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martes, 26 de noviembre de 2024

QUID EST VERITAS

Hace dos mil años la Verdad fue sometida a juicio y juzgada por la gente que era adicta a las mentiras. De hecho, la Verdad enfrentó seis juicios en menos de doce horas, tres de los cuales fueron religiosos, y tres fueron civiles. Al final, pocas personas implicadas en esos acontecimientos podían responder a la pregunta, ¿Qué es la verdad? (Latín: Quid est veritas). 

Después de ser arrestado, la Verdad fue conducida primeramente a un hombre llamado Anás, un corrupto ex-sumo sacerdote de los judíos. Anás quebrantó numerosas leyes judías durante el juicio, incluyendo la celebración del juicio en su casa, tratando de inducir auto-acusaciones en contra del acusado, y golpeando al acusado, quien hasta ese momento no se le había declarado culpable de nada. Después de Anás, la Verdad fue llevada al sumo sacerdote en funciones, Caifás, quien resultaba ser yerno de Anás. Ante Caifás y el Sanedrín judío, se acercaron muchos falsos testigos para hablar en contra de la Verdad, pero no se pudo probar nada, y no pudo encontrarse evidencia de algún delito. Caifás rompió no menos de siete leyes mientras trataba de condenar a la Verdad: (1) el juicio fue mantenido en secreto; (2) se llevó a cabo de noche; (3) implicó soborno; (4) el acusado no tuvo a nadie presente que actuara en su defensa; (5) el requerimiento de dos o tres testigos, no se cumplió; (6) se utilizó un testimonio auto-incriminatorio contra del acusado; (7) decretaron la pena de muerte contra el acusado en el acto. Todas estas acciones estaban prohibidas por la ley judía. A pesar de todo, Caifás declaró culpable a la Verdad, porque la Verdad aseguró ser Dios encarnado, algo que Caifás llamó una blasfemia. 

Cuando llegó la mañana, se llevó a cabo el tercer juicio de la Verdad, con el resultado de que el Sanedrín judío pronunció la sentencia de que la Verdad debía morir. Sin embargo, el concilio judío no tenía derecho legal para llevar a cabo la pena de muerte, así que se vieron forzados a llevar a la Verdad a su cuarto juicio, ante el gobernador romano en turno, un hombre llamado Poncio Pilato. Pilato fue asignado por Tiberio como el quinto prefecto de Judea y sirvió en ese cargo del año 26 al 36 d.C. El procurador tenía el poder de decidir la vida o la muerte, y podía revertir la sentencia capital dictada por el Sanedrín. Mientras la Verdad se encontraba ante Pilato, más mentiras fueron declaradas en Su contra. Sus enemigos decían, A éste hemos hallado que pervierte a la nación, y que prohíbe dar tributo a César, diciendo que él mismo es el Cristo, un rey” (Lc 23:2) Esto era mentira, puesto que la Verdad había dicho a todos que pagaran sus impuestos (Mt 22:21) y jamás habló de Él mismo como un desafío para el César. Pilato envió al Señor a su quinto juicio, ante Herodes (Lc 23:6-12), y este lo envío de vuelta a ser sentenciado finalmente por Pilato en el sexto y final juicio de la Verdad (Jn 18:39-19:6). 

Durante el cuarto juicio, se produjo un breve pero importante diálogo entre la Verdad y Pilato. Entonces Pilato volvió a entrar en el pretorio, y llamó a Jesús y le dijo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Jesús respondió: ¿Dices tú esto por ti mismo, o te lo han dicho otros de mí? Pilato le respondió: ¿Soy yo acaso judío? Tu nación, y los principales sacerdotes, te han entregado a mí. ¿Qué has hecho? Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí. Le dijo entonces Pilato: ¿Luego, eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad oye mi voz. Le dijo Pilato: ¿Qué es la verdad?” (Jn 18:33-38). 

La pregunta de Pilato, ¿Qué es la verdad? ha reverberado a través de la historia. ¿Era un deseo melancólico de saber lo que nadie más podría decirle, un cínico insulto, o tal vez una irritada e indiferente respuesta a las palabras de Jesús? 

En el mundo postmodernista de hoy que niega que la verdad pueda ser conocida, es más importante que nunca antes de responder a la pregunta. ¿Qué es la verdad?” 

Una propuesta definición de la Verdad 

Al definir la Verdad, primero es útil notar lo que la Verdad no es: 

• La verdad no es simplemente lo que funciona. Esto el pragmatismo, un enfoque del tipo de el “fin justifica los medios”. En realidad, las mentiras pueden parecer que funcionan, pero aun así son mentiras y no la verdad. 

• La verdad no es simplemente lo que es coherente o comprensible. Un grupo de gente puede reunirse y formar una conspiración basándose en una serie de falsedades en la que todos concuerdan en contar la misma historia falsa, pero eso no hace que su declaración sea una verdad. 

• La verdad no es lo que hace sentir bien a la gente. Desafortunadamente, las malas noticias pueden ser la verdad. 

• La verdad no es lo que la mayoría dice que es la verdad. Noventa y nueve por ciento de un grupo puede llegar a una conclusión equivocada (piensa en Noé y su generación). 

• La verdad no es lo que resulta comprensible. Aún una larga y detallada presentación puede resultar en una conclusión falsa. 

• La verdad no se define por lo que se pretende. Las buenas intenciones a menudo están equivocadas. 

• La verdad no es cómo la conocemos; la verdad es lo que conocemos. 

• La verdad no es simplemente lo que se cree. Una mentira creída sigue siendo una mentira. 

• La verdad no es lo que es demostrado públicamente. Una verdad puede ser conocida privadamente (por ejemplo, la ubicación de un tesoro enterrado). 

La palabra griega para “verdad” es alētheia, la cual, literalmente significa no-escondida o nada escondido. Transmite la idea de que la verdad siempre está ahí, siempre abierta y disponible para que todos puedan verla, con nada escondido u oculto. La palabra hebrea para verdad es emeth, que significa firmeza constancia y duración. Tal definición implica una sustancia eterna y algo en que se puede confiar. 

Desde la perspectiva filosófica, hay tres maneras simples de definir la verdad: 

1. Verdad es lo que corresponde a la realidad.
2. Verdad es lo que concuerda con su objeto.
3. Verdad es simplemente decir algo tal como es.

Primero, la verdad corresponde a la realidad o 
lo que es. Es real. La verdad también es correspondiente en la naturaleza. En otras palabras, concuerda con su objeto y es conocida por su referente. Por ejemplo, un maestro frente a una clase puede decir, La única salida de este salón se encuentra a la derecha. Para la clase que está frente al maestro, la puerta de salida puede estar a su izquierda, pero es absolutamente cierto que la puerta, para el profesor, está a la derecha.

La verdad también concuerda con su objeto. Puede ser absolutamente cierto que alguna persona pueda necesitar determinada cantidad de miligramos de un medicamento, pero otra persona puede necesitar más o menos del mismo medicamento para producir el efecto deseado. Esta no es una verdad relativa, sino solo un ejemplo de cómo la verdad debe ajustarse a su objeto. Sería erróneo (y potencialmente peligroso) para un paciente, solicitar a su médico que le dé una cantidad inadecuada de un medicamento en particular, o decir que cualquier medicina funcionará para su padecimiento específico. En pocas palabras, la verdad es simplemente decir algo tal como es; es la manera en que las cosas son en realidad, y cualquier otro punto de vista es incorrecto. Un principio fundamental es ser capaz de discernir entre la verdad y el error, o como Tomás de Aquino observó: Es la tarea del filósofo, hacer distinciones.

Desafíos de la Verdad

Las palabras de Aquino no son muy populares hoy en día. El hacer distinciones parece estar pasado de moda en la era postmoderna del relativismo. Es aceptable decir, Esto es verdad, en tanto no sea seguido por un, y por lo tanto eso otro es falso. Esto es especialmente observable en asuntos de fe y religión, en donde se supone que cada sistema de creencias se encuentra en igualdad de condiciones respecto a la verdad. 

Hay una variedad de pensamientos y cosmovisiones que desafían el concepto de la verdad, sin embargo, cuando se los analiza detenidamente, resultan ser auto-excluyentes en su naturaleza. 

El relativismo dice que toda verdad es relativa y que no hay tal cosa como la verdad absoluta. Pero uno se pregunta: ¿la afirmación de que toda verdad es relativa es una verdad relativa o una verdad absoluta? Si es una verdad relativa, entonces realmente carece de sentido; ¿cómo sabemos cuándo y dónde se aplica? Si es una verdad absoluta, entonces la verdad absoluta existe. Más aún, el relativismo traiciona su propia postura cuando establece que la posición del absolutismo es errónea: ¿Por qué no pueden estar también en lo correcto aquellos que dicen que la verdad absoluta existe? En esencia, cuando el relativista dice que, La verdad no existe, te pide que no le creas, y lo mejor que podemos hacer es seguir su consejo.  

Aquellos que siguen el escepticismo simplemente dudan de toda verdad. Pero ¿está escéptico el escéptico del escepticismo; duda él de la verdad de su propia afirmación? Si es así, entonces ¿para qué prestarle atención al escepticismo? Si no es así, entonces podemos estar seguros de al menos una cosa (en otras palabras, la verdad absoluta existe): el escepticismo, el cual, irónicamente, se convierte en la verdad absoluta en ese caso. El agnóstico dice que no puedes conocer la verdad. Sin embargo, esta mentalidad es auto-excluyente, porque asegura conocer al menos una verdad: que no puedes conocer la verdad

Los discípulos del postmodernismo, simplemente no afirman ninguna verdad en particular. El santo patrón del postmodernismo—Frederick Nietzsche—describió la verdad de esta manera: ¿Qué es entonces la verdad? Un ejército móvil de metáforas, metonimias y antropomorfismos… verdades son ilusiones… monedas que han perdido sus imágenes y que ahora cuentan solo como metal, ya no como monedas

Irónicamente, aunque el postmodernismo mantiene monedas en su mano que ahora son meramente metal”, éste afirma al menos una verdad absoluta: la verdad absoluta de que ninguna verdad debe ser afirmada. Al igual que las otras cosmovisiones, el postmodernismo es auto-excluyente y no puede sostenerse bajo su propia afirmación. 

Una cosmovisión popular es el pluralismo, el cual dice que todas las afirmaciones de la verdad son igualmente válidas. Desde luego, esto es imposible. ¿Pueden dos afirmaciones—una diciendo que una mujer está embarazada y la otra diciendo que no lo está—ser ciertas al mismo tiempo? El pluralismo se deshace a los pies de la ley de la no-contradicción, la cual dice que algo no puede ser tanto A como No-A al mismo tiempo y en el mismo sentido. Como un filósofo dijo sarcásticamente: “Cualquiera que crea que la ley de la no-contradicción no es verdad (y de forma predeterminada, el pluralismo es verdad) debe ser golpeado y quemado, hasta que admita que ser golpeado y quemado no es la misma cosa a no ser golpeado y quemado. También, nótese que el pluralismo afirma que es verdad, y que cualquier cosa que se le oponga es falsa, la cual es una afirmación que niega su propio principio fundamental. 

El espíritu detrás del pluralismo, es una actitud de brazos abiertos a la tolerancia. Sin embargo, el pluralismo confunde la idea de que todos tienen igual valor con la que cada afirmación de la verdad es igualmente válida. Más sencillo, toda la gente puede ser igual, pero no todas las afirmaciones de la verdad lo son. El pluralismo no entiende la diferencia entre la opinión y la verdad, una distinción que Mortimer Adler señala: El pluralismo es deseable y tolerable, solo en aquellas áreas en que son cuestiones de gusto, y no en asuntos de la verdad

La ofensiva naturaleza de la Verdad 

Cuando el concepto de la verdad es difamado, generalmente es por una o más de las siguientes razones: 

• Una queja común en contra de cualquiera que asegura tener la verdad absoluta, en cuestiones de fe y religión, es que tal postura es intolerante. Sin embargo, el crítico no entiende que, por naturaleza, la verdad es intolerante. ¿Es intolerante un profesor de matemáticas por sostener la creencia de que 2 + 2 solo es igual a 4?

• Otra objeción a la verdad es que es arrogante asegurar que alguien esté en lo cierto y la otra persona esté equivocada. Sin embargo, regresando al ejemplo anterior con las matemáticas, ¿es arrogante para el profesor de matemáticas insistir en que solo hay una respuesta correcta al problema matemático? ¿O es arrogante para un cerrajero asegurar que solo una llave abrirá una puerta cerrada? 

• Una tercera acusación contra aquellos partidarios de la verdad absoluta en materia de fe y religión es que tal posición excluye a la gente, en lugar de incluirla. Pero tal queja fracasa en entender que la verdad, por naturaleza, excluye a su opositor. Todas las respuestas, a excepción del 4 son excluidas de la realidad que resulta del 2 + 2. 

• Hay aún otra protesta en contra de la verdad absoluta, y es que es ofensivo y divisivo asegurar que uno tiene la verdad. En cambio, el crítico sostiene, todo lo que importa es la sinceridad. El problema con esta postura, es que la verdad es inmune a la sinceridad, la creencia y el deseo. No importa cuán sinceramente crea uno que la llave equivocada abrirá la puerta; aun así la llave no entrará y la cerradura no se abrirá. La verdad tampoco es afectada por la sinceridad. Si alguien toma un frasco de veneno, y sinceramente cree que es limonada, aun así sufrirá los infortunados efectos del veneno. Finalmente, la verdad es insensible al deseo. Una persona puede desear fuertemente que su auto no se haya quedado sin gasolina, pero si el indicador dice que el tanque está vacío, y el auto ya no arranca, entonces no hay deseo en el mundo que haga que milagrosamente el auto siga adelante. 

Algunos admitirán que la verdad absoluta existe, pero dirán que tal postura solo es válida en el área de la ciencia y no en cuestiones de fe y religión. Esto es llamado positivismo lógico, el cual fue popularizado por filósofos tales como David Hume, y A. J. Ayer. En esencia, tales personas declaran que las afirmaciones de la verdad deben ser, o (1) tautologías (por ejemplo, que todos solteros son hombres solteros), o (2) empíricamente verificable (esto es, verificable mediante la ciencia). Para el positivista lógico, toda conversación sobre Dios es una tontería. 

Aquellos que se adhieren a la noción de que solo la ciencia puede hacer afirmaciones de la verdad, no reconocen en que hay muchas realidades de la verdad, donde la ciencia es impotente. Por ejemplo: 

• La ciencia no puede probar las disciplinas de las matemáticas y la lógica, porque las presupone. 

• La ciencia no puede probar verdades metafísicas, tales como, otras mentes además de la mía  realmente existen.  

• La ciencia es incapaz de proporcionar la verdad en las áreas de la moral y la ética. Por ejemplo, tú no puedes usar la ciencia para probar que los Nazis eran malvados. 

• La ciencia es incapaz de declarar verdades sobre disposiciones estéticas, como la belleza de un amanecer. 

• Por último, cuando alguien hace la declaración de que la ciencia es la única fuente de verdad objetiva, acaba de hacer una declaración filosófica—que no puede ser probada por la ciencia. 

• Y hay aquellos que dicen que la verdad absoluta, no se aplica en el área de la moralidad. Sin embargo, la respuesta a la pregunta, ¿Es moral torturar y asesinar a un niño inocente? es absoluta y universal: No. O, para hacerlo más personal, aquellos que se adhieren a la verdad relativa con respecto a la moral, siempre parecen desear que su cónyuge les sea absolutamente fiel a ellos. 

Por qué es importante la Verdad 

¿Por qué es tan importante entender y adherirse al concepto de la verdad absoluta en todas las áreas de la vida (incluyendo la fe y la religión)? 

Simplemente porque tiene consecuencias el estar equivocado. El dar a alguien la cantidad equivocada de medicamento, puede matarlo; el tener un asesor de inversiones que tome las decisiones monetarias equivocadas, puede llevarte a pobreza total; el abordar el avión equivocado te llevará donde no deseas ir; y lidiar con una pareja que es infiel en el matrimonio puede resultar en la destrucción de una familia, y potencialmente en enfermedad. 

Dios y la Verdad 

Durante los seis juicios a los que fue sometido el Señor Jesús, el contraste entre la verdad (justicia) y las mentiras (injusticia) fue inconfundible. Ahí estaba Él, la Verdad, siendo juzgado por aquellos cuyas acciones estaba bañadas en mentiras. Los líderes judíos quebrantaron casi cada ley diseñada para proteger al acusado de condenas injustas. Se afanaron obcecadamente en encontrar cualquier testimonio que pudiera incriminar a Jesús, y en su frustración, se basaron en evidencias falsas, presentadas por mentirosos. Pero aún eso no pudo ayudarlos a lograr su objetivo. Así que quebrantaron otra ley y forzaron al Señor a implicarse a Sí Mismo. 

Una vez frente a Pilato, los líderes judíos mintieron nuevamente. Acusaron a Jesús de blasfemia, pero puesto que sabían que esto no sería suficiente para convencer a Pilato de condenarlo a muerte, afirmaron que Jesús desafiaba a César y quebrantaba la ley romana, soliviantando a la gente para no pagar impuestos. Nótese que Pilato rápidamente detectó el engaño y manipulación de los judíos, y ni siquiera hizo mención del cargo en contra del Señor. 

Jesús, el Justo, estaba siendo juzgado por los injustos. La triste realidad es que estos últimos siempre perseguirán al primero. Es por lo que Caín mató a Abel. Es por lo que Ismael se burló de Isaac. El vínculo entre la verdad y la justicia, y entre la falsedad y la injusticia, está demostrado por una serie de ejemplos en el Nuevo Testamento: 

Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia (2 Ts 2:11-12)

“Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad” (Ro 1:18). 

… el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia (Ro 2:6-8). 

“[el amor] no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad” (1 Co 13:5-6).

La pregunta que hizo Poncio Pilato hace 20 siglos atrás debe ser reformulada, a fin de ser completamente exacta. El comentario del gobernador romano, ¿Qué es la verdad? pasa por alto el hecho de que hay muchas verdades en diferentes áreas del conocimiento y la vida, pero solo Una puede realmente ser la Verdad (con mayúscula). La Verdad debe provenir de alguna parte. 

La cruda realidad, es que Pilato estaba mirando directamente al Origen de toda la Verdad en esa madrugada. No mucho antes de ser arrestado y traído ante el gobernador, Jesús había hecho esta simple declaración Yo soy la verdad (Jn 14:6), lo que fue una declaración bastante increíble. ¿Cómo un hombre podía ser la Verdad? No era posible, a menos que Él fuera más que un hombre, que en realidad fuera lo que Él aseguraba ser. El hecho es que, la afirmación de Jesús fue validada cuando Él resucitó de entre los muertos (Ro 1:4). 

Hay una historia acerca de un hombre que vivía en París, quien fue visitado por un forastero del campo. Queriendo mostrar al forastero la magnificencia de París, lo llevó al museo de Louvre para ver lo grandioso del arte, y luego a un concierto en una majestuosa sala de conciertos, para escuchar tocar a una gran orquesta sinfónica. Al final del día, el forastero del campo comentó que a él no le gustó en particular ni el arte ni la música. A lo que su anfitrión replicó: Ellos no están bajo juicio, tú lo estás”. Con esto el anfitrión quiso decir que si el forastero no era capaz de apreciar la belleza y sublimidad de lo que había visto y oído, entonces no era mejor que un animal, que tampoco es capaz de apreciar esas cosas excelsas. 

Pilato y los líderes judíos pensaron que estaban juzgando a Cristo, cuando, en realidad, ellos eran los que estaban siendo juzgados. Aquel a quien condenaron será su Juez de nuevo, un día, está vez abiertamente y ante todo el universo, como lo será para con todos los que con injusticia detienen la verdad (Ro 14:11; Ap 20:11-14). 

Evidentemente, Pilato nunca llegó a conocer la verdad. Eusebio, el historiador y obispo de Cesárea, registra el hecho de que Pilato finalmente cometió suicidio en algún momento durante el reinado del emperador Calígula (37-41 d.C.), un triste final y un recordatorio para todos de que el ignorar la Verdad siempre conduce a consecuencias indeseables.

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