Thursday, August 28, 2025

EL HIJO PRÓDIGO


La parábola del hijo pródigo se encuentra en Lucas 15:11-32. El personaje del padre perdonador, que permanece constante a lo largo de la historia, es una representación de Dios. Al contar la historia, el Señor Jesús se identifica con Dios en Su actitud amorosa hacia los perdidos, simbolizados por el hijo menor (los publicanos y pecadores de Lucas 15:1). El hermano mayor representa a los que se creen justos (los fariseos y maestros de la ley de Lucas 15:2). 

El tema principal de esta parábola no es tanto la conversión del pecador, como en las dos parábolas anteriores de Lucas 15, sino más bien la restauración de un creyente a la comunión con el Padre

En las dos primeras parábolas, el dueño sale a buscar lo que se había perdido (Lc 15:1-10), mientras que en esta historia el padre espera y observa con ansias el regreso de su hijo. Vemos una progresión a través de las tres parábolas de la relación de uno en cien (Lc 15:1-7), a uno en diez (Lc 15:8-10), y finalmente a uno en uno (Lc 15:11-32), demostrando el amor de Dios por cada individuo y Su atención personal hacia toda la humanidad. 

Vemos en esta historia que la misericordia del padre ensombrece la pecaminosidad del hijo, ya que es el recuerdo de la bondad del padre lo que lleva al hijo pródigo al arrepentimiento.

El Señor Jesús establece el escenario para la parábola del hijo pródigo en Lucas 15:11: “Un hombre tenía dos hijos”.

El Hijo Menor

En Lucas 15:12, el hijo menor le pide a su padre su parte de la herencia, que según la ley debía ser la mitad de lo que recibiría su hermano mayor (Dt 21:17). En otras palabras, el hijo menor pide un tercio de la herencia. Aunque estaba perfectamente dentro de sus derechos al pedir, esto no era un acto de amor, ya que implicaba que deseaba la muerte de su padre. En lugar de reprender a su hijo, el padre concede compasivamente su petición. Esta es una representación de Dios que permite que el pecador tome su propio camino si así lo desea (Dt 30:19).

Como el hijo pródigo, todos poseemos un necio deseo de ser independientes de Dios, que es la raíz del pecador que persiste en su pecado. El pecado se caracteriza por un deseo de apartarse y distanciarse de Dios (Ro 1:21). El pecado también se caracteriza por producir constante descontento en el pecador. 

En Lucas 12:15 el Señor dice: 

“Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”

El hijo menor en la parábola aprendió de la manera más dura que la codicia lleva a una vida de insatisfacción y decepción. También aprendió que las cosas más valiosas en la vida son las cosas que no podemos comprar o reemplazar.

En Lucas 15:13 el hijo menor viaja a un país lejano. Es evidente por sus acciones previas que ya había hecho ese viaje en su corazón, y la partida física fue una muestra de su desobediencia voluntaria a toda la bondad que su padre le había ofrecido. En la tierra extranjera, el pródigo despilfarra toda su herencia en busca de su satisfacción egoísta y superficial, perdiéndolo todo. Su desastre financiero es seguido por un desastre natural en forma de hambruna, para la cual no había planificado. Acuciado por el hambre, se ofrece a trabajar para un gentil y termina alimentando cerdos, un trabajo detestable para el pueblo judío porque, según la ley, los cerdos a pesar de ser comestibles eran los animales inmundos por antonomasia (Lv 11:7).

El hijo pródigo trabajando en la pocilga es una representación de el cristiano rebelde, ahora convertido en pecador perdido, que se revuelca en una vida de pecado que aborrece pero de la cual su orgullo no le permite escapar (2 P 2:20-22). Los resultados del pecado nunca son agradables (Stg 1:14-15). 

El hijo pródigo comienza a reflexionar sobre su miserable condición, “y volviendo en sí” (Lc 15:17), se da cuenta de que incluso los siervos de su padre están mejor que él. Sus dolorosas circunstancias le hacen ver a su padre bajo una nueva luz. La esperanza comienza a amanecer en su corazón (Sal 147:11; Is 40:30-31; 1 Ti 4:10).

El “volver en sí” del pródigo es reflejo de la realización del pecador de que, aparte de Dios, no hay esperanza. A menudo cuando un pecador “vuelve en sí”, le sigue el arrepentimiento, junto con el anhelo de regresar a la comunión con Dios. (Aunque el “volver en sí” no siempre es garantía de regresar a la comunión con Dios, como el trágico caso de Judas Iscariote nos enseña.)

El hijo idea un plan de acción, y demuestra que su arrepentimiento es genuino. Admitirá su pecado (Lc 15:18), renunciará a sus derechos como hijo y asumirá la posición de un siervo (Lc 15:19). Se da cuenta de que no tiene derecho a una bendición de su padre, y no tiene nada que ofrecerle a su padre, excepto una vida de servicio. Al regresar a casa, el hijo pródigo está preparado para suplicarle al padre por misericordia.

Del mismo modo, un pecador arrepentido que acude a Dios es muy consciente de su propia pobreza espiritual. Dejando a un lado todo orgullo y sentimientos de derecho, no trae nada de valor consigo. El único pensamiento del pecador es arrojarse a la misericordia de Dios y suplicar por una posición de servidumbre que lo salve de su condición de perdido (1 Jn 1:9; Ro 6:6-18; 12:1).

El Padre

El padre en la parábola del hijo pródigo estaba esperando que su hijo regresara. De hecho: 

“Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó” (Lc 15:20). 

El Padre corre hacia su hijo rebelde, lo abraza y lo besa. En el tiempo del Señor Jesús, era impropio que un hombre mayor corriera porque denotaba falta de autocontrol y esa era la actitud que se esperaba de los esclavos y siervos; sin embargo, el padre aquí corre para recibir a su hijo, rompiendo las costumbres por el amor y el deseo de restaurarlo. El hijo arrepentido comienza a pronunciar su discurso preparado (Lc 15:21), pero su padre lo interrumpe y comienza a dar órdenes para honrar a su hijo: ¡La mejor túnica, el mejor anillo, la mejor fiesta! El padre no cuestiona a su hijo ni lo sermonea: sabe por lo que ha pasado. Lo perdona con alegría y le recibe de nuevo como miembro de la familia.

¡Qué imagen del amor, la compasión y la gracia de Dios! El corazón de Dios está lleno de compasión por Sus hijos; está listo para dar la bienvenida al pecador arrepentido que regresa a casa y celebrar alegremente por ello (Lc 15:7,10). 

El hijo pródigo estaba satisfecho con volver a casa como esclavo, pero para su sorpresa y deleite es restaurado a la plena condición de ser hijo de su padre. El pecador cansado, demacrado y sucio que llegó a casa fue transformado en el invitado de honor en la casa de un hombre rico. Eso es lo que hace la gracia de Dios por un pecador arrepentido.

El mandato del padre de traer la mejor túnica para el hijo que regresó es una señal de dignidad y honor, prueba de la aceptación del pródigo de vuelta en la familia. El anillo la mano es una señal de autoridad y de heredero legítimo de la casa del padre. Las sandalias para sus pies son un signo de que no es un siervo, ya que los siervos no usaban cazado. El padre ordena que se prepare el becerro engordado, y se celebra una fiesta en honor al hijo que regresó. En esos tiempos, el becerro engordado se reservaba sólo para ocasiones muy especiales. Esta no es solo cualquier fiesta; es una celebración excepcional y completa.

Todas estas cosas representan lo que recibimos en Cristo al recibir el perdón de nuestros pecados y la vuelta a la comunión con Dios: el manto de la justicia del Redentor (Is 61:10), el privilegio de participar en el espíritu de adopción (Ef 1:5), y los pies calzados con la preparación del evangelio de la paz, dispuestos a caminar en los caminos de santidad (Ef 6:15). Las acciones del padre en la parábola nos muestran que el Señor:  

No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, Ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados. Porque como la altura de los cielos sobre la tierra, Engrandeció su misericordia sobre los que le temen. Cuanto está lejos el oriente del occidente, Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones. Como el padre se compadece de los hijos, Se compadece Jehová de los que le temen (Sal 103:1-13).

En lugar de condenación, hay alegría por un hijo que “muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado” (Lc 15:24,32).

El Hijo Mayor 

El último y trágico personaje en la parábola es el hijo mayor. Mientras el hijo mayor vuelve del campo, escucha música y baile. Descubre por uno de los sirvientes que su hermano menor ha vuelto a casa y que lo que escucha es el sonido de la alegría por el regreso de su hermano. El hermano mayor se enfurece y se niega a entrar a la casa. Su padre sale a buscar a su hijo mayor y ruega que entre. 

“Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo” (Lc 15:29-30). 

El padre responde amorosamente: 

“Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos” (Lc 15:31-32).

Las palabras y acciones del hijo mayor revelan varias cosas sobre él: 

1) Su relación con su padre estaba basada en trabajos y méritos. Señala a su padre que siempre ha sido obediente, ya que ha estado “trabajando como un esclavo”; por lo tanto, merece una fiesta, se la ha ganado. 

2) Desprecia a su hermano menor como indigno del favor de su padre. 

3) No entiende la gracia y no tiene lugar para el perdón. De hecho, la demostración de gracia hacia su hermano le enoja. Su hermano no merece una fiesta. 

4) Reniega del pródigo como hermano, refiriéndose a él como “Este tu hijo” (Lc 15:30). 

5) Acusa a su padre de ser tacaño e injusto: “Nunca me has dado ni un cabrito” (Lc 15:29).

Las palabras del padre son correctivas de varias maneras: 

1) Su hijo mayor debería saber que su relación no se basa en el rendimiento ni en el trabajo: “Tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas” (Lc 15:31). 

2) Su hijo mayor debería aceptar a su hermano como parte de la familia. El padre se refiere al pródigo como “Este tu hermano” (Lc 15:32). 

3) Su hijo mayor podría haber disfrutado de una fiesta en cualquier momento que quisiera, pero nunca hizo uso las bendiciones a su disposición. 

4) La recepción de la gracia merece una celebración apropiada: “Mas era necesario hacer fiesta” (Lc 15:32).

Los fariseos y los maestros de la ley, mencionados en Lucas 15:1, se retratan como el hermano mayor en la parábola. Exteriormente, vivían vidas inmaculadas, pero interiormente sus actitudes eran abominables (Mt 23:25-28). Veían su relación con Dios basada en su arduo trabajo y rendimiento, y se consideraban dignos del favor de Dios, a diferencia de los pecadores indignos que les rodeaban. No entendían la gracia de Dios y, de hecho, se enojaban por ella. No tenían lugar para el perdón. No veían parentesco entre los pecadores y ellos mismos. Veían a Dios como bastante tacaño en Sus bendiciones. Y consideraban que, si Dios aceptaba a los publicanos y pecadores en Su familia, entonces Dios era injusto con ellos (los fariseos y los maestros de la ley).

El enfoque del hermano mayor estaba en sí mismo y en su propio servicio; como resultado, no se alegró por la llegada de su hermano a casa. Estaba tan consumido por la justicia propia y el egoísmo que no logró ver el valor del arrepentimiento y regreso de su hermano. El hermano mayor había permitido que la amargura se arraigara en su corazón hasta el punto de que no pudo mostrar compasión hacia su hermano. Su amargura se extendió hacia otras relaciones también, al ser incapaz de perdonar el “pecado” de su padre contra él. En lugar de disfrutar de comunión con su padre, hermano y comunidad, el hermano mayor se quedó fuera de la casa y justificó su enojo. ¡Qué triste escoger la miseria y la separación por encima de la restauración y reconciliación!

El hermano mayor, como los líderes religiosos de los tiempos de Jesús, fallaron en darse cuenta de que: 

“El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas. El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo. Pero el que aborrece a su hermano está en tinieblas, y anda en tinieblas, y no sabe a dónde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos” (1 Jn 2:9-11). 

La parábola del hijo pródigo es una de las imágenes más hermosas de la gracia de Dios en las Escrituras. Todos hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios (Ro 3:23). Todos somos pródigos en el sentido de que le hemos dado la espalda a Dios muchas veces para hacer nuestra propia voluntad aún después de haber conocido a Cristo como nuestro Salvador. Todos hemos usado egoístamente “nuestros” recursos y nos hemos revolcado en el pecado en busca de placer. Sin embargo, Dios está listo para perdonar. Él salvará al contrito, no por obras, sino por Su gracia, mediante la fe. Ese es el mensaje central de la parábola del hijo pródigo.

Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, Y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones, Y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos; Para que seas reconocido justo en tu palabra, Y tenido por puro en tu juicio. He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre. He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo, Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría. Purifícame con hisopo, y seré limpio; Lávame, y seré más blanco que la nieve. Hazme oír gozo y alegría, Y se recrearán los huesos que has abatido. Esconde tu rostro de mis pecados, Y borra todas mis maldades. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti, Y no quites de mí tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación, Y espíritu noble me sustente. Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, Y los pecadores se convertirán a ti. Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación; Cantará mi lengua tu justicia. Señor, abre mis labios, Y publicará mi boca tu alabanza. Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; No quieres holocausto. Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios (Sal 51:1-17).

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Wednesday, August 27, 2025

EN LO QUE REQUIERE DILIGENCIA...




“¿Has visto hombre solícito en su trabajo? Delante de los reyes estará; no estará delante de los de baja condición” (Pr 22:29).

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¡Ser solícito en tu ocupación funciona! El hombre diligente será promovido por encima de los hombres promedio e inferiores para codearse con los mejor calificados y exitosos en sus áreas de trabajo. La discriminación es una excusa. La educación es sólo una herramienta. La inteligencia tiene un valor marginal. La solicitud o diligencia es la clave: el esfuerzo constante y persistente aplicado a los deberes y responsabilidades de tu trabajo. Aquí está el rico y sabio rey Salomón enseñándote cómo salir adelante en tu profesión u ocupación laboral. ¡Ignora la lección y fracasarás!

Ser solícito o diligente se refiere al cuidado, esmero, prontitud y habilidad con que se hacen las cosas. Es actuar con cuidado y atención para realizar una tarea o encomienda. Es ser constante en la aplicación, perseverante en el esfuerzo, industrioso en la faena. Ser solícito simplemente significa el concepto anticuado de trabajar persistentemente con concentración y dedicación en tu oficio.

En los tiempos bíblicos, los reyes eran las personas más importantes de la nación. Los hombres “de baja condición” eran la clase de hombres que componían gran parte de la sociedad (la clase baja social y económicamente hablando). Pero el destacarse en su área de ocupación podía llevar a un hombre de baja condición a presentarse ante un rey. ¿Y si fuera solo un panadero? ¡Ningún problema! Si era solícito en su trabajo, no pasaría mucho tiempo antes de que tuviera encargos para alimentar al rey, a su corte y tal vez a su ejército.

No hay duda de si la solicitud en tu trabajo te hará exitoso o no. Esta no es una sugerencia o posible método de mejora de tu trayectoria laboral. La Palabra de Dios lo declara, y eso lo establece (Pr 10:4; 12:24; 13:4; 21:5). El rey Salomón lo observó y lo registró en Proverbios, y eso lo resuelve (1 R 11:28). Los hombres honestos lo han visto cumplido en sus vidas una y otra vez.

Aunque hay muchos otros ejemplos en la cultura contemporánea, deberías considerar la vida de R. G. LeTourneau, un prolífico inventor de tecnologías relacionadas con las maquinarias de movimiento de tierras, que solo completó el sexto grado de la escuela básica. Compensó la falta de credenciales académicas con un trabajo arduo y prolongado, y el Señor lo recompensó con una mente genial consiguiendo 299 patentes estadounidenses para equipos pesados. Los gobiernos buscaron sus servicios, especialmente durante la Segunda Guerra Mundial, y ganó una gran cantidad de dinero y completó enormes proyectos comerciales y religiosos.

Hay varios obstáculos que impiden la prosperidad. ¿Cuál es el tuyo? Primero, los hombres son perezosos por naturaleza. Nacen para postergar las cosas, esforzarse lo menos posible, evitar el trabajo extra y buscar el ocio en la primera oportunidad. No se levantan temprano, no trabajan duro, no se mantienen concentrados, no trabajan hasta tarde ni buscan más cosas que hacer. Salomón repetidamente condenó y ridiculizó a tales perezosos (Pr 6:6-11; 10:26; 12:24; 19:15,24; 20:4,13; 24:30-34; Ec 10:18). ¿Eres perezoso?

Segundo, esta generación promueve la pereza de dos maneras. Se paga por el tiempo en lugar de la productividad, y llaman trabajo a 40 horas a la semana, con pausas para el almuerzo, pausas para el café, días festivos y vacaciones. ¿Qué pensaría un productor lechero? Esta generación también permite y promueve “oportunidades de negocio” que despluman a los simples y llenan los bolsillos de los estafadores. ¿Te tientan estas alternativas? ¿Crees que hay tal cosa como un almuerzo gratis?

En tercer lugar, la mayoría de los perezosos son orgullosos y les molesta que les digan que son perezosos y de bajo rendimiento (Pr 26:16). Se miden a sí mismos por otros como ellos y piensan que hacen un buen trabajo, pero estándares tan bajos conducen a la mediocridad en el mejor de los casos (1 Co 15:10; 2 Co 10:12). El Señor Jesús y Pablo enseñaron que solo los mejores merecen una recompensa (Mt 25:14-30; 1 Co 9:24-27).

Cuarto, en una sociedad afeminada, la mayoría ha sido protegida de las dificultades, primero en el hogar, luego en la escuela y luego por el gobierno. Quieren limosna estatal. Esta destrucción del espíritu emprendedor crea personas pusilánimes y perezosas que inventan excusas para evitar un desafío. Salomón se burló de ellos citando su temor al frío y al león en la calle (Pr 20:4; 22:13; 26:13).

El apóstol Pablo proporciona un ejemplo para los ministros y todos los demás trabajadores. Aunque fue el último de los llamados al apostolado, aceptó el encargo que el Señor le dio y superó a los otros apóstoles en irradiación evangélica (1 Co 15:8-10). Viajó incansablemente por todo el mundo entonces conocido y predicó el evangelio de persona a persona, y también a grandes audiencias: a cualquiera que le prestara oídos (2 Ti 2:10; Ro 15:18-21; 2 Co 10:12-18).

La lección y la regla de este proverbio no es solo para el Antiguo Testamento. Pablo enseña lo mismo: “En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor” (Ro 12:11). Y lo enseña con detalle en otros lugares (1 Ts 4:11-12; Ef 4:28; Tit 2:9-10; 3:14; Hch 20:35; 1 Ts 2:9). 

Para un verdadero creyente hay más en la vida que la ocupación laboral y vida natural. Está el negocio del reino de Dios. El Señor Jesús fue solícito en este asunto desde pequeño (Lc 2:49; Mr 1:35). ¿A qué hora te levantarás mañana por la mañana? ¿Qué tan fervientemente orarás? ¿Cuánto tiempo orarás? ¿Qué tan enfocado te mantendrás?  

La familia de Estéfanas era adicta al ministerio de los santos (1 Co 16:15). ¿Qué tan solícito eres en buscar la voluntad y el beneplácito de tu Padre en el cielo y el beneficio de tu iglesia y sus miembros aquí en la tierra? La solicitud en estos asuntos te traerá el favor del Rey del reino de los cielos (Mt 25:31-46; 1 Ti 6:17-19; He 6:10). Tu futuro con Dios y los hombres está en juego.

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NO TRASPASES LOS LINDEROS ANTIGUOS




“No traspases los linderos antiguos que pusieron tus padres” (Pr 22:28).

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Aquí tenemos un importante proverbio con una advertencia muy seria: No engañes ni te comprometas en ningún trato comercial, especialmente de una manera furtiva o sutil, que defraude a otra persona con respecto a su propiedad. La lección se toma de la costumbre de delimitar visiblemente un predio o terreno para distinguirlo del contiguo. Este pecado de alterar los linderos es condenado varias veces en la Biblia (Dt 19:14; Dt 27:17; Job 24:2; Pr 23:10; Os 5:10).

En el antiguo Israel, en los campos abiertos donde se juntaban los términos de las propiedades agrícolas, la costumbre para delimitarlas requería poner una piedra vertical, una pila de piedras o algún otro marcador semipermanente para precisar el fin de una y el comienzo de la otra. Estos linderos servían para identificar propiedades, valorar una herencia, dividir un patrimonio, etc. Un hombre profano movería sin escrúpulos tales linderos por la noche para aumentar el área de su terreno robándole propiedad a su vecino.

Considera un terreno de solo 16 hectáreas que cuatro agricultores dividen en partes iguales (4 hectáreas cada uno). Si uno de estos agricultores era un hijo de Belial y movía el lindero central solo 3 metros, aumentaría su predio en más de ¼ de hectárea robando sutilmente a través de la invasión de los tres terrenos vecinos. El ojo natural de ningún hombre podría discernir tal deslizamiento del lindero, y solo una medición muy precisa podría probarlo.

Hoy en día, tu terreno rural no es tan fácil de robar. Probablemente tenga estacas de hierro enterradas en el suelo para marcar los límites de la propiedad, y estas han sido inspeccionadas y registradas en planos cuidadosamente mantenidos en las oficinas de bienes raíces. Pero ese no era el caso en el antiguo Israel, por lo que debes apreciar la mención de los linderos en la ley de Dios y la sabiduría de Salomón.

Dios dio la tierra a los hombres, y Él la protege. Aquí está una de las grandes leyes de la sabiduría de Dios para gobernar a Su pueblo. El mandamiento: “No hurtarás”, protege la propiedad de otros e incluye la advertencia de este proverbio. De hecho, el Señor condenó incluso el desear la propiedad de otros con Su mandamiento: “No codiciarás”.

La Ley de Moisés establecía claramente el propósito y la protección de los linderos (Dt 19:14), y se pronunció una maldición en la asamblea pública contra cualquiera que los trastocara (Dt 27:17). Job enumeró esto como uno de los crímenes atroces de los impíos (Job 24:2), y Dios comparó a los profanos príncipes de Judá con aquellos que movían los linderos (Os 5:10).

Te has encontrado antes con la advertencia del sabio sobre el fraude comercial, porque es una tentación segura de la vida (Pr 11:1; 16:11; 20:10,23). El amor al dinero es la raíz de todos los males, y la codicia lleva a los hombres a comprometer los negocios para robar a los demás (1 Ti 6:10; Ex 18:21; 1 S 8:3; Miq 2:2). Los hombres piadosos son sabios para aprender a contentarse, no sea que sean tentados a ser menos que honestos en sus transacciones comerciales (1 Ti 6:6-9).

¿Deberías simplemente sonreír ante las pintorescas prácticas inmobiliarias del pasado, o deberías buscar la sabiduría de Dios en estas palabras? Debes buscar aprender; la honestidad es también una regla del Nuevo Testamento (Ro 12:17; 2 Co 8:21; 1 P 3:16).

El objetivo principal de la lección es rechazar cualquier fraude secreto o usurpación clandestina de la propiedad de otro, incluso si no has usado la fuerza. Aunque los hombres no ven tus acciones, Dios las ve, y tú violas los justos derechos de propiedad de tu prójimo.

Si ves la amplitud de la lección, condena también las transacciones sin plazos establecidos. Antes de entrar en un trato o compromiso comercial, se deben definir los detalles del acuerdo, para que ninguna de las partes sufra pérdidas injustas ni surjan disputas en el futuro.

El proverbio condena la alteración de pactos y compromisos, ya sean orales o escritos, en los que una de las partes sufrirá pérdida. Debes cumplir con los detalles contractuales y poner todas las cosas honestamente a la vista de los demás. Si diste tu palabra, debes igualar o superar las expectativas que creaste.

El proverbio condena todo fraude, falsificación, ocultación o alteración en las transacciones comerciales. Todos los dueños de negocios conocen trucos que pueden mejorar sus ganancias a expensas del cliente. Tales pensamientos nunca deberían albergarse en un hijo de Dios.

El proverbio también condena las riñas tontas e innecesarias con los vecinos que deberían haberse evitado manteniendo una mejor comunicación. Es mejor ser defraudado que pelear, especialmente cuando la causa puede atribuirse a tu negligencia o pereza.

El proverbio además condena el quebrantamiento de las costumbres establecidas, aunque no sean por escrito. No es un hombre piadoso el que se excusa de su responsabilidad porque un contrato no fue por escrito, si los detalles estaban sobreentendidos. Los hombres nobles tampoco citan la Constitución u otras reliquias polvorientas como base para sus acciones; los hombres de principios cumplen las expectativas aceptadas de la sociedad en el desempeño de sus transacciones, independientemente de cualquier disposición obsoleta o idea que pueda excusarlas. Saben que las normas y los convencionalismos sociales de hecho pueden ser más vinculantes que la ley misma.

Si has tomado el nombre de Cristo, que tu conducta en todas tus transacciones y tratos con los demás sea completamente honesta y abiertamente justa (Mt 5:16; 1 Ts 4:11-12; 1 Ti 6:1; Tit 2: 9-10; 1 P 2:12; 3:16-17). Más vale sufrir pérdida que comprometer los derechos de propiedad de otros u ofender al gran Rey (1 Co 6:6-8).

Y cuando se trata de adorar a Dios, estás obligado a observar los antiguos linderos de la Escritura y la tradición apostólica (Dt 5:32; 12:32; Sal 119:128; Is 8:20; Ro 16:17-18; 2 Co 11:3-4; Gl 1:6-9; 2 Ts 2:15; 3:6; 1 Ti 6:3-5; 2 Ti 3:1-5,16-17; 4:3-4; Tit 3:10-11; 1 Jn 4:1-6). No tienes derecho a aceptar nuevas doctrinas, descuidar doctrinas antiguas, inventar nuevas formas de adoración, modificar las existentes o comprometer la disciplina.

Debes preguntar por las sendas antiguas y andar por ellas. ¿Has examinado sobriamente tu iglesia a la luz de la Palabra de Dios y la has encontrado andando por las sendas antiguas? 

“Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos” (Jer 6:16).

La mayoría de las iglesias de hoy en día están traspasando los linderos de la verdadera doctrina y práctica a un ritmo de cambio y a una velocidad de movimiento sin precedentes, aunque la Biblia ordena claramente que nada se le debe añadir ni quitar a la Palabra de Dios, y que no debemos apartarnos de Sus mandamientos a derecha ni a izquierda (Dt 12:32; 5,32-33; Mt 28:20; 1 Co 3:10-17).

Una iglesia de hoy que sigue las Escrituras parece muy diferente y extraña al compararla con resto de las iglesias, porque la mayoría han modificado el mensaje para aumentar el número de los no regenerados y carnales asistentes añadiendo todo tipo de profanas invenciones para hacerlos felices. Esta manipulación de los antiguos linderos apostólicos que gobiernan a la iglesia de Cristo está severamente condenada en la Biblia.

A la luz de las Escrituras, ¿dónde se encuentra tu iglesia: en un infierno ardiente, regeneración decisional, divorcio y nuevo matrimonio, bautismo por inmersión de los creyentes, sodomía, fiestas paganas blanqueadas por Roma, elección y predestinación, fornicación antes del matrimonio, amor propio y autoestima, televisión, sumisión al gobierno civil, fuerte predicación bíblica, silencio de las mujeres en las reuniones, uso moderado del alcohol, instrumentos musicales en la adoración, sumisión de las mujeres casadas, sindicatos, matrimonios del mismo sexo, falsas curaciones, preeminencia de Jesucristo, origen apostólico de la iglesia, profecías fallidas, Logia Masónica, campanarios en la torre y banderas junto al púlpito, cumplimiento de muchas profecías bíblicas, disciplina eclesiástica, modestia femenina, adoración reverente, matrimonio solo en el Señor, longitud del cabello, virginidad, cremación, transexuales, pena capital y castigo corporal, lenguas, etc., etc.?

Pablo describió esta situación, cuando los cristianos se apartarían de la sana doctrina y la verdad a las fábulas y las invenciones, como tiempos peligrosos; y advirtió a Timoteo acerca de ellos (2 Ti 3:1- 4:4). Olvídate de las hambrunas, las pandemias, los tsunamis, el SIDA, el colapso económico o la Tercera Guerra Mundial. Aquí hay un peligro real: mover los linderos de la Biblia para inventar nuevas doctrinas y formas de hacer las cosas en la iglesia que impiden que los adoradores agraden a Dios y obtengan la salvación práctica por el evangelio.

El gran Dios del cielo y Su Hijo Jesucristo han dispuesto los campos de Su reino con fronteras y límites claramente definidos. El Nuevo Testamento proporciona toda la instrucción necesaria a fin de que el hombre de Dios sea perfecto (2 Ti 3:16-17). Aquellos que mueven los linderos para alterar la doctrina, el servicio o la adoración de Dios deben ser señalados, evitados y condenados (Ro 16:17-18; Gl 1:6-9). ¡No dejes que muevan un solo lindero!

¿Eres un defensor de los linderos antiguos? Debes luchar fervientemente por la fe que nos fue una vez dada por los apóstoles del Señor Jesús. Como nos exhorta Judas en su breve pero severa epístola: 

“Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos” (Jud 3).

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ESTAR PROTEGIDO CONTRA EL DIABLO REQUIERE EL PERDÓN DE CORAZÓN




“No te entremetas con el iracundo, ni te acompañes con el hombre de enojos” (Pr 22:24).

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Las personas iracundas son personas necias llenas de furia. No hay nada piadoso o noble en ellas, sin importar cómo intentes justificar su enojo o inventes excusas para ello. Los hombres iracundos son necios. Si quieres ser sabio, los evitarás a toda costa, o correrás el riesgo de aprender sus odiosas y perversas costumbres para destrucción de tu alma (Pr 22:25; 13:20).

Las personas iracundas son problemáticas. Si quieres una vida pacífica, las evitarás, porque traerán conflictos interminables a tu vida (Pr 15:18; 19:19; 29:22). Los hombres iracundos no pueden aprender una nueva forma de comportamiento, por lo que te pedirán que los saques de problemas una y otra vez. La mejor opción es darse cuenta de que son esclavos de sus emociones, y evitarlos.

No tienes derecho a los amigos que desees. Dios tiene autoridad para limitar a tus amigos. Los justos aprecian Su sabiduría acerca de los amigos, por lo que los eligen en consecuencia. No te engañes a ti mismo; las malas conversaciones (relaciones) corrompen las buenas costumbres (1 Co 15:33). Las personas iracundas te tentarán a aprender malos hábitos, y te causarán muchos dolores de cabeza.

El enojo reposa en el seno de los necios (Ec 7:9). Los sabios refrenan el enojo (Pr 19:11). Los sabios dominan sus espíritus y son lentos para la ira (Pr 14:29). ¿Por qué? Porque reconocen que los hombres verdaderamente nobles saben cómo gobernar sus espíritus y evitar el enojo (Pr 16:32). ¿Por qué? Porque saben que el enojo nunca ayuda a obrar la justicia de Dios (Stg 1:19). ¿Por qué? Porque saben que el entrar apresuradamente en un pleito los avergonzará a la larga (Pr 25:8).

Los hombres iracundos a menudo se jactan de su mal genio como señal de hombría o valor, pero solo los necios se enojan rápidamente, porque son esclavos de sus bajas pasiones (Pr 14:17,29). No pueden gobernar sus espíritus, por lo que Dios y Salomón los comparan con ciudades indefensas y sin muros: cualquier evento menor desencadenará su colapso y ruina total (Pr 25:28).

La lección es bastante clara. ¿Qué harás con ella? Aísla a los conocidos o familiares que se enojan rápidamente o con frecuencia. No se merecen amigos. Que vivan y mueran solos. Hay que dejar que las personas iracundas se pudran en su propia furia. La razón de Salomón es bastante clara en el siguiente versículo: “No sea que aprendas sus maneras, y tomes lazo para tu alma” (Pr 22:25).

La lección es obvia. Evita a los hombres iracundos. No te hagas amigo de ellos, no te asocies con ellos ni te conectes con ellos de ninguna manera. No te asocies con una persona iracunda, porque arruinará tu carácter. No tengas un cónyuge iracundo porque te causará un gran dolor. No le compres ni vendas a personas iracundas, si puedes evitarlo. ¿Por qué causarte un dolor de cabeza si lo puedes evitar? Ni siquiera vayas a cenar con tal persona (Pr 17:1; 21:9).

El Señor Jesús enseñó que el enojo sin causa es homicidio a los ojos de Dios (Mt 5:21-22). Por supuesto, los religiosos afeminados y las mujercillas cargadas de pecados de la generación actual han eliminado estas dos palabras de sus Biblias modernas, dejando el pasaje que condena todo tipo de mal carácter (2 Ti 3:1-7). Sin embargo, Dios, Sus profetas y Sus apóstoles se enojaron contra el pecado y los pecadores. Pablo escribió que es posible enojarse y no pecar (Ef 4:26-27).

Los necios pecan cada vez que se enojan, porque no dejarán su enojo antes de que se ponga el sol (Ef 4:26-27). Al enojarse con frecuencia, dan lugar al diablo para que entre en ellos y cause estragos en sus corazones y mentes. Su negativa a perdonar a los demás es una de las artimañas de Satanás que le permiten aprovecharse de ellos (2 Co 2:7-11). Estar protegido contra el diablo requiere el perdón de corazón inmediatamente (Mt 18:21-35).

En lugar de elegir a personas intemperantes como amigos o ir a los lugares que estas personas frecuentan, elige a hombres piadosos como amigos y ve con ellos a la casa de Dios. Los verdaderos hijos de Dios no se enojan sin causa. Están llenos de amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza (Gl 5:22-23). ¿Te describen estos nueve rasgos? ¿Describen a tus amigos? ¿Describen tu iglesia? Debería ser así.

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“No sea que aprendas sus maneras, y tomes lazo para tu alma” (Pr 22:25).

Audio

El pecado es contagioso, pero la virtud no. Transmites la enfermedad a los demás, pero no la salud. Los amigos impíos te corromperán; pero ellos no se convertirán. Esta es una ley de la sabiduría y la naturaleza. El hombre cae en el pecado, pero nunca en la virtud. La amistad y la asociación con personas impías te enseñan malos hábitos y atrapan tu alma. Eres la compañía que mantienes.

Este proverbio está conectado con el anterior, que condena la amistad con hombres iracundos y la asociación con personas de mal carácter (Pr 22:24). La intemperancia y el enojo son señales de necedad, que revelan el carácter impío de las personas que no pueden gobernar sus espíritus (Pr 14:17; 16:32; Ec 7:9; Stg 1:19-20). Los hombres piadosos tomarán el camino opuesto lejos de tales personas.

Las personas intemperantes rara vez tienen amistades; están crónicamente resentidas. Pero la amistad pasa por alto o excusa el error que una vez despreciaste. ¡El amor es ciego! El pecado infecta tu conducta. Primero pones excusas, luego te vuelves insensible, y al poco tiempo reaccionas de forma exagerada, ¡y te gusta! Tu alma depravada ahora puede alimentar este nuevo hábito pecaminoso.

Una de las lecciones clave de Salomón para crecer en sabiduría es evitar a los impíos y a los necios (Pr 1:10-19; 4:14-17; 9:6; 13:20; 19:27). Ve el comentario sobre Proverbios 13:20. 

David había enseñado esta regla antes (Sal 1:1; 26:4-5; 101:3-8; 119:63). Incluso los gobernantes, con gran carácter y autoridad, deben evitar la mala influencia de los malos consejeros (Pr 25:5).

Esta lección ha sido observada por hombres prudentes a lo largo de la vida. Los amigos sin principios destruyen la integridad de los justos. Los santos aprenden un enfoque carnal de la vida y atrapan sus almas en la presión de los amigos para comprometerse. Israel no destruyó a todas las naciones paganas de Canaán, y les costó muy caro esta negligencia (Sal 106:34-40).

Considera a Salomón y sus matrimonios. Hizo afinidad con Faraón y se casó con su hija (1 R 3:1). Y aunque este hombre fue bendecido con gran sabiduría y escribió este libro y los siguientes dos libros de la Biblia, las malas mujeres en su vida corrompieron su sabiduría y arruinaron su alma (1 R 11:1-11; Ec 7:26-29 ).

El matrimonio debe ser sólo en el Señor (1 Co 7:39; 11:11). Los creyentes deben casarse con creyentes, y estos creyentes deben ser discípulos del Señor Jesucristo, entregados, apasionados y totalmente comprometidos con Él, según las Escrituras. Dios una vez destruyó la tierra con el Diluvio porque ciertos hijos de Dios se casaron con las hijas de los hombres (Gn 6:1-3).

Pablo advierte: “No os engañéis: las malas comunicaciones corrompen las buenas costumbres” (1 Co 15:33). ¿Por qué la advertencia? Tu corazón engañoso dirá que aún puedes aferrarte a tus convicciones con un amigo menos que perfecto. Pero no puedes, y no lo harás. Estás tratando de proteger un enamoramiento tonto. Abandona las necedades y vive (Pr 9:6).

La mayoría de la cristiandad está ahora obsesionada con el compañerismo ecuménico entre muchas denominaciones y creencias doctrinales, todo lo cual es una abominación para Dios. No importa cómo suenen 15.000 profanos cantando Gracia Admirable. Dios condena tales asociaciones. Si un hombre o un ángel no adora según el evangelio de Pablo, recházalo (Gl 1:6-9). El Señor lo hará muy pronto, así que es mejor que tú le des la primera patada fuera de tu vida (1 Co 16:22).

Los padres tienen la grave responsabilidad de proteger a sus hijos de los malos amigos. Deben filtrar a sus amigos y eliminar a cualquiera que no atraiga y eleve su carácter y conducta más alto. Los amigos iguales no valen nada. Si muchos padres practicaran esta regla, los necios no tendrían amigos, lo cual es una justicia segura y apropiada para ellos.

¿Quieres un amigo que solo te enseñe el camino de la justicia y la santidad? Permite que el Señor Jesucristo entre en comunión (Ap 3:20). Él brindará un dulce alivio, un constante consuelo y un sabio estímulo para tu alma. ¡Y Él nunca te abandonará ni te desamparará!

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Monday, August 25, 2025

ADORADORES EN ESPÍRITU Y EN VERDAD


“Para hacerte saber la certidumbre de las palabras de verdad, a fin de que vuelvas a llevar palabras de verdad a los que te enviaron?” (Pr 22:21).

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La verdad es absoluta. No es relativa, no está abierta a discusión, no es una cuestión de opinión, no está sujeta a interpretación o a preferencia personal. La verdad es un hecho establecido. No cambia con el tiempo, no se adapta a las nuevas tendencias, ni reconoce diferentes culturas o circunstancias. La verdad no se encuentra en seminarios de sensibilización, encuestas de opinión pública, debates políticos o conversatorios educativos.

La verdad es la decisión, declaración y mandato soberano de Jehová con respecto a cualquier tema.

¿Por qué Salomón escribió el libro de Proverbios? (Pr 22:20) Para hacer que conozcas con certeza las palabras de Dios a fin de que puedas enseñárselas a otros (Pr 22:21). 

¿Por qué Dios nos dio la Biblia? ¡Por las mismas razones! (Mal 2:7-9; 2 Ti 3:16-17) La verdad absoluta está aquí. La verdad es objetiva, identificable y comunicable. Puede ser estudiada, aprendida y repetida a otros.

Las personas están confundidas porque sus corazones son desesperada y engañosamente perversos (Jer 17:9-10; Ro 3:9-18). Como rechazaron la verdad revelada por Dios en la creación, perdieron la capacidad de reconocer lo obvio (Ro 1:18-32; Is 44:20). Por eso el ser humano crea sus propias reglas acerca del bien y del mal para justificar y defender sus bajos instintos (Sal 36:1-2; Lc 16:15; Ef 4:17-19).

Esta generación es la más confundida de todas. La educación pública y todos los medios de comunicación masiva obligan al mundo entero a escuchar y ver la depravación de pensadores arrogantes, que subliman la degradación humana con nuevas y rebuscadas palabras. Dios ha maldecido los esfuerzos educativos del hombre, y Su maldición es evidente en el caos del pensamiento actual (1 Co 1:19-20; 3:19-20; 1 Ti 6:20).

El agricultor educado en el hogar, que conocía a Dios por su Biblia y trabajaba con la creación todos los días, ha sido reemplazado por el “milenial educado por los evolucionistas y los socialistas que odian a Dios, y entretenido por tontos anárquicos y fornicarios. América está llegando al final de un experimento social que sellará su total confusión moral y depravación. Al adulterio lo llaman “aventura amorosa, a la sodomía gay, a la fornicación fiesta”, y a los mocosos malcriados niños con trastorno de déficit atencional con hiperactividad (TDAH).

El ser humano está más confundido hoy que sus imaginarios antepasados cavernícolas. Cree que proviene del mono, como un caballo se aparea con cualquier potra, come como un cerdo, mata a los niños por nacer como una avestruz, repite lo que le enseñan como un loro, se ríe de las comedias idiotas como una hiena, se excita con la música como un gallo en un gallinero, y baila como un babuino. Rechaza los castigos corporales y la pena capital mientras aprueba el asesinato de los bebés en el vientre materno y disfruta de La masacre de Tejas. Ridiculiza a los predicadores bíblicos de línea dura, mientras castiga a cualquiera que incluso cuestione la evolución.

Pero hay una verdad absoluta en el universo, y estos animales confusos que acabamos de describir nunca la encontrarán. Salomón la tenía y se la dio a su hijo. La Biblia es la verdad, y cualquiera que esté dispuesto a temblar ante ella y su Autor encontrará conocimiento y comprensión perfectos. La verdad existe, y debe ser enseñada y defendida.

El Hijo le dijo al Padre: “Tu palabra es verdad” (Jn 17:17). Pedro dice que la Biblia es más segura que la voz de Dios desde el cielo (2 P 1:16-21). Isaías escribió que cualquier idea contraria a la Escritura resulta en oscuridad total (Is 8:20). David exalta la Palabra de Dios en todos los temas, y odió cualquier opinión contraria (Sal 119:128). Pablo dice que la ciencia del mundo no es ciencia en lo absoluto y que todas las cosas pueden y deben examinarse para ver si son buenas o malas (1 Ti 6:20; 2 Ts 5:21).

Porque el hombre natural es esclavo del diablo, que es el padre de la mentira, no tiene interés en la verdad (Jn 8:44-45). El Señor Jesús sabía que podría haber reunido grandes multitudes con mentiras. Pero Él es la Verdad, por lo que presentó la verdad con tal autoridad y claridad que la gente se asombró de Su superioridad sobre los maestros religiosos ignorantes y afeminados (Mt 7:28-29).

Los apóstoles no predicaron fábulas. Nos dieron la verdad absoluta, conocida como la fe de los elegidos de Dios (Lc 1:1-4; Tit 1:1). Rechazaron la elocuencia para impedir que los mundanos la entendieran o la creyeran (1 Co 2:1-5). Fueron testigos presenciales de la resurrección de Jesucristo, y demostraron Su resurrección con muchas pruebas infalibles (Hch 1:3,22; 1 Co 15:3-8). Enseñaron este hecho y toda la Biblia como una verdad absoluta.

El adulterio es un delito digno de muerte, y también lo es la sodomía, pero esta última además es una perversión antinatural. El aborto es asesinato infantil, y el déficit atencional se puede resolver fácilmente mediante la restauración de la vara como auxiliar de aprendizaje. Un hombre y una mujer unidos en matrimonio es la única base para el sexo y la unidad fundamental de la sociedad. Las mujeres deben obedecer y someterse a sus maridos, y no se les permite hablar en la iglesia (1 Co 14:34-37; Ef 5:22-23; 1 Ti 2:11-12). Estos hechos y miles más como ellos son la verdad absoluta, porque son declaraciones y mandatos del soberano Señor Dios que cualquier persona puede encontrar en la Biblia.

Toda palabra de Dios es pura (Pr 30:5). Las únicas palabras sanas en el mundo son las del Señor Jesús (1 Ti 6:3). Todo lector debe saber dar respuestas de verdad a los que le pregunten acerca de su esperanza (2 P 3:15), y es deber de los verdaderos santos luchar ardientemente por la fe, la verdad absoluta, que ha sido una vez dada a los santos (Jud 1:3). Las opiniones de todos los hombres, salvos o no, no tienen valor. Deben dar respuestas bíblicas a todas las preguntas.

Dios busca verdaderos adoradores que le adoren en espíritu y en verdad (Jn 4:23-24). No queda nada por debatir, discutir, inventar o modificar. Él ha revelado Su perfecta voluntad para que el hombre la conozca y la ponga por obra, y esta revelación debes buscarla con todo tu corazón (Dt 4:5-10; 6:24-25; 29:29; 32:46-47). Cualquiera que diga lo contrario debe ser rechazado de tu circulo social e iglesia local (Pr 9:6; 14:7; Dt 13:6-18; Sal 101:3; Ro 16:17-18; Ef 5:11; 2 Ts 2:15; 3:6,14; 1 Ti 6:3-5; 2 Ti 3:1-5; Tit 3:10-11).

Busca respuestas bíblicas para todas tus preguntas y no te conformes con menos. Exalta los preceptos revelados de Dios, y odia todo camino falso (Sal 119:128). Las opiniones de cualquier hombre o de todos los hombres equivalen a lo mismo: confusión. Da solo respuestas bíblicas a cualquier pregunta. Que tus palabras sean la certeras palabras de verdad. Defiende fervientemente la verdad en todo momento.

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Sunday, August 24, 2025

THE IMPORTANCE OF SILENCE

  NOTICE TO THE VIEWER

We provide this presentation because it contains valuable information which we believe is correct. This does not mean we endorse everything taught by the author elsewhere, and we may not agree with every sentence of him. However, let the truth in this video convince you to oppose todays heresies on the subject matter. “Test everything; hold fast what is good” (1 Thess 5:21; 2 Tim 3:1-5; 2 Tim 4:3-4).



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Saturday, August 23, 2025

WHY SEX BEFORE MARRIAGE DAMAGES YOUR SOUL

 NOTICE TO THE VIEWER

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https://youtu.be/ZLwmX3_C9Uo?si=xdhvLhpJvnD66BF5

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