La palabra sacramento proviene de la palabra latina sacrare, que significa sagrado o santo. En su sentido más literal, sacramento significa obligación sagrada.
En la práctica, un sacramento es un acto o ritual que se cree que otorga o confiere la gracia de Dios.
Según la Iglesia Católica Romana:
“Los sacramentos son signos eficaces de la gracia, instituidos por Cristo y confiados a la Iglesia, por los cuales se dispensa la vida divina a nosotros, los ritos visibles con los que se celebran los sacramentos significan y hacen presente las gracias propias de cada sacramento” (Catecismo de la Iglesia Católica, 1131).
El sacramentalismo es la enseñanza que sostiene que los sacramentos son eficaces en sí mismos y necesarios para la salvación. Esta doctrina es común tanto en la Iglesia Católica Romana como en la Iglesia Ortodoxa, que enseñan que la participación en los ritos confiere la gracia de Dios a los participantes. Los siete sacramentos del catolicismo romano son los siguientes:
Bautismo
Eucaristía
Confirmación
Reconciliación
Unción de los enfermos
Matrimonio
Órdenes Sagradas
Y aquí están los siete sacramentos de la Iglesia Ortodoxa:
Bautismo
Comunión (Eucaristía)
Crisma (Ungir con aceite)
Penitencia
Unción de los enfermos
Matrimonio
Órdenes Sagradas
¿Es correcto el sacramentalismo?
¿Se logra la salvación al cumplir con los sacramentos?
La respuesta es un rotundo NO, porque, como dice el apóstol Pablo: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Ef 2:8-9)
"Ciertamente la gracia de Dios los ha salvado por medio de la fe. Ésta no nació de ustedes, sino que es un don de Dios; ni es resultado de las obras, para que nadie se vanaglorie" (Ef 2:8-9, RVC).
La salvación es un don o regalo de Dios que no se puede ganar. El propio significado de la gracia es “favor inmerecido”. Insistir en que la vida eterna se puede obtener a través del ritualismo frustra la gracia de Dios y niega la obra consumada de Cristo en la cruz.
Consideremos estos otros pasajes:
• "Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley" (Ro 3:28).
• "Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo" (Ro 5:1).
• "Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia" (Ro 11:6).
• "Mas la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes" (Gl 3:22).
El sacramentalismo tiene sus raíces en el judaísmo; en el antiguo Israel, los rituales de la circuncisión, la observancia del sábado y los baños para la purificación eran prácticas comunes. La secta de los fariseos daba mucha importancia al lavado de manos, no tanto por motivos sanitarios, sino como un ritual contra la impureza personal. La práctica del lavado ritual de las manos se veía como una medida restauradora contra la impureza, pero ¿estaban verdaderamente honrando a Dios los fariseos al cumplir con sus tradiciones? En el siguiente pasaje, vemos la manera en que nuestro Señor Jesús respondió a sus costumbres religiosas:
“Se juntaron a Jesús los fariseos, y algunos de los escribas, que habían venido de Jerusalén; los cuales, viendo a algunos de los discípulos de Jesús comer pan con manos inmundas, esto es, no lavadas, los condenaban. Porque los fariseos y todos los judíos, aferrándose a la tradición de los ancianos, si muchas veces no se lavan las manos, no comen. Y volviendo de la plaza, si no se lavan, no comen. Y otras muchas cosas hay que tomaron para guardar, como los lavamientos de los vasos de beber, y de los jarros, y de los utensilios de metal, y de los lechos. Le preguntaron, pues, los fariseos y los escribas: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos inmundas? Respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito:
Este pueblo de labios me honra,
Mas su corazón está lejos de mí.
Pues en vano me honran,
Enseñando como doctrinas mandamientos de hombres” (Mr 7:1-8; cf. Is 29:13 ).
Exteriormente, la realización de rituales elaborados daba a los fariseos la apariencia de piedad, pero el Señor Jesús, conociendo la dureza de sus corazones, condenó a estos hipócritas porque “invalidan la palabra de Dios con la tradición que se han transmitido, además de que hacen muchas otras cosas parecidas” (Mr 7:13, RVC).
El sacramentalismo es antibíblico, porque si el desempeño de ritos, ceremonias y rituales es necesario para la salvación, el mensaje de gracia del evangelio se anula y el cristianismo se convierte en otra religión basada en las obras. Como creyentes en Cristo Jesús, participamos con alegría en las ordenanzas del bautismo y la comunión, pero lo hacemos porque somos salvos, y no para ser salvos.
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