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32. LA MUJER DE JOB—UNA ESPOSA QUE DESAPARECIÓ DE LA ESCENA

La prueba a la cual fue sometido Job es el tema de uno de los libros más antiguos de la Biblia. Job fue probado de manera severa. Parte de su sufrimiento fue físico, y parte fue emocional y mental. En su transcurso, Job no renegó de su fe en Dios. Su fe ha sido un ejemplo para los cristianos de todas partes, hasta nuestros días.

Antecedentes de la historia

En el primer capítulo de Job, leemos que era un hombre rico que temía a Dios y andaba rectamente. Él y su mujer tenían siete hijos y tres hijas. Job fielmente ofrecía sacrificios a Dios en nombre de su familia. Decía: “A lo mejor mis hijos han pecado y maldecido a Dios en sus corazones”. Desde un punto de vista humano, nadie podía encontrar ninguna falta en Job.

En Job 1:6-12 leemos una conversación fascinante. Satanás le dijo a Dios que la única razón por la que Job era tan justo y fiel era porque Dios lo había bendecido tanto. Si se le quitasen todas esas bendiciones—era el razonamiento de SatanásJob maldeciría a Dios.

Dios, en su perfecta sabiduría y conocimiento, le permitió a Satanás que le hiciera cualquier cosa a Job excepto tomar su vida. Dios tenía dos propósitos al permitirle a Satanás que probara a Job: 

  • Probar que Satanás estaba equivocado en cuanto al carácter de Job y sus motivos para servir a Dios. 
  • Usar la prueba para atraer a Job más cerca de Dios. 

Nuestra historia comienza en Job 1:13-19, 22. Téngase presente que cualquier cosa que le ocurriera a Job, afectaba a toda la familia, incluyendo a su mujer:

13 Y un día aconteció que sus hijos e hijas comían y bebían vino en casa de su hermano el primogénito,

14 y vino un mensajero a Job, y le dijo: estaban arando los bueyes, y las asnas paciendo cerca de ellos,

15 y acometieron los Sabeos y los tomaron, y mataron a los criados a filo de espada; solamente escapé yo para darte la noticia.

16 Aún estaba éste hablando, cuando vino otro que dijo: Fuego de Dios cayó del cielo, que quemó las ovejas y a los pastores, y los consumió, solamente escapé yo para darte la noticia. 

17 Todavía estaba éste hablando, y vino otro que dijo: Los caldeos hicieron tres escuadrones, y arremetieron contra los camellos y se los llevaron, y mataron a los criados a filo de espada, y solamente escapé yo para darte la noticia. 

18 Entre tanto que éste hablaba, vino otro que dijo: tus hijos y tus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en casa de su hermano el primogénito;

19 y un gran viento vino del lado del desierto y azotó las cuatro esquinas de la casa, la cual cayó sobre los jóvenes, y murieron; y solamente escapé yo para darte la noticia.

22 En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno.

La mujer de Job 

¿Qué pasó con la mujer de Job? Como ocurre tan a menudo en las Escrituras, no sabemos su nombre. Las pruebas de Job y su reacción ante ellas son a menudo tema de discusiones y predicaciones, pero casi nunca pensamos acerca de su mujer. Sabemos que ella también debe haber estado profundamente afectada por lo que le sucedía a su marido. Ella también lo perdió todo. Era la mujer de un hombre rico, un príncipe. Vivía en la abundancia, sin necesidades. No sólo perdió repentinamente toda su fortuna, sino que también sufrió la muerte de todos sus hijos. Había llevado a esos hijos en su vientre y los había visto crecer. ¡Ahora estaban todos muertos!

Si tú conoces a alguna persona que haya experimentado la muerte de un hijo, seguramente sabes lo difícil que puede ser. Solamente podemos imaginarnos la congoja que debe haber sentido la mujer de Job al perder a todos sus hijos.

Como si no fuese suficiente, Satanás continuó atormentando a Job. Su próximo ataque afectó al cuerpo de Job con forúnculos y terribles dolores. Es a menudo más fácil soportar el propio dolor que estar al lado de un ser querido que sufre, sin poder hacer nada para remediarlo. 

En este punto, cuando ella vio cuánto estaba sufriendo Job, su fe falló.  En su dolor, le grita a su marido: “Aun retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete”(Job 2:9). 

Si hubiésemos estado en el lugar de la mujer de Job, muchas de nosotras nos hubiéramos sentido igual que ella. Por supuesto que una no justifica su reacción. ¡Ella estaba requiriéndole a su marido que maldijera a Dios! A lo mejor creía que si Job maldecía a Dios, caería muerto de modo fulminante y dejaría de sufrir.

La respuesta de Job a su mujer se encuentra en Job 2:10: “Y él le dijo: como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado. ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien y el mal no lo recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios”.

La Biblia no dice cuál fue la reacción de la mujer de Job a estas palabras. Puede ser, como algunos creen, que la fe de Job la haya ayudado en su momento de debilidad. Nótese, sin embargo, que ella no es mencionada nunca más en el relato bíblico. La fe de ella falló justo cuando su marido más la necesitaba, y parece ser que no se quedó con él hasta el final de la prueba. 

Las bendiciones de Dios son restauradas

Cuando el período de prueba de Job llegó a su fin, y Dios dijo que ya había sido suficiente, quedó demostrado que Job se había mantenido fiel a Dios, probándole así a Satanás que sus acusaciones eran falsas. 

Dios, en su amor, le restauró la salud y las riquezas a Job. En Job 42 leemos que Dios le dio a Job más riquezas de las que había tenido antes. También le dio siete hijos varones y tres hijas mujeres, y sus hijas eran las mujeres más bellas de la región.

¿Qué le pasó a la mujer de Job? Como vemos, el libro de Job no la menciona nunca más. Cuando la historia de Job comienza, el texto nos da a entender que tanto él como su mujer eran ya maduros, entrados en años, pues sus hijos eran adultos. Es difícil que la mujer de Job haya tenido 10 hijos más en su vejez, y que la Biblia no lo mencione como un milagro si esto hubiera sido así. Al parecer, la ausencia de la mención de la mujer de Job en los capítulos finales indica que ella o había fallecido o había abandonado a Job. Si esto fue así, entonces Job, cuando su bienestar le fue restaurado, volvió a casarse con una mujer mucho más joven que “le dio siete hijos varones y tres hijas mujeres” y recibió de Dios más bienes materiales que los que había tenido antes de su prueba.

Pensamientos finales

El libro de Job nos enseña muchas cosas. Aunque los sucesos le ocurrieron principalmente a Job, su mujer estuvo allí gran parte del tiempo. Vemos que las bendiciones abundantes a menudo siguen a las pruebas más severas. A veces, cuando estamos pasando por las pruebas, no comprendemos. Nos deprimimos y creemos que Dios se ha olvidado de nosotros y nunca más nos va a bendecir. Esto no es verdad. 

A veces una prueba resulta ser una bendición disfrazada. Dios, que conoce todos los aspectos de nuestras vidas, a veces usa las pruebas para limpiarnos de una falta que pensábamos que nadie podía descubrir. Cuando la prueba pasa, nuestras vidas son más bellas, nuestros testimonios más efectivos, y nuestras oraciones más profundas gracias a la misericordia de Dios de permitir que hayamos sido probados. 

Job debe haber comprendido este concepto, al escribir estas palabras en  Job 23:10: “Mas él conoce mi camino; me probará, y saldré como el oro”.

Las joyas de oro son muy preciadas en todo el mundo. Sin embargo, antes de convertirse en un objeto bello a nuestros ojos, el oro debe ser sometido a altas temperaturas para eliminar todas sus impurezas. Sólo entonces puede ser convertido en el hermoso metal que tanto admiran los hombres y las mujeres.

Es muy animador saber que Dios está al mando y sabe siempre todo. Nada puede ocurrir en nuestras vidas sin que Dios lo sepa y lo permita. La Biblia devocional para la mujer nos da esta visión: “Job presenta un ejemplo contrastante de noticias detrás de las noticias: Dios obrando detrás de la escena del sufrimiento humano. Después de numerosos intentos de Job y sus amigos de descubrir las razones de su sufrimiento, Dios mismo entra en escena con una majestuosa descripción de su poder y amor. Dios puede no responder a todas tus preguntas sobre los sufrimientos de la vida, pero debes darte cuenta de que Dios puede controlar a Satanás, quien no puede avanzar más allá de lo que Dios le permite”.

En 1 Corintios 10:13, leemos esta promesa: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar”.

No importa cuáles sean nuestras circunstancias, hagamos lo mismo que hizo Job: adoremos a Dios y digamos: “Sea el nombre de Jehová bendito” (Job 1:21).

Temas de discusión

  • ¿Por qué crees tú que Dios le permitió a Satanás producirle tanto sufrimiento a Job, a su mujer y a su familia? 
  • Describe brevemente de qué modo habrá sufrido la mujer de Job.
  • ¿Por qué se debilitó la fe de la mujer de Job? 
  • ¿De qué manera es un ejemplo, o un mal ejemplo, para otros en cuanto a su compromiso como mujer casada?
  • Piensa en las pruebas que has tenido en tu vida. ¿Cómo reaccionaste frente a ellas? ¿Seguiste el ejemplo de Job, o el de su mujer?
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Apéndice 

Si bien los comentaristas modernos han visto a la mujer de Job como un mero complemento de Job y su propiedad, existe un intento mucho anterior de reescribir la historia de Job con una visión más igualitaria. 

El Testamento de Job es una reescritura del libro de Job, escrito en primera persona desde el punto de vista de Job. Es una obra judaica post-bíblica (escrita en el siglo I a. de C.) perdida por los judíos, luego rechazada como apócrifa por el Vaticano pero conservada por los coptos. Se asume ampliamente que emanó de Theraputae, una secta judía ascética descrita por Filón con cierto detalle como igualitaria. La versión que tenemos hoy está en griego y se lee como una tragedia griega y ciertamente la narrativa está alineada con las versiones agádicas de Job presentes en el Talmud. 

En El Testamento de Job, su mujer se llama Sitis (o Sitidos). Su nombre puede tener la misma raíz que la palabra Satanás en hebreo, o sotah (esposa infiel). Ella es una princesa y Job un líder tribal. Su respuesta a la destrucción de su familia y posición social es salir y ganarse la vida. Con el tiempo y sin que ella lo sepa, vende su cabello a Satanás a cambio de tres panes para su marido; es Satanás quien pone las palabras “Maldice a Dios” en su boca. Más tarde regresa y le ruega a Job que le permita ir a los escombros del palacio para recuperar los cadáveres de sus hijos. Job le dice que debe dejarlos donde están, y ella se va para acostarse entre el ganado, donde muere. 

Sólo después de su muerte Sitis recibe honor mientras la ciudad lamenta su destino. Job es restaurado y en un giro extraño se casa con Dina (la hija de Jacob) y tiene 10 hijos con ella. 

Sin embargo, Sitis sigue siendo una figura trágica en esta versión, una cuyo sufrimiento es independiente del de su marido y plantea preguntas propias.