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jueves, 5 de diciembre de 2024

HAY CAMINO QUE PARECE DERECHO

Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte” (Pr 14:12).

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Tú eres tu peor enemigo. Te causarás más dolor y problemas a ti mismo que el que podrían causarte diez enemigos. Tu propio corazón es el peligro más letal en tu vida. 

Con tal advertencia, los hombres nunca confiarían en sus propios pensamientos, ¿verdad? ¡Equivocado! Mientras destruyes tu propia vida, pensarás que lo que estás haciendo está perfectamente bien. Nunca verás el peligro.

Otros proverbios también enseñan esta advertencia. “Hay camino que al hombre le parece derecho, pero su fin es camino de muerte” (Pr 16:25). “El camino del necio es recto en su propia opinión, pero el que escucha el consejo es sabio” (Pr 12:15). “El que confía en su propio corazón es necio; mas el que anda en sabiduría, será salvo” (Pr 28:26).

Algunas elecciones atraen la muerte física. Considera a los hijos de David. Amnón consideró correcto violar a su hermana: murió por ello (2 S 13:1-39). Absalón consideró correcto robarle el reino a su padre: murió por ello (2 S 15:1-6; 18:1-18). Adonías consideró correcto manipular a la madre de Salomón para tomar a Abisag: murió por ello (1 R 2:12-25).

Algunas elecciones traen la muerte del alma. A Sansón le pareció correcto coquetear con una incrédula, pero ella lo dejó ciego y destruido, moliendo grano en una prisión (Jue 16:1-21). Salomón pensó que era correcto casarse con incrédulas, pero ellas volvieron su corazón a la idolatría (1 R 11:1-13). Roboam consideró correcto preferir a sus amigos como consejeros, pero perdió diez tribus (1 R 12:1-19).

Algunas opciones traen la muerte eterna, o la segunda muerte, que es el tormento eterno en el lago de fuego (Ap 20:14). Todos los mentirosos tendrán su parte en el lago de fuego (Ap 21:8), y también todos los fornicarios (Ap 21:8). Una sorpresa para la mayoría: los cobardes e incrédulos también estarán allí junto a los abominables y homicidas (Ap 21:8). El único escape de esta muerte es tener tu nombre escrito en el libro de la vida de aquellos por quienes Jesús murió (Ap 2:11; 20:6,15).

Engañoso es tu corazón más que todas las cosas (Jer 17:9). Te miente más que nadie, pero tú le crees. Es desesperadamente malvado, por lo que sus mentiras siempre apuntan a la insensatez y el pecado. Debido a que tu corazón es tan engañoso y malvado, no puedes comprender completamente el peligro que corres, aparte de las advertencias de las Escrituras. El versículo concluye: “¿Quién lo conocerá?”

¿Por qué instintivamente y con confianza piensas que tus ideas son mejores que otras? Esta es la locura arrogante del amor propio, narcisista. Este es el engaño condenatorio de la supuesta superioridad. Se debe a tu soberbia, el pecado del diablo (1 Ti 3:6). Llegaste a la vida ensuciándote varias veces al día y sobreviviste solo porque tus padres hicieron todo por ti, ¡pero en unos años crees que sabes más que ellos y todos los demás!

Hijo, ¿crees que puedes desobedecer a tu padre? ¡Pierdes! (Pr 30:17) Mujer, ¿crees que puedes negarte a tu marido? ¡Pierdes! (Pr 30:21-23) Marido, ¿crees que puedes descuidar a tu mujer? ¡Pierdes! (Pr 5:15-23) Joven, ¿crees que puedes entretenerte con rameras? ¡Pierdes! (Pr 7:25-27) Padre, ¿piensas que educar a los niños en el camino del Señor es demasiado difícil? ¡Tú pierdes! (Pr 29:15) Pastor, ¿crees que puedes alterar la Palabra de Dios o Su adoración? ¡Pierdes! (Pr 21:16)

En lugar de sentir y pensar, deberías estar escuchando y aprendiendo. Las ideas generadas desde adentro son siempre inferiores a las que se encuentran en la Biblia, que son del corazón y la mente de Dios. De hecho, puedes escuchar el corazón engañoso y desesperadamente malvado de una persona cuando dice cosas como: “Estoy en paz al respecto”. O, Creo que de esa manera está mal”. O, No siento que eso esté bien. O, “Mi corazón me dice que estás equivocado”. ¡Qué absurdo!

La seguridad está sólo en desconfiar de tu corazón; y obedecer a tus maestros, padres y consejeros; y llevar todo pensamiento cautivo a la obediencia de las Escrituras; sometiendo a ellas tu corazón con toda diligencia (Pr 4:23; 2 Co 10:4-6). Nunca dejes que tu mente piense fuera de la palabra de Dios (Sal 119:128). Lo que significa que debes entenderla, y entenderla bien (Sal 119:11). Nunca permitas que el pensamiento profano se salga con la suya haciéndote desobedecer (Dt 29:18-20).

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“Aun en la risa tendrá dolor el corazón; Y el término de la alegría es congoja” (Pr 14:13).

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El mundo se ríe hasta el infierno. Los chistes, los dibujos animados, los comediantes, las comedias de situación, las fiestas, la embriaguez y las sustancias químicas que alteran el estado de ánimo están de moda. La risa se usa para cubrir el vacío interior y engañar a los demás haciéndoles creer que todo está bien. Pero la soledad después de tanta frivolidad es aplastante.

La vida no es divertida. Morir es una perspectiva terrible. El infierno no es gracioso. Una fiesta de borrachera no puede eliminar la dolorosa realidad del vivir disfuncional, las expectativas incumplidas, la certeza de la muerte y la posibilidad de la condenación eterna. Los hombres no pueden hacer lo suficiente para olvidar su dolor y sus problemas. Cuando la risa termina, el corazón siente una pena aún más honda.

¿Qué risa oculta la tristeza? ¿Qué alegría termina en congoja? No puede ser la risa y el júbilo de los justos, porque su felicidad fluye de un corazón que está lleno de esperanza, gozo y paz. El proverbio debe estar relacionado con la risa de los impíos, que se describen en los proverbios anteriores y siguientes (Pr 14:12,14).

Considera la vida de un necio. Salomón analizó lo mejor que puede ofrecer la vida en la tierra, y lo resumió todo como vanidad y aflicción de espíritu (Ec 1:14). La vida es demasiado corta; nunca cumple con las expectativas; está llena de problemas y tristezas; el alma no se contenta con ninguna cantidad de nada; dulce es la muerte comparada con el juicio que sigue (Ec 12:13-14).

No es de extrañar que el mundo inventara los parques de atracciones. Reflexionar es considerar y pensar. Divertirse es reemplazar esas actividades sobrias por frivolidades y tonterías. Así que gastan una fortuna para dedicarse a la necedad para encontrar la realización, pero deben irse a dormir en la noche sabiendo que todo es una distracción costosa y ridícula que no funciona en absoluto. Están vacíos.

No importa lo que digan los incrédulos, son infelices. Es fácil de ver. Los que tienen las mejores circunstancias, los que el mundo más admira, tienen la mayor miseria. Considera las llamadas estrellas de Hollywood. Sus lamentables vidas de divorcio, suicidio, borracheras, drogas y otros síntomas de disfunción dicen la verdad. Están vacíos, son miserables y vanos. La Biblia los llama “fieras ondas del mar, que espuman su propia vergüenza; estrellas errantes, para las cuales está reservada eternamente la oscuridad de las tinieblas” (Jud 1:13).

Cuando tu corazón está afligido por la convicción, el autoexamen o la pérdida, recurrir a la risa no es la solución, porque la carcajada no le hace bien a tu alma. De hecho, Salomón dijo que cantar canciones a un hombre con el corazón apesadumbrado es un acto de crueldad (Pr 25:20). Un corazón convencido de pecado o atribulado debe encontrar su consuelo en Dios, no en la risa tonta, porque tal alegría falsa y fingida resultará en una tristeza y una desilusión aún mayor.

El autor de Gracia Admirable escribió: 

Gracia infinita recibirá

Todo el que cree en Cristo el Señor;

Si del pecado cansado estás,

Ven, gracia ofrece tu Salvador

¿Puedes ver la verdad en estas palabras? Busca al Dios del cielo este día. Los que han probado ambas formas de vivir, oran por la vida justa (Sal 73:25-26; Ec 12:13-14).

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“De sus caminos será hastiado el necio de corazón; Pero el hombre de bien estará contento del suyo” (Pr 14:14).

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¡Cuidado! Deslizarte espiritualmente en tu corazón es un peligro sutil. Puede suceder fácilmente y con poca advertencia, pero las consecuencias son terribles. Dios derramará sobre ti confusión y dolor, en proporción a tu rebeldía. Pero el justo, que guarda diligentemente su corazón, tendrá en él la presencia continua del gozo y de la paz.

Olvida la idea común de reincidencia: dejar la fe y volver a las drogas, al sexo o la necedad como estilo de vida. Satanás quiere que pienses que eso es reincidencia, cuando en realidad es perderlo todo. Mantén la luz de este proverbio en tu corazón: la verdadera fuente del pecado. Es tu corazón el que primero se aleja del Señor, de Su palabra, de Su santidad y de tu previo odio al pecado. El pecado te lleva de adentro hacia afuera, nace en el corazón, como lo explica lúcidamente Santiago (Stg 1:13-16).

Debes temer y odiar a este enemigo. Puede ser tan sutil como perder tu primer amor, como les pasó a los de Éfeso (Ap 2:1-7). También implica perder tu alegría espiritual, orar menos, cantar menos, preocuparte por las cosas terrenales y volverte espiritualmente aletargado. Por supuesto, también es permitir que tu corazón ahora acaricie los pecados que antes habías despreciado fervientemente. ¿Cómo está tu corazón? ¿Tienes un celo ferviente por las cosas espirituales, o has caído en una rutina?

Salomón enseñó a su hijo a guardar diligentemente su corazón, porque de él mana la vida (Pr 4:23). ¿Estás cuidando tu corazón con diligencia? Si le permites pensar en contra de la palabra de Dios, tendrás mucho que pagar. El bendito Señor, y con toda razón, traerá severos castigos, como lo hizo con Su pueblo Israel una y otra vez. Si permites que tu corazón se aleje de Él, Él puede darte una horrible lección (Sal 106:13-15).

Pero el justo, que vive fielmente con un corazón puro, tendrá la paz de Dios y la seguridad en su alma de que agrada a su Padre. ¡Que diferencia! La obediencia ferviente trae la bendición de Dios y la confianza en tu alma (Gl 6:4; Stg 1:25-27). Tales hombres saben que son justos y apelan a ello ante Dios (Neh 5:19; Sal 18:20-27; Is 38:3). Avanzan con audacia, sabiendo que tienen un corazón puro, que Dios recompensará.

La cura para la reincidencia es fácil, por la gracia de Dios. El Señor dice: “Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras (Ap 2:5). Este proceso de tres pasos funcionará. Recuerda la fe, el gozo y la paz que una vez tuviste; arrepiéntete de los pecados de tu corazón que has permitido en tu vida; y revive las acciones fervientes que hiciste al principio de tu amor por el Señor.

No digas, como Félix, que esperarás por un tiempo más conveniente (Hch 24:25). Hoy puede ser tu última oportunidad (Pr 29:1). Vuélvete al Señor ahora y arrepiéntete de cualquier necedad, pereza o rebeldía. Él te perdonará. Compromete tu corazón por completo a arrancar todo ídolo y tentación de tu vida para ser santo una vez más. Prepárate para una bendición.

El Espíritu Santo está entristecido y apagado en las vidas de los reincidentes (los que vuelven a sus pecados). No tienen la gozosa confianza en el Señor que alguna vez tuvieron. Es imperativo que te examines a ti mismo y te arrepientas, si encuentras la menor transigencia en tu corazón. “Vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones”, es lo que Santiago te dice (Stg 4:8).

Los creyentes deben exhortarse unos a otros diariamente, para que no se endurezcan por el engaño del pecado y se aparten del Dios vivo (He 3:12-13). Los santos se necesitan unos a otros para estimularse al amor y a las buenas obras, para que no abandonen su profesión de fe (He 10:23-25). Es por este propósito espiritual y salvador que los creyentes se reúnen en congregaciones.

El Señor Jesús advierte a Sus discípulos que la multiplicación de la maldad hará que el amor de muchos se enfríe, y tal estado de cosas es más cierto ahora que nunca antes (Mt 24:12). ¿Cómo está tu corazón? ¿Caliente, frío o tibio? ¡Cuidado! (Ap 3:14-16) Los juicios y bendiciones de Dios son justos y proporcionales al estado de tu corazón.

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