martes, 27 de mayo de 2025

LA LÁMPARA DEL SEÑOR EN EL HOMBRE

 



“Lámpara de Jehová es el espíritu del hombre, la cual escudriña lo más profundo del corazón” (Pr 20:27).

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El hombre no es un animal, y no es como ninguna otra criatura. Dios Jehová, Creador del cielo y de la tierra, puso en el hombre algo que lo hace muy diferente. Dios le dio al hombre una conciencia, y esta conciencia es ley, maestra y juez para cada hombre, mujer y niño.

Tu conciencia es la lámpara del Señor. Esta luz de Dios dentro de ti examina y juzga tus pensamientos, palabras y acciones. El hombre toma decisiones más que por instinto, porque Dios le dio a cada persona una conciencia para ayudarla a saber y hacer lo que es correcto.

La palabra conciencia consta de dos partes: con, que significa dentro; y ciencia, que significa conocimiento. De tal manera que la palabra conciencia significa: conocerte desde adentro, o, conocerte en tu interior

Este espíritu dentro de ti es la facultad del conocimiento del bien y el mal: aprobará las cosas buenas y condenará las cosas malas que hagas. También reflexionará sobre lo que hacen los demás y emitirá juicios sobre si tienen razón o no.

Considera cómo puedes tener un pensamiento dentro de ti mismo y, sin embargo, analizarlo y juzgarlo también. Un hombre sólo puede conocerse a sí mismo por su conciencia; no puede conocer a otra persona por ella (1 Co 2:11). A veces tu espíritu está lleno de alegría, y otras veces está lleno de tristeza, y ninguna otra persona puede sentir o conocer tus emociones por completo (Pr 14:10).

“Corazón” en este proverbio es una metonimia de tu ser interior y mente. Es una figura retórica que utiliza una parte del cuerpo para referirse a lo que sucede allí. Cuando te mueve la caridad o el miedo, puedes sentirlo en tu corazón. Cuando se trata de caridad, puedes decir: “Me conmueve el corazón”. Cuando se trata de miedo, puedes decir: “Mi corazón saltó dentro de mí”. Según el proverbio, tu conciencia examina toda tu persona interior para ayudarte a tomar decisiones a diario en tu vida.

Tu conciencia puede convencerte de que está mal lo que tú u otros han pensado, dicho o hecho (Ro 2:15). Este sentimiento interno de culpa puede ser muy fuerte y puede controlar o influir en lo que haces o no haces. Los acusadores de la mujer sorprendida en adulterio la dejaron sola cuando su conciencia fue confrontada sobre la justicia de sus acciones (Jn 8:9).

¿Cómo es que tienes una conciencia? El Señor te la dio, por eso se llama la “lámpara de Jehová”. Es una luz de Dios para ayudarte a tomar decisiones. También prueba tu pecaminosidad, porque has pecado contra tu conciencia muchas veces. Incluso si Dios no ha condenado una acción, es pecado para ti si tu conciencia la condena (Ro 14:22-23; Stg 4:17).

Todos los hombres tienen conciencia. Los gentiles, los réprobos y los fariseos tenían conciencia, aunque sea difícil de creer (Ro 2:15; 1:32; Jn 8:9). Amnón y Judas Iscariote tenían conciencia (2 S 13:1-2; Mt 27:3-5). La moderación universal y las leyes sociales de los hombres reflejan esta conciencia, aunque su dolor por el pecado no es un dolor “según Dios” (2 Co 7:9-11). Una conciencia en un hombre no regenerado es simplemente otra causa más de condenación para él.

Dios se ha revelado a todos los hombres en la creación natural. David escribió: “Los cielos cuentan la gloria de Dios” (Sal 19:1). Pablo escribió que aunque Dios mismo es invisible, las cosas que Él creó se pueden ver, y prueban a los hombres que Dios existe con poder eterno y Deidad, por lo que la humanidad no tiene excusa. Dios también declara Su existencia en la conciencia de los hombres, que es Su lámpara dándoles algún conocimiento acerca de Él.

Los grandes hombres tienen una conciencia fuerte y la obedecen. Una conciencia fuerte es aquella que está bien educada y activa en la evaluación de todas las cosas, y los grandes hombres la escuchan y la obedecen. Tales personas son muy sensibles a hacer lo correcto y evitar lo incorrecto. Se oponen al mal. Dios te dio una conciencia para que sea tu consejera diaria. Para que sigas haciendo las cosas bien y odies el mal; fortalécela y úsala.

Debes enseñarle a tu conciencia la verdad y la sabiduría de Dios, y debes obedecerla cuando te dice que hagas ciertas cosas y cuando te dice que otras cosas están mal. Dios te dio esta lámpara para ayudarte a ser sabio, pero el mundo pecaminoso que te rodea trata de silenciar tu conciencia para que apruebes todo lo que ellos quieren hacer. No debes permitir que el estilo de vida mundano, que te presentan los distintos medios de comunicación, corrompa o adormezca tu conciencia.

Tu conciencia puede y debe ser enseñada. Cuanto más aprendas, mejor te servirá tu conciencia. Si aprendes la sabiduría de Dios por estos proverbios y el resto de la Escritura, tu conciencia te ayudará más y más (1 Co 8:1-7). Incluso puedes corregir a tu conciencia de su ignorancia para que no te condene en cosas que Dios permite (1 Co 10:25-27).

En algunas sociedades primitivas, las mujeres todavía viven con los senos descubiertos. Su conciencia al respecto fue formada por el hábito y la tradición para no ver nada malo en ello. Les divierte y ofende cualquier objeción al respecto. Solo una enseñanza cuidadosa podría hacer que su conciencia las avergüence de tal costumbre. Ahora, piensa cuidadosamente en lo que ven tus hijos en casa, en la televisión o en la escuela.

Tu conciencia debe ser educada. Para que puedas agradar a Dios, necesitas una conciencia que conozca la voluntad de Dios y busque hacerla cumplir en tu vida. Esta conciencia que ama la verdad y la sabiduría solo existe en los hijos de Dios nacidos de nuevo y, sin embargo, necesita la instrucción de la Palabra de Dios para formarse una opinión adecuada sobre todos los temas (He 5:14).

Tu conciencia debe ser obedecida. Si la ignoras, entonces se pondrá callosa, se cauterizará y se volverá menos sensible a las cosas, dejándote vulnerable a la mayoría de las tentaciones (1 Ti 4:2; Ef 4:19). Si rechazas a Dios y su Palabra, Él puede apagar tu conciencia por completo, y lo hará, dejándote sin la lámpara del Señor para que te dirija (Ro 1:21-28; 2 Co 4:2-4).

¿Aprecias la conciencia que Dios te dio? El autoexamen, deber de los verdaderos cristianos, se hace en parte por la conciencia (Sal 26:2; 139:23-24). Podría haber salvado a los corintios del juicio (1 Co 11:28-31). ¿Meditas en tu corazón por la noche? (Sal 4:4; 16:7) ¿Dejas que la Palabra y el Espíritu de Dios te convenzan de pecado, de justicia y de juicio? (Jn 16:8-13) La presencia de una conciencia limpia es algo maravilloso y poderoso (Pr 28:1).

Tu conciencia siempre debe considerar a los demás (1 Co 10:28-33). Pablo vivió virtuosamente para no ofender con su conciencia ni a Dios ni a los hombres (Hch 24:16). Tal conciencia hacia Dios te ayudará a cumplir el primer mandamiento de amar a Dios, y te ayudará a guardar el segundo mandamiento de amar a tu prójimo como a ti mismo.

Tu gran meta es crecer en el favor de Dios y de los hombres (Pr 3:1-4; Lc 2:52). Tu objetivo es ser perfecto. Tu conciencia puede ayudarte a lograr estos objetivos acusándote de haber actuado mal y excusando tus elecciones correctas. Pablo mantuvo una buena conciencia en todo momento (2 Co 1:12; He 13:18), y la exigió de Timoteo y de los diáconos (1 Ti 1:5,19; 3:9).

Uno de los primeros actos de obediencia a Dios es el bautismo, que la Biblia llama la respuesta de una buena conciencia hacia Dios (1 P 3:21). Los infantes, que no tienen una conciencia desarrollada todavía, no deben ser bautizados según el Nuevo Testamento. Antes de escuchar el evangelio, un hombre regenerado tiene una conciencia contaminada, sabiendo que es un pecador y merece la ira de Dios. Pero el evangelio le dice que Jesucristo pagó por sus pecados, lo que le da una conciencia libre de culpa, que lo lleva a dar gracias a Dios por Su gracia misericordiosa (He 9:14; 10:19-22).

Tu conciencia debería aprobarte o acusarte ahora mismo. Si has estado viviendo una vida piadosa y justa, tu conciencia debería aprobarte por seguir este proverbio. Si has estado viviendo una vida pecaminosa o mundana, a menudo violando tu conciencia, entonces debería acusarte de haber obrado mal. ¿Qué harás con esta lámpara del Señor? Pídele a Dios que la renueve dentro de ti (Sal 51:10), y úsala con cuidado para guiar tus elecciones para agradarle en todo.

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SOBRE VOTOS Y PROMESAS




Lazo es al hombre hacer apresuradamente voto de consagración, Y después de hacerlo, reflexionar” (Pr 20:25).

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¡Adorar a Dios puede ser una peligrosa trampa para ti! Es muy serio. El Señor maldecirá a los que jueguen con Su adoración (Lv 10:1-2; Mal 3:7-9). La adoración casual al Dios grande y temible de la Biblia es inaceptable: Él es Gran Rey (Mal 1:14). ¡Cuidado con la adoración contemporánea!

¿Cumples cuidadosamente tus compromisos con Dios? La prisa, la codicia, el egoísmo o la pereza pueden atraparte para que profanes las cosas del Señor. Puedes usar presuntuosamente lo que le pertenece a Dios, o puedes hacer una promesa (voto) que no puedes o no quieres en verdad cumplir. Hay dos pecados aquí, ambos mostrando la necedad irreverente de los cristianos carnales y descuidados.

Este es uno de los proverbios más importantes de Salomón. Puedes captar su lección general y su advertencia sobre dos pecados. Sigue de cerca. Aquí hay un ejemplo: un hombre toma algo santo que le pertenece a Dios, ya sea por Su mandato o por la promesa del adorador. El pecado es usar para ti mismo lo que es de Dios.

Por ejemplo, las primicias de la cosecha en Israel eran del Señor por mandato (Ex 23:19), pero un hombre necio podría devorarlas él mismo con avidez. O bien, podría dedicar un cordero al Señor como ofrenda voluntaria (Lv 22:23), pero por avaricia elegir después comerlo él mismo. Este es el primer pecado: tomar algo que es del Señor y utilizarlo para ti mismo.

El proverbio luego tiene la frase: “Y después de hacerlo, reflexionar”. El pecado aquí es el de las promesas (votos) hechas al Señor de manera insensata, apresurada, impulsiva; un pecado bastante común, cuando uno después piensa en el costo o dificultad para cumplir su promesa.

Comprende este pecado. Un hombre insensato y vano hace una promesa al Señor, y solo después considera si la puede cumplir; entonces busca salir de la obligación (Ec 5:6). Antes de hacer una promesa a Dios debes pensarlo muy bien. No estás obligado a hacerle a Dios ninguna promesa, pero estás obligado a cumplirla una vez que la has hecho (Ec 5:1-7).

Considera la primera frase del proverbio: “Lazo es al hombre hacer apresuradamente voto de consagración”.

Las dos acciones—hacer la promesa, y reflexionar después de hacerla—son trampas para el hombre, ya que traen el juicio de Dios, al igual que otras tentaciones y pecados (Pr 18:7; 22:25; 29:6,8,25). Debes ser cauteloso en todos tus deberes espirituales para protegerte del castigo de un Dios santo y celoso, porque incluso en el Nuevo Testamento Él solo acepta la adoración reverente hecha con el temor del Señor (He 12:28-29).

Cuando algo le pertenece a Dios, es santo (Lv 27:9,30). No lo puedes utilizar para ti mismo. Y cuando le hagas al Señor una promesa, debes cumplirla. “Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas” (Ec 5:5; Nm 30:2; Dt 23:21-23). No debes después buscar una salida a una promesa hecha al Señor, incluso si la promesa te cuesta más de lo que pensabas, porque muestra un corazón impío (Sal 15: 4; Ec 5: 6).

El botín de Jericó era del Señor (Jos 6:17-19), pero Acán tomó de él, por lo que Israel lo apedreó y lo quemó a él y a su familia (Jos 7:16-26). Este hombre codicioso no pudo resistirse a tomar lo que era sagrado para el Señor. Murió por su pecado irreverente.

Moisés mandó apedrear a un hombre por profanar el día de reposo del Señor recogiendo leña (Nm 15:30-36). Para recordarle siempre a Israel la precaución que debe tener en su adoración, Dios le dijo a Moisés que requiriera cordones azules en sus vestiduras (Nm 15:37-41).

Dios rechazó a Saúl como rey de Israel por ofrecer un sacrificio profano cuando Samuel llegó dos minutos tarde a una cita con él (1 S 13:8-14). Este hombre continuó demostrando por el resto de su vida que la trampa descrita en este proverbio lo había tragado por completo.

Ananías y Safira pensaron que podían tomar parte de su ofrenda al Señor, pero Él los mató en medio de la iglesia de Jerusalén (Hch 5:1-11). Mientras eran dueños de la tierra, era de ellos, pero una vez que con sus bocas la habían dedicado al Señor, era del Señor.

El Señor Jesús advirtió contra el uso corrupto del corbán en Israel durante Sus días. Los judíos codiciosos no apoyarían financieramente a sus padres, diciéndoles a estos que le habían prometido su dinero a Dios (Mr 7:9-13). Jesús condenó esta tradición profana.

El proverbio advierte que se pague el costo total de adorar al santo Dios del cielo. Si no lo haces, atraparás tu alma en una culpa pecaminosa que traerá sobre ti la justa venganza de un Dios celoso. No le des a Él menos de lo mejor de ti. Como argumenta Dios mismo, tratas de engañar en la declaración de impuestos de la misma manera que engañas a Dios (Mal 1:6-14).

El Señor Jesús advirtió a los oyentes que calcularan el costo antes de comprometerse a ser Sus discípulos, porque no cumplir lo prometido los haría no dignos de Él (Lc 14:25-35; Mt 10:34-39). 

Hay serios sacrificios que hacer para seguir a Cristo, como lo explica el Él mismo con Sus propias palabras, las que los adoradores casuales ignoran para su propia condenación. A menos que estés dispuesto a pagar el precio total que Él demanda, no puedes ser Su discípulo. Para tu serenidad, ten presente que los discípulos que se sacrifican siempre obtienen una enorme recompensa (Mr 10:28-30).

Considera la Biblia. Son las palabras preciosas de Dios para ti, y Él las ha engrandecido como Su nombre, sobre todas las cosas (Sal 138:2). ¿Honras la palabra del Señor y la valoras por encima incluso de tu comida? (Job 23:12) ¿Con qué frecuencia la lees? ¿Cuán devotamente meditas en ella? ¿O está juntando polvo sobre la repisa? ¿Cuánto esfuerzo haces para examinar la validez de una predicación?

¿Qué hay del bautismo? Prometiste vivir una vida nueva en el nombre de Jesucristo cuando fuiste bautizado (Ro 6:1-6; Gl 3:27; Col 3:1-4; 1 P 3:21). ¿Estás viviendo a la altura de tu bautismo?

Considera la iglesia del Señor. Cuando los israelitas edificaron sus casas primero, Dios luego los empobreció (Hag 1:1-11). ¿Estás ayudando a edificar la iglesia de Dios? (Ef 4:16) Si dejas de hacer lo que debes, recuerda que “¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!” (He 10:23-31).  

¿Qué hay de tu ofrenda? Le debes a Dios las primicias de todos los frutos (Pr 3:9). Cuando Israel no pagó, los acusó de robo y los maldijo (Mal 3:8-9). ¿Estás dando?

¿Qué hay de tu cuerpo? Es el templo del Espíritu Santo (1 Co 6:15-20). El Señor lo creó y lo compró con Su sangre, y tú le debes tu cuerpo como sacrificio (Ro 12:1-2). ¿El tuyo es santo?

¿Qué hay de tu matrimonio? Hiciste voto ante Dios y testigos. No busques la manera de salir de tu matrimonio, porque Dios está mirando y midiendo tu traición (Mal 2:10-16). Lo que el Señor juntó, no lo separes tú (Mt 19:3-9).

¿Qué pasa con tus hijos? No son tuyos, son solo un préstamo de Dios para ti por un tiempo (Sal 127:3). ¿Los estás criando en la disciplina y la amonestación del Señor? (Ef 6:4)

¿Qué pasa con el tiempo? Debes redimir todo el tiempo que puedas y no desperdiciar tu vida en cosas tontas (Sal 90:12; Ef 5:6). El tiempo es un regalo de Dios. ¿Lo usas para honrarlo?

¿Cómo has entrampado tu alma? ¿Qué estás usando para ti que le pertenece al Señor? ¿Qué has prometido que no estás cumpliendo?

¿Cómo adoras al Señor? ¿Cuán ferviente y celoso eres para adorarlo? La adoración casual al Dios grande y temible de la Biblia es inaceptable; Él es Gran Rey (Mal 1:14). ¡Cuidado con la mundana adoración contemporánea!

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domingo, 25 de mayo de 2025

APARIENCIA DE PIEDAD



En 2 Timoteo 3:1-9, el apóstol Pablo describe la naturaleza de la gente en los últimos días. En su descripción, nos advierte sobre que las personas se caracterizarán por tener “apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella” (2 Ti 3:5). Luego, Pablo da este mandato: “A éstos evita”.

Con frecuencia, Pablo utiliza el contraste para enfatizar un atributo que desea destacar. En 2 Timoteo 3:1-4, le da a Timoteo una larga lista de comportamientos y actitudes pecaminosas que son contrarias a la voluntad de Dios. En el versículo 5 le dice a Timoteo que evite a aquellos que con su boca se declaran cristianos (tienen una “forma” de piedad) pero que actúan como incrédulos (niegan el poder de la piedad).

Aquellos que tienen una forma de piedad son aquellos que hacen una exhibición externa de religión. Se presentan a sí mismos como piadosos, pero todo es para aparentar. No hay poder detrás de su religión, como se evidencia en el hecho de que sus vidas no cambian. Ellos hablan de Dios y viven en el pecado, y les parece bien esa situación.

Estos falsos cristianos son destructivos. Pablo advierte que “se meten en las casas y llevan cautivas a las mujercillas cargadas de pecados, arrastradas por diversas concupiscencias. Estas siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad” (2 Ti 3:6-7). 

Los compara con Janes y Jambres (los magos malvados que se opusieron a Moisés) y predice que finalmente su locura y su reprobación en cuanto a la fe serán evidentes ante todos (2 Ti 3:8-9).

En Éxodo 7 leemos: 

“Aarón arrojó su vara delante del faraón y sus siervos, y esta se convirtió en serpiente. Entonces el faraón llamó a sabios y hechiceros, y los magos egipcios también hicieron lo mismo con sus artes secretas: cada uno arrojó su vara, y esta se convirtió en serpiente. Pero la vara de Aarón devoró las de ellos” (Ex 7:10-12). 

Más tarde, estos mismos hechiceros replicaron la conversión del agua en sangre (Ex 7:22) y la producción de ranas (Ex 8:7). Sin embargo, no pudieron replicar las otras plagas (Ex 8:19).

La intención de Pablo al citar la maldad de Janes y Jambres es doble: Primero, es una predicción de que habrá un rechazo generalizado y activo de la verdad de Dios en los últimos días; y, segundo, es una ilustración de cómo se realizará este rechazo: por medio de replicar la obra de Dios.

En otras palabras, será una oposición realizada por medio de la simulación. Será como decir: Nosotros también somos creyentes. ¡Miren! Podemos realizar las mismas obras que los creyentes realizan.  

Pero el verdadero poder de Dios que debe acompañar a toda forma de piedad, se manifiesta a través del Espíritu Santo y tiene como resultado la transformación de nuestras vidas. 

Si el Espíritu Santo habita en el creyente (1 Co 6:19), le permitirá dar un fruto inequívoco: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza (Gl 5:22-23). Estos son los atributos de un verdadero cristiano, a diferencia de la lista de pecados de Pablo en 2 Timoteo 3:1-4.

La exhortación de Pablo a Timoteo coincide con la explicación de Santiago sobre cómo identificar la fe verdadera (Stg 2:14-26). La verdadera fe se evidenciará por las buenas obras, que se producirán de forma natural en la vida de un creyente genuino.

Si una persona dice que es cristiana, pero no muestra ninguna evidencia en su vida mostrando el fruto del Espíritu, hay que hacer un juicio al respecto y evitar a esa persona. 

Esta persona puede tener una forma de piedad (asistir a una iglesia, cantar cánticos espirituales, socializar con creyentes, ofrendar y diezmar, hacer buenas obras, etc), pero niega el poder de Dios al no dejarse controlar por el Espíritu: no hay evidencia de un carácter cristianoComo su fe no es genuina, esta persona no puede ser controlada por el poder de Dios, porque el Espíritu Santo no mora en ella.

“Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1 Co 2:14). 

La persona natural puede tener una forma de piedad, y a la vez negar el poder de Dios en su manera de vivir, que es la de una persona natural, que no ha nacido de nuevo. Sólo la fe en Jesucristo puede traer la justificación y la transformación que tanto necesitamos (Col 1:21-22; Ro 5:1-2).

Pablo explica claramente que Dios enviará un poder engañoso en el fin de los tiempos que les permitirá a algunos engañar a los creyentes mientras también se engañan a sí mismos pensando que son creyentes (2 Ti 3:13): 

“Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia. Perecen porque no aceptaron amar la verdad para ser salvos. Por eso Dios les envía un poder engañoso para que crean la mentira y sean condenados todos los que no creyeron en la verdad, sino que se complacieron en la maldad” (2 Ts 2:11-12). 

En pocas palabras, Dios envía un poder engañoso a quienes deciden no creer en el evangelio de Cristo mientras engañan a los creyentes haciéndoles pensar que ellos también son creyentes. Lo mismo que Janes y Jambres. Por deleitarse en burlarse del Señor al engañar a Su pueblo, Él los condenará.

Es decisión de cada persona aceptar y creer la verdad del evangelio del Señor Jesucristo, tal como se presenta en las Escrituras. Recibir la verdad y el amor que Dios ofrece está en consonancia con sus enseñanzas: Este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos” (1 Jn 5:3). Por el contrario, conocer la verdad y no obedecerla es enfrentar la ira de Dios: “Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad” (Ro 1:18). 

No hay condición más peligrosa para el ser humano que conocer la verdad y negarse a obedecerla. Hacerlo es endurecer el corazón y asegurarse la condenación de Dios.

Cuando uno conoce la verdad y se niega a obedecerla, queda expuesto a cualquier mentira, engaño o falsedad que la humanidad pueda inventar. “Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios” (Ro 1:21-22).

Pablo continúa en los siguientes versículos describiendo la mentalidad y el comportamiento de quienes no creen de verdad (Ro 1:29-31). Como resultado de la necedad humana y el arrogante desprecio por las cosas de Dios: “Dios los entregó a una mente depravada, para hacer lo que no conviene” (Ro 1:28). Y, en consecuencia, “quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no solo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican” (Ro 1:32).

Isaías lo expresa sucintamente: “Porque escogieron sus propios caminos, y su alma amó sus abominaciones, también yo [el Señor] escogeré para ellos escarnios, y traeré sobre ellos lo que temieron; porque llamé, y nadie respondió; hablé, y no oyeron, sino que hicieron lo malo delante de mis ojos, y escogieron lo que me desagrada” (Is 66:3-4).

Cuando las personas conocen la verdad y se niegan a recibirla, cuando se niegan a obedecerla y la rechazan con injusticia, “serán condenados porque no creyeron [sinceramente] en la verdad, sino que se complacieron en la maldad” (2 Ts 2:12).

Sí, “Dios es amor” (1 Jn 4:16), y proclama con fervor el evangelio de Cristo “no queriendo que nadie perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 P 3:9). A lo largo de las Escrituras, Dios insta a las personas a aceptar la verdad. Pero cuando las personas lo rechazan y desdeñan su mensaje, o fingen hipócritamente creer en Él con sus bocas pero no en sus corazones, entonces Dios las endurece y las entrega a una mente reprobada para que se hundan en su maldad y se condenen eternamente. Esto es lo que el Señor dice sobre quienes eligen rechazar la verdad: “Se deleitaron en vagar, y no dieron reposo a sus pies; por tanto, el Señor no se agrada de ellos; se acordará ahora de su maldad, y castigará sus pecados” (Jer 14:10).

“Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo...” (He 3:12).

Porque 

¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo! (He 10:31).

“Mas los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados” (2 Ti 3:13).

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miércoles, 21 de mayo de 2025

TU LÁMPARA SE ESTÁ APAGANDO



 

“Al que maldice a su padre o a su madre, Se le apagará su lámpara en oscuridad tenebrosa” (Pr 20:20).

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La forma en que tratas a tus padres afecta en gran medida tu futuro. Dios bendice a los que honran a sus padres con una buena y larga vida. Pero Él castiga y destruye a los que maldicen o deshonran a sus padres. Este asunto es muy importante para Dios, así que también debería ser importante para ti. Tu vida se verá afectada por la forma en que tratas a tus padres mucho más de lo que crees.

Dios inspiró al rey Salomón a escribir el libro de Proverbios para enseñarte sabiduría para el éxito y la prosperidad en la vida. Si no hubiera escrito nada acerca de honrar a los padres, entonces faltaría un factor importante para tu bendición o juicio. El proverbio aquí es sabiduría inspirada. No lo descuides ni lo rechaces. Considéralo tan seriamente como cualquier otra cosa en la Biblia. No importa cuán diligente o noble seas en otras áreas, tu futuro depende de honrar a tus padres.

En una época en que se exaltan los derechos de los niños, este proverbio suena duro y anticuado. Pero las palabras de Dios nunca son duras o pasadas de moda, son correctas y relevantes. Unos pocos gobiernos que hicieran cumplir este proverbio frenarían la violencia juvenil rápidamente. A una generación de hijos orgullosos, rebeldes y desdeñosos, este proverbio anuncia su perdición. Es un proverbio maravilloso, que declara el juicio santo de un Dios santo contra la juventud arrogante.

¿Qué significa que la lámpara de un hijo malvado se apague en oscuridad tenebrosa? Significa que su vida terminará como si se apagara una vela. La lámpara de una persona es el espíritu dentro del cuerpo (Pr 13:9; 20:27). La muerte ocurre cuando el espíritu deja el cuerpo para regresar a Dios: ¡entonces la luz se apaga! El proverbio habla de no dejar ni una chispa. Morirá en la ignominia y la vergüenza. ¡Entonces se va al infierno! Dios mismo hará la obra completa.

El medio más seguro para prolongar la vida en la tierra es honrar a los padres (Ex 20:12; Ef 6:2-3). El gran Dios hizo la promesa; Él lo escribió para ti; es cierto. Pero igual de cierto es el acortamiento de tu vida por deshonrar o desobedecer a tus padres. También lo escribió (Dt 21:18-21; 27:16; Pr 30:11,17; Mt 15:4). Para personas razonables, la pena de muerte es apropiada para estos actos de rebelión ingrata.

¿Es de extrañar que los rockeros rebeldes y las jóvenes estrellas del cine de los últimos años rara vez vivieran todos sus días? ¿Has oído del Club de los 27? Estas lámparas se apagaron a la edad de 27 años. ¡Eso es morir muy joven! Y las muertes que murieron confirman la oscuridad tenebrosa. La lista de los que mueren jóvenes podría multiplicarse indefinidamente, especialmente con los rebeldes del rap muertos en las últimas dos décadas.

¿Qué significa maldecir a un padre? Significa usar palabrotas o juramentos al dirigirse a él o al hablar de ellos. Significa desearles daño verbalmente, ante o aparte de su presencia. Significa condenarlos en el nombre de Dios. Significa pensar tal cosa en tu corazón. ¿Te crees libre de estos pecados? Dios ha maldecido a todo hijo que es meramente irrespetuoso con los padres (Dt 27:16). ¡Aunque solo ponga los ojos en blanco cuando sus padres le hablan! (Pr 30:17)

Los padres ponen comida en las bocas babosas de sus hijos cada pocas horas por años, y luego cuando crecen esos hijos los maldicen con las mismas bocas que ellos alimentaron. Te cambiaron los pañales y la ropa de cama innumerables veces para evitar que te ahogaras en tus propios desechos, ¿y ahora los maldices porque no aprueban tu locura autodestructiva? Ellos atendieron todas tus necesidades, aseguraron tu educación y te protegieron de cualquier daño, ¿y ahora los maldices porque no te proporcionan juguetes iguales a los de tus malcriados compañeros? ¡Tu lámpara se está apagando!

La rebelión de los hijos prueba la depravación humana, porque no es natural. Pero también es el juicio de Dios por la ingratitud y el rechazo del hombre hacia Él (Ro 1:20-32). Hoy está muy extendida entre los llamados cristianos como una señal más de los tiempos peligrosos de los últimos días (2 Ti 3:1-5). Estos cristianos afeminados y transigentes rechazan proverbios bíblicos como este por alucinaciones y tonterías de falsos maestros con un propósito diabólico (2 Ti 3:6-7; 4:3-4).

Si fuiste o eres un hijo necio que ha deshonrado a sus padres, arrepiéntete ahora ante el Dios del cielo, arrepiéntete ante tus padres y haz algo significativo para honrarlos en este mismo día. El bendito Dios te perdonará por medio de Jesucristo (Pr 28:13; 1 Jn 1:9). Y si eres lo suficientemente sincero y minucioso, tus padres te perdonarán también. Humíllate ante la verdad y la sabiduría del cielo para salvar tu vida. Corre hacia tus padres y dales las gracias por la infinidad de cosas que hicieron y todavía hacen por ti. ¡Mantén tu lámpara encendida!

Si eres padre, debes enseñarles a tus hijos la sabiduría de este proverbio. No puedes tolerar ninguna falta de respeto hacia los padres, ni siquiera en el lenguaje corporal o las expresiones faciales de tus hijos. Debes cortar las perversiones diabólicas de Hollywood: cualquier programa que permita incluso la falta de respeto menor de los padres es veneno pecaminoso (Ro 1:32). Debes acabar con los amigos irrespetuosos y cualquier otra influencia que socave sus buenos modales para que no se apaguen sus lámparas.

Para las almas arrogantes y profanas que creen que tienen derecho a ser irrespetuosas, tenebrosa la oscuridad viene pronto. Para los tontos frívolos de la Asociación de Padres y Maestros que piensan que las rabietas infantiles son lindas o no muy serias, pronto llegarán oscuras tinieblas para ellos y sus hijos también. Nadie tiene derecho a siquiera cuestionar el tema, porque Dios lo ha hablado y lo ha resuelto. Para ambas clases de rebeldes, la negrura de la oscuridad por la eternidad viene a continuación.

El Señor Jesucristo era plenamente Dios e Hijo de Dios (Is 9:6; Jn 1:14; Col 2:9), pero obedeció tanto a José como a María, su padre y su madre terrenales (Lc 2:48-52), a pesar de sus faltas que Él conocía perfectamente. Incluso honró a su imperfecta madre desde la cruz (Jn 19:25-27). Por esta y otras justicias, Dios lo resucitó de entre los muertos y lo puso en el trono del universo a Su diestra (He 1:8-9). ¡Ámalo y síguelo hoy!

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LOS PENSAMIENTOS CON EL CONSEJO SE ORDENAN




“Los pensamientos con el consejo se ordenan; y con dirección sabia se hace la guerra” (Pr 20:18).

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Los buenos consejos son necesarios para una buena toma de decisiones, y los buenos consejos solo se obtienen de buenos consejeros. Aquí Salomón te enseña a someter tus grandes planes al escrutinio y la crítica de sabios consejeros, quienes pueden salvarte de decepciones y problemas. Esta es la verdadera sabiduría: deliberar antes de actuar y establecer tus planes con sabios consejos.

Todo camino del hombre es recto a sus propios ojos, porque tu corazón orgulloso y engañoso te convence de que tus planes son bastante buenos y seguros de tener éxito (Pr 16:2,25; 18:17; 21:2; 28:11; Jer 17:9). Debes usar una multitud de consejeros para tu seguridad (Pr 11:14; 15:22; 24:6).

Es pecado apresurarse en espíritu, en palabra o en acción (Pr 14:29; 29:20; 19:2). La prisa es destructiva; la prisa arruina (Pr 21:5; 25:8). Pablo condenó un rasgo pecaminoso que llamó “ser impetuoso”, que es apresurarse precipitada y temerariamente en alguna actividad o elección (2 Ti 3:4). Enlentécete para obtener consejo de buenos consejeros. Si eres propenso a ser apresurado e impulsivo por temperamento o costumbre, debes prestar doble atención a esta advertencia.

Pero contenerse por miedo y preocupación también es una tontería y te costará, porque perderás las oportunidades de ganancia y éxito que se presentan en la vida de cada hombre. La parálisis por análisis es una maldición de los melancólicos, y los consejeros sabios pueden darte el empujón necesario para que te muevas por un rumbo provechoso. Los consejeros objetivos pueden ser una gran ventaja.

Si descuidas la búsqueda de consejo, eres necio, perezoso u orgulloso. Si rechazas el consejo que te han dado, eres rebelde o terco. Si evitas el consejo por temor a las críticas, tu corazón ya está tontamente encaprichado con una propuesta arriesgada: estás emocionalmente apegado a tu plan. ¡Ten cuidado! Es una tontería involucrar el corazón antes que la cabeza.

El único consejero perfecto es el Señor (Is 9:6). Pero no nos ha dejado sin otros consejeros. Tienes Su Palabra perfecta, que te puede hacer sabio (Sal 19:7-11; 119:98-100). Tienes Sus ministros, que pueden ser perfectos consejeros por Su Palabra (2 Ti 3:16-17; Mal 2:7). Tienes padres, que suelen tener mucha más sabiduría y experiencia que tú, y también tienen una fuerte motivación para salvarte de los problemas (Ex 18:13-27). Tienes amigos mayores y hermanos piadosos que son conocidos por su sabiduría (Pr 20:25; 27:9-10; Hch 15:1-6).

¿Qué tipo de consejeros buscas y utilizas para tus decisiones importantes? Aunque los hombres mayores no siempre son sabios (Job 32:9), por lo general son más sabios (Job 12:12). Un creyente es mejor que un pagano, si hay consideraciones morales; deben tener la sabiduría de Dios en su corazón y el más alto grado de preocupación por tu seguridad y prosperidad. Busca consejeros críticos, ya que el paisaje está lleno de cadáveres de optimistas.

Cuando se establece un plan o propósito, se hace estable, seguro y permanente. Tienes una base sólida para el futuro, y esto se obtiene con buenos consejos. Cuando se realizan planes y propósitos sin buen consejo, por lo general fracasan (Pr 15:22). ¿Cómo puedes evitar los errores que tantos cometen? ¡Guardando este proverbio diligentemente!

El mero hecho de buscar consejo para cumplir este proverbio no es suficiente, porque también debes escuchar el consejo y seguirlo. De lo contrario, todo el mecanismo de seguridad y éxito es violado y derribado. Roboam buscó consejo, pero rechazó el consejo de los sabios que habían aconsejado a su padre (1 R 12:1-19). Y perdió el reino por ello.

No se necesita una multitud de consejeros para cada decisión, y puedes ver esto por la inclusión de la guerra en el proverbio. La guerra es la decisión de mayor peso que toman los hombres, pues determina la vida y el futuro de naciones enteras y causa enormes penurias. Solo debe buscarse después de un consejo completo desde muchos ángulos (Lc 14: 31-32). Por lo tanto, la lección no se aplica a todas las decisiones, sino a las más grandes con graves consecuencias y riesgos.

Pero asuntos como el matrimonio ciertamente son dignos de consejo. El dolor y las consecuencias pueden ser horribles; la mayoría de las personas que se casan no tienen experiencia en ello, por lo que necesitan el buen consejo de los demás (Pr 19:13). Un tercero no involucrado puede ahorrarte mucho dolor en esta decisión, y él o ella probablemente pueda detectar problemas potenciales más fácilmente que tú.

Otros asuntos como empresas comerciales, cambios de empleo, mudanzas de vivienda, problemas de salud, capacitación de niños, alternativas de inversión y planes similares deben estar sujetos a asesoramiento. ¿Por qué te apresurarías a tomar decisiones tan importantes sin buscar un buen consejo? Las consecuencias de los errores en estas decisiones superan con creces el orgullo herido de la corrección.

Una multitud de consejeros es lo más sabio, ya que muchos consejeros pueden darte mucho que considerar desde diferentes perspectivas y diversas experiencias. Comparte tu consejo con un hombre sabio, y resultará en un consejo aún mejor. El resultado final se debe encontrar considerando el peso total de las respuestas, las respuestas de los consejeros más sabios y los consejos sobre los aspectos más importantes de tu plan o propósito.

Tu elección de buscar consejo lleva tiempo, por lo que requiere disciplina y paciencia, lo que se opondrá a su entusiasmo y prisa por hacer que tu idea avance. También requiere humildad pedir la opinión de los demás, lo que implica la necesidad de su ayuda. Tal cautela es prudente discreción, y tal humildad es sabiduría. No dejes que nada te convenza de que no puedes permitirte el tiempo o que puedes tomar mejores decisiones por ti mismo.

Joven, necesitas consejos sabios más que la mayoría. La necedad y la vanidad están ligadas en tu corazón; un consejo sobrio puede salvarte de problemas y dolores. Anciano, no estás por encima de esta lección, porque los corazones de todos los hombres son engañosamente perversos (Jer 17:9). Es el orgullo, no los principios, lo que te impide buscar consejo y dejar que otros pongan a prueba tus planes.

El último consejero es el Espíritu Santo, quien te guía por la Biblia, no por los sentimientos. Lámpara es a tus pies y lumbrera a tu camino (Sal 119:105). Si sometes tus planes al Señor, Él establecerá tus pensamientos (Pr 16:3; 3:5-6). Si tu corazón está en comunión con Él, puedes seguir adelante con los planes, sometiéndolo todo a Su voluntad (Pr 16:9; Stg 4:13-15).

Cuanto más aprendas la Palabra de Dios, más sabiduría tendrás (Sal 19: 7-11;119: 98-100; Is 8: 20). Y este libro de Proverbios está lleno de la sabiduría del hombre más sabio con más experiencia en la vida, y escribió por inspiración de Dios (Pr 1:1-9). El Señor Jesucristo tiene todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento, y cuanto más cerca estés de Él, más sabiduría tendrás tú mismo (Col 2:8).

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EJERCÍTATE EN LA PIEDAD



Hay oro y multitud de piedras preciosas; mas los labios prudentes son joya preciosa” (Pr 20:15).

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¿Se puede medir la verdadera riqueza? ¿Qué es más precioso que el oro y las piedras preciosas? ¿Cómo respondería a esta pregunta el rey más rico y sabio? Él te diría que un discurso excelente es más valioso. Trabajas duro casi todos los días para ganar dinero y salir adelante. ¿También te esfuerzas por adquirir sabiduría y poner ese aprendizaje en tus labios para ayudar a otros?

Las ideas del mundo sobre la importancia y el valor son inútiles, y también son engañosas y destructivas. Si las escuchas, te distraerás de las verdaderas prioridades de la vida y te perderás lo mejor que Dios tiene para tu vida. Hacen hincapié en el éxito profesional y la ganancia financiera, pero el sabio rey y filósofo de Dios enseñó de manera muy diferente: ¡tu objetivo debe ser un discurso excelente!

Si un hombre pobre valorara el buen discurso sobre la riqueza, a nadie le importaría, porque nunca tuvo el poder financiero para hacer una comparación válida. Pero el rey Salomón no es el caso. Dios lo hizo muy rico: en sus días abundaban el oro y las piedras preciosas, y los hombres buscaban con ahínco estos tesoros (2 Cr 1:12,15). Pero su alta estima aquí del discurso te lo presenta como más importante que cualquier riqueza material. Dios también le dio un corazón sabio y entendido, por lo que Salomón conocía el verdadero valor de todas las cosas más que cualquier otro hombre (1 R 3:5-14).

El oro es un metal, las piedras preciosas son minerales. Ambos son sólo tierra y piedras. Pero los hombres las anhelan y las acumulan. Son un peligro espiritual. Los ladrones las persiguen; los gobiernos les imponen impuestos; los vecinos las codician; deben estar protegidas y aseguradas; y una vez negociadas, se han ido para siempre. Pero un discurso excelente es una joya rara que puedes usar una y otra vez, libre de cualquiera de estos riesgos.

¿Qué conocimiento pretende impartir Salomón aquí? ¡No las alucinaciones y mentiras enseñadas en Cambridge o Harvard! Salomón habla de verdadero conocimiento, sabiduría real, verdadera comprensión. Se refiere a la cosmovisión, la filosofía, el juicio, la equidad y la verdad que provienen de temer al Señor (Pr 1:7; 9:10; Ec 12:13-14). ¡Este es el único conocimiento que vale la pena obtener! Elige tu opción.

Lo mejor que Oxford o Yale pueden hacer es sumarse a la explosión de información que sacude al mundo, obstruyendo Internet y ahogando la mente con datos inútiles de logros vanos (2 Ti 3:6-7). La mayor parte de ese conocimiento es engañoso y fraudulento: la teoría de la evolución, el calentamiento global, tonterías del mismo sexo, humanismo, socialismo, individualismo, etc.

La verdad es la clave: lo que es correcto y bueno contra lo que es incorrecto y malo. Una vida que agrada a Dios y a los hombres buenos es la meta, para ti y para los demás. Solo cierto discurso sirve para ambos fines, y es este discurso el que destaca Salomón (Pr 22:17-21; 23:23). Debes encontrar y aprender la verdad absoluta y la autoridad final de la Palabra de Dios, y luego debes compartirla con caridad, gracia y discreción para beneficiar a tus oyentes (1 Co 13:1-7; Ef 4:15).

Usar las palabras para ayudar a los demás es parte del segundo mandamiento, el amor a los demás (Mr 12:29-31). La habilidad y el esfuerzo para instruir, consolar, corregir y advertir a otros son las marcas distintivas de hombres grandes y nobles (Pr 10:21; 11:30; 12:18; 15:4,7; 16:21,24). ¿Puedes hacer esto? ¿Haces esto? ¿Tienes verdadero conocimiento para impartir a los demás?

Adquirir conocimiento requiere esfuerzo. Debes rechazar las distracciones para estudiar diligentemente (Pr 18:1). Debes humillarte ante los maestros (Pr 2:1-2). Debes orar fervientemente por él (Pr 2:3; Stg 1:5; Sal 119:18). Debes buscarlo como a un tesoro escondido (Pr 2:4-5). Debes usar el único libro que es la fuente de la sabiduría (Sal 19:7-11; Is 8:20; 1 Ti 6:3-5; 2 Ti 3:16-17).

Hablar bien tiene reglas. Escucha el asunto primero (Pr 18:13; Stg 1:19). Mira más allá de las apariencias para evaluar correctamente (Jn 7:24). Ten las palabras certeras de verdad en tu mente (Pr 22:17-21; 16:23; He 5:12-14). Prepara tu respuesta, a menos que ya estés seguro (Pr 15:28). Usa pocas palabras en lugar de muchas (Pr 10:19; Ec 5:2). Ejercítate en la piedad (1 Ti 4:7-9; Pr 10:32; 22:11; Ec 10:12; Col 4:6).

El habla excelente es rara, porque pocos la tienen; es valiosa, porque beneficia a otros; la combinación la hace más preciosa que el oro y las piedras preciosas. Tal habla es una cosa excelente (Pr 15:23). Tales oradores merecen un beso en los labios (Pr 24:26), son tan hermosos como manzanas de oro en un cuenco de plata (Pr 25:11) y son como joyas de oro para los oyentes sabios (Pr 25:12).

Los labios del conocimiento son recompensados al ayudar a otros (Pr 9:9; Job 29:21-25; Stg 5:19-20). Pero Dios y los hombres buenos bendicen aún más a los oradores sabios (Pr 18:20; 27:9). Incluso los reyes se verán afectados y honrarán a tales hombres (Pr 16:13; 22:11). Hay algunos oradores muy raros, como joyas gloriosas que brillan como estrellas resplandecientes en los cielos (Dn 12:3; Mal 3:16-17).

Aprende la lección. Planifica agregar valor real a tu vida, más allá de los activos monetarios o la perspicacia comercial. Comienza en tu corazón y en tu mente, porque de ahí provienen las palabras (Lc 6:45; Pr 4:23; Sal 119:11). Exalta a Dios en tu corazón temiéndolo y amándolo, y luego apóyate en la sabiduría infalible de las Escrituras (Pr 22:17-21; 1 P 3:15; 1 Ti 4:13-16).

Cada hora que dediques a buscar el éxito profesional o la riqueza financiera, recuerda que un hombre sabio la invertiría en el bien más valioso que es la excelente forma de hablar. Cada vez que abras la boca, piensa en el bien que podrías hacer, y temerás y odiarás el daño que también podrías hacer (Pr 12:18; 18:21). Pesa tus palabras en las santas balanzas de Dios.

Dios tiene una gran compañía de predicadores, que con labios de sabiduría enseñaron a muchos durante varios milenios (Sal 68:11). Tan valiosa es su labor de comunicar la Palabra de Dios a los demás que hasta sus pies son llamados hermosos (Is 52:7). Eliú le dijo a Job que eran tan escasos como uno entre mil (Job 33:23-24). ¿Tienes uno cerca de ti para tu provecho? (Hch 8:30-31; 10:33)

Jesucristo fue el Hombre más grande que jamás haya existido. Tenía los labios preciosos llenos del conocimiento del Padre. Aunque pobre en términos de importancia terrenal, todas sus palabras de cualquier tipo fueron gloriosas (Is 50:4; Mt 7:28-29; 22:46; Lc 4:22,36; 24:32; Jn 7:46; 1 Ti 6:3). ¿Lo conoces? ¿Has oído las palabras de vida que provienen de Él? (Jn 6:63,68)

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LA NATURALEZA DEL PECADO




“Sabroso es al hombre el pan de mentira; Pero después su boca será llena de cascajo” (Pr 20:17).

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Mentir puede salvarte por un momento, pero no por mucho tiempo. Tarde o temprano los resultados de tu necedad caerán sobre tu cabeza. Puedes pensar que tu mentira te ayudó de alguna manera, pero solo empeoró las cosas. ¿Cuándo aprenderás? Ten presente que tu pecado te alcanzará (Nm 32:23).

Los proverbios son dichos profundos, y aquí se usa una metáfora sobre el pan y el cascajo para describir el resultado de la mentira. El pan de mentira es la elección de mentir. El cascajo es grava, que es un conjunto de piedras menudas. Mentir puede parecer beneficioso al principio, como un panecillo dulce o un bollo de canela, pero no lo será más tarde. La boca de un cadáver se llena de grava cuando este es enterrado. Sí, mentir es fatal. La metáfora es poderosa.

Salomón usó una metáfora similar acerca de una ramera que seduce a un hombre al adulterio: “Las aguas hurtadas son dulces, y el pan comido en oculto es sabroso” (Pr 9:17). Para enseñar a su hijo el peligro de la ramera mentirosa, Salomón describió a su víctima así: “Y [él] no sabe que allí están los muertos; que sus convidados están en lo profundo del Seol” (Pr 9:18). 

Los esquemas Ponzi ilustran el dulce ahora, la grava después. Prometiendo rendimientos ridículos, pagan intereses de inversiones futuras. Los primeros tontos que reciben un cheque ganancioso promueven el almuerzo gratis, y el esquema explota con entradas de efectivo. Pero después el estafador se va de la ciudad con el dinero que no ha pagado y la mentira queda al descubierto. Lo que comenzó bien para los primeros inversionistas es, después, grava en la boca de todos los inversionistas engañados.

¡El pecado miente! ¡Incluso sobre mentir! El pecado da un poco de placer o éxito por un corto tiempo (He 11:25), pero nunca te dirá lo que te sucederá a largo plazo; solo lo aprenderás cuando sea demasiado tarde. El diablo y el mundo nunca te dicen que el pecado no paga. Trabajan juntos en perfecta armonía para engañarte con la idea de que los pecados pueden ser dulces.

Es mentira pensar que mentir te ayudará. Esta es la naturaleza del pecado. Es engañoso en sí mismo, y cuando te engaña para engañar a otros, mientes porque creíste una mentira. El pecado es tan engañoso que puede volver a un creyente contra Dios, si le da lugar en su vida (He 3:12-13). Por esta razón necesitas amigos piadosos que te ayuden a exhortarte diariamente, como dice el libro de Proverbios.

¡El pecado es perverso! Exagera enormemente el placer que hay en él, y nunca advierte de las terribles consecuencias. Eva pensó que el fruto se veía bien, que sabría bien y que podría hacerla como Dios. La conmocionó la culpa y la vergüenza después de comida, y luego tuvo que enfrentarse a Dios preguntándole por qué se escondía en el Jardín, y luego tuvo que sufrir una vida de dolor y sumisión, y luego tuvo que morir. ¡Su dulce pan se convirtió en grava!

¡El pecado es perverso! Exagera enormemente el placer que hay en él, y nunca advierte de las terribles consecuencias. Amnón ansiaba tener sexo con su media hermana Tamar. Esta fantasía insana consumió sus pensamientos y su salud. Cuando finalmente la violó, su placer fue por un segundo, y luego la odió, y luego Absalom lo mató. ¡Su dulce pan se convirtió en grava!

Pero este proverbio no se trata del fruto en el Jardín del Edén o del sexo con una media hermana. Se trata de mentir. ¿Dónde mientes? ¿En tu currículum? ¿En tu matrimonio? ¿A tus padres? ¿En tu profesión cristiana? ¿En tu declaración de impuestos? ¿A tu pastor? ¿En tus informes de gastos? ¿Sobre tu edad, salud o capacidad? ¿A tus hijos? ¿Sobre tu compañero de trabajo? ¿A tu jefe?

Tu mentira puede parecer dulce en este momento, pero pronto será grava en tu boca. Tu problema pronto será similar al de Eva y Amnón. No puedes detener los resultados. El pecado te mentirá de nuevo con la idea de que otra mentira cubrirá o realzará la primera mentira, y eso ya hace cuatro mentiras. Antes de que te des cuenta, ya eres una mentira andante, y el verdadero Dios aviva el fuego del infierno para recibirte (Ap 21:8,27).

¿Qué tan mala es la grava en la boca? Acán, su familia y todo lo que poseía fueron apedreados y quemados por su engaño acerca de los bienes robados (Jos 7:1,20-26). Giezi contrajo la lepra de Namaan por mentirle a Eliseo acerca de un poco de plata y algo de ropa (2 R 5:20-27). Pero la grava en la boca de estos dos no es nada comparada con el tormento eterno.

La deshonestidad y la mentira te arruinarán, en esta vida y en la próxima. Créelo. Haz que la honestidad y la integridad sean rasgos permanentes de tu carácter. Salomón advirtió una y otra vez sobre la importancia de la verdad para tu éxito (Pr 10:18; 12:19,22; 13:5; 14:5; 17:7; 19:9; 21:6; 26:24-26,28). ¡Créele! Rechaza cualquier pensamiento o idea mundana de que mentir es aceptable.

¿No mientes? Puede ser cierto. Pero ¿y la hipocresía? ¿Vives de manera diferente en privado que en público? ¿Diferente en casa que en la iglesia? ¿Diferente en tu corazón que con tu boca? Este es también el pan del engaño. ¿Hasta cuándo será dulce tu hipocresía? ¡Sólo por un momento! La Biblia dice que perecerás como tu estiércol (Job 20:4-9).

Arrepiéntete de cualquier engaño en tu vida. Arrepiéntete por permitir que el pecado te engañe haciéndote pensar que puedes salirte con la tuya mintiendo. Arrepiéntete por haber engañado a alguien más de cualquier manera. Arrepiéntete de haber minimizando la insensatez y perversidad del pecado a los ojos de Dios. Rechaza cualquier pensamiento que justifique el engaño o la mentira o cualquier otro pecado. Corre al Dios de la verdad y pídele perdón. Él puede y perdonará a cualquiera que se arrepienta sinceramente y se vuelva amante de la verdad.

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domingo, 18 de mayo de 2025

EL OÍDO QUE OYE, Y EL OJO QUE VE



El oído que oye, y el ojo que ve, ambas cosas igualmente ha hecho Jehová” (Pr 20:12).

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Los recién nacidos son examinados para ver si sus oídos y sus ojos son normales. Los creyentes agradecen a Dios por un hijo sano. Los paganos le agradecen al Destino. Los oídos y los ojos funcionales son muy valiosos y útiles. Pero lo son por la elección de Dios. Él no le debe nada a nadie, incluyendo el oído y la vista.

Es la elección soberana y misericordiosa de Dios que cualquiera escuche o vea. Oír y ver no son derechos; son benditos privilegios. Y el mayor don de oír y ver es la capacidad y el deseo de discernir y recibir el glorioso evangelio de Jesucristo y las palabras de sabiduría y verdad. Es la habilidad muy escasa de entender, arrepentirse y obedecer el evangelio.

Un niño sordo o ciego no es un accidente. No es resultado del destino. No es una condición que pueda ser anulada por la ciencia. Es la elección del Dios verdadero. Él es perfecto en todas las decisiones y hace miles de esas decisiones para cada persona. Su poder es ilimitado y su autoridad absoluta. Como Creador de una raza rebelde, tiene el derecho de hacer lo que quiera.

Ni siquiera te consultó si querías vivir, si querías existir. Considera Su infinita autoridad y soberanía sobre ti. Una vez que estabas vivo, no podías apagar tu existencia como a la llama de una vela. El suicidio solo mata el cuerpo, después tu alma debe comparecer ante Dios como un asesina culpable. Tu existencia es la elección del Dios Todopoderoso, sin tu consentimiento.

Él eligió la generación en que naciste, tu altura, tu nación de origen, tu sexo, tus padres, tu temperamento, tus hermanos, tu inteligencia, tu habilidad atlética, tus oportunidades en la vida y cualquier otro factor que influye en tu existencia. ¡Él es el SEÑOR! ¡Tú no eres nadie! ¡Él es el Alfarero! ¡Tú eres la arcilla! Sus elecciones han afectado drásticamente tu vida sin tu aprobación.

¿Crees humildemente lo que has oído hasta ahora? Dios te advierte en contra de que pelees con Él (Is 45:9). Puesto que Él es el Alfarero, y tú eres el barro, Él considera que tus argumentos sólo son piezas rotas de cerámica. El barro ni siquiera tiene derecho a cuestionar al Alfarero cuando es hecho una forma humana sin manos (Is 45:9).

Humíllate ante este Dios grande y temible. Aplasta tus vanos pensamientos. Dale alabanza y adoración. Adóralo. Agradécele por todo lo que tienes y eres. Ofrécele todo lo que tienes y eres. Ruégale misericordia por tus pecados. Dedica tu vida a Él, hoy.

Cuando los discípulos vieron a un hombre ciego de nacimiento, supieron que era así por decisión de Dios. El Señor Jesús les dijo que era para la gloria de Dios (Jn 9:1-3). ¿Ciega Dios a un hombre por 30 años solo para Su propia gloria? ¡Fácilmente! ¿Pondría Dios a pastar a un hombre como un buey por siete años para Su propia gloria? ¡Definitivamente! Lee Daniel 4 sobre Nabucodonosor. ¿Amas y temes a este Dios?

Los sentidos espirituales para oír y ver al Señor son mucho más importantes que los físicos. Es solo por la gracia gratuita de Dios que a cualquier pecador se le dan oídos y ojos espirituales para oír y ver las cosas de Dios. La mayoría de los hombres no piensan en Dios de manera significativa durante toda su vida (Sal 10:4). Los sentidos espirituales se dan cuando naces de nuevo. Recibiste audición y visión naturales en tu primer nacimiento; recibes audición y visión espirituales en tu segundo nacimiento.

Jesús dice: “El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Jn 3:3). Y también: “El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios” (Jn 8:47). Tanto la vista como el oído son dones de Dios. El Señor Jesús ocultó la verdad a los judíos, pero la reveló a Sus discípulos (Mt 11:25-27;13:10-16).

¿Por qué la mayoría de las personas ni siquiera consideran a Dios y a la verdad? ¿Por qué la mayoría de las personas piensan que el evangelio es una tontería? Dios no ha abierto sus oídos para oírlo con entendimiento y convicción. ¿Por qué la mayoría cuando ve Su gloriosa creación la atribuye a la evolución y al destino? Dios no les ha abierto los ojos para verlo a Él o a Su verdad. Dependes de Dios.

El hombre rico en el infierno le pidió a Abraham que enviara a Lázaro de regreso de entre los muertos para advertir a sus cinco hermanos que no se unieran a él allí. Pero la sobria respuesta de Abraham fue que sin la gracia de Dios para abrirles los oídos y los ojos, incluso un hombre que volviera de entre los muertos no convencería ni cambiaría sus corazones depravados y rebeldes (Lc 16:27-31). Si no estaban interesados en la lectura de la Biblia y no creían en ella, tampoco creerían si un hombre resucitara de entre los muertos.

¿Te has preguntado por qué tu familia y/o tus amigos no aprecian las cosas que Dios te ha mostrado en Su palabra? ¿Por qué no están convencidos como tú acerca de Dios y la piedad? Sabes lo que sucedería si confrontaras a tus compañeros de clase o colegas acerca de Jesucristo, el juicio venidero y vivir una vida santa. Ellos rechazarían tus palabras y te odiarían. ¿Cuál es la explicación? Tú tienes oídos para oír y ojos para ver, ellos no.

No te sientas frustrado porque la mayoría de las personas rechazan la verdad y la sabiduría, sin importar qué tan bien se las presentes. Jesús y Pablo se encontraron con la misma respuesta. Los líderes religiosos de los judíos crucificaron a Jesús y persiguieron a Pablo por todo el Imperio Romano hasta que fue decapitado. Agradécele a Dios por tus oídos que oyen y tus ojos que ven, y ora para que Él te guíe a otros que han nacido de nuevo también. Dios puede y te llevará a un Cornelio o a una Lidia.

No existen medios humanos para dar el sentido de la audición a los oídos ni para dar la vista a los ojos. Solo el Señor puede hacer esta gran obra. Los esfuerzos evangelísticos hechos para hacer audible el evangelio a oídos sordos o mostrar el Salvador a ojos ciegos son vanos. El evangelio solo es oído y visto por los que ya han nacido de nuevo, hombres con oídos que oyen y ojos que ven (1 Co 1:18,24; 2:14-15).

¡La salvación es del Señor! Él, en Su presciencia, escogió a algunos para vida eterna (Ef 1:4). Él envió a Jesucristo a morir por sus pecados, y ciertamente Él los regenerará y los glorificará (Ro 8:29-33). Les da oídos para oír y ojos para ver. Lucas describió a los que creyeron a Pablo de esta manera: “Y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna” (Hch 13:48).

Dios es también el Alfarero y tú el barro cuando se trata de la vida eterna (Ro 9:20-24). Él hace a algunas personas vasos de honor, y Él hace a otras vasos de deshonra. Ni siquiera tienes derecho a cuestionarlo. Lee este glorioso pasaje y adóralo. Somos una raza rebelde, y Él está perfectamente justificado en Su propósito de salvar a unos y condenar a otros. Él ha escogido mostrar Su ira y poder en algunos, y Su gloria y gracia en otros.

¿Cómo nace de nuevo un hombre, esta vez con oídos y ojos espirituales? Jesús el Hijo de Dios le manda a vivir y resucita su alma de la muerte espiritual (Jn 5:25-29). Esta gloriosa obra es por el poder y la gracia de Dios, sin ninguna cooperación humana (Jn 1:13; 3:8; Ro 9:16; Ef 1:19-20; 2:1-10). El Señor Jesucristo ejerce el mismo poder creador que usó para hacer brillar la luz en el principio (2 Co 4: 3-6; Ef 2:10).

Sólo después de este gran evento podrás oír y ver las cosas de Dios. Es entonces cuando los paganos como Cornelio comienzan a temer a Dios, a orar todos los días y a dar limosnas a los pobres (Hch 10:1-4). Y cuando el evangelio es llevado a tal hombre por la providencia de Dios, él lo cree y lo obedece como la gloriosa noticia que es (Hch 10:33,44-48).

Si puedes escuchar o ver las cosas de Dios hoy, dale gracias y corre en la dirección que te indica esa convicción. Si temes no haber nacido de nuevo, tu deber es el mismo. Corre hacia el Señor Jesucristo, reconócelo como tu Soberano y única Esperanza, y obedécelo. Esta es la evidencia de una vista y oídos espirituales (2 P 1:5-10; 1 Jn 2:29; 3:7; 5:1-5).

El Señor Jesús está esperando para mostrarse al universo, porque Él es el Bendito y Único Potentado, Rey de reyes y Señor de señores (1 Ti 6:14-15). Él viene con santas decenas de millares de Sus ángeles para destruir a Sus enemigos (Jud 14; 2 Ts 1:7-9). Créele y obedécelo hoy, porque el mañana puede traer para ti la maldición de Su venida (1 Co 16:22).

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