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ANATEMA

FALSOS PROFETAS / FALSOS MAESTROS

Un falso profeta es una persona que difunde falsas enseñanzas o mensajes mientras dice hablar de acuerdo a la Palabra de Dios. 

En la Biblia, los falsos profetas también hablaban en nombre de falsos dioses. Los falsos profetas ejercían su función profética de forma ilegítima o con el propósito de engañar. La Biblia denuncia a los falsos profetas por llevar a la gente por el mal camino y difundir falsedad.

En el Antiguo Testamento no aparece el término falso profeta, pero las referencias a los falsos profetas son evidentes y abundantes. En el libro de Jeremías, encontramos una clara descripción de los falsos profetas: Me dijo entonces el Señor: Falsamente profetizan los profetas en mi nombre; no los envié, ni les mandé, ni les hablé; visión mentirosa, adivinación, vanidad y engaño de su corazón os profetizan” (Jer 14:14; Jer 23:21-33; Zac 10:2).

La principal diferencia entre hombres como Jeremías—un verdadero profeta de Dios—y los falsos profetas es su fuente de información. En vez de hablar la Palabra del Señor, los falsos profetas entregaban mensajes que se originaban en sus propios corazones y mentes: Así ha dicho el Señor de los ejércitos: No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan; os alimentan con vanas esperanzas; hablan visión de su propio corazón, no de la boca del Señor” (Jer 23:16; Jer 14:14; 23:25-32; Ez 13:1-7). Dios se distancia de todos los falsos profetas: No envié yo aquellos profetas, pero ellos corrían; yo no les hablé, mas ellos profetizaban” (Jer 23:21).

Otra diferencia entre los verdaderos profetas y los falsos profetas en la Biblia es la motivación. Los verdaderos profetas están motivados por la lealtad a Dios por encima de todo, mientras que los falsos profetas están motivados por el interés propio y el deseo de ser populares entre la gente (1 R 22:13-14). Cuando Jeremías anunció la cruda realidad de la desolación de Jerusalén (Jer 4:1-31), los falsos profetas prometieron paz en vez (Jer 6:14; 8:11). Naturalmente, el pueblo de Judá prefirió los mensajes agradables de los falsos profetas: No nos profeticéis lo recto, decidnos cosas halagüeñas, profetizad mentiras” (Is 30:10).

Con frecuencia, los falsos profetas eran contratados a cambio de un pago o pronunciaban sus mensajes para obtener un beneficio económico: Sus jefes juzgan por cohecho, y sus sacerdotes enseñan por precio, y sus profetas adivinan por dinero; y se apoyan en el Señor, diciendo: ¿No está el Señor entre nosotros? No vendrá mal sobre nosotros” (Miq 3:11; Neh 6:12-13; Jer 6:13-14; Ez 13:19; 2 P 2:1-3).

El castigo establecido para los falsos profetas en el Antiguo Testamento era severo: El profeta que tuviere la presunción de hablar palabra en mi nombre, a quien yo no le haya mandado hablar, o que hablare en nombre de dioses ajenos, el tal profeta morirá” (Dt 18:20).

En el Nuevo Testamento, Jesús enseñó sobre los falsos profetas en su Sermón del Monte: Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos” (Mt 7:15-18).

Jesús continuó explicando las graves consecuencias de ser un falso profeta: Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis. No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mt 7:19-23).

La Biblia describe a los falsos profetas como adúlteros (Jer 23:14), traicioneros (Sof 3:4), borrachos (Is 28:7), malvados (Jer 23:11), mentirosos (Jer 14:14; 23:14) y relacionados con la adivinación y la brujería (Jer 14:14; Ez 22:28; Hch 13:6). Las Escrituras enseñan a los creyentes a ser diligentes en la fe y en la devoción a las enseñanzas de Cristo para que podamos detectar rápidamente a los falsos profetas y a los falsos maestros (2 P 1:10; 1:19-2:1; 1 Jn 4:1). Afortunadamente, la Biblia presenta pruebas infalibles para reconocer a un falso profeta. La clave es saber cómo es un verdadero profeta:

• Las palabras de un verdadero profeta se cumplen y se pueden comprobar con las Escrituras (Dt 18:21-22; Jers 28:8-9).

• Las enseñanzas de un verdadero profeta son coherentes con las Escrituras (2 P 1:20-21; Ap 22:18-19).

• Las enseñanzas de un verdadero profeta fomentarán un comportamiento moral correcto y proporcionarán un beneficio espiritual (Dt 13:1-4; Jer 23:13-14, 32; Ez 13:17-23; 14:4-8; Lam 2:14).

• La vida de un verdadero profeta reflejará un llamado de Dios (Is 28:7; Jer 23:10-11, 14; 29:9; Sof 3:4; Mt 7:15-20).

• Un verdadero profeta reconocerá a Jesucristo como Dios (1 Jn 4:1-6).

El Señor Jesús nos advirtió que vendrían “falsos Cristos y falsos profetas” engañarían aún a los elegidos (Mt 24:23-27; 2 P 3:3 y Jud 17-18). 

La mejor defensa que se puede tener contra la falsedad y los falsos maestros es conocer la verdad. Para descubrir lo falso, estudia lo verdadero. Cualquier creyente “que traza bien la palabra de verdad” (2 Ti 2:15), y que hace un cuidadoso estudio de la Biblia, puede identificar la falsa doctrina. Por ejemplo, un creyente que ha leído las actividades del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo en Mateo 3:16-17 cuestionará inmediatamente cualquier doctrina que niegue la Trinidad. Por lo tanto, el “primer paso” es estudiar la Biblia y juzgar toda enseñanza bajo la luz de lo que dice la Escritura.

Jesús dijo que “por el fruto se conoce el árbol” (Mt 12:33). Cuando buscamos el “fruto,” aquí hay tres pruebas específicas para aplicar a cualquier maestro y determinar la veracidad de sus enseñanzas:

1) ¿Qué dice este maestro acerca de Jesús? En Mateo 16:15-17, Jesús pregunta, ¿Quién decís que soy yo? Pedro respondió, Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. Y por ello, Pedro es llamado “bienaventurado”. En 2 Juan 9 leemos, “Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo”. En otras palabras, Jesucristo y Su obra de redención son de máxima importancia; cuídate de cualquiera que niegue que Jesús es igual a Dios, y que subestime la muerte sustitutiva de Jesús, o rechace la humanidad de Jesús. 1 Juan 2:22 dice, “¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo”.

2) ¿Este maestro predica el Evangelio? El Evangelio es definido como las buenas nuevas concernientes a la muerte, sepultura y resurrección de Jesús, de acuerdo a las Escrituras (1 Co 15:1-4). Aunque suenen muy agradable las declaraciones de “Dios te ama”, “Dios quiere que alimentemos a los hambrientos”, y “Dios quiere que seas próspero,” ese NO es el mensaje del Evangelio de Cristo. Como Pablo advierte en Gálatas 1:7, “hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo”. Nadie, ni siquiera un gran predicador, tiene la autoridad de cambiar el mensaje que Dios nos dio. “Si alguno predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema [maldito]” (Gál 1:9).

3) ¿Este maestro demuestra cualidades de carácter que glorifican al Señor? Hablando de falsos maestros, Judas 1:11 dice, “¡Ay de ellos! Porque han seguido el camino de Caín, y se lanzaron por lucro en el error de Balaam, y perecieron en la contradicción de Coré”. En otras palabras, un falso maestro puede ser conocido por su orgullo (el rechazo de Caín al plan de Dios), codicia (la profecía de Balaam por dinero), y rebelión (la autopromoción de Coré sobre la autoridad de Moisés). Jesús dijo que nos cuidáramos de tales personas y que las conoceríamos por sus frutos (Mt 7:15-20).

Para un estudio más profundo, revisa aquellos libros de la Biblia que fueron escritos específicamente para combatir las falsas enseñanzas dentro de la iglesia: Gálatas, 2 Pedro, 1 Juan, 2 Juan y Judas. Con frecuencia es difícil detectar un falso maestro o un falso profeta. Eso es a lo que se refiere la frase de un “lobo con piel de oveja”. Satanás y sus demonios se disfrazan como “ángeles de luz” (2 Co 11:14), y “sus ministros se disfrazan como ministros de justicia” (2 Co 11:15). Solamente estando totalmente familiarizados con la verdad, estaremos en condiciones de reconocer una falsificación.

Y la verdad CENTRAL de la Escritura es la doctrina de la salvación. No hay doctrina más importante en toda la Biblia que esta doctrina. El nombre propio Jesús, significa Salvador. Por lo tanto, la prueba más elemental para detectar a un falso profeta/maestro es su enseñanza acerca de la salvación.

¿Conoces tú mismo(a) esta doctrina? ¿Eres salvo(a)? ¿Es la salvación condicional o incondicional? ¿Es posible perderla o está segura una vez recibida? 

En este blog nos hemos dedicado a enseñar la doctrina de la salvación condicional porque es la única que enseña el Señor (Jn 15:1-6) y el resto de la Escritura. Todo aquel que enseñe en contra de esta doctrina merece ser catalogado como un falso profeta o falso maestro: ¡sea anatema! 

En pocas palabras, el Señor les dice a TODOS sus discípulos: 

Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden  (Jn 15:1-6).

En este conciso pasaje el Señor zanja para siempre la necia disputa teológica acerca de si la salvación es condicional o incondicional. La responsabilidad de permanecer en la fe la tiene el creyente; y el creyente que no permanece en la fe será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden(Jn 15:6). 

La enseñanza de TODA la Escritura es consistente con estas sencillas pero profundas palabras del Señor Jesús.

Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno predica DIFERENTE EVANGELIO del que habéis recibido, sea ANATEMA [maldito]” (Gál 1:9).
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