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34. ELISABET—UNA MUJER INTACHABLE ANTE DIOS

Elisabet, virtuosa e intachable 

Elisabet era la esposa de Zacarías, un sacerdote, y la madre de Juan el Bautista. Juan fue enviado por Dios para preparar la venida del Señor Jesucristo. La historia de Elisabet está narrada en Lucas 1. El versículo 6 dice: “Ambos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor”. Dios aprobaba a esta pareja y su forma de conducir sus vidas delante de ÉI.

Dios no dijo que esta pareja tenía un hogar perfecto, sino que los describe como personas intachables. No importa cual es nuestra situación matrimonial, debemos echar un vistazo a nuestros hogares. Debemos considerar nuestro compromiso con Dios y sus mandamientos y ver de qué modo éstos afectan nuestras vidas. Si Dios estuviera escribiendo acerca de usted, ¿Qué diría sobre tu hogar?

La desgracia de Elisabet y la respuesta de Dios

A pesar de su vida intachable, Lucas 1:7 nos dice que Elisabet tenía muchos pesares y contratiempos. “Pero no tenían hijo, porque Elisabet era estéril, y ambos eran ya de edad avanzada”. Imaginemos cuantas veces habrá orado Elisabet a Dios pidiéndole un hijo. En aquellos tiempos y para es cultura era una desgracia para una mujer no tener hijos. Y el caso era peor con Elisabet, ya que ella era parte del linaje sacerdotal, casada con un sacerdote. No había quién siguiera con el sacerdocio.

Dios envió a su ángel Gabriel al encuentro de Zacarías cuando este cumplía con sus labores de sacerdote. Es interesante notar, como con frecuencia Dios actuó con poder mientras sus hijos estaban cumpliendo las tareas que Él les había asignado, Esto debiera hacernos recordar de ocuparnos de lo que Dios quiere que hagamos.

La promesa de Dios

El ángel le dijo a Zacarías que Dios había escuchado sus oraciones, Elisabet tendría un hijo al cual llamarían Juan. También le explicó a Zacarias cómo deberían criar al niño, cual sería su trabajo y cómo debería ser recibido al momento de su nacimiento. Pero Zacarías no le creyó al ángel y le preguntó cómo podría saber que esto era verdad; después de todo él y su mujer eran demasiado viejos como para tener niños.

Podemos comprender el modo de pensar de Zacarías porque a menudo actuamos de la misma manera. Nosotros hacemos peticiones a Dios, algunas veces durante años, y cuando Dios nos contesta, dudamos. Las dudas de Zacarías no paralizaron el plan de Dios. Zacarías recibió la confirmación que quería: Dios lo enmudeció hasta que el niño nació y se le dio nombre.

La Biblia no nos dice cómo reaccionó Elisabet al ver a su marido mudo. Pero le debe haber creído lo que escribía. La Biblia nos dice que cuando Zacarías regresó a casa del templo, Elisabet concibió y alabó a Dios. En Lucas 1:25 ella dijo: “Así ha hecho conmigo el Señor en los días en que se dignó quitar mi afrenta entre los hombres”.

La visita de María

Ahora, durante su embarazo, Elisabet se mantuvo aislada por cinco meses. Durante el sexto mes la vino a visitar su prima María, que era soltera y que también estaba embarazada. La diferencia entre ambas era que María era la virgen a quien Dios había escogido para ser la madre de su Hijo, el Mesías. Leamos esta historia en Lucas 1:39-44:

39 En aquellos días, levantándose María, fue de prisa a la montaña, a una ciudad de Judá;

40 y entró en casa de Zacarías, y saludó a Elisabet. 

41 Y aconteció que cuando oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y Elisabet fue llena del Espíritu Santo. 

42 y exclamó a gran voz, y dijo: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre.

43 ¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?

44 Porque tan pronto como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre.

Pongámonos en el lugar de Elisabet. ¿Cómo reaccionaríamos ante una integrante de nuestra familia soltera y embarazada? Cualesquiera que fueran los pensamientos de Elisabet, ella fue obediente al Espíritu Santo, y sabía que el niño de María era muy especial. Dios también la usó para confortar y alentar a María. María puede haber temido lo que la gente pensaba sobre su embarazo. Pero Elizabeth la recibió y le dio su apoyo. Elisabet fue la primera mujer, registrada en las Escrituras, en confesar verbalmente que Jesús era el Señor.

Lucas 1:56 dice que María se quedó con Elisabet alrededor de tres meses. Las primas deben haber conversado acerca de los milagros que Dios había hecho en sus vidas. ¿Debe entonces sorprendernos que María recordara todas estas cosas después de que Jesús naciera? Sin duda, ella y Elisabet llegaron a sentir una profunda reverencia respecto a la obra del Señor en sus vidas.

La promesa cumplida

Lucas 1:57-64 registra el nacimiento del hijo de Elisabet:

57 Cuando a Elisabet se le cumplió el tiempo de su alumbramiento, dio a luz un hijo. 

58 Y cuando oyeron los vecinos y los parientes que Dios había engrandecido para con ella su misericordia, se regocijaron con ella. 

59 Aconteció que al octavo día, vinieron para circuncidar al niño; y le llamaban con el nombre de su padre, Zacarías; 

60 pero respondiendo su madre, dijo: No; se llamará Juan.

61 Le dijeron: ¿Porque? No hay nadie en tu parentela que se llame con ese nombre.

62 Entonces preguntaron por señas a su padre, cómo le quería llamar. 

63 Y pidiendo una tablilla, escribió, diciendo: Juan es su nombre. Y todos se maravillaron.

64 Al momento fue abierta su boca y suelta su lengua, y habló bendiciendo a Dios.

Los familiares y vecinos se regocijaron con Zacarías y Elisabet ante el nacimiento de su hijo. La pareja era muy conocida en la ciudad, así que todos glorificaban a Dios al regocijarse con ellos. 

A pesar de su imposibilidad de hablar, Zacarías había acordado con Elisabet en obedecer la orden del ángel de nombrar a su hijo “Juan”. La devoción mutua de esta pareja y su obediencia al mandato de Dios fue un testimonio para los que estaban presentes cuando el bebe recibió su hombre. Todos estaban maravillados de su unidad.

Su hijo, llamado “Juan”, fue un hombre muy especial que tuvo el privilegio de preparar el camino del Mesías. Elisabet reconoció inmediatamente que María era la escogida para ser la madre del Mesías. No existen evidencias de que Elisabet haya pensado que ella debió haber sido la elegida por ser mayor y más sabia que María. Este espíritu de humildad debe haber influido sobre la vida de Juan. Leemos las palabras de Juan acerca de Jesús: “Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe” (Juan 3:30).

Pensamientos finales

Pensemos por un momento: ¿Qué tipo de mujeres somos? 

¿Somos mujeres a las que otras pueden acudir en busca de consuelo, aliento y comunión espiritual tal como María hizo con Elisabet?

Respecto a la gente que nos rodea, ¿estamos dispuestas a ayudar a los necesitados o con problemas? 

¿Estamos haciendo lo que Dios quiere que hagamos? 

¿Nos quejamos y protestamos por las circunstancias de nuestra vida?

¿Estamos dispuestas a no dudar de Dios cuando Él conteste nuestras oraciones? 

Entreguemos nuestras vidas al control de Dios. Después, con su ayuda, hagámonos el propósito de obedecer sus mandamientos.

Temas de discusión

  • ¿Qué significa ser intachable ante los ojos de Dios?
  • ¿Por qué decimos que el embarazo de Elisabet es algo sin igual?
  • ¿De qué manera ayudó Elisabet a María?
  • ¿Por qué fue importante el momento del embarazo de Elisabet? 
  • ¿Qué lecciones aprendió Zacarías del nacimiento de su hijo?
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