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EL ODIO DESPIERTA RENCILLAS; PERO EL AMOR CUBRIRÁ TODAS LAS FALTAS


“El odio despierta rencillas; Pero el amor cubrirá todas las faltas” (Pr 10:12).


¿Eres una persona pacificadora? Dios ama a las personas pacificadoras. Las personas justas aman la paz. ¿Haces todo lo que puedes para poner fin a las peleas, pasar por alto las ofensas, perdonar a los pecadores, reunir a los enemigos y vivir en paz con todas las personas? Dios bendice a los pacificadores, y es una gran parte de la sabiduría divina.

Donde hay rencillas, hay odio. Las rencillas no pueden existir sin el odio. A menos que triunfe el amor, la rencilla empeorará. El amor no pelea, cubre las ofensas y los pecados; busca la paz y la consigue. No puedes tolerar las rencillas; trata de terminar las peleas lo antes posible.

Rencilla, una palabra que no se usa tanto hoy en día. Significa amargura, enemistad, discordia, contención o disputa. Es lucha y conflicto. Si bien es piadoso luchar por la verdad contra el pecado y el error, esta palabra alude es una lucha personal causada por el odio de aquellos que no practican el amor.

Donde hay envidia, rencilla, enemistad, conflicto o tensión, todo lo que necesitas hacer es mirar un poco más profundo para encontrar a una o ambas partes culpables de odio. La lucha y el antagonismo no existen ni pueden existir donde cada persona practica la caridad cristiana, o el amor de la Biblia.

Pero hay personas malas, con el corazón lleno de amargura y odio (que todas las personas tienen por naturaleza Tit 3:3), que se deleitan en suscitar contiendas y pleitos, con chismes, murmuraciones, malas sospechas y maledicencia. Estas personas profanas no tienen consciencia ni compasión, como Saúl y Simei, y semejante destino recibirán del Dios santo y justo y de los hombres nobles (Gn 9:20-27; 2 S 16:5-14; 1 R 2:8-9; Is 29:20-21).

La caridad perdona los pecados y los olvida, como Dios los perdona y los olvida. El amor esconde y encubre los pecados bajo el mismo manto de perdón que el Señor Jesús muestra a cada creyente. Esto es encubrir el pecado, y es una regla de vida para los verdaderos cristianos (Pr 17:9; Stg 5:20; 1 P 4:8). Pero el odio, que fluye de la ira y el orgullo, ama desenterrar el mal, difundir información ajena íntima, y crear conflictos y problemas (Pr 15:18; 16:27-28; 26:21; 28:25; 29:22; Stg 4:1).

¿Puedes cubrir pecados como José, cuyos hermanos no podían creer en su perdón, incluso después de muchos regalos, favores y del paso del tiempo? (Gn 45:1-15; 50;15-21) Puso la mejor perspectiva sobre su horrible crimen y lloró por todos ellos. ¿Cómo recompensó el Señor a este hijo de Jacob? Le dio una doble bendición de dos tribus en Israel (Jos 14:4).

Esta es una oportunidad de oro para la formación de los niños por parte de buenos padres. Los niños deben ser entrenados y corregidos estrictamente en este asunto del odio y el amor, la lucha y la paz, cubriendo los pecados y no exponiéndolos. El antagonismo natural y la competitividad de los niños crea un entorno perfecto para enseñarles rasgos piadosos de amor, bondad, perdón y pacificación.

El amor tiene muchas facetas (1 Co 13:4-7), pero este proverbio enfatiza una de ellas: cubrir los pecados. El amor pasa por alto las ofensas contra él; el odio se ofende, guarda amargura o trama venganza. El amor olvida y oculta los pecados del arrepentido; el odio los recuerda o los contagia a otros. El amor escucha rumores, o incluso noticias reales de los pecados de los demás, pero nunca los repite; el odio anhela información privada y la difunde a cualquier oyente.

¿Puedes cubrir todos los pecados, como enseñó Salomón aquí? Pedro una vez pidió un límite de siete ofensas para cubrir los pecados, pero Jesús lo elevó hasta setenta veces siete (Mt 18:21-22). ¿Cómo puedes pelear con otros por unos centavos, cuando Dios Todopoderoso te ha perdonado diez mil talentos? (Mt 18:23-35) Estas cosas nunca deberían ocurrir entre los que son cristianos, y el juicio severo del siervo malvado fue justo y apropiado.

Cubrir los pecados no es transigencia. No es retener el juicio bíblico, ya sea en la familia, la iglesia, los negocios o la nación. La autoridad legítima debe ejecutar juicio rápidamente, donde Dios lo ha ordenado. Pero cubrir los pecados debe ocurrir cuando las ofensas son contra ti, cuando hay arrepentimiento, o cuando no tienes autoridad directa.

El odio al pecado es santo y bueno (Pr 6:16-19; Sal 45:7). Pero el odio a los demás, mostrado por la ira por las ofensas personales, ignorando el arrepentimiento, murmurando por los pecados y chismeando, es asesinato según el juicio de Dios (Mt 5:21-26). Prueba que una persona no tiene vida eterna y vive para el diablo con un espíritu del infierno (Jn 8:44; Stg 3:14-16; I Jn 3:15).

¿Qué pasa si una persona dice: “Oh, cuánto amo a Jesús”, pero provoca problemas, no perdona las ofensas personales, ignora el arrepentimiento de los pecadores y revela los pecados a los demás? Son hipócritas mentirosos, porque la Biblia dice que están asesinando a los descendientes de Caín (1 Jn 3:10-15). Una de las mejores medidas de un cristiano es qué tan bien ama y perdona (1 Jn 2:9-11).

Mira el carácter del Señor Jesús, quien vino al mundo para salvar a los pecadores. No tenía respeto por los “justos” que se amaban a sí mismos, porque conocía la negrura de sus corazones (Mr 2:15-17). Elige hoy perdonar y cubrir los pecados con amor, para que puedas orar fácil y honestamente: “Perdónanos nuestros pecados, como también nosotros perdonamos a los que pecan contra nosotros” (Mt 6:12).

La lección aquí es la base para la verdadera paz: el amor. Donde hay rencillas, contención y tensión, hay odio detrás de los falsos apretones de manos y las palabras mentirosas. Es tu sabiduría vivir esta lección tú mismo, evitar a las personas malvadas que odian y educan tal maldad en sus hijos. Sé el mayor pacificador, la mayor pacificadora, del mundo practicando la sabiduría de este proverbio. ¡Que el Señor Jesús te conceda la gracia y la sabiduría para la tarea!

La lección aquí es también el gran abismo entre los sabios y los necios, entre los justos y los malvados, entre los hijos de Dios y los hijos de Belial. Cuando Jesús se encontró con pecadores arrepentidos, los perdonó gratuitamente; cuando los fariseos santurrones observan a los pecadores, los desprecian y odian el perdón gratuito y completo de Dios para ellos (Lc 7:36-50; 15:25-32).

El amor es la mayor evidencia de la vida eterna. ¿Vives en paz con todas las personas, especialmente a los de la familia de la fe? (Ro 12:18; Gl 6:10) Si crees que Dios te ama, demuéstralo amando al que te ha ofendido; si dices amar a Dios, demuéstralo también amando al que te pide perdón. Como Dios es amor, los que son verdaderamente de Dios amarán y perdonarán a los demás (Jn 13:34-35; 1 Jn 3:10-24; 4:7-21; 5:1-2).

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