Buscar este blog

3. LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO A TRAVÉS DE LOS SIGLOS

Antes de leer esta lección lee Salmo 51:11; Gálatas 4:6; Efesios 4:30 y Joel 2:28-32.

En esta lección consideraremos la obra del Espíritu Santo:

1. Antes de Pentecostés

2. En estos días de la iglesia

3. En el futuro reino milenial de Cristo

Es muy importante distinguir claramente entre Sus operaciones durante estos tres períodos.

1. ANTES DE PENTECOSTÉS

En los tiempos del Antiguo Testamento y aun durante los días del ministerio de nuestro Señor sobre la tierra, narrados en los cuatro evangelios, el Espíritu residía en y operaba en algunas personas escogidas.

La verdad del nuevo nacimiento no es únicamente para la dispensación actual. Siempre ha sido una necesidad por razón de la incurable pecaminosidad de la naturaleza humana. Nicodemo, como maestro de la ley, debería de saber esto y el Señor expresa asombro que no recordara haber leído del nuevo nacimiento en sus estudios de la ley (Jn 3:10). No puede haber nuevo nacimiento sin la obra regeneradora del Espíritu. Esto demuestra que estuvo activo entre los hombres antes de Pentecostés. “Sabed también que todo el que hace justicia es nacido de Él” (1 Jn 2:29).

Antes de Pentecostés el Espíritu vino SOBRE ciertos hombres. Bezaleel (Ex 31:3;35:31), Otoniel (Jue 3:10), y Sansón (Jue 13:25;14:19) ilustran esto. Otro ejemplo notable es el sacerdote piadoso Azarías sobre quien descendió el Espíritu de Dios (2 Cr 15:l). También están Balaam (Nm 24:2), el rey Saúl (1 S.11:6), y hasta el sacerdote impío Caifás (Jn 11:49-52). A la luz de 1 Samuel 10:6,10 es evidente que Saúl de veras fue regenerado, pues el registro sagrado dice: “Serás mudado en otro hombre”. Estas son palabras neotestamentarias que indican regeneración (nuevo nacimiento). Saúl incluso profetizó por el poder del Espíritu. La historia subsecuente comprueba que el hijo de Cis dejó, sin embargo, de ser hijo de Dios.

La creencia de que la residencia del Espíritu Santo en los creyentes del Antiguo Testamento no era permanente, es una muy mala lectura de las Escrituras. Para sostener este error a menudo se cita la oración de David: “No quites de mí tu Santo Espíritu” (Sal 51:11), como si esto no pudiera ser una temible realidad en la era del Nuevo Testamento. No debemos olvidar que fue el Espíritu santo quien inspiró las palabras que David escribió. El registro, por lo tanto, no tiene ni error ni dispensación. Sigue vigente.

2. EN ESTOS DÍAS DE LA IGLESIA

No hay una distinción entre la relación del Espíritu en los creyentes antes y después de Pentecostés. Las palabras que se encuentran en Juan 14:17: “Porque mora con vosotros y estará en vosotros” indican la relación del Espíritu en su relación con el creyente tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo. La aparente diferencia radica en el hecho de que el Señor Jesús está comparando la presencia del Espíritu en el creyente cuando Él parta de la tierra. Los discípulos tenían la esperanza de que el Señor se quedará con ellos para siempre, pero Él les dice que no será así, que Él se irá, pero que les dará Su Espíritu para que esté con ellos.

Para ilustrar la diferencia que existe entre que el Señor permaneciera con los discípulos y, en cambio, el Espíritu lo hiciera imaginemos a un velero que surca los mares impulsado por una fuerza externa que viene sobre él. El transatlántico moderno, por el contrario, se moviliza por un poder interno que es fuerza constante y no intermitente. El viento puede ser contrario y las olas erguirse como imponente cordillera, mas con majestuoso andar el buque sigue su curso impulsado por su poder interior. El Señor Jesús, en su encarnación, estaba limitado a ocupar un lugar en el espacio y el tiempo, y por lo tanto los discípulos iban a ser impulsados como el velero de nuestra ilustración; por una fuerza externa a ellos. Pero con la presencia del Espíritu dentro de ellos iban a ser como el transatlántico: movilizados por el poder interno del Espíritu del Señor. 

En el capítulo 14 de Juan el Señor estaba anunciando a los Suyos que los iba a dejar. Estaban tristes, desanimados y temerosos, pero Él disipa las nubes oscuras con la promesa: “Yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador para que está con vosotros para siempre” (Jn 14:16). Nótese la palabra Consolador. Cristo estaba por dejarlos pero el Espíritu estaría con ellos. Para revestirlos de poder, solamente faltaba la ascensión del Señor Jesús (Jn 7:39). Posteriormente ellos gozarían de la misma fuerza sobrenatural interior de la que gozaba el Señor Jesús. El Espíritu estaría con ellos para siempre.

El ministerio actual del Espíritu tiene tres aspectos principales:

A. Hacia Cristo

“Pero cuando venga el Consolador, a quien yo enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, Él dará testimonio acerca de mí” (Jn 15:26). “El me glorificará; porque tomará de lo mío y os lo hará saber” (Jn 16:14). Así como el Hijo vino para revelar al Padre, el Espíritu vino para glorificar al Hijo. Da testimonio constante de la perfección de un Cristo todo suficiente.

B. Hacia la iglesia

Así como el siervo de Abraham fue enviado por el padre a buscar una mujer para el hijo (Isaac), y para conducirla a través del desierto hasta encontrar al marido que la esperaba, así el Espíritu hoy día está tomando de entre las naciones una novia para el Señor Jesucristo. El que estudia estas lecciones debe leer Génesis 24 para el relato completo. Lee también 1 Corintios 12:13 y Efesios 2:18-22 para saber más acerca del ministerio del Espíritu hacia la iglesia.

C. Hacia el mundo

El Espíritu es el Consolador del creyente, pero su misión para con el mundo es redargüir. Trata de convencer a los inconversos de su condición pecaminosa y perdida y de que su enemistad hacia Cristo los lleva a la ruina. Aunque este tema se desarrollará ampliamente más adelante, por ahora conviene al estudiante meditar detenidamente en Juan 16:7-11.

3. EN EL MILENIO

Al principio del reino milenario de Cristo el Espíritu será derramado sobre toda carne, pues la tierra habrá sido limpiada de todos los rebeldes. “Y tu pueblo, todos ellos serán justos” (Is 60:21).

En vista de que todos los que entren al reino milenial serán regenerados al principio del milenio (debemos hacer notar que no será así al fin del mismo) el Espíritu será derramado sobre toda carne. En ese tiempo Joel 2:28-32 tendrá su cumplimiento cabal. Pentecostés fue un anticipo de esto. Este derramamiento universal se menciona frecuentemente por los profetas. Dos ejemplos bastarán.

En Isaías 32:15-17 leemos del día glorioso que vendrá: “Hasta que sobre nosotros sea derramado el Espíritu de lo alto, y el desierto se convierta en campo fértil, y el campo fértil sea estimado por bosque y habitará el juicio en el desierto, y en el campo fértil morará la justicia, y el afecto de la justicia será paz: y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre”.

En Ezequiel 37:9-14, el profeta vislumbra la resurrección nacional de Israel, “Y me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: Así ha dicho Jehová el Señor: Espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán. Y profeticé como me había mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército grande en extremo. Me dijo luego. . . . Por tanto profetiza y diles: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os hará subir de vuestras sepulturas, y os traerá a la tierra de Israel. Y sabréis que yo soy Jehová, cuando abra vuestros sepulcros, y os saque de vuestras sepulturas, pueblo mío. Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo Jehová hablé, y lo hice, dice Jehová.

- - - - - - - - - - - 

SIGUIENTE

RECIBE EL ESPÍRITU SANTO