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domingo, 6 de noviembre de 2011

LOS MORMONES


Nota: Al final de la página hemos incluido un link al libro Los Fabricantes de Dioses, de Dave Hunt.

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Seguramente han venido a su puerta dos jóvenes extranjeros, bien vestidos, de tez clara, corteses, que dicen que son de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Se presentan como cristianos y citan la Biblia. Ofrecen una religión que supuestamente fue restaurada por Dios y Cristo en persona a José Smith hace unos ciento sesenta años. Son los que llaman comúnmente “mormones”.

¿QUIENES SON?

La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (SUD, sigla en español; LDS, en inglés) se destaca en América Latina por su desarrollo asombroso, su actividad proselitista y su programa de construir hermosas capillas en muchos países. Según unas estadísticas, en el año 1985 los mormones tenían 26.000 misioneros en todo el mundo [1] esta gran cantidad de misioneros se debe en parte al hecho de que sus líderes animan a lo mejor de su juventud a dedicar dos años de su vida para la obra misionera, la que es sostenida, en lo posible, por los mismos jóvenes o por sus parientes.

El mormonismo comenzó su obra misionera entre los latinos en el año 1876, entrando en México primero, pero en tres años desapareció debido a la oposición recia de la Iglesia Católica Romana. Hubo otros intentos de proselitismo en América Latina en las primeras dos décadas del siglo veinte. Después  de la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, se inició su obra misionera en América Central y América del Sur.

Establecieron misiones en casi todos los países. En 1977 contaban con alrededor de cinco mil misioneros (la tercera parte eran jóvenes oriundos de los países en donde trabajaban) y unos cincuenta mil adherentes. Hace algunos años, el relacionador público de los mormones en Chile informó a la prensa que este país ocupa, dentro de su iglesia, el segundo puesto en cuanto a crecimiento, y se bautizan entre mil quinientos y mil seiscientos convertidos mensualmente (ochenta y cinco por ciento de los prosélitos son de otras iglesias). Poseen varios templos en Santiago y en las principales ciudades del país, donde bautizan a sustitutos por los muertos, algo que indica que la cantidad de sus fieles en este país supera la cifra de 300.000. Por la tasa de su crecimiento en Chile, los mormones constituyen un formidable desafío para el cristianismo evangélico chileno.

Establecido en 1830, el movimiento mormón consiste de tres organizaciones: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, con sede en Salt Lake City, Utah; la Iglesia Reorganizada de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, con su sede en Independence, Missouri; y la Iglesia de Cristo del Lote del Templo con sede en Bloomington, Illinois (todos los Estados Unidos). Este artículo se ocupara primordialmente de la primera, la cual es la más grande, la cual cuenta con más de cinco millones de mormones.

Los mormones se destacan por la diligencia en su obra, su entrega y una vida moral libre de vicios. Ponen mucho énfasis en la familia. Se ayudan mutuamente. El programa de bienestar social de su iglesia provee para los que están  enfermos, sin empleo o han perdido, por fallecimiento, al proveedor de la familia. Durante la Gran Depresión en los Estados Unidos, en los primeros años de la década de los 30, ningún mormón sufrió hambre ni tuvo que recurrir a los centros de bienestar para recibir alimentos. Practican su evangelio de buenas obras y forman una comunidad bien unida.

Unos de los secretos de su éxito es que los miembros practican el diezmar de sus ingresos. La iglesia ha invertido mucho de su dinero en empresas industriales en los Estados Unidos. Como resultado, se calcula que sus acciones y bienes raíces valen más de US$2.000.000.000 (dos mil millones de dólares). En 1975, la Associated Press, organización mundial que recoge las noticias para la prensa, calculó que las entradas diarias de la iglesia mormona eran por lo menos de US$3.000.000, con el setenta por ciento exento de impuestos. No es de extrañar que hayan traído en la década de los años setenta y ochenta, US$80.000.000para comprar propiedades y construir capillas en Chile. [2]

Los mormones ponen mucho énfasis en la educación. Tiene una matrícula de más de 320.000 personas en sus escuelas de enseñanza secundaria, institutos, seminarios y universidades. También auspician deportes, música, drama, cursos para novias y bailes para los jóvenes.

Antes de comenzar un baile, siempre oran pidiendo la bendición de Dios. [3] Se esmeran en proporcionar actividades sociales entretenidas para sus miembros.


JOSÉ SMITH Y LA HISTORIA DEL MOVIMIENTO

La religión mormona comenzó con una supuesta revelación de dos miembros de la Trinidad a José Smith hijo, en el año 1820, en un bosque del estado de Nueva York. Este joven de catorce años estaba orando, pidiendo a Dios que le mostrara cuál secta protestante tenía razón. Según su testimonio, Jesucristo contestó que “no debía unirse a ninguna, porque todas estaban en error… que todos sus credos eran abominación a su vista”. [4]  La visión le aseguró que si él demostraba ser digno, se restauraría por medio suyo la iglesia original fundada por Jesucristo, y que desapareció con la muerte de los doce apóstoles, quedando la humanidad sin verdadera iglesia durante dieciocho siglos.  

¿Quién era José Smith? Nació el 23 de diciembre de 1805 en el pueblo de Sharon, Vermont de los EE.UU. Fue el tercero de nueve hijos de una familia campesina. José Smith, padre e hijo, pasaron largo tiempo en busca de tesoros escondidos. Según la declaración de Pomeroy Tucker, la cual fue firmada por los sesenta y dos residentes del área donde vivió la familia Smith durante algún tiempo, José hijo: “podía expresar la más palpable exageración o la más maravillosa mentira con la más absoluta seriedad”. [5] Para sus adeptos era un profeta, pero para otros, un sujeto con capacidad de inventiva realmente extraordinaria.

Transcurridos tres años, Smith hijo recibió una visita de un mensajero angélico llamado Moroni. Le dijo que se hallaba “un libro escrito  sobre planchas de oro, el cual daba una relación de los antiguos habitantes de este continente… que en él encerraba la plenitud del evangelio eterno, el cual el Salvador lo había comunicado a los antiguos habitantes”(del nuevo mundo).[6] Añadió Smith: “Asimismo, junto con las planchas estaban depositadas dos piedras, en aros de plata, las cuales, aseguradas a un pectoral formaba lo que se llamaba el Urim y Tumim; que la posesión y uso de estas piedras era lo que constituía a los “videntes” de los días antiguos o anteriores, y que Dios las había preparado para la traducción del libro”.[7]

Al día siguiente, Smith encontró las planchas de oro y el Urim y Tumim, escondidos bajo una roca en la colina Cumorah, cerca de la aldea de Manchester. Tres años después, sacó las planchas de su escondite y las llevó a su casa. Copió el escrito y con la ayuda de las piedras mágicas (aparentemente usándolas como anteojos), Smith tradujo los “jeroglíficos egipcios reformados” (los egiptólogos dicen que no se conoce tal escrito). Un profesor de una escuela, Oliverio Cowderly, junto con un agricultor pudiente, Martín Harris, servían como secretarios escribiendo lo que dictaba Smith tras una cortina.

Un ángel les mostró las planchas a algunos de los discípulos de Smith, convirtiéndolos en testigos. Uno de ellos, Martín Harris, sin embargo, confesó años después: “Las vi con ojos de la fe…estaban cubiertas con un paño”. [8]  El resultado de la traducción fue El libro de Mormón

En 1829, Juan el Bautista apareció supuestamente a Smith y Cowderly, confiriéndoles el sacerdocio aarónico, “el cual  tiene las llaves del ministerio de ángeles, y del evangelio de arrepentimiento, y del bautismo por inmersión para la remisión de pecados”. Profetizaron y se bautizaron el uno al otro. En otra ocasión, Smith recibió el sacerdocio de Melquisedec, de las manos de los apóstoles Pedro, Santiago y Juan. Así recibió la autoridad de imponer las manos para comunicar el don del Espíritu Santo. [9] Según su doctrina, se salva bautizándose y recibiendo el Espíritu por imposición de manos, cumpliendo así las palabras de Jesús: “el que no naciere de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios”. [10]  Seis años después de establecer la Iglesia de los Santos de los Últimos Días, Smith y Cowderly fueron visitados por el profeta Elías. Este le confirmó a Smith la autoridad de bautizar por los muertos.

Se organizó la iglesia en 1830 con treinta miembros. Pronto contaba con centenares de adeptos pero no con el favor de los vecinos. Cambiaron la sede a Kiekland, Ohio, donde Smith tomó otra esposa, una práctica mormona confirmada después por revelación. Enviaron misioneros a Jackson, Missouri, al sitio profetizado por Smith donde sería edificada la ciudad de Sión, la futura sede terrenal de Jesucristo. Perseguidos por dondequiera que iban, emigraron a Illinois y fundaron la ciudad de Nauvoo. Los no mormones, sin embargo, sentían molestias por la práctica de la poligamia entre los fieles, y algunos publicaron una revista “The Nauvoo Expositor”, criticando severamente la religión de Smith. (Se dice que Smith contaba con veintisiete mujeres y tenía cuarenta y cuatro hijos.) Indignado, el profeta dio órdenes para destruir la imprenta, y él y su hermano Hyrum fueron encarcelados a causa de la destrucción de ésta. Una turba de doscientos hombres entró violentamente en la cárcel y los asesinaron. Así, José Smith llegó  a ser mártir, un signo de un verdadero profeta, según los mormones. Esto le ocurrió catorce años después de fundar su fe.

Los mormones iniciaron un éxodo hacia el oeste. En su camino fundaron algunos pueblos, pero pronto eran expulsados. Finalmente en 1847 y luego de recorrer mil seiscientos kilómetros, llegaron a un valle remoto y desolado. Allí fundaron Salt Lake City (Ciudad del Lago de Sal), no lejos de un lugar impregnado de sal. Hoy es la capital del Estado de Utah y la sede internacional de la Iglesia de los Santos de los Últimos Días.

En 1862, el congreso de los Estados Unidos promulgó una ley prohibiendo la práctica de la poligamia, pero los mormones la pasaron por alto hasta 1890. Poco antes de esta fecha, la Corte Suprema reforzó la ley, decisión que produjo el encarcelamiento de mil mormones y la separación de su organización. Entonces el presidente mormón Woodruff, manifestó que los mormones dejarían la práctica, algo que sería contrario a la revelación infalible del profeta Smith, registrada en el libro Las doctrinas y convenios. Se dice, sin embargo, que Woodruff mismo y otros mormones primitivos continuaron practicando la poligamia secretamente.

En Chile lograron sus primeras  conversiones en 1956 y han crecido exponencialmente. Según sus líderes, contaban con unos ciento cincuenta mil adeptos en 1986. Han construido trescientas veintidós capillas en el país, noventa y cuatro de las cuales están en Santiago. Sus lujosos edificios, sin embargo, son blancos de ataques de los terroristas, pues se cree que muchos mormones son agentes de la CIA. En Chile algunos grupos terroristas de izquierda protestan en panfletos contra ellos, contra lo que llaman: “… la intervención yanqui en América Latina”.

LOS LIBROS “SAGRADOS” DEL MORMONISMO

El libro de Mormón es para los seguidores de Smith una escritura inspirada divinamente, que se usa acompañada de la Biblia y de otros dos tomos, también sagrados: Las doctrinas  y convenios, que contiene las revelaciones del primer profeta y sus sucesores y que sirve para guiar el restablecimiento de la iglesia, y La perla de gran precio, que contiene más revelaciones, traducciones y declaraciones de su fundador.

Sería difícil encontrar un  libro “sagrado” del período moderno que sea más obviamente ficticio que El libro de Mormón. Aparenta ser la historia de dos civilizaciones antiguas que se encontraban en los continentes del Nuevo Mundo. La primera salió del Babel bíblico, atravesó Europa y llegó a lo que se llama América Central. La segunda civilización consistía de judíos piadosos que emigraron de Jerusalén, antes de su caída, alrededor del año 600 a.C. y cruzaron el Océano Pacífico, arribando en la costa occidental de América del Sur. El primer grupo, los jareditas fueron destruidos completamente como castigo de su iniquidad. El segundo grupo de emigrantes, fue dirigido por Lehi, el cual tuvo dos hijos, Nefi y Laman. Dios designó al hijo más joven, Nefi, para ser jefe de la tribu. Con el transcurso del tiempo, se dividió en dos grupos: los nefitas y los lamanitas. Como juicio por su maldad, Dios los maldijo oscureciendo la piel de los lamanitas (los indios).

El libro contiene muchas profecías tomadas de la Biblia y puestas en la boca de los profetas de esta obra; muchas de ellas son plagio de los evangelios, las epístolas y el Apocalipsis. Hay que notar que son citas exactas tomadas de la versión inglesa King James, publicada en 1611, mil años después de la fecha que se alega para El libro de Mormón. Se nota que esto lo hizo en perfecto inglés isabelino. Se incluyen las palabas en bastardillas que suplieron los traductores de la Biblia. Se encuentran también en 3 Nefi 11:27, 36 el plagio de una interpolación relacionada con la doctrina de la Trinidad (1 Juan5:7), la cual no se halla en los mejores manuscritos. Un comentarista señala que esta obra “es una mediocre imitación de la Biblia”. [11]  Según  el libro de Mormón, el Cristo resucitado fue a los Nefitas en la América, repitió sus enseñanzas, incluso el Sermón del Monte, predicó el evangelio e instituyó los sacramentos del bautismo  y la santa cena.

El libro de Mormón, según José Smith, es el “libro más correcto que hay sobre la tierra”. [12] Sin embargo, los historiadores mormones han hecho unos 3.000 cambios desde la edición original y todavía se encuentran errores. Por ejemplo, los jareditas atravesaron el Atlántico en barcos con ventanas de “vidrio”, tenían armas de “acero”, y “brújulas” para orientarlos, cosas que no existían en el año 2.000 a.C. Los arqueólogos nunca han encontrado ruinas de las ciudades mencionadas en el libro ni en el escrito egipcio que fue supuestamente usado por los habitantes del Nuevo Mundo. Además, los antropólogos modernos  señalan que los indígenas de estos continentes son de la raza oriental y no tienen ningún rasgo semítico, algo que demuestra la falsedad del relato del origen de los habitantes originales de las Américas. Es obvio que El libro de Mormón es un  fraude y Smith un charlatán. La tragedia consiste en que millones de personas han sido engañadas y desviadas del verdadero camino de Cristo.

LAS DOCTRINAS DE LOS MORMONES

Al leer El libro de Mormón y los folletos usados para hacer proselitismo,  parece que los Santos de los Últimos Días son ortodoxos en cuanto a las doctrinas importantes. Manifiestan creer en la Trinidad, la divinidad de Jesucristo y Su expiación, Su redención y Su oficio de mediador. Sin embargo, los estudiosos que han investigado sus doctrinas, leyendo los sermones y revelaciones de sus profetas, afirman que han desarrollado una teología completamente nueva y fundada en la desaparición de la iglesia que instituyó Cristo. Su Jesucristo es otro, su evangelio es otro y su Espíritu Santo es otro. Consideremos algunas de sus creencias:

1. La doctrina acerca de Dios

Los mormones creen en muchos dioses, “estos dioses se hallan en orden progresivo, algunos en una etapa más adelantada que otros”. Enseñan que el mismo Dios una vez fue hombre y que los hombres pueden llegar a ser dioses. Rechazan la espiritualidad de Dios, pues afirman que Dios Padre posee un  cuerpo de carne y hueso, tangible como un hombre. [13]  

En “El discurso del rey Follet”, páginas 8-10, José Smith dice: “Dios fue una vez como nosotros somos ahora, en un hombre exaltado que está  sentado en  el trono de los cielos más lejanos… Digo que si lo vieran hoy, lo verían como  a un hombre, con una forma como la de ustedes, con todo lo que es la persona, la imagen y la forma misma del hombre. Les  voy  a decir cómo llegó a ser Dios. Hemos imaginado y supuesto que Dios  fue Dios desde la eternidad. Voy a rechazar esa idea y quitar el velo para que ustedes puedan ver… El fue una  vez  un  hombre  como nosotros… Vivió en la tierra, tal como lo hizo  Jesucristo … Ustedes tiene  que  aprender  a  ser  dioses, y a ser reyes y sacerdotes para Dios, tal como lo han  hecho todos los dioses antes que ustedes”. 

Dice Smith en el “Periódico del discurso, 6:5: “En  el  principio,  el  jefe  de  los  dioses  convocó  a un concilio de dioses; entonces  se  reunieron  y  tranzaron  un plan para crear y poblar al mundo y habitarlo”.

La Biblia enseña que hay un solo Dios, que es espíritu y que es eterno (Judas 25; Juan1:1; 4:24). Aunque el Nuevo Testamento menciona los dioses e ídolos de los paganos, señala claramente que son falsos y sin valor. “Sabemos que un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un Dios” (1 Corintios 8:4).

2. Cristo

Aunque los mormones aseveran que Cristo es divino, “el Señor Omnipotente”, “el Padre Eterno” y “el Hijo de Dios”, su definición de estos títulos  es muy diferente de la de la doctrina ortodoxa. Creen que es “el Hijo literal y personal en la carne de ese Ser exaltado que es Dios nuestro Padre”. [14] Insinúan que el Padre le engendró literalmente en la eternidad, de la misma manera como somos engendrados nosotros, siendo Dios un ser corporal y teniendo una esposa celestial. En tono irónico razonan: “Cuando se cree que Dios es impersonal, increado, incorpóreo, incomprensible, desconocido, no es posible aceptarle como el Padre literal de Cristo”. [15]

Citan Colosenses 1:15, que Cristo fue el “primogénito de toda creación” y Romanos 8:29, el “primogénito entre muchos hermanos”, para indicar que Él era solamente uno de los “hijos espirituales del padre” que “nacieron en estado pre-terrenal”. [16]

Según el profeta Brighan Young, al igual que el ser celestial, el Cristo humano fue engendrado por la intervención física del Padre, en Nazaret: “El no fue engendrado por el Espíritu Santo…Jesús, nuestro hermano mayor fue engendrado por la misma persona que estuvo en el huerto del Edén, el cual es nuestro Padre en el cielo” (periódico de discurso, tomo 1, págs. 50-51).

Aunque los seguidores de Smith dicen creer en la divinidad de Jesús, para ellos Él es meramente una criatura exaltada. Aunque le llaman “creador “, afirman que la materia es eterna (Doctrinas y convenios 93:33) y que Cristo era solamente uno de los varios dioses que participaban en reunir y coordinar  lo que era la materia preexistente para formar la tierra. Al usar la palabra “eterno” y “eternidad”, parece que se refieren solo a un tiempo antes de la formación del mundo, pero no a lo que no tuvo principio ni tendrá fin, la eternidad verdadera.

3. El hombre

Según Smith, el hombre es un alma preexistente en el cielo, que toma un cuerpo al nacer en este mundo: “El hombre es un espíritu revestido con un tabernáculo… Existió eternamente”. [17] Un tratado mormón añade: “Todos los hombre vivieron en un estado pre-terrenal como hijos espirituales del Padre”.

Puesto que los mormones creen en la preexistencia del alma y la necesidad de estas almas para tomar forma humana, a fin de disfrutar poder y gozo, conviene que los hombres practiquen la poligamia. Así pueden acelerar la creación de cuerpos para la encarnación de los demás preexistentes.

La caída del hombre fue u paso necesario para que este saliera de su estado de inocencia, existiera como ser humano, se reprodujera y propagara la raza, sintiera gozo y dejara del jardín del Edén. El profeta Lehi dijo: “Adán cayó para que los hombres existiesen; y existen los hombres para que tengan gozo” (2 Nefi 2:25). Como resultado de ser redimidos por el Mesías, los hombres quedan “libres para siempre, distinguiendo el bien del mal” (2 Nefi 2:26). La cosa importante de la caída, sin embargo es, que “Adán y Eva  se hicieron mortales y pudieron engendrar hijos mortales”. [18]

En el “Libro de Moisés”,  Smith afirma que Caín, el primer asesino, fue el primogenitor y que Dios le castigó dándole una piel de color negro como señal de su maldición. Hasta 1978, los negros fueron privados de todas las “bendiciones” y “privilegios” del sacerdocio, pero en aquella fecha Dios reveló a los mormones que había levantado la maldición. Les mandó a tatar con igualdad a los negros, pudiendo llegar ellos a ser sacerdotes, en las ceremonias del templo y llegar a ser dioses. Esta oportuna revelación abre las puertas a los mormones para evangelizar a los africanos.

4. La salvación

Según El libro de Mormón, Lehi, profetizó: “El Mesías vendrá con la plenitud de los tiempos, a fin de poder redimir a los hijos de los hombres de la caída”. Y, ¿de qué otra cosa son redimidos? “Porque son redimidos de la caída, han llegado a quedar libres para siempre, distinguiendo el bien del mal, para obrar por sí mismos.” (2 Nefi 2:26).

No es una redención competa del pecador, sin embargo; es solo el medio por el cual puede resucitar física y espiritualmente de los muertos. Se encuentran obras para complementar y completar su salvación.

“La expiación de Cristo rescata a todos los hombres de los efectos de esta muerte temporal al hacer que todos resuciten y alcancen la inmortalidad… Rescata a los hombres de los efectos de la muerte espiritual si obedecen las leyes y ordenanzas del evangelio”. [19

Aunque los mormones dicen que “somos salvos por gracia”, su concepto de la gracia no es el de la Biblia:

“La gracia es simplemente la condescendencia, la misericordia y el amor que Dios tiene por sus hijos, y como consecuencia ha ordenado el Plan de Salvación para que pueda progresar y llegar a ser como El… Esta es la salvación por gracia, que va unida con la obediencia a las leyes y ordenanzas… `Sabemos que es por la gracia que nos salvamos, después de hacer cuanto podamos’” (2 Nefi 25:23). [20]   

El plan de salvación, según el mormonismo, consiste de algunos pasos: fe en Cristo (las doctrinas mormonas), arrepentimiento, bautismo por inmersión en agua, para la remisión de los pecados (administrado por alguien de sacerdocio aarónico), el recibir el Espíritu Santo por la imposición de manos, el obedecer las leyes y ordenanzas del mormonismo y el perseverar en la fe hasta el fin.

Los hombres pueden llegar a   ser dioses, pues en una etapa de su desarrollo, todos los dioses eran hombres. Estos fueron creados como espíritus en el cielo, vivieron en la tierra para recibir cuerpos y pasar por un periodo de prueba; luego fueron exaltados a la deidad. La vida humana es solo una etapa en el proceso de llegar a ser dioses.

5. El bautismo por los muertos

Los “santos de los últimos días” creen que los espíritus de predicadores muertos pueden evangelizar a los difuntos en el hades. Citan 1 Pedro 3:18,19: “Cristo… muerto en la carne, pero vivificado en el espíritu; en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados”. Los  mormones creen que el Señor estuvo predicando a los espíritus de los injustos durante los tres días que se ausentó del cuerpo, y que otros predicadores fallecidos pueden hacer lo mismo. Los difuntos injustos pueden creer y arrepentirse, pero no pueden ser bautizados, un acto imprescindible para la salvación mormona.

Entonces, ¿cómo pueden los muertos convertidos en el hades alcanzar la salvación? Basando su doctrina en las palabras del apóstol Pablo: “¿Qué harán los que se bautizan por los muertos, si en ninguna manera los muertos resucitan?” (1 Corintios 15:29), los  mormones enseñan que un mormón vivo puede recibir el bautismo en lugar de uno fallecido. Esta clase de bautismo, como los ritos especiales del matrimonio, se administran en un templo mormón (templo al cual ellos le adjudican poderes sobrenaturales).

6. La escatología

Los mormones creen que Cristo vendrá otra vez para establecer Su reino en dos capitales: la vieja Jerusalén en Palestina y la nueva Jerusalén en Independence, Missouri, EE.UU. Los judíos serán reunidos en Palestina y los mormones en Missouri; el resto de la humanidad sufrirá el juicio de Dios (Doctrinas y convenios 29:9-11). Desde las dos capitales, Jesús reinará sobre el mundo durante mil años. Será una oportunidad para la conversión de todos los que todavía no hayan aceptado el evangelio mormón.

Habrá la resurrección corporal de toda la humanidad. En el estado final, el diablo, sus ángeles y una pequeña porción de la raza humana, irán al infierno. Sin embargo, no es castigo verdaderamente eterno como la Biblia lo describe. Razonan:

“Si por predicar a los espíritus encarcelados, llevándolos a un conocimiento de la verdad y bautizándose por ellos, quedan libres de su prisión, lógicamente se infiere que el castigo futuro debe tener fin… Castigo eterno es el nombre del castigo que Dios inflige, porque Él es eterno. Por lo tanto, el que recibe el castigo de Dios padece un castigo eterno, bien sea durante una hora, un día, una semana, un año o un siglo… Según sus obras será su castigo”. [21]

Según la doctrina mormona, la salvación abarca a todos sin excepción. James Talmage afirma:
                           
“El alcance de la expiación es universal, y se aplica por igual a todos los descendientes de Adán, incluso al no creyente, al pagano y al niño que muere antes de llegar al uso de razón. Todos son redimidos de las consecuencias individuales de la caída por el sacrificio del Salvador”. [22]  

Los mormones enseñan que habrá tres cielos: el telestial, el terrenal y el celestial. Se reserva el más bajo, el telestial, para los que han rechazado el evangelio y se encontraran en el infierno cuando suceda la resurrección; el terrenal, para los cristianos que no hayan aceptado el mensaje o los mormones que no hayan cumplido los requisitos de la iglesia, y los hombres de buena voluntad, pero que todavía sean inconversos; y el celestial será para los que han tenido sellado eternamente su matrimonio y los que están en la etapa de llegar a dioses.

5. Los ritos sagrados 

Además del bautismo por inmersión, los mormones celebran la santa cena semanal, pero usan agua en vez de vino.

Realizan los ritos secretos y ceremonias más sagradas solo en sus templos: el bautismo por los muertos y el sellar el matrimonio por la eternidad. Todo mormón “digno”  (el que tiene derecho a entrar en el templo)  puede bautizar póstumamente a todos sus parientes fallecidos y aun a otros, tomando su nombre y sumergiéndose por ellos en el agua. Existen en el mundo entero solo unos treinta de estos recintos “sagrados”, uno de ellos en Santiago, Chile. Son lujosos templos sin ventanas. Si quieren sellar su matrimonio, pasan a una pieza, donde el hombre se para a un lado del altar, la mujer al lado contrario, y el sacerdote, con una breve oración, los declara marido y mujer para toda la eternidad.

Posteriormente proceden a ponerse la “ropa interior” (un traje semejante a un buzo, de piernas largas para cuando están dentro del templo, y uno de piernas cortas para todos los días), a la que atribuyen poderes especiales y protectores, razón por la cual no deben dejar de portarla nunca más. Hombres y mujeres reciben en esa oportunidad nombres secretos y, a medida que transcurren las charlas, les enseñan señales secretas que acompañan con juramentos de no revelar lo que han aprendido.

¿POR QUÉ SOMOS CRISTIANOS EVANGÉLICOS Y NO MORMONES?

1. Como cristianos evangélicos aceptamos la Biblia como la única y completa revelación de doctrina cristiana

Rechazamos los libros “sagrados” del mormonismo como invenciones del hombre que presentan muchos conceptos contrarios a las enseñanzas bíblicas. El apóstol Juan termina el último libro de la Biblia con esta advertencia: “Si alguno añade a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro; si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida…” (Apocalipsis 22:18). La Biblia proporciona una revelación completa, suficiente para informar al hombre acerca de las cosas divinas. No se necesita una revelación adicional. La totalidad de la revelación de Dios al hombre ya fue dada (2 Timoteo 3:16; Judas 4).

2. Como cristianos evangélicos creemos que Dios es espíritu y no corporal (de hueso y carne) como enseñan los mormones

En muchos versículos bíblicos se le presenta con forma humana, para acomodar la revelación divina del entendimiento humano. Se llaman antropomorfismo, es decir, atribuirle a Dios rasgos humanos. Sin embargo, la Biblia enseña que Dios es espíritu, invisible y omnipresente (Juan 4:24; 1 Timoteo 6:16; Deuteronomio 4:15; Salmo 139:7-12).

3. Como cristianos evangélicos creemos que Jesucristo es el eterno, no creado, único Hijo de Dios

Rechazamos que la expresión de Colosenses 1:15: “el primogénito de toda creación”, quiera decir que Cristo es el primer ser creado por Dios y sólo uno de sus muchos hijos. Más bien, el término se refiere a Su relación con el resto de la creación, o sea, Su rango, “para que en todo tenga preeminencia” (Colosenses  1:15-18; Salmo 89:27; Éxodo 4:22; 1 Corintios 15:23), el ser heredero de todo (Hebreos 1:2) y tener el derecho sobre todo (Apocalipsis 5:9). Tal como el hijo primogénito de una familia hebrea tenía la preeminencia entre sus hermanos y ejercía autoridad sobre ellos y recibía una doble porción de la herencia, así es la porción de Cristo en la iglesia. No se puede referir a la creación de Cristo, puesto que Él mismo es eterno y agente de la creación (Juan 1:1,2; Colosenses 1:15-19).

El Nuevo Testamento coloca a Cristo al mismo nivel que el Padre. El Verbo estuvo con Dios en el principio (Juan 1:1); era “en forma de Dios” (Filipenses 2:6); decía que Dios era su propio Padre, “haciéndose igual a Dios” (Juan 5:18). Nunca ha sido menos que Dios.

4. Como cristianos evangélicos rechazamos la preexistencia de las almas y la poligamia

En el huerto de Edén Dios creó la primera pareja, una mujer para un hombre. Aunque en el Antiguo Testamento Dios toleró la poligamia, así como la esclavitud y otros males, no la aprobaba. El Nuevo Testamento nos da la pauta, sin embargo, señalando que el hombre de Dios debe  “ser irreprensible, marido de una sola mujer” (1 Timoteo 3:2). Pablo exhorta: “Cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido” (1 Corintios 7:2).

5. Como cristianos evangélicos rechazamos la doctrina mormona de que hay matrimonio en el cielo

El Señor Jesús dijo: “Porque en la resurrección, [los hombres] ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles de Dios en el cielo” (Mateo 22:30).

6. Como cristianos evangélicos aceptamos la doctrina bíblica de que la salvación es solo por gracia de Dios (su favor inmerecido) y recibida solo por la fe

 “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obra, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8,9). “Concluimos, pues que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley” (Romanos 3:28)

El bautismo en el agua es un testimonio de que ya somos salvos; no quita “las inmundicias de la carne” sino es “la aspiración de una buena conciencia hacia Dios” (1 Pedro 3:21). Las buenas obras son los frutos de la salvación, la evidencia de que somos hijos de Dios (Romanos 8:14).

7. Como cristianos evangélicos rechazamos la noción mormona de que la salvación es universal, que no habrá castigo eterno y que hay tres cielos

El Señor Jesús mismo asevera: “E irán estos [los egoístas que son indiferentes al padecimiento de su prójimo)] al castigo eterno, y los justos a la vida eterna” (Mateo 26:46). Un cristiano evangélico comenta: “Nunca podría creer en un cielo mormón, en que hay ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda clase, y en el que los ‘exaltados’ llegarán finalmente a ser ‘dioses’ por derecho propio; ni tampoco creer en un infierno estilo mormón, en el que ‘un número que se puede contar con los dedos de una mano’ sufrirá el castigo por sus pecados”. [23]  

8. Como cristianos evangélicos no aceptamos la idea mormona de que toda persona que muere pecadora tendrá la segunda oportunidad de arrepentirse y ser salva

“Está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27).

La Biblia no enseña que haya oportunidad para que se salven los espíritus de los difuntos inconversos. Los mormones dicen que el pasaje de 1 Pedro 3:18-20: “Cristo… muerto en la carne, pero vivificado en el espíritu; en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados, los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé…” demuestra que los difuntos pueden salvarse, sino para qué fue el Señor a predicarles. Hay expositores evangélicos que creen que el Señor Jesús, en Su descenso al hades, la habitación de los muertos, proclamó Su victoria y no predicó el evangelio. Creen que el Señor descendió al hades tanto para llevar a los justos al cielo, como para anunciar Su victoria a los malos: “Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad” (Efesios 4:8). Pero el versículo 19 dice que el Señor “en el espíritu… predicó a los espíritus encarcelados”. Nótese, además, que el pasaje no dice que estos “espíritus encarcelados” estaban en prisión cuando Él les predicó. El versículo 20 aclara que no estaban en prisión cuando el Señor les predicó. Estos “espíritus encarcelados”, según el contexto de 1 Pedro 3:18-20, eran los hombres a los que Noé les predicó, y aquí Pedro nos dice que fue Cristo quien les predicó a través de Noé. Como estos hombres fueron rebeldes y rechazaron el mensaje, ahora son “espíritus encarcelados” a la espera del día del juicio.  

El versículo sobre el bautismo por los muertos (1 Corintios 15:29) parece muy oscuro y controversial sólo en la superficie. Hay quienes creen que enseña que los creyentes vivos pueden bautizarse por aquellos creyentes que fallecieron sin ser bautizados. Como mencionamos anteriormente, los  mormones enseñan que un mormón vivo puede recibir el bautismo en lugar de uno fallecido. Esta lectura, por supuesto, es totalmente contraria a la enseñanza de todo el Nuevo Testamento; se basa en un solo versículo y, por lo tanto, debe ser rechazada. La interpretación correcta de este pasaje, la que toma en cuenta el contexto en el que aparece, es la siguiente:

Cuando Pablo escribió la epístola, todos aquellos que se identificaban con Cristo sufrían persecución. Esta persecución a veces llegaba al clímax tras tomar lugar el bautismo. A menudo ocurría que los recién bautizados eran perseguidos hasta la muerte. Pero, ¿sucedía que este martirio amedrentaba a otros recién convertidos hasta el grado de negarse a ser bautizados en el nombre del Señor? ¡En lo absoluto! Siempre había nuevos reemplazos para los mártires. Al sumergirse en las aguas del bautismo, estos nuevos convertidos, en un sentido bastante real, estaban siendo bautizados por -en lugar de- los muertos que los habían precedido en el sagrado acto. Los muertos de los que habla el pasaje, son aquellos que habían sido muertos por su testimonio ante los hombres al identificarse con Cristo en el acto bautismal. El punto de Pablo aquí es que sería absurdo bautizarse -sufrir el martirio, ocupar el lugar de otros que habían sido martirizados- si no hubiera tal cosa como una resurrección de entre los muertos. Sería como estar enviando tropas de reemplazo para ocupar el lugar de un ejército que estaba luchando por una causa perdida. Si los muertos no resucitan: “¿Por qué, pues, se bautizan por los muertos?”   

9. Como cristianos evangélicos creemos que…

Dios inspiró a los apóstoles para registrar la doctrina, haciéndolos recordar lo que  Él había dicho, y guiándolos a toda verdad. Los profetas del presente no son fuentes de doctrina, sino hablan “a los hombres para edificación, exhortación y consolación” (1 Corintios 14:3). Toca a los estudiantes de la Biblia, que analizan con esmero el texto bíblico, extraer las enseñanzas y defenderlas. La Biblia proporciona una revelación completa, suficiente para informar al hombre acerca de las cosas divinas. No se necesita una revelación adicional. El buscarla es tentar a Dios. La totalidad de la revelación de Dios al hombre ya fue dada (2 Timoteo 3:16; Judas 4).


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NOTAS

1. The maze of mormonism (Vision House Publishers), pág. 166.
2. Ibid., pág. 167.
3. Ibid., pág. 168.
4. El testimonio del profeta José Smith (Salt Lake City: La Iglesia de Jesucristo de los Últimos Días, 1974), pág. 5.
5. Pomeroy Tucker, Origin, Rise and Progress of Mormonism (Nueva York: 1867)
6. El testimonio del profeta José Smith, pág. 11.
7.  Ibid.
8. J. A. Clark, Gleanings by the way (Philadelphia: 1842), pág. 12.
9.  El testimonio del profeta José Smith, págs. 20-23, 28.
10. El plan de salvación (folleto mormón), pág. 17.
11. J. Cabral, Religiones, sectas y herejías (Deerfield, FL: Editorial Vida, 1982), pág. 22.
12. Brigham Young,  Journal of Discourses, 6:299; 7: 289.
13. Anthony A. Hoekema, “Mormonismo”, en Diccionario de historia de la iglesia, pág. 757.
14. Qué piensan los mormones de Cristo, (folleto mormón), pág. 6.
15. Ibid., pág. 6.
16. Ibid., pág. 7.
17. Joseph Smith, Progress of man, pág. 75.
18. J. Widstoe,  A Rational Theology, (Deseret Publishing Company), pág. 47.
19. Qué piensan los mormones de Cristo, (folleto mormón), pág. 17.
20. Ibid., págs. 17-18.
21. El plan de salvación (folleto mormón), págs. 26-27.
22. Progress of man.
23. William Fisher, Por qué soy evangélico (Kansas City: Casa Nazarena de Publicaciones, 1961), pág. 47.

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¿Quieres saber más? Lee a continuación Los Fabricantes de Dioses:















martes, 1 de noviembre de 2011

EL ADVENTISMO DEL SÉPTIMO DÍA

¿Quiénes son los adventistas del séptimo día? Su nombre recalca la importancia que dan al próximo retorno o advenimiento personal de Cristo a la tierra, y a lo que les parece ser una obligación permanente, la de observar el séptimo día de la semana como el día de reposo.

Los adventistas se destacan por ser amantes de las buenas obras. Aman sinceramente a Dios y se abstienen de vicios y placeres mundanos. Su sede central se encuentra en Washington, D.C., Estados Unidos. Su programa misionero es impresionante y son famosos por sus obras sociales, en especial, por sus excelentes hospitales y atención médica en muchos países subdesarrollados. Cuentan con más de 3.600.000 de adeptos en todo el mundo, cuatro quintas partes de ellos se encuentran fuera de Estados Unidos. En total tienen más de 20.000 congregaciones y unos 8.000 pastores.*

Algunos estudiosos del tema de las sectas ya no califican a los adventistas como una secta. Los adventistas creen en la inspiración de la Biblia, la deidad y el nacimiento virginal de Cristo, su expiación y muchas otras doctrinas evangélicas.

Pero, aunque algunas de sus doctrinas son ortodoxas, tienen varias otras que no lo son. A continuación presentamos una lista de sus principales herejías. Estas no son todas las herejías del Adventismo del Séptimo Día, sino solo las más graves:

1. Que los que no reciban a Cristo como Salvador ahora podrán hacerlo al resucitar para el Juicio del Gran Trono Blanco.
2. La observancia del séptimo día como el día de reposo.
3. Considerar la profecía de Ellen G. White como “inspirada” y usarla para interpretar la Biblia.
4. La aniquilación de los impíos en el Lago de Fuego.
5. Redefinición de la gracia de Dios de manera de incluir las obras como parte de la redención.
6. El juicio investigativo.
7. El mal uso de la Ley Mosaica.
8. La negación de la Trinidad y de la Deidad del Espíritu Santo.
9. El considerar que solo su iglesia es la verdadera iglesia que Cristo edificó.

Conviene que cada cristiano conozca las desviadas creencias de los adventistas, y esté preparado para refutarlas.

Historia del Adventismo

Aunque se considera que la señora Ellen G. White (1827-1915) es la fundadora de los Adventistas del Séptimo Día, esta denominación es realmente la fusión de tres divisiones del movimiento milerita. El primer grupo, dirigido por Hiram Edson, en Nueva York, proclamó la doctrina del santuario, es decir, que en 1844, Jesús supuestamente entró en un lugar santísimo en el cielo, para investigar la vida de los santos, siendo ésta la última fase de su ministerio antes de regresar a la tierra. El segundo grupo, encabezado por José Bates, promulgaba la observancia del séptimo día como el día de reposo. La tercera división, inspirada por Ellen G. White, hacía hincapié del “espíritu de profecía”, o sea, “el testimonio de Jesús”, el cual se manifestaba en el “remanente” (Apocalipsis 14:6-12; 12:17; 19:10). Creía que Dios había restaurado el don de profecía a la iglesia.

Se puede afirmar que la dirigente más destacada de la iglesia -ahora unida- de los adventistas, fue Ellen G. White. Fue ella quien apoyaba las ideas de Edson, Bates y otros de los tres grupos, teniendo visiones y escribiendo prolíficamente libros y artículos.

Cuando Ellen G. White tenía nueve años sufrió un accidente, el cual la dejó con el rostro desfigurado y la obligó a dejar permanentemente sus estudios en la escuela. Estuvo enferma toda su vida. Sus padres eran metodistas devotos, pero en la década de 1840, aceptaron la predicación de Guillermo Miller, el cual predijo que Cristo volvería a la tierra en 1843, y por ello fueron expulsados de aquella iglesia. Al tener diecisiete años, la muchacha comenzó a tener visiones que confirmaron las doctrinas controversiales del adventismo.

Se puede trazar el origen del adventismo a las enseñanzas de Guillermo Miller. Alrededor del año 1830, hubo una renovación del interés por la segunda venida de Cristo. Guillermo Miller, un pastor bautista del estado de Nueva York, se dedicó al estudio detallado de las Escrituras proféticas. Anunció que había descubierto la fecha exacta del retorno de Cristo a la tierra: el 21 de marzo de 1843.

Basó su predicción sobre cierta interpretación de los capítulos ocho y nueve de Daniel, con énfasis especial en Daniel 8:14 y 9:24-27. Miller y otros, creían que las setenta semanas de Daniel comenzaron en el año 457 a.C., la fecha exacta del decreto del rey Artajerjes para reconstruir Jerusalén (Dn.9:25). Interpretando las setenta semanas como “setenta semanas de años”, o 490 años, llegaron a la fecha 33 d.C. (desde 457 a.C. al 33 d.C.). Puesto que 33 d.C. coincide aproximadamente con la fecha de la crucifixión de Cristo, los mileristas la relacionaron a Daniel 8:14: “Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas, luego el santuario será purificado”, es decir, a las setenta semanas.

Interpretaron los 2.300 días como 2.300 años basándose en Números 14: 34, donde Dios castigó a Israel diciéndole: “Conforme al número de los días, de los cuarenta días en que reconocisteis la tierra, llevaréis vuestras iniquidades cuarenta años; un año por cada día…”. Supusieron que las setenta semanas y los 2.300 días de Daniel comenzaron en la misma fecha, es decir, el año 457 a.C. Al restar los 490 años de los 2.300, llegaron a la fecha de 1843, para la segunda venida (la purificación del santuario).

Un escritor relata la reacción de la gente a la predicación de Miller:

“El anuncio de esta fecha causó tremenda agitación, y hubo quienes regalaron sus propiedades y dejaron que sus cosechas se pudrieran en los campos, y en ese gran día –el 21 de marzo de 1843– se pusieron sus túnicas blancas para la ascensión, y se sentaron a esperar el momento en que Cristo aparecería. Pero cuando el día pasó sin que sucediera nada, Miller anunció que había cometido un error en sus cálculos, y que el regreso de Cristo sería el 22 de Octubre de 1844. Una vez más hubo el consiguiente revuelo, y se hicieron los preparativos para “encontrar al Señor en el aire”. Pero, cuando pasó el día sin que viniera el Señor, miles de mileristas, o adventistas, perdieron completamente la fe en las predicciones de su líder…” [1]

El 23 de octubre de 1844, un día después de “la gran desilusión”, Hiram Edson, un seguidor de Miller, tuvo una “revelación”: Cristo había entrado el día anterior en el santuario celestial (el lugar santísimo del tabernáculo en el cielo) y no en el terrenal, para hacer una obra de purificación en él. La fecha calculada por Miller fue correcta, pero el evento predicho no se refería a la segunda venida sino al comienzo del “juicio investigador” de Jesucristo, para determinar quiénes de los muertos serian dignos de ser resucitados y para hacer la obra final de expiación.

Otros adventistas creían que la falta de observar el sábado como el día de reposo tenía mucho que ver con la demora del retorno de Cristo. Esta idea y la revelación de Edson fueron confirmadas por visiones de Ellen G. White.

Dos meses después de “la gran desilusión”, la señorita Ellen tuvo su primera visión mientras oraba con otras cuatro mujeres. “Ella pareció haber sido trasladada al cielo, donde se le mostraron las experiencias que estaban reservadas a los que fueran fieles al evangelio adventista”. [2]

“Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que ella empezara a tener otras visiones, acompañadas de extrañas manifestaciones físicas. De acuerdo a los informes de los médicos y de otros testigos, sus ojos permanecían abiertos durante estas “visiones”; dejaba de respirar, y durante estos arrobamientos, ella ejecutaba acciones milagrosas. El contenido “visiones” parecía ser el de los mensajes que ella recibía para ciertos individuos, familias e iglesias”. [3]

La predicación de Miller, antes del “día de la gran desilusión” (él se retractó de sus palabras después de aquel día), la revelación de Hiram Edson y el testimonio de la señora Ellen G. White referente a sus propias revelaciones, formaron la base doctrinal de la iglesia de los Adventistas del Séptimo Día. Ponían gran énfasis en la escatología y en la reforma de salud. Ella se convirtió en líder y profetisa inspirada de su denominación. En una conferencia en 1860, ésta adoptó el nombre de “Adventistas del Séptimo Día” y en 1863 fue organizada oficialmente.

La señorita Ellen se casó con un anciano de la iglesia, James White, en 1846. Transcurridos nueve años, se trasladaron a Battle Creek, Michigan, donde se estableció la oficina central de la organización y su prensa. La señora Ellen G. White fue una escritora muy prolífica. Aunque tenía solo tres años de estudios básicos, escribió cuarenta y cinco libros mayores y más de cuatro mil artículos, folletos y volantes. Entre sus libros se cuentan: El conflicto de los siglos, El deseado de las Edades, Testimonios para la iglesia, Profetas y reyes. “Nunca pretendió ser el líder de la iglesia, tan solo una “voz”, o “mensajero” que lleva comunicaciones de Dios a su pueblo…” [4] Sin embargo, tenía una parte decisiva en muchas de las decisiones de su denominación, como fue el traslado de la oficina central a Washington, D.C., en 1903.

Las Doctrinas Conflictivas de los Adventistas

Ya hemos mencionado que los adventistas sostienen “casi” las mismas doctrinas “esenciales” de los evangélicos. (Al parecer han abandonado la enseñanza de Ellen G. White de que el segundo macho cabrío, el cual fue soltado en el desierto en el día de la expiación del Antiguo Testamento [Levítico 16:22,26], simboliza a Satanás, sufriendo el castigo de nuestro pecados.)

En todo caso se desvían heréticamente en varias otras doctrinas cardinales. A continuación, por motivos de espacio y tiempo, consideraremos solo 3 de las controversiales doctrinas que enumeramos en la primera página de este artículo.

1. La doctrina del juicio investigador llevado a cabo por Cristo en el santuario celestial

Antes del de “la gran desilusión”, los adventistas habían interpretado “el santuario”, de Daniel 8:14, como la tierra que sería purificada por Cristo en “el día de Jehová, grande y terrible” (Malaquías3:1-5; 4:5). Cuando no apareció Cristo en la fecha anunciada por Miller, el anciano Hiram Edson reinterpretó el término “santuario”. Ya no se refería a la tierra sino a un templo celestial. Según él, existe un tabernáculo literal en el cielo, en el cual Jesús, el sumo sacerdote celestial, oficia literalmente como su contraparte solía hacer en el período del Antiguo Testamento.

Se encuentra también en el cielo un registro preparado por los ángeles, quienes observan la conducta de los hombres. Ellen G. White explica: “La sangre de Cristo ofrecida en beneficio de los creyentes arrepentidos, les asegura perdón y aceptación cerca del Padre, pero no obstante sus pecados permanecían inscritos en los libros del registro.” [5]

En 1844, Jesús entró en el santuario para examinar los registros con el fin de “determinar quiénes son los que, por su arrepentimiento del pecado y su fe en Cristo, tienen derecho a los beneficios de la expiación cumplida por él. La purificación del santuario implica tanto una obra de investigación como una obra de juicio”. [6]

Ellen G. White proporciona detalles adicionales acerca de la supuesta expiación.

“El santuario en el cielo, en el cual Jesús ahora ministra en nuestro favor, es el gran original, del cual Moisés edificó era una copia… El ministerio del sacerdote, durante el año de la primera división del santuario (terrestre)… representa la obra de ministración que Jesús comenzó después de su ascensión… Este ministerio de Cristo continuó después de su ascensión… Este ministerio de Cristo continuó por dieciocho siglos, en la primera división del santuario (celestial).

“Así como un servicio típico había una obra de expiación al final del año, antes de que la obra de Cristo por la redención humana esté terminada, hay una obra de expiación, que se tiene que hacer para que el pecado sea removido del santuario. Este es el servicio que comenzó cuando terminaron los 2.300 días. En ese momento, tal como lo había pronosticado Daniel el profeta, nuestro Sumo Sacerdote entró en el lugar santísimo… para desempeñar la obra final de su expiación, preparatoria para su venida.

“La tarea del juicio de investigación, y de perdón de pecados, ha de terminar antes de la segunda venida de Cristo. Puesto que los muertos han de ser juzgados sobre la base de las cosas escritas en los libros, es imposible que los pecados de los hombres sean borrados (o perdonados) sino hasta después del juicio, que es cuando sus casos han de ser investigados…Todos aquellos que hayan invocado el nombre de Cristo tienen que pasar por ese minucioso escrutinio”. [7]

En primer lugar, es obvio que tanto Miller como Edson no aplicaron las reglas de interpretación bíblica cuando interpretaron respectivamente Daniel 8:14, pues pasaron por alto el contexto de este versículo (8:9-13). El profeta no habla de Cristo y su venida o su obra de purificación sino del rey sirio Antíoco IV llamado Epífanes. Este se apoderó de Palestina en 175 a.C. y procuró imponer el paganismo sobre los judíos. Puesto que ellos le resistieron, se desató una encarnizada persecución para destruir la fe hebrea. Los sirios saquearon el templo y colocaron en el santuario la estatua de Zeus, convirtieron las habitaciones del templo en burdeles públicos y sacrificaron cerdos en el recinto.

Los judíos bajo el liderazgo de los Macabeos hacían la guerra contra los sirios, los derrotaron, liberaron a Jerusalén y limpiaron y re-dedicaron el templo profanado por los helenistas. (8:14).

En la visión de Daniel, un santo pregunta a otro: “¿Hasta cuándo durará la visión del continuo sacrificio, y la prevaricación asoladora, entregando el santuario y el ejército (“los creyentes en él”, Versión Popular) para ser pisoteados?” (8:13). La respuesta es: “Hasta 2.300 tardes y mañanas”. Nótese que no dice 2.300 días. Si la expresión se refiere a los dos sacrificios cotidianos suspendidos durante el tiempo de persecución, el periodo se limita solo a 1.150 días, los cuales corresponden a los años de la persecución, 168-165 a.C. Después de eso, el santuario sería “purificado” de la contaminación pagana o sería “reivindicado”, (reintegrado en su derecho) como la Biblia de Jerusalén le traduce. De manera que no se encuentra el “juicio investigador” en la Biblia.

En segundo lugar, la doctrina del juicio investigador demoraría la consumación de la obra expiatoria de Cristo en la cruz y les quitaría a los creyentes la seguridad de que ya son perdonados y salvos. Si los pecados no fueran borrados completamente sino hasta un período antes de la venida del Señor, entonces nadie podría decir con seguridad que es salvo.

Pablo afirma que “ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús “(Romanos 8:1) y Juan añade: “Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene el Hijo, tiene vida” (1 Juan 5:11,12). “Si confesamos nuestro pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestro pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9). Estos versículos enseñan que la expiación de Cristo borra el pecado en el momento del arrepentimiento.

En tercer lugar el tabernáculo de Moisés y su ritual no son más que símbolos proféticos que prefiguraban la obra de Cristo (véase Hebreos 9:23; 10:1). Las referencias al tabernáculo y sus enseres en el cielo que se hallan en Apocalipsis 1:13,20; 11:19; 21:3, aparentemente son meras figuras, pues el vidente Juan dice claramente que no habrá templo (“santuario”, V.P.) en el cielo (21:22). Expositores evangélicos consideran que el cielo mismo es como un templo, puesto que Dios morará allá con su pueblo. El término “tabernáculo” (21:3) puede traducirse “morada de Dios"(véase algunas traducciones modernas como la Biblia de Jerusalén y la Nueva Versión Internacional). La referencia al área (11:19) probablemente simbolizaba la presencia inmediata de Dios, y los candeleros representaban las siete iglesias de Asia (1:20). En el Apocalipsis se encuentra una infinidad de símbolos, los cuales no deben ser interpretados literalmente.

Sobre todo, nos parece extraño que el Señor Jesucristo tuviera que consultar durante ciento cincuenta años un registro en el cielo a fin de conocer la conducta de los creyentes. Siendo tanto hombre como Dios, éste es omnisciente y no tiene necesidad de examinar libros para saber quiénes se hallan arrepentidos de sus pecados. En cambio, los adventistas toman en serio el hecho de que los creyentes serán juzgados según sus obras, algo que algunos evangélicos tradicionales por poco pasan por alto. Aunque somos salvos solo por fe y no por obras, la fe salvadora siempre está acompañada de obras y de la “santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos12:14). La ley no es el medio de la salvación pero sí queda en vigencia como una norma moral por la cual los redimidos pueden demostrar que son hijos de Dios y vivir en una justa relación con su Creador y con su prójimo.

2. La idea de que es obligatorio observar el séptimo día de la semana como el día de reposo

Según los adventistas del séptimo día, es pecado observar el día de descanso en cualquier otro día de la semana, “porque Dios en el principio, apartó el séptimo día de la semana como un memorial perpetuo de su poder creativo”. La gran profetisa adventista comenta:

“La señal, o sello de Dios, se revela en la observancia del Sabath (reposo) en el séptimo día, el memorial de la creación del Señor… La marca de la bestia es lo opuesto de esto: la observación del primer día de la semana. Esta marca distingue a los que aceptan la supremacía de la autoridad papal, de los que reconocen la autoridad de Dios”. [8]

Ellen G. White testificó que había visto el arca en una visión del santuario celestial. Cristo levantó la tapa del arca, de modo que ella pudiera ver las tablas de piedra en que estaban escritos los diez mandamientos. Se notó que el cuarto mandamiento estaba ubicado en el centro de los diez y tenía una aureola de luz a su alrededor. [9] Felizmente, los adventistas ya no consideran a los evangélicos como seguidores de la bestia del Apocalipsis.

Los adventistas aseveran que el emperador Constantino cambió el día de reposo en el año 321 d.C., y luego en 364 d.C., el Concilio de Laodicea hizo lo mismo. Historiadores no adventistas, sin embargo, señalan que Constantino solamente sancionó legalmente la costumbre que hacía tiempo ya habían observado los cristianos.

Hay muchas citas de los escritores post-apostólicos que demuestran que los cristianos del segundo siglo observan el primer día de la semana como el día de descanso y culto. Por ejemplo, consideremos tres:

a) Ignacio, obispo de Antioquía, escribió lo siguiente en el año 110: “Los que andan en las costumbres antiguas alcanzan la novedad de esperanza, ya no observando el sábado, sino moldeando sus vidas según el día del Señor, sobre el cual se resucitó también nuestra vida”.

b) Justino Mártir (100-165): “El domingo es el día en que todos tenemos nuestra reunión común, porque es el primer día en que Dios…hizo el mundo; y Jesucristo, nuestro Salvador, resucitó en el mismo día”.

c) La epístola de Bernabé (entre 120 y 150): “Guardamos el octavo día con gozo, el día también en que Jesús se resucitó de entre los muertos”. [10]

Los evangélicos guardan el primer día de la semana en vez del séptimo por las siguientes razones:

a) El Nuevo Testamento no le da la misma importancia que da a los otros mandamientos del código mosaico. El Señor Jesús lo colocó en el mismo nivel que las leyes ceremoniales, las cuales pertenecen al antiguo pacto y son caducas. Se refirió al incidente en que David, al huir de Saúl, obligó al sumo sacerdote a entregarle los panes santos ofrecidos a Dios, panes que solo podían comer los sacerdotes. Luego explicó que “el día de reposo fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo” (Marcos 2:23-27; 1 Samuel 21:1-6). En el caso del joven rico (Marcos 10:17-21), el Señor enumera 6 de los 10 mandamientos (v. 19) luego de mencionar implícitamente los 3 primeros (v.18). En este incidente, el Señor menciona 9 mandamientos en total. El cuarto, que trata del día de reposo, es dejado fuera. El cuarto mandamiento es el único que no tiene que ver con la ley moral, eterna, de Dios: es un mandamiento ceremonial. Este mandamiento es el único que puede degenerar en un mero formalismo que no afecta la vida espiritual del ser humano. Sin él, la ley espiritual y eterna de Dios no se ve afectada en lo absoluto

Pablo también indica que ocupa un lugar entre las observancias ceremoniales:

“Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir” (Colosenses 2:16,17; comparar con Romanos 14:1-13; Gálatas 4:9-11).

En ningún lugar Nuevo Testamento, ni el Señor Jesús ni los apósteles, imponen este mandamiento a los creyentes, aunque sí enseñan muchas veces los otros nueve mandamientos. Obviamente, la visión de Ellen G. White, en la cual vio que el cuarto mandamiento era el más importante, no armoniza con las enseñanzas del Nuevo Testamento. El guardar los días de reposo es más un asunto de conciencia que una ley moral: “Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente” (Romanos 14:5).

b) Puesto que el Señor Jesús resucitó de entre los muertos el primer día de la semana, la iglesia primitiva lo guardaba como día de reunión. El Nuevo Testamento hace referencia a ésta costumbre. En Troas los cristianos se reunían para el culto “el primer día de la semana” (Hechos 20:6,7) y Pablo instruyó a los creyentes de Corinto: “Cada primer día de la semana, cada uno de vosotros ponga aparte, según haya prosperado” (1Corintios 16:2), indicando que este era el día en que los cristianos tenían por costumbre reunirse. Es lógico creer que las congregaciones levantaban ofrendas en el día de su reunión, el cual era el día domingo.

3. La doctrina del “sueño del alma” en la muerte y la de la aniquilación de los impíos

Los adventistas sostienen que al morir una persona, entra o cae en un estado de inconsciencia total; su alma está durmiendo en la tumba. Dice Ellen G. White:

“La doctrina de la inmoralidad natural, tomada en un principio de la filosofía pagana e incorporada a la fe cristiana en los tiempos tenebrosos de la gran apostasía, ha suplantado la verdad claramente enseñada por la Santa Escritura de que “los muertos nada saben”. [11]

David declara que el hombre no es consciente en la muerte:

“Pues sale su aliento [espíritu], y vuelve a la tierra; en ese mismo día perecen sus pensamientos” (Salmo 146:4).

Salomón da el mismo testimonio:

“Porque los que viven saben que han de morir, mas los muertos nada saben. También su amor, y su odio y su envidia, feneció ya; ni tiene ya más parte en el siglo, en todo lo que se hace debajo del sol…Adonde tú vas no hay obra ni industria, ni ciencia ni sabiduría” (Eclesiastés 9:5, 6, 10).

La profetisa también habla del destino de los impíos y de Satanás mismo:

“Los impíos reciben su recompensa en la tierra (Proverbios 13:31). Serán estopa, y aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos (Malaquías4:1)… “Su castigo (el de Satanás) debe ser mucho mayor que el de aquellos a quienes engañó. En las llamas purificadoras (el fin del mundo), quedan por fin destruidos los impíos, raíz y rama: Satanás la raíz, sus secuaces las ramas…Ningún infierno que arda eternamente recordará a los redimidos las terribles consecuencias del pecado.” [12]

Es interesante notar que Ellen G. White cita principalmente del Antiguo Testamento (los Salmos y Eclesiastés), para probar el sueño del alma, ignorando que la revelación de Dios es progresiva. Quedaba al Nuevo Testamento revelar claramente la vida de ultratumba.

Los principios de la hermenéutica (reglas de interpretación) exigen que se interprete el Antiguo Testamento por el Nuevo y los versículos oscuros por la enseñanza clara. El libro de Eclesiastés no es un libro de doctrina. Consiste en los pensamientos pesimistas de un individuo desilusionado con la vida y sin esperanza para el futuro. Parece que fue incluido en el canon para dar el contraste de una persona sin una revelación divina (“debajo del sol”) con los creyentes. Para tal persona, todo es “vanidad.”

Los adventistas interpretan mal ciertos términos en el Nuevo Testamento, que están traducidos “destruir” o “destrucción”. Véanse, por ejemplo, Mateo 10:28 y 2 Tesalonicenses 1:9. En Mateo, 10:28, el Señor Jesús asocia el vocablo griego apolesai (“destruir”) con Gehema (“infierno”), nombre del basural que ardía constantemente fuera de Jerusalén, donde fue echado todo lo roto, podrido e inútil. Los rabinos empleaban este término para indicar el castigo perpetuo de los impíos. Dice: “Temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.” Aunque la palabra apolesai puede significar “destrucción”, “aniquilamiento” o “muerte”, en este contexto quiere decir “entregado a sufrimiento eterno” (El léxico griego de Thayer).

De igual manera se puede interpretar la palabra griega olerthros (“perdición”) empleada en 2 Tesalonicenses 1:9: “Los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder”. Tiene aquí la idea de “ruina” más bien de destrucción. El contexto inmediato indica lo que es esta destrucción: “Excluidos de la presencia del Señor”. El castigo eterno, entonces, no se refiere a aniquilación o destrucción absoluta, sino a ser separado totalmente de la presencia divina y sufrir conscientemente en un infierno literal y sin fin.

Lecciones que Podemos Aprender Estudiando el Adventismo

1. No debemos basar doctrinas sobre profecías actuales ni interpretar enseñanzas bíblicas por profecías en la iglesia

Dios inspiró a los apóstoles para registrar la doctrina, haciéndolos recordar lo que Él había dicho, y guiándolos a toda verdad. Los profetas del presente no son fuentes de doctrina, sino hablan “a los hombres para edificación, exhortación y consolación” (1 Corintios 14:3). Toca a los estudiantes de la Biblia, que analizan con esmero el texto bíblico, extraer las enseñanzas y defenderlas. La Biblia proporciona una revelación completa, suficiente para informar al hombre acerca de las cosas divinas. No se necesita una revelación doctrinal adicional. El buscarla es tentar a Dios. La totalidad de la revelación de Dios al hombre ya fue dada (2 Timoteo 3:16; Judas 4).

En el caso de Ellen G. White, vemos lo que parecía un auténtico don de profecía en una creyente sincera. Pero es obvio que sus revelaciones no están de acuerdo con la sana interpretación de la Biblia. Si Ellen G. White hubiera obedecido a la Escritura en cuanto al rol de la mujer en la iglesia (léase ¿PUEDEN SER LAS MUJERES PASTORAS Y PREDICADORAS?), habría sido un mucho mejor ejemplo para las mujeres de todos los tiempos y no sería recordada como la cofundadora de una secta. El mal que resulta cuando la mujer usurpa la autoridad dada al varón, y enseña en la iglesia, es evidente en el surgimiento de muchas sectas en las cuales las mujeres han tenido un lugar destacado. Lo que Ellen G. White fue y es para los Adventistas del Séptimo Día, es lo mismo que Mary Baker Eddy fue y es para la Ciencia Cristiana, y Helena Petrovna Blavastsky y Alice Baley son para la Sociedad Teosófica. Un escritor inspirado nos amonesta: “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios” (Juan 4:1).

2. Debemos emplear los principios de la hermenéutica para interpretar correctamente las Sagradas Escrituras

Si Guillermo Miller e Hiram Edson hubieran considerado el contexto y la situación histórica de Daniel 8:14, nunca habrían considerado ese texto como una posible fecha del retorno de Cristo. También pasaron por alto lo que había dicho Cristo sobre la imposibilidad de conocer el día o la hora de su advenimiento. Debemos recordar que se interpreta la Biblia por la Biblia y que la Biblia es el mejor intérprete de sí misma.

3. Los Adventistas del Séptimo Día son la misma herética denominación que fue tan clara y firmemente condenada por las iglesias evangélicas de los siglos XIX y principios del XX.

Son las iglesias evangélicas las que han cambiado. Los neo-evangélicos contemporáneos son incapaces de discernir la Verdad de la mentira, y son demasiado tibios para condenar el error cuando es expuesto a la luz de la Palabra de Dios. A principios del siglo XX los evangélicos que consideraban al adventismo un grupo religioso peligroso eran parte de la mayoría. En la actualidad ocurre todo lo contrario. No son, sin embargo, los adventistas quienes se han acercado a la Biblia en los últimos 50 años, son los evangélicos quienes se han alejado de ella. Si el Señor llamó dos veces a Su generación “mala y adúltera” por ser incapaz de “distinguir… las señales de los tiempos” (Mateo 12:39; 16:4), ¿cómo llamará a la nuestra?

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NOTAS

* Estas cifras son mucho mayores en la actualidad.
1. William Fisher, ¿Por qué soy evangélico? (Kansas City: Casa Nazarena de Publicaciones),
2. Ibid.
3. Ibid.
4. Ibid.
5. Ellen G. White, The great controversy (Washington, D.C.: White Publications, s.f.)
6. Ibid
7. Ibid
8. Ellen White, Testimonies for the church (Tacoma Park, Washington D.C., White Publications, s.f.)
9. W.C. Irvine, Heresies Exposed (New York: Loizeaux Brother, 1955)
10. Walter Martin, Kingdom of the cults, op. cit
11. Ellen G. de White, El gran conflicto (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1973)
12. Ibid.
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Artículos & Estudios Recomendados

Nota: Lo que nos hace recomendar estos artículos es que fueron escritos por Wes Ringer, un ex Adventista del Séptimo Día que solía enseñar la doctrina adventista. Fue durante la comparación de las creencias adventistas con Biblia, que el autor llegó a la conclusión de que muchas doctrinas en el adventismo son falsas y, posteriormente, salió de la iglesia. Wes Ringer es ahora un misionero en África.

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For English readers here is a couple of good sites to go:

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