La presciencia es el conocimiento de las cosas o eventos antes de que existan o de que ocurran. El término griego para presciencia es prognosis, lo cual expresa la idea de conocer la realidad antes de que sea real y los eventos antes de que ocurran.
En la teología cristiana, la presciencia se refiere a la naturaleza omnisciente de Dios, según la cual Él conoce la realidad antes de que sea real, todas las cosas y acontecimientos antes de que ocurran, y todas las personas antes de que existan.
Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento hablan de la presciencia de Dios. No hay nada en el futuro que quede oculto a los ojos de Dios (Is 41:23; 42:9; 44:6-8; 46:10). Dios ve nuestras vidas, nuestros cuerpos y nuestros días incluso antes de que seamos concebidos:
“No fue encubierto de ti mi cuerpo, bien que en oculto fui formado, y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas” (Sal 139:15-16).
Dios prometió que bendeciría a futuros pueblos a través de Abraham (Gn 12:3). Dios le dijo a Moisés lo que pasaría con el Faraón (Éx 3:19). Gracias al conocimiento previo de Dios, los profetas hablaron de un Mesías venidero (Is 9:1-7; Jer 23:5-6). A través de Daniel, Dios reveló el futuro surgimiento y caída de reinos mundiales (Dn 2:31-45; 7). Y las profecías del Antiguo Testamento se cumplen en el ministerio del Señor Jesucristo y en la formación de la Iglesia según numerosos pasajes del Nuevo Testamento (Mt 1:22; 4:14; 8:17; Jn 12:38-41; Hch 2:17-21; 3:22-25; Gl 3:8; He 5:6; 1 P 1:10-12).
El apóstol Pedro enseña que Dios tenía un conocimiento previo de la muerte expiatoria de Su Hijo mucho antes de que el Señor Jesús muriera (1 P 1:20; véase también Ap 13:8). La muerte del Señor en la cruz era parte del plan eterno de salvación de Dios antes de la fundación del mundo. En el día de Pentecostés, Pedro condenó a los que mataron a Cristo, pero al mismo tiempo señaló que en la soberanía de Dios se les dio permiso para hacer lo que quisieran con Cristo por el “determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios” (Hch 2:23).
Si bien los gobernantes impíos conspiraron para matar al Señor Jesús, Su muerte fue decidida por Dios con anterioridad (Hch 4:28).
La Biblia nos enseña que los hijos de Dios fuimos escogidos con antelación, y que el conocimiento previo de Dios tuvo que ver con la elección. Los elegidos somos aquellos que hemos sido “elegidos según la presciencia de Dios Padre” (1 P 1:2). “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos” (Ro 8:29).
Pero la elección de los elegidos no se basó simplemente en Su presciencia de los acontecimientos; sino en Su beneplácito:
“Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad” (Ef 1:4-5).
En Romanos 11:2, la presciencia de Dios implica una conexión eterna entre Dios y Su pueblo escogido, al que “desde antes conoció” a causa de Su amorosa fidelidad: “No ha desechado Dios a su pueblo, al cual desde antes conoció” (Ro 11:2).
La presciencia de Dios es más que Su capacidad de “ver el futuro”. Su presciencia es un verdadero “conocimiento” de lo que va a pasar, basado en Su propia voluntad. Él determina lo que va a suceder. Es decir, la presciencia no es solamente intelectual; es algo personal y de relación.
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