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jueves, 7 de julio de 2011

¿POR QUÉ NO SE USA LA PALABRA "IGLESIA" DESPUÉS DE APOCALIPSIS 4?


Uno de los argumentos más usados por los pretribulacionistas es que la palabra “iglesia” no aparece en el Apocalipsis después del cuarto capítulo. Esto, dicen los pretribulacionistas, demuestra que el arrebatamiento ocurre antes de la apertura de los sellos. Esta forma de debatir es llamada comúnmente “argumentando desde el silencio”; esto significa que se argumenta usando la falta de información que existe en vez de hacerlo con la información dada.

Es interesante y significativo destacar que Juan, el encargado de registrar el libro de Apocalipsis, redactó también su evangelio y tres epístolas que llevan su nombre. Él no emplea la palabra “iglesia” en ninguno de esos libros. Tampoco se usa la palabra “iglesia” en ninguno de los tres pasajes clásicos del arrebatamiento a los que se refieren los pretribulacionistas: 1 Tesalonicenses 4:13-17; 1 Corintios 15:51-53; Juan 14:1-3. Tampoco, salvo por las referencias generales de los primeros versículos de 1 y 2 Tesalonicenses, ninguno de estos dos grandes libros proféticos usa la palabra “iglesia”.

Cuando comiencen los verdaderos problemas, el “trabajo de parto”, la iglesia en general tropezará y apostatará de la fe (el amor de muchos por Cristo se enfriará). En aquél entonces, no será la iglesia en general la que siga fielmente a Cristo, sino sólo los verdaderos creyentes (que en el Apocalipsis son llamados: santos, vencedores, siervos, escogidos de Dios) quienes perseverarán “hasta el fin” en medio de los difíciles acontecimientos -que se detallan en la parte medular del libro-  hasta que la señal en el sol, la luna y las estrellas acorte la Gran Tribulación del Anticristo.

Por esta razón Juan usa la palabra santos 13 veces en la parte central de su registro (véase Apocalipsis 5:8; 8:3-4; 11:18; 13:7, 10; 14:12; 16:6; 17:6; 18:20, 24; 19:8; 20:9) mientras que la palabra iglesia no se menciona en lo absoluto.

De hecho, el Apocalipsis ni siquiera se dirige a la iglesia en general, sino a los verdaderos siervos de Cristo. Es “la revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto” (Ap. 1:1). Aunque el Apocalipsis contiene severas advertencias para siete iglesias específicas acerca de lo que les pasará en los momentos de adversidad, en cada caso, Cristo separa al que “tiene oído” –su siervo genuino que escucha con cuidado lo que el Espíritu le dice– de la iglesia en general a la que Él se está dirigiendo.

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