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38. UNA MUJER CON FLUJO DE SANGRE—ENCONTRÓ AL MÉDICO DIVINO

 A veces tomamos ligeramente el tema de nuestra salud. ¿Cuándo fue la última vez que le diste gracias a Dios por tu salud? Aunque yo he estado enferma a menudo, me agrada sentirme bien. A lo mejor por esa razón me identifico con las mujeres de la Biblia que tenían dolencias físicas.

La mujer con hemorragia

La historia de este capítulo trata de una mujer que había tenido hemorragias durante doce años. Ella había visto a muchos médicos pero nadie había podido hacer nada por ella. Para peor, la búsqueda de un tratamiento le había costado mucho dinero.

Pero un día todo cambió; conoció a Jesús. Él no sólo la sanó, sino que la elogió públicamente por su fe.

Antecedentes de esta historia

¿Puedes imaginarte a esta mujer? Probablemente parecía débil, cansada y desalentada. Es casi seguro que estaría mal vestida puesto que había gastado muchísimo dinero en sus infructuosos tratamientos.

Los cuatro primeros libros del Nuevo Testamento—los Evangelios—nos cuentan de la vida y ministerio del Señor Jesucristo mientras vivió en la tierra. La historia que estamos estudiando ahora, la encontramos en tres de los cuatro Evangelios: Mateo, Marcos y Lucas.

No sólo le cambió el Señor la vida de esta mujer, sino que el tratamiento del problema de la mujer produjo una fuerte impresión a los discípulos. La Biblia describe la situación de la mujer en Marcos 5:25-26:

25 Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre,

26 Y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor.

Aún Lucas, quien era médico, en su relato de la historia, admite que los médicos no la habían podido curar (Lc. 8:43). Es muy duro para un médico reconocer que no hay nada que la medicina pueda hacer para curar a una persona enferma.

En Levítico 15:19-33 leemos las leyes que Dios les dio a los israelitas referente a lo que las mujeres podían o no hacer cuando estaban sangrando, ya sea por su menstruación normal, por una situación posparto o debido a una condición ginecológica de hemorragia crónica. Esta última parece haber sido la situación de la mujer de nuestro estudio. Una mujer en sus condiciones era considerada inmunda y despreciada por el resto de la sociedad hasta que pudiera ser declarada oficialmente limpia nuevamente.

En Romanos 6:14 Pablo dice: “Pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia. Jesús demostró que esto era cierto mostrándole su gracia a esta mujer. No la reprendió ni castigó por desobedecer la ley del Antiguo Testamento que le prohibía presentarse en público o tocar la ropa de otra persona.

Las mujeres de hoy disfrutan saber que no tienen que estar aisladas ni apartadas de los otros cristianos o sus familias por una condición médica que produce hemorragias. Durante la menstruación, o después de un parto, o en cualquier circunstancia de la vida, las mujeres tienen libertad de tomar la comunión, servir a Dios y disfrutar del compañerismo en la comunidad de la iglesia.

Su destacada fe

Puesto que esta mujer era considerada impura y tratada como una paria, es increíble que haya tenido el coraje tan siquiera de acercarse al Señor en medio de una multitud. Su fe era descollante.

Parecía estar guiada por un solo pensamiento y propósito: quería estar lo suficientemente cerca del Señor como para tocar su manto. Esto no sólo demuestra su fe, sino su tremenda humildad. Leemos el resto de la historia en Marcos 5:27-34:

27 Cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto. 

28 Porque decía: Si tocara tan solamente su manto, seré salva. 

29 Y enseguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote.

30 Luego Jesús, conociendo en sí mismo el poder que había salido de él, volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos? 

31 Sus discípulos le dijeron: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado?

32 Pero el miraba alrededor para ver quién había hecho esto.

33 Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad.

34 Y Él le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva; vé en paz, y queda sana de tu azote. 

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Cómo Jesús la sanó

Es interesante que primeramente Jesús la llamó “hija”. A lo mejor esto era porque ella era hija de Abraham, o sea una descendiente espiritual de Abraham. Pero es también un término usado para hacerle sentir a alguien que pertenece a nuestra familia y que es importante para nosotros. Creo que el Señor Jesús le muestra su compasión al dirigirse a ella usando esta palabra.

Cuando Jesús le dijo: “Queda sana”, la mujer debe haber sentido paz y gozo. ¡Qué diferente fue lo que dijo Jesús comparado con lo que tan tos médicos le habían dicho! La Biblia dice que ella fue sanada instantáneamente al tocar la túnica del Señor, antes que Él le hablara.

A esta altura, la multitud que seguía a Jesús debe haberse estado preguntando qué ocurría. En medio de la multitud, el Señor había preguntado quién lo había tocado. Ni siquiera los discípulos podían entender la pregunta.

A lo mejor Él quería que la mujer confesara públicamente su fe en Él. Ella demostró valentía al meterse entre la multitud y seguir al Señor. Pero mostró mucho más coraje al admitir que ella era quien había tocado la ropa de Jesús al postrarse ante sus pies.

La Biblia dice que la mujer le contó su historia al Señor. Por supuesto que Jesús sabía todo acerca de ella. Pacientemente la escuchó. El Señor Jesús quiere que le contemos nuestras preocupaciones, aun cuando Él ya las conoce. Ahora con respecto al proceso de la sanación, ¿no es interesante ver cómo Jesús habló y dio su palabra? Hay tanto poder en la Palabra de Dios, ya sea escrita o hablada. Recuerda la historia de la creación y cómo Dios simplemente habló y al hablar creó todo lo que hoy existe.

Jesús se compadece

Otro increíble aspecto de este relato es que cuando esta mujer se encontró con Jesús, Él estaba yendo a la casa de Jairo a curar a su joven hija. Jesús tendría su mente enfocada en lo que tenía que hacer, pero fue sensible a la necesidad de esta mujer. Así como tuvo tiempo para la compasión en esta oportunidad, Él también tiene tiempo para compadecerse de nosotras.

Marcos 5:32 dice que Jesús supo quién era esta mujer simplemente mirándola. Naturalmente que ella debe haber tenido miedo. Ella había tratado de hacer algo callada y secretamente, pero Jesús lo había convertido en algo público. Quizás quería que toda la gente viera y supiera que ella estaba limpia y podía convivir abiertamente entre ellos. El Señor le dijo que se fuera en paz.

Pensamiento finales

La Biblia afirma con claridad que lo que sanó a esta mujer fue su fe. No fue sanada por haber tocado el manto de Jesús. Alguna gente tiene un concepto equivocado. Creen que si pueden tocar un objeto sagrado o tomar agua “bendita”, Dios realizará un milagro. Efesios 2:8-9 aclara que la salvación no se obtiene por medio de buenas obras que podamos realizar. Tampoco recibimos ningún mérito ni beneficio especial por hacer tal o cual cosa: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. No por obras, para que nadie se gloríe”.

La curación de la mujer se produjo porque ella tuvo fe en el Señor Jesucristo. Hebreos 11:6 dice: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios”.

Piensa por un momento en ti misma. Cuando Dios te mira, ¿ve Él tu fe? ¿Puedes tú ser tan honesta y tan abierta como lo fue esta mujer? Espero que sí. Entonces tú también podrás ver a Dios obrando poderosamente en tu vida.

Temas de discusión

  • Menciona tres características que esta mujer demostró en su vida.
  • Nombra tres características que demostró el Señor Jesús. 
  • ¿Por qué crees que Jesús hizo público un encuentro tan privado? 
  • ¿Qué fue lo que curó a esta mujer: su fe, la acción de Jesús, o el haber tocado la ropa de Jesús?
  • Esta historia se cuenta en tres de los cuatro Evangelios (Mt. 9:20-22; Mc. 5:25-34; Lc. 8:43-48). ¿Por qué crees tú que se repite?

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