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5. REBECA—UNA MUJER MANIPULADORA

El matrimonio de Rebeca con Isaac puede describirse como “hecho en el cielo”. Su historia la encontramos en Génesis 24. A pesar del comienzo tan hermoso que tuvo esta pareja, su relación y su vida hogareña se desmoronaron. Rebeca nunca aprendió a administrar sabiamente su hogar.

Podemos aprender mucho de la vida de Rebeca, aunque sea un ejemplo de lo que no debemos hacer. Su vida tuvo muchos problemas, que debemos tratar de evitar.

Abraham envía a un sirviente

La primera parte de la historia cuenta como Rebeca conoció a Isaac, el hijo que Dios le había prometido a Abraham y a Sara. Abraham dejó su tierra natal para seguir la dirección de Dios a la tierra que Él les había prometido a Abraham y a sus descendientes. Cuando Sara murió, Abraham se negó a sepultarla entre la gente de esa tierra y se compró una parcela para la tumba de su mujer. Igualmente, cuando llegó la hora de buscar esposa para Isaac, Abraham se opuso a que su hijo se casara con una hija de los idólatras que poblaban esa tierra.

Por eso, Abraham envió a su siervo más confiable a buscar una esposa para su hijo Isaac. Cuando este criado encontró a los familiares de Abraham, les explicó el propósito de su regreso. En Génesis 24 42-47 el criado explica como conoció a Rebeca y llegó a la casa del hermano de Abraham:

42 Llegué, pues, hoy a la fuente, y dije: Jehová, Dios de mi señor Abraham, si tú prosperas ahora mi camino por el cual ando, 

43 he aquí yo estoy junto a la fuente de agua; sea, pues, que la doncella que saliere por agua, a la cual dijere: Dame de beber, te ruego, un poco de agua de tu cántaro,

44 y ella me respondiere: Bebe tú, y también para tus camellos sacaré agua; sea ésta la mujer que destino Jehová para el hijo de mi Señor.

45 Antes que acabase de hablar en mi corazón, he aquí Rebeca, que salía con su cántaro sobre su hombro; y descendió a la fuente, y sacó agua, y le dije: Te ruego que me des de beber. 

46 Y bajó prontamente su cántaro de encima de sí, y dijo: Bebe, y también a tus camellos daré de beber. Y bebí, y dio también de beber a mis camellos.

47 Entonces le pregunté, y dije: ¿De quién eres hija? Y ella respondió: Hija de Betuel hijo de Nacor, que le dio a luz Milca. Entonces le puse un pendiente en su nariz, y brazaletes en sus brazos.

El criado se dio cuenta de inmediato que la mano de Dios le había guiado hasta Rebeca. Ella era pariente de Abraham, justamente de la familia a quien él había venido a buscar. El criado se inclinó y adoró a Dios. Los familiares de Rebeca también reconocieron la mano de Dios y le dijeron al criado que podía llevarse a Rebeca, si ella estaba dispuesta a ir. En Génesis 24:58 encontramos su clara respuesta: “Y llamaron a Rebeca, y le dijeron: ¿Irás tú con este varón? Y ella respondió: Sí, iré”.

Rebeca juntó sus pertenencias y los sirvientes que le asignaron y partió con el criado de Abraham a un lugar desconocido, para casarse con un hombre desconocido. Al responder “Sí, iré” expresó su deseo de obedecer a Dios. La pregunta que debemos hacernos es si estamos dispuestas a seguir a Dios adonde Él nos guíe cuando su dirección está claramente definida.

Rebeca e Isaac se conocen

Génesis 24:63-67 cuenta lo que ocurrió cuando Isaac y Rebeca se conocieron:

63 Y había salido Isaac a meditar al campo, a la hora de la tarde; y alzando sus ojos miró, y he aquí los camellos que venían. 

64 Rebeca también alzó sus ojos, y vio a Isaac, y descendió del camello; 

65 porque había preguntado al criado: ¿Quién es este varón que viene por el campo hacia nosotros? Y el criado había respondido: Este es mi señor. Ella entonces tomó el velo, y se cubrió. 

66 Entonces el criado contó a Isaac todo lo que había hecho.

67 Y la trajo Isaac a la tienda de su madre Sara, y tomó a Rebeca por mujer, y la amo; y se consoló Isaac después de la muerte de su madre".

La vida de casada de Rebeca

Así, pues, Rebeca e Isaac se enamoraron, se casaron y disfrutaron de la bendición de Dios en sus vidas. Pero después de 20 años de casados, aún no tenían hijos. Isaac oró a Dios pidiendo un hijo y Dios contestó su oración dándole dos mellizos varones. Aún antes que los mellizos nacieran, Rebeca sentía una lucha en su interior. Le preguntó a Dios sobre esto. Dios le explicó que ella esperaba mellizos.

La profecía de Dios con respecto a los mellizos, dada antes de que ellos nacieran, se encuentra en Génesis 25:23: “Y le respondió Jehová: Dos naciones hay en tu seno, y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas: El un pueblo será más fuerte que el otro pueblo, y el mayor servirá al menor”.

La Biblia nos dice más acerca de los mellizos en Génesis 25:27-28:

27 crecieron los niños, y Esaú fue diestro en la caza, hombre del campo, pero Jacob era varón quieto, que habitaba en tiendas. 

28 Y amó Isaac a Esaú, porque comía de su caza; más Rebeca amaba a Jacob.

Esaú y Jacob iban creciendo, y luchaban continuamente entre sí. Un día Esaú regresó del campo débil y hambriento. Como en ese momento tenía tanta hambre, le vendió a Jacob su derecho de herencia como hijo primogénito por sólo un plato de lentejas. Esto le dio a Jacob una porción más grande de la herencia, así como también una mayor bendición espiritual.

Como Isaac ya era viejo y había perdido la vista, un día, decidió que había llegado la hora de bendecir a su hijo mayor. Rebeca se percató de lo que iba a suceder. Ella quería que fuera Jacob, su hijo favorito, quien recibiera la bendición y no Esaú. Así que convenció a Jacob para que engañara a Isaac y hasta le ayudó a hacerlo. Así fue como Jacob recibió la bendición final que Isaac pretendía darle a Esaú.

Cuando Esaú descubrió lo que había ocurrido, estaba tan enojado que quería matar a Jacob. Para salvarle la vida, Rebeca mandó a Jacob a la casa de su hermano Labán. Jacob vivió y trabajó allí durante más de veinte años. Cuando finalmente regresó a su hogar, Rebeca ya había muerto. Debido a su engaño, Rebeca nunca más pudo ver a su hijo preferido.

Lecciones de la vida de Rebeca

¿Qué pasó con el hogar de Isaac y Rebeca? ¿Cuándo comenzaron a fallar las cosas? Después de un comienzo tan hermoso, una pareja perfecta unida por Dios, tendría que haber vivido feliz para siempre. ¿Qué podemos aprender de la vida de Rebeca?

Recuerda primero la fe absoluta en Dios que Rebeca demostró cuando le dijo al criado de Abraham: “Sí, iré”. Estuvo dispuesta a ir a una tierra desconocida para ser mujer de un hombre desconocido. ¿Tenemos esta clase de fe en Dios?

Sin embargo, Rebeca se olvidó de la soberanía de Dios. Dios le había dicho que el hijo mayor serviría al menor. Rebeca debería haber confiado en Dios y esperado que Él actuara. En lugar de ello, tomó el asunto en sus propias manos. Es tan fácil para nosotras pensar que necesitamos ayudar a Dios. Creemos que podemos planificar nuestra vida para facilitarle la tarea a Dios. ¡Somos tan necias que cometemos el mismo error de Rebeca, una y otra vez!

Pensamientos finales

Rebeca era una mujer hermosa que tenía muchas virtudes. Era inteligente, amable, vivaz, con gran iniciativa y fuerte de carácter. Sin embargo, permitió que su amor por su hijo la convirtiera en una mujer manipuladora, tramposa, capaz de traicionar a su propio marido.

No sigamos el mal ejemplo de Rebeca; más bien, pidámosle a Dios que Él controle nuestra personalidad por medio de su Espíritu. Podemos confiar que Dios cumplirá su perfecta voluntad en nuestras vidas y en la de nuestros hijos sin que nosotras tengamos que manipularlos a ellos ni conspirar en contra de nuestro marido. Proverbios 14:1 dice: “La mujer sabia edifica su casa; mas la necia con sus manos la derriba”.

¿Estás edificando o derribando tu hogar?

Temas de discusión

  • Nombra dos virtudes de Rebeca que podemos tratar de poner en práctica en nuestras vidas. 
  • Nombra dos defectos de Rebeca que debemos evitar.
  • Si tienes niños (o enseñas a niños), menciona tres metas espirituales que te has fijado para los niños a tu cargo.
  • ¿Qué haces para asegurar que esos objetivos se cumplan? 
  • Describe qué es lo que hizo que el buen matrimonio de Rebeca se transformara en uno malo.
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