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sábado, 14 de mayo de 2022

COMO LADRÓN EN LA NOCHE


Debe ser una experiencia aterradora tener un ladrón entrando en tu casa en medio de la noche. La santidad de tu hogar es violada. Temes por la vida de tus hijos y por la tuya propia. 
¿Cómo te prepararías si supieras que un ladrón planea irrumpir en tu casa, por  decir algo, el próximo martes? ¿Conseguirías un sistema de seguridad? ¿Un arma? ¿Hablarías con la policía de antemano? ¿Te asegurarías de que tu familia no estuviera en casa esa noche?

Una cosa es segura; ¡No te vas a quedar de brazos cruzados sin hacer nada!

En la profecía del Monte de los Olivos, el Señor Jesús les contó a sus discípulos acerca de los días antes de su segunda venida. Él describió para ellos un tiempo cuando las naciones se derrumbarán bajo la devastación de la guerra. Las enfermedades epidémicas coparán las instalaciones médicas. La falta de alimentos causará inanición mundial. Las normas morales y cívicas dejarán de existir, ya que los seres humanos se verán impulsados ​​por la compulsión de sobrevivir: el instinto animal de supervivencia individual será la norma.

Entonces el Señor Jesús hace esta asombrosa declaración: “Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa. Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis” (Mt 24: 43-44).

¿Cómo podría ser esto cierto? ¿Cómo es posible que las personas que vivan en este tiempo cataclísmico no reconozcan las profecías bíblicas y sepan que Cristo está a punto de aparecer?

Puesto que el Señor dice que regresará en un momento en que la gente no lo espere, hay algunas preguntas importantes que tenemos que hacernos a nosotros mismos.

¿Cómo puedo “estar listo” para que no me sorprenda desprevenido este tiempo cataclísmico?

¿Se trata de acaparar alimentos o de construir un bunker de concreto? ¿Deberías armar a tu familia con armas automáticas? ¿Quizás enterrar algo de oro en el patio trasero? ¿Puede esto prepararte para el día del Señor?

Primero, veamos que significa en la Biblia, el término “el día del Señor”. 

El día bíblico del Señor denota un tiempo cuando Dios interviene directamente en la historia humana contra el mal. En el sentido más completo, el término se aplica al tiempo en que Dios juzgará violentamente a una humanidad rebelde antes de la segunda venida del Señor Jesucristo. Un tiempo en que el Hijo de Dios, el Príncipe de la Paz, que vino por primera vez como un humilde predicador itinerante, aniquilará a miles de soldados que se juntarán para luchar contra Él.

Muchas personas tienen dificultades para pensar en Dios juzgando o castigando a la gente, pero míralo de esta manera. Piensa en todo el mal que hay en el mundo en el que vivimos. Hay odio, guerra, prejuicios, crimen, asesinatos en masa, gobiernos que torturan y matan de hambre a sus propios ciudadanos. El estadista inglés del siglo 18, Edmund Burke, dijo: “Lo único necesario para el triunfo del mal es que los hombres buenos no hagan nada”. Esta pasividad es aún más profunda cuando se aplica a Dios: Lo único necesario para que el mal triunfe es que Dios no haga nada.

El Creador de la humanidad sólo permitirá que el mal florezca por un tiempo limitado antes de que Él intervenga. Hay un día en que Dios intervendrá en la historia humana para detener todos los horrores del mal. La Biblia nos dice que la mayoría de las personas del mundo se resistirán a su Creador, así que va a ser un tiempo de desolación como ningún otro momento en la historia de la humanidad.

Esta vez el Señor Jesús vendrá sobre la humanidad como un ladrón en la noche.

Una manera de entender el día futuro del Señor es observar primero un día del Señor anterior en la historia de Israel. Este día del Señor se describe en el libro del Antiguo Testamento conocido simplemente por el nombre del autor: el libro de Joel, escrito hace alrededor de 2.800 años.

Joel fue uno de los primeros profetas que Dios envió para advertir a Judá acerca del juicio venidero sobre ellos si no se volvían del mal que permeaba su sociedad.

Judá era una nación rica y poderosa que había sido bendecida por Dios, pero su sociedad se había vuelto moralmente corrupta. La adoración sincera de Dios se deterioró con el ritualismo e incluso la aceptación del paganismo. La deshonestidad y la violencia eran comunes. El matrimonio y la familia fueron reemplazados por la libertad sexual. Los habitantes de Judá se enorgullecían de ser creyentes en el verdadero Dios, pero su abundancia los había llevado a estilos de vida que no eran realmente diferentes a los vecinos que los rodeaban, quienes ni siquiera conocían a Dios.

Cuando Joel escribió este libro, Judá había sufrido una devastadora plaga de langostas. Joel describe cómo las langostas se comieron todas las cosechas. Los higos, los manzanos, incluso las palmeras, todos los árboles fueron desprovistos no sólo de sus frutos sino de sus hojas. El país entero era una escena apocalíptica de la devastación que recuerda el Cuenco de Polvo de los años 30 en los Estados Unidos (Jl 1:11-12). 

¿Cuán devastadoras pueden ser las langostas? Es decir, son sólo insectos, ¿verdad? Una plaga de langostas pululó a través del Oriente Medio en 1915. John Whiting describió gráficamente la plaga en aquel diciembre de 1915 en la revista National Geographic. Hordas de estos insectos oscurecieron el cielo. El suelo parecía una alfombra ondulada cuando aterrizaban y se movían. Los árboles eran despojados de las hojas, incluso de su corteza hasta que se destacaban como esqueletos blancos. Un bebé árabe dejado en el campo fue comido vivo. Las personas que estaban allí dicen que el hedor era casi insoportable. Y por supuesto, los efectos sobre la economía de la región fueron catastróficos.

Este acontecimiento más contemporáneo nos ayuda a ver cómo fue esta antigua plaga en Judá, en tiempos de Joel. Judá se convirtió en un desolado desierto. Joel llamó a esta devastación el día del Señor (Jl 1:15-18). Pero esta plaga de langostas, fue sólo un día del Señor, no el día del Señor, un día del Señor no era el trato final de Dios con el pueblo de Judá.

Era una advertencia de un juicio más terrible si no se arrepentían. El profeta les dijo: “Tocad trompeta en Sion, y dad alarma en mi santo monte; tiemblen todos los moradores de la tierra, porque viene el día de Jehová [el día del Señor], porque está cercano. Día de tinieblas y de oscuridad, día de nube y de sombra; como sobre los montes se extiende el alba, así vendrá un pueblo grande y fuerte; semejante a él no lo hubo jamás, ni después de él lo habrá en años de muchas generaciones” (Jl 2:1-2). 

Aquí Joel no está escribiendo sobre langostas. Él está advirtiendo a los judíos de algo aún más terrible. El pueblo de Judá no respondió al mensaje de Joel ni prestó atención a la advertencia de la plaga de langostas. Finalmente, Dios permitió a los babilonios invadir su tierra, destruir el templo, desolar Jerusalén y llevar a toda la nación al cautiverio. A pesar de que fueron advertidos: No estuvieron preparados para el día del Señor. Vino sobre ellos como un “ladrón en la noche”.

Puedes decir, bien esto es sólo historia antigua. Pero lo que es realmente sorprendente acerca de este pequeño libro de profecía es que está lleno de predicciones sobre un futuro día del Señor. Un momento en el que no quieres que te tomen desprevenido. Joel escribió, “Proclamad esto entre las naciones...” (Jl 3:9). Nótese que él dice naciones. ¡Esto es para el mundo entero!

“Proclamad esto entre las naciones, proclamad guerra, despertad a los valientes, acérquense, vengan todos los hombres de guerra. Forjad espadas de vuestros azadones, lanzas de vuestras hoces; diga el débil: Fuerte soy. Juntaos y venid, naciones todas de alrededor, y congregaos; haz venir allí, oh Jehová, a tus fuertes. Despiértense las naciones, y suban al valle de Josafat; porque allí me sentaré para juzgar a todas las naciones de alrededor. Echad la hoz, porque la mies está ya madura. Venid, descended, porque el lagar está lleno, rebosan las cubas; porque mucha es la maldad de ellos. Muchos pueblos en el valle de la decisión; porque cercano está el día de Jehová [el día del Señor] en el valle de la decisión. El sol y la luna se oscurecerán, y las estrellas retraerán su resplandor” (Jl 3: 9-14).

Dios, a través de sus profetas bíblicos, nos da la advertencia de un tiempo futuro cuando juzgará a las naciones, no sólo al antiguo Israel o al antiguo Judá, sino a todas las naciones de la tierra. El pueblo de Judá antiguo no prestó atención al mensaje en la destrucción de la plaga de langostas que era una advertencia de lo que le sucedería en realidad, cuando las langostas fueran hombres y no insectos.

Y porque la gente no está escuchando la advertencia de Dios hoy, un día no lejano, el juicio de Dios vendrá sobre el mundo entero como un “ladrón en la noche”. En el Nuevo Testamento, hay un libro que contiene importantes profecías sobre el futuro día del Señor.

Es el libro en el que todas las personas que estudian la profecía bíblica están interesadas: el libro de Apocalipsis. Este libro está lleno de imágenes vívidas, de signos celestiales, de bestias sobrenaturales, de granizos, de jinetes abismales que traen guerra y enfermedad, mares que se convierten en sangre, trompetas celestiales que resuenan y seres humanos que claman por la muerte.

Afortunadamente, también nos dice que este es el tiempo del regreso del Señor Jesucristo para establecer el Reino de Dios en esta tierra. En Apocalipsis 1:10 el apóstol Juan escribió: “Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor...” Muchos cristianos creen que Juan se refiere al día domingo. En el cristianismo tradicional, el domingo es conocido como el día del Señor.

El problema es que esto no es lo que en la Biblia significa la frase el Día del Señor. Juan no está escribiendo sobre el domingo como un día de adoración. No hay un sólo caso en el Antiguo o Nuevo Testamento donde el día de reposo o el día del Señor se refieran al domingo. Juan está escribiendo sobre el futuro día del Señor predicho por Joel, así como por muchos otros profetas del Antiguo Testamento, por el mismo Señor Jesús y por escritores del Nuevo Testamento como Pablo y Pedro.

En la visión de Juan, la humanidadengañada por el poder de Satanásdegenera en violencia y destrucción como en ningún otro momento de la historia humana. Dios finalmente interviene con una serie de juicios, cada uno anunciado por una trompeta desde cielo que se oye en todo el mundo.

Esto es lo que revela el Apocalipsis acerca de las siete trompetas que anuncian el día venidero del Señor, el tiempo del juicio de Dios sobre el mal. Un tiempo que atrapará a muchas personas como un “ladrón en la noche” (1 Ts 5:2; 2 P 3:10; Ap 16:15). 

La primera trompeta celestial anuncia granizo y fuego que destruye un tercio de todos los árboles y hierba verde de la tierra. Y todavía la inmensa mayoría de la humanidad no responde volviéndose a Dios (Ap 8: 6-7).

El toque de la segunda trompeta provoca que un tercio de los mares se conviertan en sangre, un tercio de las criaturas marinas mueran, y un tercio de los barcos sean destruidos. Estos eventos ocurrirán en todo el mundo, y se verán en a través de la Internet y gracias a la televisión satelital (Ap 8: 8-9).

Cuando suena la tercera trompeta, un tercio del agua dulce se vuelve amarga. Piénsalo. ¿Y si no tuvieras agua fresca? El agua es algo que muchos de nosotros damos por sentado. Pero ¿cuánto tiempo podríamos sobrevivir sin agua? (Ap 8:10-11).

Luego, con la cuarta trompeta, la atmósfera se descompone de manera que sólo un tercio de la luz es filtrada. Se vive en un estado de semi-oscuridad mundial. La comida se echará a perder y las plagas de ratones (y otros animales principalmente nocturnos) prevalecerán. Cada momento del día y de la noche estará lleno de ansiedad (Ap 8:12).

Con el quinto y el sexto toque de trompeta, el mundo entrará en una guerra mundial desatada por seres demoníacos, sobrenaturales, que ascienden sobre la tierra del abismo sin fondo. Este es uno de nuestros mayores temores, no sólo las bombas que caen del cielo y las balas que llenan el aire, sino las armas nucleares y químicas que no dejan lugar para esconderse (Ap 8:13-9:12). Pero, ¿y si esto no fuera una descripción de armas humanas sino demoníacas? ¡Sería mucho más terrorífico!

Entonces suena el más aterrador de todos los juicios: la séptima trompeta (que introduce los juicios de las siete copas de la ira de Dios). Esta explosión sonora anuncia una época en la que los seres humanos estarán cubiertos de llagas, las criaturas marinas mueren en masa, el agua se convierte en sangre, la luz del sol elude la tierra, hay oscuridad, grandes terremotos y lluvia de granizos gigantes. Los ejércitos de la tierra se reúnen para llevar a cabo la gran batalla final que lleva a la humanidad al borde de la extinción, en Armagedón.

En medio de toda esta destrucción, miseria, miedo y muerte, la séptima trompeta también anuncia la única esperanza que queda para toda vida en la tierra: la manifestación—no el regresodel Señor Jesucristo para detener a la humanidad de la autodestrucción.

Y Él va a establecer su religión mundialmente, y un nuevo gobierno mundial que proporcionará la verdadera paz y prosperidad que las personas han estado anhelando desde que Adán y Eva fueron expulsados del Edén. El medio ambiente será restaurado a su condición primigenia. Con el tiempo, cosas como la guerra, el crimen, la pobreza y el hambre, se convertirán en palabras que les enseñarán a los niños que vivan en el Milenio. 

Pero volviendo a los juicios de las trompetas y las copas, es difícil imaginar que estos caigan sobre la mayoría de la humanidad por sorpresa. Sin embargo, el Señor Jesús predijo que para las multitudes que no estarán “listas” para su venida Él vendrá como ladrón en la noche” (1 Ts 5:2; 2 P 3:10; Ap 16:15). 

Por supuesto, si tú crees que Dios nunca juzgará o castigará a los habitantes de la tierra de una manera masiva, global, literalmente abriendo los cielos sobre ellos y la tierra bajo sus pies, entonces esto en realidad te sobrevendrá por sorpresa también a ti.

El apóstol Pablo nos dice a los cristianos cómo debemos prepararnos para el venidero día del Señor. Él dice; “Pero acerca de los tiempos y de las ocasiones, no tenéis necesidad, hermanos, de que yo os escriba. Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche; que cuando [ellos] digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán. Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón. Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas” (1 Ts 5:1-5).

Prepararse para el día del Señor no consiste en construir un albergue para bombas o almacenar armas y municiones. El día del Señor no vendrá como violento intruso para los que somos hijos de la luz, porque estamos espiritualmente preparados.

Pablo nos enseña tres maneras en las que debemos estar preparados para que el día del Señor no nos sorprenda como ladrón en la noche. 

Primero, ¡Debemos estar espiritualmente despiertos! Esto es lo que Pablo nos dice: “Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios. Pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan” (1 Ts 5:6-7). Para escapar del día del Señor debemos estar espiritualmente despiertos, y vigilando.

Debemos alejarnos de todas las cosas que fomentan un mundo de fantasía: las redes sociales, el entretenimiento digital, las noticias y todo lo que provoque el desaliento de vivir en una sociedad en quiebra. Pasemos más tiempo en oración ante Dios. Pasemos más tiempo en el Libro, en el estudio de la Palabra, y con relaciones espirituales significativas con otros creyentes aunque sea por Internet.

Pablo dijo que “los que se embriagan, de noche se embriagan”. Es hora de que los cristianos dejemos de estar embriagados por el dinero, los automóviles, la ropa, los estilos de vida alternativos que parecen tan atractivos. Dios está advirtiendo a la gente que evite los estilos de vida que alientan la permisividad sexual, el abuso de drogas aunque sean medicinales, la codicia (que es idolatría). Estos son los estilos de vida que causan el estupor espiritual que nos hace que olvidemos el ladrón que está por venir. ¡Viene el día del Señor! 

El segundo paso es vivir por fe. Nótese cómo el apóstol Pablo lo expresa: “Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo” (1 Ts 5:8).

Vivir la vida que Dios quiere que vivamos en un mundo cada vez más maligno requiere mucha fe. Debemos confiar en Dios para bendecirle por elegir hacer el bien en lugar de mentir, o engañar para obtener ganancias personales inmediatas. Debemos confiar en Dios para que nos ayude a hacer lo que es correcto cuando todos los demás a nuestro alrededor están haciendo lo que está mal. Debemos confiar en Dios para que nos provea una forma de escape cuando el ladrón del día del Señor amenace con entrar a hurtadillas en la casa del mundo incrédulo (Lc 21:36). 

En tercer lugar: céntrate en Dios. Aquellos que se vuelven a Dios ya no tienen una cita con la ira del día del Señor. Pablo escribe: “Y como casco la esperanza de salvación”. Se supone que debemos ponernos este casco de salvación. “Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Ts 5:8-9).

Aquellos que se vuelven a Dios ya no tienen una cita con la ira del día del Señor. Y la salvación es más que un escape físico. Dios te está ofreciendo la oportunidad de escapar de la desesperanza de la condición humana y recibir la vida eterna como un hijo en su familia para siempre.

Y, por último, el Señor nos ha dado señales que anteceden los juicios de las trompetas y las copas. Habrás escuchado hablar de los sellos (Ap 6:1-17), y de los cuatro jinetes del Apocalipsis. Estos sellos toman el lugar de la plaga de langostas que describió Joel, y cumplen la función de evitarnos que tengamos que sufrir los juicios más severos de las trompetas y las copas. Todo está ampliamente explicado en nuestro COMENTARIO DEL APOCALIPSIS y nuestro artículo resumen: LOS ÚLTIMOS TIEMPOS EN ORDEN CRONOLÓGICO

Hermanos, nosotros no estamos en tinieblas para que aquel día nos sorprenda como ladrón. Porque todos nosotros somos hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas (1 Ts 5:1-5).

“Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre (Lc 21:36). 

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Principales publicaciones período 2020-2022 (al final del artículo).


Principales publicaciones período 2011-2019.


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