Uno
de los últimos números de la revista Newsweek se refirió a “una serie de
desastres, crisis y guerras”. El mundo parece haber comenzado una etapa
catastrófica. Algunos observadores astutos se preguntan “¿Qué es lo que nos
está pasando?” ¿Hay alguna instrucción en la Biblia que nos ayude a lidiar con
este mundo incierto?
¿Se acerca el fin de la supremacía
estadounidense? Aunque no comparte esta creencia, George Friedman, el fundador
de la compañía de inteligencia global Stratfor
(abreviación del título Strategic Forecasting [pronósticos estratégicos]),
reconoció: “En los Estados Unidos hay una profunda creencia de que esta nación
se está acercando a la víspera de su destrucción. Lea las cartas al editor (de
diferentes revistas y periódicos), examine en detalle el Internet y escuche los
discursos públicos. Guerras desastrosas, déficits descontrolados, altos precios
de la gasolina, atentados en las universidades, corrupción en los negocios y el
gobierno, y la interminable letanía de otros problemas –todos muy reales– crean la impresión de que el sueño americano
se ha roto en pedazos y que el período de apogeo de los Estados Unidos ya ha
pasado” (The Next 100 Years [Los próximos 100 años], 2009, p. 15).
Muchos han comentado sobre el fracaso de
los Estados Unidos como nación en cuanto a cumplir con los estándares morales
que Dios estableció en la Biblia. Sin embargo, Estados Unidos no es el único
país que está en problemas. Dios está muy disgustado con el comportamiento y la
conducta de todas las naciones de la tierra.
Japón, solo el comienzo
Japón continúa en terribles aprietos después
de su impactante terremoto y el devastador tsunami ocurrido inmediatamente
después. Nancy Gibbs, de la revista Time,
describió sus efectos: “El terremoto grado 9.0 que afectó a Japón el 11 de
marzo fue lo suficientemente poderoso como para mover la tierra de su eje y
hacerla girar un poco más rápido… Hizo que la isla se deslizara hacia el
oriente una distancia equivalente a un espacio de estacionamiento. Los
edificios más sólidos pudieron sobrevivir al terremoto, pero fueron devastados
por la consiguiente ola. El muro de agua de tres pisos disolvió las aldeas
costeras, anclando en seco los botes en los techos de los edificios y
revolviendo las casas como un juego de naipes” (Marzo 28, 2011).
¿Alude la Biblia a tales
acontecimientos, además de la declaración hecha por el Señor Jesucristo en su
discurso profético en el Monte de los Olivos acerca de los “terremotos en
diferentes lugares”? Él incluyó específicamente este desastre natural junto a
algunos otras perturbadoras señales de los últimos tiempos (Mateo 24:7).
El profeta hebreo Isaías claramente
dijo: “Será quebrantada del todo la tierra, enteramente desmenuzada será la
tierra, en gran manera será la tierra conmovida. Temblará la tierra como un
ebrio, y será removida como una choza; y se agravará sobre ella su pecado” (Isaías 24:19-20). La tierra es
responsable de estos males solo metafóricamente. Muchos otros pasajes bíblicos
muestran que los culpables son sus habitantes pecaminosos, quienes violan las
leyes de Dios.
“Porque he aquí que el Señor sale de su
lugar para castigar al morador de la tierra por su maldad [comportamiento
ilícito, o pecado]” (Isaías 26:21). Además: “Castigaré al mundo por su maldad”
(Isaías 13:11). Sin embargo, debe destacarse que esto no significa que una
nación en particular afectada por algún desastre natural de gran magnitud, como
lo fue Japón recientemente, sea el blanco de la furia de Dios. Cristo aclara
muy bien este punto y hace una advertencia a todos aquellos que no se
arrepientan (vea Lucas 13:1-5).
A su debido tiempo, Dios tomará serias
medidas respecto a todo este mundo. Puede que inicialmente algunas naciones sufran
más que otras, pero éstas seguramente pasarán por lo mismo más tarde. La Biblia
señala claramente que nuestro Creador incluso usará a algunos países para
ocasionar castigo a otros, pero ellos mismos no se escaparán de las medidas correctivas
de Dios (vea Isaías 10:6-7, 12).
El Medio Oriente en caos
Geográficamente, los eventos
históricos, las políticas mundiales y regionales, las fuentes indispensables de
energía y los siglos de conflictos étnicos y religiosos han conspirado para
convertir al Medio Oriente en el caldero de conflictos que vemos hoy en día. Un
artículo en el Times de Londres observó que ésta “es una de
las regiones más inestables del mundo, donde los conflictos por tierras, ideologías
y religión han durado siglos” (Richard Beeston, nov. 4, 2006).
Un editorial en el semanario The Economist dijo lo siguiente sobre los actuales
conflictos en Libia: “El espectáculo de los misiles estadounidenses, británicos
y franceses pulverizando a un país árabe o musulmán en medio de la noche provoca
un sentimiento de temor. Este tipo de eventos han comenzado muchas veces con
buenas intenciones y con un ingenuo exceso de confianza al ver los armamentos
de ciertos déspotas —que se han enriquecido gracias al petróleo— despedazados y
ardiendo bajo la superioridad de la tecnología occidental. En solo semanas, sin
embargo, la vanagloria se convierte en una ciénaga costosa y sangrienta” (“The Challenge of Lybia: Where
Will It End?” [El desafío de
Libia: ¿dónde terminará?], Marzo 26, 2011).
Lo que la Biblia señala específicamente
con respecto a Jerusalén puede ser aplicado en un sentido general a todo el Medio
Oriente. “Y en aquel día yo pondré a Jerusalén por piedra pesada a todos los
pueblos; todos los que se la cargaren serán despedazados” (Zacarías 12:3).
Claramente, el Medio Oriente continúa siendo una región peligrosa de la tierra a
la hora de involucrarse en guerras, tanto internacionales como civiles.
El editorial de The Economist continúa: “Para bien o para mal, lo que
ocurre en Libia afectará a su vecinos, Egipto y Túnez, que tienen más posibilidades
de salir adelante. Un poco más allá, incluso Siria está comenzando a agitarse y
su gobierno puede tentarse a ser tan cruel como el de Libia. Si la violencia
prevalece en Libia, la oportunidad para lograr un cambio pacífico a lo largo
del Medio Oriente puede desvanecerse, ya que tanto los autócratas como los
manifestantes en otras partes del mundo árabe concluyen que la violencia es, después
de todo, una herramienta esencial para poder salirse con la suya”.
Niall Ferguson advirtió recientemente
en la revista Newsweek: “Una transición pacífica hacia una
democracia al estilo occidental en el mundo árabe es, de entre todos los
escenarios, el menos probable. Los resultados más esperables son (a) el
restablecimiento de regímenes pasados, al estilo 1848; (b) una vuelta a
prolongadas guerras civiles; (c) tomas de mando islámicas; (d) conflictos entre
sunitas y shiítas en toda la región. Por cierto, (b), (c) y (d) no
necesariamente se excluyen mutuamente y pueden ocurrir como una secuencia de
eventos” (“The Big Dither” [La gran demora], marzo 20, 2011).
El mundo en general se encuentra en un
mar de problemas, tanto naturales como causados por el hombre. Un artículo muy
revelador, aparecido recientemente en The Times, nos recuerda los aprietos actuales de este planeta. Este
periódico publicó las conclusiones expresadas por el ex líder del Partido
Liberal de Gran Bretaña, Paddy Ashdown. Él dice: “…hay una ‘tormenta perfecta’ de
cambios climáticos, incremento de la población, crisis económica, escasez de
alimentos, aumento de la actividad sísmica y agitación política, que están
haciendo al mundo más peligroso que nunca. ‘El número de desastres
climatológicos está aumentando… Vivimos en tiempos extremadamente turbulentos.
Vemos también cambios masivos en el poder. Los eventos se están acelerando’” (“Britain Needs a New Response to
a Disastrous World” [Gran
Bretaña necesita una nueva respuesta frente a un mundo desastroso], Marzo 26,
2011).
¿Es posible el castigo divino?
Dios dice que Él continúa siendo el
testigo invisible de los problemas mundiales. Es Él quien tiene una
controversia con las naciones. Nuestro Creador claramente nos dice: “Acordaos de
las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro
Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y
desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y
haré todo lo que quiero; que llamo desde el oriente al ave, y de tierra lejana
al varón de mi consejo. Yo hablé, y lo haré venir; lo he pensado, y también lo
haré” (Isaías 46:9-11; compárese con Isaías 48:5).
Como siempre, Dios permanece en su
trono y en completo control de los eventos mundiales. A menos que los pueblos de
la tierra realmente se arrepientan y cambien su conducta, nuestro futuro en
general se ve ciertamente muy gris. “Se destruyó, cayó la tierra; enfermó, cayó
el mundo; enfermaron los altos pueblos de la tierra. Y la tierra se contaminó
bajo sus moradores; porque traspasaron las leyes, falsearon el derecho,
quebrantaron el pacto sempiterno. Por esta causa la maldición consumió la
tierra, y sus moradores fueron asolados; por esta causa fueron consumidos los
habitantes de la tierra, y disminuyeron los hombres” (Isaías 24:4-6).
¿Pensamos acaso que Dios no puede
corregirnos? ¿Creemos que nuestro Creador nos permitirá pisotear su santa Palabra
para siempre? ¿O que él no tiene el poder para controlar a aquel “que bebe la
iniquidad como agua”? (Job 15:16). Isaías también dijo: “Este es el consejo que
está acordado sobre toda la tierra, y esta, la mano extendida sobre todas las
naciones. Porque el Señoro de los ejércitos lo ha determinado, ¿y quién lo
impedirá? Y su mano extendida, ¿quién la hará retroceder?” (Isaías 14:26-27).
El
lado positivo de esta historia
Sin embargo, todo lo anterior se
refiere solo a una parte de la historia. La otra parte abarca los piadosos
pensamientos y sentimientos de Dios hacia aquellos que prestan atención a Sus
mensajes de advertencia, que realmente creen que Él existe y que desean seguir
sus rectos caminos con fervor. Dios quiere tener una relación personal íntima y
significativa con cada persona que Él llama a la salvación durante esta era de
malos gobiernos humanos. Él quiere ayudar a las personas a sobrellevar y
soportar con éxito las pruebas y tragedias que afligirán a esta tierra, y que
se encuentran profetizadas en su Palabra.
Chris Patten, quien manejó el proceso
de transición cuando Hong Kong pasó de Gran Bretaña a China, señaló en su último
libro: “No hay una fórmula simple para sobrevivir, ni un plan global a la
espera de ser puesto en acción, ni alguna institución que provea un compás y un
capitán para el mundo” (What´s
Next? [¿Qué es lo que viene?], 2009, p. 7).
Humanamente hablando, en cierto sentido
él está en lo correcto. Winston Churchill dijo en cierta ocasión que existe
“una mano dura en alguna parte”, quien ya tiene un plan formado y un propósito
para la humanidad. Él espera pacientemente el mejor momento para intervenir
activamente en los asuntos de este mundo y hacerlo entrar en razón nuevamente.
Aquí es donde los seguidores de Dios en la tierra entran en juego. El Señor Jesucristo
les ha dado a ellos la importante misión dual de advertir al mundo y hacer
discípulos para su futuro reino (Mateo 24:24; 28:18-20).
Estos seguidores anuncian una nueva era
venidera, llevando a cabo su misión en un mundo hostil que en algunas áreas
esta colmado de conceptos falsos y en otras, consumido por la secularidad
impía. Pero Dios manifiesta su profunda preocupación por el bienestar de ellos,
sabiendo bien que el camino a la gloria eterna puede ser a veces muy difícil
(Mateo 7:13-14).
A menudo promocionamos en este blog
artículos destinados a estudiar las profecías bíblicas. Pero también tenemos artículos
que se enfocan en ayudar a los cristianos a sobrellevar este mundo de
incertidumbre, ayudándolos con el proceso de transformar sus vidas para su
futuro rol en el reino de Dios.
La Palabra de Dios constituye el último
tren de sensatez en este mundo. El subirse a bordo le ayudará a alcanzar el
propósito que Dios tiene para usted, el de una vida eterna.
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