El Jesús de la IA de la iglesia suiza deja a los visitantes divididos
Este verano, la iglesia más antigua de Lucerna, Suiza, probó algo nuevo. La capilla de San Pedro instaló una pantalla digital dentro de un confesionario. Detrás de la pantalla había un sistema de inteligencia artificial diseñado para hablar como Jesús. Los visitantes podían preguntarle a este Jesús de la IA sobre religión y la vida. Más de 1.000 personas lo usaron durante dos meses. Algunas personas vinieron de muy lejos para consultar a este Jesús, incluidos turistas de China y Vietnam.
El proyecto recibió críticas mixtas. Muchos dijeron que el Jesús de la IA dio consejos sabios y útiles. Según la iglesia, alrededor de dos tercios de los visitantes dijeron que fue una experiencia espiritual. Otros, sin embargo, dijeron que la IA dio respuestas demasiado simples o trilladas.
La iglesia no se quedó con el Jesús de la IA después del experimento. Les preocupaba que la máquina pudiera decir algo incorrecto o ir en contra de las enseñanzas religiosas. Aun así, este proyecto demostró que la gente quiere nuevas formas de explorar la fe. El teólogo Marco Schmid le dijo a The Guardian: “Creo que hay una sed de hablar con Jesús. La gente quiere tener una respuesta: quieren palabras y escuchar lo que está diciendo”.
Fuente: The Guardian
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Comentario
“Después vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón. Y ejerce toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella, y hace que la tierra y los moradores de ella adoren a la primera bestia, cuya herida mortal fue sanada. También hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres. Y engaña a los moradores de la tierra con las señales que se le ha permitido hacer en presencia de la bestia, mandando a los moradores de la tierra que le hagan imagen a la bestia que tiene la herida de espada, y vivió. Y se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen hablase e hiciese matar a todo el que no la adorase. Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre. Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis” (Ap 13: 11-18).
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