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EL NÚMERO DIEZ

El número diez marca el inicio de una nueva serie de números. Así como los números del 0 al 9 completan un ciclo, ahora formamos otro añadiendo un 1 delante de cada uno de estos dígitos. Por lo tanto, el diez señala la perfección del orden divino. Este orden divino, sin embargo, implica responsabilidad por parte del hombre. Así pues, el número diez indica la responsabilidad de los hombres hacia Dios. 

El hombre posee diez dedos en las mano y diez dedos en los pies que le capacitan para caminar. Ahora bien, la capacidad implica responsabilidad, y la responsabilidad conlleva su correspondiente castigo o galardón; el número diez se puede referir tanto a lo uno como a lo otro. En el primer capítulo de Génesis, la frase “y dijo Dios aparece en diez ocasiones, y expresa la responsabilidad del hombre en presencia de la Palabra de Dios.

Noé, la décima generación desde la creación, completó la era antediluviana y fue el último antes de que el juicio sobreviniera. En Éxodo 9 y los capítulos subsiguientes se pone de relieve la responsabilidad del faraón, al endurecer éste su corazón en diez ocasiones, lo que supuso un idéntico número de castigos. 

Los Diez Mandamientos (Éx. 20) contienen todo lo necesario para el hombre en número y orden, y evalúan la responsabilidad del hombre y su caminar delante de Dios. También en el tabernáculo aparecen diez cortinas, diez columnas y diez basas. El número de las basas de plata que sostenían el tabernáculo era diez por diez, lo que hace referencia a la completa redención. En Números 14:22 se dice que los israelitas tentaron a Jehová en diez ocasiones, expresión del fracaso en la responsabilidad del pueblo de Dios. Dios también exigía diezmos, una parte de entre diez, a los israelitas, como medida de responsabilidad de éstos. En las Escrituras se encuentran diez cumplimientos de la Pascua: en Egipto (Éx. 12), en el desierto (Nm. 9:5), en los llanos de Jericó (Jos. 5:10), la de Ezequías (2 Cr. 30:1), la de Josías (2 Cr. 35:1), la de Esdras (Esd. 6:19), en Jerusalén, cuando Jesús tenía doce años (Lc. 2:42), Juan 2:13, Juan 6:4 y, por último, Mateo 26:2. 

El poder mundano del Anticristo también se compone de diez reinos, simbolizados por los dedos de los pies en la estatua que apareció en el sueño de Nabuconodosor (Dn 2:41), y por los diez cuernos de la cuarta bestia en la visión de Daniel (Dn. 7:7). La responsabilidad también se manifiesta en la parábola de las diez vírgenes (Mt. 25). 

El número de las parábolas del reino en Mateo también es diez; siete se encuentran en el capítulo 13 y tres en los capítulos 22 y 25. En Lucas 15:8 se indica también esta idea de integridad en las diez monedas de plata y en la preocupación de aquél que había perdido una de ellas por encontrarla.

Por último, en Romanos 8:38, 39 se encuentra la diez veces segura confianza, a través de la fe y la diligencia, del hijo de Dios en Jesucristo: Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”.

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