Friday, December 5, 2025

ESPINAS CLAVADAS




“Espinas hincadas en mano del embriagado, Tal es el proverbio en la boca de los necios” (Pr 26:9).

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No se puede confiar en los necios para nada, mucho menos para la verdad y la sabiduría. Los borrachos se lastiman con espinas, aunque no sienten el dolor; los necios se lastiman con proverbios, porque no captan su sentido. Así como un ebrio es insensible al dolor, el necio es inconsciente de su ignorancia. Aquí hay otra burla a costa de los necios por parte del rey Salomón (Pr 26:1-11).

Un proverbio es un dicho oscuro, profundo, una enseñanza enigmática, que requiere una cuidadosa interpretación y aplicación para que sea provechosa (Pr 1:6). Como un necio no tiene entendimiento, termina usando un proverbio para su propio daño, al igual que un ebrio termina clavándose espinas en su propia mano. La sabiduría es sólo para el sabio.

La lección es sencilla. Los necios no son buenos maestros de sabiduría: harán un patético espectáculo de sí mismos tratando de interpretar los oscuros dichos de los sabios. Pedro también advirtió acerca de estos hombres ignorantes que tuercen las Escrituras para su propia destrucción (2 P 3:15-16). Un necio carece de habilidad mental, humildad de espíritu, revelación de Dios, reglas de interpretación, o estos cuatro elementos esenciales.

La verdad y la sabiduría son preciosas: las cosas principales que se deben buscar en la vida (Pr 3:15-18; 4:5-9; 8:11; 16:16; 23:23). Pero el necio no tiene derecho a ellas: están más allá de su capacidad (Pr 17:16; 18:2; 26:5). Salomón ridiculiza a los necios que tratan de enseñar la verdad y la sabiduría para exaltar ambas virtudes ante los sabios. Ellas son tesoros para los sabios, porque ellos saben que las multitudes de necios nunca las encontrarán.

Las palabras de verdad y sabiduría son claras para los entendidos, y rectas para los prudentes (Pr 8:8-9). Dios no las ha escondido de los que le temen. Pero los necios no tienen entendimiento ni conocimiento, porque son demasiado orgullosos para temer a Dios. Toman las palabras de los sabios y se traspasan a sí mismos con ellas como si fueran espinas, al malinterpretarlas y citarlas mal.

Los necios son perezosos, y su pocas lecturas sólo confirman sus propios pensamientos (Pr 18:2). No poseen ni el discernimiento ni el conocimiento para ver las divisiones y distinciones en sentido y aplicación que son evidentes para los obreros aprobados de la palabra de Dios (Neh 8:8; 2 Ti 2:15). Son una vergüenza en doctrina y práctica. Cuando abren la boca, los entendidos los reconocen como los necios que son (Ec 10:3).

Hay más necios hoy que nunca antes, en gran parte debido a una mayor educación, ya que la mayoría de los educadores son humanistas y ateos, lo que es ser necio al cuadrado (Sal 14:1; 94:11; 1 Co 1:19-20; 1 Co 3:18-20). Muchos de estos necios acuden al campo de la religión, donde pueden ganarse la vida fácilmente escribiendo nuevas versiones de la Biblia o contando fábulas desde un púlpito a audiencias ignorantes.

Considera algunos ejemplos de proverbios en la boca de un necio. Busca las espinas que se clavan en la mano del ebrio mientras estos necios exponen su ignorancia. Los comités de construcción de las iglesias han usado a menudo: “Donde no hay visión, el pueblo perece” (Pr 29:18a-KJV), para justificar nuevos programas de construcción. Pero el versículo completo claramente significa que la gente ha perdido la palabra de Dios: “Donde no hay visión, el pueblo perece; mas el que guarda la ley es bienaventurado” (Pr 29:18-KJV). El proverbio es citado de nuevo por el profeta Oseas en su acusación a Israel de haber desertado al Señor: “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento” (Os 4:6). La Escritura se interpreta a sí misma.

¿Por qué usó parábolas el Señor? (Mt 13:34-35) Los necios dicen que Sus parábolas son historias terrenales con significado espiritual para hacer que Su doctrina sea más fácil de entender por la gente común. Pero Él dice todo lo contrario: Sus parábolas son para ocultar la verdad de los que no tienen ni verdadera sinceridad ni verdadero interés en las cosas del reino de Dios, y evitar así que entiendan algo en absoluto (Mt 13: 10-17) ¡La espina está clavada en la mano del ebrio!

El Señor Jesús dijo: “Esto es mi cuerpo”, tras partir el pan y dárselo a los discípulos. Roma te dirá que, en la misa, Él transforma el pan en Su propio cuerpo, sangre, alma y divinidad, invitando así a Sus seguidores a practicar el canibalismo. Todos los papas y sacerdotes continúan perdiéndose en la sencillez de la metáfora, como cuando el Señor también dijo: “Yo soy la puerta” y “Yo soy la vid”. ¿Ves las espinas hincadas en la mano del embriagado? 

Pablo pregunta: “¿Qué harán los que se bautizan por los muertos?” (1 Co 15:12-29). El “bautismo por los muertos” sólo es mencionado de pasada por Pablo para reforzar la verdad de que la resurrección es nuestra esperanza segura, para ilustrar la resurrección por el modo del bautismo (inmersión), y para preguntar: ¿por qué más creyentes vienen a Cristo para seguir la esperanza de los que ya han muerto sino existe la resurrección? Pero los mormones dicen que estas palabras apuntan al uso del baptisterio subterráneo de su templo con una alta torre coronada por la estatua dorada del Ángel Moroni, donde ellos puede bautizarse por los familiares fallecidos que no conocieron a José Smith. ¿Ves las espinas en la mano del ebrio?

Si los necios dejaran de predicar, podrían salvarse de la vergüenza, tal como aconseja Salomón (Pr 17:28; Ec 5:3). Pero aquellos que deberían hablar poco o nada, suelen hablar demasiado. Si los necios tienen hablar, deberían al menos evitar todos los temas importantes. Como un lisiado evita bailar. O como un ebrio debiera alejarse de las espinas.

Si quieres ser sabio y entender las oscuras palabras de las Escrituras, debes humillarte ante el Señor confesando tu temor de Él, porque esto es el principio de la sabiduría (Pr 1:7; 9:10). Luego debes temblar ante Su palabra, creer que cada palabra es pura (Pr 30:5; Is 66:2), y pedirle que te de sabiduría (Pr 2:1-9; Sal 119:18; Stg 1:5).

Con toda confianza en la revelación de Dios, puedes ver la gran oscuridad que cubre la mente de la mayor parte de la humanidad (Is 8:20; 1 Ti 6:3-5,20-21). Aprende a despreciar las palabras de los necios (Sal 119:113,128; 2 Co 2:17). Busca hombres temerosos de Dios, que no teman ni respeten al mundo, y prediquen Su palabra con pruebas de su competencia (2 Ti 2:15; 2 Ti 4:1-4). Ellos te enseñarán la verdad.

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Thursday, December 4, 2025

LIGAR LA PIEDRA EN LA HONDA




“Como quien liga la piedra en la honda, así hace el que da honra al necio” (Pr 26:8).

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Los necios no son dignos de honor ni de respeto; más bien deberían ser despreciados y rechazados. Dado que la sabiduría es noble y santa, los sabios deben ser honrados; dado que la necedad es mala y profana, honrar a un necio es contrario a todo sentido común piadoso. Es tan erróneo y confuso como atar una piedra en una honda, de modo que no pueda salir cuando se hace el esfuerzo de lanzarla.

Ligar la piedra en la honda es una metáfora que describe una acción inútil, absurda y peligrosa, comparada con honrar a un necio. Una honda está diseñada para lanzar una piedra de manera efectiva, no para retenerla, lo que hace que el acto de ligarla sea un desperdicio de esfuerzo que podría incluso causar daño. 

David mató a Goliat con una honda, y Benjamín tenía 700 honderos zurdos, que eran increíblemente precisos (Jue 20:16). Las piedras variaban entre el tamaño de una pelota de golf a una pelota de tenis, y podían lanzarse a más de 400 metros, con evidencia histórica de que los tiradores podían elegir el punto a golpear incluso en la cara del enemigo.

Pero es imposible lanzar una piedra con una honda si está atada a ella. La acción de “ligar” la piedra la inutiliza para su propósito principal, haciendo que la honda también sea inútil para el objetivo de lanzar la piedra. 

“Ligar” es fijar o atar una piedra en vez de solo ponerla en la honda. Esta acción de “ligar” la piedra en la honda simboliza un esfuerzo mal dirigido que no produce ningún resultado positivo. Así es dar honra a un necio, porque ambas acciones resultan en un esfuerzo desperdiciado y en consecuencias negativas.

Atar o ligar la piedra a la honda además puede ser muy peligroso, ya que la piedra podría golpear fatalmente tanto al lanzador como a otras personas. De manera similar, honrar a un necio puede acarrear consecuencias perjudiciales para quienes lo  hacen. Si honras a un necio, vas a sufrir por ello (Pr 23:9; 26:4-5; 29:9; 30:21-23; Mt 7:6).

La frase “ligar la piedra en la honda es una poderosa advertencia contra las acciones absurdas, ineficaces y potencialmente peligrosas, y se usa para ilustrar la falta de sentido común al apoyar o dar valor a personas necias o insensatas. 

Los Proverbios de Salomón son reglas para una vida sabia (Pr 1:1-6), y aquí hay doce reglas sobre los necios (Pr 26:1-12) para ayudarte a caminar con sabiduría (Col 4:5). Los hombres naturales son necios por defecto; Dios quiere que tú seas sabio. Puedes ver en Proverbios un conflicto constante entre la sabiduría y la insensatez, entre los sabios y los necios. Una simple regla de sabiduría es honrar a los sabios y elegirlos como amigos. La regla opuesta es despreciar y rechazar a los necios.

La discriminación es buena y santa. Los sabios discriminan entre el bien y el mal, entre la sabiduría y la insensatez, y entre los sabios y los necios. Dios discrimina en la distribución de muchas bendiciones y maldiciones según el carácter y la conducta de las personas. Aunque es cierto que envía sol y lluvia sobre buenos y malos, también es cierto que recompensa a los justos y castiga a los necios (Sal 58:11).

Tratar a todos los hombres por igual, independientemente de su carácter y conducta, es promover a los necios en su necedad y desalentar a los sabios en su sabiduría, quienes verdaderamente merecen el honor. La mera existencia o una relación natural no es razón para el honor, a menos que la persona esté en un oficio ordenado por Dios que merezca honor. El honor incondicional es peligroso. No hay lugar ni razón para deleitarse en los necios (Pr 19:10). Todo honor debe promover la sabiduría.

David hizo la siguiente pregunta retórica: 

“Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo?” (Sal 15:1). 

Y entre las características que enumera de los verdaderos hijos de Dios, incluye:

Aquel a cuyos ojos el vil es menospreciado, Pero honra a los que temen a Jehová” (Sal 15:4). 

Y lo practicó en su propia casa (Sal 101:3-8).

Eliseo, profeta de Dios, al ser encontrado por el rey Joram (hijo de Acab y Jezabel) y el rey Josafat, le dijo al primero: 

“¿Qué tengo yo contigo? Ve a los profetas de tu padre, y a los profetas de tu madre... Vive Jehová de los ejércitos, en cuya presencia estoy, que si no tuviese respeto al rostro de Josafat rey de Judá, no te mirara a ti, ni te viera” (2 R 3:13-14). 

Eliseo no quiso honrar al necio hijo de Acab.

Padre, ¿haces diferencia entre un hijo sabio y uno necio? La diferencia que hagas debe ser consistente y obvia, para recompensar la sabiduría y castigar la insensatez. Esto edificará una familia noble por practicar el método de Dios. 

Pastor, ¿haces diferencia entre los miembros sabios y los necios, y sus actos sensatos e insensatos? La diferencia que hagas debe ser consistente y obvia, para recompensar la sabiduría y castigar la insensatez. Esto edificará una iglesia noble por practicar el método de Dios. 

Ni los padres ni los pastores deberían ser culpables del mal que frustró a Salomón. Él escribió: 

“Hay un mal que he visto debajo del sol, a manera de error emanado del príncipe: la necedad está colocada en grandes alturas, y los ricos están sentados en lugar bajo. Vi siervos a caballo, y príncipes que andaban como siervos sobre la tierra” (Ec 10:5-7). 

Derriba la insensatez, y pone a la sabiduría en gran dignidad, honrando al sabio y despreciando al necio.

Al evitar, reprender y rechazar a los necios, los justos pueden ser la sal de la tierra que preserva a los sabios y destruye a los necios (Mt 5:13; Col 4:6). Igualmente, pueden ser la luz del mundo si desenmascaran y reprenden a los necios (Ef 5:8-13). Es el bendito privilegio de los santos seguir esta y otras reglas similares para tratar con los necios.

El bendito Señor Jesús fue el ejemplo perfecto de la aplicación de este proverbio. Él condenó y reprendió la necedad, dondequiera que la encontró, incluso entre sus propios discípulos (Mt 22:34-46; 23:17-19; Lc 24:25-26). Pero exaltó la sabiduría tan alto como pudo, incluso llamando madre, hermanos y hermanas, a quienes hacían la voluntad del Padre celestial (Mt 12:46-50; Lc 11:27-28). Haz tú lo mismo.

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Wednesday, December 3, 2025

¿SONIDO O SENTIDO?




Las piernas del cojo penden inútiles; así es el proverbio en la boca del necio” (Pr 26:7).

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Un lisiado tratando de caminar, correr o bailar es un espectáculo lamentable. Sus piernas no funcionan como un par coordinado. Al no ser iguales en longitud, fuerza o coordinación, sus movimientos son absurdos, distorsionados e inútiles. 

De la misma manera, un necio que cita parábolas y proverbios es absurdo, distorsionado, y sin provecho. El rey Salomón por este proverbio advierte a los necios que no traten de hacerse maestros (Pr 26:1-12). 

Las parábolas y los proverbios son dichos profundos, oscuros (Pr 1:5-6; Sal 78:2). Son medios cuidadosamente diseñados para enseñar sabiduría con fuerza y concisamente. Los Proverbios, tomados de la vida cotidiana, tienen un significado figurativo que requiere habilidad y comprensión para interpretarlos y explicarlos. Formados con símiles y metáforas atrayentes para llamar la atención y desafiar al intelecto, son demasiado para un necio, que es un hombre sin entendimiento ni sabiduría.

A los necios se les debe enseñar; ellos no deben enseñar. Los necios deben escuchar; no deben hablar. Por tanto, no deben tener el honor de una audiencia para su palabrería (Pr 26:1,8). Y deben ser ignorados o callados con reprensiones sabias (Pr 26:4-5). Esta es la regla de Dios para tratar con los necios, y debes obedecerla constantemente (2 Ti 2:16,23; Tit 3:9).

Su falta de sentido común y entendimiento espiritual les niega cualquier derecho de poner en sus bocas las cosas profundas de la Palabra de Dios. Sus hábitos de vida pecaminosos y el tratamiento profano de los asuntos espirituales les impiden tocar las cosas santas de Dios. Sería mucho mejor para ellos si mantuvieran la boca cerrada (Pr 17:28).

Pero es imposible que los necios se callen, escuchen y aprendan: deben dar a conocer su banalidad, porque esta es una de las principales características de un necio (Pr 15:2; Ec 5:3; 10:3,12- 14). Identificar a los necios es fácil: todo lo que tienes que hacer es escuchar al que habla de más. Así es cómo los necios, tanto en el púlpito como en los asientos, toman en vano la Palabra de Dios y tratan de enseñar sabiduría.

Un necio piensa que el sonido y el sentido de las palabras son lo mismo, que no necesitan interpretación, por lo que el lisiado intelectual tropieza con la confusión y la herejía. La comezón provocada por el sonido es suficiente para un necio. ¿Por qué preocuparse por el significado o la intención espiritual de las palabras? Él argumenta: la Biblia quiere decir lo que dice, y dice lo que quiere decir. No conoce ni entiende el trabajo del intérprete bíblico de penetrar en el sentido de un pasaje en su contexto tanto inmediato como general (Neh 8:8; Ec 8:1; 2 P 1:20).

Como un necio piensa que leer y estudiar son lo mismo, también supone que pensar y hablar son lo mismo, por lo que el lisiado intelectual tropieza y cae por no tener la debida preparación. “Todos tenemos derecho a dar nuestra opinión”, argumenta. “Todos somos hijos de Dios y podemos enseñar la Biblia”. Pero no tiene la aptitud dada por Dios para el trabajo, porque no invierte ni el tiempo ni el esfuerzo para salvarse de la herejía y la tradición (Pr 15:28; 1 Ti 3:2; 4:13-15; 2 Ti 2:15; Tit 1:9).

Un necio abre mucho la boca y emite muchos sonidos sobre el amor, por ejemplo; pero su vida nunca coincide con las Escrituras que usa, por lo que el lisiado mental continúa tropezando y cayendo en el canal de la hipocresía, sin remedio. Engaña a algunos con su ruidosa profesión de fe y sabiduría, pero el Señor Jesús expondrá sus pretensiones en el Día del Juicio (Mt 7:21-23). Falla en uno de los principales deberes de un maestro: ser un ejemplo de la verdad (1 Ti 4:12,16; Tit 2:7).

¿Es este proverbio literalmente cierto? Hasta que no hayas escuchado a un necio espiritualizar Cantares de Salomón, o la parábola del Buen Samaritano, no puedes apreciar cuán patético luce un lisiado que baila. Hasta que escuches a un necio abusar y tergiversar las palabras: “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento” (Os 4:6), no puedes comprender completamente el peligro y la locura de un lisiado en una barra de equilibrio. Este proverbio es literalmente cierto.

¿Qué lecciones puedes aprender aquí? Sé pronto para oír y tardo para hablar (Stg 1:19). No te apresures a hacerte maestro, porque él será juzgado más severamente (Stg 3:1). El silencio es oro, especialmente si Dios o los hombres no te han llamado a ser maestro (He 5:4). Asegúrate de que tu vida hable más fuerte que tus palabras (Mt 23:14-15). Se agradecido por los verdaderos maestros llamados por Dios a enseñar Su palabra, y considera su enseñanza, porque este es el medio establecido por el Señor para tu instrucción.

El Señor Jesús no fue un lisiado. Sus piernas eran del mismo largo y muy fuertes. Él aventajó a Salomón, el mayor maestro de sabiduría de la antigüedad. Su prudencia en la creación de parábolas y proverbios fue excepcional e inigualable. Su habilidad y poder para enseñar hizo que los hombres temblaran de asombro y enmudecieran (Mt 7:28-29; 22:46; Lc 4:22; Jn 7:46). Dale la gloria debida a Su nombre.

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HAS SIDO ADVERTIDO




“Como el que se corta los pies y bebe su daño, así es el que envía recado por mano de un necio” (Pr 26:6).

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No se puede confiar en los necios. Son demasiado perezosos, estúpidos o tercos para hacer bien un trabajo. La lección aquí para tu éxito es evitar a los necios. Tu productividad y reputación dependen de personas confiables en sus responsabilidades. Si seleccionas descuidadamente a un necio para llevar un recado, ¡también podrías cortarte los pies y hacerlo tú mismo! Con esta ilustración en mente, seguramente puedes prever los daños que sufrirás por elegir a un necio como tu recadero.

Los sinónimos más sofisticados del término recadero, incluyen mensajeroenviado o emisario

Llevar un mensaje era una tarea relativamente fácil aún en tiempos de Salomón, en una época en la que los mensajeros eran esenciales para los asuntos de un reino; pero si se elegía a un necio como mensajero, no entregaría el mensaje correctamente ni a tiempo. Enviar a un necio como mensajero dañará tu nombre y propósito, ya que el mensaje no se comunicará como pretendías. Debes evitar estrictamente el uso de necios para tus proyectos.

A Salomón no le gustaban los necios, y advirtió a su hijo frecuentemente en contra de ellos. Un rey podría dañar fácilmente su autoridad, su reputación y su integridad al usar a necios para el servicio del gobierno. Un hombre sabio protegerá la integridad de sus proyectos y su reputación evitando a los necios tanto como le sea posible. Él solo usará personas fieles, especialmente para asuntos importantes y delicados.

Se debe evitar a los necios, ¡pero también debes evitar ser uno tú mismo! Este capítulo de Proverbios comienza con una acusación extendida contra los necios (Pr 26:1-12). Hay tres lecciones que aprender: cómo identificar a un necio, cómo tratarlo y cómo evitar ser  uno. Las tres lecciones son importantes, y debes aprender las tres para ser verdaderamente un hombre sabio.

Enviar recado es sinécdoque para cualquier tarea importante (Pr 10:26; 13:17; 25:13). El recado puede ser un mensaje sobre negocios, política o religión, pero es importante transmitir correctamente la solicitud, la información o la orden. Si el recado no se entrega correctamente, se dañará el proyecto en juego y la reputación de la persona que envía el recado.

¿Quién es un necio? En términos generales, es una persona que no teme a Dios (Sal 14:1). La sabiduría comienza por temer a Dios, pero al necio le falta este rasgo básico (Pr 1:7; 9:10). Rechazando el temor de Dios, un necio está así sujeto a conspirar, soñar, mentir, dormir, argumentar y excusarse. Odia escuchar, obedecer y trabajar. Quiere hacer las cosas a su manera (Pr 28:26).

Los hombres sin el temor de Dios no tienen la conciencia ni el carácter para hacer siempre bien el trabajo. La verdadera diligencia, fidelidad, honestidad, integridad y otros rasgos positivos del carácter no están en ellos. Su lealtad es principalmente hacia ellos mismos, lo que significa que están constantemente tentados a transigir, a comprometerse, y a que otros puedan comprarlos fácilmente ofreciéndoles un soborno.

Cortarse los pies describe la elección tonta de confiar en un necio para hacer un trabajo. Es una hipérbole, una figura de dicción que exagera el daño que una mala elección puede costarle a alguien. La mala elección es comparada con una autoflagelación, con un autodesmembramiento. ¡Qué tan trastornado tendría que estar un hombre para hacerse tal daño!

Beber el daño es una metáfora para describir las consecuencias de una mala decisión (Job 15:16; 34:7), el efecto negativo que seguramente sufrirás por confiar en un necio.

¿Qué criterio usas para seleccionar a un contador, a un abogado, a un médico, a un gasfiter, a una iglesia, a un consejero? ¿Mides el carácter por encima de todos los demás factores? Deberías. La competencia es importante, pero también lo es el temor del Señor. Un consejero, por ejemplo, debería sólo ser un verdadero creyente que cumple con los requisitos para los obispos y los diáconos (1 Ti 3:1-13).

Está mal confiar en un necio o ser uno. ¿Eres una alegría para los que confían en ti y te asignan recados, o eres una decepción? (Pr 10:26; 25:13) ¿Te proteges evitando a los necios? No basta con ser fiel; también debes elegir hombres fieles como tus colaboradores (2 Ti 2:2). Esta es una lección para tu éxito en este mundo, que el Dios del cielo te da gratuitamente.

El evangelio del Señor Jesucristo es el mensaje más grande jamás enviado, por lo que los requisitos para los mensajeros son estrictos y sobrios (1 Ti 3:1-7; 2 Ti 2:2; Tit 1:5-9). Los necios no entregarán correctamente el “recado”, no comunicarán adecuadamente la verdad gloriosa y la sabiduría que les ha sido encomendada (2 Co 2:17; 4:2; 2 P 2:1-2). Elegir mal en asuntos espirituales y eternos es tan grave como cortarte los pies y beber tu propio daño (Pr 26:6). ¡Has sido advertido! (Mt 24:25)

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