Cada vez que hay un conflicto en o alrededor de Israel, muchos lo ven como una señal de la aproximación del final de los tiempos. El problema con esto, es que eventualmente podemos cansarnos del conflicto en Israel, tanto, que ya no reconoceremos cuando ocurran los verdaderos eventos proféticamente significativos. El conflicto en Israel no es necesariamente una señal de los tiempos del fin.
Los conflictos en Israel siempre han sido una realidad desde que Israel ha existido como nación. Ya sea que se trate de los egipcios, amalecitas, madianitas, moabitas, amonitas, filisteos, asirios, babilonios, persas, o romanos, la nación de Israel siempre ha sido perseguida por sus vecinos. ¿Por qué es esto? De acuerdo a la Biblia, es porque Dios tiene un plan especial para la nación de Israel, y Satanás quiere sabotear ese plan. El odio por Israel, satánicamente influenciado, es la razón por la que los vecinos de Israel siempre han querido ver destruida a esta nación. Los intentos de Senaquerib, rey de Asiria; Amán, oficial de Persia; Hitler, líder de la Alemania Nazi; o Ahmadineyad, ex-presidente de Irán, por destruir totalmente a Israel, siempre fallarán. Los perseguidores de Israel vendrán y se irán, pero la persecución permanecerá hasta la segunda venida de Cristo. Como resultado, el conflicto en Israel no es un indicador confiable para la llegada del final de los tiempos.
Sin embargo, la Biblia predice que habrá un terrible conflicto en Israel durante los últimos tiempos. Es por lo que ese período es conocido como la Tribulación, la Gran Tribulación, y el “tiempo de angustia para Jacob” (Jer 30:7).
Esta es la señal que el Señor Jesús da con respecto a Israel en los tiempos del fin:
“Por tanto, cuando veáis en el lugar santo LA ABOMINACIÓN DESOLADORA de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea, huyan a los montes. El que esté en la azotea, no descienda para tomar algo de su casa; y el que esté en el campo, no vuelva atrás para tomar su capa. Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días! Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo; porque habrá entonces GRAN TRIBULACIÓN, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados” (Mt 24:15-22).
Estos dos eventos—la Abominación Desoladora y el inicio de la Gran Tribulación—ocurren uno tras otro, casi simultáneamente, y aparecen vívidamente descritos también en el Apocalipsis:
“Después vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón. Y ejerce toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella, y hace que la tierra y los moradores de ella adoren a la primera bestia, cuya herida mortal fue sanada. También hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres. Y engaña a los moradores de la tierra con las señales que se le ha permitido hacer en presencia de la bestia, mandando a los moradores de la tierra que le hagan imagen a la bestia que tiene la herida de espada, y vivió. Y se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen hablase e hiciese matar a todo el que no la adorase. Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre. Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis” (Ap 13:11-18).
Compárense estos dos pasajes citados con 2 Tesalonicenses 2:1-12 donde el apóstol Pablo describe lo mismo.
Compárense estos tres pasajes citados con Apocalipsis 12:1-17 donde el apóstol Juan describe lo mismo pero de manera simbólica.
Para que ocurra la LA ABOMINACIÓN DESOLADORA parece que los sacrificios mosaicos deben ser reinsituidos en Jerusalén (Dn 12:11; Mt 24:15; 2 Ts 2:3-4; Ap 11:1), aunque no se edifique un tercer templo.
El Anticristo demandará que todos los habitantes de la tierra reciban la marca de la Bestia (el infame 666), lo que resultará en una persecución mundial sobre Israel y los cristianos (Dn 9:27; 12:1,11; Zac 11:16; Mt 24:15, 21; Ap 12:13), quienes se negarán a hacerlo.
Jerusalén es el centro, de aquí la persecución se extenderá a la circunferencia geográfica: primero, el resto de Israel; a continuación, el resto del mundo.
Cuando el Señor Jesús regrese a la tierra— inmediatamente DESPUÉS de la tribulación de aquellos días (Mt 24:29)— Israel lo reconocerá como su Mesías (Zac 12:10). Israel será regenerada, restaurada, y reunificada (Jer 33:8; Ez 11:17; Ro 11:26).
Actualmente hay muchos disturbios en Israel. Israel se encuentra perseguida, rodeada por enemigos: Siria, Líbano, Jordania, Arabia Saudita, Irán, Hamás, la Jihad Islámica, Hezbolá, etc. Pero este odio y persecución de Israel es solo un indicio de lo que sucederá en el final de los tiempos (Mt 24:15-21). La última oleada de persecución, comenzó cuando Israel fue reconstruida como nación en 1948. Muchos eruditos de las profecías bíblicas, creen que la guerra Árabe-Israelí de los seis días en 1967, fue el “principio del fin”.
Lo que está ocurriendo ahora en Israel, ¿podría indicar que el final está cerca? Sí. ¿Significa con seguridad que el final está cerca? No. El Señor Jesús mismo nos da la única señal clara e inequívoca que marcará el comienzo del fin de esta era: la abominación desoladora, la cual desatará la gran tribulación. (Mt 24:15-22; Ap 13:11-18).
“Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán. Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin” (Mt 24:4-6).
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