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domingo, 16 de junio de 2024

LA SABIDURÍA DE DIOS EN PROVERBIOS CAPÍTULO 4

 

(Pr 4:23)
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PROVERBIOS CAPÍTULO 4

“Oíd, hijos, la enseñanza de un padre, y estad atentos, para que conozcáis cordura” (Pr. 4:1).

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Hijo, ¿escuchas atentamente a tu padre para aprender lo que te tiene que enseñar? Padre, ¿le enseñas a tu hijo? ¿Esperas que te preste atención? ¿Le das sabia instrucción? Todo cristiano debe escuchar atentamente las instrucciones de su Padre Celestial, y de sus ministros.

Los hijos son el regalo de Dios para los padres (Sal 127:3). Llegan sin entendimiento (Pr 22:15). Necesitan que se les enseñe e instruya, o caerán en los impulsos depravados de sus corazones malvados y/o las ideas profanas del mundo (Pr 1:8; 6:20-23).

No hubo Escritura en el mundo hasta 1532 a. de C. Ningún hombre tuvo un solo versículo de la Biblia durante 2.514 años. Toda la instrucción se transmitía oralmente, de padre a hijo. Con hombres viviendo hasta 969 años en el caso de Matusalén (Gn 5:27). La instrucción se transmitió oralmente de los abuelos a los nietos. Este proverbio es muy importante.

En 1532 a. de C., Dios entregó los Diez Mandamientos a Israel. Uno de ellos tenía adjunta la promesa de una bendición: el mandamiento de que los hijos honren a sus padres (Ex 20:12; Dt 5:16). Este honor, que se extiende a todas las edades de padres e hijos, incluye la obediencia a la instrucción paterna (Lv 19:3; Ef 6:1-3; Col 3:20). La obediencia de los hijos a los padres se impuso en esta nación justa y santa bajo Dios por medio de la pena de muerte (Dt 21:18-21).

Hijo, debes prestar mucha atención al escuchar, y obedecer las instrucciones que recibes de tu padre; especialmente del padre (Pr 23:22; 30:17). Eres necio si desprecias la enseñanza de tu padre (Pr 15:5). Cuando tienes la edad suficiente para pensar que sabes algo, tu padre ya tiene más sabiduría de la que puedes imaginar que existe en el universo.

Padre, tu deber es serio e importante. Debes instruir a tu hijo en el temor del Señor y perpetuar la verdad de Dios a través de él y de sus hijos (Pr 22:6; 29:15; Gn 18:19; Dt 4:9; 6:4-9,20- 25; Jos 24:15; Sal 34:11; 71:18; 78:1-8; Is 38:19; Joel 1:1-3; Ef 6:4). Pablo asumió que los padres exhortan, consuelan y mandan a los hijos (1 Ts 2:11).

Los ministros son padres espirituales (1 Co 4:14-15; 2 Co 6:13), que tienen el deber de ser diligentes en su enseñanza (1 Ti 4:13-16; 2 Ti 4:1-4). Y es deber de sus oyentes escuchar atentamente su instrucción y obedecerla (1 Ts 5:20; He 13:7,17).

Dios, tu Padre, te enseña por la ministración de su palabra (Lc 8:4-18), por tu conciencia (Pr 20:27), por la disciplina (Pr 3:11-12) y por el Espíritu Santo (Ef 1:17; 3:14-19). Es tu solemne deber escuchar atentamente todo lo que Él te enseña por cualquiera de estos medios.

Estimado lector, ¿eres obediente a la orden de este proverbio? Si eres un hijo, debes prestar atención a cualquier instrucción de tu padre. Si eres padre, debes enseñar y educar a tu hijo en el temor del Señor. Tanto los padres como los hijos deben humillarse para escuchar a Dios y a sus ministros.

El Señor Jesucristo escuchó todas las enseñanzas de su Padre y atendió todas sus instrucciones, porque declaró claramente que siempre hacía lo que le agradaba al Padre (Jn 8:29). Incluso cuando el deber parecía abrumador en Getsemaní, Él escuchó y obedeció la voluntad del Padre sobre la suya (Mt 26:39). Deja que Su santo ejemplo te emocione y provoque hoy.

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“Porque os doy buena enseñanza; no desamparéis mi ley” (Pr. 4:2).

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Los padres tienen un papel crucial. Son los principales maestros de la familia. Los padres perezosos o pecaminosos pesan negativamente sobre los hijos más que cualquier otro factor. Salomón fue instruido por su padre, David; y él a su vez le enseñó a su hijo. ¿Qué puedes hacer tú para edificar a los padres con este proverbio?

Los padres deben enseñar sana doctrina; deben saber que su doctrina es sana; deben decirles a sus hijos qué es bueno; deben insistir en que sus hijos mantengan íntegra esta sana doctrina. Doctrina es enseñanza e instrucción; es el conjunto de hechos y principios que se da como verdad final sobre un tema. Para ser verdaderamente sana doctrina, debe ser instrucción basada en la Biblia.

Los padres piadosos no son hombres confusos o tímidos. Saben que tienen la verdad y la sabiduría que el mundo no tiene, y se la dan con autoridad a sus hijos. Dios dijo de Abraham: “Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio” (Gn 18:19).

Moisés ordenó a los padres que enseñaran a sus hijos. Él ordenó: “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes” (Dt 6:6-7).

Josué declaró a toda la nación de Israel: “Escogeos hoy a quién sirváis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová” (Jos 24:15). Nunca se le pasó por la mente que debería consultar a la ONU, o a su mujer o hijos qué religión debería tener su familia. Él tomó la decisión por ellos. ¡Qué gran padre!

David dijo a su familia: “Venid, hijos, oídme; el temor de Jehová os enseñaré” (Sal 34:11). Esta instrucción doctrinal de padre a hijo puede tener efectos de largo alcance. “Habladlo a vuestros hijos, y vuestros hijos lo contarán a sus hijos, y sus hijos a la otra generación” (Joel 1:3). Puede guiar a cuatro generaciones, ¡o incluso a más!

¿Dónde están los padres? Un padre mundano ayuda a su novia a abortar su primer embarazo, se casa con ella después de que ella vuelve a concebir, se divorcia de ella cuando el hijo que sobrevive tiene 7 años, y durante sus fines de semana alternos con su hija con otra mujer aprueba la charla mundana de que la evolución es verdadera, el amor propio es genial, y el vegetarianismo es la sabiduría del Oriente. La elogia por declararse lesbiana a los 15 y le permite hacerse un tatuaje en la frente y perforaciones en otros lugares. Es un asesino y un sinvergüenza. Dios lo juzgará severamente por corromper el primer y más importante cargo y persona que su hija conoció en la vida. Él mismo no tiene doctrina, y le permite creer mentiras mundanas. Será una estadística más en una generación perversa.

¿Dónde están los padres? El padre cristiano típico envía a sus niños a la escuela dominical para que una mujer les enseñe la Biblia; asiste a algunos partidos de la liga infantil, bloquea los canales de adultos en la televisión, gana lo suficiente con trabajo duro para que vivan dos familias; los envía a una universidad secular, y paga grandes bodas a cristianos carnales o no creyentes. Es un soldado que abandonó su posición.

Los padres son una especie despreciada. Son degradados en la escuela, ridiculizados en la televisión, caricaturizados en las películas e ignorados en los tribunales. Son intimidados en casa por esposas autoritarias, que “necesitan decir algo”. Son el blanco de la mayoría de las bromas familiares. Los hijos aprenden a evitarlos, a conspirar contra ellos, a robarles, a anularlos y a ignorarlos.

El padre de verdad se ríe de la conspiración contra él. Tiene un oficio y un mandato de Dios, y va a hacer su trabajo con confianza y celo. No le teme a ningún hombre, menos a su mujer e hijos. Sabe que tiene más verdad y sabiduría que la junta escolar local combinada y al cuadrado. Dice audazmente: “¡Os doy buena enseñanza!”

Establece límites y reglas para los hijos a una edad temprana. Enseña cuidadosamente lo que deben hacer y lo que nunca podrán hacer. Indaga sobre sus vidas, hace seguimiento a la instrucción dada y hace cumplir su autoridad y reglas para el beneficio de la familia. Dice audazmente: “No desamparéis mi ley”; y hace todo lo que puede para imponerla.

¿Cuál es su libro de texto y manual? ¡La palabra de Dios, la Santa Biblia, las Escrituras inspiradas! Sabe que todo lo demás son meras tonterías y frivolidades, balbuceos de idiotas egoístas enamorados de sí mismos (Is 8:20; 1 Ti 6:3-5:20-21). Desprecia cualquier opinión contraria a la Palabra de Dios (Sal 119:98-100:128). Sabe que tiene sabiduría, justicia y vida para hacer grandes a los hombres y a las naciones (Dt 4:5-10; 6:24-25; 32:46-47).

¿Dónde están los pastores para dar a los padres un ejemplo santo? Han abdicado su cargo al ministro de música, al ministro de deportes y al ministro de programas de construcción. Son intimidados por la junta de diáconos y advertidos por la sede denominacional para mantener el mensaje diluido para que sea políticamente correcto y mantener así la asistencia de los no regenerados.

Los pastores son una especie despreciada. Sus héroes en la fe, hombres poderosos que proclamaron la sana doctrina, son ridiculizados como tiranos neandertales desconectados de su lado femenino, que predican una versión machista de Dios y el concepto psicológicamente dañino del infierno. Por lo general, tienen diez minutos para predicar a oyentes somnolientos con sandalias y camisetas sin mangas, ya que el teatro infantil, la danza indigenista, el rap de Jesús y la recaudación de fondos ocupan la mayor parte del servicio.

Los verdaderos pastores se ríen de la conspiración. También tienen un oficio y un mandato de Dios, y van a tocar la trompeta del arrepentimiento, la reforma y la justicia. A ellos no les importan los números, ya que saben que solo había ocho en el arca y veintitrés millones se ahogaron lentamente fuera de ella. Predicarán la Palabra intensamente, a pesar de las encuestas de mercado que muestran la demanda universal de fábulas y entretenimiento (2 Ti 4:1-4).

¿Cuál es su libro de texto y manual? ¡La Palabra de Dios, la Santa Biblia, las Escrituras inspiradas! Ellos saben que están perfectamente preparados para cualquier y todo trabajo ministerial con solo la Biblia (2 Ti 3:16-17). No son movidos por hombres o ángeles para que prediquen o sugieran otra cosa (Job 32:6-10; Gl 1:6-9; 2 Co 2:17; 4:1-2; 11:3-5,13-15) .

Lector, ¿amas la sana doctrina? ¿O eres parte del movimiento femenino para reemplazar la predicación bíblica con entretenimiento y conversación grupal? ¿Podrías estar de pie todo el día para escuchar la Palabra de Dios ser leída con claridad y en el sentido apropiado? (Neh 8:1-8) ¿Lo harías? ¿Podrías afligirte por tus pecados, pero celebrar por el gozo de la comprensión? (Neh 8:9-12) ¿Pedirías el mismo tipo de servicio los próximos siete días? (Neh 8:13-18)

¿Sabes cómo encontrar la sana doctrina? Solo está en la Biblia. Es tu deber escudriñar fielmente las Escrituras para ver si lo que escuchas es correcto (Hch 17:11). Es tu deber examinarlo todo y retener lo bueno (1 Ts 5:21). Es tu deber contender fervientemente por la fe apostólica que ha sido una vez dada a los santos de Dios (Judas 3).  

¿Sabes dónde encontrar la sana doctrina? Es solo en las verdaderas iglesias del Señor Jesucristo, que son cada vez menos cada año. ¿Puedes leer 2 Timoteo 3:1- 4:4 y reconocer que vives en los tiempos peligrosos de los últimos días, cuando la mayoría de los cristianos y las iglesias han dejado la fe apostólica por un montón de herejías mundanas y transigentes?

Padre, a tu disposición está la verdad y la sabiduría de Dios. Debes enseñarla a tus hijos; debes hacerlo con confianza y dogmáticamente; debes cumplir tu mandato. El futuro de tu familia depende de ello. Levántate y sé contado entre los hombres poderosos de Dios. No corrijas débilmente a tus hijos como Elí, sin demandar el temor del Señor. Lo perdió todo dolorosamente. Pronto estarás delante de Dios y darás cuenta de los hijos que Él te ha confiado.

Hijo, tu padre sabe más de lo que puedes imaginar. Si te enseña algo, escúchalo. Si no te enseña, pídele que lo haga. Cuando enseñe las Sagradas Escrituras de Dios y Su doctrina, ¡presta atención! Sé humilde. No abandones, olvides, descuides o ignores su ley. Hónralo por sus esfuerzos. Agradécele que te señale el camino de la salvación. Recuerda sus lecciones. Obedece su instrucción. Enseña a tus hijos lo mismo. ¡Puedes cambiar el mundo si lo haces!

Pastor, eres el embajador de Dios y guardián de su iglesia y su pueblo. Tienes sana doctrina en las Escrituras. ¡Predica la palabra! (2 Ti 4:1-4) Haz guerra con tus oyentes para derribar todo pensamiento necio contra la sana doctrina (2 Co 10:4-6). Sé fuego y martillo (Jer 23:28-30). ¡El Señor está contigo!

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Porque yo también fui hijo de mi padre, delicado y único delante de mi madre” (Pr. 4:3).

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Los hijos son una bendición, pero traen consigo responsabilidades. Si un hombre deja embarazada a una mujer, y la mujer da a luz a un bebé, y crían al niño, no han hecho nada más que lo que los animales hacen: se han reproducido de acuerdo a su especie. Un verdadero padre y madre amarán a cada hijo. Y se asegurarán de enseñarles cuidadosamente la sabiduría de lo alto.

Los padres de Salomón fueron David y Betsabé. Dios amaba a Salomón, y también David lo amó. Dios escogió a Salomón de entre todos los hijos de David para ser el próximo rey de Israel. Salomón sabía que su padre lo amaba especialmente – “Porque yo también fui hijo de mi padre” – y su padre le enseñó muchas cosas (Pr 4:1-9). El consejo de David en la coronación de Salomón fue glorioso (1 Cr 28:1-21), y su consejo en el lecho de muerte también fue muy sabio (1 R 2:1-9; 2 S 23:1-7).

Betsabé también amaba mucho a Salomón. Ella lo amó tiernamente cada minuto de su vida, a pesar de que tenía cuatro hijos. Los grandes hombres tienen tales madres, mujeres que los aman mucho y hacen todo lo posible para prepararlos para la edad adulta. Betsabé también enseñó a Salomón (Pr 1:8; 6:20; 31:1), y apeló a David por él, cuando parecía que la corona podría ser tomada por un hermano usurpador (1 R 1:11-40).

Salomón razonó acerca del gran amor que sus padres le tenían para explicar el motivo por el cual le instruyeron (Pr 4:3-9), pues quería que sus hijos comprendieran su gran deseo de enseñarles también a ellos (Pr 4:1- 2). El libro de Proverbios es principalmente el consejo paternal de Salomón a sus hijos, especialmente a su hijo. Y la aplicación práctica del amor de los padres en la enseñanza de la sabiduría es la lección que debes aprender de este proverbio.

Los animales dan a luz. Los animales amamantan a sus crías. Los animales traen a casa la comida. Los animales enseñan a sus crías a sobrevivir. Los animales ayudan en una cacería familiar. Los animales mueren y dejan una guarida familiar a sus crías. ¡Pero tú no eres un animal! Si la crianza que les das a tus hijos es principalmente reproducirlos, alimentarlos, vestirlos, enviarlos a la escuela y apoyarlos financieramente, no has hecho nada más que lo que hacen los animales. Y no has hecho nada más que lo que los padres paganos hacen por sus hijos. Dios te ha encargado mucho más.

Un hijo es un alma eterna, prestada por tu Creador. Debes enseñar a cada hijo la sabiduría de Dios: la sabiduría de Proverbios y la Biblia. La tarea escolar no es sabiduría, la gran mayoría de las tareas escolares son simplemente tonterías y bobadas. Pagar sus estudios universitarios puede ser aún peor: estás corrompiendo sus mentes y alejándolas de la sabiduría de Dios. Un título en arte es una licencia para dementes. ¡Se realista! ¡Enséñales algo de valor! David dijo: “Venid, hijos, oídme; el temor de Jehová os enseñaré” (Sal 34:11).

David y Betsabé amaban a Salomón, por eso le enseñaron la sabiduría de lo alto. ¿Amas a tus hijos? No tiene nada que ver con el sentimentalismo de proporcionarles alimento, vestido, techo y educación. ¿Los estás preparando para el éxito moral ante Dios y los hombres buenos enseñándoles el temor del Señor y la sabiduría de Dios contenida en este mismo libro?

Padre, esto no es una elección. Olvida tu cansancio físico o mental después de un día de trabajo. Las partes de cada día pueden verse como oportunidades de capacitación. Moisés ordenó a los padres de Israel que les enseñaran diligentemente a sus hijos cuando estuvieran sentados en sus casas, caminando por el camino, levantándose por la mañana y acostándose por la noche (Dt 6:4-9). Si cumples este deber con esmero y sinceridad, serás la gloria de tus hijos (Pr 17:6).

¿Qué tan serio es el asunto? ¡Vida o muerte, o infierno! La instrucción adecuada puede salvar a tu hijo de una muerte prematura o una vida disfuncional del infierno en la tierra (Pr 23:13-14). El descuido de esta instrucción te traerá vergüenza perpetua (Pr 29:15). Padre, tú controlas el destino futuro de tu hijo en este mundo (Pr 22:6,15). ¿Qué clase de destino le darás hoy?

¿Qué tan serio es el asunto? A los padres se les ordena enseñar sabiduría a sus hijos (Ef 6:4), y las viudas no deben ser mantenidas si no guardan esta parte clave de ser madre (1 Ti 5:9-10). Grandes mujeres toman en serio este trabajo y tienen hijos maravillosos, como Samuel y Timoteo (1 S 1:24-28; 2 Ti 1:3-5; 3:15). La mujer que cumple este deber con diligencia y sinceridad será alabada por sus hijos (Pr 31:28).

¿Amas a tus hijos? Entonces los reprenderás y los azotarás si es necesario, para salvarlos de la insensatez, la angustia y la destrucción en sus vidas (Pr 3:12; 13:24; 19:18; 29:17). Hazlo ahora, mientras hay esperanza. Hazlo con tiempo, antes de que adquieran malos hábitos. No te conmuevas ante su llanto. El Dios del cielo declara que odias a tus hijos si no te esfuerzas seriamente por enseñarles el temor del Señor y el conocimiento de la Biblia.

Este asunto no termina cuando tus hijos se mudan, porque los nietos también son una responsabilidad (Sal 71:18; 78:1-8; Joel 1:1-3). Son la corona de los ancianos si andan en el camino de la justicia y de la sabiduría (Pr 17:6). Un hijo necio es la calamidad y la vergüenza de toda su familia (Pr 10:1; 17:21,25; 19:13), y un nieto necio es en parte culpa de un abuelo perezoso, que no instruyó a su hijo para ser un padre piadoso.

La idea del mundo de la educación infantil es Benjamin Spock, móviles ridículos, alimentación con biberón, Dr. Seuss, Barrio Sésamo, transporte forzado en autobús al zoológico público, MTV, un teléfono inteligente a los diez años, citas a los catorce, un automóvil a los quince, una multi-fiesta a los cuatro años con gastos pagados en una guardería dirigida por personas con problemas hormonales, y una boda de gala con una persona a la que “aman”.

Su idea de la educación es una secuencia de delirios ideados por descendientes de monos que odian a Dios, desprecian la verdad, ridiculizan a los padres, se burlan de la Biblia, rechazan las oraciones, son inmorales y degenerados. Lavándoles el cerebro durante 20 años desde sala-cuna hasta una licenciatura, se gradúan en la generación más moralmente en bancarrota y socialmente disfuncional que el mundo jamás haya visto.

¿Amas a tu hijo? No midas tu afecto con los estándares de esta generación bestial; mide tu amor por el estándar de las santas e inspiradas Escrituras de Dios. Si simplemente lo has criado y cuidado con ternura, no has hecho nada más que lo que los jerbos y las mofetas hacen por sus crías. Aprende la lección de la sabiduría aquí. Enséñales el temor del Señor, la sabiduría de Proverbios, la gloria de Jesucristo, la preciosa gracia de Dios en la salvación de Sus elegidos, y la esperanza de la eternidad que cambia la vida.

¿Has tenido esos padres tú mismo? Entonces bendice y alaba al Dios de los cielos y agradece a tus padres si aún viven. Dios tuvo mucha misericordia de ti al darte buenos padres, y debes agradecérselo a Él y a ellos. Su elección fue por pura gracia y bondad, pues no te consultó a ti ni a ellos. ¡Alabado sea su glorioso y soberano nombre!

Si no tuviste tales padres, agradécele al Señor Dios por este proverbio y rompe el ciclo de crianza impía y familias disfuncionales en tu árbol genealógico. No tienes que repetir la historia y enviar a tus hijos a una vida sin amor y mal preparados. Puedes comenzar un nuevo árbol genealógico y crear un ejemplo viviente de amor y sabiduría en tu familia.

Solo hay un padre perfecto: Dios el Padre. Al ver el orfanato de la humanidad pecadora, no pudo encontrar ni uno solo que lo entendiera o lo buscara (Sal 14:1-3). Así que Él escogió adoptar a algunos por pura misericordia, pagó por ellos con la muerte de Su Hijo, creó una nueva naturaleza en ellos por Su Espíritu, y les preparó una herencia eterna en el cielo (Mt 25:34; Ro 8:29- 39; Ef 1:3-12). ¿Qué es el evangelio? ¡Las buenas noticias de esta adopción!

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“Y él me enseñaba, y me decía: retenga tu corazón mis razones, guarda mis mandamientos, y vivirás” (Pr. 4:4). 

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Aquí está el mayor regalo de un padre: ¡Sabiduría y verdad! ¿Qué le estás dando a tu familia como patrimonio que valga de generación en generación? Salomón admitió que su padre, David, le había enseñado. Entonces él les enseñó a sus hijos a continuar el traspaso del conocimiento de padre a hijo. Hizo hincapié en que una vida exitosa requiere que un hijo retenga y mantenga este conocimiento.

Nota las palabras iniciales del proverbio: “Él me enseñaba”. Salomón era el hijo predilecto de David, por lo que la instrucción que le dio David provino de un corazón amoroso que deseaba lo mejor para su hijo (Pr 4:1-4). En fiel cumplimiento de su propio papel como padre, el rey Salomón apeló a sus propios hijos para que retuvieran la instrucción de él tal como él la había recibido de su padre.

¿Cómo se perpetúa la verdad en la tierra? ¿Cuál es el mejor regalo que los padres pueden darle a los hijos? La mayor herencia que los padres dan a sus hijos es la sabiduría y la verdad, que es como ambas se conservan en el mundo. Dos pasajes de la Escritura describen cuidadosamente cuatro generaciones como la meta de todo hombre (Sal 78:1-8; Joel 1:1-3). Por lo tanto, las familias piadosas nunca deben repetir los errores de sus predecesores, y deben aumentar grandemente en sabiduría, generación tras generación.

Los padres deben ser los maestros. Esto no es una opción o sugerencia. En ambos testamentos, el padre es el maestro designado por Dios (Dt 4:9; 6:4-7; Ef 6:4). Si un hijo sigue siendo necio y avergüenza a su padre, es porque el padre no hizo bien su trabajo (Pr 22:6; 29:15). Es una vergüenza horrible que la televisión, las escuelas públicas y la presión de los compañeros hagan la mayor parte de la enseñanza hoy en día.

Los hijos como Salomón no son eventos fortuitos. David y Betsabé instruyeron a Salomón. Si bien Dios bendijo a Salomón con mucha sabiduría después de que fue rey, fue David quien le dio una base excelente desde su juventud. David vio las terribles consecuencias de descuidar a sus otros hijos, Adonías, Absalón y Amnón (1 R 1:6). David llamó a sus hijos a que vinieran a él para que pudiera enseñarles el temor del Señor (Sal 34:11).

David, en este proverbio, insta a Salomón a que haga tres cosas. Primero, que retenga la enseñanza. Haz más que escucharme. Presta atención a lo que digo, capta el significado de mi instrucción, ponte de acuerdo en tu corazón con su veracidad, medita en ello, revisa los principios y aplícalos a cada caso que veas. Recuerda la lección mediante la comprensión cuidadosa en la primera audición y mediante la revisión periódica.

Segundo, guarda mis mandamientos. No es suficiente escuchar y retener el consejo de un padre, debes aplicarlo, debes ponerlo por obra. Al igual que con la palabra de Dios, son los hacedores de la palabra los que son bendecidos, no los oyentes (Stg 1:21-25). Las reglas de los padres solo son buenas en la medida en que se obedezcan. A los hijos se les debe enseñar a obedecer, y su obediencia debe ser forzada.

Tercero, la meta y el resultado de esta instrucción es una vida exitosa. No estás leyendo sobre cosas menores aquí, ¡estás tratando con la vida, tu vida! Mantén estas reglas y vive. Vive bien. Vive con rectitud. Vive en abundancia. Crece en el favor de Dios y de los hombres justos. Esta es la buena vida. Esta es la vida bendita. Esta es la vida protegida. Esta es la vida próspera.

Hay tres hombres y generaciones en el proverbio: David, Salomón, Roboam y sus hermanos. Tú tuviste un padre y un abuelo; y es probable que tengas hijos y nietos. Se pueden identificar cinco generaciones por delante de ti con bastante facilidad. ¿Estás consciente y convencido de este importante privilegio, y estás comprometido a hacer tu parte para transferir la verdad y la sabiduría a tu árbol genealógico? Si es así, Dios te bendecirá.

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“Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no te olvides ni te apartes de las razones de mi boca” (Pr. 4:5).

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¿Qué has hecho o harás hoy para obtener sabiduría y entendimiento? Salomón exhortó a su hijo a obtener sabiduría, a recordarla y a seguirla. El gran Dios le ha ofrecido sabiduría y entendimiento a los hombres sencillos. ¿Has aprovechado la generosa oferta? Si tienes aunque sea un pequeño deseo de aprender este proverbio, eres bendito.

Hay tres instrucciones en este proverbio. Para lograr tu máximo éxito ante Dios y los hombres, debes obtener sabiduría y entendimiento; no debes olvidar la sabiduría una vez que la aprendes; y no debes desviarte de obedecerla. Estos deberes harían del hijo de Salomón un gran rey, pero también pueden hacer que tú tengas éxito en tu vida.

El primer deber es obtener sabiduría y entendimiento. El único libro de sabiduría en la tierra es la Biblia, cualquier otro documento es fuente de oscuridad (Is 8:20). Las Escrituras inspiradas son perfectas para enseñar sabiduría (2 Ti 3:14-17). Debes estar atento a esta palabra y luz más segura (2 P 1:19-21). Debe ser tu delicia diaria (Job 23:12; Sal 19:10).

Cuando Felipe le preguntó al eunuco si entendía lo que estaba leyendo, el eunuco dijo: “¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare?” (Hch 8:30-31). Felipe le predicó acerca del Señor Jesús; fue bautizado rápidamente; y siguió su camino gozoso. Dios ha dado pastores y maestros para guiarte en el entendimiento de Su palabra (Neh 8:8; Mal 2:7; 2 Ti 2:2).

Pero sin la bendición del Espíritu de Dios, ni leer la Biblia ni escuchar la predicación será de provecho. Pablo oró para que los santos de Éfeso fueran iluminados por el Espíritu de sabiduría y revelación para que conocieran las cosas de Dios (Ef 1:17-18; Sal 119:18). Dios ha prometido dar sabiduría y Su Espíritu generosamente a aquellos que se lo pidan (Stg 1:5; Lc 11:13).

Habiendo usado las Escrituras, los ministros y la oración para obtener sabiduría y entendimiento, tu segundo deber es recordar lo que has aprendido. Pablo temía por los corintios, porque se habían olvidado de su enseñanza sobre la resurrección (1 Co 15:1-2). Es tu deber meditar en las cosas que te han sido enseñadas y no dejarlas escapar (Pr 6:20-22; He 2:1-4).

Manteniendo la sabiduría en tu memoria, también debes obedecerla en tu conducta. No puedes descuidar lo que te han enseñado. Tu tercer deber es no retroceder. Debes mantener firme la fe apostólica sin vacilar y no ser movido del verdadero evangelio (2 Ts 2:15; He 10:23). Debes poner en práctica lo te ha sido enseñado, porque el oír por sí solo no agrada a Dios, y oír sin hacer es pecado (Stg 1:21-25; 4:17; Lc 8:11-18).

No existiría la Iglesia Católica Romana, la iglesia madre de las abominaciones y las iglesias falsas (Ap 17:1-6), si la iglesia apostólica en Roma se hubiera apegado a las Escrituras. El apóstol Pablo enseñó que el propósito de una iglesia local es ayudarse unos a otros a mantener la fe (He 3:12-13; 10:24-25). ¿Eres un miembro fiel y celoso en una verdadera iglesia local de Jesucristo, donde puedes ayudar a otros a aferrarse a la sabiduría y la verdad, y ellos pueden ayudarte a ti?

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“No la dejes, y ella te guardará; ámala, y te conservará” (Pr. 4:6).

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Hay una gran mujer que te protegerá del dolor y los problemas de la vida. Todo hombre la necesita. Tu vida depende de tu relación con ella. Ella es perfecta y hermosa, y está disponible para ti. No debes abandonarla una vez que la conozcas; debes amarla. Si tan sólo cumples con estas simples condiciones, ella te cuidará y hará que prosperes. Ella te guardará y te preservará del fracaso. ¿Quién es esta mujer? Es la maravillosa Señora Sabiduría.

Los hombres jóvenes piensan mucho en las mujeres, por lo que David personificó la sabiduría como mujer para llamar la atención de su hijo con esta tentadora figura retórica. Es la creación literaria de David aquí, porque Salomón acaba de describir su niñez, “Porque yo también fui hijo de mi padre, delicado y único delante de mi madre. Y él me enseñaba, y me decía: Retenga tu corazón mis razones, guarda mis mandamientos, y vivirás” (Pr 4:3-4). Salomón animó a su hijo apelando a la relación y formación que había recibido de su padre.

Entendemos que la instrucción de David a Salomón comienza en Proverbios 4:4, pero es más difícil determinar dónde termina y la continúa Salomón. Considera este maravilloso respaldo del libro de Proverbios. El ilustre David contribuyó a su valioso contenido tanto directamente al componer proverbios como indirectamente al instruir a Salomón. El hombre que descuida tal libro, que abandona a la Dama Sabiduría, está eligiendo ser un fracaso en la vida.

Los estadounidenses aprecian la idea de una gran mujer que los proteja, ya que tienen en el puerto de Nueva York la gran figura de La Libertad sosteniendo en alto su antorcha para iluminar el camino de las masas cansadas, pobres, encorvadas y sin hogar, que anhelan respirar en libertad. Ha sido un faro de libertad para millones de inmigrantes y una señal de seguridad para los soldados que regresan. Sus palabras son alentadoras; su imagen es impresionante; y la combinación es poderosa. Un lector sabio considerará las palabras de David, visualizará la metáfora y aceptará la lección.

Tu vida depende de cómo trates la sabiduría que se te ofrece. Tus padres te enseñaron sabiduría primero. Después de eso, maestros y pastores intentaron instruirte. Pero sobre todo, la sabiduría se encuentra en las páginas de la Biblia, que es donde el Dios del cielo te ha revelado las reglas para que tengas una vida exitosa y próspera, y la eternidad (Dt 29:29; Sal 19:7-11; 119:98-100,104,130; Is 8:20; 1 Ti 6:3-5; 2 Ti 3:16-17; 4:1-4).

Tomas muchas decisiones diariamente que tienen consecuencias a corto y largo plazo. La vida es como caminar por un campo minado. Un paso en falso aquí, o un paso en falso allá, te traerá pérdida, dolor y problemas. La vida es como un laberinto, perder los giros correctos te impedirá darte cuenta de lo mejor que Dios tiene para tu vida. Pero Dios te ha ofrecido una guía especial a través del campo minado de la vida y una experta a través del laberinto hasta el premio de la mejor vida posible: ¡La Señora Sabiduría!

Si abandonas la sabiduría que te ofrecen tus padres, tus maestros y la Biblia, entonces sufrirás las dolorosas consecuencias de una vida necia. Pero si mantienes y amas la sabiduría, puede liberarte de las dificultades disfuncionales con las que la mayoría de las personas viven todos los días. La lección es sencilla. ¿Qué vas a hacer con la sabiduría? ¿Qué has hecho hoy con el libro de sabiduría, la Biblia? ¿Te has humillado ante su conocimiento y verdad?

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“Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia” (Pr. 4:7).

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Aquí está la clave de Proverbios. Aquí está la clave de la vida. Estas son las palabras del rey David a su hijo Salomón (Pr 4:1-9). Explican el propósito del libro de Proverbios. Describen el mayor objetivo de tu vida: la importante búsqueda de la sabiduría y la inteligencia espiritual.

La mayoría de los hombres se distraen persiguiendo todo tipo de otras cosas. Es la locura y el problema del hombre que cualquier otra ambición compita con la obtención de la sabiduría. Es tu deber y privilegio considerar la maravillosa oportunidad de la sabiduría y buscarla con todas tus fuerzas.

La sabiduría es lo principal, lo más importante en la vida. ¿Qué es la sabiduría? Es el poder del juicio correcto: la capacidad de elegir la solución correcta para cualquier situación. Es saber pensar, hablar y actuar para agradar a Dios y a los hombres sabios a lo largo de la vida.

La sabiduría es la base para una vida victoriosa. Sin sabiduría, los hombres toman decisiones que traen dolor, pobreza, problemas e incluso la muerte. Con ella, los hombres toman decisiones que les traen salud, paz, prosperidad, éxito y vida. Tu futuro depende de tu adquisición de la sabiduría.

La inteligencia espiritual está conectada con la sabiduría, y también es una meta importante. Es el poder del discernimiento: ver más allá de lo que se ve a simple vista y reconocer las fallas o los méritos reales de una cosa. Es la capacidad de captar un asunto o situación y evaluarla correctamente.

Sin  inteligencia espiritual, los hombres son fácilmente engañados y extraviados. Sin ella, los hombres están confundidos y perplejos. Con ella, pueden ver lo que otros pasan por alto, y pueden evitar los lazos y las trampas de la insensatez y los pecados seductores. Con ella, las dificultades de la vida se vuelven bastante simples.

Aquí está el camino al éxito. ¿Qué harás con este axioma? Si descuidas la sabiduría, traerás dolor y problemas sobre ti mismo y tu familia. Si le das la prioridad a la obtención de la sabiduría y la inteligencia espiritual, disfrutarás de una agradable prosperidad. Encontrar sabiduría trae vida y el favor de Dios; descuidarla daña tu propia alma y trae la muerte (Pr 8:35-36).

El mundo gasta billones en educación, pero descuida la sabiduría y el entendimiento espiritual. Los padres se sacrifican para que los hijos “obtengan una educación”, como si fuera la meta humana más noble. No se dan cuenta de que el conocimiento sin la sabiduría y el entendimiento espiritual es peligroso, porque da una falsa confianza. ¡Un necio educado es peor que un necio ignorante! (Pr 26:12)

Poco importa quién descubrió Bolivia, o si fue descubierta. A menos que trabaje para la NASA, el cálculo tiene poca utilidad, aunque excusa un promedio de calificaciones más bajo. Regurgitar hechos que nunca usarás en el mundo real es uno de los engaños más grandes jamás vendidos. Pablo advirtió que el conocimiento secular nunca conduce a la verdad o a la sabiduría (2 Ti 3:6-7).

La sabiduría es lo principal, pero no está al alcance de ningún estado, de ninguna nación. Una licenciatura en América requiere 17 años de educación formal, pero el título se otorga sin ninguna evaluación de la sabiduría. Los currículums enumeran formalmente la educación y la experiencia profesional, pero no hay una sola línea sobre la sabiduría.

La sabiduría y el entendimiento espiritual requieren conocer y temer a Dios (Pr 1:7; 9:10; Job 28:28; Sal 111:10). Ni siquiera puedes comenzar a ser sabio sin temer y amar al verdadero Dios Creador: Jehová de la Biblia. Pero estos requisitos previos vitales y su documento fuente están prohibidos y ridiculizados en las instituciones de “educación superior” de las naciones.

¿De qué educación superior hablan los educadores? ¡Hechos irrelevantes y razonamientos estúpidos! Los hechos sin el contexto correcto y un propósito productivo son irrelevantes y distraen. Razonar sin la Primera Causa correcta y los absolutos morales es una alucinación. Estos educadores necesitan estudiar El Traje Nuevo Del Emperador, de Hans Christian Andersen.

¿Cuáles son los principales objetivos de las llamadas naciones ilustradas? ¡Placer! Lo cual no es mejor que la locura epicúrea de los griegos (Hch 17:16-34). ¡Dinero! Que es la raíz de todos los males y ahoga a los hombres en la destrucción (1 Ti 6:6-10). ¡Salud! Lo cual es bastante inútil, si tus años más fuertes se usan para extender tu vida disfuncional (Pr 13:15).

Padre: ¿Qué haces con y para tus hijos? ¿Les enseñas el poder del juicio correcto y el discernimiento correcto? ¿Tienes estas habilidades tú mismo? ¿O crees que eres un gran padre al proporcionarles tres comidas al día, algunas horas de televisión restringida y recogerlos de la práctica de fútbol después de la escuela? La vida es mucho más que eso.

Padre: La sabiduría se encuentra en la Biblia, y cualquier pensamiento contrario a ella es oscura ignorancia (Sal 119:128; Is 8:20; 1 Ti 6:3-5,20). Debes aprender la sabiduría de la Biblia, y debes enseñársela a tus hijos (Dt 6:4-9; Ef 6:4; 2 Ti 3:15). La señorita indígena de la escuela primaria no lo hará. La mayoría de los pastores e iglesias tampoco lo hacen hoy.

Padre: La sabiduría es una cosmovisión bíblica. Los hombres están ebrios de nihilismo, naturalismo, humanismo, panteísmo, y otros ismos. Tus hijos deben estar convencidos de un Dios Creador, que reveló la verdad absoluta en la Biblia, que es perfecta en todo, y contiene los hechos de Jesucristo, el diablo, el origen y el futuro del hombre, el castigo eterno y las reglas para vivir.

Padre: La sabiduría se puede ver claramente comparándola con la necedad, como lo hacen muchos de los proverbios de Salomón. Tienes oportunidades diarias en este mundo confuso y profano para identificar la necedad del hombre y mostrar la respuesta de la sabiduría, directamente de la Palabra de Dios. Es el bendito privilegio de los justos burlarse y ridiculizar la ignorancia de los necios.

Padre: Dios no te dejó sin herramientas. Él te dio una biblioteca inspirada de sesenta y seis libros que cubren todo el alcance de la sabiduría y el entendimiento espiritual. Él inspiró a David y a Salomón para que te dieran el proverbio que tienes delante de ti ahora. El libro de Proverbios debería ser un aprendizaje obligatorio para todo niño. Él también dotó y ordenó a pastores y maestros para ayudarte.

La sabiduría de Dios te demanda que rechaces tus pensamientos (Pr 18:1; Pr 3:5; 17:16; 18:2). Esto no es una actividad de medio tiempo, porque requiere la cuidadosa diligencia que exige la búsqueda de tesoros escondidos (Pr 2:1-9). Debes redimir tu tiempo para efectuar esta búsqueda (Ef 5:15-17). Sin embargo, es fácil para quien la ama y la busca con humilde prontitud (Pr 8:17; 14:6).

Que Dios bendiga a Sus hijos para simplificar sus vidas, deshacerse del ruido y la distracción innecesarios, para enfocarse en las cosas principales: la sabiduría y la inteligencia espiritual. No dejes que el mundo o el diablo te distraigan con actividades frívolas e inútiles. No te unas a la mayoría de los llamados cristianos de hoy en día que se vuelven de la verdad a las fábulas como advirtió Pablo (2 Ti 4:3-4).

El Señor Jesús creció en sabiduría y en el favor de Dios y de los hombres (Lc 2:52), las metas perfectas para ti y tu familia. En Él están escondidos todos los tesoros de sabiduría y conocimiento (Col 2:3). Dios puso a sus elegidos en Cristo Jesús y le hizo a Él sabiduría, justicia, santificación y redención para ellos (1 Co 1:30). La mayor sabiduría es creer esto y vivir así.

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“Engrandécela, y ella te engrandecerá; ella te honrará, cuando tú la hayas abrazado” (Pr. 4:8).

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La promoción y el honor en la vida son simples. El secreto del éxito está justo delante de ti. Estas no son las palabras de un vendedor codicioso que quiere completar su cuota de inscripción para un tonto programa de autoayuda: estas son las palabras gratuitas de Dios, y de dos de los reyes más ricos y sabios de Israel.

Exalta y abraza la sabiduría, y serás promovido y honrado por Dios y por los hombres. Haz de la sabiduría la meta más importante de tu vida; ama la sabiduría con ferviente aprecio y deseo, y ella te traerá grandeza. ¿Qué estas esperando?

Salomón repite aquí lo que David le había enseñado acerca de buscar la sabiduría (Pr 4:5-9). Recuerda a su propio padre enseñándole, y repite la valiosa instrucción para beneficio de su hijo (Pr 4:3-4). Que todos los padres entiendan la importancia de tal instrucción.

La meta más alta para cualquier hombre es ser como el Señor Jesucristo, quien creció en el favor de Dios y de los hombres (Lc 2:52). ¿Cómo obtuvo Él tan maravilloso éxito? Creció en sabiduría, que es la capacidad de juzgar y actuar correctamente en la vida. La sabiduría es la clave con la cual cualquier persona puede encontrar la aprobación de Dios y del hombre. La sabiduría trae promoción y honor.

Hay cuatro pronombres femeninos en este proverbio que se refieren a la Señora Sabiduría, la personificación de la inteligencia espiritual, la comprensión, la discreción y el conocimiento. Mientras Salomón advertía contra la mujer extraña (Pr 7:5-27; 9:13-18), también hablaba de la maravillosa Señora Sabiduría y de sus grandes beneficios para los hombres (Pr 1:20-33; 2:4; 3:13-18; 4:5-13; 7:1-4; 8:1-36; 9:1-5).

David, por sabiduría, tenía un corazón conforme al corazón de Dios, por lo que el Señor lo hizo rey sobre Israel, y todo Israel lo amaba (1 S 18:5,16,30; 2 S 7:8). La Señora Sabiduría lo promovió y lo honró. Los ciudadanos y los enemigos lo consideraban como un ángel (1 S 29:9; 2 S 14:17). ¿Cómo obtuvo esta gloriosa reputación? Se casó con la sabiduría (Sal 101:1-8).

David exaltó y abrazó la sabiduría. Considera bien su gran ejemplo. ¿Qué pensaba él de las Escrituras? La consideraba más valiosa que mucho oro fino y más agradable que la miel y el panal (Sal 19:10; 119:127). ¿Con qué frecuencia meditaba en la Escritura? Día y noche (Sal 1:2). ¿Cuál fue su mayor tesoro? La Escritura (Sal 119:14,111,162).

¿Dónde quería estar más que en cualquier otro lugar? En la casa de Dios (Sal 84:10). ¿Quiénes eran sus únicos amigos? Hombres temerosos de Dios que guardaban los mandamientos de Dios (Sal 119:63). ¿Con qué frecuencia oraba? Tres veces al día (Sal 55:17). ¿Cómo se acercó a Dios? En humilde autoexamen (Sal 139: 23-24). ¿Alababa a Dios? Siete veces al día (Sal 119:164).

¿Cómo puedes exaltar la sabiduría? Haz que sea tu máxima prioridad (Pr 4:7; 16:16). Búscala diligentemente como lo harías con un tesoro escondido (Pr 2:1-5; 23:23). Sacrifica cualquier cosa para conseguirla, incluso los amigos (Pr 13:20; 18:11). Ponla en práctica, sin importar lo que piensen los demás o lo que cueste (Pr 29:25; Dn 1:6). Dios y los hombres justos bendecirán tu esfuerzo y consagración.

¿Cómo puedes abrazar la sabiduría? Valórala y cuídala como un bien precioso (Pr 3:15; 8:11). Ámala más que cualquier otra cosa (Pr 4:6; 8:17,21). Desprecia y desecha todo lo que le es contrario a ella (Pr 8:13; 14:7; Sal 119:128). Evita a cualquiera o cualquier cosa que te tiente a alejarte de ella (Pr 9:6; 1 Co 15:33). Dios y los hombres justos bendecirán tu esfuerzo y dedicación.

José fue ascendido y honrado. Aunque tenía diez hermanos mayores, obedecía a su padre mejor que cualquiera de ellos. Fue vendido como esclavo, pero sirvió diligente y fielmente a su señor. Rechazó a una mujer extraña simplemente por temor a Dios, aunque a un gran costo. Se podría decir mucho más, pero ¿qué pasó? Dios lo alzó para ponerlo al lado del Faraón en el poder.

Daniel fue ascendido y honrado. Capturado, castrado y llevado a más 800 kilómetros de su hogar, a Babilonia, rechazó la religión del rey, sin importar el costo. Dijo la dura verdad incluso cuando era contrario a los deseos de los reyes. Cuando se aprobó una nueva ley religiosa, la desoyó. ¿Qué sucedió? Fue el administrador más alto del imperio más grande del mundo durante 70 años.

Si Dios y los hombres no te han promovido y honrado, humíllate y confiesa tu descuido de la sabiduría. Exáltala y abrázala en el nombre del Señor Jesucristo. Busca Su Palabra, Su iglesia y Sus santos con todo tu corazón. Entonces, la promoción y el honor vendrán.

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Adorno de gracia dará a tu cabeza; corona de hermosura te entregará” (Pr. 4:9).

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Mejora tu vida y reputación como un príncipe. Haz que la sabiduría y la inteligencia espiritual sean cruciales para ti (Pr 4:7-8). Salomón les dio a sus hijos la misma regla que su padre le había dado a él. David le había enseñado a obtener sabiduría por encima de todo y a nunca abandonarla (Pr 4:1-8).

No es de extrañar que Salomón supiera qué pedir, cuando Dios le ofreció cualquier cosa que deseara (1 R 3:5). Su padre le había enseñado bien. Sabía que la sabiduría era el bien más importante de la tierra. No pidió larga vida, riquezas, mujeres, la destrucción de sus enemigos, ni ninguna otra cosa vana. Quería sabiduría y entendimiento (1 R 3:6-10).

Debido a esta elección increíblemente prudente de Salomón, Dios le dio un corazón sabio y entendido y más grande que el de cualquier otro hombre (1 R 3:11-12). Y el Señor también le dio riquezas, honor y una larga vida como recompensa adicional por su muy sabia elección (1 R 3:13-14). Salomón fue afirmado en todos los sentidos. ¿Por qué? Porque puso a la sabiduría en primer lugar.

David sabía acerca de la importancia de la sabiduría. Después de matar a Goliat y entrar en un cargo público, la reputación de David creció rápidamente debido a su gran sabiduría en la conducción de sus asuntos (1 S 18:14-16). Comparado con el necio y profano Saúl, David era un modelo de virtud y sabiduría. El rey Saúl envidiaba a David, pero Israel lo amaba y exaltaba (1 S 18:28-30).

Padre, ¿entiendes este proverbio? Lo más importante que le puedes enseñar a tus hijos es la sabiduría, que es el poder del juicio correcto basado en la Palabra de Dios. Comienza con el temor del Señor (Pr 1: 7; 9: 10), y se basa en la palabra de Dios (Sal 19: 7-10). Es aprender a pensar, hablar y actuar como Dios lo haría, lo cual se revela claramente en las Escrituras. David, el hombre conforme al corazón de Dios, sabía cómo pensar, hablar y actuar sabiamente.

Si enfatizas la educación académica de tu hijo, lo has perdido. Si exaltas sus logros atléticos, lo has perdido. Si alabas sus éxitos financieros o profesionales, lo has perdido. Un corazón sabio y comprensivo proviene de caminar con Dios, aprender las Escrituras y aplicarlas a las situaciones de la vida. Viene de meditar, obedecer y aplicar la Biblia celosamente (Sal 1:1-3; 119:98-100; He 5:14).

¿Qué sucede si tu hijo obtiene un doctorado, juega al baloncesto profesional e invierte sus ganancias en negocios exitosos que lo hacen multimillonario? ¿Ha logrado el éxito? ¿Le has ayudado? ¡No! ¡No! Porque ninguna de estas cosas le ayudará en los asuntos importantes de la vida, ni le ayudarán a conseguir el favor de Dios y de los hombres justos (Pr 22:1; Lc 2:52).

Lector, ¿y tú? ¿Entiendes la importancia de la sabiduría y el entendimiento? Sin ellos, tendrás una vida disfuncional y morirás solo. La gracia y la gloria aguardan a aquellos que buscan diligentemente la sabiduría (Pr 1:9; 3:22; 16:16; 18:1). ¿Cómo leíste este proverbio? ¿Cómo una carga? ¿Con sólo un interés casual? ¿O con anhelo y celo? ¿Cuántos minutos de este día has dedicado a buscar la sabiduría de Dios?

No se puede engañar a las leyes del cielo. Si buscas encontrar la realización o el éxito por cualquier otro medio, te sentirás profundamente decepcionado, y toda tu vida será un doloroso experimento en vana y frustrante futilidad. Busca la sabiduría y el entendimiento de las Escrituras preservadas por Dios, y vive una vida plena y exitosa. Si no sabes cómo empezar, Dios responderá generosamente a tu oración por sabiduría (Stg 1:5).

Howard Hughes tenía dinero, mucho. Pero terminó su vida como un recluso neurótico y un idiota disfuncional. La princesa Diana tenía mucha popularidad. Pero su vida estuvo llena de soledad, dolor y confusión. Tyrus Cobb tuvo éxito atlético, mucho. Pero se pasó la vida odiando y siendo odiado. Estas vidas ejemplifican el horror de no buscar primero la sabiduría de Dios.

John F. Kennedy, Jr. tenía grandes ventajas y potencial, pero la banalidad lo detuvo. Marilyn Monroe era una estrella, pero su luz se apagó en la oscuridad. Elvis Presley fue adorado por los paganos, pero murió hinchado por las drogas en la flor de la vida. Estos pocos ejemplos persiguieron el pecado para su perjuicio. Rechazaron la sabiduría, y la vida los escupió como veneno.

David era el menor de ocho hijos; pastor de ovejas e ignorado por su propia familia cuando Samuel vino a ungir a un rey de entre los hijos de Isaí (1 S 16:1-11). Pero Dios vio su corazón y lo promovió sobre todos sus hermanos, la familia de Saúl y todos los demás hombres de Israel. David exaltó la sabiduría, y ella lo promovió. Fue amado por Israel, los filisteos  y reyes famosos (1 S18:16; 1 S 29:9; 2 S 15:18-22;1 R 5:1).

David tenía mucha más sabiduría que la que lo hacía pensar, hablar y actuar correctamente. Tenía sabiduría para ver más allá de esta vida, hacia la próxima. Vio y creyó las promesas de Dios en Jesucristo, y fue en el dulce consuelo de esa sabiduría que se durmió (2 S 23:1-5). La última medida de la locura es exaltar cualquier cosa en este mundo sin tener en cuenta el próximo. David vio a su Hijo y a su Señor, Jesucristo, como el verdadero significado tanto de la vida como de la muerte (Sal 110:1).

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Oye, hijo mío, y recibe mis razones, y se te multiplicarán años de vida” (Pr. 4:10).

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¿Te gustaría tener una larga vida? Muchos están obsesionados con la extensión de la vida, como lo demuestra el dinero y el tiempo que gastan en vitaminas, medicamentos, cirugía, dietas y programas de ejercicios. Este proverbio ofrece una larga vida, pero a pocos les interesará, porque requiere humildad y obediencia. La mayoría de la gente preferiría pagar placebos y continuar en el pecado y el orgullo.

David le enseñó a Salomón a anhelar y valorar la sabiduría (Pr 4:3-9), y Salomón le enseñó lo mismo a su hijo (Pr 4:1-2). Por el énfasis de dos generaciones, un padre y un abuelo excepcionales, quedó clara en la importancia que le dieron a la sabiduría. Entonces Salomón apeló a su hijo para que escuchara y recibiera el consejo paternal que él mismo había recibido.

Salomón dijo: “Oye, hijo mío”. Los hombres tienen problemas para escuchar consejos, porque sus propios sentimientos, pensamientos, ideas, opiniones, preferencias y metas corren ruidosamente por sus mentes tontas. Otros están demasiado ocupados persiguiendo la vanidad y no tienen tiempo para escuchar. Solo unos pocos tienen la sabiduría para hacer tiempo y cerrar su propio pensamiento ignorante para aprender del conocimiento de otros que Dios ha designado y enviado como maestros (Pr 18:1-2).

Salomón dijo: “Recibe mis razones”. Los hombres resienten la corrección, la instrucción y la reprensión, porque su orgullo les impide admitir que están equivocados. La esclavitud de la arrogancia y la vanidad condena a la mayoría de los hombres a una vida de ignorancia y fracaso (Pr 26:12,16). No pueden aprender, porque no rechazarán sus ideas para admitir que otra es más sabia. Sólo unos pocos tienen sabiduría para admitir la ignorancia y aprender de los demás (1 R 3:7; Sal 131:1-3; Jer 1:6; Mt 18:3-4).

Dios, los padres y los pastores enseñan sabiduría. Dios escribió la Biblia, una biblioteca divina de 66 libros llenos de sabiduría en diversas formas literarias. Dios da padres a los hijos desde sus primeros momentos para ayudarlos a evitar los tropiezos de la vida. Y Jesucristo ordenó verdaderos pastores para alimentar a Su pueblo con conocimiento y entendimiento (Jer 3:15). Es tu deber humillarte y temblar ante estos maestros ordenados por Dios (Is 66:2; Ef 6:1-3; 1 Ts 5:20).

Aprender sabiduría extenderá tu vida y la mejorará. Hay seguridad en la sabiduría que te protege de los peligros de la vida y del juicio de Dios y de los hombres (Pr 2:18; 3:2,16; 5:5; 7:27; 8:36; 9:11,18; 10: 2; 11:4, 19; 12:28; 13:14; 14:12, 27; 16:14, 25; 18:21; 21:6). Y hay una recompensa en la sabiduría que trae gloria y honra (Pr 3:16; 4:8-9; 22:4). ¿Aprecias completamente el valor de escuchar y recibir los dichos de tus maestros?

La sabiduría extenderá tu vida naturalmente, especialmente los dichos de este libro de Proverbios. Aquí hay advertencias contra las consecuencias que acortan la vida por los accidentes, el adulterio, la ira, la amargura, el corazón roto, la pena capital, el crimen, la depresión, la enfermedad, el divorcio, la embriaguez, la envidia, el miedo, la glotonería, el dolor, la culpa, el odio, la disfunción marital, el asesinato, enfermedades de transmisión sexual, estrés, conflictos, violencia. Es sabiduría considerar estas causas pecaminosas de muerte prematura.

Si no crees que las cosas anteriores acortan la vida física, necesitas pensar de nuevo. Algunos de estos desastres te matarán directamente; algunos te matarán indirectamente. Considera solo para empezar el enorme poder de las enfermedades psicosomáticas: colapso corporal por problemas mentales o espirituales (Pr 15:13; 17:22; 18:14). La medicina moderna confirma que una persona contenta y feliz en un matrimonio monógamo sobrevivirá a un fornicario o fornicaria.

La sabiduría extenderá tu vida sobrenaturalmente al asegurar las bendiciones de Dios y evitar Su juicio. El Dios vivo cortará la vida de los impíos (Sal 55:23; Ec 7:17), pero alargará la vida de los justos (Pr 10:27; Sal 34:11-16; 91:14-16; 128:6; 1 Ti 4:8; 1 P 3:8-12). Recuerda la recompensa de una larga vida para los que obedecen a sus padres (Ef 6:1-3). Cuando Dios está de tu lado por medio de la obediencia a Su palabra y Sus maestros, has hecho más por tu futura salud y longevidad que cualquier ejercicio o programa de nutrición.

Considera las vidas cortas de los habitantes del mundo (Gn 7:21-24), los buenos ciudadanos de Sodoma (Gn 19:24-25), Er y Onán (Gn 38:7-10), los hijos de Eli (1 S 2:25), Nabal (1 S 25:38), Ananías y Safira (Hch 5:1-11), Herodes (Hch 12:23), y muchos miembros de la iglesia en Corinto (1 Co 11:30). Esto no es para la risa, porque lo ves a lo largo del Antiguo Testamento, y lo ves incluso entre los miembros de la iglesia del Nuevo Testamento.

Salomón escribió en otra parte: “No hagas mucho mal, ni seas insensato; ¿por qué habrás de morir antes de tu tiempo?” (Ec 7:17) Es un hecho conocido que una vida dura – un estilo de vida pecaminoso – acorta la esperanza de vida. ¿Qué harás con los dichos de los maestros en tu vida? ¿Los escucharás y los recibirás y vivirás? ¿O los rechazarás y morirás?

Hijo, ¿oyes y recibes los dichos de tu padre? ¿Escuchas con gusto a tu padre y aprecias su corrección, instrucción y advertencias? ¿O estás resentido con él por ignorar tu gran experiencia y sabiduría? ¿Lo ignoras porque no está en contacto con tu mundo tonto y vano? Humíllate, o muere joven (Ef 6:1-3).

Padre, ¿le dices cosas sabias a tu hijo regularmente? ¿O simplemente traes a casa el tocino, vegetas en frente de la televisión y vives como un teleadicto? Debes enseñarle la sabiduría de Dios (Sal 34:11; Ef 6:4; Joel 1:3). Hazlo, o le acortarás años de su vida. ¿Por qué lo tuviste en primer lugar, si no vas a enseñarle a ser sabio?

El Dios del cielo ha hablado por Su palabra. ¿Oirás y recibirás Sus dichos? Él ha enviado pastores para alimentar a Su pueblo con esta palabra. ¿Oirás y recibirás sus razones? Las bendiciones naturales y sobrenaturales dependen de tu elección. ¿Cuál será? ¿Vas a vivir una vida larga y abundante? ¿O serás cortado temprano después de vivir miserablemente?

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“Por el camino de la sabiduría te he encaminado, y por veredas derechas te he hecho andar” (Pr. 4:11).

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¡Padres! Madres! Consideren a este padre seguro y noble. ¡Qué declaración! ¿Puedes hablar tan audaz y virtuosamente como Salomón sobre la instrucción que le has dado a tu hijo?

Vuelve a leer el proverbio. ¿Serás capaz de decir estas palabras al final de tu vida? ¿Puedes decirlas hoy? ¿Estarán Dios y tu hijo de acuerdo contigo? ¿Qué has hecho hoy por tu hijo? La bendición de Dios y el éxito de tu hijo dependen de ello.

¿Has enseñado a tus hijos cómo tener una vida larga y próspera? (Pr 4:10) ¿Les has enseñado cómo evitar las distracciones, los problemas y las trampas de la vida? (Pr 4:12) Madres, ustedes no están exentas de este privilegio y responsabilidad (Pr 1:8; 4:3; 6:20; 31:1-2).

El proverbio tiene tres lecciones: el deber, el contenido, y la confianza de una buena crianza y enseñanza. Lee las palabras de Salomón, ve las tres lecciones y proponte aplicar las lecciones a tu vida hoy. Debes enseñar; debes enseñar cosas correctas; y debes hacerlo con confianza.

Graduarse de la escuela secundaria u obtener un título universitario no impresiona a Dios, ni ayuda mucho a los hijos. Muchos paganos tienen títulos universitarios y la mayoría de los graduados universitarios son paganos. Solo el 1% de los santos en la historia pensó siquiera en ir a la universidad. Estas metas humanísticas y mundanas de la NEA son ajenas al Cielo y al verdadero éxito. El excelente espíritu de Daniel y la fe no fingida de Timoteo es lo que debes cultivar.

El “camino de la sabiduría” y las “veredas derechas” van en contra de la educación humanista. Estas cosas, que conducen a agradar a Dios y al hombre en la vida, ya no se enseñan. El alcance y la secuencia de las escuelas de hoy es un currículo del infierno para hacer pequeños humanistas. Padres, deben enseñar sabiduría piadosa y verdadero conocimiento en casa. El pastor no es responsable; con unas pocas horas a la semana no se acerca a la instrucción diaria de los padres fieles.

¿Tus hijos son amables? ¿Diligentes en el trabajo? ¿Con mucha energía y concentración? ¿Con carácter de primera? ¿Con sabiduría financiera? ¿Odian el pecado; llegar tarde; la injusticia? ¿Son hábiles socialmente? ¿Buenos comunicadores? ¿Considerados y generosos? ¿Conocen el evangelio? ¿Pueden dar respuestas a preguntas elementales? ¿Saben cómo resolver los problemas bíblicamente?

¿Es su palabra tan buena como el oro? ¿Son misericordiosos y perdonadores? ¿Sabios y prudentes? ¿Santos y puros? ¿Son estimados en el mundo real? ¿Se honran sus nombres? ¿Tienen amigos santos? ¿Se preocupan por los demás; incluso por aquellos que no pueden pagar de ninguna manera? ¿Sirven al reino de los cielos? ¿Están dispuestos a hacer cualquier cosa por la iglesia en cualquier momento?

Padre, ¿tienes confianza como el padre en este proverbio? Dios no te dio la verdad para que te disculpes por ella o la minimices. Lee Job 32 y ve la confianza piadosa del joven Eliú. Debes ser audaz, dogmático y crítico, porque Satanás y el mundo están aumentando sus esfuerzos para oponerse a ti y destruir la verdad. Tienes respuestas únicas y definitivas, y debes comunicarlas. Debes rechazar todo lo que las contradiga (Sal 119:128; Is 8:20).

Padres, ¿qué le darán a su familia esta noche? Lean un capítulo de Proverbios y explíqueles un versículo. Uno de esos pequeños puntos cada día pronto formará una montaña de sabiduría. Si no creen esto, miren las hormigas en el jardín (Pr 6:6-11). Si lo hacen todos los días, podrán hablar con valentía como Salomón. Es para la bendición de Dios y el éxito de vuestros hijos.

La lección aquí no es una sugerencia para los padres, es un mandamiento (Ef 6:4). Que cada hombre cumpla con su encargo del Cielo, y que vea el futuro con los ojos de la fe. Una semilla piadosa para la gloria de Dios, la defensa de la fe y la felicidad de tu familia bien vale la pena. Considera el deber, el contenido y la confianza de enseñar, ¡y hazlo!

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Cuando anduvieres, no se estrecharán tus pasos, y si corrieres, no tropezarás” (Pr. 4:12).

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¿Llevas grilletes o trabas a lo largo de la vida que te impiden alcanzar el éxito? ¿Tropiezas y te caes con los obstáculos con que te topas, terminando con dolor y problemas? Hay una mejor manera de vivir: una vida sin trampas y con un camino claro para un progreso fácil y rápido.

Salomón dio consejos paternales a su hijo para salvarlo de las dificultades de la vida (Pr 4:10-11). La sabiduría tiene un valor increíble (Pr 4:1-9). Debido a que hay dificultades en la vida, necesitas sabiduría e instrucción para salvarte de ellas. Es hora de que aprecies más la sabiduría de lo alto.

Considera el proverbio. Si obtienes la sabiduría, tus pasos no serán titubeantes cuando vayas por la vida. Los pasos estrechos del proverbio describen una vida dura que está limitada, restringida o atada a disfrutar lo mejor en placer y prosperidad. Así como una camisa de fuerza ata y evita que una persona se mueva, la necedad natural ata y evita que una persona goce y tenga éxito.

Una gran vida, una vida verdaderamente exitosa, solo se puede tener a través de la sabiduría, por lo que David le enseñó a Salomón que la sabiduría es lo más importante (Pr 4: 7-9). Prometió que la sabiduría le traería a su hijo promoción y honor, si él la exaltaba y la abrazaba. Pablo enseñó de manera similar al decir: “Gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento” (1 Ti 6:6).

Si un hombre elige seguir siendo necio, se perderá una vida próspera o exitosa. Su insensatez dañará sus relaciones, de modo que su matrimonio y sus hijos serán quejumbrosos y problemáticos. Si no trabaja sabiamente, nunca avanzará mucho en su profesión. Vulnerable a estafas financieras y malas inversiones, derrochará el poco dinero que gana. Amante del sueño y los placeres tontos, siempre estará atrasado financieramente y sintiéndose desesperado.

¿Qué es correr sin tropezar? Es progresar rápidamente a lo largo de la vida, sin toda la adversidad, el dolor y los problemas que los necios sufren durante sus vidas. Todo hombre encontrará obstáculos en la vida, pero la sabiduría salvará al hombre prudente de la mayoría de ellos. No tropezará ni caerá en las dificultades como el necio. No será avergonzado como otros.

La vida es corta y solo la sabiduría te salvará de los problemas que pueden arruinar tu vida. Los hombres necios encuentran que la vida es como un seto de espinos, muy difícil de atravesar (Pr 15:19). Es un axioma de la existencia humana que los necios tendrán una vida dura (Pr 13:15). Sin sabiduría, el hombre no tiene luz que lo oriente, y tropezará con las vicisitudes de la vida (Pr 4:19).

Si un hombre elige ser un necio, está pidiendo miseria y dolor (Pr 8:36). Los amigos pueden inducirlo a cometer un crimen, y entonces es un delincuente de por vida. Una mujer extraña, que luce muy bien, puede arruinar su matrimonio y su reputación. Un charlatán puede engañarlo para que renuncie a un trabajo real por una estafa financiera. Amigos vagabundos pueden llevarlo a la bancarrota por deudas que él deberá luego pagar.

La sabiduría trae la promoción al honor y la seguridad de los problemas (Pr 4:1-11). ¿Qué más quieres? ¿Dónde puedes encontrar sabiduría? ¡En la Biblia, en los padres, en los pastores y en los sabios consejeros! ¿Cuáles son las condiciones? Debes humillarte para recibir corrección e instrucción de ellos, y debes aplicarte para poner por obra lo que aprendes.

Si un hombre se humilla ante la Palabra de Dios y sus maestros, y si acepta y aplica sus instrucciones, entonces el gran Dios lo guiará, protegerá y prosperará (Pr 10:17; 13:18; 14:27; 15:32; Sal 32:7-11; 34:11-22; 128:1-6). ¡El camino de los justos es bendito! ¿Por qué elegirías otro? Humíllate hoy, y acércate dócilmente a las Escrituras y a sus maestros para dar pasos seguros y caminar por la mejor senda de la vida.

Debes asistir a y participar en una iglesia local (He 10:23-25). Pero, ¿qué iglesia elegirás? Algunas se especializan en cargar a los hombres como los fariseos de antaño (Mt 23:1-4). Otras se especializan en la adoración contemporánea y la vida carnal para atraer multitudes, pero eso también traerá el juicio de Dios (Jud 1:4). Una verdadera iglesia de Jesucristo te enseñará que Su yugo es fácil, Su carga ligera, y que le dará descanso a tu alma (Mt 11:28-30; Jer 6:16).

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“Retén el consejo, no lo dejes; guárdalo, porque eso es tu vida” (Pr. 4:13).

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La instrucción es tu vida. Todo lo que sabes lo tuviste que aprender. Todo lo que necesitas saber lo debes aprender. Todo lo correcto y verdadero que aprendas debes mantenerlo en un lugar seguro. Tu vida depende de ser corregido del error y enseñado en la verdad para saber vivir.

Si amas y retienes la instrucción para obedecerla, serás bendecido; si la ignoras o la rechazas, serás maldecido. (Sal 50: 16-17; Pr 6:23; 8:32-36; 15:32) Aprender sabiduría debería ser más importante para ti que cualquier otra cosa que puedas desear. (Pr 3:13-14; 8:10; 16:16; 23:23)

No puedes saber nada sin que te lo enseñen, lo que significa debes humillarte ante los maestros; ya sea Dios, tus padres, los pastores u otros siervos del Señor. Un hombre sabio anhela la instrucción para poder ser más sabio (Pr 1:5; 9:9; 19:20). Los necios la desprecian para su ruina (Pr 12:1; 13:18). Cuando encuentres buenos maestros, aprende todo lo que puedas de ellos (Pr 18:1; Hch 10:33).

“Toma el salvavidas y no lo sueltes. ¡Puedes hacerlo! ¡Puedes vivir!” Si te estuvieras ahogando en el mar, ¿obedecerías estas palabras de un marinero en un bote de rescate? Lo harías, porque las consecuencias de no obedecerlas sería una muerte segura. Lo harías, porque sujetar un salvavidas es un precio muy bajo a pagar y un esfuerzo muy fácil de hacer para salvar tu vida.

Puede que nunca te enfrentes a ahogarte en el mar, pero te enfrentarás a ahogarte en el mar de la vida, cuando las tormentas de un mundo necio y pecaminoso te afecten. Solo siguiendo las instrucciones sobrevivirás a la tormenta. Dios te ha instruido por medio de padres, pastores y su Palabra. ¿Te has aferrado a esta enseñanza para salvar tu vida? (Pr 3:18,22; Ec 7:12; Dt 32:45-47)

El proverbio te enseña cómo escuchar la instrucción. Debes captar con comprensión lo que escuchas y no dejar que se escape. La instrucción de la sabiduría es lo que te salvará de los dilemas y peligros de la vida. Debes sujetarla fuerte y no soltarla. Debes retener lo que aprendes. Debes recordarla. No la vendas por ningún precio (Pr 23:23).

El Señor Jesús describió a los buenos oyentes como aquellos que le prestan atención a sus dichos y edifican sus vidas sobre ellos (Mt 7:24-27). Habló de dos hombres, uno que edificó su casa sobre la arena, y otro que edificó su casa sobre la roca. Las tormentas destruyeron la casa construida sobre la arena, pero la construida sobre la roca resistió fácilmente la tormenta. ¿Qué haces con la instrucción, estimado lector?

¿Cuánto te han enseñado tus padres y pastores a lo largo de los años? ¿Cuánto de eso has retenido? ¿Lo has perdido y necesitas escucharlo de nuevo? ¿Cometes los mismos errores una y otra vez? ¿Puedes aplicar rápida y fácilmente las enseñanzas previas a las situaciones que encuentras en la vida? ¿Puedes defender lo que crees? Aquí está la lección: tu vida depende de la retención y la aplicación de la instrucción que se te da. ¡Sé un buen discípulo!

Cuando seas instruido, retén esa instrucción firmemente. No la dejes escapar. Asegúrala en tu mente de tal manera que siempre la tengas presente. Consagra tu vida a este fin. Aprende de tus maestros, y no olvides sus sabias palabras. ¿Pruebas, revisas y reflexionas sobre la enseñanza recibida? ¿La analizas y meditas en ella hasta que se hace parte de tu alma y de tu ser? Si no, ¿por qué no? ¡Es para tu vida!

¿Por qué los padres, pastores y otros maestros deben usar tanta repetición? La mayoría de los oyentes son perezosos, obstinados y se distraen con facilidad. No aprecian la instrucción y, por lo tanto, no se esfuerzan ni dan los pasos necesarios para mantenerla. El aprendizaje efectivo requiere atención, sumisión, retención y aplicación.

Amigo, ¿te gusta que te corrijan y te digan cómo vivir? ¿Puedes rechazar tus propios pensamientos para considerar los pensamientos de los sabios? Mídete a ti mismo con estas preguntas. ¡Esto es instrucción! Es conocimiento y reglas por las cuales puedes salvar tu vida. Pero solo benefician a quienes las retienen. Es para tu vida. Ama la corrección y la instrucción.

La instrucción es una gran bendición del cielo, porque la mayoría de los hombres se han quedado sin ella por el juicio soberano del Dios vivo y verdadero. (Sal 147:19-20; Is 44:9-20; Mt 10:6; 15: 24; 13:9-18; 2 Ts 2:9-13) Dios dice de Sus ministros “hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas” (Ro 10:15).

Todas las iglesias de hoy mantendrían la doctrina apostólica perfecta, si los miembros de la iglesia hubieran retenido la instrucción que les dieron los apóstoles. Pero los hombres dejaron escapar esas cosas preciosas y ahora miles de errores se enseñan en nombre del cristianismo. Esto había sido advertido oportunamente. (Mt 13:1-58; 2 Co 11:3-4; 1 Ts 5:21; 2 Ts 2:15; Jud 1:3)

Con suerte, la mayor parte de la instrucción que has recibido proviene de la Biblia. Es una biblioteca divina de sesenta y seis libros inspirados por Dios para instruirte completamente en todo lo que necesitas para el tiempo y la eternidad (2 Ti 3:16-17). Esto es especialmente cierto del libro de Proverbios (Pr 1:1-7; Ec 12:9-11). ¿Cuánto enfatizas aprender y obedecer la Biblia, ya que tu vida depende de ello? (Sal 19:7-11; Stg 1:21-25) ¿Qué harás con la Biblia hoy?

Si la caída de la verdad en el Antiguo Testamento trajo juicio, ¿cuánto más merece la caída de la verdad del Nuevo Testamento? (He 2:1-4; 10:26-31; 12:25-29; Ap 2:14-16) Puesto que solo Jesucristo tiene palabras de vida eterna, te pregunto: ¿las has retenido? (Jn 6:68) Ya que la Biblia puede hacer perfecto al hombre de Dios, ¿estás guardando su verdad en tu vida?

El Señor Jesús dijo que a quien mucho se le ha dado, mucho se le demandará (Lc 12:47-48). Si has tenido padres y/o pastores piadosos que te han instruido bien, serás juzgado de acuerdo con esta bendición de instrucción. ¿La has retenido y guardado para la salvación de tu vida? En el gran Día del Juicio, Dios examinará cómo respondiste a la instrucción que te dio.

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“No entres por la vereda de los impíos, ni vayas por el camino de los malos” (Pr. 4:14).

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La maldad es es algo despreciable. Tú lo sabes. Pero también sabes que debes evitar la amistad con personas impías, y debes rechazar su estilo de vida. Salomón advirtió a su hijo contra los malos amigos y sus hábitos, porque lo quería en el camino de la sabiduría y en las sendas de la justicia (Pr 4:10-13).

El camino de los impíos es peligroso y sin esperanza (Pr 4:16-19). Mantente alejado de él (Pr 4:15). No puedes abrazar a la Señora Sabiduría y disfrutar de sus beneficios mientras caminas con los pecadores. El verdadero éxito y la prosperidad es rechazar a los amigos mundanos y su estilo de vida perdedor.

Esta simple regla es crucial, especialmente para los jóvenes, porque son más susceptibles a las malas influencias por la presión de grupo. Son más impresionables por lo que ven en la televisión, que no es más que el glamour del camino de los malvados. Son más vulnerables a las insinuaciones y sutiles instrucciones de los falsos maestros. ¡Esta simple regla es crucial!

“No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres” (1 Cor 15:33). Esta es la advertencia de Pablo acerca de los falsos maestros en Corinto que negaban la resurrección de los muertos. ¿Por qué la advertencia sobre el engaño? La mayoría piensa que puede resistir la seducción de personas impías. Otros piensan que pueden influenciar a los hombres impíos a la piedad. Ambos están equivocados. No te dejes engañar.

David lo expresó de esta manera: “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado” (Sal 1:1). Esta regla habría salvado a Lot (Gn 13:10-13), a Dina (Gn 34: 1), al mismo Salomón (1 R 11:1-10), a Josafat (2 Cr 18:1-3; 20, 35-37; 21:1-6), y a Pedro (Mt 26:58). ¿Y a ti?

Ni siquiera entres en el camino de los impíos. Pero si te encuentras allí, no sigas adelante con ellos. ¡Sale! ¡Ahora! ¿Estás comprometiendo esta regla crucial? ¿Dónde haces ejercicio? ¿Te casarás solamente en el Señor? ¿Qué escuela has elegido? ¿Qué tan justos son tus amigos? ¿Qué lees? ¿Puedes evitar un equipo deportivo dudoso para tus hijos? ¿Qué música y programas de televisión eliges? ¿Hay algún familiar que debas evitar?

Dios se toma en serio la separación de los impíos (Pr 9:6; 13:20; 14:7; 22:24-25; 2 Cr 19:2; Sal 101:3-8; Ro 16:17-18; 1 Co 5:1-13; 2 Co 6:14-17; Gl 1:6-9; Ef 5:11; 2 Ts 3:6; 1 Ti 6:5; 2 Ti 3:5; Tit 3:10-11; Stg 4:4; Ap 18:4). No puedes salir del mundo (1 Co 5:9-10), pero no debes conformarte a él (Ro 12:1-2; 1 Jn 2:15-17). Todo lo que hay en el mundo desde un punto de vista moral, de estilo de vida o de cosmovisión, está en contra de Dios.

¿Cuál es el estilo de vida moral de los impíos? Hábitos y preferencias que promueven el pecado. Puedes juzgar las actividades y los lugares por quienes los usan. Sin analizar directamente la música rock-n-roll, sus artistas, productores y oyentes la condenan, porque generalmente son impíos. No hay razón para estudiar los clubes nocturnos; aquellos que los construyen y los usan aman las tinieblas.

¿Cómo puedes orar: “No nos dejes caer en tentación”, pero descuidar: “Velad y orad, para que no entréis en tentación”? ¿Necesitas amigos? Entonces haz de ellos hombres buenos que te alienten a la piedad (Pr 13:20; Sal 119:63,79; Tit 1:8). Una verdadera iglesia de Jesucristo proporcionará más amigos con influencia piadosa de los que puedas amar y servir correctamente.

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“Déjala, no pases por ella; apártate de ella, pasa” (Pr. 4:15).

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Los amigos te beneficiarán o te corromperán. Si eliges amigos mundanos, te corromperán. Si te permites tener relaciones mundanas innecesarias, no serás sabio ni justo ante Dios.

Salomón advirtió a su hijo con el consejo que le dio su padre David (Pr 4:1-9). Dios registró esta sabiduría invaluable de dos reyes para ti. El proverbio anterior sigue esta advertencia: “No entres por la vereda de los impíos, ni vayas por el camino de los malos” (Pr 4:14).

Los amigos mundanos te corromperán, así que aléjate de ellos. Ni siquiera debes acercarte a ellos. El proverbio trata sobre la senda de los hombres mundanos: “Déjala, no pases por ella; apártate de ella, pasa” (Pr 4:15). Rechaza a los hombres mundanos excepto para las necesidades utilitarias.

¿Puedes ver y escuchar la advertencia? Salomón la repite de cuatro maneras. El estilo de vida de los impíos debe evitarse estrictamente (Pr 4:14). No los sigas. No aprendas sus hábitos. No te hagas amigo de ellos. Rechaza su sociedad. Ve por una senda sabia y recta (Pr 4:11-13).

Los buenos padres se preocupan por la presión de grupo que enfrentan sus hijos, y no fue diferente para Solomon. Le dijo a su hijo que anduviera por el camino de la sabiduría y por las sendas de la justicia (Pr 4:11-13), y le advirtió contra el camino de los impíos y el camino de los hombres perversos (Pr 4:14-15).

Muchos excusan su pecado diciendo: “¡Pero todos lo hacen!” La sabiduría responde: “¡Eso prueba que está mal!” Este mundo pecador es malvado (1 Jn 2:15-17; 5:19). El Señor Jesús dijo que las cosas que son más estimadas por este mundo son abominación ante Dios (Lc 16:15). Y seguir a la multitud en el pecado y el compromiso moral está específicamente condenado (Ex 23:2).

Considera la elección de palabras por parte de Dios y Salomón para este simple proverbio. “Déjala”, esto es, mantente alejado de ella, no tengas nada que ver con ella, evítala. “No pases por ella”, mantente a una distancia segura, no te acerques, elige otra senda, en otra dirección.

“Apártate de ella”, es cambiar de dirección cuando te das cuenta de que te estás acercando a la senda del pecado, es renunciar a ella y alejarte. “Pasa”, es seguir alejándote, es poner distancia entre tú y la vereda o senda señalada. Estas palabras inspiradas enseñan cómo debes rechazar el estilo de vida y las ideas de los hombres inicuos.

El Señor Jesús les dijo a sus seguidores que entraran por la puerta estrecha y anduvieran por el camino angosto que lleva a la vida (Mt 7:13-14). Así como una camisa de fuerza es restrictiva, apretada y difícil de quitar, el camino de la sabiduría es restrictivo, apretado y difícil. Los pocos que lo deseen deben esforzarse por el arrepentimiento sincero y la transformación de sus vidas (Mt 11:12; Lc 16:16; Ro 12:1-2; 2 Co 5:17).

El Señor Jesús les dijo a sus seguidores que evitaran la puerta ancha y el camino espacioso que conduce al mundo a la destrucción y al infierno. Aunque atractivos y populares, fáciles y cómodos, los verdaderos santos de Dios ni siquiera se acercarán a estos caminos (2 Co 6:14-17). Eligen la justicia, la verdad y la sabiduría en cada oportunidad; y eligen como amigos a los que hacen lo mismo.

David escribió que un hombre bendecido por Dios, un hombre verdaderamente piadoso, no andará en el consejo de los malos, ni se detendrá en el camino de los pecadores, ni en la silla de los escarnecedores se sentará (Sal 1:1). Él no tendrá nada que ver con ellos. Desprecia sus pensamientos y sus vidas. David hizo esta elección en su propia vida y detalló la clase de hombres que rechazó (Sal 101:3-8).

Los hombres piadosos saben que la amistad con este mundo es convertirse en enemigos de Dios, porque este mundo es Su enemigo (Stg 4:4). La Biblia a menudo compara y describe la amistad con este mundo como adulterio, fornicación o prostitución contra Dios, porque estás coqueteando o amando al enemigo de Dios. Hay una gran diferencia y oposición entre los hombres piadosos y el mundo (Pr 29:27).

Existe una antigua y fuerte enemistad entre los malvados y los justos. Estaba allí en el principio; estará allí al final. Los justos odian a los impíos; los impíos odian a los justos. Son contrarios unos a otros, y nunca harán las paces. No menor que la enemistad entre Dios y Satanás es el odio que existe entre los justos y los impíos (malvados).

Los justos odian a los malvados, porque no pueden soportar su espíritu vil y sus acciones; su odio es contra los hombres impíos y sus malas acciones. Y los impíos aborrecen a los justos por sus buenas obras; su odio es contra los hombres buenos y sus buenas acciones. El conflicto es entre el bien y el mal, Dios y Satanás, la santidad y la maldad, los santos y los pecadores.

Eres vulnerable a las opiniones e influencias de los demás. Pablo advierte: “No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres” (1 Co 15:33). No te engañes pensado que puedes resistir el estilo de vida o la filosofía del mundo, ¡no puedes! Tienes que alejarte de ellos. Debes odiar su necedad y su amistad por igual. Ve en la otra dirección. ¡Sálvate!

Salomón también escribió: “El que anda con sabios, sabio será; mas el que se junta con necios será quebrantado” (Pr 13:20). Esta es una sabiduría simple pero crucial. ¿Evitarás a las personas insensatas y malvadas con todas tus fuerzas e ingenio? También escribió: “Cesa, hijo mío, de oír las enseñanzas que te hacen divagar de las razones de sabiduría” (Pr 19:27).

Si verdaderamente deseas ser sabio y caminar con Dios en este mundo, debes elegir el camino de la justicia y limitar tus amigos a aquellos que también temen a Dios (Sal 119:63). Puede que tengas pocos amigos aquí, pero estás unido a una gran compañía de ángeles y hombres justos que te esperan con el Señor Jesús en el cielo (He 12:22-24). ¡Créelo! ¡Alégrate!

¿Dónde estás comprometiendo la sabiduría de este proverbio? ¿Dónde estás corriendo el gran riesgo de ser llevado al pozo negro de la locura y el pecado del mundo? ¿Es en el trabajo? ¿En la escuela? ¿En el vecindario? ¿En una iglesia mundana? ¿En los programas de la televisión que ves? ¿La música que eliges? ¿Los materiales que lees? ¿Los lugares donde compras? Examina tu vida.

Algunos excusan a sus amigos mundanos diciendo que no tendrían amigos si esperaran a amigos justos y sabios. La sabiduría responde que sería mejor no tener amigos. Al menos sin amigos, la verdad, la sabiduría y la justicia que Dios te ha enseñado estarán a salvo. Noé, José, Elías, Daniel y otros tuvieron pocos amigos, y prosperaron mucho.

Pero hay amigos piadosos y sabios con los que puedes tener momentos maravillosos de compañerismo en torno a las cosas más grandes del universo. Se encuentran en las verdaderas iglesias de Jesucristo, pequeñas congregaciones de almas piadosas esparcidas por todo el mundo. Ser un portero entre ellos es mejor que cualquier posición mundana (Sal 84:10).

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Porque no duermen ellos si no han hecho mal, y pierden el sueño si no han hecho caer a alguno” (Pr. 4:16).

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Los amigos impíos te destruirán. Si quieres crecer en sabiduría y piedad, debes evitar los compañeros necios. Pablo escribió, “las malas comunicaciones corrompen las buenas costumbres” (1 Co 15:33). Salomón advirtió sobriamente a su hijo que se mantuviera alejado de los hombres impíos (Pr 4:14-15). Sus corazones están dominados por el pecado y sus pensamientos dedicados a él (Pr 4:16-17).

El bien y el mal son opuestos, y los hombres buenos y los hombres malos también son opuestos. Son enemigos perpetuos (Pr 29:27). Los hombres sabios y justos eligen vivir vidas exitosas, y Dios los bendice con luz (Pr 4:18). Los hombres necios y malvados viven en tinieblas, tropezando en una vida disfuncional por la ceguera de corazones arrogantes e ignorantes (Pr 4:19).

Hay dos tipos de personas en la tierra: los justos y los impíos. Si bien los malvados pueden realizar actos externos que parecen buenos, esos actos provienen de un corazón que es solo malo a los ojos de Dios (Sal 14:1-3; Ro 3: 9-18). Mientras que los justos a veces pueden vivir neciamente, sin embargo, tienen un corazón justo que está afligido por el pecado (Sal 73:16-22; 2 P 2:7-8).

Este proverbio y el siguiente son la advertencia de Salomón sobre el carácter depravado de los hombres malvados (Pr 4:16-17). La impiedad y la maldad son más importantes para ellos que el sueño. No pueden descansar ni estar contentos a menos que hayan corrompido o lastimado a otros. La maldad y la violencia son su pan y su vino. ¡Deben comerlos todos los días para saciar su hambre!

No hay hombres neutrales. Los hombres justos son los seguidores de Jesucristo y la piedad, y los malvados son los esclavos cautivos de Satanás y del pecado. Los hombres o basan sus vidas en los términos absolutos de la Biblia, o las basan en las mentiras del mundo recibidas del diablo. Es este gran antagonismo lo que hace que los amigos mundanos sean imposibles para los cristianos dedicados.

Las organizaciones de este mundo como la ONU y otras similares, están dedicadas al derrocamiento del cristianismo bíblico. Trabajan día y noche para el mal y para hacer que los hombres caigan de la justicia y la verdad. No pueden dormir hasta que se deshagan de Jesucristo, de sus discípulos y de su doctrina. ¡Toma una posición firme sobre cualquier tema de la Biblia y defiéndelo!

Debes medir a tus amigos y asociados cuidadosa y estrictamente y rechazar a aquellos que no cumplan con los altos estándares de Dios, como lo hizo David (Sal 15:4;101:3-8;119:63,79). Y Salomón enseñó lo mismo (Pr 9:6; 13:20;14:7;19:27). Algunas de estas amenazas pecaminosas para tu éxito pueden ser miembros de tu propia familia, pero el ADN y los lazos de sangre terrenales importan muy poco a Dios o a los verdaderos discípulos (1 S 23:17; 2 Cr 15:16; Mt 10:34-37; Lc 14: 25-33).

El Dios del cielo y el más sabio de los hombres te mandan a evitar el mundo, a rechazar sus opiniones, a despreciar su estilo de vida y a odiar sus ofertas (Sal 101,3-8; Ro 12,1-2; 2 Co 6,14-18). ; Ef 5:7-13; Stg 4:4; 1 Jn 2:15-17). Por sutil que sea la insinuación o seductora la tentación contra la autoridad absoluta de la Biblia, debes apartarte con todas tus fuerzas para no ser corrompido por los impíos (1 Co 15:33; 1 Ti 6:3-5; 2 Ti 3:1 -5).

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Porque comen pan de maldad, y beben vino de robos” (Pr. 4:17).

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Algunas personas se alimentan de la maldad. Es su dieta. Se ponen ansiosos e irritables, cuando no pueden pecar y lastimar a otras personas. No tienen placer en la justicia, porque no satisface sus ansias de maldad y daño. Inventan cosas malas, porque sus mentes siempre están trabajando para aprovecharse de los demás (Ro 1:30). El mundo tiene mucha gente así, y un hombre sabio hará grandes esfuerzos para evitarlos a ellos y a sus caminos (Pr 4:14-17).

La Biblia es un libro que a menudo usa figuras retóricas y palabras en sentidos secundarios. Es un libro espiritual, pero a menudo se expresa con palabras naturales. Hay dos metáforas en el proverbio, que se pueden convertir en símiles. El proverbio entonces dice: “Cometen iniquidades como comer pan, y aman la violencia como beber vino”. El proverbio anterior indica que se debe elegir esta forma de interpretación (Pr 4:16).

El corazón de un hombre malvado nunca está contento: espera con ansias su próximo pecado. No puede descansar ni dormir contento, porque le gusta cometer actos impíos y hacer caer a los demás (Pr 4:16). Su naturaleza anhela la iniquidad y la tribulación, como otros hombres anhelan el pan y el vino. Su apetito, heredado de Adán, es por el pecado y la rebelión, no por la justicia y la paz. Los impíos se descarrían desde que nacen, hablando mentiras (Sal 58:3; Ro 3: 9-19).

¿Qué causa tal depravación? Los hombres nacen a semejanza de su padre Adán (Gn 5:3). Nacen muertos para con Dios, pero vivos para con el diablo (Ef 2:1-3). Él fue un destructor y asesino desde el principio, y ellos siguen su ejemplo e impulsos (Jn 8:44). Son necios enamorados de la malicia y la perversidad; son aborrecibles y se odian los unos a los otros (Tit 3:3). Están más allá de los sentimientos y persiguen con avidez la lascivia (Ef 4:17-19).

David amaba a Salomón, y Salomón amaba a Roboam. Ambos padres exhortaron a sus hijos a adquirir sabiduría, porque es la adquisición más importante en la vida y traerá muchas bendiciones a sus vidas (Pr 4:1-13). Fueron más allá y advirtieron estrictamente sobre el grave peligro de tener malos amigos o compañeros (Pr 4:14-17). David y Salomón sabían que los malos amigos podían fácilmente corromper las buenas costumbres de sus hijos (Pr 9:6; 13:20; 1 Co 15:33).

¿Cuál es la lección? ¡Mantente alejado de esas personas! Considera las palabras de Salomón. Él escribió: “No entres por la vereda de los impíos, ni vayas por el camino de los malos. Déjala, no pases por ella; apártate de ella, pasa” (Pr 4:14-15). ¡Mira sus palabras! No hay lugar para ningún compromiso con este tipo de personas malvadas. Ni siquiera puedes acercarte a ellos. Debes ser intolerante con ellos, sus ideas y sus prácticas. Corromperán tus buenas costumbre y te llevarán a la destrucción y al infierno con ellos. ¡Mantente alejado!

Lector, no eres diferente de estas almas malditas por naturaleza. Tú naciste como ellos y viviste como ellos, hasta que naciste de nuevo por la gracia y el poder de Dios (Ef 2:1-3; Tit 3:3-7). Elifaz dijo de ti y de todos los hombres: “He aquí, en sus santos no confía, Y ni aun los cielos son limpios delante de sus ojos; ¿Cuánto menos el hombre abominable y vil, que bebe la iniquidad como agua?” (Job 15:15-16). Solo el Señor Jesucristo puede salvar a un hombre de su naturaleza horriblemente depravada (Ro 7:24-25).

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“Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto” (Pr. 4:18).

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Corre con la luz que Dios te da. Él ofrece la verdad a cada hombre en algunos momentos de su vida. La mayoría de los hombres se rebelan y la rechazan, así que Él justamente los ciega en perpetua ignorancia. Pero los hombres buenos se regocijan y obedecen la verdad ofrecida, y Él los recompensa con más entendimiento.

Salomón en contexto advirtió a su hijo sobre el camino de los impíos (Pr 4:14-17). Le dijo que no entrara ni pasara por allí; le dijo que lo evitara, que se apartara de él y se marchara. Después de darle la maravillosa descripción del camino de los justos en este proverbio, le dijo que el camino de los impíos es oscuridad; ni siquiera saben qué los hace tropezar (Pr 4:19).

La creación visible prueba que Dios existe con poder eterno y Deidad (Ro 1:18-20; Sal 19:1-6). Los hombres no tienen excusa. Cuando se vuelven arrogantes y lo rechazan, Dios oscurece sus corazones y entrega sus mentes a sus malos deseos y pensamientos ignorantes, como la idolatría y la evolución (Ro 1:21-23). Esta es también la causa y fuente de la sodomía (Ro 1:24-27).

Piensa en Faraón. Rechazó al Señor, a pesar de que Moisés había traído señales poderosas y plagas sobre su nación. Por lo tanto, Dios endureció su corazón, y neciamente llevó su carro y su ejército al Mar Rojo para una terrible destrucción. ¿Qué lo cegó ante el peligro evidente de tal elección? El Señor lo cegó (Ex 14:4,17).

Dios también ofrece la verdad a los hombres ordinarios. Si la rechazan, les ciega el entendimiento y los deja al engaño de su corazón y a la influencia de otros hombres. Dios prometió engañar a los profetas cuando los hombres se acercaran a ellos con ídolos en sus corazones (Ez 14:4-11). El Señor Jesús habló en parábolas para endurecer el corazón de los judíos (Mt 13:10-17). Y Dios envía un poderoso engaño para hacer que los hombres crean mentiras, cuando rechazan la verdad ofrecida (2 Ts 2:9-12).

¿Es Dios el autor de la confusión? Absolutamente y ciertamente! No le debe a nadie la verdad, y negará la verdad y la luz al hombre que desperdicia o rechaza la verdad que se le ofrece. La Torre de Babel y la confusión allí no solo son hechos históricos verdaderos, sino también una indicación de Su santo juicio sobre los hombres que persiguen su propia agenda (Gn 11:1-9).

Pero el mismo Dios soberano bendecirá a los hombres justos y buenos. Como declara el proverbio, Él proveerá una luz brillante para revelar más y más verdad, a medida que los hombres buenos obedezcan lo que Él ya ha revelado. Este es uno de los mayores incentivos para obedecer toda la verdad que se te muestra. Él bendecirá tu obediencia con más luz, o juzgará tu desobediencia quitándote la luz que crees tener (Lc 8:18). ¡Cuidado, estimado lector!

Esta luz no se proporciona a todos los hombres, porque brilla solo en el camino de los justos. No es para el reincidente, el hipócrita o el transgresor. La luz de Dios, que trae sabiduría, verdad y entendimiento, es para el hombre justo, el hombre que se aparta de sus pensamientos vanos para hacer la voluntad perfecta de Dios (Pr 3:33; 9:9; 11:9; 12:13,21;14:14; 20:7; 21:15; 24:16).

¿Cómo se desarrolla un día perfecto? Comienza con un brillo apagado en el este, que parece bastante débil en la negrura de la noche. Pero la oscuridad pronto cede, cuando el glorioso sol se eleva desde el horizonte para ahuyentar todos los restos de la noche. A medida que asciende poderosamente hacia el cielo, su luz aumenta en intensidad y ángulo hasta que todo es brillante y claro bajo el sol del mediodía. Así es la bendición de Jehová sobre el camino de los justos; Él resplandece más y más hasta la perfección, como un hombre que hace justicia y camina humildemente con su Dios (Miq 6:8).

Los faros de tu automóvil solo brillan a corta distancia. Pero a medida que conduces, brillan cada vez más. Cuando sales de un garaje oscuro, no puedes ver todo el camino a casa. Comienzas a conducir con la luz provista, que brilla solo un poco más adelante. Pero a medida que confías en su iluminación y avanzas, la luz brilla más adelante, hasta que llegas a tu destino. Confiaste en la luz te guio todo el camino a casa. Salomón no tenía faros de automóviles, pero sí una lámpara para iluminar su camino (Sal 119:105).

Con estas dos ilustraciones de iluminación, el Dios bendito ejemplifica cómo derrama más luz y revela más verdad, a medida que avanzas en obediencia agradecida a la verdad que Él ya te ha dado (Pr 2:1-5; Job 17:9; Sal 84:7; Os 6:3; 2 Co 3:18). Por eso, Salomón advirtió una y otra vez en muchos proverbios que estés atento a la instrucción y la obedezcas (Pr 1:23; 8:32-33; 10:17; 12:1; 28:9; 29:1). Las consecuencias de la desobediencia son severas.

La sabiduría y la verdad no dependen del intelecto ni de los maestros. Dependen de la fe y la obediencia. El intelecto y la educación mundana pueden ser un impedimento severo para aprender la sabiduría de Dios (1 Co 1:19-20). Un joven puede fácilmente superar a los sabios ancianos, si teme solo a Dios y confía completamente en Él y en Su palabra (Job 32:6-9). Puedes superar fácilmente a tus enemigos, maestros y mayores al confiar en las escrituras de Dios (Sal 119: 98-100).

El bendito Señor enseña este proverbio con estas palabras: “El que quiera hacer la voluntad de Él, conocerá si la doctrina es de Dios o si yo hablo por mi propia cuenta” (Jn 7:17). Si obedeces la voluntad de Dios, conocerás la verdadera doctrina de Dios, porque Él te revelará más verdad y la confirmará en tu corazón. Natanael, los apóstoles, el eunuco y Cornelio recibieron más luz después de obedecer a la luz inicial (Jn 1:45-51; Lc 24:32; Hch 8:30-35; 10:6).

Muchos hombres han enfrentado la verdad de Dios y la han rechazado por amor a la tradición, temor al hombre, seguridad laboral y otras trampas (Pr 29:25). ¿Cuántos rechazaron el bautismo bíblico y terminaron en el burdel de aspersión infantil de Roma y sus iglesias hijas? ¿Cuántos rechazaron la sana doctrina y terminaron balbuceando incoherencias con mujeres tontas y hombres afeminados de traje blanco? ¿Cuántos amaban los rituales y terminaron con la regeneración bautismal? ¿Cuántos eligieron el altar del libre albedrío y terminaron confiando en los llamados emocionales a la regeneración decisional y ahogándose en las consecuencias carnales de la credulidad fácil? ¿Cuántos buscaron asistencia y protección del gobierno y terminaron en una iglesia estatal muerta?

Las consecuencias en tu alma, familia e iglesia por cómo reaccionas a este proverbio son grandes. Si obstinadamente escoges tu propio camino, el Señor de los cielos te cegará. Si te sometes humildemente a Su palabra, Él te bendecirá con más luz y verdad. Estimado lector, ¿dónde estás rechazando la verdad y la convicción en tu vida? ¿Dónde te aferras a la tradición o temes a los hombres más de lo que temes al Señor? ¿Qué está mal en tu vida, familia o iglesia que no estás corrigiendo? ¿Cuáles son tus pecados favoritos? ¡Dios no será burlado!

Salomón advirtió: “El hombre que se aparta del camino de la sabiduría vendrá a parar en la compañía de los muertos” (Pr 21:16). Lee el comentario sobre ese sobrio texto. La mayoría de las iglesias en esta una vez gloriosa nación ahora son tales congregaciones, porque han dejado la Palabra de Dios por las fábulas y el entretenimiento de los hombres (2 Tim 3:4-7; 4:3-4).

Puedes salvarte de la ignorancia prestando atención a la palabra más segura de la Escritura, que es como una luz que brilla en un lugar oscuro, y que en verdad es más segura que oír la voz de Dios desde el cielo (2 P 1:16-21). Al hacer esto, puedes tener ahora conocimiento que amanezca en tu corazón a través de la gloria de Jesucristo, tanto  como después en Su gloriosa aparición. ¿Cómo puedes tener esto? Anhela la leche sincera de Su palabra (1 P 2:2; 2 P 3:18).

El camino del justo va más allá de esta vida. Viene un día en que él tendrá conocimiento perfecto. Estará en la presencia del Señor Jesús, y sabrá todas las cosas. Hasta entonces, confía en la luz resplandeciente de Su palabra y obedece lo que ves en ella, y ora por el Espíritu de iluminación (Ef 1:17-18). Gracias, Señor, por tu verdad y tu luz.

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“El camino de los impíos es como la oscuridad; no saben en qué tropiezan” (Pr. 4:19).

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¿Estás horrorizado por la estupidez de la raza humana, especialmente por la de la generación actual? Deberías estarlo. Debido a la depravación de sus corazones y la ignorancia de sus mentes, viven en tinieblas en cuanto a la verdad y la sabiduría. Siguen lastimándose con lo que no pueden ver, y sus vidas se vuelven más y más disfuncionales cada día que pasa.

Salomón concluyó aquí un paralelismo. En el proverbio anterior, describió la vida del justo como una luz que va en aumento, que crece hasta que se vuelve la luz diáfana del día (Pr 4:18). A medida que un hombre aprende y aplica la verdad y la sabiduría, Dios le da más entendimiento de la misma manera que un amanecer ahuyenta la oscuridad y finalmente trae una luz plena y clara.

Pero los impíos no pueden ver nada, porque andan en tinieblas. No saben por qué tropiezan y caen, porque no pueden ver los errores en su forma de pensar. Gran maldición es su arrogancia, porque más esperanza hay para el necio que para el que se cree justo (Pr 26:12). Se precipitan en el pecado, hasta que de repente este los sacude con resultados dolorosos (Sal 36:1-2; 50:21-22).

Hay muchos ejemplos de este proverbio. Los hombres sabios observan las payasadas del mundo y acuden humildemente a las Escrituras, para no volverse tan confusos e ignorantes como quienes los rodean. Los padres sabios le muestran la locura del mundo y sus dolorosas consecuencias a sus hijos. Los hijos de Dios deben despreciar a los hijos de las tinieblas (Pr 29:27; Gn 6:1-2; Sal 139:21-22).

Dios no le debe la verdad y la sabiduría a ningún hombre. Él reveló Su eterno poder y Deidad en Su creación (Ro 1:18-20). Cuando rechazan esta oferta de conocimiento, Él con toda justicia oscurece sus corazones y los deja en la confusión (Ro 1:20-23). La maldición de la sodomía y muchas otras perversiones son el juicio de Dios sobre los hombres rebeldes (Ro 1:24-32; Ef 4:17-19).

¡Disfruta de Dios burlándose de los idólatras, que toman la madera sobrante y la adoran! Tienen una mentira en su mano derecha y no la pueden soltar (Is 44:9-20). Cuando los hombres no aman la verdad que se les ofrece, Dios les envía un poder engañoso para que crean mentiras y se condenen (2 Ts 2:9-12). Engaña a los profetas para que enseñen mentiras, cuando viene un hombre con ídolos en su corazón (Ez 14:1-11). Envió un espíritu de mentira a Acab, que había elegido la maldad (1 R 22:19-23).

Considera. El necio perezoso se mima a sí mismo durmiendo hasta tarde, pero está frustrado porque no puede pagar nada (Pr 21:25). El fornicario cree haber encontrado un gran placer, hasta que se despierta el hombre más solo de la tierra (Pr 5:3-5). Una madre moderna prefiere mimar a sus hijos que educarlos, pero ellos terminan avergonzándola (Pr 29:15). La mujer mojigata se cree dueña de su cuerpo, y se pregunta por qué su marido no la ama (1 Co 7: 1-5).

El necio lujurioso sale con una mujer por su cuerpo, y no puede entender cómo es que terminó en el infierno marital (Pr 11:22; 30:21-23; 31:30). Una alumna universitaria tentó a su profesor a pecar, pero ahora le molesta el adulterio de su marido. Los políticos ofrecen asistencia social para comprar votos, pero están confundidos por la caída de la productividad y el aumento de los gastos. El cristiano carnal ve televisión todas las noches, pero culpa al pastor por predicar sermones aburridos.

La mujer moderna aborta a dos bebés por nacer, pero sufre una crisis nerviosa cuando sus vecinos se pelean. El evolucionista enseña que el hombre vino de los monos, pero quiere protección policial de las bestias en el barrio. El intelectual rechaza la idea de un Creador, y termina siguiendo el loco enamoramiento de Freud con sus propios desechos corporales.

El abortista succiona a los bebés por nacer con su varita de vacío, pero se preocupa dolorosamente por las crías de foca en la Antártida. Los trabajadores sindicalizados se regocijan por el aumento salarial que le obligan dar a su empleador, pero se sorprenden cuando la planta cierra y los deja desempleados. El pistolero adolescente mata a sus compañeros y profesores, pero nadie piensa en prohibir la música, las películas y los videojuegos violentos que los entretienen y programan mentalmente para la violencia.

El mundo no se está iluminando. Solo los idiotas educados de estas últimas generaciones creerían en la evolución. Sólo los ciegos admiran a Picasso. Sólo los oscurecidos leen a Nietzsche. Los hombres malos y los seductores son cada vez peores (2 Ti 3:13). La decadencia moral del hombre es obvia. Simplemente ve su arte, escucha su música, lee sus libros, observa a su juventud, cuenta sus divorcios, mide su satisfacción, calcula su dependencia a los antidepresivos, cuenta sus suicidios, etc.

Lector, ¡hay luz en las Escrituras! Puedes salvarte de la locura oscura del mundo. Escucha al salmista. “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino” (Sal 119:105). “Los estatutos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; el mandamiento de Jehová es puro, que alumbra los ojos” (Sal 19: 8). “Envía tu luz y tu verdad; estas me guiarán; me conducirán a tu santo monte, y a tus moradas” (Sal 43:3).

¡Hay luz en Proverbios! “Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz, y camino de vida las reprensiones que te instruyen” (Pr 6:23). Isaías escribió: “¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido” (Is 8:20). ¡La Biblia es mejor que la voz de Dios desde el cielo! “Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones” (2 P 1:19).

El Señor Jesucristo es la luz del mundo. Pero solo aquellos atraídos por Su Padre, los elegidos, vienen a Su luz (Jn 1:5;3:19; 6:44-45). Si puedes comprender y apreciar a Jesucristo, es por la misericordia gratuita de Dios (Mt 11:25-27; 16:15-17; Jn 10:26-29). Ya debes haber nacido de nuevo, porque antes de la regeneración un hombre no puede ver ni oír nada espiritual (Jn 3:3; 8:43,47; 1 Co 2:14). Apóyate humildemente en la misericordia de Dios en Jesucristo, y Él te alumbrará (Jn 8:12; Ef 5:14). ¡Gracias, bendito Dios!

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Hijo mío, está atento a mis palabras; inclina tu oído a mis razones” (Pr. 4:20).

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Para que seas grande, debes escuchar y aprender. Estar atento a la instrucción es uno de los grandes secretos de la sabiduría, tal como escribió Salomón en su introducción (Pr 1:5). Cuanto mejor escuche y aprenda un hombre, más grande será. En lugar de pensar en lo que te gustaría decir o lo que no te gusta de la persona que habla, debes concentrar toda tu atención en escuchar humildemente cada palabra. Tu éxito en cualquier empresa depende de esto.

¿Qué tan bien prestas atención a las instrucciones? ¿Escuchas lo que te enseñan? Salomón fue un gran rey, el más sabio de los hombres y un padre amoroso. Sabía que el éxito de su hijo dependía de aprender de su vasta experiencia y sabiduría. Había visto a su hijo poco después de nacer, lo había observado durante la infancia y había sido testigo de su necedad durante la pubertad y la adolescencia. ¡Su hijo no sabía nada y tenía todo por aprender!

Proverbios es el libro de la sabiduría, diseñado para enseñar entendimiento. Dado que todos los hombres llegan como bebés indefensos e ignorantes, hay una gran curva de aprendizaje desde que se los aparta del pecho materno y los pañales hasta que sean los líderes sobrios y exitosos de los demás. Salomón sabía que la clave es la humildad y la atención a la instrucción de padres y maestros, por lo que enfatizó estos puntos con frecuencia (Pr 1:8; 2:1; 3:1; 4:1-5; 5:1,7; 6: 20; 7:24; 8:32-33; 19:20; 22:17; 23:12).

Considera tu propio progreso. No supiste tu propio nombre durante muchos meses. Te alimentaron con un biberón mientras ensuciabas tu ropa y tu cama. Te tomó un año aprender a tropezar. Amarrarte los zapatos y aprender a andar en bicicleta fueron tareas difíciles. Deletrear palabras con cuatro letras y sumar números con cuatro dígitos fueron tareas arduas. Te sentiste intimidado por el examen escrito y el examen de manejo para obtener una licencia de conducir.

Pero aprendiste tu nombre, cómo comer, cómo usar el baño, cómo caminar, cómo atar los cordones de los zapatos, cómo andar en bicicleta, cómo deletrear y sumar, y finalmente aprobaste tu examen de conducir. ¿Cómo se produjo este progreso? Fuiste enseñado y entrenado por otros con más conocimiento y comprensión que tú. Tenías que escuchar y aprender, porque los niños que se quedan solos en una habitación sin instrucción no adquirirán estas habilidades básicas.

La vida tiene desafíos mucho más grandes que andar en bicicleta. ¿Cuál es la base de la sabiduría? ¿Es importante trabajar duro? ¿Qué odia Dios? ¿El orgullo afecta el juicio? ¿Cómo es peligrosa una mujer hermosa? ¿Se puede apaciguar a los gobernantes ofendidos? ¿Qué hace a una buena esposa? ¿Cómo se entrenan los niños? ¿Puedo salir adelante en mi trabajo? ¿Qué son los riesgos financieros? ¿Porqué está mal chismear? ¿Soy un verdadero amigo? Estas preguntas y muchas otras como ellas solo se responden mediante sabias instrucciones, que debes escuchar, comprender, retener y aplicar.

La educación pública enseña a los niños a creer y pensar como el estado considera mejor. Dado que un Dios Creador con Escrituras es una amenaza para el humanismo y los experimentos sociales, a los niños se les enseña que provienen de los monos. También se les enseñan las mentiras contradictorias del socialismo, el amor propio, la libertad de expresión, los derechos del individuo, la protección animal, el aborto infantil, el progreso humano, que la sodomía es normal, etc. Al vivir en un mundo moderno con medios de comunicación masivos, los padres deben enseñar y advertir a los hijos a menudo contra tales tonterías profanas.

¿Eres un buen oyente y aprendiz? ¿O sueñas despierto? ¿O ya estás pensando en tus próximas palabras? Aquí está la diferencia entre el éxito y el fracaso. Un hombre sabio escucha bien, porque sabe que esa es la única manera de aprender. Un tonto, pensando que ya tiene las respuestas, se niega a escuchar y sigue siendo un perdedor ignorante por el resto de su miserable vida. Los sabios siempre escuchan mejor que los necios: se vuelven más sabios, y los necios siguen siendo necios (Pr 9:7-9). Una prueba segura de sabiduría es tu humildad para escuchar la instrucción y aplicarla a tu vida.

El Señor Jesucristo le dijo a Poncio Pilato que vino al mundo para dar testimonio de la verdad (Jn 18:37). Pilato, como la mayoría de los educadores y políticos, rechazó con desdén la idea de la verdad (Jn 18:38). Cristo Jesús les dijo a sus oyentes que tuvieran cuidado de cómo escuchaban la verdad. Si eran diligentes y ansiosos, Él los bendeciría con más verdad; si eran negligentes, les quitaría la poca verdad que creían tener (Lc 8:18).

Escuchar no es una oferta que tomas o dejas a tu antojo, cuando se trata del Señor Jesucristo. Él es el Creador de los cielos y la tierra, y espera que Sus palabras predicadas e impresas llamen tu atención y obediencia. Prometió castigar a su propio pueblo Israel por no oír (Is 30:8-14; Jer 13:16-17; 22:5-9,20-26; Mal 2:1-3; Hch 3:22-23). Y las cosas son peores hoy, cuando los llamados cristianos no soportan la sana doctrina, sino que buscan predicadores que les satisfagan sus deseos de entretenimiento con fábulas (2 Ti 4:3-4).

Ahora es común que los niños bostecen, duerman, se burlen o se vayan cuando los padres intentan corregirlos, instruirlos o advertirlos. Es común que los miembros de la iglesia se queden dormidos, sueñen despiertos, miren a su alrededor, lean la Biblia u hojeen un himnario mientras el pastor predica la verdad de la palabra de Dios. La regla cierta es que tales niños y miembros de la iglesia siempre serán perdedores. Tu única esperanza de éxito es humillarte y aprender la instrucción y la sabiduría de los padres, luego los pastores, y siempre y solo como lo define la infalible Palabra de Dios.

En lugar de pensar en escuchar y aprender como una carga, considéralo como un bendito privilegio. Muy pocos hoy en día consideran una bendición un sermón largo (2 Ti 4:3-4). Pero escucha a Israel bajo Nehemías y Esdras después de regresar de un cautiverio de 70 años en Babilonia: “Y leyó en el libro delante de la plaza que está delante de la puerta de las Aguas, desde el alba hasta el mediodía, en presencia de hombres y mujeres y de todos los que podían entender; y los oídos de todo el pueblo estaban atentos al libro de la ley” (Neh 8:3).

El Dios Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, llama hoy a Sus hijos e hijas. Utiliza la creación, la providencia, la conciencia, los padres, las Escrituras y los maestros. ¿Estas escuchando? ¿Prestas atención? ¿Quieres más? ¡Escúchalo a Él! “¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él” (1 R 18:21). La elección es simple, pero muy pocos harán la elección correcta, y el resto será consumido en la venganza ardiente que se acerca rápidamente (2 Ts 1:7-10).

Lector, una vez que te arrepientas de la arrogancia o la terquedad y estés listo para escuchar y aprender a hacer rápidos y grandes progresos, debes encontrar dónde se enseñan la verdad y la sabiduría. ¿Dónde puedes estar atento a la verdad y la sabiduría e inclinar tu oído hacia ellas? Dios ha ordenado a las iglesias locales de Su Hijo Jesucristo como los lugares donde se predique Su sabiduría (1 Co 1:19-21; 1 Ti 6:3-5,20-21; 2 Ti 3:16-17; Tit 1:1-4).

Hay una hambruna por la predicación real de la palabra de Dios hoy (Am 8: 11-12), pero las ingeniosas invenciones de la Internet permiten una búsqueda mejor que nunca. Necesitas encontrar un hombre llamado por Dios que audaz y claramente declare la verdad de Dios sin tener en cuenta las opiniones de los hombres. Dios puede y está dispuesto a ayudarte, así que ora por él (Hch 8:26-40; 16:6-15). Que Dios bendiga los corazones sinceros y honestos para encontrar las palabras ciertas de verdad y prosperar por ellas.

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No se aparten de tus ojos; guárdalas en medio de tu corazón” (Pr. 4:21).

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¿Acerca de qué piensas? ¿A qué aspiras? ¿Qué es lo que más deseas? Salomón tuvo palabras sobrias de consejo y advertencia para su hijo (Pr 4:20-22). La niñez y la juventud son vanidad: los ojos y el corazón de los jóvenes se distraen fácilmente con la necedad (Pr 17:24; Ec 11:10). Este padre sabio trató de enfocar a su hijo en las grandes metas de la sabiduría y el entendimiento.

Tus ojos son los medios de visión para todo tu cuerpo. La visión es la capacidad de ver lo que está frente a ti y dirigir tu cuerpo en consecuencia. Los hombres se esfuerzan mucho e invierten mucho dinero para ver con claridad, porque sus habilidades físicas son tan útiles como lo es su capacidad para dirigir sus movimientos corporales con los ojos. La coordinación mano-ojo se considera un regalo muy preciado y un cierto indicador de aptitud física.

A partir de la importancia de los ojos físicos, los hombres hacen un uso figurativo de los ojos mentales estableciendo prioridades y tomando decisiones para la vida. Por ejemplo, cuando un consejero o maestro dice: “Mantén tus ojos en la meta”, se entiende que quiere decir que todo en la vida de esa persona debe estar dirigido hacia el objetivo elegido. No significa que el discípulo deba mirar sin pestañear algún objeto visual. La mirada enfocada en una meta, con todas las aptitudes al servicio de esa meta, es el camino al éxito en cualquier emprendimiento (1 Co 9:24-27).

Tus ojos mentales dirigen tu vida y establecen tus prioridades, por lo que deben enfocarse en un solo objetivo: la sabiduría, o perderás en la vida. El Señor Jesucristo lo enseñó con estas palabras: “La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Mt 6:22-24).

Hay otra figura retórica en este proverbio. Salomón le dijo a su hijo que guardara sus palabras y dichos en su corazón. Tu corazón físico es la base de la vida de tu cuerpo, porque bombea la sangre que es la vida de tu cuerpo (Pr 14:30; Lv 17:11). Tu corazón figurativo es el lugar de tus afectos, donde eliges lo que amas y valoras. Un hombre sabio escogerá amar la sabiduría y valorarla mucho (Pr 4:6; 8:17,21,36).

Al igual que con tus ojos, tu corazón debe estar enfocado en una meta. Dado que la sabiduría y agradar a Dios son contrarios a todo lo que hay en este mundo, no puedes tener éxito tratando de obtener ambas metas. Debes purificar tu corazón de ser de doble ánimo para que tenga una sola meta (Stg 4:8), porque el hombre de doble ánimo es inestable en todos sus caminos (Stg 1:8). ¿Qué tan enfocado estás, con tus ojos y tu corazón, en agradar a Dios? (Dt 6:4-9; He 12:1-3)

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Porque son vida a los que las hallan, y medicina a todo su cuerpo” (Pr. 4:22).

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Las lecciones de sabiduría son cruciales para tu vida. Si las encuentras y las conservas, te traerán prosperidad y éxito. Si las encuentras y las conservas, traerán función y vitalidad a tu existencia. Primero debes someterte a la instrucción de la sabiduría (Pr 4:20), y luego debes retener lo que se te ha enseñado (Pr 4:21).

Has visto vidas tan arruinadas que es fácil pensar que la muerte podría ser un acto de misericordia. Has visto vidas tan disfuncionales y dolorosas que es fácil preguntarse por qué nacieron. Has visto vidas tan afligidas y perturbadas que es fácil describirlas como un infierno en la tierra. La sabiduría salva a los hombres de vidas terribles y desperdiciadas. Es vida para aquellos que la encuentran. La sabiduría enseña a una persona cómo vivir con alegría y éxito.

La mayoría de los hombres piensan que la eliminación de leyes y reglas traerá felicidad y éxito. Piensan tontamente que la libertad de hacer lo que desean les traerá placer. Son necios ¿Qué creen que evitará que sus vecinos los maten por sus mujeres y sus casas? Piensan que las leyes de la Biblia son pesadas y restrictivas, pero es mediante preceptos y estatutos sabios que las personas viven juntas de la manera más feliz, próspera y segura.

La mayoría de los hombres piensan que la eliminación de leyes y reglas traerá felicidad y éxito. Tontamente olvidan que llegaron a este mundo totalmente ignorantes y ensuciándose en su propia ropa. Sin la guía divina en forma de mandamientos, no sabrían cómo tratar a los padres, a sus cónyuges, a sus hijos, a los vecinos, a los magistrados y a los empleadores. No sabrían en absoluto cómo hacer que el matrimonio, la familia, los negocios, la iglesia o la sociedad funcionen.

Sin el conocimiento o la restricción que proporcionan leyes sabias, la humanidad podría practicar el canibalismo, la brujería, la poliandria, el incesto, el sacrificio de niños, la sodomía, la adoración de insectos, la necrofilia o una multitud de otras abominaciones, como ha sucedido en muchas naciones que no tienen la luz de las leyes de Dios. ¡Gloriosa sabiduría que se enseña en las Escrituras inspiradas de Jehová!

¿Qué hacen estas actividades profanas? ¿Traerán salud y felicidad, riqueza y progreso? ¡De ningún modo! Promueven la guerra, la enfermedad, la muerte, la disfunción, la pobreza, la miseria y la ignorancia. Las naciones que han pasado mucho tiempo sin la Biblia o su influencia son típicamente del tercer mundo. Son increíblemente atrasadas y/o moralmente corruptas. La luz y el progreso son solo por la Palabra de Dios, y las naciones que la siguen son verdaderamente benditas (Pr 8:12-21; Sal 33:12; 144:15).

Moisés le dijo a Israel: “Aplicad vuestro corazón a todas las palabras que yo os testifico hoy, para que las mandéis a vuestros hijos, a fin de que cuiden de cumplir todas las palabras de esta ley. Porque no os es cosa vana; es vuestra vida, y por medio de esta ley haréis prolongar vuestros días sobre la tierra adonde vais, pasando el Jordán, para tomar posesión de ella” (Dt 32:46-47). ¿Lo ves, lector? Las palabras de la ley de Dios son tu vida.

Vivir tu vida sin las palabras de Dios es una locura, como lo demuestra claramente la degeneración moral y la degradación de gran parte del mundo actual. Moisés le dijo a su sucesor, Josué, que podía alcanzar el éxito y la prosperidad recordando, meditando y obedeciendo la ley de Dios (Jos 1:7-8). Jesús vino trayendo aún más luz que Moisés, y prometió vida, y vida más abundante por guardar sus dichos (Jn 1:4,17;10:10).

¿Consideras la Palabra de Dios más valiosa que el oro fino y más dulce que la miel? (Sal 19:11) ¿Por qué no? ¿Consideras sus palabras más necesarias que tu alimento? (Job 23:12). Deberías. Son vida y salud para el cuerpo y el alma. Descuida sus palabras a tu propio riesgo y dolor. En vez de ignorarla, léela y memorízala, para tu gran placer y provecho.

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“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida” (Pr. 4:23).


Tu corazón determina tu vida. Este es uno de los proverbios más importantes. La bendición o el dolor en tu vida dependen de que sepas gobernar y entrenar tu corazón. Si diriges e instruyes a tu corazón con aportes piadosos, no hay límite para tu éxito ante Dios y los hombres.

Cada pecado comienza en tu corazón, y tu carácter y habla reflejan tu corazón. Solo puedes pretender ser diferente a tu corazón por un corto tiempo, ya que él recuperará rápidamente el control sobre ti y dictará tus acciones. Otros conocen tu corazón por tus palabras y elecciones.

David era un hombre conforme al corazón de Dios (Hch 13:22). ¡Qué descripción! Este debe ser el objetivo de tu vida. ¿Cómo? David protegió su corazón mediante un constante y cuidadoso autoexamen, la confesión, la oración, los amigos, el canto, etc.  (Sal 4:4; 9:1; 15:2; 17:3; 19:8,12,14; 24:4; 26:2; 27:3,8,14; 28:7; 32:11; 34;18; 37:31; 51:10,17; 57:7; 61:2; 62:8,10; 66:18; 77:6; 84:2; 86:11-12; 101:2-5; 108:1; 111:1; 112:7-8; 119:11,32,36,63,111; 139:23-24; 131:1; 141:4-5).

Tu corazón es tu mayor activo, ya que puede hacer más por ti que cualquier otra cosa. Es mucho más que el músculo que late 70 veces por minuto en tu pecho. Necesitas considerar y valorar la parte interna que toma decisiones en ti, que ama ciertas cosas y elige hacerlas sobre otras cosas. Aprende a poner tus afectos en las cosas buenas que la Biblia menciona (Col 3:2; Mt 6:21).

Puedes hacer de tu corazón tu siervo, o puedes dejar que sea malo y te domine. Puedes ser diligente en este proyecto, o puedes ser perezoso. Los hijos de Dios tienen un hombre viejo dentro de ellos que los tienta al mal, pero su hombre nuevo los llama a la piedad. El hombre viejo es el corazón. El hombre nuevo es el espíritu vivificado por el Señor. Tú, alma viviente, debes decidir entre los dos a cada momento; y hacer que tu hombre nuevo controle al viejo. Cada persona toma una serie de decisiones cada día. ¿Cuáles van a ser las que vas a tomar hoy?

Todo lo que está en tu corazón se refleja en tu vida. Si tu corazón está lleno de cosas buenas (si es controlado por el espíritu vivificado), tu vida reflejará esa bondad; si tu corazón está lleno de pensamientos pecaminosos, tu vida los reflejará. Las grandes pruebas y decisiones que enfrentarás muchas veces en la vida dependen de tu corazón, al igual que las pequeñas decisiones que tomas cientos de veces al día.

¿Es tu corazón puro? ¿Está gobernado por el espíritu vivificado por Dios? ¿Sabes que la pereza en este asunto traerá graves problemas y dolor a tu vida? Debes eliminar las influencias negativas sobre tu corazón: el entretenimiento de Hollywood, los amigos tontos o pecadores, la música mundana, etc. Debes alimentar y fortalecer tu espíritu con el estudio de la Biblia, la oración, la música piadosa y los amigos santos; y hacer que él (tu espíritu) gobierne tu corazón.

El Señor Jesucristo condenó a los fariseos por enfatizar la apariencia exterior del hombre. Él, en cambio, enfatizó el corazón del hombre. Dijo lo siguiente en dos lugares diferentes:

“¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas” (Mt 12:34-35).

“Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre. Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. Estas cosas son las que contaminan al hombre; pero el comer con las manos sin lavar no contamina al hombre” (Mt 15:18-20).

El pecado comienza en el corazón. La lujuria por el pecado comienza en tu corazón, así que piensas en ello. Si lo piensas lo suficiente, lo harás. El resultado de esta elección es la muerte. Protégete guardando tu corazón diligentemente de pensamientos pecaminosos (Stg 1:13-16). Dios envió el Diluvio para ahogar a la humanidad por su malvada imaginación en sus corazones (Gn 6:5). ¡Así que odia cualquier fantasía malvada!

Piensa en un corazón malvado, y cómo afecta los diversos aspectos de la vida. Las fantasías sexuales conducirán a la inmundicia, a la fornicación, al adulterio o a defraudar a tu cónyuge. Y todo porque permitiste pensamientos pecaminosos en tu corazón. Lo mismo ocurre con la amargura hacia los demás, la codicia de las cosas que no tienes, el orgullo, la ambición excesiva, la envidia y otros pecados como ellos.

Si no piensas en el pecado, no cometerás pecados. Si no reflexionas sobre las posibilidades, te alejarás de aquellas tentaciones que pueden destruirte. Esta regla funciona con todas las lujurias y acciones pecaminosas, ya sean fantasías sexuales o resentimiento hacia otra persona. Cuanto menos consideres las palabras o acciones pecaminosas en tu corazón, más inhibiciones acumularás contra esos pecados. Gobernar tu corazón dictará tu conducta.

Si piensas en Dios y en la piedad, con un deseo afectuoso y ávido de agradarle, tu vida mostrará cada vez más justicia en tus palabras y acciones. Si solo piensas cosas amables y amorosas sobre otra persona, la tratarás de esa manera. Esto es lo opuesto a permitir que la amargura o el resentimiento se acumulen en tu corazón. Si pones tu amor en Dios, su adoración y su Palabra, tu conducta será cada vez mejor.

¿Cómo puedes mantener un corazón puro? Protégelo de las influencias hacia el pecado (Sal 101:3; 1 Co 15:33) con tu espíritu vivificado, y ponlo bajo la influencia y el control de él (Sal 119:11,63; 101:6). Apártate de las cosas malas, y ocupa tu tiempo en cosas y pensamientos buenos (Fil 4:8). En realidad, esto es bastante simple, pero se necesita voluntad: un fuerte compromiso personal y disciplina para hacerlo.

Ya que aun pensar en necedades es pecado (Pr 24:9), y desear a otra mujer es adulterio en tu corazón (Mt 5:28), debes examinar tu corazón a menudo con la ayuda del Señor (Sal 139:23-24). Memorizar las Escrituras mediante la lectura, la meditación y el estudio de ella alimentará tu espíritu y lo fortalecerá para que derrote los pensamientos pecaminosos de tu corazón (Sal 119:9,11,15,105).

El Señor Jesucristo ve tu corazón clara y completamente (He 4:12-13), por lo que recompensará la diligencia si ve un corazón sometido al espíritu (2 Cr 16:9), y castigará la necedad si ve un corazón con ídolos en él (Ez 14:3-8). Es una tontería pensar que Él no ve cada idea y pensamiento de tu corazón (Jer 17:9-10; Ap 2:23). Él te conoce mejor de lo que tú te conoces.

Así como David guardó su corazón, tú puedes guardar y perfeccionar tu corazón. Recuerda, él fue cuidadoso y fiel en examinarse a sí mismo, confesar sus pecados, orar, deleitarse en la Palabra de Dios, elegir solo amigos piadosos, dar gracias y cantar alabanzas a Dios. Estos ejercicios del espíritu mantendrán tu corazón noble y recto, y mantenerlo así te atraerá el favor de Dios.

Salomón te enseñó a esforzarte en temer a Dios cada día. Escribió en otra parte: “No tenga tu corazón envidia de los pecadores, antes persevera en el temor de Jehová todo el tiempo” (Pr 23:17). Judas, el hermano del Señor, lo expresó de esta manera: “Conservaos en el amor de Dios” (Jud 1:21). Puedes y dejarás de amar y temer a Dios si permites que el pecado endurezca tu corazón (He 3:12-13). Nunca olvides este proverbio, y con la ayuda y la fuerza de Dios, guarda tu corazón diligentemente.

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Aparta de ti la perversidad de la boca, y aleja de ti la iniquidad de los labios” (Pr. 4:24).

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Domina tu discurso. Guarda tu lengua. Reduce el número de tus palabras. Después de guardar con toda diligencia tu corazón, del cual proceden los frutos de la vida, Salomón te advierte que rechaces las palabras impías (Pr 4:23). Comenzando con los pensamientos y las intenciones del corazón, la sabiduría exige que gobiernes tu habla (Pr 4:24), tus ojos (Pr 4:25) y tus pies (Pr 4:26-27).

Es imposible tener un discurso piadoso y lleno de gracia sin un corazón puro, porque los sentimientos y el contenido del corazón surten la boca (Mt 12:33-35). Puedes distinguir un buen corazón por sus palabras amables y santas, y puedes distinguir un corazón malo por sus palabras ásperas o carnales. El Señor Jesús lo dijo; créelo. Los reyes amarán al hombre que habla con gracia de corazón puro (Pr 22:11).

Este proverbio no te advierte que te apartes de los de boca perversa y labios perversos, porque ese consejo se da en otro lugar (Pr 14:7; 19:27; 1 Co 15:33). Te advierte que te deshagas de tu propia boca perversa y tus labios perversos. El contexto es gobernar tu propio corazón, labios, ojos y pies (Pr 4:23-27), no evitar a otros con estos pecados.

Salomón enseñó a su hijo y le dijo que escuchara y se sometiera a su instrucción paterna (Pr 4:20). Luego lo exhortó a recordar su consejo y permanecer firme en su resolución (Pr 4:21). Y lo animó diciéndole que le daría vida y salud (Pr 4:22). Luego, en orden, le dijo a su hijo que cuidara su corazón, labios, ojos y pasos (Pr 4:23-27).

Una boca necia arruinará tu reputación (Ec 5:3; 10:12-14). Una boca ofensiva te causará problemas (Pr 12:13; 13:3; 14:7; 18:6-7; 22:10; 24:9). Y después tendrás que dar cuenta de toda palabra ociosa en el Juicio (Pr 6:16-19; Mt 12:36-37; Ef 5:3-6).

El habla amable y sabia edificará tu reputación (Pr 15:4; 18:20; 24:26). Las palabras apropiadas mejorarán tu relación con los hombres (Pr 10:32; 15:23; 16:13; 25:11). El bendito Dios se agrada de las palabras constructivas y de ayuda (Pr 12:22; Ef 4:29; Col 4:6).

Mejora tu habla acortando el número de tus palabras a la mitad, si hablas más que la persona promedio (Pr 17:27; Stg 1:19). Luego debes gobernar tu espíritu, porque puede encender un fuego del infierno (Pr 16:32; Stg 3:3-8). Y debes evitar las discusiones (Pr 26:4-5; 2 Tim 2:23).

Si mantienes tu corazón en paz con el Señor y el hombre, te será difícil hablar cosas duras o vanas. Si mantienes tu corazón puro con el Señor y con los hombres, te será difícil tener habla necia o carnal. Si llenas tu mente de cosas nobles, tendrás tema precioso e inagotable de conversación (Fil 4:8). ¡Que Dios te de gobierno sobre tu lengua!

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Tus ojos miren lo recto, y diríjanse tus párpados hacia lo que tienes delante” (Pr. 4:25).

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¿Cómo es tu visión? Olvídate de los detalles, la distancia o la profundidad. ¿Cómo es tu visión direccional? ¿Ves de frente o tienes visión periférica? La visión periférica, o ver las cosas con el rabillo del ojo, es algo bueno para conducir y hacer deporte, pero es nefasta en sentido espiritual. Debes tener (ver) un solo objetivo: Dios, Su reino y Su justicia.

Habiéndote dicho que guardes tu corazón con toda diligencia (Pr 4:23), el Predicador ahora te advierte contra las distracciones periféricas, ya sea de izquierda o de derecha (Pr 4:26-27). Debes establecer tu mirada solo a lo que tienes en frente y seguir por ese camino, con el único objetivo de agradar al Señor.

“Ojos” y “párpados” son sinécdoque, donde parte de una cosa representa el todo. A Salomón no le importa el pequeño colgajo de piel que cubre tus globos oculares. Él quiere decir tu espíritu, alma y cuerpo (1 Ts 5:23). Tu mente, tu voluntad y tu corazón, respectivamente. Él quiere todo de ti. En los últimos ocho versículos de este capítulo menciona oídos, ojos, carne, corazón, boca, labios, párpados, pies y manos.

Tus ojos seleccionan el objetivo y dirigen tus movimientos hacia él, pero son tu corazón y tu mente los que dan y reciben retroalimentación de tus ojos. El corazón y los ojos no se pueden separar. Es tu persona en general, ojos incluidos, que debes mantener en el camino de la sabiduría y la verdad.

El Señor Jesús enseñó en contra de la visión periférica espiritual con un lenguaje similar. Y debes ponerlo a Él como el gran ejemplo de visión perfecta para tu alma (He 12:1-4). El contexto de Sus palabras te permitirá aprender su sentido y aplicación (Mt 6:19-24).

“La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?” (Mt 6:22-23).

Considera bien el contexto. Él condenó el hacer tesoros en la tierra, cuando puedes hacer tesoros en el cielo, porque tu corazón estará donde esté tu tesoro (Mt 6:19-21). Y negó que una persona pueda servir a dos señores: a Dios y a las riquezas (Mt 6:24).

Si la visión natural de una persona dirige sus movimientos corporales, entonces la ceguera es algo letal, porque el cuerpo no puede saber a dónde ir. Considerado espiritualmente, una visión con honestidad indivisa y celo por Dios conducirá a la santidad; pero una visión doble, con hipocresía y lujuria mundana, conducirá a la destrucción. ¡Considera la advertencia del Salvador!

Considera una oscura referencia a los soldados en Crónicas. Zabulón trajo 50.000 hombres de guerra que tenían un corazón indiviso por David (1 Cr 12:33). No tenían emociones encontradas. No estaban pensando en volver a casa. No estaban pensando en nada más.

El Señor Jesús se regocijó al ver a Natanael, porque su corazón estaba libre de duplicidad, hipocresía y doble ánimo (Jn 1:47). De hecho, era un israelita totalmente comprometido con su Dios. Este único propósito en la vida marca a un cristiano constante que es de gran valor para el Señor Jesucristo.

La vida cristiana es una carrera (1 Co 9:26; He 12:1). Y para ganar, los corredores deben mirar hacia adelante sin distraerse con los demás competidores u otras cosas. Pablo siguió adelante, sin mirar a los lados, para ganar el premio del supremo llamamiento de Dios (Fil 3:13-14), y describió a aquellos con visión periférica de las cosas mundanas como adoradores del vientre (Fil 3:18-19).

Las personas impías tienen un corazón doble (Sal 12:1-2). La impiedad es la falta de devoción por el Señor y las cosas santas. Las personas impías no están totalmente comprometidas con el Señor y las cosas espirituales. Sus corazones todavía codician este mundo y sus cosas. Tienen una mente carnal y muestran poca evidencia de gracia en sus corazones. Las puedes identificar fácilmente, porque nunca hablan del Señor con la misma pasión con la que hablan de otras cosas.

Santiago advirtió dos veces en contra el ser de doble ánimo, o tener más de un objetivo para tu vida (Stg 1:8; 4:8). Dijo que un hombre de doble ánimo es inestable en todos sus caminos, y te exhortó a esforzarte diligentemente para reducir tus objetivos a uno solo (Stg 4:8-10).

Eva fue seducida a causa de su visión periférica  (Gn 3:6). La mujer de Lot no pudo evitar mirar hacia atrás (Gn 19:17,26). Acán vio bienes y dinero babilónicos que le costaron la vida (Jos 7:21). Y David tomó lo que vio un atardecer desde el tejado de la casa real (2 S 11:2).

Tu oración debe ser para que Dios guarde tus ojos de ver la vanidad (Sal 119:37). La lujuria de los ojos es una de las grandes tentaciones del ser humano (1 Jn 2:15-17). Tan cuidadoso fue Job en su búsqueda de la santidad, que hizo un pacto con sus ojos de no mirar a mujeres jóvenes y hermosas (Job 31:1). Compáralo con los falsos maestros (2 P 2:14).

La iglesia primitiva, bajo la poderosa influencia del Espíritu Santo, tenía una sola mente para con Dios y entre sí (Hch 2:46). No estaban divididos; tenían la única ambición de servir al Señor. Las cosas en la periferia de su visión no los distrajeron.

Las personas piadosas sirven a su Maestro con un solo corazón (Ef 6:5; Col 3:22). Su única meta es agradar al Señor, sin importar lo que los hombres puedan pensar o hacer. No buscan un aumento de sueldo o una promoción como su objetivo principal, porque solo ven la recompensa de Dios.

Estimado lector, ¿qué distrae tu visión y progreso? Solo necesitas una meta: complacer a Dios con una vida santa y prepararte para el cielo. Ponte las anteojeras y mantén la vista y el movimiento hacia adelante. ¡Mira solo hacia adelante, y solo hacia arriba, solo hacia el cielo!

¿Tenía el Señor Jesús otros objetivos en Su vida en la tierra? ¡No! ¿Lo distraían las cosas a su alrededor? ¡No! Aunque el diablo le ofreció comida, honor y gloria, permaneció absolutamente fiel a su único objetivo: agradar a su Padre con una vida y una muerte perfectas. ¡Gloria! ¡Sigue este gran ejemplo e imita Su singular visión!

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Examina la senda de tus pies, y todos tus caminos sean rectos” (Pr. 4:26).

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Los sabios no dejan que la vida les suceda. Actúan con pensamiento cuidadoso y reflexión sobria. Planifican y gestionan sus vidas. Eligen objetivos sabios y los medios para alcanzarlos, y comparan su progreso con ellos. Aparte de los raros actos de Dios que ellos no pueden evitar, controlan y dirigen sus circunstancias para que les sirvan, no al revés.

En lugar de saltar de una meta o dirección a otra, los hombres prudentes fijan sus vidas en un curso constante. Disciplinan todos los aspectos de sus vidas hacia las metas elegidas. Consideran cuidadosamente cada parte de la vida. Cuestionan, evalúan y reflexionan sobre cada elección que hacen para mantener su objetivo general ante ellos y progresar constantemente hacia él.

Amigo, ¿adónde vas? Reflexiona sobre el camino de tus pies. ¿Es envejecer todo lo que estás haciendo? ¿La vida te está pasando a ti, en lugar de que tú la dirijas? Tus rutinas diarias y semanales deben tener un propósito sólido y un objetivo noble. ¿O corres dentro de una rueda de hámster sin ir a ningún lado en realidad; en una rutina, sin progresar? ¡Detente! Reflexiona sobre tu camino. Examinaos a vosotros mismos (2 Co 13:5). Considera tus caminos (Hag 1:5). Medita en tu propio corazón (Sal 4:4).

¿Qué significa meditar? Significa sopesar un asunto mentalmente, considerarlo cuidadosamente, pensar en él, reflexionar sobre él y examinarlo. La mayoría de las personas están demasiado ocupadas y entre demasiado ruido y actividad para detenerse y pensar sobriamente sobre sus vidas. En lugar de meditar, buscan diversiones, actividades diseñadas para dejar de pensar. En lugar de un autoexamen y de pensar en la vida, buscan más entretenimiento. En lugar de meditar, ahogan la conversación interna entre sus partes (1 Ts 5:23) con la televisión, las películas, la música, la bebida o las drogas. ¡Qué locura!

En lugar de hacerse tiempo para reflexionar con serenidad sobre sus vidas, tienen radios en sus autos, televisores en sus casas y teléfonos celulares en sus bolsillos. “No está Dios en ninguno de sus pensamientos” (Sal 10:4). No saben a dónde van, por qué van en cierta dirección, o las consecuencias de ello. Son víctimas de las circunstancias más que administradores de ellas. Son personas necias, y serán castigadas tan certeramente como la gravedad hace que las cosas caigan hacia abajo.

Pero la sabiduría clama: “Estad quietos y sabed que yo soy Dios” (Sal 46:10). “Temblad, y no pequéis; meditad en vuestro corazón estando en vuestra cama, y callad” (Sal 4:4). “Me acordaba de mis cánticos de noche; meditaba en mi corazón, y mi espíritu inquiría” (Sal 77:6). “Mas Jehová está en su santo templo; calle delante de él toda la tierra” (Hab 2:20). Estas son las actividades de las personas sabias y santas.

Es la persona necia la que vive sin pensar, camina sin meditar y elige su camino sin reflexionar. ¡Los creyentes estamos llamados a caminar con circunspección, examinando nuestro camino desde todos los ángulos! Solo mediante esta disciplina podemos comprender y aplicar la voluntad de Dios a nuestras vidas (Ef 5:15-17). Nuestro deber es hacer sendas rectas para nuestros pies (He 12:13).

Otro error que impide que las personas reflexionen sobre sus vidas es que la mayor parte de su reflexión es sobre los demás. Es el hipócrita malvado y el santurrón el que reflexiona sobre la vida de los demás en lugar de la suya propia. Se consuela en sus pecados tratando de identificar tantos como sea posible en los demás (Lc 18:9-14). El Señor Jesús condenó el ver la paja en el ojo ajeno mientras que el que juzga tiene una viga de granero en el suyo. Esta actividad es lo opuesto al autoexamen, y prueba que una persona es lo opuesto a los justos y sabios según la Palabra; demuestra que es una persona necia.

¿En qué debes reflexionar? ¿Estás caminando con Dios y creciendo en la gracia y el conocimiento de Jesucristo? ¿Estás dando mucho fruto espiritual? ¿Estás perdonando, amando y sirviendo a todos los demás para guardar el segundo mandamiento? ¿Es tu matrimonio lo que debería ser? ¿Tienes actividades en tu vida que crean tentación y te llevan al pecado? ¿Estás decidido a buscar el reino de Dios? ¿Vives con la eternidad a la vista? Si murieras hoy, ¿el Señor Jesucristo te encontraría en el camino de la justicia?

¿Está tu vida dirigiéndote hacia el santo objetivo de agradar al Señor? ¿Tu camino te lleva a examinar si todo lo que crees y prácticas coincide con las Escrituras? ¿Son tus prioridades consistentes con las listas de Salomón en este libro? ¿Lees, meditas, examinas diligentemente, oras y cantas en privado con regularidad? Reflexiona sobre el camino de tus pies.

Padre, ¿has reflexionado sobre el camino que están tomando tu mujer e hijo? Es tu deber ante Dios conducirlos, guiarlos y corregirlos por el camino recto del temor del Señor (Sal 34:11). La verdadera medida de nuestro deber y amor es prepararlos y perfeccionarlos para el encuentro con el Señor Jesucristo. ¿Estás ayudándolos a mantener sus pies en el camino de la justicia?

¿Qué te impide reflexionar sobre el camino de tus pies? Sea lo que sea, no vale la pena correr el peligro de desviarse del camino del entendimiento y acabar en la congregación de los muertos (Pr 21:16). “Hay camino que al hombre le parece derecho, pero su fin son caminos de muerte” (Pr 14:12; 16:25). Amigo, si tú no examinas tus caminos ten presente que el Señor los está examinando (Pr 5:21). ¡No descuides ni olvides este sagrado deber de examinar la senda de tus pies!

Dios Jehová de la Biblia te llama como lo hizo con Abraham. “Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto” (Gn 17:1). ¿Vas a obedecer la orden?

Si obedeces, el Señor te enviará maestros visibles e invisibles. “Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda” (Is 30:21). ¿Obedeces a tus maestros?

El salmista dijo: “Consideré mis caminos, y volví mis pies a tus testimonios” (Sal 119:59). Amigo, ¿te unirás al salmista en este deber frecuente de reflexionar sobre tu vida? “Escudriñemos nuestros caminos, y busquemos, y volvámonos a Jehová” (Lm 3:40). Hazlo parte de tu ejercicio diario de oración (Sal 139:23-24).

Tu carne, el mundo y Satanás pondrán trampas diariamente en el camino. Te enfrentarás a muchos incluso hoy. Intentarán tentarte y atraparte en tus pensamientos, en tu forma de hablar, en tus interacciones sociales, en tu trabajo y en todas partes. Es tu deber considerar cuidadosamente tus caminos y evitar las trampas. Es tu deber alejarte rápidamente de toda situación tentadora y amenazante (Pr 4:14-15; Ro 13:14; 2 Ti 2:22).

Después de examinar la senda de tus pies, es tu deber fijar y asegurar todos tus caminos en el temor del Señor. ¿Cómo identificas el temor del Señor para tu vida? ¡Por las Sagradas Escrituras! Son lámpara a tus pies y lumbrera a tu camino (Sal 119:105). La roca segura de las palabras de Cristo debe ser el fundamento de tu casa (Mt 7:24-27; 2 P 1:19-21). Establece, fija y asienta permanentemente todos tus caminos en el Señor. Y la gracia de Dios te bendecirá en esta vida (1 P 5:10; 1 Ts 3:12-13).

Los verdaderos discípulos, los verdaderos hijos de Dios, perseveran en la Palabra de Cristo (Jn 8:31). No se apartan de la esperanza del evangelio, sino que continúan en la fe cimentados y firmes (Col 1:23). Y es por esta perseverancia confiada y establecida en la verdad que demuestras que eres uno de los verdaderos hermanos del Señor Jesucristo (Mt 12:48-50; Mr 3:33-35; Lc 8:20-21; He 3:6,14).

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No te desvíes a la derecha ni a la izquierda; aparta tu pie del mal” (Pr. 4:27).

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No deambules por la vida. Una vez que sepas a dónde debes ir, no te desvíes de esa dirección. Aléjate de todo lo malo o tentador. Pon tus ojos en agradar a Dios en cada parte de la vida, y no te dejes desviar por nada. Salomón le dijo a su hijo con seriedad cómo tener una vida próspera y exitosa ante Dios y los hombres santos (Pr 4:20-27).

El camino de la sabiduríala vereda de la justicia, la calzada de la santidad, la senda de la purezaconduce hacia delante (Pr 4:25-27). ¡La advertencia es clara! No te desvíes del camino hacia el pantano del pecado que yace a ambos lados del camino. ¡Y el remedio es claro! Si ya te has adentrado en el pantano, saca el pie del desastre y salta de nuevo a la senda recta.

El bendito Dios trazó un camino para que cada santo lo caminara. Está claramente definido con marcadores brillantes y señales de advertencia en la Biblia (Sal 119:105). Y envió maestros para asegurarse de que nadie malinterprete la hoja de ruta. Él prometió que ellos ayudarían a los santos diciendo: “Este es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda” (Is 30:21).

Salomón le enseñó a su hijo a mantener sus ojos mirando solo hacia adelante. Él dijo: “Tus ojos miren lo recto, y diríjanse tus párpados hacia lo que tienes delante” (Pr 4:25). El mundo ofrece muchas tentaciones para sacarte de la senda correcta y para que te aventures en el pantano de la lujuria y el pecado. Las atracciones y las invitaciones son muy engañosas y pegajosas. Ni siquiera pienses en mirarlas.

También le dijo a su hijo que considerara cuidadosamente por dónde caminaba y que caminara solo donde tuviera razones sólidas para hacerlo. Él dijo: “Examina la senda de tus pies, y todos tus caminos sean rectos” (Pr 4:26). Es deber de todo cristiano probar todo lo que hace con la Palabra de Dios y rechazar cualquier opinión o actividad contraria (Is 8:20; 1 Ts 5:21).

A la mayoría de las personas no les gusta una forma de vida tan restrictiva (Mt 7:13). Quieren hacer lo suyo; quieren hacerlo a su manera. Quieren probar los placeres del pecado. ¡Los carteles publicitarios del pantano son demasiado atractivos para resistirlos! Hay muy pocos como Moisés, quien renunció a grandes ventajas mundanas para permanecer en el camino al cielo con el pueblo de Dios (He 11:24-26).

La mayoría de las personas se resienten contra la sana doctrina y contra los predicadores dogmáticos que les dicen lo que deben o no deben hacer (2 Ti 4:3-4). Quieren, en su lugar, comediantes que les hagan cosquillas en los oídos con historias entretenidas. Están cansados del camino estrecho y angosto (Mt 7:14), por lo que encuentran fácilmente maestros que los conducirán al pantano del cristianismo carnal (Is 30:8-11). Hay muchos de ellos hoy en día y son fáciles de encontrar. Los verdaderos predicadores requieren una búsqueda ardua, pero el resultado valdrá la pena. Sus hermosos pies y su tesoro te ayudarán (Ro 10:15; 2 Co 4:1-7).

El Señor dio la Palabra—es absoluta y definitiva. Las desviaciones son castigadas severamente. Pregúntale a Caín, quien pensó que a Dios le gustaría su ofrenda (Gn 4:1-5). Pregúntele a Nadab y Abiú, quienes probaron la adoración contemporánea (Lv 10:1-2). Pregúntale a Moisés, quien pensó que golpear la roca dos veces daba lo mismo que hablarle (Nm 20:7-13). Pregúntenle a Saúl, quien complació al pueblo con una innovación en el culto (1 S 15:22-26). Pregúntele a David acerca de mover el arca en una carreta de bueyes nueva (2 S 6:1-9; 1 Cr 15:13-15). Pregúntale a Uzías, quien pensó que tenía un ministerio (2 Cr 26:16-21).

El Señor ya ha dictaminado con respecto a la mayoría de los aspectos de tu vida. Ni siquiera pienses en mirar o doblar hacia a otro lado. ¡Confía en Él y en su Palabra! Rechaza tus propios pensamientos (Pr 3:5-6). Ama sus mandamientos en todos los asuntos, y odia cualquier otra opinión (Sal 119:128). Ni siquiera pienses en probar algo de las prácticas religiosas del mundo—la cristiandad contemporánea (Dt 12:29-32). Recuerda que Él considera al mundo y a sus amigos Sus enemigos (Stg 4:4).

Si ya te has desviado neciamente tras el mundo y has entrado en el pantano del pecado, ya sea en hábitos privados o lujurias o adoración pública, solo hay un remedio—pues ahora estás en la congregación de los muertos, y debes salvarte a ti mismo (Pr 21:16): ¡Arrepiéntete! Sal de tu pecado y regresa ahora al camino de la justicia. ¡Arrepiéntete! Elimina tus hábitos pecaminosos. ¡Arrepiéntete! Deja tu comunidad transigente (familia, iglesia, relaciones, etc.). ¡Arrepiéntete! Aparta tu pie del mal.

El Señor dio la Palabra—es absoluta y definitiva. Las desviaciones se juzgan severamente. Pero el arrepentimiento puede salvarte. Pregúntale a David, a quien se le perdonó el adulterio y el asesinato (2 S 12:13). Pregúntale a Manasés, a quien se le perdonaron los pecados más atroces (2 Cr 33:12-13). Pregúntale a los ciudadanos de Nínive, quienes se salvaron de la destrucción total (Jon 3:10). Pregúntale a los corintios, quienes salvaron sus vidas y la de la iglesia por el arrepentimiento piadoso (2 Co 7:9-11).

El camino de la sabiduría, el camino de la justicia, es recto. No te desvíes ni un poco. No modifiques los mandamientos de Dios ni un poco. No pienses ni por un segundo que un nuevo milenio justifica una nueva mirada a la Escritura. No escuches el clamor de todos lados por más tolerancia a las innovaciones en la doctrina y la práctica. ¡No te desvíes a la derecha ni a la izquierda!

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