
Algunas personas suponen que, aunque la Biblia condena el sexo gay entre hombres, no condena en ninguna parte el ser lesbiana, o el lesbianismo. Levítico 18:22 y 20:13 mencionan a los hombres que tienen sexo con otros hombres, pero no dicen nada de las mujeres que tienen sexo con otras mujeres. En el relato de Sodoma y Gomorra en Génesis 19:1-29, los hombres de las ciudades querían violar en grupo a dos hombres (que en realidad eran dos ángeles, Gn 19:1,15).
1 Corintios 6:9 menciona a los hombres afeminados, muy probablemente refiriéndose a los homosexuales, pero no menciona a las lesbianas. Entonces, ¿condena la Biblia la homosexualidad masculina, pero no el lesbianismo?
La epístola a los Romanos aclara esta suposición inválida:
“Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío” (Ro 1:26-27).
Claramente, este pasaje equipara el lesbianismo con la homosexualidad masculina. El lesbianismo se describe como una mujer que cambia las relaciones naturales (con hombres) por relaciones antinaturales (con mujeres). Según la Biblia, ser lesbiana es tan pecaminoso como ser un hombre homosexual.
Hay una implicación en Romanos 1:26 que dice que el lesbianismo es aún peor que la homosexualidad masculina.
Nótese la frase “aun sus mujeres”. El texto sugiere que es más común que los hombres se involucren en la depravación sexual, y cuando las mujeres comienzan a hacerlo, es una señal de que las cosas se has puesto realmente mal. Los hombres suelen tener impulsos sexuales mucho más fuertes que las mujeres, y por eso son más propensos a la desviación sexual. Cuando las mujeres cometen actos sexuales antinaturales, entonces el grado de inmoralidad se ha vuelto realmente vergonzoso.
El lesbianismo es una prueba de que las personas se han entregado a “las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos” (Ro 1:24).
EL LESBIANISMO ES FORNICACIÓN
Fornicación es un término usado en la Biblia para cualquier conducta sexual inapropiada o actividad sexual impura que ocurre fuera de los límites de un pacto matrimonial.
La palabra fornicación proviene del término griego porneia (raíz de la palabra pornografía). Es un término general para la inmoralidad sexual. La fornicación incluye el adulterio, que es el acto de una persona casada que tiene relaciones sexuales con otra persona que no sea su cónyuge. Pero la fornicación también implica cualquier tipo de pecado sexual fuera del matrimonio o entre dos personas que no están casadas. Por ejemplo, en 1 Corintios 5:1, la palabra fornicación se usa dos veces para describir un pecado sexual que la iglesia toleraba: un hombre se acostaba con la mujer de su padre (la que sería la “madrastra” del culpable).
En una lista de pecados horrendos en Romanos 1:29, el apóstol Pablo incluye la fornicación, refiriéndose a todo tipo de inmoralidad sexual.
La masturbación, la homosexualidad, el lesbianismo, la pedofilia, el bestialismo y cualquier acto de connotación sexual está incluido dentro del término general fornicación.
El Señor Jesús menciona la fornicación en una lista de pecados condenables que provienen del corazón de la persona: “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias” (Mt 15:19; véase también Mr 7:21).
El pecado de fornicación viola el séptimo mandamiento (Éx 20:14), que tiene por objeto salvaguardar la integridad de la familia y la unión matrimonial. Dios diseñó el sexo para el matrimonio, y el matrimonio para ser una institución santa, preciada y honrada. La Biblia llama a los casados a guardarse exclusivamente el uno para el otro, o enfrentar el juicio de Dios: “Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios” (He 13:4).
La condenación contra la fornicación es unánime en las Escrituras. Los que practican a la fornicación no heredarán el reino de los cielos (1 Co 6:9).
Abstenerse de la fornicación es una de las cuatro condiciones requeridas de los gentiles para ser aceptados en la iglesia primitiva por el Concilio de Jerusalén: “Que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación” (Hch 15:29).
La Biblia instruye a los creyentes a huir de todo tipo de pecado sexual, puesto que esto es fornicación: “Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos” (Ef 5:3; véase también 1 Co 7:2; 1 Ts 4:3).
Según Pablo en 1 Corintios 6:18, el pecado sexual es único en el sentido de que es un pecado contra el propio cuerpo. Esta idea está vinculada a la enseñanza establecida en los versículos anteriores: que los creyentes somos miembros del cuerpo de Cristo (1 Co 6: 12-17). La fornicación viola la unión mística de “una sola carne” del creyente con el Señor Jesucristo (1 Co 6:15). No tenemos derecho a usar nuestros cuerpos de la manera que queramos porque pertenecemos al Señor. La fornicación es contraria a nuestra nueva naturaleza e identidad como miembros del cuerpo de Jesucristo. Pablo continúa explicando que el cuerpo de un cristiano es el templo del Espíritu Santo, un lugar santo que pertenece a Jesucristo (1 Co 6:19). Hemos sido redimidos por Dios para obras buenas y justas, no para el pecado (Ef 2:10).
Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, las Escrituras usan la fornicación también en sentido figurado para describir la corrupción del pueblo de Dios con el pecado de la idolatría y la infidelidad a Dios (apostasía). Tanto Israel como la iglesia se presentan como la esposa del Señor, o la Novia de Cristo. Cuando el pueblo de Dios cae en la idolatría y la infidelidad, Él llama a este pecado “fornicación” (Jer 2:20-36; Ez 16:15-43; Ap 2:14, 20-22; 17:1-18; 18:2-9).
“Huid de la fornicación” (1 Co 6:18).
“Ningún fornicario entrará en el reino de Dios” (1 Co 6:9; Ro 1:24;Gl 5:19-21; Ap 21:8).
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