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19. BETSABÉ—LA MADRE DEL REY SALOMÓN

Israel estaba en guerra; pero el rey David no iba al frente de sus hombres en la batalla, como era su obligación. Había reinado durante doce años en Jerusalén y había decidido quedarse en su casa en lugar de ir a pelear. Por no haber estado adonde debía estar, el rey David fue incitado a pecar.

Betsabé era la mujer de Urías, un heteo, un fiel soldado del ejército de David. Urías estaba luchando por Israel, siendo él un extranjero en el pueblo de Dios. El relato verídico está en 2 Samuel 11:1-5: 

1 Aconteció al año siguiente, en el tiempo que salen los reyes a la guerra, que David envió a Joab, y con él a sus siervos y a todo Israel, y destruyeron a los amonitas, y sitiaron a Rabá; pero David se quedó en Jerusalén. 

2 Y sucedió un día, al caer la tarde, que se levantó David de su lecho y se paseaba sobre el terrado de la casa real; y vio desde el terrado a una mujer que se estaba bañando, la cual era muy hermosa.

3 Envió David a preguntar por aquella mujer, y le dijeron: Aquella es Betsabé hija de Eliam, mujer de Urías heteo. 

4 Y envió David mensajeros y la tomó; y vino a él, y él durmió con ella. Luego ella se purificó de su inmundicia, y se volvió a su casa.

5 Y concibió la mujer, y envió a hacerlo saber a David, diciendo: Estoy encinta.

Pensemos en lo que hemos leído. Como vimos, Betsabé se estaba bañando en su azotea o en el patio de su casa. La mayor parte de los techos en los países de Medio Oriente son planos, y a menudo las actividades tales como comer, recibir visitas y dormir ocurren en el techo. Pero la mayoría de las personas no se bañan en el techo ni en el patio de la casa a plena luz del día, porque sería como bañarse en público

David se encontraba en su azotea. Probablemente su techo era más alto ya que él vivía en el palacio. Desde esta ventajosa posición, David miró hacia abajo y la vio. Betsabé era muy joven y hermosa, y pese a que David se enteró de que era casada, envió por ella y cometió adulterio.

La responsabilidad de Betsabé

Cuando David fue confrontado con su pecado, se hizo cargo de toda la culpa. Pero, ¿no cargaba Betsabé parte de la responsabilidad? En primer lugar, ella no debería haber estado bañándose a plena vista. No mostró ningún tipo de recato exhibiéndose desnuda en una azotea o un patio donde podía ser vista por la gente de las otras casas.

Si Betsabé hubiera sido una esposa fiel y una mujer de fuertes convicciones morales, David y ella nunca habrían tenido esta mancha de pecado en su historia. Pero ya que ocurrió lo que se registra en la Biblia, veamos qué nos quiere enseñar Dios acerca de las consecuencias del pecado.

La reacción de David

Cuando David se enteró que Betsabé estaba embarazada, tramó un plan para ocultar su pecado. David ordenó a Urías que regresara del campo de batalla a su casa. David suponía que este dormiría con su mujer. De esta forma, cuando se supiera que Betsabé estaba embarazada, parecería obvio que era el resultado de la visita de su marido. Esta le pareció una buena idea, pero 2 Samuel 11:9 -11 nos cuenta qué pasó en cambio:

9 Mas Urías durmió a la puerta de la casa del rey con todos los siervos de su señor, y no descendió a su casa.

10 E hicieron saber esto a David, diciendo: Urías no ha descendido a su casa. Y dijo David a Urías: ¿No has venido de camino? ¿Por qué, pues, no descendiste a tu casa?

11 Y Urías respondió a David: El arca de Israel y Judá están bajo tiendas, y mi señor Joab, y los siervos de mi señor, en el campo; ¿había yo de entrar en mi casa para comer y beber, y a dormir con mi mujer? Por vida tuya, y por vida de tu alma, que yo no haré tal cosa.

De nuevo podríamos preguntarnos acerca de la responsabilidad de Betsabé. La Biblia nos dice que el marido durmió en la puerta del palacio en lugar de hacerlo con su mujer. Ciertamente Betsabé sabía que Urías estaba allí. No aparece en el relato que Betsabé haya ido a ver a su marido o que de algún modo le haya contado lo que ella y el rey habían hecho ni que estuviera embarazada. Ella no le confesó lo que había ocurrido cuando Urías estaba en el campo de batalla.

El plan de David no funcionó porque Urías era un soldado fiel y un hombre íntegro. Se negó a sí mismo el placer de comer y dormir en su propia cama mientras hubieran soldados en el campo de batalla. David tuvo que pensar un plan alternativo. Envió un mensaje al capitán de su ejército y le ordenó poner a Urías al frente de la línea de batalla. A los otros soldados se les ordenó retirarse dejando así a Urías para que fuera asesinado. Este malvado plan tuvo éxito y Urías murió en el frente de batalla. David fue de maldad en maldad. Primero cometió adulterio y después asesinó para cubrir su pecado.

Las consecuencias 

En 2 Samuel 11:26-27 se sigue con el relato:

26 Oyendo la mujer de Urías que su marido Urías era muerto, hizo duelo por su marido.

27 Y pasado el luto, envió David y la trajo a su casa; y fue ella su mujer, y le dio a luz un hijo. Mas esto que David había hecho, fue desagradable ante los ojos de Jehová.

Ahora que todo había pasado, David tenía lo que quería: Betsabé era su mujer. El bebé nació y no había señal de vergüenza pública. Pero Dios envió al profeta Natán para que enfrentara a David. El profeta le refirió al rey una parábola. Esta trataba acerca de un egoísta hombre rico que le robó una amada corderita a un vecino pobre para alimentar con ella a unos comensales. Cuando David oyó el relato, se encolerizó y decretó: Vive Jehová, que el que tal hizo es digno de muerte. Y debe pagar la cordera con cuatro tantos, porque hizo tal cosa, y no tuvo misericordia” (2 Samuel 12:5-6)Natán replicó: Tú eres aquel hombre” (2 Samuel 12:7)Natán escuchó la confesión de David de su gran pecado, y le aseguró que el Señor le había perdonado. Natán también le dijo a David que el bebé engendrado en pecado moriría. Esta profecía se cumplió al morir el bebé siete días después.

Pero las consecuencias del pecado de David no terminaron ahí. La “corderita” (Betsabé) que el hombre rico (David) había robado sería pagada con con cuatro tantos. Durante el resto de la vida de David, él perdería cuatro hijos: el que engendró con Betsabé, luego Amnón, después Absalón, y Adonías. (Y, para colmo, Salomón, otro hijo engendrado con Betsabé, se entregó al materialismo, la sensualidad y a la idolatría, trayendo destrucción sobre el reino que Dios tanto había bendecido durante el reinado de David.)

El pesar y la tristeza de David y Betsabé por la muerte de su hijo deben haber sido profundos. Sin duda la muerte de su hijo debe haberles hecho tomar conciencia sobre las consecuencias de su pecado. Sin embargo, Dios usó este pesar para ayudar a otros cuya pérdida no tuvo nada que ver con un pecado. No hay palabras que puedan borrar el dolor por la pérdida de un ser querido, pero en esta historia encontramos palabras que han traído consuelo a mucha gente cuyos bebés o niños han muerto. David dijo: “Yo voy a él, mas él no volverá a mí” (2 Samuel 12:23). David sabía que él vería a su hijo otra vez en la resurrección.

La muerte física no constituye el final de la existencia; hay vida después de la muerte, de eso podemos estar seguras. Las que hemos confiado en Jesucristo como Salvador y aceptado su pago por nuestros pecados, podemos tener la seguridad, como David, que veremos nuevamente a nuestros seres queridos.

La reacción de Betsabé

¿Cuál fue la reacción de Betsabé con respecto a la muerte de su hijo? ¿Derramó lágrimas de arrepentimiento? Al parecer fue así porque la Biblia dice que David la consoló y que ella concibió y dio a luz a otro hijo llamado Salomón, cuyo nombre significa “pacificador”. Este niño hubiera podido ser hijo de cualquiera de las mujeres de David, pero se le dio a Betsabé.

El rey Salomón sucedió a David como gobernante de Israel. Salomón fue un rey sabio, por un tiempo. No hay mucho más acerca de Betsabé en la Biblia. En el libro de Proverbios se le atribuyen a ella los consejos sobre cómo criar a los hijos. También se le atribuyen a ella los consejos acerca de las relaciones entre el hombre y la mujer. La tradición dice que  Lemuel (ver Proverbios 31:1-9) era otro nombre dado a Salomón. Si es así, vemos que el mal ejemplo de su juventud prevaleció como mala influencia sobre su hijo Salomón, quien hizo todo lo contrario de lo que su madre le aconseja en Proverbios. Las moscas muertas hacen heder y dar mal olor al perfume del perfumista; así una pequeña locura, al que es estimado como sabio y honorable”, escribiría luego Salomón (Eclesiastés 10:1).

Betsabé es mencionada, en la genealogía del Mesías de Mateo. Mateo 1:6 dice: “Isaí engendró al rey David, y el rey David engendró a Salomón de la que fue mujer de Urías”.

Dios los perdonó a ambos, pero nótese que en la genealogía se recuerda a Betsabé como la mujer de Urías”, no de David.

[Lee también: ABISAG—LA ÚLTIMA MUJER DE DAVID]

Pensamientos finales

Betsabé aceptó el perdón de Dios y no dejó que su pecado arruinara toda su vida. Aprendió de su error y continuó con la labor de criar a su familia.

A veces es difícil creer y aceptar el perdón de Dios y perdonarnos a nosotras mismas. Las mujeres, especialmente, tenemos la tendencia a revolver en el pasado. Al hacerlo nos privamos de crecer espiritualmente, y nos convertimos en seres infelices y miserables. A menudo tenemos muy baja nuestra autoestima y arrastramos cargas y culpas que nunca se esperaba que cargásemos.

Debemos aprender de David y Betsabé a ser felices con el perdón de Dios. En el Salmo 32:1-2 leemos palabras de David escritas después de haber confesado sus pecados y experimentado el perdón de Dios:

1 Bienaventurado aquel cuya trasgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado.

2 Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad. Y en cuyo espíritu no hay engaño.

No arruines tu vida viviendo con una carga de pecado y culpa. Con un espíritu humilde, pídele a Dios que te perdone tus pecados. Sé especifica cuando ores, no hagas una oración genérica tipo “Si he pecado perdóname”. Mejor es que antes de ir a dormir, repases lo ocurrido durante el día. Pregúntate si has pecado con tus acciones, palabras, actitudes o pensamientos. Nómbrale esos pecados a Dios y pídele perdón. Pídele a Dios que te ayude a recordar los pecados que puedas haber olvidado o pasado por alto. Después reclama la promesa de Dios que se encuentra en 1 Juan 1:9: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad”.

Temas de discusión

  •  ¿Bajo qué circunstancias vio David a Betsabé por primera vez?
  • ¿Qué responsabilidad tuvo Betsabé en este incidente?
  • David tramó dos planes para tratar de esconder su pecado. ¿Cómo y por qué fracasaron los proyectos de David?
  • ¿Qué consecuencias tuvieron que enfrentar David y Betsabé?
  • ¿Qué podemos aprender acerca del perdón divino en esta historia?
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