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ESPIRITUALIZAR EL TEXTO

El método de interpretación espiritualizante (o también: alegórico/místico/tipológico/simbólico/figurativo) fue prominente en la historia de la iglesia durante aproximadamente 1.000 años, hasta que fue desplazado por la Reforma Protestante. Los reformadores buscaron el sentido claro o literal de las Escrituras.

La interpretación “espiritual” (o los otros sinónimos mencionados en el primer párrafo) busca un “significado más profundo dentro del texto”, al que pretenciosamente sus promotores llaman un “significado más espiritual”. 

Quienes utilizan este método, si bien no necesariamente niegan que el texto tenga un significado literal o que los incidentes históricos relatados sean ciertos, buscan un significado simbólico “más profundo” que ellos consideran es el que se debe considerar. 

Algunos ejemplos de este método pueden resultar útiles:

  • El Cantar de los Cantares a menudo se interpreta alegóricamente como una referencia al amor que Cristo tiene por la iglesia, en vez de tomarlo como un canto al amor de pareja.
  • Génesis 1:16 describe simbólicamente la luz/sol como Cristo, la luz/luna es la iglesia, que refleja la luz de Cristo, y las estrellas son los creyentes individuales.
  • En sus Retratos de Cristo en Génesis, M. R. DeHaan dice que Adán es un tipo de Cristo porque Adán fue puesto a dormir, su costado fue abierto (fue herido y su sangre fue derramada) y de esa herida fue tomada su novia. De la misma manera, Cristo murió, fue traspasado su costado, y de ese sacrificio se produce Su novia, la iglesia. Así como Adán dijo que Eva era hueso de sus huesos y carne de su carne (Gn 2:23), así la iglesia es el cuerpo, carne y huesos de Cristo (Ef 5:30).

Quizás el ejemplo más famoso de interpretación alegórica o espiritual sea la explicación que hace Orígenes de la parábola del buen samaritano en Lucas 10:23-37. Desde el punto de vista alegórico, el hombre que es robado es Adán, Jerusalén es el paraíso y Jericó es el mundo. El sacerdote es la Ley y los levitas son los profetas. El Samaritano es Cristo. El asno es el cuerpo físico de Cristo, que lleva la carga del herido (las heridas son sus pecados), y la posada es la Iglesia. La promesa del regreso del Samaritano es una promesa de la segunda venida de Cristo.

Necesitamos reconocer que la alegoría es un recurso literario hermoso y legítimo. El Progreso del Peregrino de John Bunyan fue escrito como una alegoría de la vida cristiana. En esta historia, casi cada acción y personaje tiene un significado espiritual más profundo. Interpretar la historia de Bunyan literalmente sería perder por completo el punto.

Realmente, hay poca diferencia entre la interpretación espiritualizante/ alegórica/mística/tipológica/simbólica/figurativa. Todas estas interpretaciones o métodos de interpretación del texto buscan un significado más profundo detrás de lo que parecería ser una lectura literal del texto de la Biblia

Sin embargo, oponerse a la interpretación literal es un error peligroso. Todo intérprete serio y responsable reconoce que algunos pasajes de la Escritura deben ser tomados simbólica, tipológica o alegóricamente. Por ejemplo, Eclesiastés 12:1-7 habla de una propiedad ruinosa, pero el contexto demuestra que esto es una alegoría de los estragos de la edad y el tiempo en el cuerpo humano. 

Todos los verdaderos cristianos estarán de acuerdo en que los sacrificios del Antiguo Testamento son simbólicos del sacrificio perfecto de Cristo en la cruz. Cuando el Señor dice: “Yo soy la vid y vosotros los pámpanos” (Jn 15:5), nadie espera encontrar hojas y racimos de uvas brotando de Sus brazos. Incluso los que insistimos en una interpretación literal del libro de Apocalipsis podemos ver claramente que la primera bestia es un imperio (Ap 13:1-2), el dragón es Satanás (Ap 1:2) y la segunda bestia es un hombre (Ap 13:11-18). Ningún intérprete sensato diría que el texto está describiendo a animales aquí. 

En casos como estos, insistir en una lectura literal de un pasaje de las Escrituras que obviamente está destinado a ser interpretado de manera simbólica es perder el significado del texto. Por ejemplo, en la Última Cena, el Señor dice del pan y del vino: “Esto es mi cuerpo. . . . Esta es mi sangre” (Lc 22:19-20). Los oyentes en la sala estaban participando de una comida de Pascua en la que cada elemento del menú se interpretaba simbólicamente. Que de repente piensen que el Señor está hablando literalmente sobre estos dos elementos es completamente ajeno al CONTEXTO. La metáfora es un recurso literario reconocido que se utiliza hoy y en la época de Cristo. El Señor podría haber dicho con la misma facilidad: “Esto representa mi cuerpo y mi sangre”, pero en el contexto de la Pascua, tal perogrullada no era necesaria.

El problema con el método espiritualizante de interpretación es que busca encontrar una interpretación alegórica para cada pasaje de las Escrituras, independientemente de si es esa la intención primaria del texto o no. Los intérpretes espiritualizantes pueden ser muy creativos, sin ningún control basado en el texto mismo. Resulta fácil leer las propias creencias en el texto y luego hacer creer a los oyentes que estas tienen apoyo bíblico.

Siempre habrá algún desacuerdo sobre si ciertos textos deben tomarse en sentido literal o figurado y en qué grado, como lo demuestran los desacuerdos sobre el libro de Apocalipsis, incluso entre aquellos que tienen un gran respeto por las Escrituras. Pero esta es la conclusión lógica de un intérprete sensato: Para que un texto pueda interpretarse de manera alegórica o figurada, es necesario que haya una justificación en el texto mismo o algo en el trasfondo cultural de los lectores originales que los hubiera llevado a comprender el texto simbólicamente. El objetivo de todo intérprete serio, responsable y temeroso de Dios, que tenga un alto aprecio y respeto por las Escrituras, es exponer el significado del texto dentro del marco histórico-literal-y-gramatical. Si el significado pretendido es simplemente la comunicación literal de un hecho histórico o la explicación directa de una verdad teológica, entonces ese es el significado inspirado, y punto. Si el significado buscado es espiritual/místico/ alegórico/tipológico/simbólico/figurativo, entonces el intérprete debe encontrar una justificación para ello en el texto mismo, o en otros sobre el mismo tema, o en la cultura de los oyentes/lectores originales.

Es fácil darse cuenta cuando un expositor/maestro/predicador/anciano/etc., no tiene ni dominio ni conocimiento de las reglas de interpretación textual. El método preferido de los charlatanes, es la espiritualización. El mandamiento de Pablo a Timoteo es también para nosotros hoy: 

“Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, 2 que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas”(2 Ti 4:1-4).

LA INTERPRETACIÓN LITERAL ES LO QUE LAS ESCRITURAS ENSEÑAN

La interpretación literal es el método de interpretación de las Escrituras que sostiene que, excepto en lugares donde el texto es obviamente alegórico, poético o figurativo, etc., debe tomarse literalmenteEl literalismo bíblico es la posición de la mayoría de los evangélicos y fundamentalistas cristianos educados en la Palabra de Dios. Es también la posición de este blog.

El literalismo bíblico va de la mano con considerar la Palabra de Dios como inerrante e inspirada. Si creemos en la doctrina de la inspiración bíblicaque los libros de la Biblia fueron escritos por hombres bajo la influencia del Espíritu Santo (2 Ti 3:16-17; 2 P 1:20-21) al punto que todo lo que ellos escribieron en la Biblia es exactamente lo que Dios quería decir; entonces, creer en el literalismo bíblico es simplemente un reconocimiento de que Dios quiere comunicarse con nosotros a través del lenguaje humano. Las reglas del lenguaje humano se convierten entonces en reglas de interpretación de las Escrituras. Las palabras tienen un significado objetivo y Dios ha hablado a través de palabras.

El literalismo bíblico es una extensión del literalismo que todos usamos en la comunicación diaria. Si alguien entra en una habitación y dice: “El edificio está en llamas”, no empezamos a buscar significados ocultos o figurativos; empezamos a evacuar el edificio. Nadie se detiene a preguntarse si la referencia a “llamas” es metafórica o si el “edificio” es una referencia indirecta a las teorías socioeconómicas del siglo XXI. De manera similar, cuando abrimos la Biblia y leemos: “Los israelitas atravesaron el mar sobre tierra seca, con un muro de agua a su derecha y a su izquierda” (Éx 14:22), no debemos buscar significados figurados para mar, tierra seca o muro de agua; debemos creer que Dios efectuó un milagro.

Si negamos el literalismo bíblico y tratamos de interpretar las Escrituras en sentido espiritual o figurado, ¿cómo deben interpretarse las cifras? ¿Y quién decide qué es y qué no es una alegoría? ¿Eran Adán y Eva personas reales? ¿Qué pasa con Caín y Abel? Si son figurativos, ¿dónde en Génesis podemos empezar a decir que las personas son individuos literales? Cualquier línea divisoria entre lo figurado y lo literal en las genealogías es arbitraria. Tomemos un ejemplo del Nuevo Testamento: ¿realmente dijo Jesús que amáramos a nuestros enemigos? (Mt 5:44) ¿Lo dijo en una montaña literal? ¿Fue Jesús siquiera real? Sin un compromiso con el literalismo bíblico, bien podríamos desechar toda la Biblia.

Si se descarta el literalismo bíblico, el lenguaje pierde sentido. Si “cinco piedras lisas” en 1 Samuel 17:40 no se refiere a cinco piedras aerodinámicas, entonces ¿qué recogió David del arroyo? Más importante aún, si las palabras pueden tener cualquier significado que les asignemos, no hay promesas genuinas en la Biblia. El “lugar” que el Señor dijo que iba a preparar para nosotros (Jn 14:3) debe ser literal, o de lo contrario nadie sabrá jamás qué era lo que estaba diciendo. La “cruz” en la que Jesús murió debe ser una cruz literal, y Su muerte debe ser una muerte literal para que podamos tener la salvación. El infierno necesita ser un lugar literal, al igual que el cielo, si queremos tener algo de qué salvarnos. La resurrección literal de Jesús de una tumba literal es igualmente importante (1 Co 15:17).

Para ser claros, el literalismo bíblico no ignora la historia. Los mandamientos civiles y ceremoniales dados a Israel en la teocracia no se aplican a la iglesia del Nuevo Testamento, aunque sí los mandamientos morales porque son eternos. Además, el literalismo bíblico no requiere que cada pasaje sea concreto y no figurativo. Los modismos, las figuras de lenguaje, los coloquialismos, las metáforas y las ilustraciones son parte natural del lenguaje en cualquier idioma y deben reconocerse como tales. Entonces, cuando Jesús habla de que Su carne es “comida” en Juan 6:55, sabemos que está hablando en sentido figurado: “comida” es una metáfora obvia. Seguimos las reglas del lenguaje. Estamos atentos a las metáforas y a las señales de los símiles y comparaciones. Pero a menos que un texto tenga claramente la intención de ser figurativo, lo tomamos literalmente. La Palabra de Dios nos fue dada para comunicarnos el mensaje de Dios, y la comunicación requiere una comprensión literal de las palabras utilizadas.

“Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas” (1 Ti 6:3).

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