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FUEGO DEL CIELO


“Después vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón. Y ejerce toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella, y hace que la tierra y los moradores de ella adoren a la primera bestia, cuya herida mortal fue sanada. También hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender FUEGO DEL CIELO A LA TIERRA delante de los hombres (Ap 13:11-13).

Al inicio de la GRAN tribulación de los últimos tiempos, el falso profeta hará que descienda fuego del cielo a la tierra como un medio para engañar a la gente para que reciba “la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre” (Ap 13:17).

El falso profeta es el Anticristo, y la bestia es el imperio (Ap 13:1-4) del cual el falso profeta es su vocero.

Apocalipsis 13:11-13 nos dice que la primera señal que el Anticristo hará para engañar “a los moradores de la tierra” (Ap 13:14) es hacer descender fuego del cielo.

El fuego ha descendido del cielo varias veces a lo largo de la historia bíblica. Se registran al menos siete de estos casos:

1.- Fuego descendió del cielo y destruyó los rebaños de Job (Job 1:16). Este fue un ataque directo de Satanás, pero, como explica Job 1:13-16, Satanás estaba actuando con el permiso de Dios (Job 1:12). Fue una tragedia permitida por Dios que, al final, le permitió a Job dar toda la gloria a Dios. Job fue bendecido con una restauración completa de su vida representada por rebaños aún mayores (Job 42:12).

2.- El fuego que descendió del cielo también como un juicio de Dios. Fuego en forma de azufre ardiente llovió del cielo y destruyó Sodoma y Gomorra (Gn 19:24; Lc 17:29). 

3.- Dios también usó fuego del cielo para juzgar a los soldados enviados por el malvado rey Ocozías para arrestar a Elías; dos veces, el profeta hizo descender fuego del cielo para consumir a un grupo de cincuenta soldados enviados por el rey (2 R 1:10,12).

Pero el fuego del cielo no es exclusivamente un medio de juicio. En al menos tres ocasiones, Dios envió fuego desde el cielo para consumir un sacrificio: 

4.- Fuego descendió del cielo para consumir el sacrificio que David ofreció en la era de Ornán el jebuseo (1 Cr 21:26). 

5.- Fuego descendió del cielo para consumir el sacrificio en la dedicación del templo, en presencia del rey Salomón y del pueblo de Israel (2 Cr 7:1). 

6.- Fuego descendió del cielo para y consumir el sacrificio de Elías en el monte Carmelo, en respuesta a la sencilla oración del profeta (1 R 18:38).

En cada sacrificio consumido por el fuego del cielo, Dios estaba señalando un punto importante. En el caso de David, Dios estaba perdonando su pecado al realizar un censo y detener una plaga en Israel. También estaba escogiendo el lugar donde se construiría el futuro templo. En el caso de Salomón, Dios estaba consagrando ese lugar como el lugar donde Su nombre habitaría para siempre (2 Cr 7:16). La reacción del pueblo fue adorar al Señor y decir: “Porque él es bueno, y su misericordia es para siempre” (2 Cr 7:3). En el caso de Elías, Dios estaba avergonzando a los profetas de Baal, cuyo dios no envió fuego, y reclamando Su título legítimo como Señor Dios de Israel: “Viéndolo todo el pueblo, se postraron y dijeron: ¡Jehová es el Dios, Jehová es el Dios!” (1 R 18:39).

Curiosamente, durante el ministerio terrenal del Señor Jesús, dos de sus discípulos, Santiago y Juan, querían hacer descender fuego del cielo para juzgar a una aldea samaritana que no quiso recibir al Señor. Jesús, sin embargo, “volviéndose él, los reprendió” (Lc 9:55). “Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él” (Jn 3:17). Santiago y Juan, llamados con razón los “hijos del trueno” (Mr 3:17), querían justicia, pero su idea iba en contra del plan de misericordia de Dios. La justicia de Dios vendrá, pero en Sus términos, no en los nuestros.

Y, al final del milenio, Dios nos muestra que destruirá a los ejércitos de Gog y Magog con fuego del cielo (Ap 20:9).

7.- Levítico menciona varias veces que el fuego en el altar debía arder continuamente. Dios quería un fuego perpetuo allí, y debe haber tenido una razón para ello.

Antes de la entrega de la Ley, Dios se apareció a Moisés “en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía” (Éx 3:2). Dios eligió la apariencia de un fuego continuo cuando llamó a Moisés para sacar al pueblo de Egipto a una nueva tierra. Más tarde, cuando Dios estaba sacando a los israelitas de Egipto, apareció como una columna de fuego por la noche (Éx 13:21-22).

Luego vino la Ley. Fuera del tabernáculo, se ordenó que se mantuviera encendido el fuego para el holocausto; nunca iba a extinguirse. Levítico 6:13 instruye: “El fuego arderá continuamente en el altar; no se apagará”. Esta orden se menciona tres veces en este capítulo (Lv 6: 9,12-13).

Una de las razones por las que el fuego continuo era tan importante es que fue iniciado directamente por Dios: “Y salió fuego de delante de Jehová, y consumió el holocausto con las grosuras sobre el altar; y viéndolo todo el pueblo, alabaron, y se postraron sobre sus rostros (Lv 9:24). 

Por lo tanto, el fuego en el altar servía como un recordatorio constante del poder de Dios. Fue un regalo del cielo. Ninguna otra fuente de fuego era aceptable para Dios si no Él mismo (Nm 3:4).

Este fuego también representaba la presencia de Dios. “Dios es fuego consumidor” (Dt 4:24). La nube de gloria o Shekinah era visible en el fuego en el altar del holocausto. Esta presencia continua de Dios les recordaba a los israelitas que la salvación es del Señor. La expiación hecha en el holocausto sólo podía hacerse a través de Él.

En el Nuevo Testamento, Juan el Bautista predijo que el Mesías bautizaría en Espíritu y fuego (Mt 3:11; Lc 3:16). El fuego servía como señal de juicio y refinamiento, pero también nos recuerda la venida del Espíritu Santo en Pentecostés en forma de “lenguas de fuego” (Hch 2:3).

El fuego divino que ardía continuamente en el altar del holocausto les ayudaba a recordar a los israelitas la realidad de la presencia de Dios y su necesidad de Dios. El fuego sagrado perduró durante los 40 años en el desierto y probablemente más allá, mientras la adoración del tabernáculo continuó hasta la época del rey Salomón y la construcción del templo judío. Cuando se dedicó el templo, Dios una vez más hizo descender fuego sobre el altar (2 Cr 7:1).

Del Anticristo o falso profeta, Pablo nos dice que cuando se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios ...  inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto NO RECIBIERON EL AMOR DE LA VERDAD PARA SER SALVOS. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia (2 Ts 2:3-4; 2 Ts 2:9-12).

Esta es la Abominación Desoladora que menciona el Señor Jesús en Mateo 24:15: “Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda)”.

Este es el jinete montado sobre un caballo blanco descrito por Juan en Apocalipsis 6:1-2: Vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes decir como con voz de trueno: Ven y mira. Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo, y para vencer”.

Venciendo y para vencer, imitando al Jinete de Apocalipsis 19:11-16, cuyo nombre es REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.

Con o sin un tercer templo en Jerusalén, los sacrificios mosaicos volverán a instituirse (Dn 12:11). Allí, en el tiempo asignado por Dios, un día se presentará el Anticristo, el Falso Profeta, el Hombre de Pecado, el Hijo de Perdición, el Inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, el Jinete montado en un caballo blanco, la Abominación Desoladora, y hará “descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres” (Ap 13:13) como señal de que lo está haciendo en el nombre del verdadero y único Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. Muchos creerán en él, y lo obedecerán para su perdición eterna.

La pregunta que debes responder es: ¿Has recibido el amor de la verdad para ser salvo? (2 Ts 2:9-12). Porque si no es así, serás víctima de un poder engañoso, para que creas la mentira, a fin de que seas condenado por no creer en la verdad (2 Ts 2:11-12).

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