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25. LA VIUDA ENDEUDADA—FUE BENDECIDA PORQUE OBEDECIÓ POR FE

El cuidado de Dios para con las viudas y los huérfanos

La Biblia tiene mucho que decir acerca de las viudas. Ya sea que se las mencione o no, las viudas son una preocupación para Dios. Muchos versículos hacen severas advertencias a cualquiera que de cualquier forma le haga daño a una viuda.

Cuando Dios dio sus leyes a los israelitas, estableció reglas específicas respecto al bienestar y seguridad de las viudas. Muchas eran similares a las reglas acerca de los huérfanos. Por ejemplo, leemos en Éxodo 22:22-24:

22 A ninguna viuda ni huérfano afligiréis.

23 Porque si tú llegas a afligirles, y ellos clamaren a mí, ciertamente oiré yo su clamor.

24 Y mi furor se encenderá, y os mataré a espada, y vuestras mujeres serán viudas, y huérfanos vuestros hijos.

En el Nuevo Testamento, Santiago 1:27 hace un resumen sobre la forma de tratar tanto a las viudas como a los huérfanos: “La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es ésta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones y guardarse sin mancha del mundo”. 

La destituida viuda de un profeta

En este estudio bíblico, encontramos la historia de una mujer cuyo marido había amado al Señor, pero no se había podido proveer materialmente para su familia. Después de su muerte, su viuda había quedado muy endeudada y sin dinero para pagar sus deudas. Su historia comienza en 2 Reyes 4:1-4:

1 Una mujer, de las mujeres de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo, diciendo: Tu siervo mi marido la muerto; y tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehová; y ha venido el acreedor para tomarse dos hijos míos para siervos. 

2 Y Eliseo le dijo: ¿Qué te haré yo? Declárame qué tienes en casa. Y ella dijo: tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite.

3 El le dijo: Ve y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas. 

4 Entra luego, y enciérrate tú y tus hijos, y echa en todas las vasijas, y cuando una esté llena, ponla aparte.

La frase “hijos de los profetas” indica que el marido de la viuda había sido un discípulo de Eliseo. Por esta razón la mujer se sintió en libertad de pedirle ayuda a Eliseo. No sólo tenía problemas por sus deudas, sino que también había sido amenazada con perder a sus hijos, que serían tomados como esclavos del acreedor.

Eliseo era muy conocido por hacer milagros mediante el poder de Dios. Esta vez, sin embargo, le preguntó acerca de lo que ella ya tenía en su casa. Luego le dijo que actuara con fe, usando lo que tenía a mano.

Encontramos una historia similar en el Nuevo Testamento. En Juan capítulo 6 leemos que Jesús le pregunto a sus discípulos qué había disponible cuando había que alimentar cinco mil hombres. Los discípulos respondieron diciéndole que solamente tenían el almuerzo frugal de un niño. El Señor lo tomó y lo multiplicó satisfaciendo así la necesidad de la multitud.

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Eliseo instruyó a la viuda que pidiera vasijas prestadas de sus vecinos. La fe de esta mujer era extraordinaria. No leemos que haya vacilado. Hizo exactamente lo que se le dijo que hiciera. ¿Qué hubiera pasado si ella no hubiera reunido las vasijas vacías? Se habría perdido el milagro.

Milagros en secreto

Eliseo le dijo a la viuda que cerrara las puertas mientras llenaba las vasijas. A lo mejor una razón que puede haber aducido era evitar el disturbio que se habría provocado si la gente que pasaba hubiera visto cómo se multiplicaba el aceite. Si hubiera llenado las vasijas a la vista de todos, se habría convertido fácilmente en una exhibición pública. Entonces en lugar de reconocer a Dios, la gente habría considerado a la mujer como una obradora de milagros.

Así también, durante los primeros tiempos del ministerio del Señor Jesús en la tierra, cuando alguien le pedía ayuda, decía a sus discípulos que cerraran las puertas, dejando a las multitudes afuera. Luego, en la privacidad de la familia necesitada, realizaba sus milagros.

En mi vida personal, algunas de las respuestas más grandes a mis oraciones han sido aquellas en las que Dios ha satisfecho alguna necesidad secreta. Nadie más que Dios conoce mi necesidad. Cuando nadie más sabe, nadie más puede recibir el crédito. Entonces la persona que recibe el milagro debe darle a Dios todo el reconocimiento.

Mateo 6:6 parece enseñar este principio: “Mas Tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto;  y tu Padre que ve en lo secreto de recompensará en público”.

Dios le proveyó más de lo necesario

Leemos el resto de la historia en 2 Reyes 4:5-7:

5 Y se fue la mujer, y cerró la puerta encerrándose ella y sus hijos, y ellos le traían las vasijas, y ella echaba del aceite. 

6 Cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo a un hijo suyo: Tráeme aún otras vasijas. Y él dijo: No hay más vasijas. Entonces cesó el Aceite.

7 Vino ella luego, y lo contó al varón de Dios, el cual dijo: Ve y vende el aceite, y paga a tus acreedores, y tú y tus hijos vivid de lo que quede.

Además de la gran fe de la mujer, encontramos otra lección en esta historia. Aun cuando todas las vasijas estaban llenas, no asumió que el aceite fuese para ella. La mujer no se adelantó a tomar sus propias decisiones en cuanto a lo que Dios quería que ella hiciera. En cambio, fue directamente a hablar con Eliseo y a esperar sus instrucciones. Siguiendo sus indicaciones, llevó el aceite, lo vendió, y canceló sus deudas para que sus hijos permaneciesen libres. Y todavía le quedó dinero para su sustento.

¿Podemos imaginarnos la alegría que habrá tenido al poder contarle a todo el mundo cómo Dios había satisfecho sus necesidades? La viuda no tenía dudas en cuanto a que era Dios el que le había provisto. 

Dios no solo le proveyó lo suficiente como para satisfacer sus necesidades inmediatas, sino que le proveyó para el futuro. Le dio más de lo que había pedido. Esto se parece a cuando el Señor Jesús alimentó a la multitud con el almuerzo de un niño. En ese relato, sobraron doce canastas llenas.

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Pensamientos finales

El apóstol Pablo expresa lo que debe haber sentido esta viuda al ver la acción de Dios. Escribe en Efesios 3:20: “Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros”.

La próxima vez que te encuentres necesitada - independientemente de qué tipo de necesidad se trate - esta historia te hará recordar acerca de la fiel provisión de Dios para usted. Piensa acerca de estos versículos:

  • “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Filipenses 4:9). 
  • “Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra”. (2 Corintios 9:8).
  • “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Santiago 1:5). 

Aún hoy Dios realiza milagros atendiendo las necesidades de su pueblo alrededor del mundo. Tal como lo hizo en esta historia, Dios a menudo usa a sus siervos como instrumentos para satisfacer las necesidades. Es maravilloso saber que Dios oye nuestras oraciones y, como el omnisciente y Todopoderoso Dios, puede contestar nuestras oraciones de la manera que lo prometió en Mateo 7:7-8: “Pedid y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá; porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá”.

Temas de discusión

  • ¿Cuál era la situación en que se encontraba esta mujer?
  • Cómo demostró su absoluta obediencia a Eliseo? 
  • ¿Cómo satisfizo Dios su necesidad?
  • ¿Quién recibió la gloria por este milagro?
  • ¿Satisface Dios las necesidades hoy? ¿Cómo? ¿Puedes tú contar alguna experiencia en la que Dios suplió tu necesidad?
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