En la Última Cena, Jesús advirtió a Pedro que se le acercaba una prueba de fe: “Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo” (Lc 22:31). El discípulo parecía encontrarse en la misma situación que Job cuando Satanás quiso ponerle a prueba (Job 1-2). Satanás quería zarandear a Pedro como a trigo, lo que significa que deseaba sacudir la fe de Pedro con tanta fuerza que cayera, demostrando que el fiel siervo de Dios carecía de ella.
Pero no solo Pedro estaba en peligro. La palabra os en Lucas 22:31 es plural (ustedes). El Señor Jesús se dirigía a Pedro para informarle de que Satanás tenía en su punto de mira a todos los discípulos. Algunas traducciones, como la Nueva Traducción Viviente, especifican todo el grupo: “Simón, Simón, Satanás ha pedido zarandear a cada uno de ustedes como si fueran trigo”.
El nombre Satanás significa adversario y acusador. Satanás acusa al pueblo de Dios de hacer el mal (Zac 3:1; Ap 12:10). Como Pedro testificaría más tarde, el diablo “como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1 P 5:8).
Zarandear como el trigo es una metáfora que también podría expresarse como “sacudir a alguien” o “quebrantar a una persona”. Amós 9:9 nos da una imagen similar de Dios sacudiendo a Israel: “Porque he aquí yo mandaré y haré que la casa de Israel sea zarandeada entre todas las naciones, como se zarandea el grano en una criba, y no cae un granito en la tierra” (Am 9:9).
En tiempos bíblicos, el trigo u otro grano se zarandeaba a través de un cedazo o colador grande. Al agitarlo violentamente, la suciedad y otras impurezas que se adherían al grano durante el proceso de trilla se separaban del grano bueno y aprovechable.
Al zarandear a Pedro y a los demás discípulos como trigo, el objetivo de Satanás era aplastarlos y echar por tierra su fe. En verdad, el adversario quiere destruir la fe de todo creyente (Jn 10:10). Pero Jesús aseguró a Pedro: “Pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos” (Lc 22:32). El liderazgo de Pedro en la iglesia primitiva demostró que la oración del Señor por Pedro fue escuchada.
El Señor Jesús no prometió eliminar la inminente prueba de Pedro y los demás discípulos. Al contrario, predijo que Pedro fracasaría en la prueba negando a Cristo tres veces (Lc 22:34). Las pruebas son de esperar en la vida cristiana. “Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios”, dice Pablo en Hechos 14:22. Dios utiliza estas experiencias para nuestro bien (Ro 8:28), para refinar nuestro carácter y fortalecer nuestra fe (1 P 1:6-7; Stg 1:2-4,12), y para hacernos más semejantes al Señor Jesús (Ro 8:29).
El Señor está con nosotros para fortalecernos e interceder por nosotros ya sea que experimentamos una prueba o no (Fil 4:13; Ro 8:26-39). En tiempos difíciles, es tranquilizador recordar que el poder de Satanás para zarandear a Pedro como si fuera trigo se vio limitado por la intercesión de Cristo. Cuando Satanás nos acosa, debemos recordar que el Señor Jesús vive para interceder por nosotros (He 7:25).
El Señor Jesús confiaba en que Simón Pedro volvería a levantarse y fortalecería a los demás discípulos. Otra razón por la que el Señor nos permite sufrir experiencias de prueba es para que aprendamos a ayudar a otros a crecer en la fe: “Pero si somos atribulados, es para vuestra consolación y salvación; o si somos consolados, es para vuestra consolación y salvación, la cual se opera en el sufrir las mismas aflicciones que nosotros también padecemos” (2 Co 1:6).
Antes de la triple negación de Pedro, este tenía un exceso de confianza, confiaba en sus propias fuerzas (Lc 22:33). Pero después de ser zarandeado como el trigo, Pedro aprendió que el fracaso es posible porque la carne es débil (Mr 14:38). Ahora que comprendía lo fácil que es caer, Pedro tendría compasión y misericordia con los demás, ayudándoles a evitar el mismo error.
Nuestra verdadera fe y perseverancia se revelan no en un caminar de perfección sin pecado, sino en el arrepentimiento y la restauración. Nos levantamos y seguimos adelante, como Pedro, después de caer. Cuando Satanás viene a zarandearnos como trigo, tenemos un abogado, el Señor Jesucristo, que intercede por nosotros (Jn 17:9,11,15). Él nos protege para que el diablo no pueda destruir nuestra fe y esperanza (Jn 10:27-28; He 7:25). El Señor Jesucristo comenzó una buena obra en nosotros, y Él es fiel para completarla si nosotros permanecemos en Él (Fil 1:6; 2:12).
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