A pesar de la popularidad de la enseñanza sobre el
arrebatamiento pretribulacional, la doctrina no se encuentra en la Biblia. Es
sólo una inferencia de un puñado de pasajes, una libertad doctrinal que no
permiten los textos utilizados. Según el pretribulacionismo, el Señor Jesús
regresará para arrebatar a Su Novia, los verdaderos creyentes que componen el
cuerpo de Cristo, antes del “Periodo Tribulacional” de siete años descrito en
el libro de Apocalipsis. Este periodo incluye tres series de juicios: los
sellos, las trompetas y las copas. Como los pretribulacionistas ven a esta
triple serie de juicios como la ira de Dios, enseñan que la Iglesia debe ser
arrebatada antes de que estos juicios comiencen. Esta enseñanza se basa en la
promesa: “Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación
por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Ts. 5:9).
El pretribulacionismo parte mal. En ninguna
parte la Biblia dice que los sellos son parte de la ira de Dios. Es cierto de
que son parte de un periodo de intensa dificultad decretado por Dios, pero eso
no los hace parte de Su ira. Para comprender cuánta diferencia hay entre juicio e ira, veamos la
definición que nos da un diccionario de estas dos palabras. Según el Noveno Diccionario Colegiado de Webster, juicio en este contexto se
define como “una sentencia divina o decisión; una calamidad enviada por Dios”.
Ira, por otra parte, se define como “cólera furiosa y vengativa, o indignación;
castigo retributivo por una ofensa o un crimen”. ¡Gran diferencia!
A través de la historia, Dios ha decretado
muchos juicios — sobre individuos, sobre naciones y sobre toda la humanidad. En
el Huerto del Edén, Dios pronunció juicios sobre Adán y Eva, y sobre la serpiente
(Gn. 3:14–19). En el tiempo de Noé, Dios pronunció un juicio sobre todo el
mundo (Gn. 6:7). En el siglo I, el Señor Jesús pronunció juicios sobre la
higuera, sobre Jerusalén y sobre las ciudades que rechazaron el evangelio (Mt.
21:18–19, 11:21–24; Mt. 24:2). Hay cientos de juicios en la Biblia; como los
juicios de los sellos, las trompetas y las copas descritos en el Apocalipsis.
¿Pueden ser todos los juicios del
Apocalipsis la ira de Dios? La respuesta es: No. La Biblia enseña claramente
que la ira de Dios comenzará después del sexto sello, y que será parte del Día
del Señor (véase el capítulo 4, “¿Cuándo Comienza la Ira de Dios?”). Por lo
tanto, no hay ninguna razón bíblica que requiera que el arrebatamiento tenga
que ocurrir antes. De hecho, el que el arrebatamiento ocurriera antes crearía
muchas contradicciones en la Biblia, que analizaremos a lo largo de este libro.
¿Cuándo, entonces, ocurrirá el
arrebatamiento?
La Biblia nos dice que, como en el tiempo
de Noé, llegará el día en el que a Dios se le acabará la paciencia para
soportar la impiedad de la humanidad. Aunque la mayoría de las personas
equiparan “el fin del mundo” a la batalla de Armagedón, “el fin del siglo”,
como el Señor Jesús lo llamó, comenzará poco antes de que Él regrese a la tierra
a ocupar Su legítimo lugar como Rey soberano (Mt. 24:3, 29–30). Este evento es
el que introducirá el Día del Señor, durante el cual Dios derramará Su ira
sobre el mundo impenitente.
¿Cuándo
Vendrá el Juicio?
Una vez que Sus discípulos aceptaron al Señor
Jesús como al Mesías, era natural que quisieran saber cuándo comenzaría el Día
del Señor. El Señor Jesús ya les había dicho que Él los dejaría por un tiempo,
y aunque los discípulos no entendieron la verdadera naturaleza de Su partida,
sí entendieron una cosa: el Señor regresaría, y cuando lo hiciera, Él juzgaría
a todo el mundo tal como los profetas lo habían anunciado. ¿Pero cuándo? Esta
fue exactamente la pregunta que le hicieron en Mateo 24: “¿Qué señal habrá de
tu venida, y del fin del siglo?” (v. 3).
El Señor les respondió dándoles una larga
lista de los eventos que precederán Su regreso:
1. Surgirán muchos falsos cristos (v. 5).
2. Habrá guerras entre las naciones (v. 6).
3. Habrá pestes, hambres y terremotos en
diferentes lugares (v. 7).
4. El Anticristo profanará el templo de Dios (v. 15).
5. Habrá un periodo de severa tribulación
para el pueblo de Dios, la más intensa en toda la historia de la humanidad (v.
21).
Luego de describir todos estos eventos, el
Señor Jesús dice:
"E inmediatamente después de la tribulación de aquellos
días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas
caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces
aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas
las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes
del cielo, con poder y gran gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de
trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo
del cielo hasta el otro" (Mt. 24:29–31).
El momento no podría haber sido mencionado
más claramente. Habrá señales específicas — el surgimiento de falsos cristos;
guerra mundial, pestes, hambres y terremotos; la profanación del templo de Dios
a manos del Anticristo ; la Gran Tribulación; y la triple señal en el sol, la
luna y las estrellas — que, una a una, nos acercarán más y más a Su regreso.
Cuando comparamos estas señales a los juicios de los sellos descritos en el
Apocalipsis, vemos que son idénticos (ya veremos después lo que esto
significa).
Los
Discípulos Se Enteran Sobre el Arrebatamiento
Por medio del apóstol Pablo el Señor Jesús
reveló que la Iglesia no tendría que pasar por el periodo de destrucción e ira
que vendría a continuación del regreso de Cristo. Los creyentes recibiremos
milagrosamente cuerpos nuevos, celestiales, y seremos removidos de la tierra
antes de que el Señor Jesús comience a vengarse de los impíos durante el Día
del Señor. Pablo describió este evento en 1 Corintios
15:51–52:
"He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos;
pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos,
a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán
resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados".
¡Qué hermoso cuadro! Pablo elaboró esta
promesa en su primera epístola a los Tesalonicenses:
"Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de
arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo
resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, seremos arrebatados
juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así
estaremos para siempre con el Señor" (1 Ts. 4:16–17).
Así, la iglesia primitiva fue introducida
al concepto del arrebatamiento. Como era de esperar, esta descripción es la
misma descripción que el Señor nos da de Su venida en Mateo 24:
"… y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes
del cielo, con poder y gran gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de
trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo
del cielo hasta el otro" (Mt. 24:29–31).
Por lo tanto, cuando el Señor venga en las
nubes después de la Gran Tribulación, Él mismo efectuará el arrebatamiento de
la Iglesia.
El verbo arrebatar (Gr. arpazo) aparece varias veces en el Nuevo
Testamento (Hch. 8:39; 2 Co. 12:2,4; 1 Ts. 4:17; Ap. 12:5). Comunica que se
ejerce una fuerza de manera súbita, como en Mateo 11:12; 12:29; 13:19 (véase
también su uso en Jn. 6:15; 10:12,28,29; Hch. 23:10; y en Jud. 23). En el
Antiguo Testamento nos encontramos con dos casos de personas arrebatadas por
Dios: Enoc (Gn. 5:24; He. 11:5) y Elías (2 R. 2:11). El arrebatamiento, como
vemos, es del mayor de los intereses para la Iglesia, que recibe la instrucción
de esperar al Señor (Tit. 2:11-14) y la promesa de ser arrebatada a Su venida
(1 Ts. 4:16-17).
Resumiendo,
vemos que la venida del Señor Jesús, y por lo tanto el arrebatamiento, será
precedido por una serie de eventos claramente identificables. Primero surgirán
falsos cristos, habrá guerra mundial, pestes, hambres y terremotos en
diferentes lugares; todo lo cual el Señor Jesús llamó “principio de dolores”
(Mt. 24:5–8). Luego vendrá el Anticristo, quien profanará el templo e iniciará
la Gran Tribulación persiguiendo al pueblo de Dios (vs. 15-21). Esto será
seguido por la triple señal cósmica: el sol se oscurecerá, la luna no dará su
resplandor y las estrellas caerán a la tierra, señalando que el Día del Señor
está por comenzar (v. 29). Entonces — justo antes del Día del Señor — Cristo
aparecerá en el cielo, viniendo en las nubes y arrebatará a Su Iglesia.
El
Sexto Sello
¿Cuándo, durante el “Periodo
Tribulacional”, ocurrirán estas señales y, por lo tanto, el arrebatamiento?
Observemos con más atención a los cataclismos cósmicos que precederán el
retorno de Cristo:
"E inmediatamente después de la tribulación de aquellos
días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas
caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas" (Mt. 24:29).
A los estudiantes del Apocalipsis estas
señales les deben parecer muy familiares. Son las mismas señales descritas en
Apocalipsis 6:12–13 como parte del sexto sello:
"Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un
gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se
volvió toda como sangre; y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra,
como la higuera deja caer los higos cuando es sacudida por un fuerte viento".
En otras palabras, la evidencia clara y
directa de la Biblia sitúa al arrebatamiento después de la apertura del sexto
sello. Como hemos mencionado anteriormente, los eventos que el Señor Jesús
describe como parte del “principio de dolores”, la Gran Tribulación y la triple
señal en los cielos se correlacionan con los eventos de los seis sellos. Esto
sitúa al quinto sello, o al clamor de los mártires, ocurriendo durante la Gran
Tribulación, la que a su vez ocurrirá tres años y medio después del inicio del
“Periodo Tribulacional.” De tal forma
que el retorno de Cristo y el arrebatamiento de la Iglesia, eventos que suceden
después de la apertura del sexto
sello, también ocurrirá algún tiempo después de la mitad de la “Tribulación”.
Pero, ¿no pondría esto a la Iglesia bajo la
ira de Dios? ¿Por qué tendría la Iglesia que sufrir este periodo de retribución
divina diseñado para el mundo incrédulo? Primero, los juicios de los sellos no
son parte de la ira de Dios. Segundo, los juicios de los sellos no son para
castigar al mundo, sino para evangelizarlo. Además, con relación a la Iglesia,
los juicios de los sellos son parte del “fuego de prueba” (1 P. 4:12) para el
cual ella está destinada.
Respuesta
Directa
Lo importante es lo clara y directamente
que el Señor Jesús les responde a Sus discípulos. Esencialmente, ellos le
preguntaron: “¿Cuándo regresarás?” Al comparar la descripción que el Señor hace
de Su venida con las descripciones que Pablo nos da del arrebatamiento, vemos
que ambos eventos son en realidad uno solo. Luego, cuando comparamos las
señales de la venida de Cristo con el sexto sello, también vemos que ambos
eventos son uno solo.
Por lo tanto, el regreso de Cristo y el
arrebatamiento de la Iglesia sucederán inmediatamente después de la apertura
del sexto sello, algún tiempo después de la mitad del “Periodo Tribulacional”
de siete años.
La Segunda Venida de Cristo y el
arrebatamiento de la Iglesia no son un misterio. Ambas doctrinas se pueden
encontrar fácilmente en la Biblia. Si esto es todo lo que el lector quería
saber sobre el tema, puede dejar de leer este libro aquí mismo. El resto de él
está dedicado a analizar las muchas formas en que llegamos a la misma
conclusión una y otra vez. Estos análisis intentan responder las variadas
preguntas que existen acerca del momento (en la secuencia de los eventos) en
que la Segunda Venida de Cristo y el arrebatamiento ocurren — no porque estas
enseñanzas sean poco claras, sino porque a la mayoría de los creyentes se les
ha enseñado otra cosa.
La
Ira y el Día del Señor
¿Qué hay con la ira de Dios? ¿Cómo se
relaciona esta con el arrebatamiento? En el capítulo 1, vimos varios versículos
que describen los juicios de Dios asociados con el Día del Señor. Veamos de nuevo uno de los versículos
claves:
"Aullad, porque cerca está el día del Señor; vendrá
como asolamiento del Todopoderoso. Por tanto, toda mano se debilitará, y
desfallecerá todo corazón de hombre, y se llenarán de terror; angustias y
dolores se apoderarán de ellos; tendrán dolores como mujer de parto; se
asombrará cada cual al mirar a su compañero; sus rostros, rostros de llamas. He
aquí el día del Señor viene, terrible, y de indignación y ardor de ira, para
convertir la tierra en soledad, y raer de ella a sus pecadores. Por lo cual las
estrellas de los cielos y sus luceros no darán su luz; y el sol se oscurecerá
al nacer, y la luna no dará su resplandor. Y castigaré al mundo por su maldad,
y a los impíos por su iniquidad; y haré que cese la arrogancia de los
soberbios, y abatiré la altivez de los fuertes" (Is. 13:6–11).
Isaías deja claro que la ira de Dios está
contenida en el Día del Señor. Como dijimos en el capítulo anterior, el Día del
Señor también es llamado “el Día de la Ira de Dios”.
Regresemos a los versículos sobre el
arrebatamiento en 1 Tesalonicenses 4:15–17:
"Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros
que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a
los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel,
y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo
resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, seremos arrebatados
juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así
estaremos para siempre con el Señor".
Unos pocos versículos más adelante, Pablo
continúa:
"Pero acerca de los tiempos y las ocasiones, no tenéis
necesidad, hermanos, de que yo os escriba. Porque vosotros sabéis perfectamente
que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche" (1 Ts. 5:1–2).
Compárese la referencia de Pablo a la venida del Señor que aparece en 1
Tesalonicenses 4:15 con la referencia a el
día del Señor en 1 Tesalonicenses 5:1–2. Nótese el uso de las dos frases
diferentes: la venida del Señor y el día del Señor. Tanto aquí como en 2
Tesalonicenses 2:2, Pablo aclara que la venida del Señor y el arrebatamiento de
la Iglesia preceden al Día del Señor.
Por lo tanto, si la ira de Dios está contenida en el Día del Señor, y el
arrebatamiento sucede antes de ese Día, entonces el arrebatamiento también
ocurre antes de la ira de Dios.
Señales
que Preceden el Día del Señor
¿Cuándo comienza el Día del Señor? La
Biblia no le deja lugar a la duda. El Día del Señor es uno de los eventos más
profetizados en la Biblia: Es descrito más de media docena en el Antiguo
Testamento por escritores como Isaías, Sofonías y Joel; y también por
escritores del Nuevo Testamento como Pedro, Pablo y Lucas.
Las descripciones de este magno evento son
a menudo acompañadas por señales claras e inequívocas. El profeta Joel nos da
una de las más vívidas descripciones de esas señales:
"El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en
sangre, antes que venga el día grande y espantoso de Jehová" (Joel 2:31).
Pedro reitera estas señales en el libro de
Hechos:
"El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en
sangre, antes que venga el día del Señor, grande y manifiesto" (Hch. 2:20).
¿Cuándo ocurrirán estos cataclismos
cósmicos? Una vez más, las Escrituras apuntan hacia el sexto sello:
"Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un
gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se
volvió toda como sangre; y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra,
como la higuera deja caer los higos cuando es sacudida por un fuerte viento" (Ap. 6:12–13).
Esto es una confirmación adicional a la
pregunta que respondimos antes: Si la Iglesia es arrebatada después del sexto
sello, ¿no significa que experimentará la ira de Dios? No. La ira de Dios no
comienza sino con el Día del Señor, el que se inicia después del sexto sello. El Señor Jesús regresa, arrebata a Su
Iglesia, y con Su Novia segura fuera del mundo, comienza el derramamiento de Su
ira sobre la humanidad impía.
Hay confirmación adicional sobre el hecho
de que el Día del Señor comienza al abrirse el séptimo sello. El Día del Señor
es descrito por el profeta Sofonías, quien dice: “Calla en la presencia del Señor Dios, porque el día del Señor
está cercano” (Sof. 1:7). Si el Día del Señor comienza con el séptimo sello,
podríamos esperar ver una solemne mención sobre silencio en el Apocalipsis
antes de que se abra el séptimo sello. Y esto es exactamente lo que vemos.
Después de describir los seis primeros sellos, Juan dice: “Cuando abrió el
séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora” (Ap. 8:1-2).
Esto concuerda perfectamente con la descripción dada por Sofonías.
Cuatro
Eventos Coincidentes
Si todo esto suena complicado, no lo es en
realidad. Al abrirse el sexto sello, cuatro cosas suceden simultáneamente: (1)
los juicios de los sellos concluyen (2) Cristo vuelve para (3) arrebatar a la
Iglesia, y (4) comenzar a administrar Su juicio sobre los impíos. El retorno de
Cristo gatilla estos dos últimos eventos.
Para comprender mejor la belleza de la relación entre
estos eventos, comparémoslos a un matrimonio. Cristo es el amante esposo y los
creyentes son Su amada esposa, quien en su cumpleaños espera ansiosamente la
llegada de su esposo desde el trabajo. Para ella, el regreso de su esposo
significa gozo, la posibilidad de flores y besos y, tal vez, una cena romántica
a solas. Para los niños, que se portaron muy mal ese día, el regreso del padre
significa algo totalmente diferente. Significa que pronto verán su peor
expresión facial y experimentarán una dura reprimenda. Un mismo evento, el
regreso del padre, inicia dos series de sucesos diferentes y completamente
separados para los diferentes miembros de la familia.
Resumiendo
¿Qué significa esto? Los eventos que
culminan en la Segunda Venida de Cristo y el arrebatamiento de la Iglesia
seguirán un patrón claramente establecido en las Escrituras. Primero sucederán
una serie de devastadores eventos mundiales (los cinco primeros sellos del
Apocalipsis), seguidos por la triple señal (en el sol, la luna y las estrellas)
descrita en Joel, Mateo y el Apocalipsis (el sexto sello). Luego Cristo viene a
arrebatar a la Iglesia. A continuación de este evento glorioso, el séptimo
sello introduce el Día del Señor, el que contiene los juicios de las trompetas
y las copas de la ira de Dios.
Cristo regresará después del sexto sello,
antes del derramamiento del Día del Señor y la ira de Dios. Es decir, será
post-tribulacional y pre-ira.
Veamos de nuevo el momento en que ocurre el
arrebatamiento siguiendo el relato que el mismo Señor Jesús nos da en Mateo 24,
pero esta vez teniendo los sellos del Apocalipsis en mente:
"Mirad que nadie os engañe... Y oiréis de guerras y
rumores de guerras [el primer sello]...
Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino [el segundo sello]. Y habrá pestes, y
hambres, y terremotos en diferentes lugares [tercer y cuarto sellos].… Por tanto, cuando veáis en el lugar
santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel [el Anticristo
presentándose en el -todavía por reconstruir- templo en Jerusalén; lo que
ocurrirá exactamente tres años y medio después de iniciada la Semana
Septuagésima], entonces los que estén en Judea, huyan a los montes.… Porque
habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del
mundo hasta ahora, ni la habrá [el
quinto sello]. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo;
mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados.… E
inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se
oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo,
y las potencias de los cielos serán conmovidas [el sexto sello]. Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre
en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al
Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria [la venida de Cristo]. Y enviará sus
ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro
vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro [el arrebatamiento]" (Mt. 24: 4, 6-
7, 15-16, 21–22, 29–31).
Esto explica la importancia de reconocer que
los eventos de Mateo 24 son los mismos descritos en los juicios de los sellos
de Apocalipsis 6. Cuando se ven de esta forma — la forma en que el Señor Jesús
nos enseña a verlos — el momento en que sucede el arrebatamiento queda libre de
toda sombra de duda.
En Mateo 24:31 nuestro Señor nos da un
cuadro perfecto de la reunión de los salvos de esta dispensación por medio del
arrebatamiento. Marcos incluso usa la misma forma verbal para ‘juntar’ que
Pablo usa en 2 Tesalonicenses 2:1 como ‘reunión’, para referirse al
arrebatamiento. Para las mentes desprejuiciadas, la reunión de los salvos, o
los escogidos, en Mateo 24:31, es el prototipo de la enseñanza de Pablo en 1
Tesalonicenses 4:16-17 y 2 Tesalonicenses 2:1. Creemos que esto es correcto,
considerando que 1 Tesalonicenses 4:16-17 emplea muchos de los mismos
elementos, y lenguaje casi idéntico, a Mateo 24:29-31 — “el Hijo del Hombre
viniendo en las nubes del cielo, con poder y gran gloria, con gran voz de
trompeta, y con ángeles celestiales”. Repetimos, para las mentes desprejuiciadas, la correlación es difícil de
obviar.
¿Qué
Hay de Cierto Sobre un Regreso Espiritual?
Los pretribulacionistas argumentan en
contra de esta conclusión. Dicen que cuando Cristo regrese a arrebatar a la
Iglesia no lo hará en forma corporal (físicamente) sino en forma espiritual.
Proponen que el Señor Jesús regresa en forma corporal siete años después,
cuando aparece con Su hueste angélica para terminar la Batalla de Armagedón.
Este punto de vista no sólo contradice el momento claramente destacado por el
Señor mismo, sino que también contradice lo que el ángel le reveló a los
apóstoles en Hechos 1:11: “Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo?
Este mismo Jesús, que sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis
visto ir al cielo” (Hch. 1:9–11).
El Señor Jesús no fue tomado al cielo en
forma espiritual; y el ángel deja muy en claro que Él tampoco regresará por los
creyentes en forma espiritual, sino en forma corporal (físicamente). Pablo
confirma esta verdad, diciendo: “Pero con respecto a la venida de nuestro Señor
Jesucristo, y nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, que no os dejéis
mover fácilmente de vuestro modo de pensar… en el sentido de que el día del
señor está cerca” (2 Ts. 2:1–2). Pablo estaba seguro de que el arrebatamiento
tomará lugar cuando Cristo regrese físicamente, y que este regreso físico del
Señor ocurrirá antes del Día del Señor.
Esta misma afirmación es hecha por Pablo en
2 Tesalonicenses 1:5–7:
"…Nosotros mismos nos gloriamos de vosotros
en las iglesias de Dios, por vuestra paciencia y fe en todas vuestras
persecuciones y tribulaciones que soportáis. Esto es demostración del justo
juicio de Dios, para que seáis tenidos por dignos del reino de Dios, por el
cual asimismo padecéis. Porque es justo delante de Dios pagar con tribulación a
los que os atribulan, y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el
cielo con los ángeles de su poder".
A través de la Biblia, la palabra “reposo”
se usa para ilustrar el cese de toda labor — de ahí el “reposo” del día Sábado
dado para el pueblo de Dios, el “reposo” del Jubileo para la tierra, y el
“reposo” espiritual que Dios le da a Su pueblo (Heb. 4:9–10). Considerando que
el contexto del libro de 2 Tesalonicenses es: los últimos tiempos, el regreso
de Cristo y el arrebatamiento de la Iglesia, esta referencia hecha al pueblo de
Dios siendo liberado de sus enemigos por medio de recibir reposo con Cristo
cuando Él venga con los ángeles de su poder, sólo puede ser el arrebatamiento.
Pablo confirma esta conclusión cuando
describe a los ángeles viniendo “en llama de fuego, para dar retribución a los
que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo”
(v. 8). La Biblia enseña que, después de que el Señor Jesús arrebate a Su
Iglesia, juzgará al mundo impío e impenitente durante el Día del Señor. Esto es
exactamente lo que Pablo describe aquí: reposo con Cristo, seguido de fuego y
venganza sobre aquellos que no conocen a Dios y que no obedecen el evangelio.
En Tito 2:13 vemos otro vínculo entre el
arrebatamiento y el retorno físico de Cristo; donde Pablo exhorta a los
creyentes a vivir sobriamente, “aguardando la esperanza bienaventurada y la
manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo”. Pablo
claramente cree que cuando el Señor Jesús aparezca para arrebatar a Su Novia,
Su aparición será física y literal. Santiago también evidencia la misma
creencia: “Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor…
Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la
venida del Señor se acerca” (Stg. 5:7–9).
Una
Visión de la Iglesia Arrebatada
Aunque el Apocalipsis no describe el
arrebatamiento, Juan nos da una breve visión de los primeros momentos de la
Iglesia una vez que ha sido arrebatada al cielo. Inmediatamente después de que
Juan describe los seis sellos y antes de que describa los juicios de las
trompetas, el apóstol escribe:
"Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la
cual nadie podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas,
que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas
blancas, y con palmas en las manos; y clamaban a gran voz, diciendo: La
salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero" (Ap. 7:9–10).
¡Qué hermoso cuadro! Los hombres y las
mujeres que componen la Iglesia, con sus nuevos cuerpos glorificados, están en
la presencia de Dios adorándolo y glorificándolo. La referencia a la salvación
en este pasaje es apropiada, no sólo porque Dios les ha dado la salvación de
sus almas inmortales; si no, en este caso, porque Él también les ha dado la
salvación de la primera muerte: la salvación de sus cuerpos. Esta visión es
consistente con la promesa que Pablo nos da a todos los creyentes en 1
Tesalonicenses 5:9: “Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de
nuestro Señor Jesucristo”.
La multitud no representa solamente a los
creyentes que murieron en algún momento de la historia anterior de la
humanidad. Sabemos que esta es una visión de la Iglesia arrebatada porque el
mismo Juan nos lo dice.
"Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos
que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido? Yo le
dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran
tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del
Cordero. Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en
su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre
ellos. Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor
alguno; porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los
guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios engujará toda lágrima en los ojos de
ellos" (Ap. 7:13–17).
El hecho de que Cristo arrebatará a la
Iglesia de la Gran Tribulación también responde uno de los enigmas propuestos
por el Señor Jesús en la Profecía del Monte de los Olivos: “Y si aquellos días
no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos,
aquellos días serán acortados” (Mt. 24:22). ¿Qué es este acortamiento de días?
Dios no acortará físicamente la
duración del reinado del Anticristo, porque ya se ha establecido que será de
1,260 días. Lo que sucederá es que el Señor Jesús acortará la Gran Tribulación
al arrebatar a Su Novia al cielo antes de que el tiempo establecido (de la Gran
Tribulación) se cumpla.
El Anticristo continuará persiguiendo a aquellos que se
conviertan en creyentes después del arrebatamiento, pero una vez que Cristo
arrebate a la Iglesia, el infame será distraído de su insano deseo de destruir
al pueblo de Dios por la aparición de una miríada de langostas demoníacas que
emergerán del abismo, por las montañas ardientes que caerán del cielo a la
tierra, por el fenómeno de los ríos y los océanos convirtiéndose en sangre, y
por las otras catástrofes que vendrán sobre la tierra durante el Día del Señor.
Así las cosas, el Anticristo se verá obligado a postergar su obsesión para
hacer frente al daño que sufrirá su reino mundial.
Los Cuatro Vientos
La mención de los cuatro
vientos es evidencia adicional de que el arrebatamiento ocurrirá después de la
apertura del sexto sello. En Mateo 24, después de describir los cataclismos
cósmicos asociados con el sexto sello, el Señor Jesús dice: “Y enviará a sus
ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del
cielo hasta el otro”. Esta frase, “de los cuatro vientos”, nuevamente
vincula el arrebatamiento con los eventos del sexto sello: “Después de esto
[los cataclismos cósmicos del sexto sello] vi a cuatro ángeles de pie sobre los
cuatro ángulos de la tierra, que detenían
los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase viento alguno sobre la
tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol” (Ap. 7:1).
Hay
quienes argumentan que esta definición de los cuatro vientos es demasiado
restringida. Señalan que esta es una frase general que podría tanto tener como
no tener ninguna relevancia para vincularla con otros pasajes similares.
Concedemos esto. Sin embargo, Dios usa esta frase,
“los cuatro vientos”, sólo nueve veces en la Biblia, todas ellas en un contexto
profético (Mt. 24:31; Mr. 13:27; Ez. 37:9; Ap. 7:1; Jer. 49:36; Dn. 7:2; Dn.
11:4, y Zac. 2:6). El poder de nuestro argumento es que, en este caso,
la frase es empleada en el mismo contexto y en el mismo orden al de los eventos
proféticos.
Juan no sólo usa la misma frase
“los cuatro vientos”, sino que la usa en la misma secuencia de eventos:
Mateo 24
1. La persecución y el martirio
del pueblo de Dios.
2. El sol se oscurece, la luna
no da su resplandor y las estrellas caen del cielo.
3. Los cuatro vientos.
4. La reunión de los escogidos.
Apocalipsis 6–7
1. La persecución y el martirio
del pueblo de Dios.
2. El sol se oscurece, la luna
se vuelve como sangre y las estrellas caen del cielo.
3. Los cuatro vientos.
4. La gran multitud (la
Iglesia) adorando al Señor en el cielo.
El momento en
que toma lugar el regreso físico de Cristo y el arrebatamiento no es un
misterio. Nunca lo fue. La evidencia acerca de cómo y cuando sucederán estos
eventos está clara y generosamente distribuida a lo largo de la Escritura. La
evidencia acerca del arrebatamiento preira, el que acontece después de la
apertura del sexto sello, no ha sido agotada aún.