GÉNESIS
El autor del Libro del Génesis no está identificado. Tradicionalmente, siempre se ha asumido que Moisés es su autor. No hay una razón concluyente para negar la autoría mosaica de Génesis. El libro no indica cuándo fue escrito. La fecha de su autoría es aproximadamente entre el 1440 y 1400 a.C., entre el tiempo en que Moisés condujo a los israelitas fuera de Egipto y su muerte. Algunas veces se le ha llamado el semillero de toda la Biblia. La mayoría de las principales doctrinas en la Biblia son introducidas en forma de “semilla” en Génesis. Junto con la caída del hombre, también está registrada la promesa de Dios para la salvación y redención (Gn 3:15). Las doctrinas de la creación, la imputación del pecado, la justificación, expiación, depravación, ira, gracia, soberanía, responsabilidad, y mucho más, están descritas en este libro de los orígenes llamado Génesis. Muchas de las grandes preguntas de la vida están respondidas en Génesis. ¿De dónde vengo? ¿Por qué estoy aquí? ¿Adónde voy? Génesis es de gran interés para el científico, el historiador, el teólogo, el ama de casa, el granjero, el viajero, y el hombre y la mujer de Dios. Es el punto de partida apropiado para la historia de Dios de Su plan para la raza humana, la Biblia.
Versículos Clave: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Gn 1:1).
“Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (Gn 3:15).
“Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (Gn 12:2-3).
“Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo” (Gn 50:20).
El Libro de Génesis puede ser dividido en dos secciones: La Historia Primitiva y la Historia Patriarcal. La Historia Primitiva registra: la Creación; la Caída del hombre; el Diluvio; y la Dispersión. La Historia Patriarcal registra las vidas de cuatro grandes hombres: Abraham; Isaac; Jacob; y José.
Dios creó un universo que era bueno y libre de pecado. Dios creó a la humanidad para tener una relación personal con Él. Adán y Eva pecaron y por ello trajeron la maldad y la muerte al mundo. La maldad se incrementó constantemente en el mundo hasta que solamente quedó una familia en la que Dios encontró algo bueno. Dios envió el Diluvio para acabar con el mal, pero salvó a Noé y su familia junto con los animales en el Arca. Después del Diluvio, la humanidad comenzó nuevamente a multiplicarse y se extendió por todo el mundo. Luego Dios eligió a Abraham, a través de quien Él formaría un pueblo elegido y eventualmente al Mesías prometido. El linaje elegido pasó a Isaac el hijo de Abraham, y luego a Jacob, el hijo de Isaac. Dios cambió el nombre de Jacob al de Israel, y sus doce hijos se convirtieron en los ancestros de las doce tribus de Israel. En Su soberanía, Dios hizo que José el hijo de Jacob fuera enviado a Egipto debido a las despreciables acciones de sus hermanos. Este hecho, destinado para el mal por sus hermanos, estaba destinado por Dios para bien, y eventualmente dio como resultado que José, quien había adquirido gran poder en Egipto, salvara a Jacob y su familia de una hambruna devastadora.
Referencias Proféticas: Muchos temas del Nuevo Testamento tienen sus raíces en Génesis. Jesucristo es la Simiente de la mujer que destruiría el poder de Satanás (Gn 3:15). En cuanto a José, el plan de Dios para el bien de la humanidad a través del sacrificio de Su Hijo, fue destinado para bien, aunque aquellos que crucificaron a Jesús lo hicieron por maldad. Noé y su familia son los primeros de muchos remanentes descritos en la Biblia. A pesar de las adversidades y las difíciles circunstancias, Dios siempre preserva para Sí Mismo a un remanente fiel. El remanente de los israelitas regresó a Jerusalén después de la cautividad en Babilonia. Dios preservó a un remanente a través de todas las persecuciones descritas en Isaías y Jeremías. Un remanente de 7.000 fieles fue escondido de la ira de Jezabel. Dios promete que un día, un remanente de judíos abrazará a su verdadero Mesías (Ro 11). La fe manifestada por Abraham sería el don de Dios y la base de la salvación tanto de judíos como de gentiles (Ef 2:8-9; He 11).
El tema predominante de Génesis es la existencia eterna de Dios y Su creación del mundo. No hay esfuerzo por parte del autor de defender la existencia de Dios; él simplemente declara que Dios es, siempre ha sido, y siempre será, todopoderoso sobre todas las cosas. De la misma manera, tenemos confianza en las verdades de Génesis, a pesar de los alegatos de aquellos que las negarían. Toda la gente, sin importar la cultura, nacionalidad o idioma, es responsable ante el Creador. A causa del pecado, introducido al mundo en la Caída, fuimos separados de Él. Pero a través de una pequeña nación, Israel, el plan de Dios para la redención de la raza humana fue revelado y puesto a disposición de todos. Nos regocijamos en ese plan.
Dios creó el universo, la tierra, y todo ser viviente. Podemos confiar en Él, para manejar las preocupaciones de nuestras vidas. Dios puede tomar una situación sin esperanza de solución (p. ej. la falta de hijos de Abraham y Sara), y hacer cosas asombrosas, si simplemente confiamos y obedecemos. Cosas terribles e injustas suceden en nuestras vidas, como con José, pero Dios siempre traerá un mayor bien, si tenemos fe en Él y en Su plan soberano. “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Ro 8:28).
SALMOS
La breve descripción que introduce los salmos, mencionan a David como el autor en 73 ocasiones. La personalidad e identidad de David están claramente plasmadas en muchos de estos salmos. Mientras que es claro que David escribió muchos de los salmos individuales, definitivamente él no es el único autor de toda la colección. Dos de los salmos (72 y 127) son atribuidos a Salomón, el hijo y sucesor de David. El salmo 90 es una oración atribuida a Moisés. Otro grupo de 12 salmos (50 y 73-83) es adjudicado a la familia de Asaf. Los hijos de Coré escribieron 11 salmos (42, 44-49, 84-85, 87-88). El salmo 88 es atribuido a Hermán, mientras que el 89 es atribuido a Etán el ezraíta. Con la excepción de Salomón y Moisés, todos estos autores adicionales fueron sacerdotes o levitas quienes eran responsables de proveer música para la adoración del santuario durante el reinado de David. Cincuenta de los salmos no especifican a ninguna persona como su autor.
Un cuidadoso examen sobre el asunto de la autoría, así como del tema tratado por los salmos mismos, revela que abarcan un período de muchos siglos. El salmo más antiguo en la colección es probablemente la oración de Moisés (90), una reflexión sobre la fragilidad del hombre comparado con la eternidad de Dios. El último salmo es probablemente el 137, una canción de lamento claramente escrito durante los días cuando los hebreos habían sido llevados cautivos por los babilonios, desde el 586 al 538 a.C. Está claro que los 150 salmos individuales fueron escritos por muchas diferentes personas a través de un período de mil años en la historia de Israel. Éstos han de haber sido coleccionados y reunidos en su presente forma por un editor desconocido, poco después de haber terminado la cautividad cerca del 537 a.C.
El Libro de Salmos es el libro más largo de la Biblia, con 150 salmos individuales. También es uno de los más diversos, puesto que los salmos tratan con temas tales como Dios y Su creación, la guerra, adoración, sabiduría, pecado y maldad, juicio, justicia y la venida del Mesías.
Versículos Clave: Salmos 19:1 “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos”.
Salmos 22:16-18 “Porque perros me han rodeado; me ha cercado cuadrilla de malignos; horadaron mis manos y mis pies. Contar puedo todos mis huesos. Entre tanto, ellos me miran y me observan. Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes”.
Salmos 23:1 “Jehová es mi pastor; nada me faltará”.
Salmos 29:1-2 ““Tributad a Jehová, oh hijos de los poderosos, dad a Jehová la gloria y el poder. Dad a Jehová la gloria debida a su nombre; adorad a Jehová en la hermosura de la santidad”.
Salmos 51:10 “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”.
Salmos 119:1-2 “Bienaventurados los perfectos de camino, los que andan en la ley de Jehová. Bienaventurados los que guardan sus testimonios, y con todo el corazón le buscan”.
El Libro de Salmos es una colección de oraciones, poemas, e himnos, que centran los pensamientos del adorador en Dios, en alabanza y adoración. Partes de este libro fueron usadas como un himnario en los servicios de adoración del antiguo Israel. La herencia musical de los salmos está demostrada por su título. Éste procede de una palabra griega que significa “una canción cantada al acompañamiento de un instrumento musical”.
Referencias Proféticas: Un tema recurrente en los Salmos, es la provisión de Dios de un Salvador para Su pueblo. Las imágenes proféticas del Mesías se ven en numerosos salmos. El Salmo 2:1-12 describe el triunfo y el reino del Mesías. El Salmo 16:8-11 prefigura Su muerte y resurrección. El Salmo 22 nos muestra al Salvador sufriente en la cruz y presenta detalles proféticos de la crucifixión, todo lo cual fue cumplido a la perfección. Las glorias del Mesías y Su novia son presentadas en el Salmo 45:13-14, mientras que los Salmos 72:6-7; 89:3-37; 110:1-7; y 132:12-18 presentan la gloria y universalidad de Su reino.
Uno de los resultados de ser lleno con el Espíritu o con la Palabra de Cristo, es cantar. Los salmos son el cancionero de la iglesia primitiva, que reflejaban la nueva verdad en Cristo. Dios es el mismo Señor en todos los salmos, pero respondemos a Él en diferentes maneras, de acuerdo con las circunstancias específicas de nuestra vida. ¡Qué maravilloso Dios es al que adoramos!, declara el salmista, Uno que es alto y elevado por encima de nuestras experiencias humanas, pero también Uno que está lo suficientemente cerca para tocarlo y quien camina a nuestro lado a lo largo de todo nuestro camino por la vida. Podemos traer todos nuestros sentimientos a Dios sin importar cuán negativos o quejumbrosos puedan ser, y podemos descansar, seguros de que Él nos escuchará y entenderá. El salmista nos enseña que la oración más profunda de todas es el grito de ayuda mientras nos encontramos abrumados por los problemas de la vida.
PROVERBIOS
El rey Salomón es el principal escritor de Proverbios. Su nombre aparece en Proverbios 1:1, 10:1, y Proverbios 25:1. También podemos suponer que Salomón coleccionó y editó proverbios que no eran suyos, porque Eclesiastés 12:9 dice, “Y cuanto más sabio fue el Predicador, tanto más enseñó sabiduría al pueblo; e hizo escuchar, e hizo escudriñar, y compuso muchos proverbios”. Los proverbios de Salomón fueron escritos alrededor del 900 a.C. Durante su reinado como rey de Israel, la nación alcanzó su clímax espiritual, político, cultural, y económico. Mientras aumentaba la reputación de Israel, también lo hacía la del rey Salomón. Dignatarios extranjeros de los lugares más lejanos del mundo conocido, viajaban grandes distancias para escuchar hablar al sabio monarca (1 R 4:34). El conocimiento no es más que la acumulación de hechos reales, pero la sabiduría es la habilidad de ver a la gente, los eventos, y las situaciones como Dios las ve. En Proverbios, Salomón revela la mente de Dios en asuntos altos y sublimes y también en situaciones comunes, ordinarias, y cotidianas. Ningún tema escapó la atención del rey Salomón. Asuntos pertenecientes a la conducta personal, relaciones sexuales, negocios, riqueza, caridad, ambición, disciplina, deudas, crianza de los hijos, carácter, alcohol, política, venganza, y bondad, están entre muchos otros temas que se tratan en esta rica colección de dichos sabios.
Versículos Clave: Proverbios 1:5 “Oirá el sabio, y aumentará el saber, y el entendido adquirirá consejo”.
Proverbios 1:7 “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová. Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza”.
Proverbios 4:5 “Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no te olvides ni te apartes de las razones de mi boca”.
Proverbios 8:13-14 “El temor de Jehová es aborrecer el mal; La soberbia y la arrogancia, el mal camino, y la boca perversa, aborrezco. Conmigo está el consejo y el buen juicio; Yo soy la inteligencia; mío es el poder”.
Resumir Proverbios es un poco difícil, porque a diferencia de muchos otros libros de la Escritura, en este no hay una trama o un argumento que se encuentre en sus páginas; pero existen en el libro personajes principales que el estudiante diligente debe distinguir. Es la sabiduría lo que está en el escenario central—una grande y divina sabiduría, que trasciende el total de la historia, los pueblos y las culturas. Aún una lectura superficial de este magnífico tesoro revela las sustanciales palabras del sabio rey Salomón que son tan relevantes ahora como lo fueron hace unos tres mil años.
Referencias Proféticas: El tema de la sabiduría y su necesidad en nuestras vidas, encuentra su cumplimiento en Cristo. En Proverbios somos continuamente exhortados a buscar la sabiduría, adquirir sabiduría y entender sabiduría. Proverbios también nos dice—y lo repite a menudo—que el temor del Señor es el principio de la sabiduría (Pr 1:7; 9:10). Nuestro temor a la ira y justicia de Dios, es lo que nos lleva a Cristo, quien es la encarnación de la sabiduría de Dios, como se expresó en Su glorioso plan de redención para la raza humana. En Cristo, es “en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento” (Col 2:3), encontramos la respuesta a nuestra búsqueda de la sabiduría, el remedio para nuestro temor de Dios, y la “sabiduría, justificación, santificación y redención” que tan desesperadamente necesitamos (1 Co 1:30). La sabiduría que se encuentra solo en Cristo está en contraste con la necedad del mundo, la cual nos anima a ser sabios a nuestros propios ojos. Pero Proverbios también nos dice que los caminos del mundo no son los de Dios (Pr 3:7) y que solo conducen a la muerte (Pr 14:12; 16:25).
Dentro de los 31 capítulos y los 915 versículos de este libro, se encuentra un innegable sentido práctico para las respuestas racionales y sensibles a toda clase de dificultades complejas. Ciertamente, Proverbios es el gran libro de “cómo hacerlo” que jamás se ha escrito. Aquellos que tienen el buen sentido de adoptar para sí las lecciones de Salomón, descubrirán rápidamente, que la piedad, la prosperidad, y la alegría son suyas con pedirlo.
La promesa recurrente en Proverbios es que aquellos que eligen la sabiduría y siguen a Dios, serán bendecidos de muchas maneras: con larga vida (Pr 9:11); prosperidad (Pr 2:20-22); gozo (Pr 3:13-18); y la bondad de Dios (Pr 12:21). Por otra parte, aquellos que lo rechazan, sufrirán vergüenza y muerte (Pr 3:35;10:21). Rechazar a Dios es elegir la necedad sobre la sabiduría, y es separarnos nosotros mismos de Dios, de Su Palabra, de Su sabiduría, y de Sus bendiciones. Tenemos un Comentario de Proverbios, un comentario de los 915 versículos, que el interesado haría bien consultar.
ISAÍAS
Isaías 1:1 identifica al autor del libro como el Profeta Isaías. Isaías fue escrito entre los años 701 y 681 a.C. Isaías fue primeramente llamado a profetizar al reino de Judá. Judá había estado atravesando por tiempos de avivamiento y tiempos de rebelión. Judá había estado amenazado con destrucción por Asiria y Egipto, pero fue preservado por la misericordia de Dios. Isaías proclamó un mensaje de arrepentimiento del pecado y la esperanza de la liberación de Dios en el futuro.
Versículos Clave: Isaías 6:8, “Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí”.
Isaías 7:14, “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel”.
Isaías 9:6, “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz”.
Isaías 14:12-13, “¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte”.
Isaías 53:5-6, “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros”.
Isaías 65:25, “El lobo y el cordero serán apacentados juntos, y el león comerá paja como el buey; y el polvo será el alimento de la serpiente. No afligirán, ni harán mal en todo mi santo monte, dijo Jehová”.
El Libro de Isaías revela el juicio y la salvación de Dios. Dios es “santo, santo, santo” (Is 6:3), y, por tanto, Él no puede permitir que el pecado quede impune (Is 1:2; 2:11-20; 5:30; 34:1-2; 42:25). Isaías describe el juicio venidero de Dios como un “fuego consumidor” (Is 1:31; 30:33). Al mismo tiempo, Isaías comprende que Dios es un Dios de misericordia, gracia, y compasión (Is 5:25; 11:16; 14:1-2; 32:2; 40:3; 41:14-16). La nación de Israel (tanto Judá como Israel) es ciega y sorda a los mandamientos de Dios (Is 6:9-10; 42:7). Judá es comparada con una viña que debe ser, y será pisoteada (Is 5:1-7). Solo por Su misericordia y Sus promesas a Israel, Dios no permitirá que Israel o Judá sean completamente destruidas. Él traerá restauración, perdón, y sanidad (Is 43:2; 43:16-19; 52:10-12). Más que ningún otro libro en el Antiguo Testamento, Isaías se enfoca en la salvación que vendrá a través del Mesías. Un día, el Mesías regirá con justicia y juicio (Is 9:7; 32:1). El reinado del Mesías traerá paz y seguridad a Israel (Is 11:6-9). A través del Mesías, Israel será una luz para todas las naciones (Is 42:6; 55:4-5). El reino del Mesías en la tierra (Isaías capítulos 65-66) es la meta hacia la cual señala todo el libro de Isaías. Es durante el reinado del Mesías que la justicia de Dios será totalmente revelada al mundo. En una aparente paradoja, el libro de Isaías también presenta al Mesías como uno que sufrirá. Isaías 53 describe vívidamente el sufrimiento del Mesías por el pecado. Es a través de Sus heridas que se alcanza la sanidad. Es a través de Su sufrimiento que nuestras iniquidades son borradas. Esta aparente contradicción se resuelve en la Persona de Jesucristo. En Su primera venida, Jesús fue el siervo sufriente de Isaías 53. En Su segunda venida, Jesús será el Rey conquistador y soberano, el Príncipe de Paz (Is 9:6).
Referencias Proféticas: Como antes mencionamos, Isaías 53 describe la venida del Mesías y el sufrimiento que Él soportaría con el fin de pagar por nuestros pecados. En Su soberanía, Dios orquestó cada detalle de la crucifixión para cumplir cada profecía de este capítulo, así como otras profecías mesiánicas del Antiguo Testamento. La imagen del capítulo 53 es conmovedora y profética, y contiene un cuadro completo del Evangelio. Jesús fue despreciado y rechazado (Is 53:3; Lc 13:34; Jn 1:10-11), azotado por Dios (Is 53:4; Mt 27:46), y herido por nuestras rebeliones (Is 53:5; Jn 19:34; 1 P 2:24). Por medio de Su sufrimiento, Él pagó el castigo que nosotros merecíamos y se convirtió por nosotros en el último y perfecto sacrificio (Is 53:5; He 10:10). Aunque Él fue sin pecado, Dios puso en Él nuestro pecado, y nosotros fuimos hechos justicia de Dios en Él (2 Co 5:21). El libro de Isaías nos presenta a nuestro Salvador con innegable detalle. Él es el único camino al cielo, el único medio para obtener la gracia de Dios, el único Camino, la única Verdad, y la única Vida (Jn 14:6; Hch 4:12). Sabiendo el precio que Cristo pagó por nosotros, ¿cómo podríamos descuidar o rechazar una salvación tan grande? (He 2:3). Tenemos solo unos pocos cortos años en la tierra para venir a Cristo y abrazar la salvación que solo Él ofrece. No hay una segunda oportunidad después de la muerte, y la eternidad en el infierno es un tiempo muy, muy largo.
¿Conoces a gente que declara ser creyente en Cristo y que son dos caras, que son hipócritas? Ese es tal vez el mejor resumen de cómo Isaías vio a la nación de Israel. Israel tenía una apariencia de rectitud, pero sólo era una fachada. En el libro de Isaías, el Profeta Isaías desafía a Israel a obedecer a Dios con todo su corazón, no solo en el exterior. El deseo de Isaías es que aquellos que oyen y leen sus palabras sean convencidos de volverse de su maldad y de venir a Dios para el perdón y la sanidad.
DANIEL
El Libro de Daniel identifica al profeta Daniel como su autor (Dn 9:2; 10:2). Jesús también menciona a Daniel como su autor (Mt 24:15). El libro de Daniel fue escrito probablemente entre el 540 y el 530 a.C. En el 605 a.C., Nabucodonosor, rey de Babilonia había conquistado a Judá y deportado a muchos de sus habitantes a Babilonia – incluido a Daniel. Daniel sirvió en la corte real de Nabucodonosor y varios gobernantes que siguieron a Nabucodonosor. El Libro de Daniel registra las acciones, profecías, y visiones del profeta Daniel.
Versículos Clave: Daniel 1:19-20, “Y el rey habló con ellos, y no fueron hallados entre todos ellos otros como Daniel, Ananías, Misael y Azarías; así, pues, estuvieron delante del rey. En todo asunto de sabiduría e inteligencia que el rey les consultó, los halló diez veces mejores que todos los magos y astrólogos que había en todo su reino”.
Daniel 2:31, “Tú, oh rey, veías, y he aquí una gran imagen. Esta imagen, que era muy grande, y cuya gloria era muy sublime, estaba en pie delante de ti, y su aspecto era terrible”.
Daniel 3:17-18, “He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado”.
Daniel 4:34-35, “Mas al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades. Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?”.
Daniel 9:25-27, “Sabe, pues, y entiende, que, desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones. Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador”.
El Libro de Daniel se puede dividir en tres secciones. El capítulo 1 describe la conquista de Jerusalén por los babilonios. Junto con muchos otros, Daniel y sus tres amigos fueron deportados a Babilonia y por su valentía y obvias bendiciones de Dios sobre ellos, fueron “promovidos” al servicio del rey (Dn 1:17-20). Los capítulos 2-7 registran a Nabucodonosor teniendo un sueño que solo Daniel pudo conocer e interpretar correctamente. El sueño de Nabucodonosor sobre una gran estatua, representaba los reinos que se levantarían en el futuro. Nabucodonosor hizo una gran estatua de sí mismo y forzó a todos a adorarla. Sadrac, Mesac y Abed-nego se rehusaron y fueron librados milagrosamente por Dios, a pesar de haber sido echados dentro de un horno de fuego. Nabucodonosor fue juzgado por Dios por su soberbia, pero después restaurado, una vez que reconoció y admitió la soberanía de Dios. Daniel capítulo 5, registra la profanación de Belsasar, hijo de Nabucodonosor, de los objetos tomados del templo de Jerusalén; y como respuesta, recibió un mensaje de Dios, escrito en la pared. Solo Daniel pudo interpretar la escritura, un mensaje del juicio venidero de Dios. Daniel es echado al foso de los leones por rehusarse a adorar al emperador, pero fue librado milagrosamente. Dios le dio a Daniel una visión de cuatro bestias. Las cuatro bestias representan los imperios de Babilonia, Medo-Persa, Grecia, y el del Anticristo escatológico (Ap 13). Los capítulos 8-12 contienen una visión de un carnero, un macho cabrío, y varios cuernos—también referente a futuros reinos y sus gobernantes. Daniel capítulo 9, registra la profecía de las setenta semanas. Dios le dio a Daniel el tiempo preciso cuando el Mesías vendría y sería muerto. Daniel es visitado y fortalecido por un ángel después de esta gran visión, y el ángel le explica la visión a Daniel con gran detalle.
Referencias Proféticas: Vemos en las historias del horno de fuego y de Daniel en el foso de los leones, una referencia profética de la salvación provista por Cristo. Los tres hombres declaran que Dios es un Dios que salva, y quien puede librarlos del horno de fuego (Dn 3:17). De la misma forma, al enviar a Jesús a morir por nuestros pecados, Dios ha provisto un escape del fuego del infierno (1 P 3:18). En el caso de Daniel, Dios envió un ángel para cerrar las bocas de los leones y salvó a Daniel de la muerte. Jesucristo es nuestra provisión de los peligros del pecado y del león rugiente (1 P 5:8) que amenazan con devorarnos. La visión de Daniel del final de los tiempos representa al Mesías de Israel, por quien muchos serán limpios y purificados (Dn 12:10). Él es nuestra justificación (1 P 5:21) por quien nuestros pecados, a través de Su sangre, serán lavados y seremos tan blancos como la nieve (Is 1:18). Al igual que Sadrac, Mesac, y Abed-nego, siempre debemos permanecer firmes ante lo que sabemos que es lo correcto. Dios es más grande que cualquier castigo que pudiera venir sobre nosotros. Ya sea que Dios decida librarnos o no, Él siempre es digno de nuestra confianza. Dios sabe lo que es mejor, y Él honra a aquellos que le obedecen. Dios tiene un plan, y Su plan está elaborado hasta el más mínimo detalle. Dios conoce y tiene el control del futuro. Todo lo que Dios ha predicho, se ha cumplido con la exactitud con que fue anunciado. Por tanto, debemos creer y confiar en que las cosas que Él ha predicho para el futuro, algún día ocurrirán exactamente como Dios lo ha declarado. El libro de Daniel ha sido llamado, con justa razón, el Apocalipsis del Antiguo Testamento.
JONÁS
Jonás 1:1 identifica específicamente al Profeta Jonás como el autor del libro. Jonás fue escrito probablemente entre el 793 y el 758 a.C. Desobediencia y avivamiento son los temas clave en este libro. La experiencia de Jonás en el vientre de la ballena, le da la oportunidad excepcional de buscar una liberación también excepcional, mientras él se arrepiente durante este retiro igualmente excepcional. Su desobediencia inicial conduce no solo a su avivamiento personal, sino también al de los ninivitas. Muchos clasifican el avivamiento que Jonás trajo a Nínive como uno de los mayores esfuerzos evangelísticos de todos los tiempos.
Versículos Clave: Jonás 1:3, “Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis…”
Jonás 1:17, “Pero Jehová tenía preparado un gran pez que tragase a Jonás; y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches”.
Jonás 2:2, “Invoqué en mi angustia a Jehová, y él me oyó; desde el seno del Seol clamé, y mi voz oíste”.
Jonás 3:10, “Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo”.
El temor y el orgullo de Jonás, causan que huya de Dios. Él no desea ir a Nínive a predicar el arrepentimiento a la gente como Dios le había ordenado, porque siente que ellos son sus enemigos. Él está convencido de que Dios no llevará a cabo su amenaza de destruir la ciudad. En vez de ello, aborda un barco para Tarsis, que está en la dirección opuesta. Pronto una embravecida tormenta causa que la tripulación eche suertes y determine que Jonás es el problema. Ellos lo tiran por la borda, y es tragado por un gran pez. En su vientre, por 3 días y 3 noches, Jonás se arrepiente de su pecado hacia Dios, y el pez lo vomita en tierra seca. Jonás entonces hace el viaje de 800 kilómetros a Nínive y conduce a la ciudad a un gran avivamiento. Pero el profeta se enoja en vez de estar agradecido cuando Nínive se arrepiente. Sin embargo, Jonás aprende su lección, cuando Dios usa un viento, una calabacera, y un gusano para enseñarle que Él es misericordioso.
Referencias Proféticas: Es claro que Jonás es un tipo de Cristo, de acuerdo a las propias palabras del Señor Jesús. En Mateo 12:40-41, Él declara que estará en la tumba el mismo tiempo que Jonás estuvo en el vientre del gran pez. Prosigue diciendo que mientras los ninivitas se arrepintieron ante la predicación de Jonás, los fariseos y maestros de la ley, quienes rechazaron a Jesús, estaban rechazando a Uno que es mucho más grande que Jonás. Así como Jonás trajo la verdad de Dios respecto al arrepentimiento y la salvación a los ninivitas, Jesús trae el mismo mensaje (Jon 2:9; Jn 14:6) de salvación de y a través de Dios solamente (Ro 11:36). No podemos escondernos de Dios. Lo que Él desea es llevar a cabo a través de nosotros lo que debe suceder, a pesar de todas nuestras objeciones y dilaciones. Efesios 2:10 nos recuerda que Él tiene planes para nosotros, y se encargará de que nos ajustemos a ellos. ¡Sería mucho más fácil si nosotros, a diferencia de Jonás, nos sometiéramos a Él sin tardanza! El amor de Dios se manifiesta a sí mismo en Su accesibilidad para todos, a pesar de nuestra reputación, nacionalidad, o raza. La gratuita oferta del Evangelio es para toda la gente en todos los tiempos. Nuestra tarea como cristianos es ser los medios por los que Dios le diga al mundo sobre la oferta, y regocijarnos en la salvación de otros. Esta es una experiencia que Dios quiere que compartamos con Él, no siendo celosos o resentidos de aquellos que vienen a Cristo en “conversiones de último minuto” o quienes vienen a Él a través de circunstancias diferentes a las nuestras.
MALAQUÍAS
Malaquías 1:1 identifica al autor del libro como el Profeta Malaquías. El libro de Malaquías fue escrito entre el 440 y el 400 a.C. Malaquías es un oráculo: “...la palabra de Jehová contra Israel, por medio de Malaquías” (Mal 1:1). Es una advertencia de Dios a través de Malaquías, para decirle a la gente que regrese a Dios. Mientras el último libro del Antiguo Testamento se cierra, el pronunciamiento de la justicia y la promesa de Dios de su restauración a través de la venida del Mesías, resuena en los oídos de los israelitas. Sobrevienen cuatrocientos años de silencio, terminando con un mensaje similar del siguiente profeta de Dios, Juan el Bautista, proclamando, “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mt 3:2).
Versículos Clave: Malaquías 1:6, “El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? y si soy señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que menospreciáis mi nombre”.
Malaquías 3:6-7, “Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos. Desde los días de vuestros padres os habéis apartado de mis leyes, y no las guardasteis. Volveos a mí, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos”.
Malaquías escribió las palabras del Señor al pueblo elegido de Dios quien se había extraviado, especialmente los sacerdotes quienes se habían alejado del Señor. Los sacerdotes no estaban tratando con respeto los sacrificios que debían hacer a Dios. Los animales defectuosos eran sacrificados, aún cuando la ley demandaba que debían ser animales sin defecto (Dt 15:21). Los hombres de Judá eran desleales con las esposas de su juventud, y se preguntaban por qué Dios no aceptaba sus sacrificios. Tampoco la gente estaba diezmando como debía hacerlo (Lv 27:30, 32). Pero a pesar del pecado de la gente y su alejamiento de Dios, Malaquías reitera el amor de Dios por Su pueblo (Mal 1:1-5) y Sus promesas de un Mensajero venidero (Mal 2:17-3:5).
Referencias Proféticas: Malaquías 3:1-6 es una profecía concerniente a Juan el Bautista. Él es el mensajero del Señor, enviado para preparar el camino para el Mesías, Jesucristo (Mt 11:10). Juan predicó el arrepentimiento y bautizó en el nombre del Señor, preparando así el camino para la primera venida de Cristo. Pero el Mensajero que “vendrá súbitamente a su templo” es Cristo Mismo en Su segunda venida, cuando venga en gran gloria y poder (Mt 24). En aquel tiempo Él “limpiará a los hijos de Leví” (Mal 3:3), significando que aquellos que ejemplificaban la Ley Mosaica, necesitaban ellos mismos ser purificados del pecado a través de la sangre del Salvador. Sólo entonces estarían en condición de ofrecer “una ofrenda de justicia” porque sería la justicia de Cristo imputada a ellos a través de la fe (2 Co 5:21). Dios se ofende cuando no obedecemos Sus mandamientos. Él les devolverá el pago a aquellos que no lo escuchan. En cuanto al aborrecimiento de Dios por el divorcio (Mal 2:16), Dios toma muy seriamente el pacto del matrimonio y no quiere que sea quebrantado. Debemos ser fieles a la compañera de nuestra juventud toda nuestra vida. Dios ve nuestros corazones, así que Él sabe cuáles son nuestras intenciones; nada puede esconderse de Él. Él regresará, y será el Juez. Pero si regresamos a Él, Él regresará a nosotros (Mal 3:6).
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