verdadera fe salvadora resultará en una vida transformada y que la fe se demuestra por las obras que hacemos. La forma como vivimos revela lo que creemos y si la fe que decimos tener es una fe viva.

Santiago 2:14-26 a veces es sacado de contexto en un intento de crear un sistema basado en obras de justicia, sin embargo eso es contrario a muchos otros pasajes de las Escrituras. Santiago no está diciendo que nuestras obras nos hacen salvos delante de Dios; lo que nos dice es que la verdadera fe salvadora se demuestra por las buenas obras. Las obras no son la causa de la salvación; estas son la evidencia de la salvación. La fe en Cristo siempre produce buenas obras. La persona que dice ser cristiana, pero que vive en desobediencia a Cristo de manera voluntaria, tiene una fe falsa o muerta y no es salva. Pablo dice básicamente lo mismo en 1 Corintios 6:9-10. Santiago contrasta dos tipos diferentes de fe, la verdadera fe que salva y la fe falsa que está muerta.

Muchos dicen ser cristianos, pero sus vidas y prioridades indican lo contrario. El Señor Jesús lo puso de esta manera: Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis. No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. (Mt 7:16-23).

Obsérvese que el mensaje del Señor Jesús es el mismo mensaje de Santiago. La obediencia a Dios es la marca de la verdadera fe salvadora. Santiago utiliza los ejemplos de Abraham y Rahab para ilustrar la obediencia que acompaña a la salvación. Sólo decir que creemos en Jesús no nos salva, ni tampoco lo hace un ritual religioso, como el bautismo. Lo que nos salva es la regeneración del Espíritu Santo en nuestros corazones, y esa regeneración inevitablemente va a expresarse en una vida de fe que se demuestra por una obediencia continua a Dios, por medio de obras justas.

La mala interpretación de la relación entre la fe y las obras, surge de no entender lo que el Señor enseña acerca de la salvación. En realidad hay dos errores en cuanto a las obras y la fe. El primer error es la enseñanza que dice que mientras una persona haga una oración o diga: Yo creo en Jesús, en algún momento de su vida, entonces es salva, pase lo que pase en el futuro. Por lo tanto, si consideramos salva a una persona que con una actitud de niño levantó su mano en una reunión de la iglesia, aunque desde ese momento nunca haya demostrado ningún deseo de caminar con Dios, de hecho está viviendo obviamente en pecado. Esta enseñanza, a veces llamada la regeneración por decisión, es peligrosa y engañosa. La idea de que una profesión de fe salva a una persona, incluso si después vive como si fuera el diablo, asume una nueva categoría de creyente llamado cristiano carnal. Esto permite diversos estilos de vida vergonzosos que pueden ser un pretexto: un hombre puede ser un adúltero no arrepentido, un mentiroso o ladrón de bancos, pero él es salvo; él es simplemente carnal. Sin embargo, como podemos ver en Santiago 2, una profesión de fe vacía, que no resulta en una vida de obediencia a Cristo, es en realidad una fe muerta que no puede salvar.

El otro error en cuanto a las obras y la fe, es tratar de hacer que las obras sean parte de lo que nos justifica delante de Dios. La mezcla de obras y fe para ganar la salvación, es totalmente contrario a lo que las Escrituras enseñan. Romanos 4:5 dice, mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia. Santiago 2:26 dice: la fe sin obras es muerta. No hay ninguna contradicción entre estos dos pasajes. Somos justificados por gracia mediante la fe, y el resultado natural de la fe en el corazón, son las obras que todos pueden ver

Las obras que siguen a la salvación no nos hace justos ante Dios; ellas simplemente brotan de un corazón regenerado y de forma tan natural como el agua que brota de un manantial.

La salvación es un acto soberano de Dios por el cual un pecador no regenerado obtiene el lavamiento de la regeneración por la renovación en el Espíritu Santo derramado en él (Tit 3:5), haciendo que nazca de nuevo (Jn 3:3). Cuando esto sucede, Dios le da un corazón nuevo al que ha sido perdonado y coloca un espíritu nuevo dentro de él (Ez 36:26). Dios quita el corazón de piedra endurecido por el pecado y lo llena con el Espíritu Santo. Así, el Espíritu hace que la persona que ha sido salva camine en obediencia a la Palabra de Dios (Ez 36:26-27).

La fe sin obras es muerta porque revela un corazón que no ha sido transformado por Dios. Cuando hemos sido regenerados por el Espíritu Santo, nuestras vidas van a demostrar esa vida nueva. Nuestras obras se caracterizarán por la obediencia a la Palabra de Dios. La fe que no se ve, llega a ser evidente por la demostración del fruto del Espíritu en nuestras vidas (Gl 5:22). Los cristianos pertenecemos a Cristo, el Buen Pastor, y como ovejas Suyas que somos, escuchamos Su voz y le seguimos (Jn 10:26-30).

La fe sin obras es muerta porque la fe resulta en una nueva creación, no en una repetición de los mismos patrones de conducta pecaminosa. Como Pablo escribió en 2 Corintios 5:17: De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

La fe sin obras es muerta, porque proviene de un corazón que no ha sido regenerado por Dios. Profesar una fe vacía, no tiene el poder para cambiar vidas. Aquellos que dicen tener fe pero que no tienen el Espíritu, escucharán a Cristo mismo decir: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad (Mt 7:23), “No os conozco” (Mt 25:12).

¿Es imprescindible el bautismo para la salvación? ¡No! 

Lo único imprescindible para la salvación es la fe en Cristo Jesús—pero la fe correcta

La fe correcta en la Persona correcta nos otorga la salvación de nuestros pecados. Y una vez salvos, debemos comenzar a dar fruto (Jn 15:1-11), el primero de los cuales debe ser confesar públicamente nuestra fe en nuestro Salvador por medio del bautismo. Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta (Stg 2:26).

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¿MUJERES PASTORAS/PREDICADORAS?

 

“Bishop” Marianne Edgar Budde

Posiblemente no hay un tema más debatido en la iglesia de hoy que el tema de las mujeres que sirven como pastoras/predicadoras. Por consiguiente, es muy importante no mirar este tema como hombres contra mujeres. Hay mujeres que creen que las mujeres no deberían servir como pastoras y que la Biblia coloca restricciones en el ministerio de las mujeres, y hay hombres que creen que las mujeres pueden servir como predicadoras y que no hay restricciones sobre las mujeres en el ministerio. Este no es un asunto de machismo o discriminación. Es un asunto de interpretación bíblica.

1 Timoteo 2:11-12 ordena: 

La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. 

En la iglesia (esto es, cuando una asamblea de cristianos se reúne), Dios asigna diferentes roles a los hombres y a las mujeres. Este es el resultado de la manera en que la humanidad fue creada (1 Ti 2:13) y la manera en la que el pecado entró en el mundo (2 Ti 2:14). Dios, a través de la pluma del apóstol Pablo, restringe a las mujeres de servir en roles de enseñanza y/o tener autoridad sobre los hombres. Esto impide a las mujeres servir como pastoras sobre los hombres, lo cual definitivamente incluye predicarles, enseñarles públicamente y ejercer autoridad espiritual sobre ellos.

Hay muchas “objeciones” a este punto de vista sobre las mujeres en el ministerio pastoral. Una objeción común es que Pablo restringe a las mujeres de enseñar porque en el siglo primero, las mujeres por regla general eran incultas. Sin embargo, en ninguna parte de 1 Timoteo 2:11-14 menciona el nivel educativo de las mujeres. Si la educación hubiese sido un requisito para el ministerio, la mayoría de los discípulos del Señor Jesús probablemente no habrían calificado. 

Una segunda objeción común era que Pablo solamente restringió a las mujeres de Éfeso de enseñar a los hombres (1 Timoteo fue escrita a Timoteo, un pastor temporal en la iglesia de Éfeso). La ciudad de Éfeso fue conocida por su templo de Artemisa, y las mujeres eran la autoridad en esa rama del paganismo; por lo tanto, la teoría dice que Pablo sólo reaccionaba contra las costumbres de los idólatras de Éfeso dirigidas por mujeres, y la iglesia necesitaba ser diferente. Sin embargo, en ningún lugar de 1 Timoteo se menciona a Artemisa, ni Pablo menciona la práctica estándar de los adoradores de Artemisa como una razón para las restricciones en 1 Timoteo 2:11-12.

Una tercera objeción común es que Pablo solamente se está refiriendo a los maridos y sus esposas, no a los hombres y a las mujeres en general. Las palabras en griego para “mujer” y "hombre” en 1 Timoteo 2:11-14 podrían referirse a maridos y esposas. Sin embargo, el significado básico de las palabras es más amplio que eso. Adicionalmente, las mismas palabras en griego son utilizadas en 1 Timoteo 2:8-10. ¿Solo los maridos deben orar en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda? (1 Ti 2: 8) ¿Solo las mujeres casadas deben vestirse con ropa decorosa, con pudor y modestia; tener buenas obras y adorar a Dios? (1 Ti 2:9-10) Por supuesto que no. 1 Timoteo 2:8-10 claramente se refiere a los hombres y mujeres en general, no solamente a los maridos y sus mujeres. No hay nada en el contexto que debiera indicar una limitación para matrimonios en 1 Timoteo 2:11-14.

Otra objeción a esta interpretación de mujeres en el ministerio pastoral es en relación con MiriamDébora y Hulda, mujeres que mantuvieron posiciones de liderazgo en el Antiguo Testamento. Es verdad que estas mujeres fueron escogidas por Dios para un servicio especial para Él y que ellas son modelos de fe, coraje y, sí, liderazgo. Sin embargo, la autoridad de las mujeres en el Antiguo Testamento no es relevante para el tema del pastorado, predicación o enseñanza en el Nuevo Testamento (la iglesia). Las epístolas del Nuevo Testamento presentan un nuevo paradigma para el pueblo de Dios, la iglesia, el cuerpo de Cristo y, ese paradigma involucra una estructura de autoridad única para la iglesia, no para la nación de Israel o cualquier otra entidad del Antiguo Testamento.

Argumentos similares se hacen usando a Priscila y Febe en el Nuevo Testamento. En el libro de los Hechos, el capítulo 18, Priscila y Aquila son presentados como ministros fieles de Cristo. El nombre de Priscila es mencionado primero, indicando probablemente que ella era más "prominente” en el ministerio que su marido. ¿Enseñaron Priscila y su marido el evangelio de Jesucristo a Apolos? Sí, fuera de la asamblea, en privado, en su casa “le expusieron más exactamente el camino de Dios” (Hch 18:26). ¿Dice la Biblia alguna vez que Priscila pastoreó una iglesia, o enseñó públicamente o se convirtió en la líder espiritual de una congregación de santos? En ninguna parte se describe a Priscila participando en una actividad de ministerio que esté en contradicción con 1 Timoteo 2:11 al 14.

En Romanos 16:1, a Febe se le considera una “diaconisa” (o “sierva”) en la iglesia y es altamente elogiada por Pablo. Pero, como con Priscila, no hay nada en las Escrituras que indique que Febe fuera una pastora o maestra de hombres en la iglesia. Apto para enseñar es un calificativo dado para los pastores, obispos o ancianos, no para los diáconos (1 Ti 3:1-13; Tit 1:6-9).

La estructura de 1 Timoteo 2:11-14 deja la razón perfectamente establecida. El versículo 13 comienza con “Porque” y da la “causa” de lo que Pablo declara en 1 Timoteo 2:11-12. ¿Por qué las mujeres no deberían enseñar o tener autoridad sobre los hombres? Porque Adán fue formado primero, luego Eva. Y Adán no fue engañado; sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión. Esa es la razón. Dios creó a Adán primero y luego creó a Eva a fin de que fuera ayuda idónea para Adán. Este orden de la creación tiene una aplicación universal para la humanidad en la familia (Ef 5:22-23) y en la iglesia.

El hecho de que Eva fuera engañada también se da en 1 Timoteo 2:14 como una razón para que las mujeres no sirvan como pastoras o tengan autoridad espiritual sobre los hombres. Esto significa que las mujeres son emocionales y que son engañadas (en temas espirituales) más fácilmente que los hombres. Es muy común oír a una mujer decir: “Siento que...”, o, “Yo siento...”; a diferencia de un hombre que generalmente dice: Pienso (creo)..., o Yo pienso que...”. Las palabras a menudo ponen en evidencia conductas y personalidades establecidas como patrones de conducta. Varios estudios acerca de herejías y falsas creencias demuestra que estas son prominentes allí donde las mujeres tienen la pre-eminencia (el Adventismo del Séptimo Día, el Pentecostalismo y Carismatismo, la Ciencia Cristiana, la Nueva Era, Jezabel en al AT y en el NT, etc.). 

El texto bíblico es enfático en cuanto a que las mujeres no deben enseñar o tener autoridad espiritual sobre los hombres porque Eva fue engañada. Dios ha dado a los hombres la autoridad de enseñanza principal en la iglesia.

Muchas mujeres sobresalen en dones de hospitalidad, misericordia, enseñanza, evangelismo y ayuda. Gran parte del ministerio de una iglesia local depende de las mujeres. Las mujeres en la iglesia no están restringidas de orar, cantar o dar su testimonio en público (1 Co 11:5), solamente no se les permite ejercer autoridad espiritual sobre los hombres en la reunión o asamblea de los santos. La Biblia en ninguna parte restringe a las mujeres de ejercitar los dones del Espíritu Santo (1 Co 12), fuera de la asamblea cristiana. Así como los hombres, las mujeres, también están llamadas a ministrar a otros, a demostrar el fruto del Espíritu (Gl 5:22-23), y a proclamar el evangelio a los perdidos (Mt 28:18-20; Hch 1:8; 1 P 3:15). El lugar de trabajo, la internet (con todas sus redes sociales), las reuniones de mujeres, la literatura, las cárceles femeninas, los hospitales, etc. son algunos de los lugares o plataformas que las mujeres cristianas pueden usar para compartir su fe, dar su testimonio e incluso predicar el evangelio.

Pero Dios ha ordenado que solamente los hombres sirvan en posiciones de autoridad de enseñanza espiritual en la iglesia. Esto no es necesariamente porque son mejores maestros, o porque las mujeres son inferiores o menos inteligentes (tal no es el caso). Es simplemente la manera en que Dios designó la iglesia para que funcione. Los hombres deben ser ejemplo en el liderazgo espiritual, en sus vidas y a través de sus palabras. Las mujeres no deben asumir un papel autoritario por encima de su marido en la casa o de otros hombres en la iglesia. En la iglesia, se las anima a enseñar a otras mujeres (Tit 2:3-5). La Biblia tampoco restringe a las mujeres de enseñar a los niños, en sus casas. La única actividad de la que están restringidas es de enseñar o tener autoridad espiritual sobre los hombres en las reuniones de la iglesia

Esto impide que las mujeres sirvan como pastoras de hombres. De ninguna manera esto las hace menos importantes, más bien les da un ministerio enfocado más de acuerdo con el talento dado por Dios.

¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación” (1 S 15:22-23).

Con todo eso, si alguno quiere ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni las iglesias de Dios (1 Co 11:16).

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