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jueves, 5 de mayo de 2022

¿QUIÉNES SON LOS ESCOGIDOS?


El tema de la elección
—y los otros asociados a él: predestinación, seguridad incondicional de la salvación, salvo siempre salvo, etc.—ha sido objeto de acalorados debates en la cristiandad durante más 400 años. Sabemos que con este breve artículo no resolveremos el desacuerdo ni terminaremos el debate. Sin embargo, es nuestro deber tratar, una vez más, de aclarar las aguas para que aquellos que tengan oídos para oír, ojos para ver y corazón para entender, oigan, vean y entiendan lo que la Palabra de Dios—no la cristiandad contemporánea—realmente enseña.

Para ahorrarte tiempo a ti que lees, comenzaremos primero con la conclusión de lo que expondremos en este artículo. Conclusión que, dicho sea de paso, hemos expuesto en varios otros artículos a través de los más de 12 años que tenemos este blog. Dicha conclusión es la siguiente:

Creemos que somos salvos por gracia (Ef 2:8,9), pero podemos caer de la gracia (Gl 5:2-4). Somos justificados por la fe (Ro 5:1), pero nuestra fe puede naufragar (1 Ti 1:19,20) y dejar de existir (Lc 8:13; Ro 11:19-23). No estamos bajo la ley (Ro 6:14,15), pero si vivimos conforme a la naturaleza pecaminosa (la carne), moriremos (Ro 8:13). Pablo enseña en contra del legalismo (Gl 5:3,4) pero también enseña que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios (Ef 5:5-7; 1 Co 6:9-10). No somos salvos por obras (Ef 2:8,9), pero para cosechar vida eterna y no destrucción debemos sembrar para agradar al Espíritu y no a la carne (Gl 6:8,9). Dios es fiel con nosotros (1 Jn 1:9; 1 Co 10:13), pero nosotros también debemos serle fieles hasta el fin de nuestras vidas para escapar del lago de fuego o muerte segunda (Mt 24:13; Ap 2:10, 11). Ciertamente Dios nos ama (Jn 3:16; Mr 10:21; Ro 8:35-39), pero los que heredan el reino de Dios aman también a Dios (Stg 2:5; 1 Co 2:9) y a amar a Dios significa obedecer sus mandamientos (Jn 14:15; 1 Jn 5:3). Tenemos libertad en Cristo (Gl 5:1), pero esta libertad no es para complacer nuestra carne (Gl 5:13; 1 P 2:16). La seguridad de la salvación es para aquellos que diligentemente ponen por obra la enseñanza dada en 2 Pedro 1:3-11, la cual termina con estas palabras: Procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo (2 P 1:10-11)

En pocas palabras, los elegidos o escogidos de Dios son aquellos a quienes Dios les ha dado la salvación. Se nos llama los “escogidos” porque esta palabra denota el concepto de tomar de entre muchos. Cada cierto número de años en los países democráticos se elige a un presidente; es decir, los votantes escogen o eligen quién ocupará el sillón presidencial. Lo mismo vale para Dios y los que son salvos. De entre todos los que son llamados a creer en el evangelio de Cristo Jesús, Dios escoge a los que creerán y serán salvos. Estos son los elegidos de Dios.

La idea de que Dios elige a los que serán salvos no es causa de controversia. Lo que es causa de controversia es cómo y de qué manera Dios elige a los que serán salvos. A lo largo de la historia de la cristiandad, ha habido dos puntos de vista principales sobre la doctrina de la elección (o predestinación). Un punto de vista, que llamaremos el punto de vista profético o de presciencia, enseña que Dios, a través de Su omnisciencia, conoce de antemano a aquellos que con el transcurso del tiempo elegirán por su propia voluntad poner su fe y confianza en el Señor Jesucristo para su salvación. Sobre la base de esta presciencia divina, Dios elige a estos individuos “antes de la fundación del mundo” (Ef 1:4) para incluirlos en Su plan eterno. Según este punto de vista, es el plan de la salvación eterna lo que Dios ha predestinado. O, dicho de una mejor manera, Dios predestinó a los que crean el ser incluidos en su plan eterno.

El segundo punto de vista principal es el que esencialmente enseña que Dios no solo elige divinamente a aquellos que tendrán fe en Jesucristo, sino que también elige divinamente para otorgarles a estos individuos la fe para creer en Cristo. En otras palabras, la elección de Dios para la salvación no se basa en el conocimiento previo de la fe de un individuo, sino que se basa en la gracia soberana y gratuita del Dios Todopoderoso. Dios elige a las personas para la salvación, y con el tiempo estas personas llegarán a la fe en Cristo porque Dios las ha elegido.

La diferencia entre estos dos puntos de vista opuestos se reduce a esto: ¿Quién tiene la última opción en la salvación, Dios o el ser humano? En el primer punto de vista (el punto de vista profético), el ser humano tiene el control; su libre albedrío es soberano y se convierte en el factor determinante en la elección de Dios. Dios puede proporcionar el camino de la salvación a través de Jesucristo, pero es la persona quien debe elegir a Cristo por sí misma para que la salvación sea real. Este punto de vista pone la provisión de salvación del Creador a merced de la criatura; si Dios quiere gente en el cielo, tiene que esperar que ellos elijan libremente la salvación que Él ofrece. En realidad, la visión profética de la elección no es una visión de la elección en absoluto, porque Dios en realidad no está eligiendo, solo está confirmando a quienes creen. Es el ser humano quien es el último elector. ¿No es esto lo que sucedió en el huerto del Edén? Dios les dio a Adán y Eva la elección entre obedecerlo a Él, o desobedecerlo por medio del libre albedrío. Y esta capacidad de elección la simbolizó en el árbol del conocimiento del bien y del mal, y el árbol de la vida eterna. Adán y Eva eligieron desobedecer a Dios, y morir. Hoy es igual. 

En el segundo punto de vista, Dios tiene el control. Él es quien, por su propia voluntad soberana, elige libremente a los que salvará. Él no solo elige a aquellos a quienes salvará, sino que realmente ejecuta su salvación. En lugar de simplemente hacer posible la salvación, Dios elige a aquellos a quienes salvará y luego los salva. Según los defensores de este punto de vista, Dios ocupa aquí el lugar que le corresponde como Creador y Soberano. Pero, ¿qué pasa con los que se pierden? ¿El Creador y Soberano de la vida trae al mundo a millones de seres humanos habiéndolos destinado de antemano para la perdición al mismo tiempo que los engaña por medio de la predicación del evangelio al hacerles creer que ellos tienen capacidad para elegir si aceptan la salvación o no? 

La idea de la elección soberana de Dios para salvación le roba al ser humano su libre albedrío y va en contra de lo que la Biblia enseña desde el relato del huerto del Edén. Si Dios escoge a aquellos que serán salvos, entonces ¿qué diferencia hace que la persona crea o no? ¿Por qué predicar el evangelio a todo el mundo? Además, si Dios elige de acuerdo con Su voluntad soberana, ¿cómo podemos ser responsables de nuestras acciones? ¿Cómo es que el ser humano va a ser juzgado por lo que hizo en esta vida si desde antes de nacer ya estaba destinado a ser y a hacer lo que fue e hizo? Todas estas son preguntas justas que necesitan ser respondidas bíblicamente, pero que no pueden serlo porque la Biblia no confirma esta enseñanza. 

Sin embargo, los defensores de la elección soberana de Dios gustan de citar Romanos 8:29-30 para zanjar toda discusión respecto al tema. Aquí Pablo dice: “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a estos también llamó; y a los que llamó, a estos también justificó; y a los que justificó, a estos también glorificó”.

En la mente de los defensores de la elección soberana las palabras antes y predestinó resuelve todo el problema dándoles la razón a ellos: Dios ha predestinado a los que han de ser salvos (y, por lo tanto, a los que han de sufrir el castigo eterno en el lago de fuego).

Pero la Escritura dice que es posible creer por un tiempo y dejar de creer. Lucas 8:13 dice:

Creen por un tiempo, pero en el tiempo de la prueba se apartan”.

Estas palabras, pronunciadas por el Autor y Consumador de la salvación, es de la Parábola Más Importante, remito al lector a este artículo.

Además, Gálatas 5:2-4 muestra que uno puede caer de la gracia, lo cual es lo mismo que hacer que Cristo sea de ningún beneficio para ti en absoluto. ¿Los que cayeron de la gracia (los gálatas, que estaban tratando de ser justificados por la ley) fueron previamente salvos? Absolutamente. Aquí está la prueba:

Habían creído y recibido el verdadero evangelio (Gl 3:2; 1:9); estaban abandonando a Dios y volviéndose a un evangelio falso (Gl 1:6); habían recibido el Espíritu de Dios (Gl 3:2,5); estaban inicialmente corriendo una buena carrera espiritual (Gl 5:7). Compárese esto con Hechos 14:21-23, que también muestra que los gálatas se hicieron discípulos, estaban en la fe cristiana (en ese momento) y pusieron su confianza en el Señor. Sin embargo Pablo les dice: De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído” (Gl 5:4). De tal manera que es posible para un creyente desligarse de Cristo y caer de la fe por negligencia y/o pecado.

Cuando Pablo dice: “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo”, no está haciendo otra cosa que confirmar la presciencia de Dios (a los que antes conoció). En Su presciencia Él conoció a los que creerán y perseverarán hasta el fin (Mt 24:13). A estos, Dios los puso dentro de Su plan eterno. Es el plan el que Dios predestinó, para los que antes conoció.

Como ya se mencionó al inicio, la disputa entre estos dos puntos de vista opuestos ha sido objeto de acalorados debates en la cristiandad durante más 400 años. No esperamos ganar el debate ni resolver la controversia, sino presentar lo que creemos es la enseñanza bíblica sobre este tema.

A la hora de decidir entre una posición o la otra, es conveniente verlas como la puerta estrecha y el camino angosto que lleva a la vida eterna, y la puerta ancha y el camino espacioso que lleva a la perdición.

Tú que lees, juzga. ¿Cuál de los dos puntos de vista corresponde a la puerta estrecha y el camino angosto que lleva a la vida eterna?

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