Habiendo establecido que el Espíritu Santo es una Persona pasamos a una segunda pregunta de gran importancia: ¿Es el Espiritu Santo Dios?
Al decir esto no preguntamos ¿Es el Padre? o ¿Es el Hijo? Lo que queremos saber es si ES DIOS por esencia de Su naturaleza o si es inferior al Padre y al Hijo.
Esto se resolverá si buscamos respuesta a las siguientes preguntas:
1. ¿Aparece en las Escrituras como igual al Padre y al Hijo?
2. ¿Posee atributos divinos?
3. ¿Recibe alguna vez el título de “Dios”?
Consideremos estas preguntas en orden.
1. ¿TIENE EL ESPIRITU SANTO IGUALDAD CON EL PADRE Y CON EL HIJO?
Sí, frecuentemente se le vincula íntimamente con ambos. Esto claramente demuestra igualdad en dignidad y relación.
Recordemos la gran comisión: “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mt 28:18,19). Y la bendición apostólica: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén” (2 Co 13:14).
Esto se robustece cuando notamos Su relación con las otras Personas Divinas en lo que se refiere a la salvación, los dones y la entrada al Padre en oración. Notemos la presentación de la Trinidad en estos pasajes: “Elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo” (1 P1:2).
“Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios que hace todas las cosas en todos, es el mismo (1 Co12:4-6).
“Porque por medio de El (Cristo), los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre” (Ef 2:18).
Cuando nombramos las Personas de la eterna Trinidad casi siempre seguimos este orden: Padre, Hijo y Espíritu. Pero en el Nuevo Testamento observamos que no se usa siempre el mismo orden sino que cambia de un texto a otro. Posiblemente la razón para estos cambios es privar al lector del concepto que una persona está subordinada a las otras.
2. ¿POSEE EL ESPIRITU SANTO ATRIBUTOS DIVINOS?
Recordemos que tales atributos incluyen eterna existencia, oninisciencia, omnipotencia y omnipresencia.
El Consolador es eterno de acuerdo con Hebreos 9:14: “Cristo . . . mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios.”
Esto termina una vez por todas con la idea que El es una criatura. Jamás tuvo principio.
Es omnisciente, todo lo sabe. Esto se enseña claramente en Isaías 11:1-2, profecía acerca del Mesías: “Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retonará de sus raíces. Y reposará sobre El el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová”.
La gran declaración de 1 Corintios 2:10-13 apoya esta verdad: “Porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en El? Así también nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios . . . Lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu acomodando lo espiritual a lo espiritual.”
Vemos que es el gran Revelador de los tesoros divinos. Pero en realidad, no sólo los revela sino que también los produce. Las Sagradas Escrituras son Su producción. Las palabras: “Toda escritura es inspirada por Dios” (2 Ti.3:16) dicen literalmente: “insuflada, respirada, alentada por Dios”. Tal como al principio formó a Adán del polvo de la tierra, y “sopló en su nariz aliento de vida”, así sopló en las mentes de ciertos siervos escogidos y tomó ciertas palabras de los vocabularios de ellos para impartir pensamientos divinos al hombre. Estas palabras eran tanto humanas como divinas: humanas porque pertenecían a todos los hombres y eran realmente palabras del escritor; pero al mismo tiempo eran divinas porque el Espíritu Santo las escogió para revelar la verdad. Creemos que este es el significado de las últimas palabras de 1 Corintios 2:13. “Acomodando lo espiritual a lo espiritual” puede traducirse así: “Comunicando cosas espirituales por medios espirituales”. Así vemos que los conocimientos sobrenaturales sólo pueden impartirse por un Agente sobrenatural que usa lenguaje cuidadosamente seleccionado.
En las cartas a las siete iglesias (Ap.2 y 3) encontramos repetidas veces esta exhortación: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.” ¿Por qué dice así? Porque el Espíritu Santo tiene perfecto conocimiento de cada iglesia.
Y también es omnipotente. Esto resalta en Su obra de creación. “En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas” (Gn1:1-2). “Su Espíritu adornó los cielos” (Job 26:13). “El Espíritu de Dios me hizo, y el soplo del Omnipotente me dio vida” (Job 33:4). “Envías tu Espíritu, son creados, y renuevas la faz de la tierra” (Sal 104:30).
El cuerpo de nuestro Señor en Su resurrección fue “vivificado en espíritu” (1 P 3:18). El mismo Espíritu impartirá vida a nuestros cuerpos mortales cuando Cristo venga (Ro. 8:11). Otra evidencia de Su omnipotencia se halla en Hechos 8:39 donde el evangelista, después de haber bautizado a un recién convertido, fue arrebatado por el Espíritu.
Finalmente, también le es propio el atributo de omnipresencia según Salmo 139:7-12: “¡A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra. Si dijere: ciertamente las tinieblas me encubrirán; aun la noche resplandecerá alrededor de mí. Aun las tinieblas no encubren de ti, y la noche resplandece como el día; lo mismo te son las tinieblas que la luz.”
Ahora llegamos a la tercera pregunta importante.
3. ¿RECIBE ALGUNA VEZ EL ESPIRITU SANTO EL TITULO DE “DIOS”?
Es interesante notar que en las Escrituras las tres Personas de la Trinidad reciben el título “Señor”. Por ejemplo, Cristo se dirige al Padre diciendo: “Padre, Señor del cielo y de la tierra” (Mt 11:25). El Hijo es Señor (Hch 2:36; Ro10:9). Y también el Espíritu bendito como vemos en 2 Corintios 3:17. “Señor”, es decir, “Maestro o Amo Supremo” se aplica por igual a cada persona así como la Palabra “Dios”.
Otra prueba muy convincente de Su deidad aparece en Hechos 5:3-4 donde escuchamos a Pedro cuando reprende el engaño de Ananías diciendo: “¿Por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo? No has mentido a los hombres, sino a Dios.”
Además, el hecho que los hombres puedan blasfemarle es prueba de Su deidad (Mt 12:31). Blasfemia, es hablar injuriosamente acerca de Dios.
En conclusión, afirmamos la verdad que esta gloriosa Persona que está en el mundo como el Vicario (Substituto) de Cristo durante Su ausencia. Este a quien el Señor se refiere llamándole “Otro Consolador”, ocupa un lugar de divina igualdad con el Padre y el Hijo.
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Nota: A veces en nuestra Biblia la palabra “Espíritu” aparece con minúscula aun cuando se refiere al Espíritu Santo. En el original griego no se puede ver esta diferencia puesto que el griego antiguo emplea sólo letras mayúsculas, por lo tanto el contexto debe determinar si se trata del espíritu humano o del Espíritu Santo.
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