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lunes, 17 de octubre de 2011

EL PROPÓSITO DE LA PROFECÍA

¿Cuál es el propósito de la profecía bíblica? La mayoría de las personas realmente no entienden la respuesta. Todo lo que les interesa es saber quién es el que va a hacer qué, cuándo y dónde va a pasar.

Están errando el blanco. Aunque estos aspectos son importantes, y la Biblia contiene capítulo tras capítulo que responde con detalles estás interrogantes, el aspecto más importante de la profecía bíblica es el por qué. ¿Por qué las personas hacen las cosas que hacen? Y ¿por qué nuestro Creador hace las cosas que hace?

El propósito general de la profecía bíblica es para animarnos a cambiar nuestra vida y para ayudarnos a ver adónde, en última instancia, nos pueden conducir las cosas que hacemos. Irónicamente, nos encontramos con esta lección claramente en una profecía de que no sucederá.

Dios le dio al profeta Jonás un mensaje: “Levántate, ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella, por que ha subido su maldad  delante de mí” (Jonás: 1:2).

Después de un rodeo en el que Dios le enseñó al profeta rebelde cuán grave era la misión que le había ordenado, por medio de haberlo transportado contra su voluntad en el vientre de un gran pez, Jonás finalmente entregó el mensaje de Dios: "De aquí a cuarenta días Nínive será destruida" (Jonás: 3:04).

Si alguna vez ha habido una ciudad que mereciera el castigo de Dios, esta era Nínive.  Capital de un imperio poderoso, famoso por su crueldad, tanto los documentos del Antiguo Testamento como los registros históricos dan cuenta de la codicia de la ciudad, de la sangre derramada por sus guerreros, del saqueo cometido a los pueblos vecinos y de los esclavos que habían sido arrastrados por sus calles.

Pero algo extraordinario sucedió. “Y los hombres de Nínive creyeron a Dios, y proclamaron ayuno, y se vistieron de cilicio desde el mayor hasta el menor de ellos. Y llegó la noticia hasta el rey de Nínive, y se levantó de su silla, se despojó de su vestido, y se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza. E hizo proclamar y anunciar en Nínive, por mandato del rey y de sus grandes, diciendo: Hombres y animales, bueyes y ovejas, no gusten cosa alguna; no se les dé alimento, ni beban agua; sino cúbranse de cilicio hombres y animales, y clamen a Dios fuertemente; y conviértase cada uno de su mal camino, de la rapiña que hay en sus manos.  ¿Quién sabe si se volverá y se arrepentirá Dios, y se apartará del ardor de su ira, y no pereceremos?  Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo” (Jonás: 3:5-9; comparar con Jeremías 18:7-9). 

Este es el verdadero propósito de la profecía. Dios quiere que veamos cuán graves son nuestros pecados para que nos convirtamos a Él. Su mensaje es sincero: “Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis…?” (Ezequiel: 33:11).

Dios advirtió a las antiguas naciones de Israel y Judá en varias ocasiones. El mensaje de Ezequiel es el llamado constante hecho por cada uno de los profetas del Antiguo Testamento. Este también es el mensaje del Nuevo Testamento. Sí, está bien que queramos entender el significado de los acontecimientos mundiales a la luz de la profecía bíblica. Pero mucho más importante, es que prestemos atención a lo que el Señor nos está diciendo en estos tiempos: “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano” (Isaías: 55:6).

Mientras vemos los eventos predichos en la Biblia tomar forma ante nuestros ojos, preguntémonos: “¿Cómo puede la profecía bíblica cambiar mi vida? ¿Cómo dejaré que me afecte el mensaje profético del Señor?” ¡No perdamos de vista el por qué detrás de estos mensajes!
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