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2. SARA—MADRE DE NACIONES

En esta lección estudiaremos la vida de Sara, la mujer de Abraham. Se habla mucho acerca de esta mujer en el Antiguo y en el Nuevo Testamento. Sara ocupa un lugar importante en la historia por ser la madre del pueblo judío.

La vida de Sara demuestra claramente cuán santo y justo y a la vez lleno de amor es Dios. Él no será burlado, sino que tiene verdadera misericordia. Escucha las oraciones de Sus hijos y conoce el deseo más profundo de sus corazones.

Antecedentes de la vida de Sara 

Cuando nos encontramos con Sara por primera vez, se llama Sarai. Dios le cambió su nombre y el de su marido Abram cuando se le apareció para establecer un pacto con él. Así, Sarai se llamó Sara, que significa “princesa” y Abram vino a ser Abraham cuando Dios le dijo: “Porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes” (Génesis 17:5b).

A veces las personas hoy día se cambian de nombre por diversos motivos. Pero los cambios de nombre en la Biblia son sumamente significativos porque es Dios quien los hace. Al cambiarle los nombres a Abram y Sarai, Dios les dio un sello o indicio de su promesa. Esto lo leemos en Génesis 17:3-5 y 17:15-16:

3   Entonces Abram se postró sobre su rostro, y Dios habló con él, diciendo:

4   He aquí mi pacto es contigo, y serás padre de muchedumbre de gentes.

5   Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes.

15   Dijo también Dios a Abraham: A Sarai tu mujer no la llamarás Sarai, mas Sara será su nombre. 

16   Y la bendeciré, y vendrá a ser madre de naciones; reyes de pueblos vendrán a ella.

Sara procedía de Ur, de los caldeos, que está ubicada en Babilonia Era hija de Taré, el padre de Abraham. Así que Abraham y Sara eran medio hermanos. Aunque tenían el mismo padre, su matrimonio era aceptable de acuerdo con las costumbres locales porque tenían distintas madres (Génesis 20:12).

Sara, madre de naciones

Sara fue única porque ella y su marido fueron los padres de la raza judía. Sin embargo, procedían de una cultura idólatra y hasta su padre Taré adoraba a otros dioses según Josué 24:2. En aquella época no había distinción entre judíos y gentiles porque la nación judía aún no existía. Así Abraham fue el primer hombre reconocido como hebreo (Génesis 14:13). Esto ocurrió después de que Dios le prometió hacer de su descendencia una gran nación: “Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y se serás bendición” (Génesis 12:1-2).

Génesis 17:15-16 cuenta del cambio de nombre de Sarai: “Dijo también Dios a Abraham: A Sarai tu mujer no la llamarás Sarai, mas Sara será su nombre. Y la bendeciré, y también te daré de ella hijo, sí, la bendeciré, y vendrá a ser madre de naciones; reyes de pueblos vendrán de ella”.

La tradición hebrea describe a Sara como la mujer más perfecta después de Eva a quien se le llama la “madre de todos los vivientes”. Sara recibe el título de “madre de naciones”. Sin duda alguna, Sara es una de las mujeres más importantes de la historia mundial.

¿Qué hizo que Sara fuese una mujer tan importante y excepcional? Un factor esencial fue su fe. Hebreos 11:11 dice: “Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien le había prometido”.

¿Te das cuenta del secreto? Sara sabía que Dios permanecería fiel a su promesa. Esta es una lección muy importante que todos debemos aprender. Si ponemos nuestra confianza o dependencia en alguien o algo inferior a Dios quien es perfecto, nos convertimos en seres inferiores a lo que Dios quiere que seamos. A menudo fracasamos en nuestra vida cristiana porque confiamos en nuestra capacidad y no en la de Dios.  El concepto de Dios que tenía Sara constituye pues la primera lección importante que aprendemos de ella.

Dios llama a Abraham

No podemos estudiar a Sara sin considerar a Abraham, porque eran marido y mujer. Ellos vivían en Harán cuando Dios un día le dijo a Abraham que se tenían que mudar. No sólo se tenían que mudar, sino que esa mudanza debía ser un acto de fe. Dios no les dijo a dónde se iban a mudar sino solamente que irían a una tierra que Él les mostraría (Génesis 12:1).

Lamentablemente, Abraham obedeció sólo en parte la primera vez que se le dijo que se fuera (Génesis 11:31). Hizo dos cosas que no debería haber hecho. En primer lugar, llevó consigo algunos familiares cuando Dios no le había dicho que no lo hiciera. En segundo lugar, al establecerse por un tiempo en Harán, Abraham se detuvo antes de llegar a “la tierra que Dios le mostraría”.

En Génesis 12:1-5 Dios se le apareció otra vez a Abraham y le dijo que tenía que continuar su viaje. La Biblia dice que Abraham siguió, tal como el Señor le había ordenado. Sara, como es de esperar, le acompañó. Así que, Sara tuvo que abandonar por segunda vez su hogar, sus familiares y todo lo conocido. Siguió a su marido, quien a su vez seguía a Dios por fe.

Abraham y Sara estaban juntos obedeciendo a Dios en este traslado. La Biblia no nos dice que se hayan quejado o le hayan preguntado a Dios el por qué. El hecho de abandonar su país no les separó, ni disminuyó el amor mutuo que sentían.

La Biblia no nos da ningún indicio de que Sara quisiera regresar. Más bien se la elogia a través de las Escrituras debido a su reverencia y obediencia a su marido.

Adonde quiera que fuese Abraham, su prosperidad aumentó, y se convirtió en un hombre muy rico. Ni las riquezas, ni su posición dividieron el compromiso mutuo de Abraham y Sara. Hoy en día muchos matrimonios se desploman cuando ya sea el hombre o la mujer obtienen un mejor trabajo o una educación superior. Podemos aprender del compromiso de Sara con su marido.

La mentira de Abraham y Sara

Cuando Abraham y Sara atravesaban la región sureña de la tierra que Dios les había dado, hubo una gran escasez de alimentos, de modo que decidieron irse a Egipto. Sara era una mujer muy hermosa y Abraham tenía miedo de decirle al rey de Egipto que ella era su mujer, pues temía que el rey lo matara para llevarse a Sara a su harén. Así que idearon un plan.

Abraham le dijo al rey que Sara era su hermana. Esto era realmente una media verdad. El rey se lleva a Sara a su casa con la intención de acostarse con ella. Pero Dios le dijo al rey que no la tocara porque era la mujer de otro hombre. Así vemos cómo Dios les protegió una vez más. Hubiera sido mucho mejor haber confiado completamente en Él en lugar de hacer planes por su propia cuenta.

Abraham y Sara pecaron al igual que nosotras. La Biblia registra esos fracasos y a pesar de todo, Dios los usó grandemente. La gente a menudo cree que si peca, Dios no los usará nunca más. Esto no es verdad. Si has pecado, confiésaselo a Dios y haz las correcciones necesarias. La Palabra de Dios dice: “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9).

En tu situación, también, Dios puede y quiere perdonarte y también restaurarte a una posición de alegría y servicio para su reino.

La esterilidad de Sara

A pesar de que Abraham era un hombre rico, y que probablemente a Sara no le faltaba nada que el dinero pudiese comprar, ella tenía una gran pena. La pareja disfrutaba de un matrimonio largo y feliz, pero no tenían descendencia.

Dios había prometido darles un hijo y convertirlos en una gran nación. Pero los días se hicieron meses y los meses años. Abraham y Sara alcanzaron la vejez y se tornó físicamente imposible para Sara concebir.

Diez años después que Dios les había prometido un hijo, Sara, desesperada, ideó otro plan. A veces somos muy lentas en aprender de nuestras experiencias pasadas. Como vimos arriba, Abraham y Sara engañaron a los egipcios para evitarse problemas. Dios los rescató con su gran amor. Ahora, nuevamente, Sara planea tener un hijo de un modo que no estaba en los planes de Dios. Es sorprendente que Abraham aceptara formar parte del trato.

Pero antes de juzgar duramente a Abraham y Sara, debemos analizar nuestra propia vida. ¿Cuántas veces hemos tratado de “ayudar” a Dios desarrollando nuestros propios planes? Debemos dejar que Dios cumpla Sus promesas a Su manera. Esto es mejor que preocuparse sin necesidad. Lo triste del caso es que a algunas preferimos preocuparnos. El plan de Sara, era entregarle a Abraham su criada Agar para que le diera un hijo. Así Sara podría tener un niño que sería hijo de Abraham. Sara razonaba consigo misma que ésta era la forma de cumplir la promesa del Señor. Encontramos esta historia en Génesis 16:1-24,15-16:

1   Sarai mujer de Abram no le daba hijos; y ella tenía una sierva egipcia, que se llamaba Agar. 

2   Dijo entonces Sarai a Abram: Ya ves que Jehová me ha hecho estéril; te ruego, pues, que te llegues a mi sierva; quizás tendré hijos de ella. Y atendió Abram al ruego de Sarai. 

4   Y él se llegó a Agar, la cual concibió y cuando vio que había concebido, miraba con desprecio a su señora. 

15   Y Agar dio a luz un hijo a Abram, y llamó Abram el nombre del hijo que le dio Agar, Ismael.

16   Era Abram de edad de ochenta y seis años, cuando Agar dio a luz a Ismael.

El proyecto de Sara no formaba parte del plan de Dios, quien se les apareció otra vez a Abraham y Sara, cambiándoles sus nombres y les reiteró su promesa de que les daría un hijo. Específicamente les dijo que le daría un hijo a Abraham, por medio de Sara. En el momento indicado, Dios cumplió su promesa, como leemos en Génesis 21:1-5:

1   Visitó Jehová a Sara, como había dicho, e hizo Jehová con Sara como había hablado.

2   Y Sara concibió y dio a Abraham un hijo en su vejez, en el tiempo que Dios había dicho.

3   Y llamó Abraham el nombre de su hijo que le nació, que le dio a luz Sara, Isaac.

4   Y circuncido Abraham a su hijo Isaac de ocho días, como Dios le había mandado.

5   Y era Abraham de cien años cuando nació Isaac su hijo.

Por medio del nacimiento milagroso de Isaac, comenzó la raza judía, el pueblo escogido de Dios.

La Biblia no nos da muchos detalles acerca de lo que pasó con Sara después de que Isaac naciera, pero si nos narra un acontecimiento en Génesis 21. Abraham celebró una gran fiesta por el destete de Isaac. En la fiesta, Ismael, el hijo de Abraham y Agar, se burló de Isaac. Sara le pidió a Abraham que echara de la casa a Agar e Ismael. Abraham estaba muy apenado, pero Dios le dijo lo que leemos en Génesis 21:12-13:

12   Entonces Dios dijo a Abraham: No te parezca grave a causa del muchacho y de tu sierva; en todo lo que te dijere Sara, oye su voz, porque en Isaac te será llamada descendencia. 

13   Y también del hijo de la sierva haré una nación, porque es tu descendiente.

Dios generalmente no le decía a un hombre que cumpliera instrucciones de su mujer. Aún en este caso, Abraham despidió a Ismael porque Dios se lo dijo y no porque Sara se lo haya pedido. Las mujeres ciertamente podemos compartir nuestras ideas y sentimientos con nuestros maridos, pero como cabeza del hogar, es el marido el que toma las decisiones basadas en lo que Dios quiere que haga.

Muerte de Sara

La Biblia dice que Sara murió a la edad de 127 años. Fue la única mujer cuya edad se registra en las Escrituras. Abraham vivió 38 años más que Sara. En Génesis 15:15, Jehová le prometió a Abraham una “buena vejez”. Esto en sí mismo era una prueba significativa de la fidelidad de Dios. La devoción es a menudo asociada con la longevidad.

Sara y Abraham habían vivido muchos años como nómadas. No obstante, cuando Sara murió, Abraham compró un pedazo de tierra para enterrarla, en lugar de colocar su cuerpo en algún lugar que pudiera ser fácilmente olvidado, Abraham compró una cueva en Macpela y enterró allí a Sara. 

Se nos dice en Génesis 25 que cuando Abraham murió a la edad de 175 años, sus hijos lo enterraron junto a Sara en la misma cueva. Aún en la muerte, los vemos nuevamente juntos luego de una vida larga y llena de acontecimientos.

Los escritores del Nuevo Testamento presentan a Sara como ejemplo.

En Gálatas 4:21-31, Pablo usa a Agar y Sara y a sus hijos como ejemplo para mostrar que la ley y la gracia no pueden coexistir. El hijo de Agar había nacido de manera natural, representa el intento de obtener la salvación basada en las obras de la Ley. Isaac era el hijo nacido por la promesa de Dios, representa la salvación obtenida por la gracia y la promesa de Dios. Pablo traza el contraste entre la ley y la gracia. La ley nos ata a nuestras propias limitaciones mientras que la gracia nos libera, permitiendo que Dios obre en nuestro lugar. El apóstol Pedro también usa a Sara como un ejemplo de la obediencia y sumisión a su marido de una mujer casada. En 1 Pedro 3:5-6 escribió: “Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos, como Sara obedecía a Abraham...”

El diccionario define la sumisión como “el acto de rendirse a la autoridad o voluntad de otro”. Como mujeres casadas, ¿estamos dispuestas a aceptar y seguir el liderazgo y la autoridad de nuestros maridos del mismo modo que aceptamos y seguimos el liderazgo del Señor? Muchas mujeres se oponen a las enseñanzas de la Biblia sobre la sumisión. Algunas creen que se ven disminuidas como personas si se sujetan a sus maridos.

Sin embargo, Sara no perdió su identidad. Era una mujer físicamente bella y también fuerte y decidida. Aun así, no hay en la Escritura ningún indicio de que desobedeciera a su marido.

A algunas mujeres les puede resultar duro obedecer a sus maridos por ser creyentes en el Señor mientras que sus maridos no adoran al verdadero Dios. Puede haber situaciones en las que obedecer al marido signifique ir en contra de lo que dice la Palabra de Dios. En la mayoría de los casos, sin embargo, y ya que la Biblia pone a Sara como modelo para las mujeres, haríamos bien en tener en cuenta su ejemplo de sumisión y obediencia.

Pensamientos finales

Si estás casada o planeando casarte, tómate un momento para evaluar tu relación con tu marido o novio. ¿Estás decidida a seguir su mando? “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos como al Señor, porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia” (Efesios 5:22).

Si la sumisión es un área de tu vida en la cual necesitas la ayuda de Dios, pídele que te dé la fe que necesitas para confiar en Sus promesas cualesquiera sean tus circunstancias.

Temas de discusión

  • ¿Por qué crees que Sara consideró necesario elaborar su propio plan para tener un hijo?
  • Pese a su plan, ¿de qué modo le mostró Dios a Sara su misericordia? 
  • ¿Por qué crees que Abraham estuvo de acuerdo con el plan de Sara?
  • ¿Qué suceso especial ocurrió a la muerte de Sara? 
  • Comenta la forma en que los apóstoles Pablo y Pedro usan a Sara como ejemplo.
  • Describe los antecedentes de Sara. 
  • ¿Qué título especial recibió Sara?
  • Menciona dos lecciones importantes acerca de Dios que aprendemos de Sara.
  • Nombra dos pecados en las vidas de Abraham y Sara. 
  • ¿Puede un error de una persona descalificarla para siempre para el servicio a Dios? Explica tu respuesta.
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