Si es verdad que la segunda venida de Cristo es la gran esperanza de todo creyente, un acontecimiento de esta naturaleza debiera aparecer claramente expuesto en las Escrituras, especialmente en el Nuevo Testamento. Y, más importante aún, esto debiera ser algo que todo verdadero hijo de Dios debiera saber y comprender a cabalidad. La gran esperanza de todo creyente no debiera ser un tema confuso o plagado de especulación. Pablo le dice a Tito que quienes son salvos deberían estar “aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tit.2:13; cf. 1 Ts. 5:4-6; 2 P. 3:12;). Difícilmente podríamos hacer esto si la Biblia no nos dijera específicamente qué es lo que debemos aguardar, o si sus instrucciones concernientes a la segunda venida de Cristo fueran tan confusas que cualquier intento por comprender el tiempo de la misma produjera debates airados que todo verdadero cristiano preferiría evitar.
La verdad es que las Escrituras no pueden ser más claras sobre el tema. El origen de tanta confusión es nuestra imperfecta interpretación de esta enseñanza bíblica, o de nuestra renuncia a aceptarla tal y como aparece en el Sagrado Texto. No se escatimó ningún esfuerzo para hacer que este artículo sea tanto comprensible como comprensivo. Un glosario con todos los términos técnicos se ha añadido al final, de tal manera que quien no entienda de inmediato a qué nos referimos pueda consultarlo y salir de la duda.
Al considerar el pre, mid–, y postribulacionismo, muchos piensan que hay una sola posibilidad, una sola postura correcta. En realidad, existen dos posibilidades: solo una postura es correcta o las tres están erradas. El argumento fundamental de nuestra postura preira es fuerte y convincente. Después de la lectura cuidadosa de este estudio sobre el momento del arrebatamiento, debiéramos quedar más convencidos que nunca de tres puntos. Primero, que el arrebatamiento inicia el Día del Señor. Segundo, que el Día del Señor es la ira de Dios sobre los impíos que permanecen en la tierra después de que los justos hayan sido llevados en el comienzo de la parousía (venida) del Señor. Tercero y último, que el Día del Señor comienza cuando la persecución por parte del Anticristo (la cual comienza cuando Satanás es expulsado del cielo a la tierra–Ap 12:7-9,13-17) es acortada.
El Problema
El día y la hora exactos del arrebatamiento es algo que no nos fue concedido saber. La ausencia de este pequeño detalle ha llevado a más engaño y falsas interpretaciones de la Escritura que quizás cualquier otra doctrina de la fe cristiana. Amilenialismo, post-milenialismo, pre, mid, y post-tribulacionismo y pronosticadores de fechas tienen sus adeptos. En nuestra opinión, todas esas posturas están equivocadas. ¿Por qué? ¡Porque no han utilizado una interpretación literal de la Escritura, ninguna de ellas!
Mateo 24:36 declara: “Pero en cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, ni siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino sólo mi Padre.” Solamente con este versículo queda establecido de facto que cuando Cristo estaba aquí en la tierra sólo Dios el Padre conocía el día y la hora de la parousía. Estas palabras del Señor tienen implicancias profundas en el resto de lo que fue escrito en el Nuevo Testamento. La elección del Padre de mantener esta información como un misterio da como resultado una presentación muy generalizada de los detalles de los tiempos del Fin en el NT. Cualquiera que esté familiarizado con el NT sabe que esto es verdad.
Por ello, partiendo de la base que cuando el Señor Jesús estaba aquí en la tierra no conocía el día ni la hora de su venida, Él sólo pudo darnos un esquema general de los eventos de los tiempos del Fin. Sabemos qué va a suceder. Sabemos cómo sucederá. Sabemos dónde sucederá. Sabemos quiénes estarán involucrados. Pero no sabemos exactamente cuándo ocurrirá su venida. Lo más que podemos acercarnos al cuándo, es conocer el lugar que este ocupa en la secuencia de los eventos que Él delineó.
El Lugar que Ocupa Su Venida en la Secuencia de los Eventos Finales
Careciendo del conocimiento del día y la hora, el Señor sólo nos dijo, de manera generalizada, el lugar que ocupa Su venida en la secuencia de los eventos. Las palabras exactas del Señor son:
“De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas” (Mt. 24:32-33).
La frase “todas estas cosas” se refiere a los eventos mencionados entre los versículos 4 y 31. Usando la analogía de la mujer encinta (1 Ts. 5:3), podemos decir que después de los dolores de parto y del trabajo de parto, uno puede esperar el nacimiento del bebé. Por ello, el Señor indica que después de los dolores de parto (Mt. 24:4-8) y del trabajo de parto (Mt. 24:9-14 con ampliación de detalles en 24:15-28) vendrá el nacimiento (Mt. 24:29-31). Según Sus propias palabras, el Señor nos dice que el lugar que ocupa Su venida en la secuencia de los eventos finales es durante el trabajo de parto (la persecución).
Esta no es una persecución cualquiera, sino una que sólo puede ser descrita “tal como no ha habido desde el principio del mundo hasta ahora y no la habrá jamás”. La Biblia indica que en el algún momento del futuro cercano, Satanás será arrojado del cielo a a la tierra con gran ira (Ap. 12:12) y le dará a la bestia (el Anticristo) poderes sobrenaturales (Ap. 13:2; 2 Ts. 2:9). Por medio de estos poderes sobrenaturales, la bestia comenzará una campaña de terror contra los escogidos de Dios (Ap. 13:7, Mt. 24:22). Estas son las hojas de la higuera que darán los indicios de que los eventos del Fin ya han comenzado.
Antes del año 325 d.C., la iglesia entendió que habría un período de persecución sin paralelo llevada a cabo por el Anticristo, siendo esto el indicador primario del regreso del Señor. La evidencia en los escritos post- apostólicos es tan abrumadora que un bosquejo de la expectación de este periodo revela que los cristianos esperaban ver:
1. Tribulación por parte del Anticristo dentro del contexto de la persecución romana.
2. El retorno personal y visible de Cristo en medio de la persecución para:
a. resucitar a los muertos justos (1 resurrección)
b. arrebatar a los santos
c. pelear la batalla de Armagedón
d. destruir al Anticristo y todos sus seguidores
e. atar a Satanás
f. reinar sobre el trono de David con los santos desde una restaurada Jerusalén
3. Establecimiento del la era milenial
4. Resurrección (segunda o general)
5. Renovación del cielo y la tierra (cielos nuevos y tierra nueva).
Por cuestiones de espacio no podemos incluir aquí las citas post -apostólicas específicas a las que nos referimos. Bastará decir que la mayoría de los cristianos de este periodo creían que la persecución del pueblo de Dios a manos del Anticristo era la indicación del pronto retorno de Cristo. Las enseñanzas del Señor Jesús en el Discurso de los Olivos y el entendimiento post-apostólico de las enseñanzas del NT, conducen de manera natural a concluir que el regreso del Señor estará marcado por la persecución del pueblo de Dios.
La Promesa
El Señor Jesús declaró, y la iglesia primitiva creía, que una generación escogida se enfrentaría a la persecución sin igual a manos del Anticristo seguida por el arrebatamiento de la iglesia y la ira de Dios sobre los impíos. No existe ninguna promesa explícita de Dios a la iglesia universal de evitarle la persecución del Anticristo. Sin embargo, sí existe la promesa de Dios de que la iglesia universal no pasará por la ira de Dios. Pablo escribe:
“Ellos mismos (los creyentes en Macedonia y Acaya) cuentan… cómo os convertisteis de los ídolos a Dios …y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera…Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo…” (1 Ts. 1:9-10, 5:9).
Como en 1 Tesalonicenses 1:10, ira es utilizado aquí en su sentido escatológico, siendo la ira de Dios sobre el pecador en el día del juicio venidero. En 1 Tesalonicenses 4:17, Pablo nos dice exactamente cómo el Señor rescatará a los justos de su ira venidera. Como es de esperar, no hay información específica acerca del día y la hora. No obstante, sabemos el qué sucederá (el arrebatamiento), por qué (la promesa de Dios), y cómo (siendo llevados hacia los cielos), pero no sabemos específicamente cuándo. La única pista sobre el “cuándo” es el “por qué”. Dios prometió llevarse a los creyentes antes de que su ira sea derramada. Por ello, hay dos condiciones bíblicamente defendibles relacionadas con el momento del arrebatamiento: (1) ocurrirá durante un tiempo de persecución sin paralelo a manos del Anticristo[1], y (2) debe preceder al derramamiento de la ira de Dios.
El Arrebatamiento Según Cristo - Mateo 24
El pasaje más importante de la Escritura en el NT concerniente al momento del arrebatamiento es Mateo 24. Los pretribulacionistas han intentado poner en duda la aplicación para los cristianos de este pasaje tan importante. Pero el identificar por parte de ellos el contenido de Mateo 24 con Armagedón y su aplicación a Israel, deja el momento del arrebatamiento en un estado de confusión.
En el relato de Mateo del Discurso de los Olivos, el Señor enseña la secuencia completa de eventos que conducen al arrebatamiento de los escogidos. El Señor indica que la reunión de los escogidos de Dios ocurrirá inmediatamente después de que la persecución de estos a manos del Anticristo sea acortada (Mt. 24:22, 29) por el inicio del Día del Señor. Todas las luces del cielo serán oscurecidas y Cristo vendrá para rescatar a los escogidos para luego comenzar la destrucción de los impíos. El Señor indica en el Discurso de los Olivos que la secuencia de eventos en los tiempos del Fin estará marcada por tres fases. La primera fase consiste del comienzo de los dolores de parto: falsos cristos, guerras, hambrunas y terremotos (Mt. 24:48). Luego viene la segunda fase que traerá un periodo de trabajo de parto (la ira de Satanás a través del Anticristo): tribulación y odio (resultando en una gran apostasía) y falsos profetas (Mt. 24:9-14). La fase final será el parto mismo: la venida del Señor para reunir a los escogidos en el aire, lo cual entonces inicia la ira de Dios contra los impíos (Mt. 24:29-31). En este momento de la historia humana nos encontramos inequívocamente en la primera fase (Mt. 24:48).
En una larga explicación de la fase de trabajo de parto (la ira de Satanás, Mt. 24:15-28), el Señor indica que la persecución del Anticristo será amputada o acortada (Mt 24:22). En el contexto, el Señor sólo puede estar refiriéndose a la persecución que Daniel indica que durará tres años y medio (Dn. 9:27). Habiendo indicado en Mateo 24:15 que este periodo de persecución comenzará con la “abominación desoladora de la cual habló el profeta Daniel”, al lector no le queda otra alternativa que considerar que la tribulación será acortada. Afirmar, como insisten los pretribulacionistas, que el periodo de tres años y medio es acortado es ridículo. La profecía original de Daniel indica que un total de 490 años comprenderían el tiempo total designado por el pecado y para el castigo de Israel (Dn. 9:24-27). Por eso, lo único que es acortado es la persecución del Anticristo, no los tres años y medio que le han sido asignados por Dios.
Daniel 7:25 indica que los santos del Altísimo serán entregados en las manos del Anticristo por tres años y medio (tiempo, tiempos y mitad de un tiempo). Mateo 24:22 indica que es la persecución de los escogidos la que será acortada y no la autoridad de la bestia para actuar por 42 meses (Ap. 13:15).
La vía para conciliar estos tres pasajes es entender que Dios en su misericordia quitará el objeto de persecución (los escogidos) del Anticristo mientras Él permite que se cumpla el período de tres años y medio. Dicho de otra manera, el objeto de persecución será retirado, pero “la autoridad para gobernar” del Anticristo continuará. Esta conclusión puede entenderse en la diferencia de énfasis que vemos entre Daniel 7:25 y Apocalipsis 13:5. Daniel enfatiza la duración de la persecución de los santos de Dios. Apocalipsis destaca la duración de la autoridad para gobernar del Anticristo. Mateo 24:22 enfatiza la duración de la experiencia de la iglesia bajo la persecución del Anticristo hasta que se le ponga un fin por la misericordia de Dios, y sea removida (arrebatada) antes de que Dios inicie su ira sobre la humanidad. Es perfectamente consistente con la misericordia de Dios garantizar dicha gracia a Sus escogidos en sufrimiento (Ver 1 Cr. 21 y 2 R. 20 para dos ejemplos de la misericordia de Dios con respecto a juicio y misericordia. Dios puede acortar o alargar el tiempo según Él lo considere).
En Mateo 24:29, el Señor declara:
“E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días [al ser acortada], el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán desde el cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas”.
Mientras que Cristo no sabía ni el día ni la hora del arrebatamiento, Él sí sabía con toda certeza la secuencia de eventos. Dios el Hijo sabía el lugar del arrebatamiento dentro de la secuencia de eventos, pero no el momento exacto del arrebatamiento mismo. Queda totalmente dentro de la elección soberana de Dios el Padre la duración exacta de la persecución sin paralelo del Anticristo. Por lo tanto, no sabemos cuándo en términos de día y hora, pero sabemos cuándo en términos de “tiempos y sazones”. No sabemos cuándo en la historia de la humanidad, pero sí sabemos cuándo en la divina disposición de eventos de los tiempos del Fin - después de que la persecución del Anticristo sea acortada.
El evento descrito en Mateo 24:29 es la única pista de mayor importancia en cuanto al tiempo del arrebatamiento. Este evento es la señal que indica el comienzo de la ira de Dios. Es claro que el Señor tomó Sus palabras directamente desde los profetas del Antiguo Testamento. Isaías, Joel y Sofonías predijeron que estas mismas señales indicarían el comienzo de la ira de Dios contra los impíos durante un período de tiempo conocido como el Día del Señor.
Joel dice que las alteraciones cataclísmicas en el cielo vendrían antes de desatarse el verdadero Día escatológico del Señor. Él escribe específicamente en 2:31: “El sol se convertirá en tinieblas y la luna en sangre, antes que venga el día grande y espantoso de Jehová”. Con este hecho singular se descarta cualquier posible noción de que el período completo de siete años conocido como la Semana Septuagésima de Daniel es la ira de Dios. También nos proporciona el indicio más importante sobre el punto de comienzo de la ira de Dios. El Señor declara que el Día del Señor comienza inmediatamente después de que la tribulación del Anticristo sea acortada (Mt. 24:29).
Con el universo privado de luz, se vislumbra una segunda señal. La señal del Hijo del Hombre aparece en el cielo (Mt. 24:27,30). Todas las tribus de la tierra comienzan a lamentarse cuando lo ven “viniendo en las nubes del cielo con poder y gran gloria.” Mateo 24:31 dice entonces, “Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.”[2]
La secuencia es clara; sin embargo, la pregunta central permanece. ¿Se refiere Mateo 24:31 al arrebatamiento de la iglesia? La respuesta a esta pregunta puede establecer la cuestión sobre el arrebatamiento o mantener la confusión. Creemos que Mateo 24:31 sí se refiere al arrebatamiento. Existen varias razones para llegar a esta conclusión.
La primera. El momento de esta reunión particular encaja perfectamente con las condiciones bíblicamente defendibles para el arrebatamiento. Este agrupamiento ocurre inmediatamente después de que la persecución del Anticristo es acortada, pero antes de que la ira de Dios caiga sobre los impíos.
La segunda. La enseñanza paralela de Mateo 24:30-31 en Lucas 21:28 es lenguaje de arrebatamiento. Obsérvese que: “Cuando estas cosas comiencen a suceder [las alteraciones cataclísmicas referidas por Joel, Isaías y Sofonías], erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención esta cerca” (Lc. 21:28). Muchos intérpretes pretribulacionistas insisten en que este texto se refiere a la redención espiritual final de aquellos creyentes que sobreviven a la tribulación. Sin embargo, el contexto de este pasaje va en contra de esa idea. Alguien que es descrito como estando agachado y con su cabeza baja está cargando un sufrimiento físico, no el peso del pecado (ver Lc. 13:11). El uso de Lucas para “redención” para describir la liberación de una carga física es la interpretación más apropiada. Se mantiene la figura retórica que comenzó con la frase “erguíos [cobren ánimo] y levantad vuestra cabeza”.
Lucas 24:21 tiene un uso similar. Allí, dos hombres están discutiendo la vida y el ministerio de Jesús y se registra que dijeron: “Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel…”. Su deseo era de una redención física del gobierno romano, no una redención espiritual del pecado. El término es utilizado exactamente de la misma manera en Lucas 21:28. La persecución del Anticristo contra los escogidos de Dios hará que deseen el alivio físico (ver Lc. 18:18). Este alivio vendrá con el arrebatamiento. Pablo hace eco de este lenguaje de supervivencia y alivio en 1 Tesalonicenses 4:17 cuando dice: “Luego los que estemos vivos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados junto con ellos en las nubes para encontrarnos con el Señor en el aire…”
La tercera. El evangelio de Mateo fue escrito 20 años o más después de la muerte de Cristo. Aun así, Mateo no ofrece ninguna palabra que aclare las enseñanzas del Señor acerca de los tiempos del Fin. Si la venida de Cristo en Juan 12 es el arrebatamiento y la venida de Cristo en Mateo 24 es Armagedón como enseñan los pretribulacionistas, sería de esperar alguna aclaración en la Escritura. El Señor Jesús habló de asuntos relacionados a los tiempos del Fin en dos ocasiones durante los dos últimos días de Su ministerio en la tierra (Mt. 24 y Jn. 14). Justo antes de Su regreso al cielo, los discípulos le preguntaron al Señor con respecto a Su retorno (Hch. 1:6). No obstante, no hay ninguna palabra que nos explique que Mateo 24 debiera ser entendido como referido a Armagedón, ni que sea diferente de la venida de Cristo por sus escogidos en el arrebatamiento. Los escritores del NT aclaraban posibles malos entendidos con respecto de la profecía cumplida (Mt. 1:23), así también de otros temas. El retorno de Cristo era el tema que más preocupaba a los discípulos previo a la ascensión de Cristo a los cielos. Marcos y Lucas entrelazaron en sus escritos la destrucción cercana/lejana de Jerusalén. Pero ninguna palabra fue escrita acerca de dos venidas y de cómo distinguir a cada una. Hay una razón por la cual los discípulos no lo hicieron, por supuesto. La Biblia simplemente no enseña dos parousías.
La cuarta. Es importante recordar que el término escogidos (eklektos) utilizado en Mateo 24 se refiere a creyentes de la era de la iglesia que estarán vivos en la tierra al momento de la parousía del Señor. El contexto de Mateo 24 y el uso del término apoyan esta conclusión. El empleo de la palabra escogidos respalda nuestra tesis de que Mateo 24:31 se refiere a dichos creyentes. El término escogidos es un nombre colectivo, es decir, la palabra significa un grupo de personas. Es utilizada para referirse a Israel (la nación, Is. 44:1), a la Iglesia (Ef. 1:4), y a los apóstoles (Jn. 6:70). Israel es el elegido de Dios de dos maneras, una física y una espiritual. En el primer sentido, la nación de Israel es elegida para el servicio. Deuteronomio 7:67 dice:
“Porque para el Señor tu Dios tu eres un pueblo santo; él te eligió para que fueras su posesión exclusiva entre todos los pueblos de la tierra. El Señor se encariñó contigo y te eligió, aunque no eras el pueblo más numeroso sino el más insignificante de todos…”
Israel estaba para ser el tesoro especial de Dios apartado para un propósito marcado. Todos los judíos nacidos de la simiente de Abraham, Isaac y Jacob están en esta categoría, sean salvos o estén perdidos.
Israel también es elegida en un segundo sentido (espiritual). El apóstol Pablo dice que “...también hay en la actualidad un remanente escogido por gracia.” Este grupo incluye sólo aquellos judíos que son escogidos para salvación (Ro. 11:5). No obstante, los gentiles también son escogidos para salvación (Ef. 1:4). Juntos, ellos componen la iglesia. Cada vez que se presenta el término escogidos en relación a un grupo en el NT se refiere a la iglesia (Ver Lc. 18:7, Ro. 8:33, 2 Ti. 2:10, Tit. 1:1, 1 P. 1:1 y 2:9, 2 Jn. 1:1, 13 y Ap. 17:14. 1 Ti. 5:21 sería una excepción refiriéndose a ángeles escogidos). ¿Será Mateo 24:22, 24 y 31 una excepción? (Mr. 13:20, 22 y 27 es un paralelo directo a Mt. 24:22, 24 y 31.)
Por tanto, ¿qué grupo de personas será reunido inmediatamente después de que la persecución del Anticristo sea acortada, pero inmediatamente antes de que la ira del Día del Señor se desate sobre los impíos: Israel como nación (en sentido físico) o la iglesia (judíos y gentiles en sentido espiritual)? La clave para entender la intención de Mateo está en Marcos 13:20, lo cual es un paralelo. Mateo nos dice tres cosas sobre los escogidos. Primero, la persecución del Anticristo será acortada a causa de los escogidos. Recuérdese Mateo 24:22 que dice: “Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados.” Segundo, las señales de los falsos cristos y falsos profetas durante la gran tribulación no engañarán a los escogidos. Nuevamente, recuérdese las Escrituras, Mateo 24:24 dice “Porque se levantarán falsos cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos”. Finalmente, los escogidos serán reunidos con el Señor en Su parousía como dice Mateo 24:31: “Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro”. ¿Quiénes son, entonces, los escogidos de Mateo 24?
Marcos 13:20 indica que los escogidos son aquellos que Dios eligió. El verbo elegir (eklego) es la palabra del NT para elección para salvación (Ef. 1:4). Esto es confirmado en el contexto de Mateo 24, donde el versículo 24 dice: “Porque se levantarán falsos cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos”. Este versículo indica que las señales y los prodigios de los falsos cristos y falsos profetas parecerán tan auténticos que los escogidos podrían ser engañados, si fuera posible. El punto es este: si los escogidos pudieran ser engañados, las señales y milagros de los falsos cristos y profetas de los últimos días podrán hacerlo. ¿Podemos decir:¡Gracias a Dios que los escogidos no serán engañados!?
Muchos judíos creerán en el Anticristo, lo adorarán y lo apoyarán. Apocalipsis 13:8 dice: “Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo”. El objeto de este versículo se refiere específicamente a aquellos que no son escogidos para salvación e incluirá al Israel no salvo.
Apocalipsis 13:13a y 14b dice: “También [el falso profeta] hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra … y engaña a los moradores de la tierra...” El apóstol Juan confirma la profecía de Cristo, mostrando que un falso profeta engañará a la gente, tanto judíos como gentiles, con grandes prodigios igual que Cristo lo predijo en el Discurso de los Olivos. El falso profeta es el mismo Anticristo.
Un segundo punto importante de recordar mientras descubrimos la identidad de los escogidos reunidos en el comienzo de la parousía de Cristo es el hecho de que el remanente de Israel (la nación) que vivirá en el milenio no alcanza su salvación sino hasta el fin de la Semana Septuagésima de Daniel (Dn. 9:24, Zac. 13:89, Lc. 21:24 y Ro. 11:25-26). Esto acaba por completo con la idea de que el Israel étnico sea el grupo descrito como los escogidos en Mateo 24:22, 24 y 31. Por lo tanto, la reunión que se señala en Mateo 24:31 debe corresponder a aquellos creyentes de la era de la iglesia que ya están muertos, y los que aún estarán con vida en la tierra al comienzo de la parousía de Cristo.
El hecho de que en Mateo 24 no veamos una referencia explícita a la resurrección o al encuentro de los creyentes en el aire hizo que algunos identificaran erróneamente este evento como Armagedón. En la opinión de ellos, el hecho de que el término iglesia no se utilice o que la resurrección y el ser arrebatados no se mencione descarta Mateo 24:31 como un pasaje sobre el arrebatamiento. Sin embargo, exigir que todos los pasajes sobre el arrebatamiento deban incluir cada componente del mismo (es decir, la resurrección, los ángeles recogiendo, el ser arrebatado hacia el aire) es una ingenuidad. De los tres indiscutibles pasajes sobre el arrebatamiento en el NT, sólo 1 Tesalonicenses 4:13-17 menciona todos los aspectos. Juan 14:13 menciona el ser llevados al cielo, pero no menciona la resurrección. 1 Corintios 15:50-57 menciona la resurrección, pero el ser tomados y llevados en el aire está ausente. El hecho de que Mateo 24:31 sólo mencione la reunión de los escogidos en la parousía de Cristo no impide que sea un pasaje sobre el arrebatamiento.
Antes bien, lo importante es el hecho de que los escogidos son reunidos al comienzo de la parousía del Señor. Cuánto dura la parousía de Cristo es algo que no está detallado con precisión en la Escritura. No obstante, sabemos que la parousía de Cristo comienza con el arrebatamiento y culmina con Armagedón. Pablo ubica el arrebatamiento en el comienzo de la parousía del Señor (1 Co. 15:23, 1 Ts. 4:15). Mateo 24:31 sólo puede ser una referencia a los creyentes vivos de la era de la iglesia reunidos para el Señor en su parousía.
El Arrebatamiento Según Pablo – 1 Tesalonicenses 4:13-5:11
El segundo texto de importancia en el Nuevo Testamento en lo que concierne al arrebatamiento es 1 Tesalonicenses 4:13-5:11. El paralelo entre la enseñanza de Pablo en este pasaje y la enseñanza del Señor en el Discurso de los Olivos de Mateo es contundente. Es debido a este paralelo que tenemos que observar más de cerca este pasaje.
El contexto
En el contexto de valorar el crecimiento de los creyentes de Tesalónica, Pablo les insta a que “abunden más y más”. Pablo reconoce que los Tesalonicenses han hecho las cosas bien, pero él quiere que se perfeccionen aún más en áreas de pureza sexual (1 Ts 4:18) y relaciones interpersonales con creyentes y no creyentes. Es a partir de estos asuntos importantes que Pablo se traslada a una discusión escatológica (1 Ts. 4:13-5: 11). Hay dos temas importantes en esta discusión. Primero, Pablo corrige a los Tesalonicenses en lo que respecta a las ventajas/desventajas de los muertos en conexión con el arrebatamiento (1 Ts. 4:13-18). Luego, Pablo habla sobre las responsabilidades de los Tesalonicenses en vista del venidero Día del Señor (1 Ts. 5:1-11).
El Problema
En la Biblia, la discusión de Pablo del arrebatamiento y el Día del Señor es interrumpida por un corte de capítulos. Como estudiantes del NT, sabemos que las divisiones en capítulos en la Escritura fueron agregadas más tarde. Las Escrituras originales no tenían divisiones por capítulos ni versículos numerados. Sin embargo, los traductores no colocaron arbitrariamente las divisiones de capítulos y versículos en la Biblia. Para distinguir el mover de un pensamiento a otro, los escritores del NT usaron indicadores gramaticales. Tal indicador aparece en el comienzo de lo que posteriormente se llamaría 1 Tesalonicenses 5:1. Específicamente es la frase “pero acerca de” (peri de).
peri de es utilizado en los escritos del apóstol Pablo ocho veces. En 1 Tesalonicenses 5:1, la NVI traduce la frase como “ahora bien”. La Reina Valera la traduce como “pero acerca de”. Ambas traducciones reconocen que Pablo estaba haciendo una transición desde su discusión acerca de las ventajas/desventajas de los muertos en el arrebatamiento hasta la necesidad de responsabilidad moral de los vivos frente al Día del Señor. Hay varias razones para considerar una conexión transicional entre los capítulos 4 y 5 de 1 Tesalonicenses. El tema de estos pasajes no es escatología general, sino la parousía de Cristo específicamente. La parousía de Cristo incluirá tanto el arrebatamiento como el Día del Señor. Ambas cosas son sumamente importantes para los creyentes que vivan en ese momento de la historia. Por ello, peri de indica una transición de un componente de la parousía de Cristo a otro mientras se relaciona con creyentes vivos en ese momento. La veracidad de esto es una conclusión que puede obtenerse basada en un análisis cuidadoso de 1 Tesalonicenses 4:13-5:11. Pablo escribe:
“Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras” (1 Ts. 4:13-18).
La frase “no queremos que ignoren …” es empleada para introducir un punto nuevo en un párrafo nuevo (Ro. 11:25, 2 Co. 1:8) o sección nueva (1 Co. 12:1 y aquí). El asunto con el cual Pablo instruye a los Tesalonicenses es con respecto a “aquellos que duermen.” Esta figura retórica es utilizada a través de todo el NT para referirse a creyentes que han muerto (Ver 1 Co. 7:39, 11:30, 15:6, 18, 20, 51, y 1 Ts. 4:13-15). El propósito de la enseñanza de Pablo a los Tesalonicenses es que ellos “no se entristezcan como los otros que no tienen esperanza”. La razón por la cual los Tesalonicenses pueden actuar de forma diferente frente a la muerte es porque como el Padre resucitó a Jesús de los muertos, Él resucitará de la muerte también a los creyentes.
Con la frase: “Conforme a lo dicho por el Señor”, (“en palabra del Señor”) Pablo indica que su enseñanza se basa en las propias palabras del Señor Jesús. Pablo no especifica si las palabras de Cristo fueron escritas o fueron una revelación directa. Sin embargo, el único hecho que tenemos asegurado es que independientemente de la fuente de esas palabras, no hay contradicción entre lo que él escribe y lo que Cristo enseñó. Esto es lo que Pablo aprendió del Señor: “los que estemos vivos y hayamos quedado hasta la venida del Señor, de ninguna manera nos adelantaremos a los que hayan muerto.” En otras palabras, los vivos no tendrán ninguna ventaja sobre los muertos en la parousía de Cristo. Pero de hecho, “los muertos en Cristo resucitarán primero.” Aquellos que estén vivos en la parousía de Cristo serán tomados hacia arriba en el aire con los muertos resucitados para estar con el Señor para siempre. Con esta información, Pablo instruye a los Tesalonicenses para confortarse unos a otros.
Comenzando en 1 Tesalonicenses 5:1, Pablo traslada su discusión concerniente a los muertos en Cristo en la parousía y comienza una discusión sobre los vivos en la parousía. Él escribe:
“Pero acerca de los tiempos y de las ocasiones, no tenéis necesidad, hermanos, de que yo os escriba. Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche; que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán. Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón. Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas. Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios. Pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan. Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo. Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, quien murió por nosotros para que ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él. Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis”.
A diferencia de 1 Tesalonicenses 4:13-18 que trata sobre información que Pablo podía compartir con otras personas, 1 Tesalonicenses 5:1-11 trata sobre información que Pablo no podía compartir con otros. Pablo podía decirles a las personas qué sucedería, pero no podía decirles cuándo sucedería. Sólo Dios el Padre sabe cuando vendrá el Día del Señor. Será imprevisto y sin aviso para los impíos que serán juzgados inmediatamente. Pero los creyentes sabios no serán sorprendidos de repente e inesperadamente. La razón no es porque se conoce el momento de la venida del Día del Señor sino porque los creyentes pueden comprender los “tiempos y épocas” con respecto al regreso del Señor y la subsecuente ira del Día del Señor. Por lo tanto, al vivir rectamente no se está en peligro de ser objeto de la ira de Dios. A los Tesalonicenses se les dijo que ellos serían arrebatados antes de que viniera la ira de Dios.
Un Paralelo
En 1 Tesalonicenses 4:13-5:11, Pablo no da ninguna indicación sobre el momento de la parousía de Cristo. Uno sabe qué sucederá, pero nada acerca de cuándo sucederá. No obstante, una vez que se reconoce la unidad de 1 Tesalonicenses 4:13-5:11, el lector es capaz de discernir una conexión muy importante. La enseñanza de Pablo y la enseñanza del Señor en Mateo 24-25 están en paralelo. De hecho, encontramos como mínimo dieciséis paralelos entre Mateo 24-25 y 1 Tesalonicenses 4-5. Note la siguiente concordancia:
1. Cristo mismo regresa (1 Ts. 4:16 / Mt.24:30)
2. Desde el cielo (1 Ts. 4:16 / Mt.24:30)
3. Con voz de mando (1 Ts. 4:16 / Mt. 24:30 [con poder])
4. Acompañado por ángeles (1 Ts. 4:16 / Mt. 24:31)
5. Con trompeta de Dios (1 Ts. 4:16 / Mt. 24:31 [la trompeta se menciona sólo en Mateo])
6. Los creyentes son reunidos con Cristo de manera sobrenatural (1 Ts. 4:17 / Mt. 24:31, 40-41)
7. Los creyentes se encuentran con el Señor (1 Ts. 4:17 / Mt. 25:1,6)
8. En las nubes (1 Ts. 4:17 / Mt. 24:30)
9. El momento es desconocido (1 Ts. 5:12 / Mt. 24:36); es interesante notar que comienza ambas discusiones refiriéndose a que el tiempo es desconocido.
10. Vendrá como ladrón (1 Ts. 5:2,4 / Mt. 24:43)
11. Vendrá de noche (1 Ts. 5:2 / Mt. 24:43 [“de noche” se menciona sólo en Mateo])
12. Los no creyentes no estaban prevenidos del juicio que les sobrevendrá (1 Ts. 5:3 / Mt. 24:37-39)
13. El juicio viene de manera imprevista como el parto para una embarazada (1 Ts. 5:3 / Mt. 24:8)
14. Los creyentes no son engañados (1 Ts. 5:6 / Mt. 24:45)
15. Los creyentes deben velar (1 Ts. 5:6 / Mt. 24:42)
16. Advertencia sobre la embriaguez (1 Ts. 5:7 / Mt. 24:49)
Esta es una evidencia concluyente. Estamos en posición de concluir que el Señor y Pablo enseñaron la misma secuencia de eventos concerniente a la parousía. El arrebatamiento inicia el Día del Señor, el cual es la ira de Dios sobre los impíos.
El Arrebatamiento Según el Apocalipsis[3] - Apocalipsis 6:1-17
Pablo sigue la secuencia de los tiempos del fin que el Señor da en el Discurso de los Olivos de Mateo, al igual que los hacen también los sellos del libro de Apocalipsis. El comienzo de dolores con los falsos cristos (Mt. 24:5) es representado en el primer sello cuando el falso Cristo comienza su reinado conquistando naciones (Ap. 6:2). La segunda señal del comienzo de dolores, las guerras (Mt. 24:67a), está representada en el segundo sello que trae aparejado guerras (Ap. 6:4). La tercera señal de comienzo de dolores, el hambre (Mt. 24:7b) está representada en el tercer sello que viene acompañado de hambre (Ap. 6:6). El período de trabajo de parto (persecución y apostasía, Mt. 24:913) está representado en el cuarto sello que describe muerte (Ap. 6:8). El Anticristo, acorde al tiempo determinado por Dios de tres años y medio, llevan a cabo su campaña de persecución contra los escogidos de Dios. El quinto sello representa a aquellos que reciben muerte por su fe en Cristo, así como el Señor lo profetizó (Mt. 24:9). El sexto sello representa la señal que inicia la parousía de Cristo: la señal en el sol, la luna y las estrellas (Mt. 24:29).
Como en Mateo, Juan indica que inmediatamente después de la señal en el sol, la luna y las estrellas, se reunirá al pueblo de Dios. Entre el sexto y el séptimo sellos, 144.000 judíos son sellados en la tierra para no experimentar la ira de Dios que está pronta a comenzar a derramarse en el juicio de las trompetas. Un segundo grupo de individuos es resaltado en Apocalipsis 7:917. Éste no puede ser otro que el de los santos arrebatados. Hay seis puntos que nos llevan a esta conclusión.
Primero, el momento es acorde a todo lo profetizado sobre el arrebatamiento. Ocurre luego de la persecución del Anticristo, pero antecede la ira de Dios. A Juan se le dice que esta gran multitud “son aquellos que salen de la gran tribulación…” De este modo el objeto de persecución es removido de la tierra durante el tiempo conocido como “la gran tribulación.” Segundo, las cifras concuerdan. Juan describe a los santos arrebatados como “una multitud que nadie puede contar”. Los santos arrebatados de todas las edades son los únicos que podrían cumplir literalmente con este tremendo número de individuos. Tercero, la composición étnica es la apropiada. Juan declara que esta multitud está compuesta por gente de “cada nación y todas las tribus y pueblos y lenguas”. Estos son los mismos de los que Juan habló diciendo que el Cordero los compró para Dios con Su sangre (Ap. 5:9). Cuarto, sus cuerpos son los apropiados. Juan determina que esta gran multitud está “de pie ante el trono de Dios] y delante del Cordero, vestidos con ropas blancas, y ramas de palmas en sus manos y claman a gran voz…” ¡Tienen cuerpos! Estos sólo pueden ser individuos que han sido resucitados. Pablo indica que la resurrección de los santos ocurrirá en el arrebatamiento (1 Ts. 4:16; 1 Co. 15:52). Quinto, la multitud entona la canción precisa. La multitud proclama, “¡La salvación viene de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero.!” La palabra salvación aquí es mejor traducida como “victoria.” La traducción inglesa dice: “Salvación a nuestro Dios…” Pero Dios no necesita salvación física ni espiritual, de acuerdo con el significado usual de la palabra. El énfasis aquí es en la victoria que Dios tendrá sobre los impíos, lo cual está asegurado por la resurrección de los justos. Finalmente, la promesa es propicia. A la gran multitud se le promete eterno bienestar tanto físico como espiritual. No más hambre, no más sed, no más calor abrasador, no más lágrimas, y un deleite eterno son las recompensas de los resucitados. Esto está en contraste con aquellos que se encuentran debajo del altar en Apocalipsis 6:9, quienes deben esperar antes de recibir su recompensa. La diferencia es que un grupo es resucitado y el otro no.
Estos puntos tomados en su conjunto argumentan fuertemente a favor de nuestra posición que dice que el arrebatamiento ocurre en Apocalipsis 7, justo antes de que llegue la ira de Dios con el séptimo sello (capítulo 8), lo cual es el Día del Señor.
La Pregunta Crucial
La pregunta crucial aquí es: ¿Cuándo indica la Escritura que comienza el Día del Señor? Algunos pretribulacionistas sostienen que el Día del Señor comienza inmediatamente después del arrebatamiento o al menos con el comienzo de la tribulación. Otros dicen que el Día del Señor comienza alrededor de la mitad de la tribulación. Aun otros concluyen de que la tribulación entera es la ira de Dios, pero que el Día del Señor es una expresión intensificada de Su ira, la cual comienza después del arrebatamiento de Sus escogidos.
La Biblia, por otro lado, enseña que el sexto sello de Apocalipsis 6:12-17, el cual es descrito en el mismo lenguaje que Joel 2:28-32, es el comienzo del escatológico Día del Señor. Este sello sigue a la persecución del Anticristo y, por definición, debe comenzar después de que la persecución del Anticristo sea acortada. Existen tres razones para esta conclusión.
Primera, la secuencia es acorde en el libro de Apocalipsis. La señal en el sol, la luna y las estrellas es un indicio para los impíos de que la ira de Dios está por comenzar. Esto es seguido por la aparición en el cielo de una multitud que nadie puede contar. Entonces, por último, esto es seguido inmediatamente por la ira de Dios sobre las naciones (trompetas y copas) y las bendiciones mileniales. Esta es la misma secuencia desarrollada por Joel, adoptada por los profetas y expandida en el Nuevo Testamento.
Segunda, la reacción de los impíos es la esperada. Isaías profetizó que los impíos correrían a esconderse en las rocas cuando Dios venga a “castigar la tierra” (Is. 2:10-21).
Tercera, el momento es el indicado. En Apocalipsis 6:17 el verbo “ha llegado”, indica que el versículo 17 es la razón para la actividad en los versículos 15-16. Hay dos razones por las cuales los impíos se esconden y buscan la muerte: por causa del rostro (mirada) de Aquél que está sentado en el trono (Dios el Padre) y por causa de la ira del Cordero (Jesucristo). El “rostro” de Dios es una figura retórica que habla de Su presencia o persona. Esta es una expresión muy común en el Antiguo Testamento (Sal. 42:5, 11; 1 R. 10:24, Lv. 23:40). Los impíos tratan de alejarse de la presencia de Dios el Padre.
Los impíos también buscan la muerte. No existe ningún indicador en Apocalipsis 6:16-17 de que los impíos hayan experimentado algún grado de ira del Cordero previo a este punto. Los pretribulacionistas han tratado de encontrar esta noción en el versículo 17. Nótese cuál es la respuesta de los impíos: “...el gran día de su ira ha llegado”. Es un día de ira específico el que “ha llegado”.
El énfasis aquí, expresado por el verbo “ha llegado”, está en el comienzo de la acción. Esto explica la actividad de los impíos en Apocalipsis. La razón por la que se esconden y buscan la muerte es porque la señal de la inminente ira del Cordero acaba de ocurrir. El uso de Joel 2:28-32 por parte de Pedro indica que la señal viene antes de la ira de Dios. La señal en el sol, la luna y las estrellas no deja dudas de que los impíos sabrán que la ira de Dios está comenzando. Cuando el universo pierda todas sus fuentes de luz (temporalmente) y la gloria de Dios ilumine todo el mundo con la luz de la venida del Señor Jesús, los impíos huirán, se esconderán y buscarán la muerte.
La base para reconocer al sexto sello como el comienzo de la ira de Dios es la pregunta retórica con que concluye Apocalipsis 6:17. “¿Quién podrá sostenerse en pie?” Esta es una pista importante que a menudo los intérpretes la pasan por alto. Todas las preguntas sirven para estimular y generar pensamientos de manera más vívida y atractiva que la verdad de su declaración. Se distingue entre preguntas reales y retóricas. La primera pide información, la segunda proporciona información. La primera es una pregunta que otro debe responder. La segunda es una pregunta que quien la hace debe responder. Inmediatamente preguntamos, qué información o hecho proporciona la pregunta retórica “¿y quién podrá sostenerse en pie?” Las preguntas retóricas en el NT se transforman en declaraciones cuya función es resaltar (1) certeza, (2) incertidumbre, (3) evaluación, (4) mandato o (5) un nuevo sujeto o un nuevo aspecto del mismo sujeto. Apocalipsis 6:17 contiene una pregunta retórica de certeza. Las preguntas retóricas de certeza simplemente expresan el hecho de que el orador está seguro de lo que está diciendo, él habla con certeza. Al formular un pregunta retórica de certeza, los impíos están declarando un hecho absoluto. Nadie podrá permanecer de pie cuando se derrame la ira de Dios. En forma de declaración el asunto es obvio, pero aquí se describe a los impíos utilizando una pregunta retórica para hacer más vívido el punto.
Estos no son los comentarios de individuos que ya han experimentado parte de la ira de Dios sólo para llegar a la conclusión de que están condenados. Mas bien, estos son hombres que se ven ensombrecidos súbitamente por la presencia del Dios Todopoderoso y se dan cuenta de que la ira de Dios ha comenzado. Llegan a la conclusión de que no existe ninguna manera de defenderse. En el mismo tiempo en que digan “paz y seguridad,” las luces se apagarán y la Luz de las luces brillará.
Concluyendo. En relación al momento del arrebatamiento dentro de la divina secuencia de los tiempos del Fin, ha emergido un patrón muy claro. Antes del año 325 d.C., los cristianos post-apostólicos, con unas pocas excepciones, mantuvieron un retorno de Cristo “post-persecución,” que resultaría en la redención de los justos y la destrucción de los impíos. Esta enseñanza estaba basada directamente en las enseñanzas de Cristo, específicamente dadas en el Discurso de los Olivos de Mateo (la prueba de esta aseveración puede ser fácilmente demostrada por las citas claras y directas tomadas de Mateo en los escritos post-apostólicos). La Revelación de Jesucristo al apóstol Juan sigue la misma secuencia delineada en el Discurso de los Olivos. El arrebatamiento de los escogidos tiene lugar después de la persecución del Anticristo (sexto sello), pero antes de la ira de Dios (juicio de las trompetas y las copas de la ira). El apóstol Pablo, en 1 Tesalonicenses 4:13-5:11, sigue la misma secuencia que el Señor dio en Mateo 24-25. El patrón es claro: el arrebatamiento iniciará el Día del Señor.
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Notas
[1] Mirad que nadie os engañe (Mt.24:4). La idea de que la tribulación y la prueba son parte de la vida de un creyente no es popular entre las iglesias hoy en día. Como resultado, la severa tribulación a manos del Anticristo causará estupor en muchos cristianos que se verán en medio de ella sin ninguna preparación para enfrentarla. Se preguntarán dónde está el Señor Jesús, por qué tarda y, algunos, si en realidad va a volver alguna vez. En Su Discurso del Monte de los Olivos, el Señor Jesús anticipó estas preocupaciones y advirtió reiteradamente a Sus seguidores que no debían dejarse engañar. Él describió la Abominación Desoladora, la Gran Tribulación y la aparición de muchos falsos cristos que se aprovecharán de los temores de los creyentes. Su lenguaje es enfático:“Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis. Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos. Ya os lo he dicho antes. Así que, si os dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los aposentos, no lo creáis. Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre” (Mt. 24:23–27). ¿Cómo sabremos cuándo el verdadero Cristo venga? El Señor Jesús le dijo a sus seguidores que no habría forma de que alguien imitara la señal de Su venida: “Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida (parusía) del Hijo del Hombre”.
Muchos pretribulacionistas han usado la frase “Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente” para destacar tanto lo repentino de la aparición de Cristo como su inminencia. Sin embargo, en vista de las inequívocas señales de Su venida, esta frase parece referirse más a que esta señal es la original, y no a que es inminente. Cuando el Señor Jesús se manifieste, no habrá ninguna duda. Regresará en gloria y majestad para tomar a Su Novia y, como en la parábola de la fiesta del hombre rico (Lc. 14:16–24), todos aquellos que despreciaron la invitación no podrán entrar después.
Debido a que el pretribulacionismo enseña que los creyentes no necesitan prepararse espiritualmente para la Gran Tribulación muchos cristianos estarán espiritualmente débiles para efrentarla. Tristemente, este hecho, en sí mismo, es también un cumplimiento de la profecía. El Señor Jesús estaba dolorosamente consciente de la falta de preparación espiritual que tendrán los creyentes que enfrenten los últimos tiempos, y continuamente enfatizó el tema de la preparación. Tres veces en Su descripción de la Gran Tribulación advierte a los creyentes a perseverar pacientemente en medio del sufrimiento y a no esperar verlo a Él antes del tiempo estipulado: “(1) Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis. (2) Porque se levantarán falsos cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos. Ya os lo he dicho antes. (3) Así que, si os dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los aposentos, no lo creáis” (vs. 23–26).
Como si estas advertencias no fueran suficientes, inmediatamente después de la descripción del arrebatamiento y Su glorioso regreso, el Señor Jesús retoma el tema de la preparación. Esta vez, compara Su regreso a los tiempos de Noé: “Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre” (Mt 24:38-39). Justo cuando Sus seguidores pensaban que ya habían captado el mensaje, el Señor Jesús ilustra el punto de nuevo, esta vez con la parábola de las vírgenes insensatas (Mt. 25:1-13): “Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. Y a la medianoche se oyó un clamor: !Aquí viene el esposo; salid a recibirle! Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta”.
El Señor está anticipando un tiempo en que creyentes sin preparación espiritual necesitarán desesperadamente prestar atención a estas advertencias. Por esta razón, pensamos que es importante comprender que todas las mujeres de esta parábola eran vírgenes. En otras palabras, eran creyentes; o al menos profesaban serlo. Es importante, también, comprender que el Novio viene a la medianoche, a la hora más oscura, cuando es menos esperado. Aunque muchos estudiosos de la profecía usan este pasaje para ilustrar la importancia de prepararse para el retorno de Cristo, pasan por alto el hecho de que también se refiere al momento en que ocurrirá. El Novio viene a la hora más oscura de la noche, después de un prolongado tiempo de aflicción y desesperación (no en un momento de prosperidad y plenitud, como se enseña comúnmente). Su llegada es tan tardía que las vírgenes se han quedado dormidas.
En el contexto del regreso del Novio, esta parábola nos dice que el Señor Jesús regresará a una hora mucho más tardía de la esperada, no a tiempo para salvar a los creyentes de la severa persecución que caracterizará a la Gran Tribulación. Por esto el Señor Jesús advierte: “Ya os lo he dicho antes”.
A muchos pretribulacionistas les gusta utilizar el último versículo de este pasaje: “Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor”, como prueba de la existencia de un arrebatamiento inminente. Es cierto que este elemento de sorpresa es reiterado varias veces en el Nuevo Testamento. Pero, ¿significa esto que el arrebatamiento podría ocurrir en cualquier momento? Esta advertencia también aparece un capítulo antes, en Mateo 24:42-44: “Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor. Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa. Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis”. En ambos pasajes, el Señor Jesús se está dirigiendo a los apóstoles, quienes son creyentes (o al menos, personas que profesaban ser creyentes, como en el caso de Judas). Es extraño. Tiene sentido que Su venida sorprenda al mundo incrédulo, sin importar cuándo ocurra. Este es el mensaje de Pablo en 1 Tesalonicenses. 5:2: “Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche”. Pero, ¿cómo podría ser así para los creyentes? Los pretribulacionistas insisten que esto es así porque Él podría venir en cualquier momento. Y, sin embargo, ya hemos establecido que este evento será precedido por señales de advertencias inequívocas, que no deberían pasar desapercibidas por los hijos de Dios. Como Pablo dice: “Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón” (1 Ts. 5:4).
¿Cómo es que los creyentes, que han sido advertidos que habrán señales que precederán la venida del Señor, aun corren el riesgo de que aquel día los sorprenda sin preparación? ¿Podría ser esto porque están esperando que el Señor Jesús regrese antes de que comience la Gran Tribulación? Un arrebatamiento pretribulacional es lo que la mayoría de los creyentes de hoy espera —si es que en realidad esperan algo en cuanto al tema. El momento menos esperado para el arrebatamiento es después de que la Gran Tribulación haya comenzado. Si la lección de la parábola de las vírgenes insensatas es que el Señor Jesús regresará cuando menos lo esperen, ¿no es un arrebatamiento no-pretribulacional ese momento?
En la parábola de las vírgenes sabias y las insensatas, el Señor Jesús usa la ilustración de una boda judía. Las bodas judías se celebraban comúnmente a la hora de la aparición de la estrella vespertina. Según la parábola, el Novio se retrasa hasta la medianoche, algo así como siete horas, mucho más allá de lo que la tradición lo habría esperado. Así, también, la venida del Novio se retrasará, mucho más allá de lo que la tradición de la Iglesia lo espera.
[2] Todo ojo le verá (Ap. 1:7). En todos los tratamientos populares sobre el arrebatamiento, en libros, charlas y películas, este es un gran misterio para el mundo incrédulo. Repentinamente, millones de personas a través del mundo desaparecen. Los autos chocan, los aviones caen del cielo, esposos y esposas se encuentran sentados a la mesa solos, sin sus cónyuges ni hijos. En medio de la devastación, estas pobres almas son dejadas para que se froten sus ojos llorosos en total perplejidad, buscando respuestas que son proporcionadas por el engañoso Anticristo.
Esta trama sirve para las novelas y las películas, pero no es lo que la Escritura enseña. Ella enseña que el Señor Jesús regresará a la tierra de la misma manera en que ascendió al cielo: en forma física y visible. Este hecho es descrito en varias partes de la Escritura, pero en ninguna de ellas es tan clara como en el libro de Hechos. Después de la ascensión del Señor Jesús al cielo, el ángel da este mensaje a los atónitos discípulos, que continuaban mirando hacia el cielo: “Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo” (Hch. 1:11). Así vendrá. Los discípulos contemplaron el ascenso del Señor Jesús (físicamente, en Su cuerpo resucitado) al cielo. Cuando los creyentes lo vean de nuevo, también lo verán físicamente, en Su cuerpo resucitado.
Apocalipsis 1:7 añade un detalle muy importante a este evento: Él será visto por todas las personas. “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él”. El Señor Jesús confirmó este detalle en Mateo 24:30: “Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria”. Estos pasajes no describen la parousía del Señor como un evento silencioso y secreto, que deja la remoción de la Iglesia como un gran misterio para los incrédulos. La Iglesia será arrebatada al cielo, sí, pero antes los ojos del mundo entero.
Hay además otro evento sobrenatural que le añade dramatismo al ya mencionado: la resurrección de los muertos. Considérese lo que pasó después de la muerte del Señor en la cruz: “Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron; y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos” (Mt. 27:51–53). Tanto Pablo como el profeta Daniel nos dicen que algo similar ocurrirá al momento del arrebatamiento. Esto es descrito en tres pasajes separados: (1) “Pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro. Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados” (Dn. 12:1–2). (2) “Porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados” (1 Co. 15:52). (3) “Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero” (1 Ts. 4: 15–16). ¡Qué sorpresa para los incrédulos! La tierra se rasga, los ataúdes se abren y los muertos resucitan! ¿Cuánto tiempo transcurrirá entre este evento y el arrebatamiento de todos los creyentes? No lo sabemos. Sin embargo, es casi cierto que si el mundo tiene tiempo de ver al Señor Jesús viniendo en las nubes, también tendrá tiempo de ver a los resucitados adorando a su Rey. Si es que todavía hay alguna duda entre los incrédulos acerca de lo que está pasando al momento en que el Señor regrese, esta será aclarada cuando vean a los creyentes recibir nuevos cuerpos y transformarse en seres celestiales. Sabemos, por las manifestaciones físicas del Señor Jesús y de sus ángeles, que los cuerpos celestiales pueden ser vistos por el mundo natural (Gn. 19:1; He. 13:2; Jn. 20:27). De igual forma, la transformación de los creyentes muertos y vivos será vista por aquellos incrédulos que se queden atrás. El evento de los creyentes siendo transformados y tomados al cielo será contemplado por el mundo incrédulo en perplejidad y horror.
La venida física, corporal, del Señor Jesús, visible para el mundo entero juega el mismo papel que jugó el diluvio en os tiempos de Noé. No habrá más excusas en las bocas de los que serán dejados atrás. El evangelio habrá sido proclamado hasta el fin de la tierra. Los incrédulos habrán visto a Cristo y sabrán que Él es el Señor. Habrán visto la resurrección de los muertos y la transformación física de los que experimentaron el arrebatamiento, y sabrán que se lo han perdido. Cuando el Señor Jesús descienda del cielo ni un sólo incrédulo se preguntará qué está pasando. Como sus antepasados en el tiempo de Noé, sabrán que es demasiado tarde para ellos.
Esta lección es tan importante que la Biblia hace la comparación entre la Segunda Venida de Cristo y los días de Noé tres veces (Mt. 24:37; 1 P. 3:20–22; 2 P. 2:5). Afortunadamente, como el evangelio habrá sido predicado a cada pueblo, lengua y nación, habrá muchas Biblias disponibles en todos los idiomas después del arrebatamiento; sus dueños, llevados al cielo en el arrebatamiento, no las necesitarán más.
[3] ¿Por qué no se usa la palabra “iglesia” después de Apocalipsis 4? Uno de los argumentos más usados por los pretribulacionistas es que la palabra “iglesia” no aparece en el Apocalipsis después del cuarto capítulo. Esto, dicen los pretribulacionistas, demuestra que el arrebatamiento ocurre antes de la apertura de los sellos. Esta forma de debatir es llamada comúnmente “argumentando desde el silencio”; esto significa que se argumenta usando la falta de información que existe en vez de hacerlo con la información dada.
Es interesante y significativo destacar que Juan, el encargado de registrar el libro de Apocalipsis, redactó también su evangelio y tres epístolas que llevan su nombre. Él no emplea la palabra “iglesia” en ninguno de esos libros. Tampoco se usa la palabra “iglesia” en ninguno de los tres pasajes clásicos del arrebatamiento a los que se refieren los pretribulacionistas: 1 Tesalonicenses 4:13-17; 1 Corintios 15:51-53; Juan 14:1-3. Tampoco, salvo por las referencias generales de los primeros versículos de 1 y 2 Tesalonicenses, ninguno de estos dos grandes libros proféticos usa la palabra “iglesia”.
Cuando comiencen los verdaderos problemas, el “trabajo de parto”, la iglesia en general tropezará y apostatará de la fe (el amor de muchos por Cristo se enfriará). En aquél entonces, no será la iglesia en general la que siga fielmente a Cristo, sino sólo los verdaderos creyentes (que en el Apocalipsis son llamados: santos, vencedores, siervos, escogidos de Dios) quienes perseverarán “hasta el fin” en medio de los difíciles acontecimientos -que se detallan en la parte medular del libro- hasta que la señal en el sol, la luna y las estrellas acorte la Gran Tribulación del Anticristo.
Por esta razón Juan usa la palabra santos 13 veces en la parte central de su registro (véase Apocalipsis 5:8; 8:3-4; 11:18; 13:7, 10; 14:12; 16:6; 17:6; 18:20, 24; 19:8; 20:9) mientras que la palabra iglesia no se menciona en lo absoluto.
De hecho, el Apocalipsis ni siquiera se dirige a la iglesia en general, sino a los verdaderos siervos de Cristo. Es “la revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto” (Ap. 1:1). Aunque el Apocalipsis contiene severas advertencias para siete iglesias específicas acerca de lo que les pasará en los momentos de adversidad, en cada caso, Cristo separa al que “tiene oído” –su siervo genuino que escucha con cuidado lo que el Espíritu le dice– de la iglesia en general a la que Él se está dirigiendo.
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Glosario
Apocalipsis: Este vocablo significa revelación. Se usa para designar al ultimo libro de las Escrituras. La palabra inicial de de este libro es apokálypsis. El libro es en sí «la revelación de Jesucristo», porque su tema central es la manifestación en gloria del Señor Jesús.
Anticristo: Este vocablo se usa 5 veces en el Nuevo Testamento (1 Jn. 2:18, 22; 4:3; 2 Jn. 7), donde tiene que ver con los falsos maestros del tiempo de Juan. Dicho sustantivo se usa, sin embargo, para designar al personaje escatológico mencionado en Apocalipsis 13 e identificado como «la bestia». También es el mismo a quien Pablo llama «el inicuo», «el hijo de perdición» y «el hombre de pecado» (2 Ts. 2:3-9). Es el mismo falso profeta de Apocalipsis 16:13;19:20;20:10.
Día del Señor: Expresión que que aparece en el Nuevo Testamento en 1 Tesalonicenses 5:2; 2 Tesalonicenses 2:2; 2 Pedro 3:10; Apocalipsis 1:10 y que se corresponde con «el día de Jehová» del Antiguo Testamento (Am. 5:18; Jl. 2:2, 11, 31). En su sentido escatológico tiene que ver con los acontecimientos de los postreros días que incluyen: (1) La gran tribulación; (2) la segunda venida en gloria del Mesías; (3) el reino mesiánico; (4) la derrota final de Satanás; (5) el juicio final; (6) la creación de nuevos cielos y tierra.
Escatología: Es la rama de la teología que se ocupa del estudio de los acontecimientos de los últimos tiempos.
Gran tribulación: Los juicios escatológicos profetizados por el Señor Jesucristo (Mt. 24:21) que se corresponden con los últimos tres años y medio de la septuagésima semana de Daniel. En el libro del Apocalipsis gran tribulación abarca los capítulos 6-19. Es el aspecto inicial del «día del Señor».
Iglesia: Se refiere a los creyentes en Cristo, comenzando el día de Pentecostés y hasta el arrebatamiento. El término de la Iglesia significa «un grupo que ha sido convocado». A veces se refiere a una congregación local (1 Co. 1:1, 2). Otras veces se refiere a la Iglesia universal, (Ef. 1:22, 23).
Ira del Cordero: Esta expresión aparece en Apocalipsis 6:16. Si bien es cierto que es una expresión sorprendente (el cordero es un animal manso), no es menos cierto que el énfasis está en el hecho de que el Señor ha sido infinitamente paciente con la humanidad. La ira del Cordero, por lo tanto, sugiere que la paciencia de Dios ha llegado a su límite y ahora actuará en juicio.
Ira de Dios: Se menciona en Apocalipsis 14:10; 15:1, 7; 16:1; 16:19; 19:15 se utiliza la figura de «beber del vino de la ira de Dios». La expresión señala al juicio de Dios como expresión de su ira. El Apocalipsis tiene que ver con la consumación de la ira de Dios que se derramará sobre la humanidad rebelde.
Mid-tribulacional: Postura teológica que afirma que el arrebatamiento de la Iglesia tendrá lugar en medio de la tribulación. Esa creencia se basa en la premisa de que la primera mitad de ese periodo será el tiempo de «paz falsa» y que la tribulación en sí será sólo los tres y medio años finales.
Postmileniarismo: La postura mileniarista que enseña que el milenio precede a la segunda venida de Cristo. El reino será inaugurado mediante la evangelización del mundo efectuado por la Iglesia. Después tendrá lugar la segunda venida de Cristo. El primer postmileniarista fue el italiano Joaquín de Fiore (1135-1202), pero su sistematizador y propulsor fue el erudito anglicano Daniel Whitby (1638-1726).
Post-tribulacional: La creencia de que la Iglesia permanecerá en la tierra durante el periodo de la tribulación y que será arrebatada después de haber pasado por dicho periodo de juicios.
Preira: El punto de vista que enseña que los escogidos (Mt. 24:22,24,31) serán arrebatados cuando la gran tribulación sea acortada por la parusía o venida de Cristo, la cual iniciará el Día del Señor o el derramamiento de la ira de Dios sobre el Anticristo y el resto del mundo impío.
Pre-tribulacional: La creencia de que la Iglesia será arrebatada antes de que comiencen los juicios de la gran tribulación (1 Ts. 4:13-18; 5:9; Jn. 14:3; Ap. 3:10).
Arrebatamiento de la Iglesia: También se conoce como el rapto de la Iglesia (1 Ts. 4:17). Es la creencia de que la Iglesia será trasladada o removida de la tierra. El pre-tribulacionista cree que ocurrirá antes de la tabulación. El mid-tribulacionista cree que será en medio de la tabulación. El post-tribulacionista enseña que será después de la tribulación.
Semana septuagésima (o setenta) de Daniel: La última de las semanas de años profetizadas en el libro de Daniel (9:27). La primera mitad de esta semana fue cumplida durante el ministerio de tres años y medio del Señor Jesucristo en la tierra; la segunda mitad se corresponde con los tres años y medio que durará la gran tribulación. Los capítulos 6-19 del Apocalipsis describen los acontecimientos que tendrán lugar durante esta última parte de la semana.
Tribulación: Este vocablo se usa en ocasiones para indicar los sufrimientos generales que los creyentes sufren en este mundo (Hch. 14:22; 2 Ts. 1:4; Ap. 1:9; 2:9, 10). No debe confundirse las tribulaciones y sufrimientos que forman parte de la vida cristiana (Fil. 1:29) con el periodo de juicios escatológicos llamado «la tribulación» o «la gran tribulación» (Mt. 24:21).
Para un tratamiento menos condensado de estos grandes temas, ir al Comentario del Apocalipsis (un comentario versículo por versículo de este libro consumador).
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