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lunes, 21 de abril de 2025

FOMO


EL PELIGRO DE LAS REDES SOCIALES FUERA DE CONTROL

FOMO es un acrónimo en inglés que significa “Fear of Missing Out” o “miedo a perderse algo” o “miedo a no ser considerado”, o “miedo a no ser parte” de algo que se considera importante. Es un fenómeno psicológico que se caracteriza por la ansiedad de no estar conectado a lo que hacen los demás. 

FOMO es la preocupación o ansiedad que una persona siente cuando cree que se está perdiendo de algo emocionante o importante. En otras palabras, es el temor de que no participar sea la elección equivocada. Los cristianos pueden experimentar este miedo, al igual que cualquier otra persona; sin embargo, los creyentes no deben ser controlados por este temor.

No debería haber FOMO cuando la actividad que se está perdiendo es pecaminosa. Un cristiano puede encontrar consuelo en saber que elegir no participar en el pecado es siempre la mejor decisión. El Selor dice que el pecado separa a las personas de Dios (Is 59:2) e incluso advierte que aquellos que practican las obras de la carne no heredarán Su reino (Gl 5:19-21). Los creyentes no deben temer perderse la posible diversión o emoción que genera el pecado, porque “la paga del pecado es muerte” (Ro 6:23). Los “deleites temporales del pecado (He 11:25) pueden ser tentadores, pero los cristianos que dicen “no” al pecado en realidad no se están perdiendo de nada. Son nuevas criaturas en Cristo y ya no son esclavos del pecado (2 Co 5:17).

Sin embargo, los cristianos pueden experimentar FOMO en asuntos que no son pecaminosos. Un creyente puede temer perderse experiencias, oportunidades o alegrías. Este sentimiento se ve agravado por la cultura de las redes sociales, donde las personas constantemente publican imágenes de sus vidas “perfectas” para que el mundo las vea. Compararse con la vida de los demás roba el contentamiento y puede llevar a la envidia, al estrés y a un deseo constante de estar conectado con lo que otros están haciendo.

Cuando el Señor Jesús habló con Pedro sobre su futuro ministerio y muerte, Pedro señaló a Juan y preguntó: “Señor, ¿y este, qué?” (Jn 21:21). Jesús le respondió, en otras palabras, que no se preocupara por la vida de Juan, sino que simplemente lo siguiera a Él (Jn 21:22). Al igual que Pedro, debemos enfocarnos en nuestra relación personal con Cristo y en nuestro deber hacia Él, estando contentos con la voluntad de Dios para nuestras vidas. La gratitud hacia Dios ayuda enormemente a prevenir el miedo a perderse algo. Por supuesto, codiciar las bendiciones de nuestro prójimo nunca es aceptable (Ex 20:17).

La presión de “vivir la vida al máximo” y de experimentar todo puede causar ansiedad, pero un cristiano no tiene por qué preocuparse; podemos echar “toda [nuestra] ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de [nosotros]” (1 P 5:7). 

En el Sermón del Monte, el Señor Jesús dio el remedio para FOMO. Dijo que observáramos la naturaleza. Las aves del cielo y la hierba del campo no trabajan, pero Dios se asegura de que tengan todo lo que necesitan, y los cristianos son mucho más valiosos que las aves o la hierba (Mt 6:25-32). Por lo tanto, un creyente puede confiar en que Dios proveerá todo lo que necesitemos (Mt 6:33).

Nuestra confianza en Dios debe ir más allá de las necesidades básicas de la vida. Dios está en control, y Su soberanía guía cada parte de nuestra vida, incluyendo nuestras experiencias y oportunidades (Ro 8:28). Si un cristiano se pierde de algo, puede seguir teniendo la seguridad de que Dios lo está orquestando todo.

Los creyentes deben confiar en Dios para controlar cada día en lugar de preocuparse por lo que se puedan perder en el futuro: “Bástenle a cada día sus propios problemas” (Mt 6:34, NBLA). Si un cristiano afronta la vida un día a la vez, siguiendo a Dios y confiando en que Él proveerá exactamente lo que necesita, podrá superar el FOMO y servir a Dios con gozo.

Las redes sociales son un elemento importante en la destrucción del carácter de los santos peregrinos, sin embargo, la mayoría de las iglesias han renunciado a esta batalla. Considérese algunos de los peligros

Las redes sociales se utilizan para crear vidas falsas. Los usuarios fingen ser algo que no son. 
Son un foro masivo para la seducción de mujeres tontas
Son un foro para la vanidad (selfies interminables y la promoción del yo). 
Son el crisol del diablo. 
Son una caldero para mezclar lo bueno con lo malo, lo piadoso con lo impío, la verdad con el error. 
Rompen las barreras de separación entre el pueblo de Dios y el mundo. 
Debilitan las convicciones espirituales. 
Son una sentina de inmundicia moral. 
Son una fuente promotora de herejías. 
Son una gran pérdida de tiempo. 

Las redes sociales están diseñadas a propósito para ser adictivas. Asa Raskin, quien diseñó el desplazamiento infinito (the endless scroll) y otras funciones populares de la aplicación, dice: “Estamos en el experimento de comportamiento más grande que el mundo haya visto. Estás siendo probado constantemente... Detrás de cada pantalla de tu teléfono hay literalmente miles ingenieros que intentan hacer las redes sociales lo más adictivas posible. Es como si estuvieran tomando cocaína conductual y simplemente la estuvieran esparciendo por toda tu interfaz” (Control Mental: El Lado Oscuro de Tu Teléfono, documental de la BBC, 2018). ¿Suena bien esto? 

Los creyentes, individualmente, así como los hogares cristianos en general, y las iglesias, deben hacer todo lo posible para proteger espiritual y moralmente al pueblo de Dios. 

No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres(1 Co 15:33 ).

“Aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál es la voluntad del Señor” (Ef 5:16-17). 

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domingo, 20 de abril de 2025

JUSTICIA IMPUTADA



¿POR QUÉ NECESITAMOS QUE SE NOS IMPUTE LA JUSTICIA DE CRISTO?


En Su Sermón del Monte, el Señor Jesús pronuncia estas palabras: 

“Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (Mt 5:48). 

Esto aparece al final de la sección del sermón en la que el Señor corrige el concepto equivocado que tenían sus oyentes sobre la Ley. En Mateo 5:20, Él dice que, si las personas que le escuchan quieren entrar en el reino de los cielos, su justicia debe superar la de los fariseos, quienes eran los expertos en la Ley.

Luego, en Mateo 5:21-48, continúa redefiniendo radicalmente la ley, pasando de la mera conformidad externa, que caracterizaba la “justicia” de los fariseos, a una obediencia de conformidad tanto externa como interna. Dice: “Oísteis que fue dicho, pero yo os digo”, para diferenciar la forma en que la gente oía la ley de la forma en que el Señor Jesús la reinterpreta. Obedecer la ley va más allá de abstenerse de matar, cometer adulterio y quebrantar votos y mandamientos. También es no enojarse con el hermano, no tener lujuria en el corazón y no hacer juramentos falsos. Al final de todo esto, aprendemos que debemos superar la justicia de los fariseos, y eso se logra siendo perfectos.

En este punto, la respuesta natural es “Pero yo no puedo ser perfecto”, lo cual es absolutamente cierto. 

En otro pasaje del Evangelio de Mateo, el Señor Jesús resume la Ley de Dios con dos mandamientos: Amar al Señor tu Dios con todo tu corazón, tu alma, tu mente y tus fuerzas y amar a tu prójimo como a ti mismo (Mt 22:37-40). Sin duda es un objetivo admirable, pero ¿alguien ha amado alguna vez al Señor con todo su corazón, alma, mente y fuerzas y a su prójimo como a sí mismo? 

Todo lo que hacemos, decimos y pensamos tiene que ser hecho, dicho y pensado por amor a Dios y por amor al prójimo. Si somos completamente honestos con nosotros mismos, tenemos que admitir que nunca hemos practicado de manera permanente este nivel de espiritualidad.

Lo cierto es que, por nuestra cuenta y por nuestros propios esfuerzos, no podemos ser perfectos como nuestro Padre celestial es perfecto. No amamos a Dios con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerzas. No amamos a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Tenemos un problema, y se llama pecado. Nacemos con él, y no podemos superar sus efectos por nosotros mismos. El pecado nos afecta profundamente. El pecado afecta todo lo que hacemos, decimos y pensamos. En otras palabras, mancha todo en nosotros, junto con lo que hacemos y decimos. Por eso, no importa lo buenos que tratemos de ser, nunca alcanzaremos el estándar de perfección de Dios. 

La Biblia dice que todas nuestras acciones justas son como un “trapo de inmundicia” (Is 64:6). Nuestra propia justicia simplemente no es lo suficientemente buena y nunca lo será, no importa lo mucho que lo intentemos.

Por eso el Señor Jesús vivió una vida perfecta obedeciendo plenamente la ley de Dios en pensamiento, palabra y obra. La misión del Señor no fue simplemente morir en la cruz por nuestros pecados, sino también vivir una vida de perfecta rectitud. Los teólogos se refieren a esto como la obediencia activa y pasiva de Cristo. La obediencia activa se refiere a la vida de Cristo de perfección sin pecado. Todo lo que hizo fue perfecto. La obediencia pasiva se refiere a la sumisión de Cristo hacia la crucifixión. Él fue voluntariamente a la cruz y se dejó crucificar sin resistirse (Is 53:7). Su obediencia pasiva paga nuestra deuda de pecado ante Dios, pero es la obediencia activa la que nos da la perfección que Dios requiere.

El apóstol Pablo escribe: 

“Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él” (Ro 3:21-22). 

Mediante nuestra fe en Cristo, recibimos la justicia de Dios. Esto se llama justicia imputada

Imputar es adscribir o atribuir algo a alguien. Cuando ponemos nuestra fe en Cristo, Dios atribuye la perfecta justicia de Cristo a nuestra cuenta para que vernos como perfectos ante Él. 

“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2 Co 5:21).

No sólo se nos imputa la justicia de Cristo por medio de la fe, sino que nuestro pecado se le imputa a Cristo. Así es como Cristo pagó a Dios nuestra deuda por el pecado. Él no tenía ningún pecado en sí mismo, sin embargo, se le imputó nuestro pecado, por lo que, al sufrir en la cruz, está sufriendo el justo castigo que nuestro pecado merece. Por eso Pablo puede decir: 

“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gl 2:20).

Al contar con la justicia de Cristo que se nos imputa, o atribuye, nos podemos considerar sin pecado, así como el Señor Jesús lo es y siempre lo fue. No somos justos por nosotros mismos, sino porque poseemos la justicia de Cristo aplicada a nuestra cuenta. Lo que Dios ve cuando nos lleva a la comunión con Él no es nuestra perfección, sino la de Cristo. Seguimos siendo pecadores en la práctica, pero la gracia de Dios nos ha declarado justos ante la ley.

En la parábola del Señor sobre la fiesta de bodas, se invita a la celebración a invitados de diferentes rincones de la ciudad, y se les hace entrar, “tanto a los malos como a los buenos” (Mt 22:10). 

Todos los invitados tienen algo en común: se les da un traje de bodas. No deben llevar sus ropas ordinarias y sucias del día a día a la sala del banquete, sino que deben vestirse con el traje que el rey les proporciona. Esta es una hermosa imagen de la imputación: Como invitados en la casa de Dios, hemos recibido las vestiduras blancas y puras de la justicia de Cristo. Por la fe recibimos este regalo de la gracia de Dios.

Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos (Ap 7:9).

Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido? (Ap 7:13)

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viernes, 18 de abril de 2025

EL NÚMERO TRES




Existen tres dimensiones de medición: la longitud, la anchura y el espesor. Éstas conforman lo sólido, y se refieren, por lo tanto, a la solidez. La solidez es el símbolo de la consumación. Ambas, la solidez y la consumación, señalan hacia el Dios Trino; el número tres indica, pues, testimonio completo y manifestación divina perfecta. Esta manifestación se da a veces en la resurrección de cosas morales, físicas o espirituales. Así, el tres, aparte de denotar la manifestación divina, o la perfección divina, también es el símbolo de la resurrección. Se trata, después del siete, del número que más veces aparece en las Escrituras. 

Dios posee tres atributos que abarcan todo lo que Él hace: la omnisciencia, la omnipotencia y la omnipresencia. El ciclo del tiempo se caracteriza por tener tres dimensiones: pasado, presente y futuro. Toda actividad que el hombre pueda realizar se resume en pensamiento, palabra y hecho. En el tercer día de la creación, registrado en Génesis 1:9-13, Dios hizo que la tierra seca emergiera de entre las aguas, representación de la resurrección de Cristo. La forma del santuario, lugar de máxima adoración y donde Dios habitaba, era la de un cubo perfecto. En Génesis 18:1 encontramos este texto, refiriéndose a Abraham: “Después le apareció Jehová en el encinar de Mamre”. El versículo 2 nos dice que Abraham alzó la vista y vio a tres hombres. En el versículo 9, se registra esta frase: “Y le dijeron”, mientras que en el 17 empieza así: “Y Jehová dijo”. También en el versículo 3 Abraham se dirige a ellos en singular, en tres ocasiones, a pesar de que hablaba con tres hombres: “Señor, si ahora he hallado gracia en tus ojos, te ruego que no pases de tu siervo”. Es evidente que se trata de una triple manifestación de Dios. Abraham también es descrito en tres lugares como el amigo de Dios (2 Cr 20:7; Is 41:8 y Stg  2:23).

En Números 6:24-26 se encuentra la triple bendición que Dios dio a Aarón, con la que él debía bendecir al pueblo: “Jehová te bendiga y te guarde; Jehová haga resplandecer tu rostro sobre ti; y tenga de ti misericordia; Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz”. He aquí la perfección divina de la bendición. En Deuteronomio capítulos 17 y 18, vemos a Cristo en la perfección de los ministerios para con su pueblo. Aparece como rey en el primero de los pasajes: “Ciertamente pondrás por rey sobre ti al que Jehová tu Dios escogiere; de entre tus hermanos pondrás rey sobre ti” (Dt 17:15). En el segundo, se nos presenta como sacerdote: “Porque le ha escogido Jehová tu Dios de entre todas tus tribus, para que esté para administrar en el nombre de Jehová” (Dt 18:5) . En el tercero, se nos muestra como profeta: “Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios” (Dt 18:15). En Isaías 6:3, el serafín declara la perfecta santidad de Dios exclamando: “Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos”. Y también Daniel, cuando el rey Darío, instigado por la envidia de los gobernadores y sátrapas, promulgó un edicto en el que prohibía la demanda de petición de cualquier dios u hombre fuera de él mismo en un período de treinta días, siguió manifestando su creencia en Dios, y “se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes” (Dn. 6:10).

El Señor Jesús, durante sus tres años de ministerios entre los hombres, trató en vano de obtener fruto en el pueblo de Israel, y completaba así la manifestación del fracaso de esa nación. En el comienzo de su ministerio guio de nuevo a los hombres hacia la Palabra de Dios y su perfecta fortaleza en la lucha contra la tentación, citando el libro de Deuteronomio al repetir tres veces: “Escrito está” (Lc 4:4,8,10). También durante su ministerio, el Padre manifestó satisfacción hacia su Hijo de una triple forma. En primer lugar, en el Jordán, al oírse una voz del cielo que decía: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mt. 3:17). Después, en el monte, al transfigurarse el Señor Jesús ante los ojos de tres de sus discípulos, también habló una voz desde la nube diciendo: “Este es mi Hijo amado; a él oíd” (Lc 9:35). En tercer lugar, cuando su hora ya casi había llegado, oró así: “Padre, glorifica tu nombre”. Y entonces se oyó una voz que decía: “Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez” (Jn. 12:28).

También tres veces mostró el Señor su poder supremos sobre la muerte, al resucitar a tres personas: la hija de Jairo, el hijo de una viuda en el pueblo de Naim y Lázaro. Cuando los fariseos se le acercaron en busca de una señal, Cristo aludió a la manifestación de Dios a través del profeta Jonás y dijo: “Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches” (Mt. 12:40). Durante su sufrimiento, el fracaso de la mejor de las determinaciones que el hombre pueda tener se refleja en la triple negación de Pedro (Mr. 14:72); y también, en la tercera hora, la hora de la crucifixión, se manifestaron los poderes de la oscuridad. Durante tres horas, de la sexta a la novena, la oscuridad rodeó a Jesús, mientras que la santidad de Dios se nos manifestó cuando su Hijo se hizo pecado por nosotros. La inscripción que se hallaba sobre la cruz estaba escrita en tres idiomas, dando testimonio del rechazo total de Jesús por parte de los hombres.

En el tercer día, sin embargo, Dios manifestó su completa satisfacción hacia la obra de su Hijo Jesucristo, ya que en ese día se levantó de entre los muertos, tal como narran las Escrituras (1 Co 15:4). La divina consumación de su pastoreo también se manifiesta en su muerte, al ser llamado el buen pastor (Jn. 10:11); en su resurrección, siendo el gran pastor (He 13:20), y en su segunda venida, cuando será el Príncipe de los pastores (1 P 5:4). El mandamiento que El Señor da a sus discípulos en Mateo 28:19 también es una triple y completa manifestación de la Deidad: “Por tanto, id y haced discípulos a todas a las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”.

De nuevo, tres son las presentaciones que, según recoge Hebreos 9, completarán su obra. ... en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo (He 9:26) habla del establecimiento de la base. Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios (He 9:24) contempla la continuación de su obra. Y aparecerá [o se presentará] por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan (He 9:28) expone la colocación de la última piedra, con la cual la construcción quedará completa. 

Pedro, en Jope, alrededor de la hora sexta (mediodía), fue a orar a la azotea, donde tuvo una visión que se hizo tres veces (Hch 10:16). Tres veces se emplea la palabra “plenitud”: la plenitud de Dios (Ef 3:19), la plenitud de Cristo (Ef 4:13) y la plenitud de la Deidad (Col 2:9). También en tres ocasiones se insta a los creyentes del Señor Jesucristo a que andemos como es digno:

1. “Os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados” (Ef 4:1).

2. “Para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo” (Col 1:10).

3. “Os encargábamos que anduvieseis como es digno de Dios, que os llamó a su reino y gloria” (1 Ts 2:12).

La manifestación completa del mal se ve en el triple enemigo del creyente: el mundo, la carne y el diablo; mientras que la triple realización de la tentación se halla descrita en 1 Juan 2:16: “Los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida”. En la misma epístola también se encuentra el testimonio perfecto y divino de la gracia de Dios en la tierra: “Tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre” (1 Jn 5:8). La plenitud de la apostasía del hombre se resume en Judas 11: “¡Ay de ellos! porque (1) han seguido el camino de Caín, y se (2) lanzaron por lucro en el error de Balaam, y (3) perecieron en la contradicción de Coré”.

Por último, la Nueva Jerusalén descrita en el Apocalipsis, manifestación de la gloria de Dios, tiene la forma de un cubo perfecto (objeto de tres dimensiones): “...la longitud, la altura y la anchura de ella son iguales” (Ap 21:16).

En el contexto bíblico, el cubo, particularmente en la forma del Lugar Santísimo del Templo israelita y la Nueva Jerusalén descrita en Apocalipsis, simboliza la presencia de Dios, su morada y la máxima expresión de la santidad. La forma cúbica, con sus dimensiones iguales, representa la perfección, la estabilidad y la plenitud divinas.

El Lugar Santísimo

La cámara más interna del tabernáculo, y posteriormente del templo, era un cubo que contenía el Arca de la Alianza, considerada una representación simbólica del trono de Dios. La forma cúbica significa la presencia de Dios en el espacio más sagrado.

La Nueva Jerusalén

En Apocalipsis, la Nueva Jerusalén, descrita como un cubo en su forma celestial, se asocia con la morada de Dios y la morada definitiva de los justos. La forma geométrica perfecta del cubo se considera un símbolo de la perfección divina y de la ciudad final y completa de Dios. Simbolismo:

Las propiedades geométricas del cubo pueden interpretarse como la representación de lo siguiente:

Estabilidad y permanencia: La forma sólida del cubo y sus dimensiones iguales sugieren una base inquebrantable y duradera.

Perfección geométrica: La forma del cubo se considera una representación perfecta del espacio tridimensional, simbolizando el orden divino y la plenitud.

Totalidad y completitud: El número 3 (que representa las dimensiones del cubo) a menudo se vincula con la plenitud y la completitud divinas en la Biblia.

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martes, 15 de abril de 2025

UNO DE LOS MEJORES



“La prudencia consiste en refrenar el enojo, y la honra, en pasar por alto la ofensa” (Pr 19:11).

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Puedes ser glorioso hoy, porque alguien seguramente te ofenderá. Con la prudencia (que es la sabiduría de Dios) puedes refrenar tu enojo e ignorar la transgresión contra ti. Puedes dar la otra mejilla, pasar por alto la provocación y elegir la gracia sobre el enojo. Pero solo aquellos que obedezcan al Señor Jesucristo y sean enseñados por el Espíritu Santo lo harán.

La prudencia es la capacidad de saber la reacción correcta para cada ocasión. Es un sinónimo de la sabiduría, que es ver la vida desde la perspectiva de Dios y responder en consecuencia. Refrenar es sujetar, detener o reprimir algo. La prudencia piadosa elige detener y reprimir el enojarse cuando alguien te ofende. Es la marca de un hombre sabio, un espíritu amable y gentil. Es una señal de madurez cristiana, porque sólo los impíos y los necios contraatacan inmediatamente.

La mayoría de las personas, cuando se sienten ofendidas por otros, se enfurecen; eligen sentirse lastimadas, se indignan, crujen los dientes y traman venganza. No tienen prudencia ni dominio propio, porque los sentimientos gobiernan sus corazones. No conocen el autocontrol, porque primero reaccionan y luego piensan. Esta es la marca de un espíritu orgulloso y rebelde (Pr 16:28; 28:25), contrario a la sabiduría y la gracia de lo alto (Stg 3:17).

El enojo es locura temporal; es ceder a las demandas acaloradas del orgullo herido y del resentimiento, lo que hará que juzgues mal una ofensa y tomes represalias desproporcionadas (Pr 14:17). Una vez que la ofensa se convierte en conflicto y contienda, entonces tienes una guerra que no terminará fácilmente (Pr 17:14; 18:19). La prudencia es la sabia elección para aplicar la cordura y la templanza antes de responder a una ofensa contra ti.

Debes aprender que el enojo que no es liberado se disipa; pronto se evapora. A menudo, al día siguiente apenas recordarás la ofensa del día anterior. Pero este beneficio requiere dos cosas: debes refrenar tu enojo en vez de expresarlo, y debes mantener un espíritu que se regocije en pasar por alto las ofensas. Aprende a refrenar tu enojo (Pr 14:29).

Debes elegir un espíritu que se gloríe en perdonar a los que te hieren, eligiendo el camino de la sabiduría, la paz y el amor (Pr 17:9; 1 Co 13:4-7; Stg 3:17). El espíritu que se gloría en la venganza o retribución rápida es del infierno (Stg 3:14-16), y debes rechazarlo y someterlo. La inclinación natural del ser humano hace que se enorgullezca en detectar las ofensas y responder rápidamente contra ellas. Esto es maldad, es pecado. Escoge, en vez, la misericordia, la paz y el amor.

La ofensa aquí son trasgresiones de otros contra ti. Este proverbio no te está enseñando a pasar por alto o transigir con los pecados contra Dios o la autoridad legítima. La autoridad de los padres, el gobierno civil y los empleadores aún deben hacer cumplir las normas. La ofensa aquí son las transgresiones relativamente menores de otros que te irritan y te provocan.

Este es un proverbio maravilloso, uno de los mejores. Si se practicara de manera constante, las relaciones personales serían perfectas y las sociedades humanas serían alegres y productivas. Esto es amor fraternal verdadero. Los matrimonios que observen esta regla serán gloriosos. Las iglesias que practiquen esta prudencia serán felices y llenas del Espíritu. Si todos pasaran por alto las ofensas personales y se gloriaran en la oportunidad de perdonar, la vida sería maravillosa.

Pero el orgullo impide que el hombre postergue la manifestación del enojo. Debe devolver el golpe en rápida venganza para proteger su imaginada superioridad y sentimientos heridos. Al desear la preeminencia sobre los demás, debe proteger sus propios intereses. Aparecen rostros hoscos, se pronuncian palabras ásperas, se lanzan críticas injustas, e incluso se llega a los golpes. Este es un necio orgulloso reaccionando como un necio orgulloso.

La sabiduría de Dios no cambia. El Señor Jesús la enseña claramente en el Sermón del Monte (Mt 5:38-48), donde nos ordena dar la otra mejilla a nuestros enemigos personales. Nos ordena a no resistir al mal, cuando es una ofensa personal contra nosotros. Nos ordena hacerle el bien a nuestros enemigos. Este es el camino de los pacificadores piadosos, y debemos volvernos buenos en esto. Debemos gloriarnos en el perdón que le damos a nuestros enemigos. Esto demuestra que somos verdaderos hijos de Dios.

Pedro, siempre impetuoso, le preguntó al Señor cuántas veces tenía que perdonar a un hermano que lo ofendiera. Quería el límite de siete, después de lo cual podía justificar la venganza. Pero el Señor Jesús elevó la marca a setenta veces siete, muy por encima de la prudencia natural de Pedro (Mt 18:21-35). Sin embargo, por la gracia de Cristo y su Espíritu en nosotros, podemos ser tan piadosos y justos (Fil 4:13).

El mundo no conoce la sabiduría de este proverbio. Honra a los hombres que no soportan las ofensas, a los hombres que devuelven el golpe rápidamente y más fuerte de lo que fueron golpeados. Glorifican a los hombres que se vengan violentamente y tienen la última palabra o dan el último golpe.

Pero los hombres poderosos de Dios son aquellos que aman la misericordia y pueden pasar por alto las ofensas personales e ignorar su propio daño o pérdida (Miq 6:8; 1 Co 6:1-8). Dios mostrará misericordia hacia tales hombres y los engrandecerá, como lo hizo con David en su trato con Saúl (Sal 18:19-26).

El cristianismo es la religión del perdón, porque es la piedra angular de tu relación con Dios y con los demás (Mt 6:14-15; Ef 4:31-32; Col 3:12-13). Se necesita mucha más gracia de Dios y carácter cristiano para pasar por alto una ofensa personal que para devolver el golpe con ira. La sabiduría y el poder de Dios es el deseo y la capacidad de gobernar un espíritu indignado (Pr 16:32; Stg 1:19-20). Aquellos que piensan que pasar por alto las ofensas es debilidad, miedo o cobardía, son necios.

El Señor Jehová reveló Su gloria a Moisés de esta manera: “Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad” (Ex 34:6). ¡Observa lo que constituye la gloria de Dios! ¡Su misericordia, gracia, longanimidad, bondad y verdad! ¿Qué tan glorioso eres?

Te ofenderás hoy por cómo te tratan los demás. Es una certeza en un mundo pecador que recibirás un mal trato. Tendrás numerosas oportunidades de practicar la sabiduría, la gracia y la gloria de Dios. ¿Qué vas a hacer? ¿Refrenarás el enojo y el resentimiento y te gloriarás en una oportunidad de mostrar la gracia de Jesucristo en tu vida? ¿O devolverás el golpe verbal o corporalmente porque eres necio y orgulloso?

Que la gracia y la fuerza del Señor Jesucristo te convenzan por Su Espíritu a poner en práctica este proverbio. ¡Vencer el mal con el bien! Que el mundo vea tus buenas obras de misericordia y perdón y el reino de Dios sea exaltado y honrado por tus acciones.

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lunes, 14 de abril de 2025

¿ERES MÁS SABIO HOY QUE EL AÑO PASADO?

  


“Escucha el consejo, y recibe la corrección, Para que seas sabio en tu vejez” (Pr 19:20).

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¿Eres más sabio hoy que el año pasado? ¿Que hace diez años? Estas son preguntas importantes que deberías responder con convicción. ¿Qué tan sabio serás más adelante en la vida? Un hombre piadoso tiene un gran deseo de crecer en sabiduría. Y la forma de aumentar la sabiduría es fácil: debes escuchar el consejo de los sabios y aceptar sus enseñanzas. Necesitas apreciar y aplicar las instrucciones de los demás.

Hoy es tu oportunidad de cambiar tu fin en la vida. ¿Serás un hombre mayor sabio, buscado por la familia y otras personas por tus sabios consejos? ¿O serás un viejo necio, más una carga que una bendición? Lo que haces hoy determina lo que serás mañana. No eres demasiado joven, y no eres demasiado viejo. Considera tu fin y recibe instrucción hoy.

Los hijos de Dios fueron adoptados por gracia. Pero no fueron adoptados para malgastar sus vidas en necedades. Fueron adoptados para crecer y vivir como hijos de Dios en un mundo torcido y perverso (Mt 5:43-48; Ro 8:29; Ef 5:1-2; Fil 2:14-16). Puedes desperdiciar la gracia de Dios, o puedes usarla para ser grande para Él (1 Co 15:10; 2 Co 6:1; 2 P 3:18).

¿Cuánto amas el consejo de los sabios? ¿Cuánto anhelas entender correctamente la palabra de Dios? Los creyentes nobles la reciben con una mente pronta (Hch 17:11). Un eunuco, un centurión, una mujer de negocios y un predicador estaban todos muy agradecidos por la enseñanza que recibieron (Hch 8:26-40; 10:33-48; 16:14-15; 18:24-28).

¡Examínate a ti mismo! ¿Eres realmente más sabio que el año pasado o que hace diez años? ¿Has crecido en bondad, de modo que tienes más amigos piadosos? ¿Estás en mejores condiciones financieras al aprender y aplicar las reglas de la economía bíblica? ¿Conoces mejor al Señor Jesús y su doctrina? ¿Eres buscado por más santos a causa de tu consejo?

¡Examínate a ti mismo! ¿Se regocija su cónyuge por los cambios de los últimos años? ¿Está tu empleador agradecido por las muchas mejoras en tu desempeño en el trabajo? ¿Manejas la adversidad mejor que en tiempos pasados? ¿Puedes responder certeras palabras de verdad a los que preguntan? ¿Tus padres e hijos te estiman más? ¿Eres capaz de dar las respuestas de Dios para los dilemas modernos? ¿Están todos a tu alrededor agradecidos por tu progreso visible? ¿Podrías postularte para un cargo y ganar?

La vida es corta. ¿Qué puedes hacer? “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría” (Sal 90:12). ¿Cuándo? “Yo amo a los que me aman, y me hallan los que temprano me buscan” (Pr 8:17). ¿Por qué? “Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia” (Pr 4:7). ¿Cómo? “Su propio deseo busca el que se aparta, para ocuparse en toda sabiduría” (Ver comentario de Pr 18:1).

¿Qué piensas de la predicación? Pablo sabía que los cristianos dejarían de sufrirla (2 Ti 4:3-4). Las iglesias de hoy prefieren la música rock and roll con letras que hablan de un gurú hippie afeminado; lo llaman música cristiana contemporánea. Si quieres un fin sabio, entonces rechazarás las fábulas y exigirás una intensa exposición de la palabra de Dios (2 Ti 4:1-2). Dios ha enviado instructores para enseñar conocimiento y entendimiento espirituales (Jer 3:15). ¡Búscalos!

¿Qué haces con la Palabra de Dios? Pedro les dijo a sus lectores que desearan la leche sincera de la palabra para crecer por ella (1 P 2:1-3). Los exhortó a crecer en la gracia y en el conocimiento de Jesucristo (2 P 3:18). Y Pablo reprendió a los cristianos hebreos por no ser ya maestros (He 5:12-14). Asegúrate de orar, estudiar de la Palabra, prestar atención, juzgar y aplicar lo que entiendes (Lc 8:4-18; Stg 1:21-25). Recibe y retén la enseñanza para que seas sabio.

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jueves, 10 de abril de 2025

CONTRA DIOS TE ENOJAS

 




“La insensatez del hombre tuerce su camino, Y luego contra Jehová se irrita su corazón” (Pr 19:3).

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El hombre tiene problemas en la vida debido a su propia necedad, ¡pero luego culpa a Dios por ello! ¡Qué profana maldad! Tal persona no vivirá de la sabiduría de Dios, porque quiere hacer las cosas a su manera. Pero cuando las consecuencias de sus tontas decisiones lo muerden, murmura y culpa a Dios por las dificultades. ¡Qué miserable, rebelde, y desagradecido!

Dios es bueno con todos, y Su misericordia es sobre todos. Él ofrece sabiduría gratuitamente a todos los que la desean (Pr 8:1-5,32-36; 9:1-6). Pero los necios se ríen de la sabiduría; ellos piensan que tienen una mejor manera. Comerán del fruto de su necedad (Pr 1:29-33). El sinvergüenza en el proverbio acusa a Dios de que Sus caminos no son justos, ¡pero son los caminos de los necios los que no son justos! (Ez 18:25)

¿Alguna vez este proverbio ha sido cierto en tu vida? ¿Has elegido tu propio camino y te has encontrado con dolor y problemas a causa de él? ¿Alguna vez has pensado que el Señor es injusto? ¿Alguna vez te has resentido con Él por no librarte del dolor o responder a tus oraciones? ¿Has permitido pensamientos de ira, descontento, irritabilidad o justicia propia ante el Señor? Es tu culpa que las consecuencias te hayan alcanzado para pagarte por tus terribles elecciones en la vida (Nm 32:23).

Nota cuidadosamente que es el corazón del necio el que se irrita. Son sus pensamientos internos los que deben ser examinados, y su discurso piadoso en la iglesia no los cubrirá. ¿Cómo has pensado en tu corazón, donde todos los que te rodean no pueden ver? El Señor ve todas tus preocupaciones. Él ve tus pensamientos de enojo, desesperación o descontento. Deberías dirigir tu irritación contra ti mismo y tu necedad en lugar de en contra de Dios.

¡Tal irritación es pecado! Nada de lo que eres o tienes es tuyo. Es un regalo del cielo. Dios te dio tu posición en la vida, habilidades, padres, salud, hijos, trabajo, cónyuge, tiempo y cualquier otra cosa que puedas nombrar. ¿Por qué irritarte contra Él por estos dones? Estas cosas no son tuyas; son Suyos. Él te los prestó y espera un buen retorno. ¡Se lo debes! Y Él no te debe a ti nada más que el tormento eterno en el lago de fuego que arde con azufre (Ap 19:20; 21:8). Cualquier cosa menos que esto en tu vida, es Su pura misericordia.

Pero cuando te enojas contra Él después de pervertir Sus dones por indolencia o necedad, tus pensamientos de murmuración son el veneno rebelde del infierno que se filtra de tu corazón. Añades maldad a tus pecados. Aplasta esos pensamientos pecaminosos. Humíllate ante Dios. Encuentra tu alegría y satisfacción en Él, en lugar de en los dones que Él te da. Arrepiéntete y confiesa tu locura que te trajo a tu situación presente.

Adán se avergonzó y murió en el Edén, y culpó a Dios por ello (Gn 3:11-12). Caín fue maldecido por haber matado a su hermano y culpó a Dios de que su castigo fuera demasiado grande (Gn 4:13-14). Acab se encontró en guerra por el cruel asesinato de Nabot por su viña, y culpó a Dios por no bendecirlo en vez (1 R 22:8). ¿Dónde están estos tres hombres hoy? ¡Con toda seguridad donde pertenecen los tres! ¿Dónde estarás tú mañana?

La mayoría de los problemas que tienes son culpa tuya. Descuidaste guardar fielmente la Palabra de Dios. Tontamente elegiste tu propio camino. Tu celo por seguir la sabiduría era tibio. ¿No puedes ver eso? Confiesa tu insensata mayordomía en el cuidado de lo que Él te ha dado. Si no lo haces, tu dolor va a aumentar (Job 36:16-18).

¿En qué área estás siendo necio en tu vida? Eso te acosará por siempre. Si culpas a Dios por el problema, agregas un pecado mayor a tu necedad. No es extraño que tu vida sea un desastre. La Biblia dice: “Este es el camino, andad por él” (Is 30:21). Si has rechazado la instrucción y la sabiduría, porque tuviste una mejor idea, porque el pastor fue demasiado extremo, porque la Biblia es demasiado anticuada o porque tu papá no lo hizo de la manera que tú querías, entonces ten cuidado.

Dios no puede ser burlado; no te engañes. Si comprometes Su Palabra en tu matrimonio, familia, pensamientos, habla o cualquier área de la vida, cosecharás resultados dolorosos (Gl 6:7). Hizo al hombre recto, pero ellos han buscado muchas perversiones (Ec 7:29). ¿Qué perversión has ideado contra Sus mandamientos? Sus caminos son justos; los tuyos, injustos. Si a tu pecado le sumas el enojo, Él vendrá con un castigo o un juicio aún mayor.

Si has vivido tontamente y tienes problemas, solo hay una cosa que hacer. Eliú te da una buena oración a Dios por perdón: “Él mira sobre los hombres; y al que dijere: Pequé, y pervertí lo recto, y no me ha aprovechado, Dios redimirá su alma para que no pase al sepulcro, y su vida se verá en luz” (Job 33:27-28). Si has sido necio, esta debe ser su oración, y no debes irritarte contra Dios en absoluto.

Si alguna vez hubo un hombre que pudiera haberse preocupado por Su suerte en la vida, ese habría sido el bendito Señor Jesucristo. Pero cuando se enfrentó a la tarea más ardua y horrible de Su difícil vida, pagar por tu maldad, le dijo al Padre: “No se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lc 22:42). Él nunca pervirtió el camino de Dios, pero tuvo que pagar porque tú pervertiste el tuyo. Y no se resintió por ello. ¡Alabado sea el bendito y perfecto Hijo de Dios!

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IMÁN PARA LOS FALSOS INTERESADOS

 



“Muchos buscan el favor del generoso, Y cada uno es amigo del hombre que da” (Pr 19:6).

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¿Puedes discernir los motivos? ¿Puedes hacer un juicio justo? Los sabios reconocen las tentaciones y debilidades de los hombres, y juzgan con prudencia a las personas y situaciones. El poder y la influencia de un príncipe, y el dinero y la generosidad de los ricos, atraen a aduladores y sanguijuelas. Los muchos que piden favores a los poderosos, y todo hombre que se hace amigo de los ricos, son generalmente hombres inconfiables y mentirosos peligrosos.

El proverbio es una observación de Salomón. Como rey poderoso y rico, experimentó el acoso constante de peticionarios que buscaban su intervención a favor de ellos. Para enseñar a su hijo, le advirtió que un príncipe también tendría muchos de esos seguidores. Muchos de estos hombres serían mayormente lambiscones, sanguijuelas, con poco carácter positivo o lealtad; y un sabio no confiaría en sus historias, acciones o promesas.

Otro proverbio arroja luz sobre este. Salomón escribió: “Todos los hermanos del pobre le aborrecen; ¡cuánto más sus amigos se alejarán de él!” (Pr 19:7). Cuando un hombre no tiene dinero ni poder, tampoco tiene amigos ni hermanos, porque ellos no tienen ningún motivo para mantener una relación con él. De hecho, temen que el pariente pobre les pida ayuda, así que huyen de él. ¡Estos se llaman amigos del buen tiempo!

Estos dos proverbios juntos ayudan a explicar uno en el contexto cercano, donde Salomón escribió: “Las riquezas traen muchos amigos; mas el pobre es apartado de su amigo” (Pr 19:4). Los tres proverbios juntos describen amigos falsos, hombres egoístas, seguidores infieles y sanguijuelas peligrosas. Los sabios deben aprender a reconocer las tentaciones del alma de los hombres y así tener la ventaja de juzgar correctamente sus palabras y acciones.

Salomón también había enseñado este principio en otro proverbio anterior: “El pobre es odioso aun a su amigo; pero muchos son los que aman al rico” (Pr 14:20). La lección es simple: la mayoría de los hombres tienen motivos egoístas que los llevan a seguir y fingir lealtad a aquellos que podrían beneficiarlos, sobre todo económicamente. Es el entendimiento de un hombre sabio el que recuerda y considera esta debilidad de la mayoría de los hombres, y la tiene en cuenta al hacer juicios.

Incluso en las iglesias del Señor se han infiltrado hombres así. Judas advirtió contra aquellos que admiran y halagan a los hombres por la ventaja que esperan obtener de ellos (Jud 1:16). Es una vergüenza profana que los hombres profesen el cristianismo y finjan interés en el evangelio para beber del torrente de caridad que se derrama de una iglesia piadosa y amorosa. Señor, como oró David, libra a tus iglesias de los hijos extraños, cuya boca habla vanidad, y su diestra es diestra de mentira (Sal 144:11).

Considera al Señor Jesucristo. Hubo quienes lo siguieron simplemente por el almuerzo gratis de pescados y pan que Él les proveyó. Estaban tan ansiosos y decididos a conseguir comida gratis que trataron de hacerlo rey por la fuerza (Jn 6:1-27). Reprendió y ridiculizó su insensatez hasta que se fueron (Jn 6:28-71). Los sabios reconocerán en esta lección la necedad inherente de conectar los programas de medicina y alimentos con el evangelio. Cualquiera se acerca a una iglesia o cristiano que da dinero o alimento o cualquier otro beneficio a los falsos menesterosos de hoy en día. El Señor Jesucristo rechazó cualquier cosa incluso cercana a la práctica del buscador interesado en algo que no fuera “primeramente el reino de Dios y su justicia” (Mt 6:33). 

¿Cómo se aplica la lección? Considera Proverbios 31:30, donde se advierte a los hombres contra el engaño de los favores de una mujer. El temor de Dios es la única medida de una gran mujer. Los sabios ven la tentación y la intención de una mujer que busca seducir a un buen hombre con favores sexuales, y rechazan sus palabras y conducta. ¡Incluso una mujer odiosa puede ser agradable durante el cortejo! (Pr 30:21-23) Los sabios exigirán el temor de Dios y el celo espiritual en la mujer que quieren como cónyuge.

La verdadera amistad y el servicio no tienen nada que ver con la ventaja o el beneficio de la relación, porque se basan en los principios superiores del temor de Dios, la caridad cristiana, el carácter justo y la integridad personal. Los verdaderos amigos no abandonan su puesto por la adversidad, los problemas o la pobreza; lo perderán todo para ayudar a su amigo (Pr 17:17; 18:24; Jn 15:13). Recuerda al “amigo de Dios” (Stg 2:23), y cómo fue en rescate de su sobrino y su familia en su hora de mayor necesidad (Gn 14:12-16), y cómo intercedió por los habitantes de Sodoma y Gomorra (Gn 18:22-33). Y él es sólo un débil y pálido reflejo del único fiel Amigo que ha prometido estar con los Suyos “todos los días hasta el fin del mundo. Amén (Mt 28:20). 

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COMENTARIO DE PROVERBIOS





EL QUE MIENTE NO ESCAPARÁ




“El testigo falso no quedará sin castigo, Y el que habla mentiras no escapará” (Pr 19:5).

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Decir la verdad es muy importante. ¡Extremadamente importante! Un testigo falso dice mentiras contra una persona cuando ésta está siendo juzgada por un delito. Pero este proverbio también condena toda mentira. Los mentirosos no escaparán al castigo, pues todos los hombres buenos, y los magistrados y otras autoridades, junto con el Dios del cielo, perseguirán y castigarán a tales personas.

Deja que este breve verso que enseña el odio del Señor por la mentira haga temblar tu corazón con miedo de tergiversar un asunto o decir una mentira. Solo aquellos que aman la muerte se precipitarán sobre este proverbio y entrarán en su día sin revisar cuidadosamente las faltas de deshonestidad en el espejo perfecto de la palabra de Dios (Pr 12:19; 21:6; Stg 1:21-26).

Dios odia las mentiras y a los mentirosos (Pr 6:17,19; 12:22; Sal 5:5-6), y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago de fuego (Ap 21:8; 22:15). Cada vez que una persona miente, demuestra que el diablo es su padre (Gn 3:1-5; Jn 8:44). El Dios Todopoderoso condenó la mentira en el Noveno Mandamiento (Ex 20:16), y Sus apóstoles del Nuevo Testamento lo ratificaron (Ef 4:25; Col 3:9; 1 Ti 1:10).

Ciertamente mentir traerá juicio y castigo. Los hombres dependen de la verdad para sobrevivir y tener éxito, por lo que el mentiroso será evitado y castigado (Sal 101:7). Los gobernantes civiles y todas las autoridades en cualquier área dependen de la verdad, por lo que castigarán a los mentirosos cuando los atrapen (Dt 19:16-21). Y Dios ciertamente juzgará severamente a los mentirosos (2 R 5:25-27; Hch 5:1-11).

Este proverbio es una advertencia severa, y se repite solo cuatro versículos después (Pr 19:9). ¿Recibes el mensaje? Dios y los hombres buenos odian la mentira. Tú deberías odiarla también. La Biblia está llena de advertencias contra la mentira (Lv 19:11; Sal 101:7; Jer 9:3-5; Hch 5:3-4). Ten presente que tu pecado te alcanzará, especialmente la mentira (Pr 12:19; Nm 32:23). Una mentira lleva a otra hasta que un mentiroso queda atrapado en una red de engaño que destruye su alma y su reputación.

¿Embelleces hechos, exageras eventos, pules historias o redondeas números a tu favor? ¿Permites que se mantengan hechos incorrectos cuando están a tu favor? ¡Ah amigo, di la verdad abierta y claramente en todo momento! Odia la mentira y cualquiera de sus formas sutiles. Ama la honestidad y la verdad. Ora por la liberación de esta maldición del diablo (Sal 119:29).

¡Padre! Exige la verdad a tus hijos cuando son pequeños, porque los bebés empiezan a mentir antes de hablar (Sal 58:3-5). Haz hincapié en la honestidad total en todos los tratos familiares en todo momento y castiga la mentira con más severidad que la mayoría o todas las demás infracciones. Enfócate especialmente en mentir para evitar el castigo; decir la verdad es aprender a temer a Dios. Si no los castigas temprano y les enseñas a odiar la mentira, serán castigados mucho peor después por el Señor y la vida misma.

¿Alguna vez es correcto mentir? Sí, cuando la vida inocente está en juego. Rahab fue justificada ante Dios mintiendo para proteger a los dos espías (Stg 2:25). Dios bendijo a dos parteras por mentirle al Faraón para proteger a los bebés de Israel (Ex 1:15-21). David, el hombre conforme al corazón de Dios, mintió en numerosas ocasiones (1 S 19:11-17; 21:10-15; 2 S 15:31-37). Y Dios envió un espíritu de mentira al rey Acab, que ni deseaba ni merecía la verdad (1 R 22:19-22). Estos son solo algunos de los ejemplos en la Biblia de mentiras que no son condenadas porque la vida de uno o muchos estaba en juego.

Es probable que te sientas tentado hoy a comprometer la verdad o ser deshonesto. Muchos caerán en la tentación. Debes prepararte con este proverbio para glorificar a Dios y promover la justicia siendo tan honesto y veraz como la situación lo exige o se espera. Cada vez que eliges la verdad y la honestidad sobre la mentira o la tergiversación, mejoras tu posición ante Dios y los hombres. Ambos te honrarán y te recompensarán en los días venideros.

El Señor Jesús es el Testigo Fiel y Verdadero (Ap 3:14). La razón por la que la mayoría de los hombres no le creyeron fue porque dijo la verdad (Jn 8:45). El hombre natural prefiere la mentira, y nada ha cambiado hoy. ¿Evolución? ¡Qué ridícula y loca mentira! Las iglesias que predican mentiras siempre tendrán multitudes más grandes que las que enseñan la verdad (1 Ti 4:1-3; 2 Ti 4:3-4). Los sabios no miden la piedad por las estadísticas, el ruido o el “éxito”, sino por la verdad (1 Ti 6:3-6).

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COMENTARIO DE PROVERBIOS




EL DINERO COMPRA AMIGOS




“Las riquezas traen muchos amigos; mas el pobre es apartado de su amigo” (Pr 19:4).

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El dinero compra amigos, muchos amigos. Los ricos tienen fácilmente un séquito de amigos felices y serviles. Los pobres, sin dinero, no pueden ni siquiera conseguir que los vecinos sean amistosos. Un rey sabio escribió este proverbio como lección para ayudarte a ser entendido y exitoso.

Las amistades basadas en el dinero son falsas, y el séquito feliz y servicial es egoísta y se preocupa solo por sí mismo. Una vez que se acaba el dinero, los amigos de buen tiempo se van volando, y el séquito desaparece. Incluso los vecinos que alguna vez fueron ayudados ahora evitan y rechazan al pobre.

Algunos proverbios enseñan una lección obvia. “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”, no es difícil de entender (Pr 22:6). El valor se obtiene explorando el sentido completo de la formación adecuada, la naturaleza de un niño, el camino que debe seguir y lo que es un hombre ya mayor que cuando niño fue instruido en el camino del Señor. La lección es clara, pero debes profundizar en los detalles.

Otros proverbios declaran una observación de la vida. La lección solo está implícita, y es tu deber encontrarla. Salomón escribió muchos proverbios de este tipo, y aquí está uno de ellos. Escribió su observación sobre los efectos del dinero en las relaciones, y es tu privilegio identificar la lección, que es una condena a la costumbre de hacer acepción de personas, principalmente por causa del dinero.

La observación es cierta. Los hombres siguen a los que tienen dinero, porque esperan obtener algo para sí mismos. Aprende a ver a través de las palabras y acciones falsas de tales hombres, que se abren camino entre sus pares para hacerse amigos de los ricos. No están ahí para el hombre rico; están ahí por la riqueza del hombre. Esperan echarle mano a lo que sea de su riqueza que caiga al piso.

La cantidad de amigos no debería impresionarte: el número es solo temporal, mientras dura el dinero. La popularidad no prueba nada bueno ni noble por parte del seguido o de los seguidores. Debes reconocer el poder de los sobornos y la codicia de los hombres, y debes tener una visión amarga de la popularidad debido al éxito material o la influencia.

El amor al dinero es la raíz de todos los males (1 Ti 6:10). Hace que los hombres hagan amistades basadas en el materialismo en lugar del carácter. Estas no son amistades reales, sino relaciones de avaricia y codicia. Cuando se acaba el dinero, la amistad se termina también. Incluso los vecinos, que deberían tener un sentido del deber hacia los demás, evitarán y rechazarán al pobre.

Salomón hizo esta observación para su hijo varias veces (Pr 14:20; 18:16; 19:6-7). Siendo el hijo de un rey rico, tendría sanguijuelas aduladoras y lambiscones siguiéndolo a todas partes. Tenía que ser sabio y ver a través de la fachada de amistad para medir el carácter. A los hombres de principios no les importa el dinero ni las ventajas; están allí para el largo plazo (Pr 17:17). Los reyes y los sabios exigen carácter valioso de quienes los rodean (Pr 25:4-5; Sal 101:1-8; 144:11-15).

El éxito financiero, por sí mismo, no es una medida precisa de un hombre. Hay demasiados factores que contribuyen a la riqueza además del carácter y la capacidad. Hay necios ricos y sabios pobres. El tiempo y el azar rige sobre todos (Ec 9:11). Infórmate: un sabio pobre es muy superior a un rico necio (Pr 19:1; 28:6; Ec 4:13; 9:13-16).

Considera dos ejemplos bíblicos de cómo la riqueza afecta las amistades. Job, una vez muy rico, se quejó de cómo sus amigos y familiares más íntimos lo habían abandonado en su horrible pobreza y tribulación (Job 19:8-19). Pero Jonatán, el príncipe de Israel, el mayor ejemplo de amigo, renunció a su alta posición y grandes riquezas para hacerse amigo del pobre pastor David (1 S 18:1-4; 20:30). Los verdaderos amigos no están influenciados por la riqueza en absoluto.

No ames a los demás por lo que pueden hacer por ti. El Señor Jesús enseña: “Dijo también al que le había convidado: Cuando hagas comida o cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos; no sea que ellos a su vez te vuelvan a convidar, y seas recompensado. Mas cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos; y serás bienaventurado; porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la resurrección de los justos” (Lc 14:12-14). Amar a los que te aman es inaceptable (Lc 6:32).

El Señor Jesucristo, que era muy rico, se hizo pobre para ayudar y salvar a los miserables de la pobreza, para que se enriquecieran con la Suya (2 Co 8:9). Aquí hay una amistad desconocida para los hombres naturales. Aquí está el don inefable del evangelio. Los que conocen al Señor Jesús de verdad fácilmente se ofrecerán a sí mismos en servicio de aquellos que no pueden pagar (2 Co 12:15).

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