Friday, November 14, 2025

EL REMANENTE DEL SEÑOR

 


“También Isaías clama tocante a Israel: Si fuere el número de los hijos de Israel como la arena del mar, tan solo el remanente será salvo” (Ro 9:27)

El remanente de Israel

“Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera. Porque también yo soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín... Así también aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia” (Ro 11:1,5). 

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En la Biblia, el “remanente” se refiere a un grupo de personas que quedan vivas (sobreviven) después de una catástrofe o juicio, y que se mantienen fieles al Señor. Este grupo representa la esperanza de restauración y continúa el propósito de Dios. 

Dios le da un gran valor a aquellos de Su pueblo que Él ha apartado como sobrevivientes, a los que llama “remanente” en varios lugares de la Biblia. 

Por ejemplo, en Isaías 10 se cuenta la historia del juicio del Señor sobre los asirios. El versículo 12 dice:  

“Pero acontecerá que después que el Señor haya acabado toda su obra en el monte de Sion y en Jerusalén, castigará el fruto de la soberbia del corazón del rey de Asiria, y la gloria de la altivez de sus ojos” (Is 10:12).  

Continúa en los versículos 17-18: 

“Y la luz de Israel será por fuego, y su Santo por llama, que abrase y consuma en un día sus cardos y sus espinos. La gloria de su bosque y de su campo fértil consumirá totalmente, alma y cuerpo, y vendrá a ser como abanderado en derrota” (Is 10:17-18).

Luego Dios relata cómo los sobrevivientes de Su pueblo volverán a Él como resultado de esta tremenda muestra de Su poder: la destrucción total de la mayor parte de Asiria: 

“Acontecerá en aquel tiempo, que los que hayan quedado de Israel y los que hayan quedado de la casa de Jacob, nunca más se apoyarán en el que los hirió, sino que se apoyarán con verdad en Jehová, el Santo de Israel. El remanente volverá, el remanente de Jacob volverá al Dios fuerte” (Is 10:20-21). 

Hay otros remanentes en la Biblia, aunque no se utilice la palabra remanente para describirlos. Noé y su familia fueron el remanente que se salvó de los millones que había en la tierra antes del diluvio (Génesis 6). Sólo Lot y sus dos hijas sobrevivieron a la destrucción de Sodoma y Gomorra, sin duda un remanente muy pequeño (Génesis 19). Cuando Elías se desesperó porque era el único que quedaba en Israel que no se había inclinado ante Baal, Dios le dijo que Él se había reservado un remanente de 7.000 personas “cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron” (1 R 19:18).

La elección soberana de Dios en cuanto a quiénes van a conformar Su remanente también se puede ver en el Nuevo Testamento: 

“También Isaías clama tocante a Israel: Si fuere el número de los hijos de Israel como la arena del mar, tan solo el remanente será salvo; porque el Señor ejecutará su sentencia sobre la tierra en justicia y con prontitud” (Ro 9:27-28). 

Esto implica que un gran número de israelitas será desechado: perecerá bajo el juicio de Dios. 

Si sólo un remanente va a ser salvo, muchos se perderán, y éste es precisamente el punto que Pablo está tratando de establecer en este pasaje (Ro 9:27-28). 

Mientras que la palabra remanente significa literalmente “los que quedaron”, particularmente los que quedaron después de una batalla, juicio divino o una gran calamidad, en este versículo significa “una pequeña parte o porción”. De la gran multitud de israelitas, quedarán tan pocos como para que se pueda decir que será un mero remanente.

Por supuesto, en la actualidad el remanente más bendito es el de la verdadera Iglesia, el cuerpo de Cristo, elegido entre los millones que han vivido y muerto a lo largo de los siglos. El Señor Jesús dejó muy en claro que este remanente sería pequeño en comparación con el número de personas en la tierra a lo largo de la historia. “Muchos” tomarán el camino a la destrucción eterna, y “pocos” encontrarán el camino a la vida eterna (Mt 7:13-14). 

Nosotros que creemos en Jesucristo como nuestro Señor y Salvador podemos, con gran paz, descansar en el hecho de que somos en la actualidad parte de Su “remanente”.

Por lo tanto tenemos que la palabra “remanente” se refiere a:

Sobrevivientes: Son los que quedan después de que un desastre o juicio divino ha afectado a otros.

Fieles a Dios: A pesar de las dificultades, este grupo permanece leal a los mandamientos del Señor y a su propósito.

Portadores de esperanza: Representan la esperanza de restauración, ya sea de regreso a Dios o de reconstrucción de un nuevo orden.

Con este trasfondo del término “remanente” podemos considerar mucho mejor las palabras de Pablo cuando habla del futuro arrebatamiento/rapto de los creyentes: 

“Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras” (1 Ts 4:13-18).

Nótese que el apóstol asegura por inspiración divina que cuando el Señor venga por segunda vez “los muertos en Cristo resucitarán primero” (1 Ts 4:16). 

Una vez que el Señor haya efectuado la primera resurrección, ejecutará el arrebatamiento/rapto de los que hayamos quedado (1 Ts 4:17).

Esta frase: “los que hayamos quedado” (1 Ts 4:17), expresa exactamente la idea de un remanente. Y ya hemos visto lo que la palabra significa tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamentos. Un remanente es un grupo ínfimo (en comparación con el total) de sobrevivientes, de fieles, de portadores de esperanza de continuación.

En la cristiandad evangélica hoy en día se enseña que el arrebatamiento/rapto de los creyentes será un evento que incluirá a TODOS los creyentes, y que incluso será pre-tribulacional. Pero ni el Señor Jesús ni los apóstoles enseñan tal cosa en el Nuevo Testamento. Por el contrario, refiriéndose a la gran tribulación (Mt 24:21) que precederá Su venida, el Señor revela que el número de los creyentes que experimentarán el  arrebatamiento/rapto será un remanente.

Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados (Mt 24:22).

Aquellos días serán acortados justamente para que exista dicho remanente

Exponemos esta importante enseñanza en nuestro artículo: 

LOS ÚLTIMOS TIEMPOS EN ORDEN CRONOLÓGICO.

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SI TU OJO TE ES OCASIÓN DE CAER...




“¿Hallaste miel? Come lo que te basta, no sea que hastiado de ella la vomites” (Pr 25:16).

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Moderación en todas las cosas. Demasiado de algo bueno es malo. El uso extremo de cualquier cosa es abuso. Dios y Salomón quieren que maximices el uso de las cosas buenas en la vida al no abusar de ninguna de ellas. Esta es una regla importante de la sabiduría para el éxito en tu vida.

La miel es buena y agradable (Pr 16:24; 24:13). No está prohibida; es un regalo de Dios, pero en exceso, es mala (Pr 25:27). Dios creó la miel como un dulce regalo natural para el paladar, y es buena para tu cuerpo. Sin embargo, demasiado te hartará e incluso te enfermará. Cuando disfrutes de algo placentero, utilízalo con prudencia para el fin dado, para que no sea una trampa para tu alma, y termine perjudicándote.

La “miel” de cada hombre es diferente. ¿Qué es dulce para ti y te tienta al exceso? ¿Cuál es tu “miel”? Es tu deber identificar aquellos placeres que más te tientan al exceso, y aprender a ser moderado (1 Co 9:25). ¿Cuál es tu “miel”? Come solo un poco de ella.

Dios da ricamente a sus hijos todas las cosas para que las disfruten (1 Ti 6:17), pero todas estas cosas deben ser usadas con moderación (Fil 4:5). Dios hizo al hombre recto y le dio toda clase de dones, naturales y espirituales, pero el hombre ha buscado muchas perversiones (Ec 7:29). ¡Y una de esas perversiones es el exceso!

Esta generación ama el exceso. ¡Está orgullosa de ser X-trema! Los cristianos deben evitar cualquier exceso. A lo largo de la historia de la humanidad, las personas siempre han abusado de la comida y la bebida, hasta la destrucción de sus almas. La glotonería y la embriaguez sobrecargan el estómago y el corazón (Lc 21:34), y los esclavos a estos pecados se atiborran de comida y alcohol hasta vomitar, pecando contra este proverbio. La gula fue otro de los pecados de Sodoma (Ez 16:49).

La sabiduría aquí es principalmente moral y espiritual, pero también contiene consejos nutricionales. El azúcar y otros carbohidratos simples o refinados son la causa principal de la obesidad y otras enfermedades asociadas. Cuando la prosperidad proporciona una variedad y cantidad infinita de azúcares y carbohidratos, una sociedad desequilibrada puede caer fácilmente bajo el juicio de una epidemia diabética.

Considera otros dones agradables de Dios para comprender la lección. Dios dio el pan para saciar el hambre (Sal 104:15), pero comer demasiado pan, cereal, pasta, galletas, pasteles, tortas, pizzas y otras harinas refinadas te destruirá no sólo físicamente sino espiritualmente. Dios dio el vino para alegrar el corazón (Sal 104:15), pero la embriaguez es un pecado que puede causarle a tu alma un dolor horrible (Ef 5:18).

Hay placer en comer, pero esto no te puede dominar. Salomón elogia a las naciones con políticas y ejemplos de templanza (Ec 10:16-17). Los buffets que te ofrecen de todo lo que puedas comer pueden ser una bendición para experimentar la variedad, pero son una maldición para la persona dada a la gula. Debes comer solo para saciar el hambre y mantener tu salud. ¿Puedes creer que suficiente de algo es mejor que un festín de lo mismo?

¿Qué pasa con el matrimonio? Es un gran don de Dios para el compañerismo y el amor, pero debes vivir con tu cónyuge sin que asfixie tu vida espiritual y servicio al Señor (1 Co 7: 28-35; Sal 73:25-26). ¿Qué pasa con los pasatiempos y el entretenimiento? Pueden ser diversiones agradables y distractoras, pero demasiadas te traerán pobreza y te harán perder un tiempo precioso (Pr 21:17; Ef 5:16).

¿Qué pasa con el ejercicio corporal? Es de algún provecho, pero los extremos te costarán el alma al dejar asuntos más importantes sin hacer (1 Ti 4:8). ¿Qué pasa con la justicia y la sabiduría? ¿Puedes tener demasiado de estas cosas? ¡Sí, de hecho, si las aplicas mal! (Ro 10:2). El Predicador advierte contra los excesos de cualquiera, como lo hacían los fariseos de los días del Señor Jesús (Ec 7:16).

El proverbio también se puede aplicar a los amigos (Pr 25:17). ¡Demasiados amigos, es demasiado! Si eres obsesivo en las relaciones, perderás amigos, porque no podrán soportar o seguir el ritmo de tus excesos. El buen regalo de la amistad llevado al extremo se convertirá en odio, y entonces habrás arruinado otra preciosa bendición por tu falta de templanza.

La indulgencia excesiva en cualquier placer embota el apetito y la capacidad de disfrutar de él, de modo que necesitarás cantidades cada vez mayores para obtener el placer original. Mientras más buena comida comas, menos disfrutarás de esa cena especial. Cuanto más viajas por negocios, menos disfrutas de la escapada con tu mujer. Es una simple ley de vida y lección de experiencia que demasiado de cualquier cosa le roba mucho de su placer y terminará hastiándote a la larga (Pr 27:7). 

Codiciar a otras mujeres que no sean la tuya, reducirá tu placer al estar con ella. No la mejorará a ella ni a tu aprecio por ella. Una vez que comiences con este pecado, necesitarás una mayor estimulación para obtener el mismo placer que antes obtenías fácilmente. Habiendo embotado tus sentidos y tu capacidad para disfrutar del sexo naturalmente, te  sumergirás en la cloaca del exceso y beberás de ella cada vez más para disfrutar de un placer que será un pálido reflejo del que disfrutabas al principio. El exceso, como el pecado, miente, y te llevará al infierno. Salomón sabía de lo que hablaba (1 R 11:3; Ec 7:28).

¿Cuál es tu “miel”? ¿Con moderación es buena, pero en exceso es pecado? ¿Es la comida, la familia, la bebida, el trabajo, el matrimonio, los pasatiempos, el ejercicio, el sexo, o algo más? ¿Cuál es tu “miel”? Es tu “miel” la que te tentará a obsesionarte con ella. Debes identificar este talón de Aquiles en tu carácter para que puedas mantenerlo bajo control y que no te impida correr con éxito tu carrera cristiana (He 12:1-4).

Una vez que identifiques tu “miel”, ¿cuánto placer deberías buscar en ella? La templanza y la moderación evitan el exceso, por lo que debes mantenerte a salvo del hastío. El cristiano sincero considerará seriamente la enseñanza del Señor al respecto: 

“Por tanto, si tu mano o tu pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti; mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno. Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; mejor te es entrar con un solo ojo en la vida, que teniendo dos ojos ser echado en el infierno de fuego” (Mt 18:8-9).

Salomón lo puso de esta manera:

Y pon cuchillo a tu garganta, Si tienes gran apetito (Pr 23:2).

¡Hay miel sin límite para el creyente, y es gratis. Puedes deleitarte con su abundancia (Is 55:1-5). Son los hechos maravillosos del evangelio y la sabiduría de las Escrituras. La Dama Sabiduría te ofrece una mesa surtida con pan y vino mezclado que jamás te hartará (Pr 9:1-5). Llénate hoy tanto del evangelio como de la sabiduría del Señor.

Busca ser lleno de toda la plenitud de Dios, en la cual hay gran bendición (Ef 3:14-19). ¡También puedes, en buena conciencia, desear los mejores dones para servir mejor con cualquiera de ellos! (1 Co 12:31) ¡Esta es la mejor miel! Ora pidiendo que el Señor te llene con su Espíritu hasta que estés lleno a rebosar, y luego pide una doble porción (2 R 2:9). 

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TERRIBLY WRONG WAYS CHRISTIANS TRY TO HEAR GOD



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Thursday, November 13, 2025

LA LENGUA BLANDA QUEBRANTA LOS HUESOS




“Con larga paciencia se aplaca el príncipe, y la lengua blanda quebranta los huesos” (Pr 25:15).

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¿Se puede ganar a una persona en autoridad? La mansedumbre vencerá al poder. ¿Qué funciona mejor con una persona dura o iracunda? La blandura deshará la dureza. Aquí hay sabiduría preciosa para tener éxito en las relaciones interpersonales. Las respuestas instintivas rara vez funcionan.

La sabiduría incluye la capacidad de persuadir a los que están en autoridad, lo cual es un conocimiento muy útil. Las principales autoridades en la vida son los padres, los maridos, los empleadores, el gobierno civil y los ministros de toda clase. Con ellos, la actitud afable, apacible, dócil, flexible, dulce, mansa y tierna gana. El debate audaz y la confrontación aseguran la pérdida. Aunque tu causa pueda ser importante y justa, la sabiduría te exige un acercamiento blando y respetuoso ante quien está en autoridad.

Aquí hay gran sabiduría para tratar con las personas influyentes o en autoridad en algún ámbito. Es posible que debas persuadir a un jefe para tu causa o disuadir a uno de castigarte. El proverbio aquí trata de la persuasión, pero la misma sabiduría sirve también para la disuasión (Ec 10:4). Esta regla, aprendida y practicada, te dará gran y pacífica habilidad para tratar con aquellos en puestos de autoridad.

El mundo enseña lo contrario de esta sabiduría, y los resultados son horribles. Exigir tus derechos y esperar que una autoridad considere tus opiniones o demandas es orgullosa rebelión y crea confrontación. En lugar de inclinar hacia tu causa al que tiene autoridad, lo obligas a consolidar su posición y castigar tu insolente insubordinación.

La naturaleza humana es orgullosa, rebelde y egoísta. Asume que todos los hombres son creados iguales y tienen los mismos derechos. Pero la Biblia rechaza tal presunción arrogante. No hay dos hombres creados iguales, y algunos son puestos en oficios de autoridad que les dan poder sobre otras personas. Dios creó los oficios de autoridad, y respetarlos hace grande a una persona, a una familia y a una sociedad. La falta de respeto a la autoridad es un problema generalizado en un mundo profano y rebelde.

Salomón escribió como monarca, cuando el rey tenía autoridad absoluta. Tenía el poder de la vida y la muerte sobre todos los súbditos, y no había separación de poderes, amenaza de un jurado que no llegara a un acuerdo, medios de comunicación entrometidos o cualquier otra limitación para regir. 

El ejemplo en el proverbio es un príncipe, palabra que significa el primero, refiriéndose a un líder como el jefe de familia, cabeza de una tribu, funcionario importante, etc. Salomón te da sabiduría divina para ayudarte a persuadir a alguien en autoridad a que considere tu persona y tu causa. Gran parte de la vida consiste en convencer a los demás que nos consideren, por lo que ésta lección es clave.

Paciencia, es tolerar el desacuerdo o el mal trato. Es humilde longanimidad frente a la adversidad. Se utiliza aquí para describir un enfoque sumiso y perseverante al tratar con la autoridad. Si buscas persuadir a alguien en autoridad para que cambie con respecto a ti o tu causa, debes acercártele con una actitud de mansedumbre. Exigir impacientemente su atención te perjudicará más temprano que tarde. No lo dudes.

La lengua blanda es una metonimia que ilustra el hablar amable y respetuoso (Pr 15:1). Una lengua blanda es tan efectiva que se describe como capaz de romper los huesos de un príncipe. En lugar de discutir o debatir tu caso, date cuenta que una apelación sumisa y reverente funcionará mucho mejor para ti. Las palabras agresivas y duras faltan el respeto a la posición que el otro ostenta, y atacan la legitimidad de su autoridad. En lugar de considerar sobriamente tu causa, defenderá su posición y rango rechazándote por tu insolencia.

Cuanto más bajo llegues en humildad, y cuanto más alto eleves al otro sobre ti, mayor influencia tendrás sobre él. En la medida en que te proteges y diluyes este enfoque reverente, amable y paciente, pierdes influencia. Considera cómo Ester se acercó a Asuero (Est 5:1-9; 7:1-10), cómo Abigail se dirigió a David (1 S 25:1-31), y compara sus suertes con la de la insolente Mical (2 S 6:16-23).

David hábilmente usó esta sabiduría apelando al rey Saúl por misericordia (1 S 24:1-22; 26:1-25). Lee estas historias inspiradas y concéntrate en la elección de las palabras de David y Abigail.

Hijo, una carta respetuosa y amable a tu padre funcionará mucho mejor que discutir con él, o rebelarte en silencio obstinado contra él. Ambas acciones indican que todavía eres un infante consentido y no mereces nada de su parte. Agradécele a tu padre por su bondad hacia ti y declárale tu amor y obediencia. Humildemente expón tu petición. Recuerda esperar pacientemente su respuesta. No te debe nada después de cómo le has pagado la amorosa instrucción del Señor que te dispensó.

Mujer, un acercamiento reverente y sumiso hacia tu marido, en el momento y lugar cuidadosamente elegidos, funcionará mucho más y mejor que las demandas altivas, las exigencias presumidas, las quejas y los reproches. Recuerda, él no te debe nada. Espera pacientemente a que considere tu solicitud. Sara y Betsabé llamaron señor a sus maridos, y obtuvieron grandes respuestas de estos varones de Dios. Las mujeres piadosas renuncian a sus “derechos” para obtener privilegios.

Los empleadores y el gobierno deben ser tratados de la misma manera. Una queja por malas condiciones de trabajo o por un encargo indeseable se recibe mucho mejor cuando se hace con respeto y sumisión que con exigencias, insubordinaciones o amenazas. Todo el mundo sabe que los patrulleros policiales de las carreteras responden mejor a las palabras respetuosas que a las arrogantes.

La aplicación piadosa de esta sabiduría te traerá paz y prosperidad en la vida, y exaltará el fruto de la piedad en la tierra por tu cuidadoso y paciente respeto por aquellos en posiciones de autoridad. La lección aquí fue escrita por un rey brillante, para tu beneficio. Créela. Que al Señor Jesucristo, el Príncipe de Paz (Is 9:6), le sea dado todo el honor debido.

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Wednesday, November 12, 2025

NUBES Y VIENTOS SIN LLUVIA




“Como nubes y vientos sin lluvia, así es el hombre que se jacta de falsa liberalidad” (Pr 25:14).

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¿Tu liberalidad excede tu hablar? ¿O tu hablar excede a tu liberalidad? ¿Has cumplido con todas tus promesas de dar? ¿O has decepcionado a algunos con tu falsa liberalidad? Es mucho más fácil hablar de ayudar que realmente hacerlo. Es mucho más fácil presumir de generosidad que ser realmente generoso. Si has abierto la boca, es hora de pagar.

En un lugar seco como Israel, donde vivió Salomón, las nubes y el viento traían grandes esperanzas de lluvia para un pueblo que dependía de la agricultura para sobrevivir (Pr 3:20; 16:15; Lv 26:3-5; Dt 11:10- 15; 1 R 18:41-46; Job 36:26-28; Sal 68:9; 147:8; Jer 5:24; Zac 10:1). La alegría era grande al ver las nubes en el horizonte y sentir el viento. Pero era una terrible decepción cuando las nubes y el viento no producían lluvia.

Las nubes y el viento traen la expectativa de la lluvia, lo que provoca alegría y esperanza en los que la necesitan. Cuando las nubes y el viento no producen la lluvia deseada y necesaria, hay una gran desilusión y dolor. Una persona que promete dar y no cumple es igualmente decepcionante y frustrante. ¿La lección? Mantén tus compromisos de ayudar a los demás. Nunca permitas que tus ofertas o promesas de liberalidad excedan tu rendimiento real. La justicia de Job incluía su gran cuidado de las expectativas que los necesitados tenían de él (Job 29:13; 31:16).

Cuando el jefe de los coperos de Faraón fue liberado de la prisión y reinstalado a su puesto y función, “no se acordó de José, sino que le olvidó” (Gn 40:23). Después de interpretar correcta y favorablemente su sueño, José le había rogado:

“Acuérdate, pues, de mí cuando tengas ese bien, y te ruego que uses conmigo de misericordia, y hagas mención de mí a Faraón, y me saques de esta casa. Porque fui hurtado de la tierra de los hebreos; y tampoco he hecho aquí por qué me pusiesen en la cárcel” (Gn 40:14-15).

Dos largos años pasaron (Gn 41:1). Dios intervino dándole un sueño a Faraón, y entonces el copero se acordó que José tenía el don del Señor de interpretar sueños. Pero, ¿te imaginas la desilusión de José, mientras pasaban los días, las semanas y los meses sin una palabra del copero o de Faraón? Las nubes y el viento no habían traído lluvia.

A la mayoría de los hombres les encanta hablar por hablar; te dirán con no pocos detalles lo amables y generosos que son. “Pero hombre de verdad, ¿quién lo hallará?” (Pr 20:6). La Ley de Moisés llama “oprimir” a retenerle el salario de un día a un jornalero (Lv 19:13; Dt 24:14-15). Y Salomón condenó tanto retener la ayuda a tu prójimo como prometer ayudarlo pero no efectuar la ayuda real (Pr 3:27-28).

Estos charlatanes le prometen a sus oyentes el cielo, la luna y las estrellas, porque así es fácil comprar el elogio de los crédulos. Pero no tienen la intención de cumplir, son incapaces de cumplir y olvidan convenientemente el compromiso hecho porque otros asuntos más importantes requieren su atención. La expectativa prometida se convierte en una vulgar mentira. Los que se jactan de tales mentiras son odiosos. Los hombres justos nunca engañan cuando están en juego las expectativas y las esperanzas de los verdaderamente necesitados.

Considera a los políticos. Salomón incluye este proverbio en medio de varios sobre reyes y gobernantes (Pr 25:2-7,15). Los políticos desean desesperadamente ser elegidos como congresales, por lo que se sienten tentados a ofrecer increíbles favores para el futuro con tal de asegurar su victoria en las urnas. Es muy fácil prometer beneficios especiales a cada grupo de personas. En las democracias y repúblicas, donde los congresistas son elegidos por la mayoría de los votantes, las promesas incumplidas son Legión (Mr 5:9,15; Lc 8:30). Si eres candidato a algo, asegúrate de cumplir todas tus promesas sin fallar.

Considera a Satanás. Le prometió a Eva que sería como Dios si comía del fruto prohibido (Gn 3:1-7). En lugar de llegar a ser como Dios, la pobre ingenua llegó a ser como Satanás, se condenó a sí misma, a su marido y a toda su descendencia a la muerte y a una eternidad en el infierno. Satanás, el diablo, ha estado mintiendo desde entonces, y cuando pecas, estás apostando a su promesa mentirosa de hacerte feliz a pesar de la condenación de Dios por ese pecado. Satanás es un engañador y el destructor de toda la raza humana; y mentir sobre los placeres del pecado es su arma más efectiva, solo pregúntale a Amnón o a Judas (2 S 13:1-29; Hch 1:18).

Considera a los ministros evangélicos. Muchos son tan mentirosos como el diablo, prometiendo bendiciones que no vendrán (1 R 22:19-23; Jn 8:44; 2 Co 11:1-4,13-15; 1 Ti 4:1-3). Muchos prometen fantásticos milagros y riquezas a cambio de donaciones deducibles de impuestos. Las promesas mentirosas de los ministros evangélicos que prometen libertad, sin arrepentimiento y santidad, son nubes y vientos sin lluvia (2 P 2:14-19). Mide a estos impostores por sus frutos, no por sus promesas (Mt 7:15-20).

Considera a los hombres en general. ¿Cuántas veces han seducido a mujeres prometiéndoles lo que no tenían la intención de cumplir? Considera a los maridos. ¿Con qué frecuencia las mujeres han visto frustradas sus expectativas por maridos que no cumplieron su palabra? Considera a ambos padres. ¿Con qué frecuencia los hijos se han sentido decepcionados y desalentados por padres que no cumplieron sus promesas? Considera a las mujeres. ¿Cuántas le han dicho a sus maridos:

 “No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios” (Rt 1:16)?

Y nunca tuvieron la intención de cumplir tales palabras, sino que la deserción siempre estuvo agazapada en sus corazones.

Muchos de estos mentirosos se jactaron de su liberalidad, basándose únicamente en promesas. Dios, “que no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta” (Nm 23:19), para bien o para mal siempre da lo que promete (Ro 8:32; 1 Co 2:9; Ef 3:20; 1 P 4:19).

El evangelio del Señor Jesús, la única verdad pura sobre la tierra, condena fuertemente a aquellos que hablan de ser benignos con los que les creen pero no cumplen sus promesas (Stg 2:15-16; 1 Jn 3:16-19). 

La verdadera medida de la caridad y liberalidad es la realidad, la obra concreta, no  las promesas, las palabras de consuelo, o las explicaciones tardías. Pablo escribió a la iglesia de Corinto y los amonestó que se aseguraran de dar lo que se habían comprometido a dar a los santos pobres de Jerusalén (2 Co 8:1-15).

El proverbio condena las promesas mentirosas. Es tu deber restringir tus palabras y expandir tu liberalidad, y no al revés, para que nadie se sienta decepcionado de ti ni del Señor al que representas.

La mejor forma de liberalidad no involucra tu boca sino tu acción. Obras son amores y no buenas razones, dice el refrán popular. En lugar de charlas fáciles y baratas que generan grandes esperanzas en aquellos que necesitan ayuda, en silencio haz un obsequio generoso o brinda un servicio efectivo que acabe con la necesidad, o al menos la alivie temporalmente. ¡Esto es lluvia sin nube! Dios ama a las personas consideradas que realizan acciones generosas hacia los demás. 

“Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra”  (2 Co 9:5-8).

Dios mismo prometió el regalo más grande que jamás haya existido, y liberalmente lo dio en su totalidad, y justo a tiempo. Él prometió la vida eterna a Sus elegidos desde antes de la fundación del mundo (Ef 1:4; Tit 1:2), y envió a su Hijo unigénito a morir una cruel muerte en una cruz romana en el tiempo exacto que Él había planeado (Dn 9:24-27; Gl 4:4-5). Las nubes de la misericordia de Dios están llenas de lluvia. Él ha salvado a Su pueblo de sus pecados, y ellos se regocijan ahora por eso, y lo alabarán por la eternidad.

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EL REINO DE LOS CIELOS SUFRE VIOLENCIA

COMPRA LA VERDAD

NO ENVIDIES A LOS IMPÍOS 

SANSÓN Y LOS CRISTIANOS DE HOY

DIRIGE TUS AFECTOS

EL ALCOHOL—LA DROGA MÁS LETAL DEL MUNDO

EL SEÑOR JESÚS—NUESTRO DÍA DE REPOSO 

ICABOD 

ESTA ES LA CLAVE 

NO HEREDARÁN EL REINO DE DIOS