Friday, June 27, 2025

LA RELIGIÓN NO IMPRESIONA A DIOS




“El sacrificio de los impíos es abominación; ¡Cuánto más ofreciéndolo con maldad!” (Pr 21:27).

Audio

La religión no impresiona al Dios del cielo. ¿Escuchas estas palabras? ¿Puedes captar la lección y la advertencia? 

Puedes consolar tu alma necia con la actividad religiosa, pero la hipocresía ofende a Dios. Él desprecia la asistencia a la iglesia, las ofrendas, las palabras y el servicio, si tienes algún pecado en tu vida (Pr 15:8; 28:9). ¡Lo odia! ¡Apesta ente Él! ¡No puede soportarlo! Y si tienes malas intenciones en tu servicio religioso, Él lo odia mucho más.

Las personas aman la religión porque quieren justificarse ante Dios, complacer a cierta gente, y/o calmar sus consciencias. Aman la religión, porque es fácil. Asistir a un templo, balbucear un himno, leer unos versículos, saludar cortésmente, hablar en voz baja, dar algo de dinero y hacer “buenas” obras es fácil. Incluso pueden amar a Dios. Pero escudriñar su corazón y su vida en busca de pecados condenados por la Palabra de Dios, para confesarlos, es más difícil. La mayoría viven como hipócritas. ¡Y Dios odia la hipocresía!

Otros hombres aman la religión porque es útil. Asisten a la iglesia por gloria personal, ventaja profesional o para aprovecharse de las viudas (1 S 2:12-17,22; Mt 6:1-6; 23:14). Pueden ser voluntarios para los cargos de la iglesia. Cada ciudad tiene algunas iglesias donde los preferidos de la sociedad son exaltados. Estos hombres a menudo son agnósticos o ateos; no tienen ningún interés en Dios. Usan la religión como tapadera para sus ambiciones egoístas y mundanas. ¡Y Dios los odia más que a los hipócritas!

Otros hombres aman la religión, porque oculta sus malas intenciones de continuar en el pecado. Considera el lugar de Balaam en la religión (Nm 23:1-3); Absalón, encubriendo su traición (2 S 15:7-13); el ayuno de Jezabel para asesinar a Nabot (1 R 21:9-13); la adúltera mostrando piedad a su víctima (Pr 7:13-14); y los falsos maestros en las iglesias cristianas (2 P 2:12-19). ¡Todos estos usan la religión para encubrir su amor por el pecado, y Dios los odia aún más que a los hipócritas!

Todos los hombres se mienten a sí mismos (Jer 17:9). Desde el Jardín de Edén, los hombres han elegido el engaño y la mentira sobre la verdad y la justicia. Se imaginan que Dios pasa por alto algunos o todos sus pecados debido a su culto a Él en medio de la congregación. Pero están terriblemente equivocados. Dios odia la hipocresía y desprecia toda su falsa adoración. ¡Él considera que tal adoración es pecado! (Is 1:13) ¡La odia! (Is 1:14) ¡Él promete rechazar las oraciones de tales hombres! (Is 1:15)

Israel sabía que solo ellos, de todas las naciones de la tierra, practicaban la verdadera adoración al verdadero Dios. Tenían el templo, el altar, los sacerdotes, los profetas y las leyes de Jehová. Pero se conformaron demasiado con estas formas externas de religión, con esta fachada, por lo que Dios se burló de ellos por confiar en Su templo en Jerusalén sin vivir una vida santa de corazón (Jer 7:1-15). Luego envió a los caldeos a destruir el templo de Salomón y más tarde a los romanos a destruir el templo de Herodes. ¡Ten cuidado con este Dios!

Dios criticó a Israel a menudo por su hipocresía religiosa (Sal 50:7-23; Is 1:10-20; 58:1-7; 66:1-4; Jer 6:20; 7:1-15; Os 8:11- 14; Am 5:21-24; Miq 6:6-8; Mal 2:1-9). Consideró y valoró su sacrificio de un buey como el asesinato de un hombre, el de un cordero como el cuello de un perro, y una ofrenda como la sangre de un cerdo (Is 66:3). No es diferente en el Nuevo Testamento. El Señor Jesús promete vomitar de Su boca a los laodicenses por ser como agua tibia en la boca de un sediento (Ap 3:14-19).

¿Por cuánto tiempo crees que puedes salirte con la tuya—sin recibir del Señor tu merecido a causa de tu hipocresía ? ¿Por un poco más de tiempo? ¡Estás equivocado! Todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de Aquel ante quien tienes que rendir cuentas (He 4:12-14). Sus ojos están en todo lugar, mirando tanto el mal como el bien que haces (Pr 15:3). Él exige todo tu corazón y una vida santa (Mt 6:24; 22:27). Cualquier cosa menos que esto, Él la cuenta como adulterio espiritual y la juzgará severamente (Stg 4:1-10; Ap 2:1-5).

La verdadera religión de Jesucristo requiere un corazón puro y una vida santa (Jn 4:24; Ro 12:1-2; Stg 1:27). Él desprecia la religión exterior sin santidad interior (Mt 5:17-20; 6:1-6; 23:23-28). Te dice que arregles las relaciones con tu prójimo antes de hacer una ofrenda (Mt 5:21-26). La desobediencia convierte el culto religioso en idolatría y brujería (1 S 15:22-23). Son los tiempos peligrosos de los últimos días, cuando los hombres tienen sólo una apariencia de piedad (2 Ti 3:1-5).

¿Qué pecados debes confesar antes de ofrecerle al Señor una ofrenda? Debes confesarle todos los pecados en los que puedas pensar y que puedas recordar, y debes pedirle a Dios que te muestre el resto (Sal 139:23-24;19:14). 

Lee el comentario de este proverbio de nuevo. No quieres jugar con el santo Dios de la Biblia tomando Su nombre en vano mientras tienes pecado en tu vida (Sal 50:16-23; Ez 20:39). Acude a Él ahora, porque Él perdonará misericordiosamente al verdadero arrepentido.

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EL BEREANO

BREVE DECLARACIÓN DE FE

¿POR QUÉ ESTOS COMENTARIOS?


















MÁS BIENAVENTURADO ES DAR QUE RECIBIR— ¿DIJO JESÚS ESO?




“Hay quien todo el día codicia; pero el justo da, y no detiene su mano” (Pr 21:26).

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Todos los hombres no son iguales. Los hombres diligentes son mucho mejores que los perezosos. Dar es mucho mejor que codiciar. Los perezosos codician con avidez todo el tiempo; los hombres piadosos dan generosamente.

La diferencia entre los justos y los impíos es muy grande, e incluye tu ética de trabajo y caridad. Dios ve todas las partes de la vida, y los hombres piadosos son conscientes de los negocios y la caridad (Pr 15:3). ¿En qué categoría estás tú? ¿Entre el perezoso y el diligente?

Este proverbio está conectado con el anterior: “El deseo del perezoso le mata, porque sus manos no quieren trabajar” (Pr 21:25). El perezoso, aunque duerma o vague todo el tiempo, destruye su paz queriendo cosas que no puede tener, porque odia el trabajo. La codicia lo acosa día y noche; el envidiar a los demás le crea una angustia constante; pero, aún así, no trabajará.

El perezoso es de carácter corrupto y rebelde a la bondad de Dios. Es perverso por ser perezoso y codicioso, dos opuestos. Mientras la pereza lo mata de hambre, su codicia lo corroe. Desafía la bondad tomando caridad y queriendo aún más en lugar de dar a los necesitados. Quiere de los demás, aunque se niega a ayudarse a sí mismo o a los demás.

El perezoso codicia: quiere lo que no tiene y por lo que no trabajará. Codicia con avidez anhelando mucho más de lo que merece o sabe cómo usar. Lo hace todo el día, porque no está ocupado lucrativamente con negocios y proyectos como otros hombres. Sus deseos nunca se van, porque las ventajas y posesiones de los demás lo irritan constantemente.

El hombre justo es muy diferente. Dios lo ama, y él ama a Dios, y también ama a su prójimo. Trabaja fielmente todos los días para satisfacer todas sus necesidades y tener lo suficiente para dar a los verdaderamente necesitados (pero nunca a los perezosos). Cuando da, da generosamente; nunca escatima en caridad; esparce sus ganancias (Pr 11:24-26; Ec 11:1-6).

Una buena razón para trabajar duro, como lo hacen los hombres piadosos, es para sostener la obra de Dios. Esto es piedad (Ef 4:28; Lc 3:11; Sal 112:9; 1 Ti 6:17-19). A los hombres buenos les importa más dar que recibir (Hch 20:35), servir que ser servidos, amar que ser amados. Es más bienaventurado dar que recibir, aunque siete hombres no pueden convencer a un perezoso de la validez de esta regla (Pr 26:16; Hch 20:35).

Hay leyes naturales y sobrenaturales, ambas trabajan contra el perezoso; ambas trabajan a favor de los diligentes. Primero lo natural: la pereza trae pobreza y esclavitud; la diligencia trae riquezas y poder (Pr 10:4; 12:24; 13:4; 22:29). Luego lo sobrenatural: Dios obstaculiza los esfuerzos de los perezosos, pero bendice a los diligentes (Pr 15:19; 22:5; 28:20). Así, los hombres diligentes avanzan geométricamente sobre los perezosos, tal como Dios lo dispuso (Lc 19:24-27; Ec 2:26).

No hay labor que requiera más diligencia que la vida espiritual, porque todo—la carne, el mundo y el diablo—atenta contra ella a cada instante. Decide hoy pelear la buena batalla de la fe y ganar la corona de justicia, la cual te dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a ti, sino también a todos los que aman Su venida (2 Ti 4:7-8).

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¿DIJO JESÚS ESO?

Casi al final de sus palabras de exhortación a los ancianos de Éfeso (registradas por Lucas en Hechos 20), el apóstol Pablo les recordó que Jesús una vez dijo: 

“Más bienaventurado es dar que recibir” (Hch 20:35). 

El problema que muchos tienen con la cita de Pablo es que en ningún lugar de los evangelios, o en algún otro lugar de las Escrituras, aparece el Señor Jesús diciéndola. Un crítico de la Biblia comenta al respecto:

Una de las citas incorrectas más grandes de Pablo se encuentra en Hechos 20:35, donde él dice: 'Se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir'. En ningún lugar en el Nuevo Testamento Jesús hace tal enunciado. La oratoria de Pablo aparentemente le abandonó (McKinsey, C. Dennis (1983), “Paul, the Deceptive Disciple,” Biblical Errancy).

¿Realmente se equivocó Pablo? ¿Distorsionó las palabras del Señor Jesús? ¿Qué explicación lógica puede ser dada del por qué estas palabras no son registradas en los relatos evangélicos?

En primer lugar, no existe indicación que el apóstol Pablo poseyera los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan durante su ministerio, o que los necesitara para conocer lo que el Señor enseñó o dijo. De hecho, estos probablemente fueron escritos algunos años después que Pablo comenzara sus viajes misioneros, y probablemente después que él les recordara a los ancianos en Éfeso de las palabras del Señor Jesús concerniente a dar. Pablo no dependió de los Evangelios para saber lo que el Señor Jesús dijo o enseñó. Él recibió revelación sobrenatural directamente de Dios. El Señor le habló directamente a Pablo en el camino a Damasco (Heh 9; 22:8), “el Espíritu” no le permitió predicar en Bitinia (Hch 16:7), y “el Señor [habló] a Pablo en visión” en Corinto (Hch 18:9). Pablo fue un apóstol inspirado por el Espíritu de Dios (1 Co 14:37; 2 P 3:16). El mensaje que él predicó lo recibió directamente del Señor. A las iglesias de Galacia, Pablo les dijo: 

“Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre; pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo” (Gl 1:11-12). 

Aunque los relatos del evangelio son muy importantes para nosotros, los cristianos del siglo 21, el apóstol Pablo no necesitó consultarlos para saber que el Señor Jesús dijo: “Más bienaventurado es dar que recibir”.

En segundo lugar, los estudiantes de la Biblia debemos recordar que no todo lo que el Señor Jesús dijo o hizo fue registrado por los escritores de los evangelios. En efecto, casi al final del evangelio de Juan, él comenta sobre esta verdad dos veces, diciendo: 

“Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro… Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir” (Jn 20:30; Jn 21:25).

Adicionalmente, ninguno de los Evangelios es igual. Lo que un escritor registró, el otro lo omite. Por ejemplo, Lucas registra que el Señor Jesús le dijo al malhechor arrepentido en la cruz: “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lc 23:43). Mateo, Marcos y Juan omiten estas palabras.

¿Desacredita esto de alguna manera el relato de Lucas y la cita de Pablo en dicho relato? ¡De ninguna manera! 

Lo cierto es que los cuatro Evangelios son testimonios independientes de la vida de Cristo, y a menudo uno contiene más (o menos) información sobre un tema en particular que los otros.

¿Es posible que Pablo citara un dicho del Señor Jesús (que puede haber sido muy conocido en el primer siglo), pero que no fuera registrado por los escritores del evangelio? 

¡Absolutamente!

 ¿Desacredita esto en alguna manera a Pablo como un apóstol inspirado, o significa que él “citó incorrectamente” las palabras del Señor? De ninguna manera.

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EL BEREANO

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Thursday, June 26, 2025

LA NOCHE VIENE, CUANDO NADIE PUEDE TRABAJAR




“El deseo del perezoso le mata, Porque sus manos no quieren trabajar” (Pr 21:25).

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¿Qué es peor que ser perezoso? ¡Ser perezoso y desear cosas! ¡Qué espada de dos filos! La combinación de desear cosas bonitas pero odiar el trabajo, es fatal. Mata al hombre perezoso.

Qué frustrante desear las cosas anunciadas, y no poder obtenerlas. Pero es que amas tanto el sueño, el ocio, los videojuegos, los deportes y la Internet que rechazas el trabajo productivo, por eso es que no puedes tener nada (Pr 13: 4). Es una muerte justa.

Qué frustrante ver a los diligentes subir la escalera corporativa o prosperar en los negocios, pero estar tan consumido por la pereza que no puedes encontrar la menor manera de salir adelante (Ec 10:15).

Este proverbio está íntimamente relacionado con el siguiente: “Hay quien todo el día codicia; pero el justo da, y no detiene su mano” (Pr 21:26). La muerte que experimentan los perezosos es la ruina de su paz por sus deseos codiciosos y voraces mientras odian trabajar.

¿Qué tan inteligentes son los perezosos? ¡Son necios! Quieren las comodidades y los placeres que otros disfrutan, pero se niegan a trabajar para conseguirlos. Son perversos. Es una locura combinar la codicia con la pereza, porque se oponen entre sí y vuelven loco al perezoso.

¿Es la pereza un gran problema? Lo es. Salomón es casi redundante con sus muchas advertencias (Pr 6:6-11; 10:4,26; 12:24,27; 13:4; 15:19; 18:9; 19:15,24; 20:4; 22:13; 24:30-34; 26:13-16). Examínate a ti mismo. ¿Qué deberías estar haciendo ahora que hayas dejado para después?

La diligencia en los negocios es parte del verdadero cristianismo (Ro 12:11). ¿Qué rasgo elevará a un hombre de ser promedio a excepcional? ¡Diligencia! (Pr 22:29) ¿Cuál es, con mucho, el rasgo más dominante de la mujer virtuosa? ¡Diligencia! (Pr 31:10-31)

Es tonto y pecaminoso consolar, debatir o alimentar a un perezoso. Si lo consuelas, honras al necio (Pr 19:10; 26:1,8). Si lo escuchas, confundes tu propio honor (Pr 26:4,13-16). Si los hombres exitosos le dan motivos para trabajar, todavía piensa que tiene razón (Pr 26:16). Si lo alimentas, apoyas su pereza (Pr 20:4; 2 Ts 3:10).

¿Qué hace América con los perezosos? Todos los pecados anteriores, que son condenados por la Biblia. ¿Cuál es el resultado? Asumir arrogantemente que tienen derecho a ser perezosos, lo que provoca un aumento diario de tales sanguijuelas y demandas sociales y de beneficencia que no tienen fin, cuando la solución es simplemente dejar de alimentarlos para que trabajen (Pr 16:26; 2 Ts 3:10).

Pocas veces tantos han hecho tan poco y exigido tanto. Rara vez tan pocos han trabajado tan duro para pagar tanto por tan poco. Pocas veces un gobierno ha castigado a los trabajadores con tanta dureza con impuestos e inflación y recompensado a los holgazanes con tanta generosidad con subsidios y asistencia social.

La pereza ahora cruza líneas raciales, de edad y de sexo. Las distinciones culturales y nacionales son menos obvias (Tit 1:12). Los estudiantes exigen que el gobierno pague por la educación, mientras incumplen con los generosos préstamos estudiantiles. Argumentan y luchan por sus derechos, pero nunca consideran sus responsabilidades. La pereza ha matado la conciencia, el carácter, la comunidad y el sentido común.

América puede tener a Moisés, los Diez Mandamientos o la Biblia en lugares conspicuos, pero no hay conocimiento ni aplicación de ellos, incluso en este simple tema: No existe tal cosa como almuerzo gratis: los que no trabajan no deben comer (2 Ts 3:10). Esto no es ciencia espacial; es economía básica. Mero sentido común. Cualquiera que argumente en contra es un necio (Pr 26:12,16).

¿Cuál es la lección? Evita y condena a los perezosos. Arruinarán tu negocio si los contratas; arruinarán tu reputación si les da una referencia; y arruinarás tu posición ante Dios si los consuelas, debates con ellos, o alimentas. Mátalos de hambre para que trabajen antes de que se maten a sí mismos de codicia. Mírate a ti mismo como su salvador. Toma un porcentaje de sus ingresos.

¿Cuál es la lección? Evita ser un perezoso, o mereces ser castigado. ¿Eres emprendedor como la hormiga? (Pr 6:6-11) ¿Estás subiendo como la nata a la cima? (Pr 22:29) ¿Está tu negocio en plena forma? (Pr 24:30-34) ¿Estás preparado para los cambios? (Pr 27:23-27) ¿Tienes más que suficiente para poder dar generosamente? (Pr 21:26; Ef 4:28)

¿Cuál es la lección? Enseña a tus hijos y a otros bajo tu influencia a ser diligentes, porque esto es piadoso y justo. Las obligaciones domésticas de los hijos, antes una ley natural, ahora suenan abusivas. Si los hijos no ayudan con las tareas del hogar, no deben comer. Así aprenderán rápidamente. Si tienes un negocio, despide a los perezosos y bonifica a los diligentes.

¿Cuál es la lección más grande? La mayoría desea el cielo, pero muy pocos trabajan para alcanzarlo. Sus almas rehúsan trabajar por la comida que permanece para vida eterna (Jn 6:27). Quieren la puerta ancha y el camino espacioso (Mt 7:13-14). Quieren dormir y emborracharse con el resto del mundo (1 Ts 5:6-7). No soportan la sana doctrina (2 Ti 4:3-4).

Los espiritualmente diligentes presionan para entrar en el reino por la fuerza (Mt 11:12; Lc 16:16). Se esfuerzan por entrar por la puerta estrecha (Lc 13:24). Ponen toda diligencia en hacer firme su vocación y elección (2 P 1:5-11). Su fe obra, su amor trabaja, y su esperanza perdura (1 Ts 1:2-4; Stg 2:14-26). Trabajan en su salvación con temor y temblor (Fil 2:12). Dios no es injusto para olvidar su obra y el trabajo de amor que muestran hacia Su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún (He 6:10).

Los grandes cristianos son diligentes en el cielo y en la tierra, en ese orden, con una prioridad clara, y no descuidan sus deberes materiales. Son ejemplares ante Dios y los hombres. Siguen a su Señor y Maestro, quien dijo: “Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar” (Jn 9:4).

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PERSONAJES DE PROVERBIOS




“Escarnecedor es el nombre del soberbio y presuntuoso que obra en la insolencia de su presunción” (Pr 21:24).

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¿Cuál es el personaje más depravado de Proverbios? ¿El necio? ¿La mujer odiosa? ¿El hombre iracundo? ¿La mujer extraña? ¿El perezoso? ¡No! Es el escarnecedor (Pr 26:12). Los necios, las mujeres odiosas, los hombres iracundos, las rameras y los perezosos pueden ser ayudados, pero un escarnecedor presumido y arrogante desafía la corrección y la instrucción. La Señora Sabiduría, en representación del Dios verdadero, dice que evites al escarnecedor, porque perderás tu tiempo con él, y terminarán peleando (Pr 9:7-8).

Salomón condenó con frecuencia y severidad el orgullo (Pr 6:16-17; 8:13; 13:10; 16:5,18; 21:4), y condenó con frecuencia y severidad la soberbia (Pr 14:29; 16: 32; 19:19; 27:3-4; 30:33). Ambos pecados son contrarios a la sabiduría y a una vida exitosa ante Dios y los hombres. La lección y advertencia aquí es rechazar cualquier enojo u orgullo en tu trato con los demás. Debes matar estas malas tendencias, o serás un escarnecedor. [Nota: El término también incluye a su odiosa contraparte femenina: la escarnecedora.]

El escarnecedor es un hombre inusualmente malo. Porque no se humilla, y porque desprecia a los que tratan de corregirlo; no hay esperanza para él (Pr 13:1; 14:6; 15:12; 24:9). Si quieres paz y armonía en cualquier entorno, debes deshacerte de los escarnecedores (Pr 22:10). Para evitar que los necios se conviertan en escarnecedores, y para enseñarles algo de sabiduría, los escarnecedores deben ser castigados públicamente (Pr 19:25; 21:11). Las personas buenas desprecian y odian a los escarnecedores (Pr 24:9; Sal 15:4). 

¿Quién es un escarnecedor? Es un rebelde desafiante que no será corregido ni instruido por otros. De hecho, desprecia y odia a cualquiera que intente reprenderlo o corregirlo (Pr 9:7-8). Es tan arrogante en su presunción que tiene menos potencial para aprender sabiduría que un necio, ¡lo cual es decir mucho! (Pr 26:12; 27:22) En lugar de buscar la paz y la sabiduría, trata perversamente de encontrar fallas en los demás (Is 29:20-21). Su vida está marcada por relaciones arruinadas y problemas sociales.

¿Quién es un escarnecedor soberbio y presuntuoso? Es un rebelde desafiante que tiene aún más arrogancia e ira que el escarnecedor común. Estas viles criaturas se burlan de sus maestros, se burlan de la corrección y calumnian a cualquiera que no esté de acuerdo con ellos. Debido a que presumen su superioridad sobre todos los demás, murmurarán en contra de cualquiera, sin tener en cuenta a Dios o al hombre. Cuando se les confronta u ofende, explotan con ira altiva y con planes vengativos.

¿Qué piensa el Señor Jesús de los escarnecedores? Dijo que no merecían escuchar Su evangelio. Los llamó perros y cerdos, y les dijo a Sus discípulos que les ocultaran la verdad (Pr 3:34; 23:9; 26:11; Mt 7:6). Despreció especialmente a los fariseos desdeñosos por su orgullo religioso. Les dijo a Sus discípulos que Dios desarraigaría a los fariseos, y que ellos y sus discípulos caerían juntos en la zanja de la herejía y el juicio (Mt 15:12-14).

¿Eres un escarnecedor? No es difícil saber. ¿Aprecias que te corrijan o prefieres debatir? ¿Te encanta hacer las paces o defender tus supuestos derechos? ¿Disfrutas ignorando los pecados de los demás contra ti, o te enojas cuando te confrontan o te ofenden? ¿Crees que has aprendido mucho en la vida y serías mejor maestro que oyente? ¿Siempre tienes una excusa para tus acciones? ¿Eres un calumniador de los demás? ¿Te molesta que te digan que estás equivocado? ¿Puedes hacer casi todo mejor que los demás?

El desprecio es un pecado terrible. Viniste a este mundo sin saber nada, ¿y ahora desprecias a tus maestros? ¡Eres un perro rabioso! El orgullo y la ira son la base del desprecio. El engreimiento es engañoso y autodestructivo (Pr 26:12; Jer 17:9), y la ira es el estallido violento y peligroso de un espíritu ingobernable (Pr 25:28; 27:4). Dios te nombra con razón un escarnecedor orgulloso y altivo (soberbio y presuntuoso) una de las combinaciones de términos más despreciables de la Biblia.

Lo contrario a un escarnecedor es un hombre sabio. Le encanta que lo reprendan y le enseñen, porque sabe que es el único medio para obtener más sabiduría. Ama a los que lo corrigen y lo instruyen, porque sabe que sin ellos no progresará (Pr 9:8; 27:5-6; Sal 141:5). Piensa humildemente de sus opiniones, y no se enfada cuando se le ofende. Juzga con la mejor intención las acciones de los demás, y fácilmente perdona y pasa por alto sus faltas.

¡Escarnecedor: el Dios del cielo te ha condenado con un adjetivo horrible! Si tu trato con los demás involucra soberbia y presunción, Él no puede soportar tu espíritu ni tus acciones. Pronto te destruirá, porque no puede soportar a los soberbios y engreídos, a los que se enaltecen (Is 2:12). El bendito Dios de los cielos, el único Dios sabio, le presta atención a los que tienen un espíritu humilde y contrito, y que tiemblan ante Su palabra (Is 66: 2). ¿Esto te describe a ti?

Es fácil saber si eres culpable de soberbia y presunción. ¿Qué tan bien te llevas con los demás? ¿Te ofendes y te enfadas con facilidad? ¿Criticas a los demás rápidamente? ¿Eres conocido por murmurar? ¿Explotas cuando te contradicen o te reprenden? ¿Eres conocido por tu fanfarronería o por gracia en tu discurso? Humíllate hoy y confiesa tu gran maldad. No estás viviendo como los que son llamados hijos de Dios (Fil 2:14-16).

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EL BEREANO

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¿POR QUÉ ESTOS COMENTARIOS?












¿POR QUÉ ESTOS COMENTARIOS?

 


Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún (He 6:10).

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TODO EL CONSEJO DE DIOS

&

COMENTARIO DEL APOCALIPSIS

&

COMENTARIO DE PROVERBIOS 

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EL BEREANO










EL ALMA GENEROSA SERÁ PROSPERADA



 

“El que cierra su oído al clamor del pobre, También él clamará, y no será oído” (Pr 21:13).

Audio

¡Serás escuchado de la misma manera que escuchas! Si ignoras las solicitudes de ayuda de los pobres, Dios y los demás no te escucharán cuando clames desesperadamente a ellos por ayuda. Por supuesto, esta regla solo se aplica a los verdaderamente pobres, aquellos con actos de Dios en sus vidas. La verdad y la sabiduría de Dios no te permiten ayudar a los pobres por pereza.

¿No te gusta involucrarte? ¿Otros cuidarán de los pobres? ¿Estás demasiado ocupado? ¿Estás ahorrando para el futuro y no tienes dinero para los pobres? ¿No sabías que la necesidad era tan grande? ¿Ayudarás la próxima vez? Dios te replicará excusas similares cuando clames por ayuda, porque Él ve tu indiferencia, egoísmo y avaricia.

Cuando estés en necesidad, cuando una calamidad atemorice tu corazón y tu mente, y clames por la misericordia de Dios para que te libere y te ayude, Él no escuchará tus oraciones; se reirá de ti, y en su lugar te enviará una maldición (Pr 1:26-31; 28:27). Pero Él siempre escuchará el clamor de los pobres que claman contra ti por no ayudarlos cuando podías (Ex 22:21-24).

Un sacerdote judío y un levita ignoraron a su propio compatriota que yacía herido en una zanja (Lc 10:30-32). No quisieron involucrarse. Estaban demasiado ocupados. Tenían planes para el día. Tenían un uso destinado para su dinero. Pero un samaritano, cuya nación estaba resentida con los judíos por prejuicios culturales, tuvo misericordia del judío herido y lo cuidó (Lc 10:33-35; Jn 4:9). Este hombre amaba a su prójimo, y ciertamente fue bendecido. Puedes estar seguro de que el gran Dios del cielo ignoró al sacerdote y al levita más tarde en su propia hora de necesidad.

Dios cuida de los pobres. No lo olvides (Dt 15:7-11; Sal 68:5). Él ve cuando los ignoras; Él ve cuando los ayudas. Maldecirá una acción y bendecirá la otra (Pr 11:26; 19:17; 22:9; 24:11-12; 28:27; 29:7; Sal 41:1-3). ¡Y los hombres también! Te devolverán tu falta de misericordia en tu hora de necesidad. Es tu elección, pero las consecuencias son terribles. No ignores una necesidad legítima cuando te des cuenta de ella.

Sólo los legítimos pobres importan a los ojos de Dios. Los necios y perezosos deben morir de hambre; no merecen nada (Pr 20:4; 2 Ts 3:10). Estás obligado a cuidar primero de tu propia familia (1 Ti 5:8), luego de los pobres en tu iglesia (Hch 2:44-45), luego de los pobres en otras iglesias verdaderas (Hch 11:27-30), y luego de los extraños que Dios pone en tu camino en el curso ordinario de la vida (Lc 10:25-37; Job 31:16-22). La Biblia no te obliga a sentirte agobiado por los pobres del mundo, ya que estas cuatro responsabilidades son suficientes.

Cuando planees una cena y consideres a quién invitar, debes invitar a aquellos que están necesitados y no pueden recompensarte. Dios te recompensará. Esta es la ley de Cristo (Lc 14:12-14). No pienses sólo en tus amigos, porque el gran Dios del cielo verá tu egoísmo y te ignorará en el día de tu calamidad. Hay razones por las cuales algunos hombres son bendecidos y otros malditos. ¿Cuán atenta y compasiva es tu mente hacia los pobres?

Una gran evidencia de la vida eterna es la voluntad de un hombre de dar dinero para ayudar a los pobres en el nombre de Jesucristo. Esto se llama obra de amor, y prueba la elección (1 Ts 1:2-4; Gl 5:6). Dios nunca olvidará los actos de caridad hacia Sus hijos (He 6:10; Mt 25:31-46). Un hombre generoso puede poner una buena base para el tiempo por venir – el Día del Juicio – y aferrarse a la vida eterna por este hábito de dar con alegría (1 Ti 6:17-19).

¿Eres un hombre dadivoso? ¿O necio, como Nabal? Dios ama y bendice a los primeros y odia y maldice a los segundos (Is 32: 5-8; 1 S 25:2-3). ¿Cuál eres? Las almas dadivosas son creativas y generosas para pensar cómo ayudar a los necesitados, y Dios las acepta y las bendice, tanto ahora como en el Día del Juicio (Is 32:8; Pr 22:9). Los hombres necios son egoístas e impíos, y les molesta ayudar a los demás, sin importar su necesidad, porque son impíos.

Un secreto celestial es que dar dinero es la mejor manera de salir adelante financieramente. “A Jehová presta el que da al pobre, y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar” (Pr 19:17). “El que da al pobre no tendrá pobreza; mas el que aparta sus ojos tendrá muchas maldiciones” (Pr 28:27). “Hay quienes reparten, y les es añadido más; y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza. El alma generosa será prosperada; y el que saciare, él también será saciado” (Pr 11:24-25).

A un hombre rico, que le negó las migajas de su mesa a un mendigo en esta vida, se le negó una gota de agua en el infierno de fuego en la eternidad (Lc 16:19-26). El Señor Jesús se hizo pobre para enriquecernos, y debemos estar dispuestos a hacer lo mismo por nuestros hermanos (2 Co 8:9; 1 Jn 3:16-19). Tu interés por el bienestar de los hijos de Dios es una de las mejores evidencias de que eres un hijo de Dios.

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Wednesday, June 25, 2025

EL SIGNIFICADO DE LA SANGRE DE CRISTO




Todo el Antiguo Testamento, todos los libros, apuntan hacia el Gran Sacrificio que iba a venir: la entrega sacrificial que Jesús hizo de Su propia vida a favor nuestro. 

Levítico 17:11 es la declaración central del Antiguo Testamento sobre el significado de la sangre en el sistema de sacrificios. Dios, hablando a Moisés, declara: 

Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la persona.

La definición de “ sacrificio” es la ofrenda de algo valioso por una causa o un motivo. Hacer expiación es satisfacer a alguien o algo por una ofensa cometida. El versículo de Levítico se puede leer más claramente ahora de esta manera. Dios dijo: 

Yo les la he dado a ustedes la criatura (cordero, chivo, toro, etc.), para que la maten y derramen su sangre sobre el altar (hacer expiación). Ella (la sangre) cubrirá las ofensas que ustedes han cometido contra mí.  

En otras palabras, aquellos que son cubiertos por el sacrificio de sangre son liberados de la paga del pecado. La paga por el pecado es la muerte. El animal sacrificado sustituye al pecador.  

Por supuesto, los israelitas no conocían al Señor Jesús como su sustituto: cómo Él moriría por ellos y luego resucitaría, aunque sí creían que Dios les enviaría un Salvador (un Sustituto). 

Los muchos sacrificios de sangre que se ven en el Antiguo Testamento son un presagio del verdadero sacrificio de una vez y para siempre, para que los israelitas nunca olviden que, sin la sangre, no hay perdón. Este derramamiento de sangre es un acto de sustitución. Por lo tanto, la última cláusula de Levítico 17:11 podría leerse así: 

La sangre del animal se dará (hará expiación) a cambio de la vida del pecador; siendo el Señor Jesús quien da la vida a través de Su sangre derramada.

Hebreos 9:11-18 confirma el simbolismo de la sangre como vida y aplica Levítico 17:11 al sacrificio del Señor Jesucristo. El versículo 12 afirma claramente que los sacrificios de sangre del Antiguo Testamento eran temporales y sólo expiaban el pecado parcialmente y por poco tiempo, por lo que era necesario repetir los sacrificios anualmente. 

No obstante, cuando Cristo entró en el Lugar Santísimo, lo hizo para ofrecer Su propia sangre una vez y para siempre, haciendo innecesarios los sacrificios futuros. Esto es lo que el Señor Jesús quiso decir con Sus últimas palabras en la cruz:

Consumado es (Jn 19:30). 

Nunca más la sangre de toros y machos cabríos limpiaría a las personas de sus pecados. Sólo aceptando la sangre de Jesús, derramada en la cruz para la remisión de los pecados, podemos presentarnos ante Dios cubiertos de la justicia de Cristo (2 Co 5:21).

UNA VEZ Y PARA SIEMPRE

La frase “la sangre de Cristo” es usada muchas veces en el Nuevo Testamento, y es la expresión de la muerte sacrificial y la obra completa de expiación de Jesús en nuestro favor. Las referencias a la sangre del Salvador incluyen la realidad de que Él literalmente se desangró en la cruz, pero más significativamente que derramó Su sangre y murió por los pecadores. La sangre de Cristo tiene el poder de expiar un número infinito de pecados cometidos por un infinito número de gente a través de los siglos, y todos aquellos que ponen su fe en esa sangre serán salvos.

La realidad de la sangre de Cristo como medio de expiación por el pecado, tiene su origen en la Ley Mosaica. Una vez al año, el sacerdote debía hacer una ofrenda de la sangre de animales sobre el altar del templo por los pecados del pueblo. 

“Y según la ley, casi todo es purificado con sangre, y sin derramamiento de sangre no hay perdón” (He 9:22)

Pero esta era una ofrenda de sangre que estaba limitada en su efectividad, por lo que tenía que ser ofrecida una y otra vez. Esta era una semblanza del sacrificio de Jesús ofrecido en la cruz “una vez y para siempre” (He 7:27). Una vez que fue hecho ese sacrificio, ya no hubo necesidad de la sangre de toros y machos cabríos.

La sangre de Cristo es la base del Nuevo Pacto. La noche anterior a Su crucifixión, Jesús ofreció la copa de vino a Sus discípulos diciendo: 

“Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por vosotros” (Lc 22:20). 

El verter el vino en la copa, simbolizaba la sangre de Cristo que sería derramada por todos los que creeríamos en Él. Cuando Él derramó Su sangre en la cruz, el  Señor Jesús eliminó la exigencia del Antiguo Pacto del continuo sacrificio de animales. Esa sangre no era suficiente para cubrir los pecados del pueblo, excepto de una manera temporal, porque el pecado contra un Dios santo e infinito, requiere un sacrificio santo e infinito. 

“Pero en esos sacrificios hay un recordatorio de pecados año tras año. Porque es imposible que la sangre de toros y de machos cabríos quite los pecados” (He 10:3). 

Mientras que la sangre de toros y machos cabríos era un “recordatorio” del pecado, “la sangre preciosa de Cristo, un cordero sin mancha o defecto” (1 P 1:19), pagó totalmente la deuda del pecado que le debíamos a Dios, y ya no necesitamos más sacrificio por el pecado. 

La sangre de Cristo no solo redime a los creyentes del pecado y el castigo eterno, sino que “Su sangre purificará nuestra conciencia de obras muertas para servir al Dios vivo” (He 9:14). 

Esto significa que no solo somos ahora libres de ofrecer sacrificios, los cuales son “inútiles” para obtener la salvación, sino que somos libres de depender de las obras inútiles e improductivas de la carne para complacer a Dios. Porque la sangre de Cristo nos ha redimido, ahora somos nuevas criaturas en Cristo (2 Co 5:17), y por Su sangre somos liberados del pecado para servir al Dios vivo, para glorificarle, y para gozar de Él por una eternidad.

Ahora, el versículo que dice: “Una vez y para siempre” (He 7:27), ha sido interpretado por muchos como que es necesario creer o aplicar la sangre de Cristo a nuestras conciencias sólo una vez. Esto es un error, es el error de una vez salvo siempre salvo

Es el sacrificio de Cristo el que se efectuó de “una vez y para siempre” (He 7:27). Pero nosotros debemos aplicar ese sacrificio continuamente a nuestras conciencias. Cada vez que somos conscientes de pecado, cada vez que venimos al Señor en oración, cada vez que lo necesitemos (y lo necesitamos todos los días, y varias veces al día), debemos aplicar esa sangre, ese único sacrificio, a nuestros pecados para que estos sean lavados.

Pruébalo tú mismo(a). Cada vez que vengas delante del Señor en oración pídele que lave tus pecados con Su preciosa sangre. Al confesarle tus pecados a Él en sincero arrepentimiento estarás aplicando Su sangre a tu consciencia y experimentarás liberación para orar más fervientemente de lo que lo hayas hecho nunca antes. ¡La sangre de Cristo revolucionará tu vida de oración!

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LA TEOLOGÍA DE LA SUSTITUCIÓN (O DE REEMPLAZO)



La teología de la sustitución (también conocida como supersesionismo, y la teología de reemplazo), enseña esencialmente que la iglesia ha remplazado a Israel en el plan de Dios. 

Los adherentes de la teología de la sustitución creen que los judíos ya no son el pueblo escogido de Dios, y que Dios no tiene planes específicos para la nación de Israel en el futuro. 

Entre los diferentes puntos de vista sobre la relación entre la Iglesia e Israel, están: la iglesia ha reemplazado a Israel (la Teología de la Sustitución), la iglesia es una expansión de Israel (teología del pacto), o la iglesia es completamente diferente y distinta de Israel (Dispensacionalismo / Premilenialismo).

La teología de la sustitución enseña que la Iglesia es el sustituto para Israel, y que las muchas promesas hechas a Israel en la Biblia se cumplen en la Iglesia Cristiana, no en Israel. Así que, las profecías en la Escritura concerniente la bendición y la restauración de Israel a la Tierra Prometida, son “espiritualizadas” o “alegorizadas” en promesas de la bendición de Dios para la Iglesia. 

Existen grandes problemas con este punto de vista, tal como la existencia continuada del pueblo judío a través de los siglos y especialmente con el avivamiento del estado moderno de Israel. Si Israel has sido condenado por Dios, y no hay futuro para la nación judía, ¿cómo explicamos la supervivencia sobrenatural del pueblo judío durante los últimos 2.000 años a pesar de los muchos intentos de destruirlo? ¿Cómo explicamos por qué y cómo Israel haya vuelto a aparecer como nación en el siglo 20 después de no existir por 1.900 años?

El concepto de que Israel y la iglesia son diferentes se enseña claramente en el Nuevo Testamento. 

Bíblicamente hablando, la iglesia es completamente diferente y distinta de Israel, y los términos iglesia e Israel nunca deben ser confundidos ni usados indistintamente. La Escritura nos enseña que la Iglesia es una creación enteramente nueva, que llegó a existir en el Día de Pentecostés, y continuará hasta que sea trasladada al cielo en el arrebatamiento (Ef 1:9-11; 1 Ts 4:13-17). 

La iglesia no tiene relación con las maldiciones y las bendiciones para Israel. Los pactos, las promesas, y las advertencias del Pacto Mosaico fueron válidos sólo para Israel. Israel ha sido puesto a un lado temporalmente en el programa de Dios durante estos 2.000 años de dispersión (ver Romanos 11).

Contrario a la teología de la sustitución, el Nuevo Testamento enseña que después del arrebatamiento de la Iglesia (1 Ts 4:13-18), Dios restaurará a Israel como el enfoque principal de Su Plan. 

Durante la tribulación (los tres años y medio que preceden al arrebatamiento, el mundo será juzgado por rechazar a Cristo, mientras Israel y la iglesia son preparados a través de las pruebas de la gran tribulación para la segunda venida del Mesías.

Al arrebatamiento todos los creyentes (gentiles y judíos por igual) que hayan sido purificados por las pruebas de la gran tribulación seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Ts 4:17).

Luego, cuando Cristo retorna a la tierra al final de la tribulación, Israel estará preparado para recibirlo. El remanente de Israel que sobrevive la tribulación será salvo y el Señor establecerá Su Reino en la tierra con Jerusalén como su capital. Con Cristo gobernando como Rey, Israel será la nación destacada, y representantes de las naciones vendrán a Jerusalén para honrar y adorar al Rey – Jesucristo. La Iglesia volverá con Cristo y reinará con Él por mil años literales (Ap 20:1-5).

Tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo Testamento apoyan una comprensión Premilenial / Post-tribulacional del plan de Dios para Israel. El apoyo más fuerte para el Premilenialismo se encuentra en la clara enseñanza de Apocalipsis 20:1-7, donde dice seis veces que el reino de Cristo durará 1.000 años. Después de la tribulación, el Señor volverá y establecerá Su reino con la nación de Israel, Cristo reinará sobre toda la tierra, e Israel será el líder de las naciones. La iglesia reinará con Él por mil años literales. 

La iglesia no ha reemplazado a Israel en el plan de Dios. Mientras Dios pueda estar enfocando Su atención principalmente en la iglesia en esta era de gracia, Dios no se ha olvidado de Israel, y un día restaurará a Israel a su papel deseado para la nación que Él ha escogido (Romanos 11).

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JOVEN CRISTIANO BUSCA ESPOSA

 

“Mejor es morar en tierra desierta que con la mujer rencillosa e iracunda” (Pr 21:19).

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¡Joven! Estar soltero es malo y puedes sentirte frustrado y solo, pero casarte con una mujer odiosa es peor. ¡Sálvate! Casarte con una mujer tóxica puede causarte más dolor de lo que te puedes imaginar. No te acerques a una mujer a la que le gusta debatir o tiene mal genio.

La Biblia no es solo teología. Dios creó a la mujer y ordenó cómo debía comportarse, y Salomón había sentido el dolor que causan las mujeres infames, por lo que escribió mucho para que los hombres las evitaran (Pr 12:4; 14:1; 19:13; 21:9, 19; 25:24; 27:15-16; 30:21-23; 31:10-12).

Salomón sabía de lo que hablaba. Tuvo 700 princesas como esposas, y 300 concubinas (mujeres de clase social común, considerada inferior a la de la realeza). El dolor que causa una mujer contenciosa y de mal carácter por un día puede curar a un hombre de desear el matrimonio por el resto de su vida. ¡Salomón tuvo 1.000 mujeres! Dios inspiró a este experto para darte un consejo matrimonial: no te cases con una mujer a la que le gusta debatir o tiene mal genio. El matrimonio puede ser peor que quedarte soltero de por vida.

Vivir solo en una cabaña en medio de la nada no es una situación agradable. Pero esto es mejor que vivir en una casa elegante con muebles lujosos y comidas opíparas, pero con una mujer crítica, manipuladora, infeliz y que se irrita fácilmente.

¿Quién es una mujer rencillosa? Es una feminista, una mujer conflictiva, que le gusta contender, discutir, criticar, estar en desacuerdo, oponerse, imponerse, reprochar y cuestionar. Está llena de preguntas, recordatorios y sugerencias, todo para ayudar, por supuesto. Pero en lugar de ayudarte, te regañará; en lugar de aceptar dulcemente tus decisiones, te cuestionará y sugerirá alternativas sin fin; hasta que desees estar solo en el desierto.

¿Quién es una mujer iracunda? Es una mujer que no puede gobernar su espíritu y le gusta pelear. Se enoja fácilmente; se siente insatisfecha, frustrada, descontenta y está resentida contigo y otros todo el tiempo. Puede encontrar algo negativo en cualquier evento, situación o persona, y no se guarda su opinión. Nunca es apacible. Casi nunca está contenta; rara vez es tu dulce amante; siempre está irritada y estresada por algo.

Esta mujer odiosa, tóxica e insatisfecha será tu ruina (Pr 30:21-23). Te atraerá al matrimonio como el cazador a su presa, con trampas, y luego será demasiado tarde para ti. Solomon advirtió que tal mujer puede parecer agradable en la época del cortejo y las citas, pero después que la trampa del matrimonio se cierra sobre ti, no tienes escapatoria. Debes aplicar mucho discernimiento y ser muy sabio para reconocer los rasgos positivos y negativos de la chica a la que cortejas.

Recuerda la regla de diez. Cualquier atisbo de un carácter difícil o contencioso antes del matrimonio será diez veces peor después. Pruébala. Pídele que haga algo digno y decente pero que no le gusta. Si ves que se le cae la máscara, si detectas un lenguaje corporal negativo o incluso hueles la irritación contenida en ella, huye de inmediato hacia el desierto. Mejor es quedarte soltero de por vida que casarte con ella. Que se quede soltera hasta que la vida le lime sus asperezas, o muera sola y agriada.

Las mujeres aptas para el matrimonio son las que tienen un carácter apacible, gracioso, sumiso, dulce y reverente. Una mujer así puede hacerte sentir como un rey en segundos, y el matrimonio con ella será una verdadera dicha. Las mujeres aptas para el matrimonio deben ser cálidas, amables, encantadoras y tiernas. No deben tener bordes ásperos ni aristas puntiagudas. Rechaza a cualquier mujer que sea incluso un poco crítica, malhumorada, obstinada, conflictiva o cuestionadora. Una mujer así no se merece un marido. No te mereces tanto dolor. Te mereces una mujer de verdad, de las buenas que describe la Biblia. 

La mujer rencillosa no se tolera ni a sí misma. Le brota de manera natural instar, cuestionar con mal tono, frustrarse, estresarse por detalles o situaciones irreales que pueden nunca suceder, dar recordatorios y amenazas veladas, esperar la perfección y no gustarle tus decisiones. Si le preguntaras a ella, diría que es una buena mujer y gran esposa. Si le preguntaras a su madre, ella también la alabaría (Ez 16:44). Pero su marido sabe (aunque nunca lo diría) que dentro de la casa es como gotera continua en tiempo de lluvia; que pretender contenerla es como refrenar el viento con la mano derecha (Pr 27:15-16).

Aquí está la primera regla para salvarte. Solo considera a una chica o mujer que tenga el temor de Dios en su corazón. No te dejes influenciar por su apariencia o fingida bondad (Pr 31:30). Solo aquella que ama a Dios y vive ahora de acuerdo con la Biblia en cada parte de su vida merece que repares en ella y la consideres como una candidata al matrimonio contigo. Si ama al Señor Jesucristo y la vida piadosa, la predicación dura y clara, y odia la mundanalidad; a esta, y solo a esta, considera. Solo ella te tratará durante toda su vida como la Biblia le dice que debe tratar a su marido. Tú ganas.

Aquí está la segunda regla para salvarte. Aprende a reconocer los rasgos de carácter de las mujeres piadosas de la Biblia y espéralos todos en tu candidata. Busca la diligencia extrema y el trabajo duro (Pr 31:13-27). Busca la amabilidad, especialmente en el habla (Pr 11:16). Busca un gran respeto por sus padres (Ef 6:1-3). Busca el amor y la bondad hacia los demás sin ningún filo crítico (1 Co 13: 4-7). Busca un espíritu perdonador que pase por alto las faltas de los demás y las olvide total y definitivamente (Col 3:12-15).

¡Joven! Tu futuro está en juego. Aprende las advertencias en estos proverbios acerca de las mujeres odiosas. Créelos. Teme el dolor del matrimonio con una criatura así. Se prudente. Prueba a la candidata y observa su reacción de cerca. ¿Es su madre una mujer encantadora, afable y llena de gracia, o no? Pídeles a los hombres casados, experimentados y sabios, su opinión, porque su olfato en este tema es muy delicado y mejor que el tuyo. No te apresures a casarte. Nunca te arriesgues a conseguirte cincuenta años de pesadumbre y suspiros de arrepentimiento.

¡Cristiana! Aprende a amar tu lugar y tu papel en el mundo: fuiste hecha para tu marido (Gn 2:18; 1 Co 11:9; 1 Ti 2:13). Deshazte de tus propias opiniones, porque tus deseos deben ser los de tu marido (Gn 3:16). Aprende y maximiza la bondad de Rut, y siempre serás amada (Pr 11:16). Adquiere la sumisión de Sara y de Lea. Haz tuya la sabiduría de Abigail (1 S 25:21-35) y el sacrificio de Ana (1 S 1:1-28). Las mujeres piadosas no contienden con sus maridos; se someten, los obedecen y reverencian (Ef 5:22-24,33; Tit 2:3-5). Las mujeres piadosas no son irritables ni negativas (Pr 31:26; 1 P 3:1-4).

¡Padre cristiano! Es tu deber instruir a tu hijo en los proverbios de Salomón para que adquiera la sabiduría que lo ayude a tener un gran matrimonio y una gran familia. A los muchachos se les debe enseñar y mostrar con ejemplos claros las diferencias entre una mujer afable y una mujer tóxica, para que sepan con qué tipo deben casarse. A las niñas se les debe mostrar y enseñar las mismas diferencias y exigirles que vivan de manera piadosa, para que un buen hombre cristiano quiera casarse con ellas algún día. Dirige y gobierna sus decisiones matrimoniales a la luz de esta sabiduría para su beneficio.

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