Buscar este blog

40. UNA MUJER PECADORA—QUE RECIBIÓ EL PERDÓN DEL MAESTRO

La mujer de este estudio bíblico vivió circunstancias tan diferentes a la de la mayoría de nosotras que nos puede resultar difícil de comprender. La Biblia no nos da su nombre, simplemente la llama “una pecadora”.

Cada uno de los cuatro Evangelios enfoca la vida y el ministerio de Cristo desde un punto de vista diferente. A menudo las historias se encuentran en más de un Evangelio, pero este relato aparece sólo en el de Lucas.

Escenario y antecedentes

Poco antes del comienzo de esta historia, Jesús había resucitado al hijo de una viuda en una ciudad llamada Naín. Una gran multitud de gente le seguía.

A medida que Él y sus discípulos viajaban por Judea, las noticias acerca de sus milagros se esparcían por todas partes. Juan el Bautista estaba en prisión y le llegaron los comentarios. Así que Juan envió a dos hombres a preguntarle a Jesús si realmente Él era el Mesías. 

Jesús les dijo a los hombres que le dijeran a Juan que: “Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio” (Lucas 7:22). 

Lucas continúa con su relato: “Los fariseos y los intérpretes de la ley desecharon los designios de Dios” (Lucas 7:30). Sin embargo un fariseo llamado Simón invitó al Señor Jesús a su casa a comer. La Biblia no dice por qué hizo esto, a lo mejor quería hacerle preguntas. O quizá tenía curiosidad de ver cómo actuaría Jesús. El Señor aceptó la invitación y fue a la casa de Simón.

Una mujer pecadora viene a Jesús

Mientras Jesús estaba en casa de Simón, la mujer que Lucas sólo llama “pecadora” vino a verle. Leemos acerca de esto en Lucas 7:36-39:

36 Uno de los fariseos rogó a Jesús que comiese con él. Y habiendo entrado en casa del Fariseo, se sentó a la mesa. 

37 Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del Fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume. 

38 Y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume.

39 Cuando vio esto el Fariseo que le había convidado, dijo para sí: Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora.

Comenzando por Eva, quien fue la primera pecadora, todo el mundo ha nacido con una naturaleza pecaminosa. Además, cada una de nosotras ha pecado lo suficiente durante nuestras vidas como para que se nos pueda llamar pecadora. No obstante, la mujer que vino a Jesús en la casa de Simón tenía el sello distintivo de ser llamada “pecadora”. Parecía estar marcada públicamente como una persona especialmente mala.

[Lee también TU MARIDO ES TU HACEDOR]

Simón sorprendido por la actitud del Señor

La reacción escandalizada de Simón parece confirmar que esta mujer estaba metida de lleno en su pecado, cualquiera que este fuese. Simón no podía entender que un hombre santo como Jesús se asociara con una mujer tan pecadora. La mujer no solamente vino a ver a Jesús, sino que también le trajo un regalo, arrepintiéndose de sus pecados y llorando. Vino a Jesús buscando ayuda y Jesús aceptó su ofrenda, le perdonó sus pecados y aceptó su devoción. 

[Lee también TU MARIDO ES TU HACEDOR]

¿Por qué le costó tanto a Simón comprender? La respuesta es que Simón aún no había aceptado que Jesús era en realidad el Mesías. No podía entender que Jesús vino a la tierra para buscar y salvar a los pecadores. Simón tampoco podía entender el significado del perdón. No tenía la menor idea de la importancia de mostrar arrepentimiento. Jesús, conociendo el corazón de Simón, le contó una historia para ilustrarle sobre el amor y el perdón. La encontramos en Lucas 7:41- 43, 47:

41 Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta;

42 y no teniendo ellos con que pagar, perdono a ambos. Di, pues, ¿Cuál de ellos le amará más?

43 Respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquél a quien perdonó más. Y él le dijo: Rectamente has juzgado.

47 Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; más aquel a quien se le perdona poco, poco ama.

No sabemos qué hizo Simón después de haber escuchado la historia, pero seguramente mejoró su entendimiento acerca del perdón de Dios.

El arrepentimiento de la pecadora

¿Y qué de la mujer misma? ¿Qué hizo, y qué le dijo Jesús? Debemos examinar más de cerca su arrepentimiento. 

La Biblia dice que ella trajo consigo un frasco de alabastro conteniendo aceite para ungir los pies de Jesús. Este no rechazó esta ofrenda de amor. La mujer derramó abundantes lágrimas sobre los pies de Jesús, y luego se los secó con su propio cabello.

Imagínate la escena: su culpa le provocó pesar al entrar en la presencia de Jesús. Él la dejó llorar y demostrar su amor y después aceptó su devoción. Podríamos aprender a perdonarnos a nosotras mismas si primero nos lamentáramos por nuestros pecados y luego aceptáramos el perdón del Señor del modo que esta mujer lo hizo.

Los sollozos de la mujer y su ternura de corazón demuestran que tenía un carácter sensible. Su estilo de vida pecaminoso no la había endurecido más allá de las lágrimas. No se había convertido en una mujer fría e insensible.

La mujer debe haber estado asombrada al escuchar que Jesús defendió ante Simón su acto de devoción y arrepentimiento. Veamos las palabras finales de Jesús a la mujer en Lucas 7:48, 50:

48 Y a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados. 

50 Pero él dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, ve en paz.

La paz de la mujer justificada

Mientras Jesús le hablaba, se fue desvaneciendo de su corazón cualquier duda o temor de no haber sido totalmente perdonada. Sus palabras “Ve en paz” le otorgaron una nueva vida.

En 2 Corintios 5:17 se da esta seguridad: “Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron: he aquí todas son hechas nuevas”. El Príncipe de paz le ofreció su paz a esta mujer pecadora. Ella aceptó su oferta y recibió la paz de Dios.

Nuevamente tenemos que dejar en claro que fue la fe de la mujer lo que la salvó, y no sus lágrimas ni su ofrenda. Sus pecados le fueron perdonados por su fe en el Único que podía perdonar sus pecados.

Pensamientos finales

Tal vez al igual que esta mujer tú también necesitas pedirle perdón a Jesús. Déjeme animarte para que abandones tus pecados y le recibas como tu Salvador personal.

Si, por otra parte, tú eres como Simón el fariseo, necesitas pedirle a Dios que te ayude a comprender el perdón. Simón miraba con soberbia a la mujer debido a su estilo de vida pecaminoso, así que le era muy difícil comprender acerca del completo perdón. Necesitamos preguntarnos si estamos dispuestas a testificar ante aquellos que consideramos que están demasiado hundidos en el pecado. ¿Cuál es nuestra reacción cuando alguien nos dice que desea hablar con nosotras sobre el arrepentimiento, o efectivamente se arrepienten de su pecado?

Jesús le permitió a esta mujer demostrar su arrepentimiento. Luego le perdonó sus pecados. También le enseñó al fariseo Simón acerca del perdón. Como creyentes en Jesucristo, debemos parecernos cada vez más a nuestro Señor. A fin de ser como Cristo, necesitamos aprender y aplicar en nuestras vidas ambas lecciones: el arrepentimiento de nuestros propios pecados y el perdón a aquellos que pecan.

Temas de discusión

  • ¿Cómo reaccionaron los fariseos ante la enseñanza de Jesús?
  • Describe lo que hizo esta mujer cuando vino a la casa de Simón 
  • ¿Por qué le era tan difícil a Simón comprender la reacción de Jesús ante esta mujer?
  • ¿Qué lecciones importantes enseñó Jesús a través de esta historia? 
  • Menciona una forma en la que tu vida podría mejorar gracias a las lecciones de esta historia.

[Lee también TU MARIDO ES TU HACEDOR]