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martes, 26 de noviembre de 2024

QUID EST VERITAS

Hace dos mil años la Verdad fue sometida a juicio y juzgada por la gente que era adicta a las mentiras. De hecho, la Verdad enfrentó seis juicios en menos de doce horas, tres de los cuales fueron religiosos, y tres fueron civiles. Al final, pocas personas implicadas en esos acontecimientos podían responder a la pregunta, ¿Qué es la verdad? (Latín: Quid est veritas). 

Después de ser arrestado, la Verdad fue conducida primeramente a un hombre llamado Anás, un corrupto ex-sumo sacerdote de los judíos. Anás quebrantó numerosas leyes judías durante el juicio, incluyendo la celebración del juicio en su casa, tratando de inducir auto-acusaciones en contra del acusado, y golpeando al acusado, quien hasta ese momento no se le había declarado culpable de nada. Después de Anás, la Verdad fue llevada al sumo sacerdote en funciones, Caifás, quien resultaba ser yerno de Anás. Ante Caifás y el Sanedrín judío, se acercaron muchos falsos testigos para hablar en contra de la Verdad, pero no se pudo probar nada, y no pudo encontrarse evidencia de algún delito. Caifás rompió no menos de siete leyes mientras trataba de condenar a la Verdad: (1) el juicio fue mantenido en secreto; (2) se llevó a cabo de noche; (3) implicó soborno; (4) el acusado no tuvo a nadie presente que actuara en su defensa; (5) el requerimiento de dos o tres testigos, no se cumplió; (6) se utilizó un testimonio auto-incriminatorio contra del acusado; (7) decretaron la pena de muerte contra el acusado en el acto. Todas estas acciones estaban prohibidas por la ley judía. A pesar de todo, Caifás declaró culpable a la Verdad, porque la Verdad aseguró ser Dios encarnado, algo que Caifás llamó una blasfemia. 

Cuando llegó la mañana, se llevó a cabo el tercer juicio de la Verdad, con el resultado de que el Sanedrín judío pronunció la sentencia de que la Verdad debía morir. Sin embargo, el concilio judío no tenía derecho legal para llevar a cabo la pena de muerte, así que se vieron forzados a llevar a la Verdad a su cuarto juicio, ante el gobernador romano en turno, un hombre llamado Poncio Pilato. Pilato fue asignado por Tiberio como el quinto prefecto de Judea y sirvió en ese cargo del año 26 al 36 d.C. El procurador tenía el poder de decidir la vida o la muerte, y podía revertir la sentencia capital dictada por el Sanedrín. Mientras la Verdad se encontraba ante Pilato, más mentiras fueron declaradas en Su contra. Sus enemigos decían, A éste hemos hallado que pervierte a la nación, y que prohíbe dar tributo a César, diciendo que él mismo es el Cristo, un rey” (Lc 23:2) Esto era mentira, puesto que la Verdad había dicho a todos que pagaran sus impuestos (Mt 22:21) y jamás habló de Él mismo como un desafío para el César. Pilato envió al Señor a su quinto juicio, ante Herodes (Lc 23:6-12), y este lo envío de vuelta a ser sentenciado finalmente por Pilato en el sexto y final juicio de la Verdad (Jn 18:39-19:6). 

Durante el cuarto juicio, se produjo un breve pero importante diálogo entre la Verdad y Pilato. Entonces Pilato volvió a entrar en el pretorio, y llamó a Jesús y le dijo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Jesús respondió: ¿Dices tú esto por ti mismo, o te lo han dicho otros de mí? Pilato le respondió: ¿Soy yo acaso judío? Tu nación, y los principales sacerdotes, te han entregado a mí. ¿Qué has hecho? Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí. Le dijo entonces Pilato: ¿Luego, eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad oye mi voz. Le dijo Pilato: ¿Qué es la verdad?” (Jn 18:33-38). 

La pregunta de Pilato, ¿Qué es la verdad? ha reverberado a través de la historia. ¿Era un deseo melancólico de saber lo que nadie más podría decirle, un cínico insulto, o tal vez una irritada e indiferente respuesta a las palabras de Jesús? 

En el mundo postmodernista de hoy que niega que la verdad pueda ser conocida, es más importante que nunca antes de responder a la pregunta. ¿Qué es la verdad?” 

Una propuesta definición de la Verdad 

Al definir la Verdad, primero es útil notar lo que la Verdad no es: 

• La verdad no es simplemente lo que funciona. Esto el pragmatismo, un enfoque del tipo de el “fin justifica los medios”. En realidad, las mentiras pueden parecer que funcionan, pero aun así son mentiras y no la verdad. 

• La verdad no es simplemente lo que es coherente o comprensible. Un grupo de gente puede reunirse y formar una conspiración basándose en una serie de falsedades en la que todos concuerdan en contar la misma historia falsa, pero eso no hace que su declaración sea una verdad. 

• La verdad no es lo que hace sentir bien a la gente. Desafortunadamente, las malas noticias pueden ser la verdad. 

• La verdad no es lo que la mayoría dice que es la verdad. Noventa y nueve por ciento de un grupo puede llegar a una conclusión equivocada (piensa en Noé y su generación). 

• La verdad no es lo que resulta comprensible. Aún una larga y detallada presentación puede resultar en una conclusión falsa. 

• La verdad no se define por lo que se pretende. Las buenas intenciones a menudo están equivocadas. 

• La verdad no es cómo la conocemos; la verdad es lo que conocemos. 

• La verdad no es simplemente lo que se cree. Una mentira creída sigue siendo una mentira. 

• La verdad no es lo que es demostrado públicamente. Una verdad puede ser conocida privadamente (por ejemplo, la ubicación de un tesoro enterrado). 

La palabra griega para “verdad” es alētheia, la cual, literalmente significa no-escondida o nada escondido. Transmite la idea de que la verdad siempre está ahí, siempre abierta y disponible para que todos puedan verla, con nada escondido u oculto. La palabra hebrea para verdad es emeth, que significa firmeza constancia y duración. Tal definición implica una sustancia eterna y algo en que se puede confiar. 

Desde la perspectiva filosófica, hay tres maneras simples de definir la verdad: 

1. Verdad es lo que corresponde a la realidad.
2. Verdad es lo que concuerda con su objeto.
3. Verdad es simplemente decir algo tal como es.

Primero, la verdad corresponde a la realidad o 
lo que es. Es real. La verdad también es correspondiente en la naturaleza. En otras palabras, concuerda con su objeto y es conocida por su referente. Por ejemplo, un maestro frente a una clase puede decir, La única salida de este salón se encuentra a la derecha. Para la clase que está frente al maestro, la puerta de salida puede estar a su izquierda, pero es absolutamente cierto que la puerta, para el profesor, está a la derecha.

La verdad también concuerda con su objeto. Puede ser absolutamente cierto que alguna persona pueda necesitar determinada cantidad de miligramos de un medicamento, pero otra persona puede necesitar más o menos del mismo medicamento para producir el efecto deseado. Esta no es una verdad relativa, sino solo un ejemplo de cómo la verdad debe ajustarse a su objeto. Sería erróneo (y potencialmente peligroso) para un paciente, solicitar a su médico que le dé una cantidad inadecuada de un medicamento en particular, o decir que cualquier medicina funcionará para su padecimiento específico. En pocas palabras, la verdad es simplemente decir algo tal como es; es la manera en que las cosas son en realidad, y cualquier otro punto de vista es incorrecto. Un principio fundamental es ser capaz de discernir entre la verdad y el error, o como Tomás de Aquino observó: Es la tarea del filósofo, hacer distinciones.

Desafíos de la Verdad

Las palabras de Aquino no son muy populares hoy en día. El hacer distinciones parece estar pasado de moda en la era postmoderna del relativismo. Es aceptable decir, Esto es verdad, en tanto no sea seguido por un, y por lo tanto eso otro es falso. Esto es especialmente observable en asuntos de fe y religión, en donde se supone que cada sistema de creencias se encuentra en igualdad de condiciones respecto a la verdad. 

Hay una variedad de pensamientos y cosmovisiones que desafían el concepto de la verdad, sin embargo, cuando se los analiza detenidamente, resultan ser auto-excluyentes en su naturaleza. 

El relativismo dice que toda verdad es relativa y que no hay tal cosa como la verdad absoluta. Pero uno se pregunta: ¿la afirmación de que toda verdad es relativa es una verdad relativa o una verdad absoluta? Si es una verdad relativa, entonces realmente carece de sentido; ¿cómo sabemos cuándo y dónde se aplica? Si es una verdad absoluta, entonces la verdad absoluta existe. Más aún, el relativismo traiciona su propia postura cuando establece que la posición del absolutismo es errónea: ¿Por qué no pueden estar también en lo correcto aquellos que dicen que la verdad absoluta existe? En esencia, cuando el relativista dice que, La verdad no existe, te pide que no le creas, y lo mejor que podemos hacer es seguir su consejo.  

Aquellos que siguen el escepticismo simplemente dudan de toda verdad. Pero ¿está escéptico el escéptico del escepticismo; duda él de la verdad de su propia afirmación? Si es así, entonces ¿para qué prestarle atención al escepticismo? Si no es así, entonces podemos estar seguros de al menos una cosa (en otras palabras, la verdad absoluta existe): el escepticismo, el cual, irónicamente, se convierte en la verdad absoluta en ese caso. El agnóstico dice que no puedes conocer la verdad. Sin embargo, esta mentalidad es auto-excluyente, porque asegura conocer al menos una verdad: que no puedes conocer la verdad

Los discípulos del postmodernismo, simplemente no afirman ninguna verdad en particular. El santo patrón del postmodernismo—Frederick Nietzsche—describió la verdad de esta manera: ¿Qué es entonces la verdad? Un ejército móvil de metáforas, metonimias y antropomorfismos… verdades son ilusiones… monedas que han perdido sus imágenes y que ahora cuentan solo como metal, ya no como monedas

Irónicamente, aunque el postmodernismo mantiene monedas en su mano que ahora son meramente metal”, éste afirma al menos una verdad absoluta: la verdad absoluta de que ninguna verdad debe ser afirmada. Al igual que las otras cosmovisiones, el postmodernismo es auto-excluyente y no puede sostenerse bajo su propia afirmación. 

Una cosmovisión popular es el pluralismo, el cual dice que todas las afirmaciones de la verdad son igualmente válidas. Desde luego, esto es imposible. ¿Pueden dos afirmaciones—una diciendo que una mujer está embarazada y la otra diciendo que no lo está—ser ciertas al mismo tiempo? El pluralismo se deshace a los pies de la ley de la no-contradicción, la cual dice que algo no puede ser tanto A como No-A al mismo tiempo y en el mismo sentido. Como un filósofo dijo sarcásticamente: “Cualquiera que crea que la ley de la no-contradicción no es verdad (y de forma predeterminada, el pluralismo es verdad) debe ser golpeado y quemado, hasta que admita que ser golpeado y quemado no es la misma cosa a no ser golpeado y quemado. También, nótese que el pluralismo afirma que es verdad, y que cualquier cosa que se le oponga es falsa, la cual es una afirmación que niega su propio principio fundamental. 

El espíritu detrás del pluralismo, es una actitud de brazos abiertos a la tolerancia. Sin embargo, el pluralismo confunde la idea de que todos tienen igual valor con la que cada afirmación de la verdad es igualmente válida. Más sencillo, toda la gente puede ser igual, pero no todas las afirmaciones de la verdad lo son. El pluralismo no entiende la diferencia entre la opinión y la verdad, una distinción que Mortimer Adler señala: El pluralismo es deseable y tolerable, solo en aquellas áreas en que son cuestiones de gusto, y no en asuntos de la verdad

La ofensiva naturaleza de la Verdad 

Cuando el concepto de la verdad es difamado, generalmente es por una o más de las siguientes razones: 

• Una queja común en contra de cualquiera que asegura tener la verdad absoluta, en cuestiones de fe y religión, es que tal postura es intolerante. Sin embargo, el crítico no entiende que, por naturaleza, la verdad es intolerante. ¿Es intolerante un profesor de matemáticas por sostener la creencia de que 2 + 2 solo es igual a 4?

• Otra objeción a la verdad es que es arrogante asegurar que alguien esté en lo cierto y la otra persona esté equivocada. Sin embargo, regresando al ejemplo anterior con las matemáticas, ¿es arrogante para el profesor de matemáticas insistir en que solo hay una respuesta correcta al problema matemático? ¿O es arrogante para un cerrajero asegurar que solo una llave abrirá una puerta cerrada? 

• Una tercera acusación contra aquellos partidarios de la verdad absoluta en materia de fe y religión es que tal posición excluye a la gente, en lugar de incluirla. Pero tal queja fracasa en entender que la verdad, por naturaleza, excluye a su opositor. Todas las respuestas, a excepción del 4 son excluidas de la realidad que resulta del 2 + 2. 

• Hay aún otra protesta en contra de la verdad absoluta, y es que es ofensivo y divisivo asegurar que uno tiene la verdad. En cambio, el crítico sostiene, todo lo que importa es la sinceridad. El problema con esta postura, es que la verdad es inmune a la sinceridad, la creencia y el deseo. No importa cuán sinceramente crea uno que la llave equivocada abrirá la puerta; aun así la llave no entrará y la cerradura no se abrirá. La verdad tampoco es afectada por la sinceridad. Si alguien toma un frasco de veneno, y sinceramente cree que es limonada, aun así sufrirá los infortunados efectos del veneno. Finalmente, la verdad es insensible al deseo. Una persona puede desear fuertemente que su auto no se haya quedado sin gasolina, pero si el indicador dice que el tanque está vacío, y el auto ya no arranca, entonces no hay deseo en el mundo que haga que milagrosamente el auto siga adelante. 

Algunos admitirán que la verdad absoluta existe, pero dirán que tal postura solo es válida en el área de la ciencia y no en cuestiones de fe y religión. Esto es llamado positivismo lógico, el cual fue popularizado por filósofos tales como David Hume, y A. J. Ayer. En esencia, tales personas declaran que las afirmaciones de la verdad deben ser, o (1) tautologías (por ejemplo, que todos solteros son hombres solteros), o (2) empíricamente verificable (esto es, verificable mediante la ciencia). Para el positivista lógico, toda conversación sobre Dios es una tontería. 

Aquellos que se adhieren a la noción de que solo la ciencia puede hacer afirmaciones de la verdad, no reconocen en que hay muchas realidades de la verdad, donde la ciencia es impotente. Por ejemplo: 

• La ciencia no puede probar las disciplinas de las matemáticas y la lógica, porque las presupone. 

• La ciencia no puede probar verdades metafísicas, tales como, otras mentes además de la mía  realmente existen.  

• La ciencia es incapaz de proporcionar la verdad en las áreas de la moral y la ética. Por ejemplo, tú no puedes usar la ciencia para probar que los Nazis eran malvados. 

• La ciencia es incapaz de declarar verdades sobre disposiciones estéticas, como la belleza de un amanecer. 

• Por último, cuando alguien hace la declaración de que la ciencia es la única fuente de verdad objetiva, acaba de hacer una declaración filosófica—que no puede ser probada por la ciencia. 

• Y hay aquellos que dicen que la verdad absoluta, no se aplica en el área de la moralidad. Sin embargo, la respuesta a la pregunta, ¿Es moral torturar y asesinar a un niño inocente? es absoluta y universal: No. O, para hacerlo más personal, aquellos que se adhieren a la verdad relativa con respecto a la moral, siempre parecen desear que su cónyuge les sea absolutamente fiel a ellos. 

Por qué es importante la Verdad 

¿Por qué es tan importante entender y adherirse al concepto de la verdad absoluta en todas las áreas de la vida (incluyendo la fe y la religión)? 

Simplemente porque tiene consecuencias el estar equivocado. El dar a alguien la cantidad equivocada de medicamento, puede matarlo; el tener un asesor de inversiones que tome las decisiones monetarias equivocadas, puede llevarte a pobreza total; el abordar el avión equivocado te llevará donde no deseas ir; y lidiar con una pareja que es infiel en el matrimonio puede resultar en la destrucción de una familia, y potencialmente en enfermedad. 

Dios y la Verdad 

Durante los seis juicios a los que fue sometido el Señor Jesús, el contraste entre la verdad (justicia) y las mentiras (injusticia) fue inconfundible. Ahí estaba Él, la Verdad, siendo juzgado por aquellos cuyas acciones estaba bañadas en mentiras. Los líderes judíos quebrantaron casi cada ley diseñada para proteger al acusado de condenas injustas. Se afanaron obcecadamente en encontrar cualquier testimonio que pudiera incriminar a Jesús, y en su frustración, se basaron en evidencias falsas, presentadas por mentirosos. Pero aún eso no pudo ayudarlos a lograr su objetivo. Así que quebrantaron otra ley y forzaron al Señor a implicarse a Sí Mismo. 

Una vez frente a Pilato, los líderes judíos mintieron nuevamente. Acusaron a Jesús de blasfemia, pero puesto que sabían que esto no sería suficiente para convencer a Pilato de condenarlo a muerte, afirmaron que Jesús desafiaba a César y quebrantaba la ley romana, soliviantando a la gente para no pagar impuestos. Nótese que Pilato rápidamente detectó el engaño y manipulación de los judíos, y ni siquiera hizo mención del cargo en contra del Señor. 

Jesús, el Justo, estaba siendo juzgado por los injustos. La triste realidad es que estos últimos siempre perseguirán al primero. Es por lo que Caín mató a Abel. Es por lo que Ismael se burló de Isaac. El vínculo entre la verdad y la justicia, y entre la falsedad y la injusticia, está demostrado por una serie de ejemplos en el Nuevo Testamento: 

Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia (2 Ts 2:11-12)

“Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad” (Ro 1:18). 

… el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia (Ro 2:6-8). 

“[el amor] no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad” (1 Co 13:5-6).

La pregunta que hizo Poncio Pilato hace 20 siglos atrás debe ser reformulada, a fin de ser completamente exacta. El comentario del gobernador romano, ¿Qué es la verdad? pasa por alto el hecho de que hay muchas verdades en diferentes áreas del conocimiento y la vida, pero solo Una puede realmente ser la Verdad (con mayúscula). La Verdad debe provenir de alguna parte. 

La cruda realidad, es que Pilato estaba mirando directamente al Origen de toda la Verdad en esa madrugada. No mucho antes de ser arrestado y traído ante el gobernador, Jesús había hecho esta simple declaración Yo soy la verdad (Jn 14:6), lo que fue una declaración bastante increíble. ¿Cómo un hombre podía ser la Verdad? No era posible, a menos que Él fuera más que un hombre, que en realidad fuera lo que Él aseguraba ser. El hecho es que, la afirmación de Jesús fue validada cuando Él resucitó de entre los muertos (Ro 1:4). 

Hay una historia acerca de un hombre que vivía en París, quien fue visitado por un forastero del campo. Queriendo mostrar al forastero la magnificencia de París, lo llevó al museo de Louvre para ver lo grandioso del arte, y luego a un concierto en una majestuosa sala de conciertos, para escuchar tocar a una gran orquesta sinfónica. Al final del día, el forastero del campo comentó que a él no le gustó en particular ni el arte ni la música. A lo que su anfitrión replicó: Ellos no están bajo juicio, tú lo estás”. Con esto el anfitrión quiso decir que si el forastero no era capaz de apreciar la belleza y sublimidad de lo que había visto y oído, entonces no era mejor que un animal, que tampoco es capaz de apreciar esas cosas excelsas. 

Pilato y los líderes judíos pensaron que estaban juzgando a Cristo, cuando, en realidad, ellos eran los que estaban siendo juzgados. Aquel a quien condenaron será su Juez de nuevo, un día, está vez abiertamente y ante todo el universo, como lo será para con todos los que con injusticia detienen la verdad (Ro 14:11; Ap 20:11-14). 

Evidentemente, Pilato nunca llegó a conocer la verdad. Eusebio, el historiador y obispo de Cesárea, registra el hecho de que Pilato finalmente cometió suicidio en algún momento durante el reinado del emperador Calígula (37-41 d.C.), un triste final y un recordatorio para todos de que el ignorar la Verdad siempre conduce a consecuencias indeseables.

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lunes, 18 de noviembre de 2024

ZARANDEADO COMO TRIGO

En la Última Cena, Jesús advirtió a Pedro que se le acercaba una prueba de fe: “Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo” (Lc 22:31). El discípulo parecía encontrarse en la misma situación que Job cuando Satanás quiso ponerle a prueba (Job 1-2). Satanás quería zarandear a Pedro como a trigo, lo que significa que deseaba sacudir la fe de Pedro con tanta fuerza que cayera, demostrando que el fiel siervo de Dios carecía de ella.

Pero no solo Pedro estaba en peligro. La palabra os en Lucas 22:31 es plural (ustedes). El Señor Jesús se dirigía a Pedro para informarle de que Satanás tenía en su punto de mira a todos los discípulos. Algunas traducciones, como la Nueva Traducción Viviente, especifican todo el grupo: “Simón, Simón, Satanás ha pedido zarandear a cada uno de ustedes como si fueran trigo”.

El nombre Satanás significa adversario y acusador. Satanás acusa al pueblo de Dios de hacer el mal (Zac 3:1; Ap 12:10). Como Pedro testificaría más tarde, el diablo “como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1 P 5:8).

Zarandear como el trigo es una metáfora que también podría expresarse como “sacudir a alguien” o “quebrantar a una persona”. Amós 9:9 nos da una imagen similar de Dios sacudiendo a Israel: “Porque he aquí yo mandaré y haré que la casa de Israel sea zarandeada entre todas las naciones, como se zarandea el grano en una criba, y no cae un granito en la tierra” (Am 9:9).

En tiempos bíblicos, el trigo u otro grano se zarandeaba a través de un cedazo o colador grande. Al agitarlo violentamente, la suciedad y otras impurezas que se adherían al grano durante el proceso de trilla se separaban del grano bueno y aprovechable.

Al zarandear a Pedro y a los demás discípulos como trigo, el objetivo de Satanás era aplastarlos y echar por tierra su fe. En verdad, el adversario quiere destruir la fe de todo creyente (Jn 10:10). Pero Jesús aseguró a Pedro: “Pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos” (Lc 22:32). El liderazgo de Pedro en la iglesia primitiva demostró que la oración del Señor por Pedro fue escuchada.

El Señor Jesús no prometió eliminar la inminente prueba de Pedro y los demás discípulos. Al contrario, predijo que Pedro fracasaría en la prueba negando a Cristo tres veces (Lc 22:34). Las pruebas son de esperar en la vida cristiana. “Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios”, dice Pablo en Hechos 14:22. Dios utiliza estas experiencias para nuestro bien (Ro 8:28), para refinar nuestro carácter y fortalecer nuestra fe (1 P 1:6-7; Stg 1:2-4,12), y para hacernos más semejantes al Señor Jesús (Ro 8:29).

El Señor está con nosotros para fortalecernos e interceder por nosotros ya sea que experimentamos una prueba o no (Fil 4:13; Ro 8:26-39). En tiempos difíciles, es tranquilizador recordar que el poder de Satanás para zarandear a Pedro como si fuera trigo se vio limitado por la intercesión de Cristo. Cuando Satanás nos acosa, debemos recordar que el Señor Jesús vive para interceder por nosotros (He 7:25).

El Señor Jesús confiaba en que Simón Pedro volvería a levantarse y fortalecería a los demás discípulos. Otra razón por la que el Señor nos permite sufrir experiencias de prueba es para que aprendamos a ayudar a otros a crecer en la fe: “Pero si somos atribulados, es para vuestra consolación y salvación; o si somos consolados, es para vuestra consolación y salvación, la cual se opera en el sufrir las mismas aflicciones que nosotros también padecemos” (2 Co 1:6).

Antes de la triple negación de Pedro, este tenía un exceso de confianza, confiaba en sus propias fuerzas (Lc 22:33). Pero después de ser zarandeado como el trigo, Pedro aprendió que el fracaso es posible porque la carne es débil (Mr 14:38). Ahora que comprendía lo fácil que es caer, Pedro tendría compasión y misericordia con los demás, ayudándoles a evitar el mismo error.

Nuestra verdadera fe y perseverancia se revelan no en un caminar de perfección sin pecado, sino en el arrepentimiento y la restauración. Nos levantamos y seguimos adelante, como Pedro, después de caer. Cuando Satanás viene a zarandearnos como trigo, tenemos un abogado, el Señor Jesucristo, que intercede por nosotros (Jn 17:9,11,15). Él nos protege para que el diablo no pueda destruir nuestra fe y esperanza (Jn 10:27-28; He 7:25). El Señor Jesucristo comenzó una buena obra en nosotros, y Él es fiel para completarla si nosotros permanecemos en Él (Fil 1:6; 2:12).

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domingo, 17 de noviembre de 2024

LAS VERDADERAS RIQUEZAS


 
 Hay quienes pretenden ser ricos, y no tienen nada; Y hay quienes pretenden ser pobres, y tienen muchas riquezas” (Pr 13:7).

Audio

Un hombre pobre puede ser rico en otras cosas además del dinero. Moisés cambió riquezas y placer por aflicción y oprobio (He 11:24-26). ¿Por qué? La recompensa de Dios era mejor para él que los tesoros de Egipto. Eligió a los pobres de Dios sobre la familia rica de Faraón. Él conocía este proverbio.

Considera a Moisés (Hch 7:20-23). Fue muy privilegiado desde su nacimiento. Aprendió toda la sabiduría de los egipcios, y fue poderoso en palabras y hechos en Egipto. Tuvo todas las oportunidades de la casa real de la nación más grande de la tierra. Pero a la edad de cuarenta años, tomó una decisión importante en su vida. Escogió el reino de Dios sobre el mundo.

¿Perdió? ¡De ninguna manera! Pasó 80 años caminando con Dios, escuchó Yo Soy El Que Soy desde una zarza ardiente, vio la espalda de Dios, habló con Dios cara a cara y sacó a Su pueblo de Egipto. ¡Sus riquezas aquí y en la eternidad excedieron con creces el cuerpo anegado de Faraón en el Mar Rojo, su nación demolida y la tesorería vacía en Egipto!

¿Qué decisiones costosas has tomado tú para seguir a Jesucristo? ¿Ninguna? Entonces no eres Su discípulo (Lc 14:25-33). Si no has contado el precio y no lo has pagado, no eres Su discípulo. Si no estás dispuesto a contar y pagar un precio, ni siquiera lo conoces.

El proverbio describe a dos hombres o a dos tipos de personas. El pronombre “quienes” debe entenderse así en este versículo. La figura retórica llamada elipsis omite palabras para darle más belleza y fuerza al texto. Con todas las palabras en su lugar, el versículo se leería así:

“Hay personas que pretenden ser ricas, y no tienen nada; Y hay personas que pretenden ser pobres, y tienen muchas riquezas”.

La primera persona pretende ser rica, pero en realidad no tiene nada de valor. La segunda persona pretende ser pobre, pero tiene verdadera riqueza.

La lección es la diferencia entre las riquezas mundanas y las riquezas celestiales. Hay dos clases de riquezas bajo consideración. La primera persona escogió las riquezas mundanas; la segunda, escogió las riquezas celestiales. El primer hombre pierde y el segundo hombre gana. Las riquezas celestiales son la verdadera riqueza. ¿Qué elegirás tú?

¿Qué son las riquezas celestiales? Jesús las llama “verdaderas riquezas” (Lc 16:11). Son la presencia de Dios, el fruto del Espíritu en tu alma, la sabiduría y la verdad por revelación, y la vida eterna. ¿Estas cosas significan algo para ti? ¿Son las cosas más importantes para ti? Satanás no quiere que sepas acerca de ellas, y mucho menos que las experimentes y las ames.

Considera solo algunas de las comparaciones en el libro de Proverbios, donde Salomón le enseña a su hijo que algunas cosas son mejores que otras. ¡Le muestra a su hijo las verdaderas riquezas!

La sabiduría es mejor que el dinero (Pr 3:14; 8:11,19; 16:16). Mejor es lo poco con el temor del Señor que los tesoros con angustia (Pr 15:16). Mejor es una ensalada con amor que un filete con odio (Pr 15:17). Mejor es poco con justicia que mucho con iniquidad (Pr 16:8). La humildad con los humildes es mejor que la riqueza con los soberbios (Pr 16:19). Mejor es tortilla de rescoldo con quietud que filet mignon con contienda (Pr 17:1). Retén estas comparaciones.

Considera otras ilustraciones. El supremo y eterno peso de gloria supera aquí con mucho a la corta y ligera tribulación (2 Co 4:17). Los placeres de esta vida se pueden ver, oír y considerar fácilmente, pero Dios ha preparado cosas que están más allá de los sentidos (1 Co 2:9).

David, con riquezas y placeres reales, pensó que ser portero en la casa de Dios por un día era más grande que vivir durante años con los ricos y famosos (Sal 84:10). ¿Estaba loco? ¿O era muy sabio? Se decidió por una cosa para su vida: el reino de Dios (Sal 27:4).

Pablo, cuya estrella ascendía rápidamente en Jerusalén, lo dejó todo para seguir a Jesucristo (Fil 3:4-11). Aunque sufrió horriblemente por elegir a Cristo (2 Co 11:22-28), confiaba en ser coronado en el cielo (2 Ti 4:7-8). ¡No podía esperar a llegar allí!

¡Debes elegir un camino! No puedes tener riquezas mundanas y celestiales a la vez. Jesús dijo: “Ninguno puede servir a dos señores” (Mt 6:24). No puedes ser amigo del mundo y de Dios (Stg 4:4). Si amas al mundo, no amas a Dios (1 Jn 2:15).

Ningún hombre que haya dejado las cosas de esta vida no ha recibido más cosas de aquí, y recibirá la vida eterna en el cielo (Mc 10:28-31). Dios Todopoderoso ha prometido todas las cosas que otros desean, si pones Su reino y Su justicia primero (Mt 6:33).

¡Adelante! ¡Elige las riquezas mundanas! Salomón describió al hombre que pone su mirada en las riquezas y las obtiene (Ec 5:10-17). No estás satisfecho; los gastos aumentan tan rápido como los ingresos, por lo que solo puedes ver los ingresos, no disfrutarlos; te preocupas por eso todo el tiempo; tratas de preservarlo, pero lo pierdes de todos modos; terminas sin nada que darle a tu hijo; vas a la tumba como llegó, desnudo; en efecto, has trabajado para el viento; y toda tu vida es oscuridad, tristeza y angustia. ¿Sabes cómo llamó a esa vida el Predicador? ¡Enfermedad!

Si tratas de salvar tu vida mundana, la perderás junto con tu vida espiritual (Mt 16:24-25). Si pierdes tu vida mundana, ganarás ambas. La elección es sencilla. Pero la carne es débil. El mundo es tentador. Y Satanás no quiere que elijas las verdaderas riquezas.

¿Qué has dejado para obtener las verdaderas riquezas? ¿Abandonas el placer y el ocio del sábado por la noche para prepararte para la asamblea del domingo por la mañana? ¿Abandonas el entretenimiento pasivo de la televisión para mantener tus ojos alejados del pecado? ¿Abandonas a los amigos que roban tu alma de la justicia? ¿Abandonas a los miembros de tu familia que se oponen a tu fe? ¿Dejarías un trabajo con muchas oportunidades para ser un mejor cristiano?

El Señor Jesús dejó las riquezas de la gloria para hacerse pobre en este mundo. ¿Por qué lo hizo? Porque Su Padre le pidió que lo hiciera, y vio la enorme recompensa que le esperaba en el cielo (Sal 16:8-11; Is 53:12; Lc 24:26; Fil 2:9-11; He 12:2) . Viene un día en el que todos los sacrificios de esta vida serán recompensados infinitamente. ¡Créelo! Amén.

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COMENTARIO DE PROVERBIOS




jueves, 14 de noviembre de 2024

EL FRUTO DE LA BOCA


Del fruto de su boca el hombre comerá el bien; mas el alma de los prevaricadores hallará el mal” (Pr 13:2).

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El habla determina tu éxito en la vida. Las buenas palabras te traerán bendición y favor. Las malas palabras te traerán dolor y destrucción. Tu boca tiene mucho potencial para el bien o el mal en los negocios y las relaciones interpersonales. Si crees que puedes hablar como quieras, vas a caer pronto.

¡Qué forma más sencilla de avanzar en la vida! ¡Qué regla fácil para el éxito! Dios inspiró a Salomón para que te contara un secreto sobre la vida: las palabras llenas de gracia te ayudarán a salir adelante; las palabras crueles o necias traerán tu ruina. Puedes cambiar tu vida para mejor hoy gobernando tu lengua.

¿Cómo pasó José de la prisión al trono? Por las palabras que revelaban su excelente espíritu (Gn 41:38-45). ¿Cómo ascendió David del redil a ser el favorito del rey? Por sus palabras llenas de gracia (1 S 18:1-5). ¿Cómo gobernó Daniel en Babilonia con muchos reyes? Por un espíritu y palabra excelentes (Dnl 6:1-3). La regla es fácil: el habla amable ganará incluso a los reyes (Pr 22:11). Si nadie ha elogiado recientemente tu manera de hablar, necesitas prestarle atención a este proverbio.

Tu manera de hablar puede traer el bien a tu vida, o puede traer el mal. Dios y los hombres buenos aman a los que hablan bien, pero desprecian a los que hablan mal. ¿Qué producen tus palabras en la vida de los demás? Porque eso es lo que recibes. “La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos” (Pr 18:21). El habla es así de importante: ¡muerte o vida! Úsala bien para tu beneficio, o abusa de ella para tu castigo.

Tu boca no es tuya, no importa lo que diga tu corazón engañoso (Sal 12:4; Jer 17:9). Dios creó la capacidad de hablar y te dio la boca, y espera que obedezcas sus reglas con respecto a la conversación. Él conoce cada palabra que dices, así como cada palabra que retienes. Serás responsable ahora y más tarde por tus palabras (Mt 12:36-37).

El proverbio tiene muchas figuras retóricas. Comer el bien es recibir la bendición de Dios y la alabanza de los hombres. Obtienes el bien por el fruto de tu boca, que es hablar de manera clemente y sabia. En el extremo opuesto están los transgresores verbales, los que hablan con dureza y presunción. Ellos comerán el mal, porque tanto Dios como los hombres los castigarán. ¿Cuál es la lección? Una manera fácil de crecer en el favor de Dios y de los hombres es mejorar tu manera de hablar (Pr 3:4; 1 S 2:26; Lc 2:52).

Tu palabra traerá bien o mal a tu alma: a tu vida (Pr 12:14; 13:3; 18:20). Las buenas palabras ganan las bendiciones y el favor de Dios y de los hombres buenos (Pr 15:23; 22:11; 24:26), porque las buenas palabras revelan un buen corazón (Mt 12:34-37; Stg 3:8-12). Las malas palabras incurren en la ira y el juicio de Dios y de los hombres (Pr 18:6; 22:10; Sal 52:1-5; 140:11), porque las malas palabras revelan un corazón engañoso y malvado (Mt 12:34-37; Stg 3:8-12).

Considera ocho tipos de discurso. Un hombre piadoso nunca difunde informes dañinos sobre los demás, los calumnia o murmura acerca de ellos. Caridad y misericordia están en su boca (Pr 17:9; 31:26; Ec 10:12). Pero el malvado peca contra los demás con calumnias, maledicencia, chismes y murmuraciones, todo lo cual Dios y los hombres buenos aborrecen (Pr 6:16-19; 10:18; 16:28; 25:23).

El hombre noble siempre respeta la autoridad, dando honor donde se debe honor, y la mujer piadosa siempre reverencia a su marido, incluso llamándolo señor (Ro 13:7; Ef 5:33; 1 P 2:17; 3:6). Pero un hombre malo critica audazmente a los gobernantes y los insulta, como una bestia bruta e ignorante, la que la Biblia dice que debe ser destruida (Jud 1:8-10; 2 P 2:10-12).

Un hombre virtuoso es serio y sobrio, sabiendo que la vida es importante; sólo habla para edificar a los demás y evita las palabras ociosas (Pr 17:27; 29:11; Mt 12:36-37). Pero el malvado parlotea, habla cosas necias y obscenas, y bromea. Dios clasifica este tipo de discurso junto con la fornicación: Él viene a juzgar por ello (Pr 10:10; 26:18-19; Ef 5:3-6).

Un hombre piadoso es un pacificador: habla para consolar y calmar; usa respuestas blandas para apartar la ira; nunca para despreciar a su interlocutor (Pr 15:1; 25:15; 31:26). Pero el hombre malo usa palabras duras y soberbias que provocan la ira; insulta a los hombres con apodos; hiere usando palabras sarcásticas; y las mujeres que son así suelen ser esposas rencillosas (Pr 12:18; 21:19; 26:21; 27:15; Mt 5:21-22).

Un hombre justo ama la verdad y siempre dice la verdad, sin importar el costo; él es un testigo fiel en todos los asuntos; no exagera (Pr 12:17; 13:5; 14:5,25). Pero el impío tiene engaño en su corazón y en su lengua; no tiene miedo de acusar falsamente o mentir; y pasará la eternidad en el infierno (Pr 6:16-19; 12:19; 19:5,9; Ap 21:8).

El hombre virtuoso es agradecido por todo, dando gloria a Dios por todas las cosas; él sabe que no es digno de ninguna bendición, por lo que se regocija incluso en las pequeñas bondades (Ef 5:20; Col 3:17; 1 Ts 5:18). Pero el hombre malo se queja, rezonga y gime; solo ve lo negativo; y le encanta criticar (Nm 11:1-35; Dt 28:47-48; Jud 1:15-16).

Un hombre piadoso es humilde, afable y apacible; nunca se alaba a sí mismo, ni siquiera indirectamente; sólo se jacta de conocer a Dios, y pone a los demás en primer lugar (Pr 25:27; 27:2; Sal 34:1-3; Fil 2:3-4). Pero al malvado le gusta hablar de sí mismo y alabarse a sí mismo; se jactará, y con arrogancia menospreciará a los demás; es orgulloso en su manera de hablar (Pr 8:13; 14:3; 1 Sa 2:3; Sal 10:3).

El hombre agraciado es amistoso, gentil y amable; es cálido y alentador; es desinteresado y se preocupa genuinamente por los demás (Pr 11:16; 16:24; 22:11; Ec 10:12; Lc 4:22). Pero el hombre impío es brusco, arrogante, cruel y duro; es egoísta y envidia a los demás; es ruidoso, obstinado y grosero (Pr 12:18; Ec 10:12-14).

¡Bendito seas por tu bondad! ¡Elige la buena vida! Deja de hablar mal: así de sencillo (Sal 34:12-13). Lee y cree lo siguiente: “El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño” (1 P 3:10).

Llena tu boca de alabanza y acción de gracias (Sal 34:1). Habla a menudo a los demás del Señor: Él escribirá tu nombre en su libro especial (Mal 3:16). Que tu palabra sea siempre amable y edificante, alentando espiritualmente a los demás (Ef 4:29; Col 4:6). Entonces tendrás una buena vida y te salvarás del mal. Mejora tu manera de hablar hoy.

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“El que guarda su boca guarda su alma; mas el que mucho abre sus labios tendrá calamidad” (Pr 13:3).

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Vida o muerte están en tu lengua (Pr 18:21). Cómo hablas determina tu futuro. ¿Es el habla realmente tan importante? ¡Sí! El rey Salomón quiere tu atención para ayudarte. ¿Puedes gobernar tu boca para salvar tu vida? ¿O tu boca te dominará, y te destruirá?

Los grandes hombres y mujeres son fácilmente conocidos por su habla (Pr 11:16; 22:11; Ec 10:12; Lc 4:22; Jn 7:45-46). Los necios y los escarnecedores también son identificados por sus palabras (Pr 10:10,14; 18:6-7; Ec 10:12-14). Tu vida y tu futuro están en juego. ¿Examinarás tu forma de hablar?

¿Necesitas otro proverbio sobre el habla? ¡Sí! ¿Por qué? ¡Porque tu lengua es un mal rebelde, llena de veneno mortal, un mundo de iniquidad incendiado por el infierno! ¿Es esta crítica demasiado dura? Lee Santiago (Stg 3:2-12). Sus palabras fueron inspiradas por el Dios vivo, quien conoce cada palabra en tu lengua antes de que sea pronunciada (Sal 139:4). Santiago escribió sobre ti.

A menos que tontamente declares ser perfecto, tienes un problema con tu forma de hablar. Aunque los hombres han domado todo tipo de criaturas salvajes, nadie puede domar completamente su lengua. Salomón advirtió repetidamente a su hijo y a ti sobre el peligro del habla. Dios quiere que sepas que tu lengua no es tuya (Sal 12:4). Cada palabra que formes con ella debe agradarle.

Boca y labios en este proverbio son metonimias de habla. Usas la boca y los labios para hablar, por lo que el medio para hablar se utiliza para describir el habla misma. El hombre que guarda su boca gobierna su discurso; el hombre que abre todo el tiempo sus labios no lo hace. Cuidar tus palabras te salvará; hablar libremente te destruirá. La lección es simple; las consecuencias son grandes.

Tus palabras pueden ayudarte mucho o hacerte daño. Las palabras amables y sabias harán que incluso los reyes te amen (Pr 22:11; 24:26). Las palabras tontas o abundantes te marcarán como un necio y te costarán buenos amigos (Pr 9:6; 14:7; 17:27-28; 18:6). Las palabras desdeñosas harán que los sabios te odien (Pr 24:9; 22:10). Las palabras irrespetuosas harán que te castiguen (Pr 19:25; 20:20; 30:17). Las palabras contenciosas te costarán un buen matrimonio (Pr 19:13; 29:21).

Salomón conocía el grave peligro de hablar sin cuidado, por lo que advirtió a menudo (Pr 10:31; 12:13,18; 16:23; 17:20; 18:7,21; 20:15; 21:23). Tus palabras pueden meterte en serios problemas, así que ten mucho cuidado cada vez que abras la boca. Puedes salvar tu vida prestando atención a cada palabra que dices y asegurándote de que tenga la clara aprobación de Dios. O puedes destruirte a ti mismo hablando impulsivamente sin una prudencia cuidadosa y piadosa.

Para aprender con seriedad la lección, y para temer el peligro en tu boca, considera algunos pecados de la lengua: ser respondón (Tit 2:9); arrogancia (1 S 2:3); murmurar (Pr 25:23); jactarse (Sal 94:4); amargura (Ef 4:29-32); queja (Nm 11:1); contienda (Pr 18:6); discusión (Ro 1:29); desprecio de los demás (Pr 11:12); desprecio a los padres (Pr 20:20; Dt 27:16); extorsión (Pr 20:14); acusaciones falsas (Ex 20:16; Tit 2:3); halagos (Sal 12:3); títulos halagadores (Job 32:21-22); coqueteo (Pr 2:16); palabras necias (Ef 5:4); paternidad dura (Col 3:21); votos apresurados o rotos (Ec 5:1-7); adoración hipócrita (Is 29:13); irreverencia de la mujer (Ef 5:33; 1 P 3:6); bromear (Ef 5:4); tomar el nombre del Señor en vano (Ex 20:7); mentir (Pr 12:22); regaños de una esposa (Pr 27:15-16); insultos (Mt 5:22); oración ostentosa (Mt 6:5); cuestionar a Dios (Ro 9:20); oraciones repetitivas y rutinarias (Mt 6:7); discurso subido de tono (Col 3:8); calumnia (Pr 10:18); hablar contra un pastor (Ez 33:30; 3 Jn 1:9 -10); hablar mal de los dignatarios (Ec 10:20; Jud 1:8); hablar mal de un hermano (Stg 4:11); hablar sin estudio (Pr 15:28); fianza (Pr 11:15); jurar (Stg 5:12); calumniar (Pr 11:13 ); preguntas ignorantes (2 Ti 2:23); cuchicheo (Pr 16:28); y mujeres hablando en la iglesia (1 Co 14:34-35; 1 Ti 2:11-12).

Si estos pecados no fueron suficientes para despertarte, considera las palabras del Señor Jesucristo: “ ¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas. Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado” (Mt 12:34-37). No importa cuán religioso pueda afirmar ser un hombre, debe ser medido por cuán bien refrena su lengua (Stg 1:26).

Reduce el número de tus palabras a la mitad. Habla sólo la mitad de lo habitual. Di sólo la mitad de lo que quieres decir. Reduce el número de tus palabras a la mitad sabiamente. Limita tu habla y tus problemas, porque hay pecado en hablar mucho (Pr 10:19). Habla solo si es necesario. No dejes que una palabra ociosa escape de tus labios. Los hombres pronto pensarán que eres sabio (Pr 17:27-28). Tu reputación mejorará.

Desacelera. Sé pronto para oír, lento para hablar (Stg 1:19). Piensa antes de soltar palabras hirientes (Pr 12:18; Ro 3:13; Col 4:6). Escucha un asunto antes de responder (Pr 18:13; 25:8-10). Los hombres piadosos estudian antes de responder (Pr 15:28). Piensa conscientemente cada vez que abras la boca (o escribas un correo electrónico o un mensaje de texto). Enfatiza el agradecimiento (Ef 5:3-7).

Haz de la bondad tu meta constante (Ec 10:12; Col 4:6). Que la bondad gobierne cada palabra (Pr 16:24). Recuerda cómo el corazón puro de David y sus palabras llenas de gracia ganaron a Jonatán y a Israel (Pr 22:11; 1 S 18:1-5). Recuerda cómo el excelente espíritu de Daniel ganó a Darío el Medo (Pr 17:27-28; Dn 6:3). La mujer que habla con gracia siempre será honrada (Pr 11:16; 31:26). Sigue el ejemplo del Señor Jesús (Sal 45:2; Lc 4:16-22).

Ora como lo hizo Isaías cuando vio la gloria de Dios. “¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos” (Is 6:1-5)! Ora como David. “Pon guarda, oh Señor, delante de mi boca; guarda la puerta de mis labios” (Sal 141:3). Y también: “Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, oh Jehová, fortaleza mía y redentor mío” (Sal 19:14).

Como David, teme a Dios y no peques con tu boca (Sal 4:4). Pídele a Dios que llene tu boca con Su alabanza todo el día (Sal 71:8). Recuerda que Jesucristo viene otra vez para juzgar a este mundo por sus malas palabras, sus necedades y sus bromas; Pablo advirtió a los hijos de Dios que reemplacen todos estas palabras con acciones de gracias (Ef 5:3-6).

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COMENTARIO DE PROVERBIOS

EXCEPCIONAL PLAN DE LECTURA BÍBLICA

LOS 7 MAGNÍFICOS—NUEVO TESTAMENTO

LOS 7 MAGNÍFICOS—ANTIGUO TESTAMENTO








lunes, 11 de noviembre de 2024

THE LAST EVIL EMPIRE—REVELATION 13

 


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HIJO SABIO, HIJO NECIO



“El hijo sabio recibe el consejo del padre; mas el burlador no escucha las reprensiones” (Pr 13:1).

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Mide tu sabiduría. Contesta una pregunta honestamente. ¿Te gusta ser corregido por alguien que sabes que tiene fallas? Salomón en Proverbios enfatizó este rasgo de los grandes hombres a menudo (Pr 1:5; 8:17; 9:7-9; 12:1; 13:18; 15:5,12,31-32; 23:9; Sal 32:8-9).

Los hijos viven con los padres y ven sus fallas, ignorancia y pecados. A estos hijos, llenos de la locura pecaminosa de la juventud, no les gusta que nadie les diga qué hacer, y mucho menos este hombre que saben que también tiene fallas. Así que se enfrentan a una elección constante y difícil: someterse o rebelarse.

Hay un Dios en el cielo, y Él ha hablado: obedece y honra a tu padre. ¿Cuál es Su cura para los hijos despectivos? ¡Pena capital! ¡Simple, apropiada, perfecta! Tiembla ante Dios y ante tu padre (Pr 20:20; 30:17; Ex 21:15,17; Lv 20:9; Dt 21:18-21; 27:16).

Joven, Dios escogió a un hombre entre dos mil millones para ser tu padre. No les preguntó a ninguno de ustedes sobre el asunto. La relación fue Su elección, y Él le dio el oficio de padre y 20-40 años de sabiduría y experiencia antes de que tú nacieras.

La autoridad en este mundo es imperfecta. Ningún padre, marido, empleador o rey es perfecto. Cometen errores, muchos de ellos. Pero no importa, porque el oficio debe ser temido, obedecido, reverenciado y tenido como digno de confianza. Esta es la orden de Dios. Cualquiera que lo discuta es una bestia bruta que necesita ser destruida (2 P 2:10-12; Jud 1:8-10; Ro 13:1-7).

¿Por qué otra razón deberías escuchar a tu padre? Considera. Tu padre es el escogido de Dios para ti: tiene la experiencia que tú no tienes, es emocionalmente estable, no tiene un nivel alto de testosterona, te ama protectoramente, valora tu futuro, tiene mucho más conocimiento que tú, tiene un cargo de parte de Dios, y conoce la pérdida y el dolor por la estupidez de la juventud impía.

Si rechazas la instrucción de tu padre, eres un escarnecedor, uno de los peores nombres en la Biblia (Pr 15:12; 24:9). Eres peor que un necio (Pr 12:1). Eres un perdedor arrogante (Pr 26:12). Te crees sabio, pero eres un bruto (Pr 26:16; 21:24). Causas gran parte de los problemas del mundo, y el mundo estaría mejor si te vas (Pr 22:10; 29:8).

De las cosas que los jóvenes deben huir, las características del escarnecedor son las más importantes. Dios no será burlado y todos los escarnecedores serán castigados (Pr 15:10; 29:1; 19:25; 21:11; Is 29:20-21). Así que es una regla de la vida del hombre piadoso evitar incluso la silla de los escarnecedores (Sal 1:1). Todos los burladores deben ser indicados con el dedo, evitados y despreciados como criminales profanos y peligrosos.

Elí advirtió y reprendió a sus hijos profanos, Ofni y Finés, pero no escucharon la instrucción de su padre, porque el Señor ya se había propuesto destruirlos (1 S 2:25). Si presumes rechazar la admonición de los que el Señor te envía, como padre o pastor, ¿qué tan lejos estás de un juicio semejante y cierto? (2 Cr 36:16) Rechazar a los mensajeros que Dios te envía es verdaderamente rechazarlo a Él (1 S 8:7; Éx 16:8; Lc 10:16). ¡Ten cuidado!

Esta regla de sabiduría se aplica también a todos los demás oficios de autoridad e instrucción. Mujer joven, ¿escuchas las instrucciones de tu padre y de tu madre? Mujer casada, ¿escuchas las peticiones de tu marido? Empleados, ¿escuchan las instrucciones de sus empleadores? Diariamente te enfrentas a una elección: ¿oirás y reverenciarás la instrucción, o la rechazarás con desdén?

Las personas llegan a este mundo ignorantes y necias, y el Dios grande y bondadoso de los cielos en Su sabiduría les proporciona padres, maridos, empleados, pastores y magistrados para enseñarles y guiarlos a lo largo de la vida. Sin estos maestros, el mundo sería caos y anarquía. ¿Cómo recibes su instrucción? ¿Como un sabio, o un necio? ¿O peor aún, como un escarnecedor?

¿Qué tan difícil es para ti recibir la instrucción, la corrección, la advertencia y la reprensión del hombre de Dios? Sabes que es un pecador como tú, y puedes ver la debilidad de su carne. Sin embargo, se para y habla como un embajador del Bendito y Único Potentado, y el desprecio por él o su instrucción traerá juicio (1 Ts 5:12-13; He 13:7,17).

Tienes un gran ejemplo a seguir en este asunto. El Señor Jesucristo fue instruido por Su Padre, y Él se regocijó en escuchar y cumplir todos los mandamientos, incluso a una edad temprana (Is 50:4-5; Lc 2:49; Jn 8:29). Cuando implicó el sacrificio de su propia vida, aprendió la obediencia y se hizo perfecto a través del sufrimiento (He 5:7-9). ¡Que Él sea tu ejemplo!

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COMENTARIO DE PROVERBIOS







jueves, 7 de noviembre de 2024

TATUAJES Y PIERCINGS

Los tatuajes y los piercings son más populares que nunca en muchas partes del mundo. El número de personas con tatuajes ha aumentado dramáticamente en los últimos años. Los tatuajes/piercings ya no son sólo para delincuentes o rebeldes. El prejuicio de la rebelión históricamente asociada con ellos es casi un fantasma del pasado. Hoy es un asunto de estar a la moda.

Los Tatuajes

Algunos “cristianos” aseguran que como el Nuevo Testamento no dice nada acerca de si un creyente en Jesucristo puede o no tatuarse, no debemos decir que hacerse un tatuaje es un pecado. Debido al silencio de las Escrituras (para estos “cristianos”) el tatuarse cae bajo la categoría de “área gris”, y cada cual debe seguir sus convicciones en el asunto, respetando a aquellos que puedan tener convicciones diferentes.

Aquí están algunos principios bíblicos generales que se pueden aplicar para hacerse un tatuaje:

◦ Los hijos deben honrar y obedecer a sus padres (Ef 6:1-2). Para un menor de edad, hacerse un tatuaje en violación de los deseos de sus padres es bíblicamente rebelión contra ellos. Los tatuajes nacidos de la rebelión son pecado, y la paga del pecado es muerte (Ro 6:23).

◦ El “adorno externo” no es tan importante como el el “adorno interior”, y no debe ser el centro de atención de un cristiano (1 P 3:3-4). Una persona que desea un tatuaje lo hace para llamar la atención o atraer admiración, tiene un enfoque vano y pecaminoso de sí misma.

◦ Dios ve el corazón, y nuestra motivación para cualquier cosa que hagamos debe ser glorificar a Dios (1 Co 10:31). Las motivaciones para hacerse un tatuaje tales como “encajar”, “lucirse”, etc., no glorifican a Dios. El tatuaje en sí mismo puede que no sea un pecado, pero la motivación para hacerse el tatuaje lo es.

◦ Nuestros cuerpos, así como nuestras almas, han sido redimidos y pertenecen a Dios. El cuerpo del creyente es el templo del Espíritu Santo (1 Co 6:19-20). ¿Cuánta modificación de este templo es permitida? ¿Hay una línea que no se debe cruzar? ¿Existe un punto en el que la proliferación de tatuajes en un cuerpo deja de ser arte y comienza a convertirse en mutilación pecaminosa? Esto debe ser una cuestión de reflexión individual y de honesta oración.

◦ Somos los embajadores de Cristo, llevando el mensaje de Dios al mundo (2 Co 5:20). ¿Qué mensaje envía el tatuaje, y ayudará o restará valor a la representación de Cristo y a la difusión del evangelio?

◦ Todo lo que no proviene de fe es pecado (Ro 14:23), así que como la persona que se hace un tatuaje no puede estar completamente convencida de que es la voluntad de Dios para él o ella, porque el Nuevo Testamento no dice nada acerca de si un creyente en Jesucristo puede o no tatuarse, entonces tatuarse ES PECADO.

No podemos dejar la discusión de los tatuajes sin ver la ley del antiguo testamento que prohíbe los tatuajes: “Y no haréis rasguños en vuestro cuerpo por un muerto, ni imprimiréis en vosotros señal alguna. Yo Jehová” (Lv 19:28). La razón de la prohibición de los tatuajes en este pasaje está implícita: el tatuaje era una práctica pagana relacionada con la idolatría y la superstición. Era común para los paganos marcar su piel con el nombre de un dios falso o con un símbolo que honrara a algún ídolo. Dios exige que Sus hijos sean diferentes. Como nos lo afirma en el mismo versículo: “Yo Jehová”; es decir, “Yo el SEÑOR” lo digo. 

Así como los cristianos ahora, los israelitas le pertenecían al Señor; eran Su obra, y no debían llevar el nombre de un dios falso en sus cuerpos. Aunque los creyentes del Nuevo Testamento no estamos bajo la ley ceremonial de Moisés, podemos tomar de este mandamiento el principio de que, si un cristiano decide hacerse un tatuaje, debe saber que tal práctica está asociada a supersticiones que Satanás usa para promover la idolatría. Hacerse un tatuaje es un pecado en sí porque es una costumbre mundana, con raíces y motivaciones pecaminosas. No es una cuestión de libertad cristiana.

Piercings

La modificación corporal, incluyendo piercings, tatuajes, cicatrices intencionales, marcas, cortes y mutilaciones, ha sido una tendencia creciente en los últimos años. La perforación corporal, es decir, la inserción de joyas en varias partes del cuerpo, ha pasado de la tradicional perforación en el lóbulo de la oreja a la perforación de narices, ombligos, pezones, lenguas, cejas, mejillas, genitales y más. Muchos “cristianos” tienen una perforación o dos, y algunos incluso más; no importa cuál sea el punto de vista del mundo, es bueno que el creyente se detenga y considere lo que dice la Biblia.

Comenzaremos reconociendo que si todos los piercings fueran pecaminosos, entonces incluso un simple aro de oro en el lóbulo de la oreja de una chica es pecado. Tal postura va demasiado lejos, considerando que los pendientes (e incluso los anillos de nariz) eran accesorios de belleza incluso para las mujeres hebreas en la antigüedad. En una extensa metáfora, Dios le recuerda a Jerusalén las abundantes bendiciones que había otorgado a Su pueblo: “Puse joyas en tu nariz, y zarcillos en tus orejas” (Ez 16:12). Es poco probable que Dios hubiera usado pendientes (y aros de nariz) como símbolo de belleza y bendición si tales joyas fueran intrínsecamente pecaminosas. Ver también Cantar de los Cantares (Cnt 1:10-11).

Además, deberíamos considerar lo que la Ley del Antiguo Testamento tenía que decir acerca del tema relacionado de cortar la carne y marcar el cuerpo. El mandamiento a Israel fue: “Y no haréis rasguños en vuestro cuerpo por un muerto, ni imprimiréis en vosotros señal alguna. Yo Jehová” (Lv 19:28). La práctica común entre las naciones que rodeaban a Israel era cortar, lacerar, o de alguna manera marcar el cuerpo “por los muertos”; es decir, el autoflagelarse formaba parte de un ritual pagano de duelo o posiblemente un rito supersticioso para ayudar de alguna manera a los espíritus de los fallecidos. Vemos este tipo de comportamiento en acción en los días de Elías, cuando los adoradores de Baal clamaban a grandes voces, y se sajaban con cuchillos y con lancetas conforme a su costumbre, hasta chorrear la sangre sobre ellos (1 R 18:28). Podemos afirmar que, si una perforación corporal insinúa paganismo u honra la idolatría, entonces es pecado.

Formar una opinión bíblicamente informada sobre los piercings requiere que la persona interesada en el tema examine los principios de la Palabra de Dios y se haga algunas preguntas pertinentes:

◦ ¿Cuál es mi motivación para hacerme una perforación corporal? Nuestras motivaciones son importantes en cualquier decisión que tomamos (Pr 16:2), especialmente en algo tan permanente y que puede cambiarnos la vida como una perforación corporal.

◦ ¿Estoy tratando de encontrar identidad en una subcultura? Los piercings corporales han dado lugar a una subcultura definida, y muchas personas intentan encontrarse a sí mismas” al unirse a la comunidad de modificaciones corporales. Unirse a un grupo cultural específico simplemente para “encontrarse a uno mismo” no es bíblico. Como creyentes, nuestra identidad está en Cristo: “Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios (Col 3:3).

◦ ¿Estoy sucumbiendo a la presión de grupo? Hacer algo por el deseo de complacer a tus compañeros es espiritualmente peligroso. Debemos seguir al Señor Jesús (Jn 21:21-22). Aquellos que siguen la presión de grupo haciéndose una perforación corporal se encuentran en la irónica posición de haber proclamado su individualidad a través de la conformidad al grupo.

◦ ¿Estoy dando más importancia a la apariencia que a lo esencial? La Biblia enfatiza claramente las cualidades espirituales internas de una persona y resta importancia al “adorno externo” (1 P 3:3-4). La mayor parte de nuestro esfuerzo debe dirigirse a crecer en piedad, no a cuidar una apariencia particular.

◦ ¿Estoy llamando indebidamente la atención? Cualquier prenda de vestir, accesorio o joya que se usa simplemente como una declaración de moda corre el riesgo de alimentar el orgullo ya que atrae la atención sobre quien lo usa. Atraer la atención pública a ciertas partes del cuerpo, correr los límites o crear una exhibición llamativa no es una razón piadosa para obtener una perforación corporal, especialmente cuando tenemos este mandato en las Escrituras: “Revestíos de humildad” (1 P 5:5).

◦ ¿Será este piercing un obstáculo para el ministerio? Es concebible que, en algunas situaciones, tener un piercing ayude a un creyente en su testimonio a los demás. Y, si el piercing está decorado con joyería de temática cristiana, podría ser el inicio de una conversación que lleve a temas espirituales. Pero, para otros, ciertos tipos de piercings pueden obstaculizar los intentos de compartir el evangelio. Somos embajadores de Cristo, entregando el mensaje de Dios al mundo (2 Co 5:20). Debemos considerar qué mensaje envía el piercing y si ayudará o perjudicará a representar a Cristo y compartir el evangelio.

◦ ¿Dónde trazo la línea? Según el libro de récords Guinness, el récord de piercings totales es de 453 (en un hombre) y 462 (en una mujer). Aquellos que están considerando hacerse varios piercings deben responder a la pregunta “¿Cuánto es demasiado?”, de forma específica. ¿En qué punto la modificación corporal se vuelve extrema? ¿Hasta dónde pueden llegar los cristianos y aun así “honrar a Dios con vuestro cuerpo”? (1 Co 6:20) Más allá de los piercings, se deben hacer preguntas sobre la cicatrización, la marca, los túneles de carne facial, los implantes de piel, las lenguas partidas, las orejas puntiagudas, los dientes afilados y otras cosas que se promueven dentro de la comunidad moderna (el neopaganismo global) de modificación corporal.

Por supuesto, también podríamos preguntarnos dónde trazamos la línea con otras modificaciones corporales más socialmente aceptables, como los implantes mamarios, las abdominoplastias, los estiramientos faciales, etc. Algunas de las mismas preguntas sobre la motivación y apariencia necesitan respuestas honestas si vamos a hacer “todo para la gloria de Dios” (1 Co 10:31).

Un importante principio bíblico en asuntos que la Biblia no aborda específicamente es que, si hay dudas de si agrada a Dios, entonces es mejor no participar en ese actividad: Si tienes dudas, No. Cualquier cosa que no provenga de la fe es pecado (Ro 14:23). Nuestros cuerpos, así como nuestras almas, han sido redimidos y pertenecen a Dios (1 Co 6:20). Como nuestros cuerpos pertenecen a Dios y son el templo del Espíritu Santo, debemos estar seguros de que NO es Su voluntad que los modifiquemos con algo tan superficial, por un lado, y tan potencialmente peligroso, por otro lado, como los piercings y los tatuajes.

CONCLUSIÓN

Dios prohibió a Su pueblo cortarse o tatuarse la piel porque eso era una identificación con el paganismo y la idolatría, y el Nuevo Testamento contiene el mismo principio (véase Ro 12:2; 1 Co 10:20-22; 2 Co 6:14-16; Ef 5:11; 1 Ts 5:22). La ley bíblica prohíbe todo tipo de práctica de ritos paganos, incluidos los de duelo: cortarse, llorar teatralmente, negarse a ser consolados, raparse la cabeza, etc. El hijo de Dios llora la pérdida de seres queridos, pero no llora como el mundo. Tiene esperanza en las promesas de Dios. Los tatuajes y los piercings todavía están íntimamente asociados con la idolatría, el paganismo, el libertinaje moral y la rebelión. Un artículo de Clay Thompson en el Pacific News Service del 27 de julio de 1996 se titula “La nueva frontera de la moda pagana: los tatuajes faciales”. Cabe señalar que el autor, que en este artículo no se declara cristiano, tras su investigación asocia los tatuajes y los piercings con el paganismo. Los relaciona con una “nueva reverencia por las creencias paganas”. Un libro destacado sobre la modificación corporal por medio de tatuajes y piercings es Pagan Fleshworks. La “modificación corporal” es la práctica de quemar, entintar, cortar, perforar y profanar de cualquier forma el cuerpo que Dios nos ha dado. Una encuesta realizada en julio de 2003 a más de 2.000 personas en los Estados Unidos, publicada en la AFP del 11 de octubre, descubrió que entre las mujeres que se hacen tatuajes, el 34% “se siente más sexy” y el 29% en general “se siente más rebelde”. Una mujer entrevistada por el Vancouver Sun admitió que se hizo un tatuaje “En parte por REBELIÓN contra el estereotipo cristiano normal de ‘No puedes hacer esto, no puedes hacer aquello’”Ella admite que su madre no quería que se hiciera un tatuaje y no le gustó (“Por el amor de Dios”, The Vancouver Sun, Vancouver, Columbia Británica, febrero de 1999). Tal rebelión está prohibida en la Palabra de Dios. Otra razón contra los tatuajes y los piercings es que el cuerpo del creyente no es suyo; es templo del Espíritu Santo. “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” (1 Co 6:19). Para el cristiano nacido de nuevo, los tatuajes y los piercings son como hacer un grafiti obsceno en la fachada de un templo sagrado.

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