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52. JEZABEL (2)—UNA PROFETISA EN LA IGLESIA

En el Nuevo Testamento se dan instrucciones definidas sobre la posición y el servicio de la mujer en la iglesia. Debido a que estas instrucciones nadan contra la corriente de la sociedad actual, muchas iglesias, organizaciones eclesiásticas y denominaciones religiosas no las enseñan porque podrían reducir el número de feligreses de sus comunidades. Esta actitud es el cumplimiento literal de la profecía dada por el apóstol Pablo en 2 Timoteo 4:3-4, que dice:  “Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas”.

Antecedentes

En el capítulo 23 de esta serie de estudios sobre las mujeres de la Biblia, vimos a Jezabel (1): Una reina malvada. Esta mujer es un personaje histórico detalladamente descrito en el Antiguo Testamento (1 Reyes 16:30-34; 19:1-2; 2 Reyes 10:1-36) cuya nefasta influencia religiosa se dejó sentir en Israel mucho tiempo después de su trágica muerte. Ella introdujo en Israel los depravados cultos fenicios que terminarían por destruir tanto la vida moral como nacional de las diez tribus norteñas. 

Ahora, en Apocalipsis 2:18-29, se nos cuenta acerca de otra Jezabel, esta vez liderando una iglesia local en la ciudad de Tiatira, en Asia Menor, hoy Turquía. 

En el primer siglo de nuestra era, Tiatira era un centro comercial saturado de religiones paganas. Los numerosos emprendimientos comerciales que prosperaban en la ciudad fomentaban las fiestas idólatras como una forma de atraer potenciales inversionistas. Es en este ambiente pagano e inmoral donde una mujer se introdujo en una comunidad cristiana y tomó control de ella. Esta Jezabel probablemente es llamada así porque se asemeja espiritualmente a la malvada mujer del rey Acab.

El mensaje a la iglesia (Apocalipsis 2:18-29):

18  Y escribe al ángel de la iglesia en Tiatira: El Hijo de Dios, el que tiene ojos como llama de fuego, y pies semejantes al bronce bruñido, dice esto:

19  Yo conozco tus obras, y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia, y que tus obras postreras son más que las primeras.

20  Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos.

21  Y le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse de su fornicación.

22  He aquí, yo la arrojo en cama, y en gran tribulación a los que con ella adulteran, si no se arrepienten de las obras de ella.

23  Y a sus hijos heriré de muerte, y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón; y os daré a cada uno según vuestras obras.

24  Pero a vosotros y a los demás que están en Tiatira, a cuantos no tienen esa doctrina, y no han conocido lo que ellos llaman las profundidades de Satanás, yo os digo: No os impondré otra carga;

25  pero lo que tenéis, retenedlo hasta que yo venga.

26  Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones,

27  y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre;

28  y le daré la estrella de la mañana.

29  El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

El rol de la mujer en la iglesia de Cristo

Con respecto a asuntos tales como la salvación o la aceptación ante Dios, la mujer está en igualdad con el hombre. “No hay hombre ni mujer, porque todos sois uno en Cristo Jesús” (Gálatas 3:28). Sin embargo, esto no significa que las diferencias de sexo estén abolidas en la iglesia.

Cuando se trata de asuntos de la vida diaria, las Escrituras distinguen entre hombre y mujer. Por ejemplo, en Efesios 5 tenemos las amonestaciones: “Esposas, estad sujetas a vuestros maridos” (v. 22); “Maridos, amen a sus mujeres” (v. 25).

Por lo tanto, podemos decir que en lo que respecta a su posición ante Dios, la mujer es tratada exactamente igual que el hombre; pero en lo que respecta a su posición en la iglesia, se hace una distinción. La distinción, en resumen, es que la mujer debe estar sujeta al hombre (1 Corintios 11:3).

Lo negativo

Específicamente, los siguientes mandamientos están establecidos en la Palabra para definir las diversas formas en que se manifiesta la sujeción de la mujer.

  • Debe permanecer en silencio en la iglesia (1 Corintios 14:34, 35).
  • No se le permite enseñar (1 Timoteo 2:12).
  • No debe hacer preguntas públicamente (1 Corintios 14:35).
  • Debe aprender en silencio con toda sujeción (1 Timoteo 2:11).
  • No debe usurpar la autoridad sobre el hombre (1 Timoteo 2:12).
  • No debe orar ni profetizar con la cabeza descubierta (1 Corintios 11:5).

Esto no permite que las mujeres oren públicamente en la iglesia. Esto está claramente implícito en 1 Timoteo 2: 8, “Por tanto, quiero que los hombres oren en todas partes”. Aquí, la palabra usada para “hombres” significa “hombres” en contraste con “mujeres”. La palabra griega empleada aquí excluye a las mujeres.

Si estas instrucciones se imponen a las mujeres con un espíritu severo y legalista, el resultado suele ser doble. (1) No agradar a Dios porque es una obediencia forzosa que no brota del corazón (Salmo 51:17). (2) Crearía amargura y resentimiento en la mayoría de las mujeres.

Si, por otro lado, las razones de tales instrucciones se entienden claramente, y de ahí sigue la obediencia de un corazón amoroso y sumiso, entonces esto es de gran valor a los ojos del Señor (1 Samuel 15:22).

¿Por qué es así? 

Dios amablemente ha condescendido a declarar ciertos principios subyacentes en Su Palabra para explicar porqué las mujeres cristianas deben estar en sujeción a los hombres.

En primer lugar, en el orden de la creación, el hombre tiene prioridad sobre la mujer. “Porque Adán fue formado primero, después Eva” (1 Timoteo 2:13). “Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón ”(1 Corintios 11: 8).

El argumento aquí es que el orden instituido por Dios en la creación es el orden que Él intenta mantener en la iglesia; es decir, la cabeza de la mujer es el hombre (1 Corintios 11: 3).

En segundo lugar, el propósito de la creación indica la jefatura del hombre sobre la mujer. “... y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón” (1 Corintios 11: 9).

En tercer lugar, el pecado entró en el mundo cuando Eva usurpó la autoridad sobre su esposo, Adán. “Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión” (1 Timoteo 2:14). El Señor no desea que Su nueva creación se vea estropeada por este tipo de insubordinación, por lo que ha instruido a las mujeres para que se sometan en obediencia a Su palabra.

En cuarto lugar, Pablo apela al testimonio consistente de las Escrituras del Antiguo Testamento para mostrar que las mujeres deben estar bajo autoridad: “Sino que estén sujetas, como también la ley lo dice” (1 Corintios 14:34). Si bien ningún mandamiento en particular establece esto claramente, es el tenor del Antiguo Testamento.

La cabeza cubierta

Con respecto a la instrucción de que las mujeres deben cubrirse (o cubrirse con un velo) al orar o profetizar, se presentan dos razones adicionales.

Los ángeles están mirando. “Por lo cual la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza, por causa de los ángeles” (1 Corintios 11:10). Este versículo parece representar a las huestes angelicales observando el orden de Dios en la tierra, y establece que las mujeres deben usar una cubierta en la cabeza como señal o insignia de la autoridad del hombre. Así, los ángeles ven que la transgresión de Eva en la primera creación no se perpetúa en la nueva creación.

La lección la enseña la propia naturaleza. “La naturaleza misma ¿no os enseña que al varón le es deshonroso dejarse crecer el cabello?” (1 Corintios 11:14). En la creación original, Dios le dio a las mujeres una cobertura distintiva: la del cabello largo. Pablo argumenta apartir de esto que de ese modo se ilustra un principio divino; es decir, que la mujer debe usar un velo o cubrirse la cabeza cuando ora o profetiza.

Lo positivo

El hecho de que la mujer esté sujeta al hombre podría parecerles a algunos que indica que ella no tiene lugar en la iglesia de Dios. Sin embargo, las Escrituras contradicen esto al mostrar que el ministerio de la mujer, aunque no es público, es real e importante. Su posición se salva al tener hijos (1 Timoteo 2:15). Este difícil versículo  podría significar que una madre piadosa, aunque se le impide ministrar públicamente, no es relegada a un lugar de inutilidad. Su posición es criar a su familia en el temor y la amonestación del Señor. Si ella y su marido continúan en la fe, es posible que algún día sus hijos prediquen y enseñen la Palabra de Dios. Por lo tanto, la expresión “será salva”, podría referirse, no a la salvación del alma, o incluso a ser salvada de la muerte física en el acto de tener hijos, sino más bien a la salvación del lugar y el privilegio de la mujer. Ella no se convertirá en una nulidad, sino que tendrá este glorioso ministerio de criar hijos para que vivan para la gloria de Dios.

Otros ejemplos del ministerio de mujeres se encuentran en el Nuevo Testamento, como ministrar sus bienes (Lucas 8: 3), mostrar hospitalidad (Romanos 16: 1) y enseñar a las mujeres más jóvenes (Tito 2: 4).

Algunas objeciones comunes

Surgen numerosas objeciones y preguntas en relación con el tema del ministerio de la mujer. Se argumenta que las enseñanzas de Pablo sobre este tema representan los puntos de vista de un hombre soltero con prejuicios contra las mujeres. Esto no es así. La enseñanza de Pablo en cuanto al lugar y el rol de la mujer en la iglesia son las palabras y enseñanzas del Espíritu Santo de Dios o, como escribió el mismo Pablo en 1 Corintios14:37: “Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor”.

Luego se pregunta si Pablo simplemente estaba enseñando lo que era una costumbre local en su día, sin tener idea de que este estado de cosas no debería ser aplicable a nosotros hoy. La respuesta es que su primera epístola a los Corintios fue escrita no sólo a la iglesia de Dios en Corinto, sino a “todos los que en todo lugar invocan el nombre de Jesucristo nuestro Señor” (1 Corintios 1: 2). Por tanto, las instrucciones son de aplicación universal.

Pero, se nos pregunta, ¿no indica Pablo en 1 Corintios 11:16 que las cosas que había estado enseñando no eran obligatorias, y que tales costumbres no se practicaban entre las iglesias de Dios? (“Con todo eso, si alguno quiere ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni las iglesias de Dios”). Tal interpretación socava la inspiración y autoridad de la Biblia. Lo que el versículo realmente dice es que la contención sobre estos mandamientos del Señor no era una costumbre en las iglesias. Las iglesias los aceptaron y obedecieron, sin discutirlos ni darles explicaciones. 

Dado que el cabello de la mujer se le da a ella para cubrirse, se argumenta, ¿no es ese el único velo que se requiere? Hay dos cubiertas en 1 Corintios 11. El cabello de una mujer se menciona como cubierta en el versículo 15, pero un velo está necesariamente a la vista en el versículo 5. De lo contrario, el versículo 6 estaría diciendo en efecto: “Porque si una mujer no tiene cabello, que también ella se lo corte, pero si es una vergüenza para una mujer cortarse o raparse, que se ponga cabello”. Evidentemente, este significado es imposible. Debe significar que es necesario un velo, además de su cabello.

La instrucción para las mujeres de guardar silencio en la iglesia (1 Corintios 14:34), ¿no prohíbe simplemente su parloteo o chismes mientras se lleva a cabo el servicio? ¡No! El pasaje dice: “No les es permitido hablar”. La palabra traducida “hablar” aquí nunca tiene el significado de “parloteo” o “balbuceo” en el Nuevo Testamento. La misma palabra se usa para Dios en el versículo 21, “Con hombres de otras lenguas...hablaré”.

Surgen muchas preguntas adicionales, como si está bien que las mujeres den un testimonio en público, den cuenta de su obra misional, canten un solo. Cuando los casos individuales no se tratan específicamente en la Biblia, entonces se debe permitir que los principios generales de la Palabra decidan. Así, ante cualquier situación dudosa, deberíamos preguntarnos: ¿Constituye esto una usurpación de autoridad sobre el hombre? ¿Está la mujer ocupando un lugar de liderazgo? ¿Está enseñando la Palabra? Dado que estas cosas están prohibidas, debemos evitar cualquier cosa que pueda constituir una infracción del espíritu de estas enseñanzas de la Palabra.

La sabiduría de Dios es manifiesta

El diseño de Dios al establecer estas instrucciones fue el bien de su pueblo así como su propia gloria. Donde Su Palabra ha sido ignorada o deliberadamente violada, se han producido conflictos y desórdenes. La maldad positiva de las mujeres que usurpan la autoridad y enseñan públicamente se ve en el surgimiento de muchos cultos — notablemente el Adventismo del Séptimo Día, la Teosofía, la Ciencia Cristiana — en los cuales las mujeres tuvieron y tienen un papel prominente. Por otro lado, nada es más hermoso y agradable que ver a las mujeres cristianas ocupando el lugar que Dios les asignó y exhibiendo “el ornato de un espíritu afable y apacible, que es de gran estima delante de Dios” (1 Pedro 3: 4).

En los párrafos de arriba hemos hablado brevemente de la iglesia, tanto desde su aspecto universal como desde su aspecto local. Hemos buscado descubrir los principios de la iglesia tal como se enseñan en el Nuevo Testamento, y captar la sencillez, el celo y la espiritualidad de la asamblea tal como existía en los días de los apóstoles. Ahora queda la pregunta: “¿Cuál es la aplicación de todo esto a los creyentes del siglo XXI?”

Para responder a esta pregunta, primero debemos echar un vistazo breve a las condiciones en la iglesia profesante hoy. Por todas partes vemos alejamiento, fracaso y ruina. Encontramos vastas organizaciones eclesiásticas que combinan riqueza material e influencia política, pero en gran parte desprovistas de poder espiritual. Encontramos denominacionalismo y sectarismo reclamando la lealtad y el apoyo de sus seguidores, pero presentando una visión no bíblica de la iglesia. Con frecuencia encontramos las reuniones de la iglesia ocupadas con una liturgia sin vida y un ritualismo que embota el alma, ofreciendo a la gente sombras en lugar de Cristo. Encontramos iglesias con listas de miembros que incluyen tanto a los salvos como a los que no son salvos, tanto a los verdaderos creyentes como a los que no tienen una unión vital con el Salvador viviente. Finalmente, encontramos iglesias que han sido corrompidas con la levadura del modernismo, que han sustituido el mensaje de la gracia redentora por un evangelio social.

Pensamientos finales

Si se pregunta qué debe hacer un cristiano que se encuentra en tal situación, sólo puede haber una respuesta. ¡Apartarse! Irse de tal iglesia. La Palabra de Dios es implacablemente inflexible en su insistencia de que los creyentes deben apartarse de toda forma de maldad, ya sea eclesiástica, doctrinal o moral. “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos, porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión tiene la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia tiene Cristo con Belial? ¿O qué parte tiene el que cree con un infiel? ¿Y qué acuerdo tiene el templo de Dios con los ídolos? Porque sois templo del Dios viviente; como Dios ha dicho: Habitaré y andaré en ellos; y yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Por tanto, salid de en medio de ellos y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré, y seré para vosotros por Padre, y vosotros seréis mis hijos ymis hijas, dice el Señor Todopoderoso” (2 Corintios 6: 14-18).

Es en vano argumentar que un cristiano debe permanecer dentro de una iglesia corrupta para poder ser una voz de Dios en ella. No hay un solo héroe o santo, cuyo nombre resplandezca en las páginas inspiradas, que movió su tiempo desde adentro: todos, sin excepción, han alzado el grito, “Salgamos fuera del campamento”… El hombre que va al mundo para subir de nivel pronto se encontrará nivelado… La posición más segura y fuerte está fuera del campamento. Arquímedes dijo que podía mover el mundo, si sólo tuviera un punto de apoyo fuera de él.

Así, también, un puñado de siervos de Dios puede influir en su tiempo, si tan sólo se parecen a Elías, cuya vida la pasó por completo fuera del ámbito de la corte y del mundo de su tiempo.

A todos los que abogan por la permanencia de una posición en la iglesia que saben que es incorrecta, Samuel les da una respuesta directa y poderosa: “¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros” (1 Samuel 15:22).

No es una exageración aseverar que el espíritu de Jezabel nunca ha dejado de estar presente entre el pueblo de Dios. En el Antiguo Testamento, la malvada mujer del rey Acab fue defenestrada y su cuerpo fue comido por los perros (2 Reyes 9:30-37), en cumplimiento de la profecía de Elías, a quien ella persiguió y procuró matar, pero su espíritu vive hoy en cada mujer que no se somete a la Palabra de Dios, aunque se llame a sí misma “cristiana”. 

Temas de discusión

  • ¿Crees que el feminismo y el “empoderamiento” de la mujer en la sociedad secular debe ser imitado en la iglesia?
  • ¿Crees que “obedecer [lo que la Biblia enseña] es mejor que los sacrificios, y el prestar atención [a sus instrucciones] que la grosura de los carneros?”
  • ¿Crees que Pablo era un solterón misógino, un machista empedernido que pretendía imponer sus conceptos patriarcales a las mujeres con el fin de “anularlas” y quitarles la “alegría de vivir” porque en realidad les tenía miedo y sabía que ellas son superiores (y mejores en todo que los hombres)?
  • ¿Crees que la Biblia, y en especial los pasajes del Nuevo Testamento que tratan acerca de la posición de la mujer en la iglesia, han sido manipulados por los hombres para ponerles el pie encima a las mujeres?
  • ¿Crees que Dios es machista?
  • ¿Qué pasó con Elías en contraste con el destino de Jezabel (2 Reyes 2:1-12)? ¿Qué nos enseña esto?

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