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viernes, 14 de junio de 2024

DESEOSO DE CUMPLIR LA VOLUNTAD DEL PADRE

La vida del Señor Jesús fue una vida de perfecto reposo. Tenía suficiente tiempo en 24 horas cada día para hacer toda la voluntad de Su Padre. Pero si hubiera decidido hacer lo que a Él le parecía bueno, entonces 24 horas al día no habrían sido suficientes y la mayoría de los días habría terminado intranquilo y ansioso. 

Afuera de la puerta del templo que se llama la Hermosa, en Jerusalén, Jesús vio a menudo a un cojo pidiendo limosna. Pero no lo sanó porque no recibió ninguna guía del Padre para hacerlo. Más tarde, después de haber ascendido al cielo, Pedro y Juan le trajeron sanidad a ese hombre, en el tiempo perfecto del Padre, y eso resultó en que muchas personas se volvieran al Señor (Hch 3:1-4:4). Ese era el momento del Padre para sanar a ese hombre, no antes. Jesús habría obstaculizado la voluntad del Padre si hubiera sanado a ese hombre antes. Sabía que el tiempo del Padre era perfecto y por eso nunca estaba impaciente por hacer nada.

El Señor podía regocijarse con cada interrupción que le acontecía, porque aceptaba el hecho de que un Padre soberano en el cielo estaba planificando Su agenda diaria. Y por eso nunca le molestaban las interrupciones. La vida del Señor (su Espíritu) también traerá a nuestro ser interior un reposo perfecto. Esto no significa que no haremos nada, sino que haremos sólo lo que está en el plan del Padre para nuestras vidas. Entonces estaremos más deseosos por cumplir la voluntad del Padre que nuestro propio programa predeterminado.

Los cristianos carnales están tan decididos a hacer lo suyo que con frecuencia se muestran irritables e inquietos. Algunos de ellos acaban teniendo finalmente una crisis nerviosa o física. Marta no estaba cometiendo ningún pecado al servir al Señor y a Sus discípulos. Sin embargo, estaba inquieta e irritable, y criticó a María. Éste es un cuadro claro del servicio carnal. El cristiano carnal está siempre inquieto e irritable. No ha cesado de sus propias obras y no ha entrado en el reposo de Dios (He 4:10). Sus intenciones son buenas, pero no se ha dado cuenta de que sus propias obras, por buenas que sean, siguen siendo trapos de inmundicia a los ojos de Dios, incluso después de su conversión (Is 64:6).

Aquellos que sirven como Marta, por muy sinceros que sean, en realidad sólo se sirven a sí mismos. No se les puede llamar siervos del Señor, porque un siervo espera escuchar lo que su Amo le dice que haga antes de servir. Era imposible que Jesús tuviera un ataque de nervios, porque estaba en perfecto reposo en su hombre interior. Él nos dice: Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas (Mt 11:29).

Esta es la gloria del Señor Jesús que el Espíritu de Dios nos muestra en la Palabra, y que Él desea impartirnos y manifestar también a través de nosotros.

El Señor es nuestro Pastor y conduce a Sus ovejas a pastos de reposo. Las ovejas no planifican su propio programa ni deciden adónde irán a pastar a continuación. Simplemente siguen a su Pastor. Hay que vaciarse de confianza en sí mismo y de autosuficiencia para seguir así al Pastor. Jesús siguió dócilmente a su Padre. Pero los cristianos carnales no quieren ser ovejas y, por eso, su voluntad los descarría y terminan siendo cabritos (Mt 25:31-46). Nuestra voluntad (nuestro libre albedrío) es un don maravilloso y muy útil para Dios, pero puede convertirse en el más peligroso de todos los dones si se la exalta al lugar de señorío en nuestra vida.

El Señor le enseña a Sus discípulos a orar: Padre, hágase tu voluntad en la tierra como se hace en el cielo (Mt 6:10). ¿Cómo se hace la voluntad de Dios en el cielo? Los ángeles allí no corren tratando de hacer “algo para Dios”. Habría confusión en el cielo si hicieran eso. ¿Qué hacen? Esperan en la presencia de Dios para escuchar lo que Él ordena y luego hacen exactamente lo que individualmente se les dice que hagan. Escucha las palabras del ángel Gabriel a Zacarías: Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios; y he sido enviado a hablarte... (Lc 1:19). Esta es la posición que el Señor Jesús también tomó: esperar en la presencia de Su Padre, escuchar Su voz y hacer Su voluntad.

Los cristianos carnales pueden trabajar duro y sacrificar mucho, pero la luz más clara de la eternidad revelará que aunque entraron en la barca y estuvieron toda la noche arrojando las redes, no pescaron nada. Pero aquellos que toman su cruz cada día (niegan la vida de su alma y le dan muerte) y obedecen al Señor, tendrán las redes llenas de peces en aquel día (Jn 21:1-6).

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