¿Cuál es el
propósito de la profecía bíblica? La mayoría de las personas realmente no
entienden la respuesta. Todo lo que les interesa es saber quién es el que va a
hacer qué, cuándo y dónde va a
pasar.
Están errando
el blanco. Aunque estos aspectos son importantes, y la Biblia contiene capítulo
tras capítulo que responde con detalles estás interrogantes, el aspecto más
importante de la profecía bíblica es el por qué. ¿Por qué
las personas hacen las cosas que hacen? Y ¿por qué nuestro
Creador hace las cosas que hace?
El propósito
general de la profecía bíblica es para animarnos a cambiar nuestra vida y
para ayudarnos a ver adónde, en última instancia, nos pueden conducir las cosas
que hacemos. Irónicamente, nos encontramos con esta lección claramente en
una profecía de que no sucederá.
Dios le dio al
profeta Jonás un mensaje: “Levántate, ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella, por que ha
subido su maldad delante
de mí” (Jonás: 1:2).
Después de un rodeo
en el que Dios le enseñó al profeta rebelde cuán grave era la misión que le
había ordenado, por medio de haberlo transportado contra su voluntad en el
vientre de un gran pez, Jonás finalmente entregó el mensaje de Dios: "De
aquí a cuarenta días Nínive será destruida" (Jonás: 3:04).
Si alguna vez ha
habido una ciudad que mereciera el castigo de Dios, esta era Nínive. Capital de un imperio poderoso, famoso por su
crueldad, tanto los documentos del Antiguo Testamento como los registros
históricos dan cuenta de la codicia de la ciudad, de la sangre derramada por
sus guerreros, del saqueo cometido a los pueblos vecinos y de los esclavos que
habían sido arrastrados por sus calles.
Pero algo extraordinario
sucedió. “Y los hombres de Nínive creyeron a Dios, y proclamaron ayuno,
y se vistieron de cilicio desde el mayor hasta el menor de ellos. Y llegó la noticia hasta el rey de Nínive, y se levantó de
su silla, se despojó de su vestido, y se cubrió de cilicio y se sentó sobre
ceniza. E hizo proclamar y anunciar en Nínive, por mandato del rey y de sus
grandes, diciendo: Hombres y animales, bueyes y ovejas, no gusten cosa alguna;
no se les dé alimento, ni beban agua; sino cúbranse de cilicio hombres y
animales, y clamen a Dios fuertemente; y conviértase cada uno de su mal camino,
de la rapiña que hay en sus manos. ¿Quién sabe si se volverá y se arrepentirá
Dios, y se apartará del ardor de su ira, y no pereceremos? Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron
de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no
lo hizo” (Jonás: 3:5-9; comparar con Jeremías 18:7-9).
Este es el verdadero
propósito de la profecía. Dios quiere que veamos cuán graves son nuestros pecados
para que nos convirtamos a Él. Su mensaje es sincero: “Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la
muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva.
Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis…?” (Ezequiel: 33:11).
Dios advirtió a
las antiguas naciones de Israel y Judá en varias ocasiones. El mensaje de
Ezequiel es el llamado constante hecho por cada uno de los profetas del Antiguo
Testamento. Este también es el mensaje del Nuevo Testamento. Sí, está
bien que queramos entender el significado de los acontecimientos mundiales a la
luz de la profecía bíblica. Pero mucho más importante, es que prestemos
atención a lo que el Señor nos está diciendo en estos tiempos: “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado,
llamadle en tanto que está cercano” (Isaías:
55:6).
Mientras
vemos los eventos predichos en la Biblia tomar forma ante nuestros ojos, preguntémonos:
“¿Cómo puede la profecía bíblica cambiar mi vida? ¿Cómo dejaré que me afecte el
mensaje profético del Señor?” ¡No perdamos de vista el por qué detrás
de estos mensajes!
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