La salvación es la liberación de un peligro o un sufrimiento. Salvar es liberar o proteger. La palabra contiene la idea de victoria, salud, o preservación. Algunas veces, la Biblia usa las palabras “salvo” o “salvación” para referirse a algo temporal, liberación física, como la liberación de Pablo de la prisión (Fil 1:19).
Pero casi siempre, la palabra “salvación” se refiere a una eterna liberación espiritual. Cuando Pablo le dijo al carcelero de Filipos lo que debía hacer para ser salvo, él se estaba refiriendo al destino eterno del carcelero (Hch 16:30-31). Jesús iguala el ser salvo con la entrada al reino de Dios (Mt 19:24-25).
¿De qué somos salvos? Somos salvos de la “ira” de Dios; esto es, del juicio de Dios por nuestros pecados (Ro 5:9; 1 Ts 5:9). Nuestro pecado nos ha separado de Dios, y la consecuencia del pecado es la muerte (Ro 6:23). La salvación bíblica se refiere a nuestra liberación de las consecuencias eternas del pecado y, por lo tanto, implica la remisión del pecado.
¿Quién realiza la salvación? Sólo Dios puede quitar el pecado y liberarnos del castigo del pecado (2 Ti 1:9; Tit 3:5).
¿Cómo salva Dios? Dios nos rescata o salva a través de Cristo (Jn 3:17). Específicamente, fue la muerte de Jesús en la cruz y Su subsiguiente resurrección lo que logró o pagó nuestra salvación (Ro 5:10; Ef 1:7). La Escritura es clara en que la salvación es el bondadoso e inmerecido regalo de Dios (Ef 2:5, 8) que sólo está disponible a través de la fe en Jesucristo (Hch 4:12).
¿Cómo recibimos la salvación? Somos salvos por la fe. Primero, debemos oír el evangelio—las buenas nuevas sobre la muerte y resurrección de Jesucristo (Ef 1:13). Después, debemos creer—confiar totalmente en el Señor Jesucristo (Ro 1:16). Esto incluye el arrepentimiento, un cambio de mentalidad acerca del pecado y de Cristo (Hch 3:19) y el confesar el Nombre del Señor (Ro 10:9-10).
Una definición de la salvación es: “La liberación, por la gracia de Dios, del castigo eterno del pecado que Dios concede a aquellos que aceptan por fe Sus condiciones de arrepentimiento y fe en el Señor Jesús”. La salvación únicamente se obtiene a través de Jesucristo (Jn 14:6; Hch 4:12), y depende permanecer en Él para su apropiación, garantía y seguridad. Lee Juan 15:1-11.
¿CÓMO SER SALVO?
¿Tienes ansias? ¿Hambre espiritual, sed espiritual? ¿Ansias de algo más en la vida? ¿Hay un vacío profundo en tu interior que parece nunca llenarse con nada, nunca estar satisfecho? Si es así, el Señor Jesús te dice: “Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás” (Jn 6:35).
¿Estás confundido? ¿Te parece como si nunca puedes encontrar el sendero o propósito para tu vida? ¿Parece como que alguien ha apagado las luces de tu sendero en la vida y no puedes encontrar el interruptor? Si es así, El Señor Jesús te dice: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn 8:12).
¿Alguna vez has sentido como que te han cerrado la puerta de la vida? ¿Has intentado abrir muchas puertas, solamente para encontrar que detrás de ellas todo está vacío y sin sentido? ¿Está buscando una entrada a una vida plena? Si es así, el Señor Jesús te dice: “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos” (Jn 10:9).
¿Otras personas siempre te defraudan? ¿Tus relaciones han sido superficiales y vacías? ¿Parece como que todos están tratando de sacar provecho de ti y estás atascado en la vida? El Señor Jesús te dice: “Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas…yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen” (Jn 10:11,14).
¿Te has preguntado qué sucede después de esta vida? ¿Está cansado de vivir tu vida por las cosas que solamente se corroen y echan a perder? ¿Alguna vez dudas de que la vida tenga algún significado o sentido? ¿Quieres creer que hay una vida eterna después de esta y que puedes vivirla después de que mueras? Jesús te dice: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente” (Jn 11:25-26).
¿Cuál es el camino' ¿Cuál es la verdad? ¿Cuál es la vida? El Señor Jesús te contesta: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Jn 14:6).
Las ansias que sientes es un hambre espiritual, y solamente puede ser saciada por Jesús. Jesús es el único que puede disipar la oscuridad. Jesús es la puerta a una vida satisfactoria. Jesús es el amigo y el pastor por el que has estado anhelando. Jesús es la vida – en este mundo y en el próximo. ¡Jesús es el camino de la salvación!
La razón por la que te sientes hambriento, la razón por la que pareces estar perdido en la oscuridad, la razón por la que no puedes encontrar significado en la vida, es por que estás separado de Dios. La Biblia nos dice que todos hemos pecado, y por tanto estamos separados de Dios (Ec 7:20; Ro 3:23). El vacío que sientes en tu corazón es por la ausencia de Dios en tu vida. Fuimos creados para tener una relación con Dios. A causa de nuestro pecado, estamos separados de esa relación. Aún peor, nuestro pecado puede hacer que permanezcamos separados de Dios por toda la eternidad — en esta vida y en la que viene (Ro 6:23; Jn 3:36).
¿Cómo puedes resolver este problema? ¡Jesús es el camino! Jesús, por nosotros, fue hecho pecado (2 Co 5:21). Jesús murió en nuestro lugar (Ro 5:8), tomando sobre Sí el castigo que nosotros merecíamos. Tres días después de dar Su vida, Jesús resucitó, demostrando Su victoria sobre el pecado y la muerte (Ro 6:4-5). ¿Por qué lo hizo? Él mismo contestó esa pregunta: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” (Jn 15:13). Jesús murió a fin de que nosotros pudiéramos vivir. Si ponemos nuestra fe en Jesús, confiando en Su muerte como el pago por nuestros pecados, entonces todos nuestros pecados son perdonados y lavados. Y así nuestra hambre espiritual será satisfecha. Las luces se encenderán. La sed se acabará. Tendremos acceso a una vida plena. Conoceremos a nuestro mejor Amigo y único buen Pastor de nuestra alma. Sabremos que tenemos vida eterna ahora y que tendremos una después de morir – ¡una vida nueva con Jesús en el cielo por la eternidad!
Recibe a Cristo como tu Salvador ahora, invoca Su nombre ahora, y hazlo todos los días y cada momento que sientas que tus dudas y temores reaparecen.
“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Jn 1:12).
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