Buscar este blog

jueves, 7 de julio de 2011

¿QUÉ LE OCURRE A NUESTRO MUNDO?



Uno de los últimos números de la revista Newsweek se refirió a “una serie de desastres, crisis y guerras”. El mundo parece haber comenzado una etapa catastrófica. Algunos observadores astutos se preguntan “¿Qué es lo que nos está pasando?” ¿Hay alguna instrucción en la Biblia que nos ayude a lidiar con este mundo incierto?

¿Se acerca el fin de la supremacía estadounidense? Aunque no comparte esta creencia, George Friedman, el fundador de la compañía de inteligencia global Stratfor  (abreviación del título Strategic Forecasting [pronósticos estratégicos]), reconoció: “En los Estados Unidos hay una profunda creencia de que esta nación se está acercando a la víspera de su destrucción. Lea las cartas al editor (de diferentes revistas y periódicos), examine en detalle el Internet y escuche los discursos públicos. Guerras desastrosas, déficits descontrolados, altos precios de la gasolina, atentados en las universidades, corrupción en los negocios y el gobierno, y la interminable letanía de otros problemas –todos muy reales–  crean la impresión de que el sueño americano se ha roto en pedazos y que el período de apogeo de los Estados Unidos ya ha pasado” (The Next 100 Years [Los próximos 100 años], 2009, p. 15).

Muchos han comentado sobre el fracaso de los Estados Unidos como nación en cuanto a cumplir con los estándares morales que Dios estableció en la Biblia. Sin embargo, Estados Unidos no es el único país que está en problemas. Dios está muy disgustado con el comportamiento y la conducta de todas las naciones de la tierra.

Japón, solo el comienzo

Japón continúa en terribles aprietos después de su impactante terremoto y el devastador tsunami ocurrido inmediatamente después. Nancy Gibbs, de la revista Time, describió sus efectos: “El terremoto grado 9.0 que afectó a Japón el 11 de marzo fue lo suficientemente poderoso como para mover la tierra de su eje y hacerla girar un poco más rápido… Hizo que la isla se deslizara hacia el oriente una distancia equivalente a un espacio de estacionamiento. Los edificios más sólidos pudieron sobrevivir al terremoto, pero fueron devastados por la consiguiente ola. El muro de agua de tres pisos disolvió las aldeas costeras, anclando en seco los botes en los techos de los edificios y revolviendo las casas como un juego de naipes” (Marzo 28, 2011).

¿Alude la Biblia a tales acontecimientos, además de la declaración hecha por el Señor Jesucristo en su discurso profético en el Monte de los Olivos acerca de los “terremotos en diferentes lugares”? Él incluyó específicamente este desastre natural junto a algunos otras perturbadoras señales de los últimos tiempos (Mateo 24:7).

El profeta hebreo Isaías claramente dijo: “Será quebrantada del todo la tierra, enteramente desmenuzada será la tierra, en gran manera será la tierra conmovida. Temblará la tierra como un ebrio, y será removida como una choza; y se agravará sobre ella su pecado” (Isaías 24:19-20). La tierra es responsable de estos males solo metafóricamente. Muchos otros pasajes bíblicos muestran que los culpables son sus habitantes pecaminosos, quienes violan las leyes de Dios.

“Porque he aquí que el Señor sale de su lugar para castigar al morador de la tierra por su maldad [comportamiento ilícito, o pecado]” (Isaías 26:21). Además: “Castigaré al mundo por su maldad” (Isaías 13:11). Sin embargo, debe destacarse que esto no significa que una nación en particular afectada por algún desastre natural de gran magnitud, como lo fue Japón recientemente, sea el blanco de la furia de Dios. Cristo aclara muy bien este punto y hace una advertencia a todos aquellos que no se arrepientan (vea Lucas 13:1-5).

A su debido tiempo, Dios tomará serias medidas respecto a todo este mundo. Puede que inicialmente algunas naciones sufran más que otras, pero éstas seguramente pasarán por lo mismo más tarde. La Biblia señala claramente que nuestro Creador incluso usará a algunos países para ocasionar castigo a otros, pero ellos mismos no se escaparán de las medidas correctivas de Dios (vea Isaías 10:6-7, 12).

El Medio Oriente en caos

Geográficamente, los eventos históricos, las políticas mundiales y regionales, las fuentes indispensables de energía y los siglos de conflictos étnicos y religiosos han conspirado para convertir al Medio Oriente en el caldero de conflictos que vemos hoy en día. Un artículo en el Times de Londres observó que ésta “es una de las regiones más inestables del mundo, donde los conflictos por tierras, ideologías y religión han durado siglos” (Richard Beeston, nov. 4, 2006).

Un editorial en el semanario The Economist dijo lo siguiente sobre los actuales conflictos en Libia: “El espectáculo de los misiles estadounidenses, británicos y franceses pulverizando a un país árabe o musulmán en medio de la noche provoca un sentimiento de temor. Este tipo de eventos han comenzado muchas veces con buenas intenciones y con un ingenuo exceso de confianza al ver los armamentos de ciertos déspotas —que se han enriquecido gracias al petróleo— despedazados y ardiendo bajo la superioridad de la tecnología occidental. En solo semanas, sin embargo, la vanagloria se convierte en una ciénaga costosa y sangrienta” (“The Challenge of Lybia: Where Will It End?” [El desafío de Libia: ¿dónde terminará?], Marzo 26, 2011).

Lo que la Biblia señala específicamente con respecto a Jerusalén puede ser aplicado en un sentido general a todo el Medio Oriente. “Y en aquel día yo pondré a Jerusalén por piedra pesada a todos los pueblos; todos los que se la cargaren serán despedazados” (Zacarías 12:3). Claramente, el Medio Oriente continúa siendo una región peligrosa de la tierra a la hora de involucrarse en guerras, tanto internacionales como civiles.

El editorial de The Economist continúa: “Para bien o para mal, lo que ocurre en Libia afectará a su vecinos, Egipto y Túnez, que tienen más posibilidades de salir adelante. Un poco más allá, incluso Siria está comenzando a agitarse y su gobierno puede tentarse a ser tan cruel como el de Libia. Si la violencia prevalece en Libia, la oportunidad para lograr un cambio pacífico a lo largo del Medio Oriente puede desvanecerse, ya que tanto los autócratas como los manifestantes en otras partes del mundo árabe concluyen que la violencia es, después de todo, una herramienta esencial para poder salirse con la suya”.

Niall Ferguson advirtió recientemente en la revista Newsweek: “Una transición pacífica hacia una democracia al estilo occidental en el mundo árabe es, de entre todos los escenarios, el menos probable. Los resultados más esperables son (a) el restablecimiento de regímenes pasados, al estilo 1848; (b) una vuelta a prolongadas guerras civiles; (c) tomas de mando islámicas; (d) conflictos entre sunitas y shiítas en toda la región. Por cierto, (b), (c) y (d) no necesariamente se excluyen mutuamente y pueden ocurrir como una secuencia de eventos” (“The Big Dither” [La gran demora], marzo 20, 2011).

El mundo en general se encuentra en un mar de problemas, tanto naturales como causados por el hombre. Un artículo muy revelador, aparecido recientemente en The Times, nos recuerda los aprietos actuales de este planeta. Este periódico publicó las conclusiones expresadas por el ex líder del Partido Liberal de Gran Bretaña, Paddy Ashdown. Él dice: “…hay una ‘tormenta perfecta’ de cambios climáticos, incremento de la población, crisis económica, escasez de alimentos, aumento de la actividad sísmica y agitación política, que están haciendo al mundo más peligroso que nunca. ‘El número de desastres climatológicos está aumentando… Vivimos en tiempos extremadamente turbulentos. Vemos también cambios masivos en el poder. Los eventos se están acelerando’” (“Britain Needs a New Response to a Disastrous World” [Gran Bretaña necesita una nueva respuesta frente a un mundo desastroso], Marzo 26, 2011).

¿Es posible el castigo divino?

Dios dice que Él continúa siendo el testigo invisible de los problemas mundiales. Es Él quien tiene una controversia con las naciones. Nuestro Creador claramente nos dice: “Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero; que llamo desde el oriente al ave, y de tierra lejana al varón de mi consejo. Yo hablé, y lo haré venir; lo he pensado, y también lo haré” (Isaías 46:9-11; compárese con Isaías 48:5).

Como siempre, Dios permanece en su trono y en completo control de los eventos mundiales. A menos que los pueblos de la tierra realmente se arrepientan y cambien su conducta, nuestro futuro en general se ve ciertamente muy gris. “Se destruyó, cayó la tierra; enfermó, cayó el mundo; enfermaron los altos pueblos de la tierra. Y la tierra se contaminó bajo sus moradores; porque traspasaron las leyes, falsearon el derecho, quebrantaron el pacto sempiterno. Por esta causa la maldición consumió la tierra, y sus moradores fueron asolados; por esta causa fueron consumidos los habitantes de la tierra, y disminuyeron los hombres” (Isaías 24:4-6).

¿Pensamos acaso que Dios no puede corregirnos? ¿Creemos que nuestro Creador nos permitirá pisotear su santa Palabra para siempre? ¿O que él no tiene el poder para controlar a aquel “que bebe la iniquidad como agua”? (Job 15:16). Isaías también dijo: “Este es el consejo que está acordado sobre toda la tierra, y esta, la mano extendida sobre todas las naciones. Porque el Señoro de los ejércitos lo ha determinado, ¿y quién lo impedirá? Y su mano extendida, ¿quién la hará retroceder?” (Isaías 14:26-27).

El lado positivo de esta historia                

Sin embargo, todo lo anterior se refiere solo a una parte de la historia. La otra parte abarca los piadosos pensamientos y sentimientos de Dios hacia aquellos que prestan atención a Sus mensajes de advertencia, que realmente creen que Él existe y que desean seguir sus rectos caminos con fervor. Dios quiere tener una relación personal íntima y significativa con cada persona que Él llama a la salvación durante esta era de malos gobiernos humanos. Él quiere ayudar a las personas a sobrellevar y soportar con éxito las pruebas y tragedias que afligirán a esta tierra, y que se encuentran profetizadas en su Palabra.

Chris Patten, quien manejó el proceso de transición cuando Hong Kong pasó de Gran Bretaña a China, señaló en su último libro: “No hay una fórmula simple para sobrevivir, ni un plan global a la espera de ser puesto en acción, ni alguna institución que provea un compás y un capitán para el mundo” (What´s Next? [¿Qué es lo que viene?], 2009, p. 7).

Humanamente hablando, en cierto sentido él está en lo correcto. Winston Churchill dijo en cierta ocasión que existe “una mano dura en alguna parte”, quien ya tiene un plan formado y un propósito para la humanidad. Él espera pacientemente el mejor momento para intervenir activamente en los asuntos de este mundo y hacerlo entrar en razón nuevamente. Aquí es donde los seguidores de Dios en la tierra entran en juego. El Señor Jesucristo les ha dado a ellos la importante misión dual de advertir al mundo y hacer discípulos para su futuro reino (Mateo 24:24; 28:18-20).

Estos seguidores anuncian una nueva era venidera, llevando a cabo su misión en un mundo hostil que en algunas áreas esta colmado de conceptos falsos y en otras, consumido por la secularidad impía. Pero Dios manifiesta su profunda preocupación por el bienestar de ellos, sabiendo bien que el camino a la gloria eterna puede ser a veces muy difícil (Mateo 7:13-14).

A menudo promocionamos en este blog artículos destinados a estudiar las profecías bíblicas. Pero también tenemos artículos que se enfocan en ayudar a los cristianos a sobrellevar este mundo de incertidumbre, ayudándolos con el proceso de transformar sus vidas para su futuro rol en el reino de Dios.

La Palabra de Dios constituye el último tren de sensatez en este mundo. El subirse a bordo le ayudará a alcanzar el propósito que Dios tiene para usted, el de una vida eterna.

--------------------------

¿Preguntas? ¿Comentarios? ¿Más información sobre el tema? Email:todoelconsejodedios@gmail.com