Wednesday, July 9, 2025

BREAKTHROUGH PRAYERS



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Wednesday, July 2, 2025

EL TERCER TEMPLO




“Así ha dicho Jehová, que da el sol para luz del día, las leyes de la luna y de las estrellas para luz de la noche, que parte el mar, y braman sus ondas; Jehová de los ejércitos es su nombre: Si faltaren estas leyes delante de mí, dice Jehová, también la descendencia de Israel faltará para no ser nación delante de mí eternamente” (Jer 31:35-36).

Israel ha sido objeto de falsas enseñanzas y pensamientos antibíblicos entre los cristianos profesantes desde la época de los llamados “Padres de la Iglesia”, la invención de la Teología del Reemplazo, y la posterior y triste historia de persecución de los judíos por parte de “cristianos profesantes”. Estas herejías fueron absorbidas por la Iglesia Católica Romana y formaron parte del bagaje herético que muchos protestantes conservaron de Roma. Lutero no sacó de las Escrituras (2 Ti 2:15) sus ideas sobre la quema de sinagogas.

Es sorprendente y entristecedor ver cómo un número creciente de evangélicos conservadores busca adoptar la antigua herejía de la Teología del Reemplazo.

Los creyentes que usamos bien la palabra de verdad (2 Ti 2:15) amamos a Israel, y amamos a Israel porque amamos la Biblia. No amamos a Israel porque seamos “sionistas cristianos” ni por la Biblia Scofield ni por el dispensacionalismo de Darby. Amamos a Israel porque la Biblia nos enseña a amar a Israel.

Amamos a Israel porque Dios ama a Israel y dice:

“Así ha dicho Jehová: Si los cielos arriba se pueden medir, y explorarse abajo los fundamentos de la tierra, también yo desecharé toda la descendencia de Israel por todo lo que hicieron, dice Jehová (Jer 31:37).

El Señor Jesús nos enseña a amar a Israel cuando lloró por ella en la víspera de su crucifixión (Lc 19:41) y dijo en la cruz: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc 23:34), y cuando resucitó de entre los muertos y mandó que el evangelio fuera predicado “en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén” (Lc 24:47).

El apóstol Pablo nos enseña a amar a Israel con su gran amor cristiano por los israelitas, incluso en su condición rebelde y de rechazo al evangelio (Ro 10:1-4), y por su ministerio de toda la vida a Israel, incluso frente a su tenaz persecución del evangelio (16 veces en Hechos leemos acerca de su predicación en las sinagogas) y por su enseñanza de que el evangelio es para los “judíos primeramente” (Ro 1:16).

Como estudiante de la Biblia, amo el pasado, el presente y el futuro de Israel. He estudiado Israel durante 36 años, desde mi salvación, principalmente estudiando la Biblia, pero también he estudiado cada aspecto de Israel a partir de una gran cantidad de fuentes. No soy un experto en Israel, pero soy un estudioso serio de Israel. He estudiado su historia, sus leyes, sus profecías, sus enemigos, su topografía, su clima pasado y presente, su gente, su cultura, su arqueología, su diáspora. He estudiado su rebelión contra Dios, su terquedad, denunciada por sus propios profetas, su asombroso rechazo a su propio Mesías.

Es cierto que Israel todavía está en rebelión contra Dios con tanta fuerza como cuando Jeremías predicó hace 2.600 años; pero igual amo a Israel y espero su salvación.

Sabemos que Israel estuvo al frente de la muerte de Cristo, que los líderes judíos presionaron a Pilato para que lo crucificara, pero amamos a Israel y esperamos con ansias el día cuando un remanente mirará a aquel “a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito” (Zac 12:10).

Sabemos que el judaísmo rabínico es una religión falsa, pero amamos a Israel y anhelamos el día en que abandone estas cisternas rotas y se convierta a las palabra vivificante del Dios vivo. Hemos estudiado todo tipo de teorías conspirativas. Hemos sido testigos de judíos ateos y judíos homosexuales. Sabemos que Israel es una sentina de moralidad relativista, una meca para los “gays”, y que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) son un campo de pruebas para los derechos de los transexuales.

Sabemos cuán terriblemente perdido está Israel hoy, pero ni la historia ni los acontecimientos actuales ni la apostasía de Israel ni la Biblia enseñan que Dios haya terminado con Israel, o que el Israel de hoy no sea el verdadero Israel, o que la iglesia es Israel.

Como creyentes nacidos de nuevo por fe en Jesucristo, somos hijos de Abraham por la fe, no de Jacob. Y es Jacob quien será salvo y restaurado en el futuro cercano (Is 59:20).

Sabemos que el Israel moderno no es el cumplimiento de las profecías del reino, que el Israel actual es un estado secular injusto; pero amamos a Israel y esperamos con ansias el momento en que el desierto florecerá como una rosa, como un milagro divino y no como resultado del riego por goteo (Is 35:1); entonces la tristeza y el gemido huirán (Is 35:10) y el Renuevo de justicia reinará desde Jerusalén sobre un Israel justo, como la capital de Su reino mundial (Jer 23:5).

No me uniría a los “sionistas cristianos” para donar un centavo al programa del Instituto del Templo para construir el Tercer Templo, sabiendo que será ocupado por el Anticristo en lugar de Cristo, pero igual amo a Israel y estoy fascinado con el cumplimiento de la profecía bíblica ante mis propios ojos por estos preparativos.

El Tercer Templo se refiere a un templo hipotético reconstruido en Jerusalén, sucesor del Primer y el Segundo Templo, que fueron destruidos. Si bien el concepto está profundamente arraigado en la tradición y la profecía judías, su construcción enfrenta importantes obstáculos políticos y religiosos.

El Primer Templo, construido por el rey Salomón, fue destruido por los babilonios en el año 586 a. C.

El Segundo Templo se construyó después del exilio y posteriormente fue ampliado por Herodes. Fue destruido por los romanos en el año 70 d. C.

El concepto de un Tercer Templo está vinculado a la escatología judía y algunos creemos que su construcción señalará primero la llegada del Anticristo; y la del Mesías, después.

El Monte del Templo, ubicación tradicional de los templos anteriores, está actualmente ocupado por la Cúpula de la Roca y la Mezquita Al-Aqsa, lo que lo convierte en una zona muy disputada por los musulmanes y los judíos ortodoxos.

Incluso dentro del judaísmo, existen debates sobre el momento y la forma de su construcción.

A pesar de estos desafíos, varios grupos, incluido el Instituto del Templo, trabajan activamente para la posible construcción del Tercer Templo.

Es imposible para un cristiano bien informado no ver la mano de Dios en el Israel moderno, en su retorno parcial después de 2.000 años de vagar entre las naciones, en la resurrección de su antigua lengua, en la victoria en sus guerras contra todo pronóstico, en el desarrollo de la tierra frente a grandes y continuas dificultades, y una oposición casi mundial.

Para comprender al Israel moderno, debemos recurrir a la gran profecía de Ezequiel 37, que enseña que Israel regresará de su diáspora, descrita como un valle de huesos secos, en dos etapas, y en la primera etapa regresará en un estado de muerte espiritual (Ez 37:7-10). El versículo 8 dice: 

“Y miré, y he aquí tendones sobre ellos, y la carne subió, y la piel cubrió por encima de ellos; pero no había en ellos espíritu” (Ez 37:8). 

Así es exactamente cómo es Israel hoy, y dónde está Israel hoy proféticamente hablando.

El Israel actual está preparando el escenario para el cumplimiento de la última etapa de la profecía de Daniel de las 70 Semanas (Dn 9:24-27), que describe la culminación de la obra de Dios con Israel desde el cautiverio babilónico hasta la segunda venida de Cristo. La profecía se refiere específicamente al pueblo de Daniel, Israel, y describe específicamente la terminación de la transgresión de Israel, la reconciliación por su iniquidad y la venida de la justicia eterna, que comenzará con el regreso de Cristo (Dn 9:24). Por esta profecía sabemos que la última mitad de la semana profética (3 años y medio) está por cumplirse, y que al comienzo de esos tres años y medio finales, el Anticristo se levantará y profanará el Tercer Templo y hará que cesen los sacrificios reinstaurados, lo que iniciará lo que se llama la Gran Tribulación en el Nuevo Testamento (Mt 24:15-22).

El Israel de hoy está preparando el escenario para estos acontecimientos. Ha regresado a su tierra, tras haber emigrado parcialmente de las naciones del mundo. Se prepara para la construcción del Tercer Templo. Busca a un Mesías pacificador y constructor de ese templo, una definición perfecta del Anticristo al comienzo de su reinado.

¡El escenario está listo!

2 Tesalonicenses 2:6-8 explica por qué estos últimos tres años y medio aún no se han comenzado, y tiene que ver con el gran amor de Dios por los pecadores. Quien detiene el “misterio de iniquidad” para poner al Anticristo en el trono del mundo es Satanás. A este detenedor se le llama dos veces “él” (2 Ts 2:7), y no es otro que el mismo Satanás, quien será “quitado de en medio” en el sentido de ser arrojado del cielo a la tierra (Ap 12:7-17).

¿Por qué espera Dios? Pedro lo explica. 

“El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 P 3:9). 

Dios continúa llamando a un pueblo de entre las naciones para Su nombre (Hch 15:14).

Amo a Israel. Me entristece su obstinado rechazo a la Palabra de Dios, pero anhelo su conversión y, más allá, su liderazgo y reinado con los redimidos gentiles en el reino milenial de Cristo y en la Nueva Jerusalén, cuyas puertas llevan el nombre de las doce tribus de Israel y los cimientos de su muro llevan el nombre de los doce apóstoles de la iglesia (Ap 21:12-14).

La iglesia e Israel son cuerpos diferentes y programas diferentes en el gran plan eterno de Dios, pero están estrechamente asociados porque tienen el mismo padre, Abraham, y el mismo Salvador, Jesucristo, y viviremos juntos para siempre en la misma Ciudad (Ap 21:9,14,15,16,18,19,20,23; Ap 22:2,14,19).

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Tuesday, July 1, 2025

JOHN WESLEY: Escritor, Teólogo, Pastor y Fundador del Metodismo



John Wesley fue el fundador del metodismo. Para este pastor, teólogo y evangelista inglés, el mundo entero era su “parroquia”. ¿Por qué podemos decir que su influencia y su legado permanecen hasta hoy?

John Wesley fue un hombre excepcional y una de las figuras más importantes de la historia de la Iglesia. Fue un prominente escritor, teólogo y pastor, y se le conoce como el fundador de una importante denominación cristiana que surgió en el siglo XVIII, llamada “metodismo”. Hasta el día de hoy son muchas las lecciones que su vida y ministerio dejan para el pueblo de Cristo en todo lugar. Aquí un breve resumen de su vida.

Biografía de John Wesley

Se dice que este retrato fue aprobado por el mismo Wesley como el más auténtico. / Arte: William Hamilton, National Portrait Gallery

“¿Eres cristiano?”

John Wesley nació el 17 de junio de 1703 en Epworth, Lincolnshire (Inglaterra). Su padre, Samuel, era clérigo, y su madre, Susanna, fue maestra de él y sus dieciocho hermanos. Wesley asistió a Oxford, donde fue ordenado al ministerio anglicano. Allí se unió al “Santo Club” (Holy Club) –fundado por su hermano Charles Wesley (1707-1788)–, cuyos miembros hicieron votos para llevar vidas santas, visitar cárceles, orar y leer la Biblia diariamente.

A finales de 1735, John Wesley viajó a América a servir como pastor a los colonos británicos en Savannah, Georgia, pero el barco en que viajaba enfrentó una fuerte tormenta. Wesley, quien también era capellán del barco, temió por su vida, pero notó que un grupo de misioneros protestantes moravos alemanes no tenían miedo en absoluto. De hecho, durante la tormenta, cantaron con alegría. Cuando terminó el viaje, Wesley le preguntó al líder de los moravos por qué tenían tanta calma, ante lo cual respondió con otra pregunta: “¿Eres cristiano?” Él respondió que sí, pero luego de reflexionar, confesó: “Me temo que fueron palabras vanas”. Wesley quedó confundido por la experiencia, lo cual lo condujo a un período de búsqueda espiritual.

Grabado de John Wesley predicando a los nativos americanos / Imagen: Wellcome Collection gallery 

Su viaje a América fue un fracaso. Cuando intentó imponer la disciplina del Santo Club, la congregación se rebeló y, decepcionado, tuvo que regresar a Inglaterra. Sumado a eso, después de hablar con otro moravo, Wesley concluyó que carecía de fe salvadora. Pero el 24 de mayo de 1738 tuvo una experiencia de conversión que cambió su vida para siempre. Asistió a una reunión en la calle Aldersgate en Londres y, durante la lectura del prefacio de Martín Lutero a la Epístola a los Romanos, Wesley experimentó lo que describió como un “extraño calor en el corazón”. En su diario escribió: 

“Sentí que confiaba en Cristo, solo en Cristo, para la salvación; y se me dio la seguridad de que Él había quitado mis pecados, incluso los míos, y me había salvado de la ley del pecado y de la muerte”.

En aquél entonces no sabía que se convertiría en una de las figuras más importantes de la historia de la iglesia, y que siglos después se hablaría de su vida de fe. 

“El mundo es mi parroquia”: de reuniones sencillas a una nueva denominación

Por la misma época en que Wesley experimentó su conversión, George Whitefield (1714-1770), excompañero del Santo Club, estaba teniendo un gran éxito como predicador, especialmente en la ciudad industrial de Bristol. Cientos de pobres de la clase trabajadora, oprimidos por la industrialización y descuidados por la Iglesia anglicana, estaban experimentando un encuentro genuino con Cristo bajo su ardiente predicación. 

Whitefield, quien había conocido a los hermanos Wesley en Oxford, comenzó a necesitar ayuda con su ministerio, así que le pidió a John que lo apoyara. Sin embargo, Wesley desconfiaba de su estilo: cuestionó la predicación al aire libre, que era revolucionaria en su momento, y se sentía incómodo con las reacciones emocionales de las personas. Pero al final aceptó la propuesta, y poco a poco comenzó a tener una mayor influencia e impacto sobre muchos a través de su ministerio.

Wesley no tenía la intención de fundar una nueva denominación, pero las circunstancias históricas y su ingenio organizativo conspiraron para que así fuera. Sus seguidores empezaron a reunirse en casas. Cuando los grupos crecieron, Wesley organizó “clases”, cada una con once miembros y un líder. Se reunían semanalmente para orar, leer la Biblia, conversar sobre su espiritualidad y recaudar dinero para obras de caridad. El movimiento creció rápidamente.

Aunque Wesley programó su predicación itinerante de tal forma que no se interrumpieran los servicios anglicanos locales, esta causó descontento entre los líderes eclesiásticos. Su respuesta fue: “El mundo es mi parroquia”, una frase que se convirtió en lema de los misioneros metodistas. El crecimiento obligó a la naciente denominación a emplear predicadores laicos para responder a la demanda ministerial, aunque sus funciones eran limitadas.

Predicación de John Wesley al aire libre. Grabado de una predicación de John Wesley al aire libre / Imagen: Popular Graphic Arts

En 1787, la Iglesia anglicana le pidió a John Wesley que registrara a sus predicadores laicos como “no anglicanos”. Este requerimiento marcó un punto crítico en la relación entre el metodismo y la Iglesia de Inglaterra. La práctica de usar predicadores laicos había comenzado muchos años antes, cuando Wesley se dio cuenta de que para alcanzar a la vasta población que necesitaba el evangelio, era necesario utilizar a personas comunes, no ordenadas, para predicar y dirigir sociedades metodistas. Estos predicadores laicos fueron fundamentales para la expansión del metodismo, especialmente en áreas rurales y entre la clase trabajadora.

Mientras tanto, la Revolución estadounidense (1775-1783) tuvo un profundo impacto en el metodismo en las colonias americanas. La guerra no solo aisló a los metodistas americanos de sus conexiones anglicanas en Inglaterra, sino que también creó un vacío espiritual, ya que muchos clérigos anglicanos regresaron a Inglaterra o se mantuvieron leales a la corona británica. Esto dejó a los metodistas americanos sin liderazgo clerical.

Para resolver esta situación, Wesley tomó una decisión histórica. En 1784, sin la aprobación oficial de la Iglesia de Inglaterra, ordenó a Thomas Coke como superintendente y a Francis Asbury como co-superintendente, con la misión de supervisar y dirigir el metodismo en América. Este acto de ordenación fue un paso crucial hacia la autonomía del metodismo en Estados Unidos y resultó en la formación de la Iglesia metodista episcopal en 1784.

Una Vida Ejemplar

Pero Wesley no solo fue influyente por el metodismo que ayudó a fundar, sino por su vida ejemplar. Se levantaba todos los días a las 4 a.m. y la mayoría de las veces predicaba su primer sermón a las 5. Él y sus predicadores itinerantes dividían cada día en tres partes iguales: ocho horas para dormir y comer; ocho para la meditación, la oración y el estudio; y ocho para predicar, visitar y hacer trabajo social.

A lo largo de su vida, Wesley recorrió a caballo alrededor de 400.000 kilómetros en toda clase de climas, de noche y de día, de un extremo a otro de Inglaterra, y en caminos que a menudo eran peligrosos. Durante esos viajes escribió un comentario bíblico, cientos de cartas, y un diario en el que hacía anotaciones; también algunos de los 330 libros que se publicaron a lo largo de su vida, como gramáticas de inglés, francés, latín, griego y hebreo. Además, editó libros educativos para sus predicadores y congregaciones.

Estatua de John Wesley a caballo fuera de su capilla en Bristol, Inglaterra. Foto: Dominio público

Siempre dijo: “No se puede ser un predicador profundo, y tampoco un cristiano cabal, sin leer mucho”. Así, todo predicador metodista se debía convertir en distribuidor y vendedor de libros, y se esperaba que dominara sus contenidos. De esta manera se promovía la lectura en la comunidad.

Trece años antes de que se formara un comité de abolición para acabar con el tráfico de esclavos, Wesley publicó su obra Thoughts Upon Slavery (en español, Pensamientos sobre la esclavitud), un tratado gráfico, vehemente y penetrante que denunciaba ese comercio. Su influencia sobre William Wilberforce (1759-1833), un miembro evangélico del Parlamento que encabezó una gran campaña para abolir el tráfico de esclavos, fue muy importante.

Wesley siempre aconsejaba: “No estés ocioso ni por un momento, no creas mal de nadie, no hables mal de nadie, no te avergüences de nada (excepto del pecado), sé puntual”, entre otras cosas. Decía que el predicador del evangelio es siervo de todos. Asimismo, vestía ropa barata y cenaba en los lugares más sencillos, sin gastar más de 30 libras al año en sus necesidades personales, aunque su ropa siempre estaba impecable y sus zapatos brillantes. 

Wesley abogaba por los buenos precios, por un salario justo y por un empleo honrado para todos. Conocía la vida de los pobres más que cualquier otra figura pública de su época. Al moverse por toda Inglaterra, podía experimentar la vida del pueblo como ningún rico estadista podía hacerlo.

Atacó la ilegalidad del contrabando. Hizo intensas campañas contra el soborno y la corrupción. Criticó las crueldades del sistema penitenciario y describió las prisiones como “semilleros de toda clase de perversidad”. También hizo campaña contra los métodos casi medievales de la medicina y promovió la reforma funeraria.

Hasta una semana antes de su muerte, cuando enfermó y tuvo que reposar en su casa, continuó predicando, escribiendo, supervisando y animando a otros. Murió el 2 de marzo de 1791. No se necesitó ni de carroza ni de caballos para su funeral, ya que había dado instrucciones de que seis pobres que necesitaran empleo cargaran su ataúd por un pago de una libra para cada uno.

Grabado de la muerte de John Wesley / Imagen: Foster History

Su Legado

No es exageración decir que, en sus últimos años, Wesley era la figura pública más respetada y querida en Inglaterra. Su mensaje e influencia, pero sobre todo su vida, marcaron a toda una generación de predicadores y laicos que cambiaron el rumbo de la historia.

Sin temor a exagerar, la influencia de este humilde hombre cambió el destino de Inglaterra para siempre. Gracias a la vigorosa actividad misionera de los metodistas, el movimiento se extendió rápidamente por los dominios del Imperio Británico, los Estados Unidos y mucho más allá.

Monumento de John Wesley en Savannah, Georgia, Estados Unidos. Imagen: Dominio público

Al interior del movimiento metodista, en la primera mitad del siglo XIX, Phoebe Palmer (1807-1874) suscitó el “movimiento de santidad”, el cual fue posteriormente el vínculo entre el “avivamiento wesleyano” y el nacimiento del “pentecostalismo”.

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“El caballo se alista para el día de la batalla; Mas Jehová es el que da la victoria” (Pr 21:31).

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¿Cierras tus puertas por la noche? ¿Tienes un sistema de seguridad? ¿Tienes protección en tu mesita de noche? ¿Has registrado tu número de teléfono y dirección con la policía? ¿Tienes el sueño ligero? Tu seguridad aún depende del Señor. Porque si Él no te protege, no hay medios que puedas tomar para asegurar verdaderamente tu protección.

¿Sabes cómo confiar en el Señor para la seguridad? Sigue leyendo y arrójate en los brazos Señor. Él librará a los que ponen su confianza en Él, incluso si se acercan a un gigante poderoso con solo una honda y una piedra lisa, incluso si un ejército los cercara. Aprende a equilibrar los medios humanos y la ayuda del Señor del lado de la fe. Aprende sabiduría hoy.

El proverbio anterior enseña que no hay éxito contra Dios (Pr 21:30); éste enseña que no hay éxito sin Dios. Da la gloria a Jehová, y pon en Él toda tu confianza. Él puede librarte y te librará de todo peligro o enemigo concebible, ya sea de día o de noche, ya sea una amenaza que puedas ver o no. Lee el Salmo 91 y anímate.

David escribió en otro lugar: “Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican; si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia. Por demás es que os levantéis de madrugada, y vayáis tarde a reposar, y que comáis pan de dolores; pues que a su amado dará Dios el sueño” (Sal 127:1-2). 

Los esfuerzos extremos para protegerte son vanos. Confía en el Señor, y vete a dormir. ¿Cómo se durmió David? “En paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado” (Sal 4:8).

El Señor espera que uses medios razonables para protegerte, pero Él hará el resto. Si vas más allá de los medios razonables, entonces estás confiando en ti mismo y en tus medios, en lugar de confiar en Él. ¡Tu grado de seguridad acaba de disminuir! Cuidado, no sea que Él envíe un ladrón esta misma noche para probar que necesitas confiar en Él. Debes tomar las precauciones básicas, encomendarle tus preocupaciones a Él, e irte a dormir tranquilo y seguro.

Los reyes preparaban caballos para la batalla, porque Dios creó el caballo para que fuera un arma valiosa en la guerra (Job 39:19-25). Su gran velocidad, fuerza y coraje contribuían en gran medida a la capacidad de un ejército en el campo de batalla, antes de la invención de los aviones, los tanques y otras armas mecanizadas. Los carros tirados por caballos también se usaban con frecuencia (1 R 4:26; 10:26). Se consideraba que un ejército con una división de caballería y carros era muy superior a la mera infantería.

Pero Dios quiere que sepas que, independientemente de tus esfuerzos para protegerte a ti o a tu familia, en realidad dependes de Él para tu seguridad. Tu confianza en el Señor es más importante que cualquier otra cosa, aunque Él espera que tomes las precauciones ordinarias en este asunto de seguridad y en todos los demás asuntos, Él quiere que creas que Él te protegerá.

El malvado Acab, habiéndosele dicho que el Señor lo mataría ese día, fue a la batalla disfrazado para probar que el Señor estaba equivocado. Pero una flecha fortuita, disparada sin un objetivo particular en mente, encontró una pequeña costura en su armadura y lo mató (1 R 22:30-38). Confía en el Señor, y Él te protegerá. Rechaza al Señor para confiar en tus propios esfuerzos, y Él te juzgará.

Se dice que el Protector de Inglaterra, Oliver Cromwell, quien dirigió uno de los ejércitos más exitosos en la historia de Inglaterra, exhortó a sus tropas con estas palabras, justo antes de una batalla contra un enemigo numéricamente superior: “Confíen en el Señor, ¡y mantengan su pólvora seca!” ¡Exactamente! En sus palabras se combinan acertadamente la fe y la prudencia.

En la medida en que confíes en el caballo (o en cualquier otro medio natural de protección), perderás la bendición de Dios sobre tus esfuerzos. Pon tu confianza en el Señor, y minimiza tu confianza en los medios naturales tanto como puedas. Son varias las Escrituras que minimizan la efectividad de los caballos y los carros en manos de los que no confían en el Señor (Dt 17:16; 2 Cr 16:7-12; Sal 147:10; Ec 9:11; Is 30:1-7,15-17; 31:1; 36:6-10; Jer 17:5; Ez 17:15-19; Am 5:4-8).

Sigue a David, quien escribió: “Estos confían en carros, y aquellos en caballos; mas nosotros del nombre de Jehová nuestro Dios tendremos memoria” (Salmo 20:7). Y, “El rey no se salva por la multitud del ejército, ni escapa el valiente por la mucha fuerza. Vano para salvarse es el caballo; la grandeza de su fuerza a nadie podrá librar. He aquí el ojo de Jehová sobre los que le temen, sobre los que esperan en su misericordia” (Sal 33:16-18).

Aprende la sabiduría que salva vidas enseñada por David, que te dice que hagas lo razonablemente mejor que puedas en cualquier asunto, y confíes en Dios para que Él se encargue del resto (Sal 127: 1-2). Esto se aplica a la seguridad y a cualquier otra responsabilidad en tu vida. Si mantienes tu mente puesta en Dios y Su fidelidad, Él te dará perfecta paz (Is 26:3-4).

Se acerca el gran día de la batalla final. El día en que serás despojado de todo soporte humano ante los ojos devoradores y la santa justicia de el bienaventurado y solo Soberano. Asegúrate de que tu confianza esté solamente en el Señor Jesucristo en ese día. No mires a tu fe o a tu capacidad para creer. No hagas ninguna declaración sobre tus buenas obras hechas para Él. No ofrezcas meras palabras acerca de Él. Ruega y confía en Él por Su pura misericordia. Y serás salvo con salvación eterna, porque la salvación es de Jehová (Jon 2:9).

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LA JUSTIFICACIÓN EN PROVERBIOS




“El testigo mentiroso perecerá; Mas el hombre que oye, permanecerá en su dicho” (Pr 21:28).

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Millones testifican en los tribunales y en otros lugares todos los días. Los padres interrogan a sus hijos para ver si dicen la verdad. Un testigo falso puede mentir por un tiempo, pero será descubierto y castigado por Dios y los hombres. Pero los hombres piadosos, cuando son puestos bajo juramento, dicen la verdad, toda la verdad, y nada más que la verdad.

Un proverbio es un dicho conciso y profundo (Pr 1:6). Es tu deber encontrar la lección. La primera mitad es obvia: un hombre que miente bajo juramento será castigado. La segunda mitad, como muchos proverbios, enseña lo contrario: un buen hombre, bajo juramento, siempre testifica la verdad.

Es un buen hombre en la segunda cláusula (y no solo un hombre que oye), porque se contrasta con el falso testimonio de la primera cláusula. Como muchos de los proverbios de Salomón, dos cláusulas se comparan entre sí, para contrastar o para confirmar la lección enseñada. Aquí se trata de contrastar, o de establecer una comparación negativa. La conjunción “mas”, en español, se usa para expresar contraste, siendo equivalente a “pero”. Los mentirosos en la corte serán juzgados severamente, pero los hombres honestos y fieles dicen la verdad.

¿Qué oye el hombre de la segunda cláusula? Oye que el magistrado le hace jurar que dirá la verdad. Moisés advirtió: “Si alguno pecare por haber sido llamado a testificar, y fuere testigo que vio, o supo, y no lo denunciare, él llevará su pecado” (Lv 5:1). El Señor Jesús finalmente respondió a Caifás, después de que este se lo exigiera en el nombre de Dios (Mt 26:63-64).

¿Cómo responde el buen hombre bajo juramento? Habla consistentemente, lo que significa que habla con honestidad mental; lo hace confiadamente, fielmente, con certeza. Dice la verdad con firmeza, sin equívocos ni variaciones. Su testimonio es coherente consigo mismo. Él siempre es un testigo fiel y verdadero, del cual depende la integridad de cada tribunal.

Salomón dio esta lección en otra parte: “El cómplice del ladrón aborrece su propia alma; pues oye la imprecación y no dice nada” (Pr 29:24). El cómplice de un ladrón escucha al juez decirle que diga la verdad bajo juramento, pero aún así él no revela al ladrón, condenándose a sí mismo. Recuerda esta regla la próxima vez que te presentes ante un tribunal, y ruega: “Ayúdame, Dios”.

Moisés ordena: “No hablarás contra tu prójimo falso testimonio” (Ex 20:16). El bendito Dios del cielo es un Dios de verdad, y espera que Sus hijos sean hombres de verdad (Dt 32:4; Ex 18:21; Ef 4:25). Los padres deben hacer cumplir en todo momento la verdad absoluta, sancionando como faltas muy graves la exageración, el engaño y la mentira. Casi cualquier ofensa o pecado puede solucionarse con el arrepentimiento, pero la mentira es casi imposible.

Dios odia a los mentirosos y a la mentira (Pr 6:16-19). El diablo es el padre de mentira (Jn 8:44). Todos los mentirosos irán a parar al lago de fuego y azufre (Ap 21:8). Pero Dios, en Su gracia, castigó las mentiras de Sus elegidos en Jesucristo, y les dio la honestidad y la veracidad del Señor Jesús como su propia reputación en la maravillosa transacción legal llamada justificación. ¡Qué misericordioso y glorioso juez y abogado tenemos!

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PREPÁRATE PARA ENCONTRARTE CON TU DIOS




No hay sabiduría, ni inteligencia, ni consejo, contra Jehová” (Pr 21:30).

Audio

Si dudas de que Dios sea soberano, no lo harás después de leer y reflexionar sobre este proverbio. Que todos los que conocen y aman al Señor digan: “¡Amén!” Si buscas pasajes bíblicos con revelaciones de verdad absoluta y declaraciones dogmáticas de doctrina, aquí tienes uno de los mejores.

Él solo es Dios, y ningún otro ser en el cielo o la tierra puede resistirlo o cuestionarlo. Él hace Su propia voluntad en el ejército del cielo y entre los habitantes de la tierra. Tú, confiesa cualquier rebelión y humíllate a Sus pies. Alábalo y adóralo por siempre.

Dios convirtió al monarca más grande de la historia del mundo en una bestia herbívora, hasta que ese hombre lo bendijo y lo alabó como Rey de los cielos y de la tierra (Dn 4:1-37). Está registrado en las crónicas del Imperio Babilónico. Fue publicado por toda la tierra en todos los idiomas conocidos para todas las naciones conocidas de su tiempo. 

Aquí está el principio de la sabiduría (Pr 1:7), la base del entendimiento (Pr 9:10) y la fuente del conocimiento (Pr 1:29). Creer plenamente en la soberanía del Señor es el fundamento esencial para pensar y vivir correctamente. ¡Presta mucha atención!

El poderoso Faraón, rey absoluto y dios de Egipto, le replicó al predicador del Señor, Moisés: “¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a Jehová, ni tampoco dejaré ir a Israel” (Ex 5:2). Después de asolar Egipto con diez plagas y matar a los primogénitos de la nación, el Señor le quitó las ruedas al carro de Faraón y lo dejó ahogarse en las aguas del Mar Rojo. ¡Gloria a Dios!

Ben-adad, rey de Siria, pensó que Jehová e Israel estaban limitados a pelear en las colinas, pero Dios destruyó a su ejército en la llanura, derrumbando un muro sobre él (1 R 20:22-30). El rey Acab pensó que podía disfrazarse en la batalla y anular la profecía de Jehová acerca de su muerte, pero un hombre disparó su arco a la ventura e hirió al rey de Israel por entre las junturas de la armadura (1 R 22:30-40). Senaquerib, rey de Asiria, blasfemó profanamente contra Jehová. Perdió su ejército en una sola noche ante el ángel del Señor, y sus propios hijos lo asesinaron, mientras le preguntaba a su falso dios por qué había perdido la batalla tan vergonzosamente contra Israel (2 Cr 32:21).

Herodes el Grande pensó que podía deshacerse del Rey enviado por Dios matando a los niños de Belén, pero murió miserablemente unos meses después, con el Señor Jesús a salvo en Egipto (Mt 2:1-20). Herodes Agripa permitió que los ciudadanos de Tiro y Sidón lo alabaran como a un dios, pero el verdadero Dios lo mató haciendo que gusanos se lo comieran mientras aún estaba vivo (Hch 12:20-23).

Los judíos conspiraron para matar a Jesús y eliminar a este Hombre justo de su nación, pero después de su resurrección Él envió a los ejércitos romanos que destruyeron miserablemente a esos asesinos y quemaron su ciudad (Mt 22:1-7). Clamaron: “No queremos que este reine sobre nosotros” (Lc 19:14). Dijeron: “Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos” (Mt 27:25). ¡Y así fue! Jesús reinó sobre ellos de todos modos y vengó Su sangre en el año 70 D.C. 

¡El Señor Jehová es Rey de reyes! ¡Él es Señor de señores! El presidente, el Congreso, la Corte Suprema y todos los demás funcionarios electos y designados de todos los estados del mundo deben humillarse ante Él. Cualquier legislación, interpretación o acción contraria a Su voluntad expresada en las Sagradas Escrituras pronto recibirá un castigo terrible y espantoso. La advertencia del Salmo 2:1-12 es que deben honrar al Hijo antes de que Él los destruya por completo.

Coré y sus compinches pensaron que podrían ladrar contra Moisés y salir ilesos, entonces el Señor abrió la tierra y ésta se los tragó vivos a ellos y a sus familias (Nm 16:1-34). Ananías y Safira pensaron que podían mentir con respecto a las ganancias de sus bienes raíces y la ofrenda a la iglesia, pero el Señor los mató por mentirosos (Hch 5:1-11). ¿Honras al mensajero que Dios te ha enviado para recordarte estas cosas?

Los evolucionistas rechazan al Creador, pero no pueden evolucionar lejos de la muerte y su cita para encontrarse con Él en el terrible tribunal de la Justicia divina (He 9:27). ¡Los necios suicidas piensan que pueden acabar con su conciencia productora de culpa mediante el auto-homicidio, solo para despertar frente al Temible Soberano del Cielo declarando que el homicidio merece un infierno eterno y consciente!

Adán y Eva pensaron que podían cubrir su culpa y vergüenza con hojas de higuera y esconderse del Señor entre los árboles del Jardín, así como los hombres tratan de cubrir sus pecados y esconderse hasta el día de hoy. ¡Pero fueron descubiertos y condenados! Jonás pensó que podía escapar de su llamado al ministerio huyendo a Tarsis, ¡pero el Señor envió una ballena para corregirlo!

No hay sabiduría contra la sabiduría del Señor, así que escoge Su sabiduría (Sal 119:128; Is 8:20). No hay sabiduría contra la providencia del Señor, así que acepta humildemente tus circunstancias con temor y contentamiento (Fil 4:11; 1 Ti 6:6). No hay sabiduría contra el juicio de Jehová, así que obedécele con corazón alegre (Nm 32:23). No hay sabiduría sino la que Él da y revela, así que pídesela y agradécele (Stg 1:5).

Los verdaderos ministros de Dios han sido asignados y ordenados para hacer guerra contra tu vana imaginación y altivos pensamientos (2 Co 10:4-6). Es su deber predicar: “Así dice el Señor”, que aparece más de 400 veces en la Biblia, lo cual es predicar Sus pensamientos en contra de los tuyos. Ni siquiera deben perder el tiempo con tus preguntas tontas (1 Ti 4:7; 6:20-21; 2 Ti 2:16,23; Tit 3:9-11). Si no tienes cerca de ti a un predicador que te predique así, búscate uno.

No imagines ni pienses por un minuto que puedes pecar y escapar de Él, quien conoce y juzga tu pecado. No te engañes pensando que puedes trastocar Sus reglas de sabiduría y tener éxito. No pienses que puedes tomar medidas de precaución para librarte de Su juicio. No imagines que has descubierto una sabiduría mejor que Sus Escrituras. En lugar de resistir o rebelarte, arrepiéntete y conviértete. Tal vez Él tenga misericordia de ti.

¿Cómo escaparás del Señor? ¿Qué tramas contra Su palabra incluso hoy? Recuerda que tu pecado te alcanzará (Nm 32:23). ¿Tu hipocresía te engaña? ¿Pesarás tus buenas obras delante de Él? ¿Lo moverás a compasión el Día del Juicio? Eres una persona muy necia si confías en alguno de estos engaños. ¡Pídele misericordia, ahora!

Ni los caballos (Sal 33:17), ni los carros (Sal 20:7), ni los príncipes, ni los hombres (Sal 146:3-4) podrán salvarte. Estarás desnudo ante Su trono de juicio suspendido por Su mera voluntad, porque el cielo y la tierra huirán de Su presencia, y Él juzgará todas tus obras (Ap 20:11-15). Humíllate ante Él hoy, cree en Su Palabra, confiesa tus pecados y suplica por Su misericordia. Adórale y no peques más (Sal 4:4). Prepárate para encontrarte con tu Dios (Am 4:12).

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EL CORAZÓN SE REVELA EN EL ROSTRO




“El hombre impío endurece su rostro; Mas el recto ordena sus caminos” (Pr 21:29).

Audio

Muestras tu corazón por cómo recibes la instrucción. Los impíos se rebelan y se proponen continuar en su mal camino. Los justos reciben la corrección y modifican sus vidas. Tu respuesta a la corrección dice más sobre tu carácter y futuro que cualquier otra cosa.

El impío endurece su rostro. He aquí una metáfora de un rebelde que se ha propuesto rechazar la corrección. Elige rebelarse en lugar de someterse. Apretar la mandíbula, endurecer la vista, fruncir el ceño o mirar hacia otro lado son las señales físicas de su corazón malvado. Ha resuelto ignorar la corrección y la instrucción y quedarse en sus opiniones, conducta y hábitos.

El Señor conoce los rostros de las personas, y cómo exhiben la rebelión interior, por eso advierte sobre ellos (Is 48:4; Jer 3:3; 5:3). El cuello y la frente también se usan en la Biblia para hablar del endurecimiento rebelde del corazón  (Pr 28:14; 29:1; Hch 7:51). El Señor les dice a Sus ministros que ignoren estos rostros y prediquen la verdad sin adornos, sin disculpas ni compromisos, de todos modos (Jer 1:4-10,17; 23:28-29; Ez 2:6-7; 3:7-9).

No se puede jugar con Dios. Él conoce todos tus pensamientos; Él conoce todas tus intenciones (He 4:12-14). Él sabe cuán sumiso o rebelde eres en el nivel más profundo de tu corazón y mente. Límpiate totalmente ante Él arrancando cualquier resistencia a cualquier doctrina o práctica bíblica, y llena tu corazón y tu mente de fervor a Él (Sal 27:4; 122:1-4).

El hombre de Dios aprende a reconocer y diferenciar los diversos tipos de rostros. Hay una gran diferencia entre el rostro del hambriento y del humilde, del alegre y del triste, del justo y del impío; y el rostro del abatido, del terco, del infeliz y del impío es fácil de reconocer. Algunos rostros anhelan y devoran la corrección; otros la resienten y la rechazan. Hay toda clase de rostros revelándote su corazón en la calle y en las iglesias. No pueden esconderse del hombre de Dios. Los corazones de todas las personas son revelados en sus rostros.

A veces un ministro verá por los rostros que su dura predicación está “fuera de tiempo”. El pueblo no quiere oír lo que tiene del Señor. A veces su predicación puede estar “a tiempo”. Pero en cualquier caso, tiene un solo deber: predicar la palabra con insistencia e inculcarla a todos los oyentes (2 Ti 4:2). Solo los valientes deben ser ordenados como ministros de Dios.

Un verdadero hombre de Dios hace la guerra contra esos rostros, derriba sus muros, hecha al suelo sus fortalezas, abate sus altivas imaginaciones, lleva todo pensamiento cautivo a la obediencia a Cristo, y se prepara para vengar cualquier desobediencia (2 Co 10:3-6). ). ¿Entiendes esta guerra? ¿Aprecias este tipo de servicio? Está muy lejos del predicador afeminado, suavizado, sonriente y pingüe buscado por la mayoría de los cristianos hoy en día.

Dios odia la obstinación y la rebelión. Las considera como idolatría y hechicería (1 S15:22-23). Las juzga severamente. ¡Piensa en el rey Saúl, que fue rechazado como rey! ¡Piensa en Judá en Babilonia! Piensa en las mujeres israelitas que se comieron a sus hijos (Lm 4:10).

Los justos escuchan la corrección, y cambian el rumbo. Los tesalonicenses escucharon a Pablo y se apartaron de sus ídolos para servir al Dios vivo y verdadero (1 Ts 1:9-10). Cornelio le rogó a Pedro que le dijera a él y a su familia todo lo que Dios quería comunicarle (Hch 10:33). Las rameras lloraron a los pies de Jesús.

El Señor Jesús te advirtió acerca de cómo debes oír Su palabra (Lc 8:18). ¿Recibes la instrucción y la reprensión mansamente y con gratitud? (Neh 8:1-18; Hch 17:11) ¿O te tapas los oídos y deseas poder apedrear al predicador? (Hch 7:57) ¿Por qué algunas personas nunca aprenden o cambian? ¡Porque el Señor las está juzgando por cómo oyen! (Lc 8:18)

Puedes quedarte en tu impía rutina aprendida desde la niñez, del diablo, de tus padres, de la tradición, de la formación religiosa o de la educación mundana. O puedes desear ansiosamente la leche sincera de la palabra para que puedas crecer en ella (1 P 2:1-3). Los sabios y los grandes hombres dicen: “Consideré mis caminos, y volví mis pies a tus testimonios” (Sal 119:59).

¿Te deleitas en entender? ¿O te deleitas más bien en descubrir tu propio corazón? Salomón advirtió contra esta locura (Pr 18:2). Si crees que tu corazón ya tiene alguna luz y sabiduría, endurecerás tu rostro contra la instrucción piadosa. Dios no le concederá nada a tu corazón (Is 8:20; Jer 17:9). Pero los sabios oirán, aprenderán y cambiarán (Pr 4:26; 8:33; 11:5; 23:19).

Algunos oyentes no endurecen sus rostros; asienten de arriba y abajo; le dicen al predicador que compartió un buen sermón. Mienten con sus labios y sus apretones de manos (Sal 144:8,11). Pero sus corazones están duros y distantes durante la enseñanza y cuando llegan a casa. ¿Cómo se detectan? Sus vidas son cáscaras infructuosas de hipocresía. Su gozo es gris como la muerte gris.

El Señor Jesús habló de un padre que les dijo a sus dos hijos que trabajaran en la viña (Mt 21:28-32). Un hijo dijo que no lo haría, pero luego se arrepintió y fue a trabajar. El otro hijo dijo respetuosamente que lo haría, pero no lo hizo. ¿Cuál complació a su padre? Considéralo. Si el impío oyere y se convirtiere de su maldad, vivirá (Ez 18:27-28).

El Señor Jesús, Señor del cielo y de la tierra, amablemente ofrece: “El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él” (Jn 14:23). Pero también advierte: “El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero” (Jn 12:48). ¡Humíllate hoy ante el Señor, y cambia el rumbo de tu vida!

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