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20. DOS RAMERAS—DESCUBRIENDO EL VERDADERO AMOR DE MADRE

Las mujeres a menudo solemos enfrentamos con situaciones que requieren mayor sabiduría de la que tenemos. Necesitamos que la sabiduría divina nos ayude a comprender correctamente al resto de la gente. 

Dios le otorga sabiduría a Salomón 

Esta historia nos da lo que probablemente sea el más claro ejemplo de la Biblia sobre cómo Dios puede otorgar y de hecho otorga sabiduría. En el libro de 1 Reyes, se nos dice que cuando Salomón asumió como rey, temía a Dios y le servía. Dios estaba satisfecho y le dijo a Salomón que le otorgaría cualquier cosa que deseara. La conversación entre Dios y el joven rey, se relata en 1 Reyes 3:5, 9-10:

5 Y se le apareció Jehová a Salomón en Gabaon una noche en sueños, y le dijo Dios: Pide lo que quieras que yo te dé.

9 Da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande? 

10 Y agrado delante del Señor que Salomón pidiese esto.

La Biblia dice que Salomón le pidió a Dios que le diera un corazón atento para poder distinguir entre lo bueno y lo malo. Esa es la verdadera sabiduría. Dios se puso tan contento con el pedido de Salomón que no sólo le otorgó sabiduría. También le dio muchas riquezas.

Dos mujeres apelan ante el rey

En 1 Reyes 3:16-22, después de esa conversación entre Dios y Salomón nos encontramos con la historia de dos rameras que eran madres, y a quienes vamos a estudiar ahora.

16 En aquel tiempo vinieron al rey dos mujeres rameras, y se presentaron delante de él. 

17 Y dijo una de ellas: ¡Ah, señor mío! Yo y esta mujer morábamos en una misma casa, y yo di a luz estando con ella en la casa. 

18 Aconteció al tercer día después de dar yo a luz que esta dio a luz también, y morábamos nosotras juntas; ninguno de fuera estaba en casa, sino nosotras dos en la casa.

19 Y una noche el hijo de esta mujer murió, porque ella se acostó sobre él.

20 Y se levantó a medianoche y tomó a mi hijo de junto a mí, estando yo tu sierva durmiendo, y lo puso a su lado, y puso al lado mío su hijo muerto.

21 Y cuando yo me levanté de madrugada para dar el pecho a mi hijo, he aquí que estaba muerto, pero lo observé por la mañana, y vi que no era mi hijo, el que yo había dado a luz. 

22 Entonces la otra mujer dijo: No; mi hijo es el que vive, y tu hijo es el muerto. Y la otra volvió a decir: No; tu hijo es el muerto, y mi hijo es el que vive. Así hablaban delante del rey.

Es difícil imaginarse el aspecto de estas dos mujeres frente al rey Salomón. Eran prostitutas, parias de la sociedad. Normalmente no se les hubiera permitido entrar a ver al rey. Sin embargo, allí estaban las dos, declarando ambas ser la madre del niño.

Es casi seguro que Salomón habrá recordado lo que Dios le había prometido. Si hubo algún momento de su vida que necesitó la sabiduría, era este. La única evidencia que tenía era la palabra de estas dos mujeres. No había otros testigos del cambio de bebés.

Por alguna extraña razón, la mujer cuyo bebé había muerto estaba ansiosa de tener al niño que estaba vivo. Tener un niño era una evidencia de su vida pecaminosa. La muerte de su niño podía haber sido una forma sencilla de esconder su pecado. Cualquiera sea la razón, las dos madres seguían discutiendo frente al rey y sus instintos maternales se fueron perfilando con claridad.

La solución de rey

Leyendo a continuación en 1 Reyes 3:24-28, vemos cómo Dios le otorgó a Salomón la sabiduría para solucionar este problema.

24 Y dijo el rey: traedme una espada. Y trajeron al rey una espada.

25 En seguida el rey dijo: partid por medio al niño vivo, y dad la mitad a la una, y la otra mitad a la otra.

26 Entonces la mujer de quien era el hijo vivo habló al rey (porque sus entrañas se le conmovieron por su hijo), y dijo: ¡Ah señor mío! Dad a ésta el niño vivo y no lo matéis. Más la otra dijo: ni a mí ni a ti, partidlo.

27 Entonces el rey respondió y dijo: Dad a aquella el hijo vivo, y no lo matéis; ella es su madre.

28 Y todo Israel oyó aquel juicio que había dado el rey, y temieron al rey, porque vieron que había en él sabiduría de Dios para juzgar.

El rey Salomón reconoció a la verdadera madre por las palabras que pronunció; cada una descubrió su verdadera identidad. La fama de la sabiduría del rey Salomón se extendió por todo Israel. Esta breve historia se usa frecuentemente como ejemplo de la sabiduría de Salomón. Es también uno de los ejemplos más conmovedores de la puesta a prueba del amor de una madre.

No sabemos qué sucedió con las dos mujeres después de la decisión Salomón; la Biblia guarda silencio. ¿Por qué razón Dios no nos cuenta más? A lo mejor es porque, más que el destino de las mujeres, la lección que pretende que aprendamos es sobre la fidelidad de Dios para con Salomón al otorgarle la sabiduría que le había prometido.

Pensamientos finales

¿Te ha puesto Dios en una posición de liderazgo? ¿Le has pedido alguna vez a Dios que te dé sabiduría? Quizá eres madre de niños pequeños. Muchas veces por día necesitas un corazón atento para distinguir entre lo que está bien y lo que está mal. Si tienes adolescentes, ¡ciertamente necesitas pedirle sabiduría a Dios!

En Santiago 1:5-6, Dios promete dar sabiduría: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra”.

¿Por qué será que la Biblia dice que necesitamos pedir sabiduría, creyendo que la vamos a recibir? La respuesta es que el entendimiento verdadero procede de Dios y se refleja en nuestras vidas sólo cuando vivimos de un modo aceptable para Dios. El rey Salomón escribió en Proverbios 9:10 que “El temor de Jehová es el principio de la sabiduría”. “Temor” como se usa en este versículo significa reverencia hacia Dios en nuestra relación con Él. La Biblia nos dice que necesitamos depender de Dios, poner nuestra esperanza en Él. Esto es lo que hizo Salomón. Habló con Dios y obtuvo gran sabiduría de parte de Dios. 

Como mujeres cristianas, es probable que personas que no conocen al Señor como su Salvador se puedan acercar a nosotras buscando respuesta a sus preguntas y problemas. Al igual que Salomón, si buscamos la sabiduría divina, podemos testificar ante los otros que Dios puede solucionar los problemas de la vida.

Si no tienes una fe personal en Dios, entonces no puedes aspirar a obtener sabiduría divina. Para tener esa relación, debes creer en el Señor Jesucristo y aceptar su muerte en la cruz como pago por tus pecados. Efesios 2:8-9 lo explica así: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. No por obras, para que nadie se gloríe”.

Después de aceptar el regalo de la salvación; entonces podrás pedirle a Dios la sabiduría que necesitas día tras día. También podrás pedirle la sabiduría que necesitas para tratar con quienes te piden consejo y ayuda.

Temas de discusión

  • ¿Cuál crees que fue el propósito de Dios al incluir esta historia en la Biblia?
  • ¿Cómo recibió Salomón la sabiduría que tenía?
  • ¿Es correcto pedirle a Dios esta clase de entendimiento en tu vida? Cita el versículo de la Biblia en el que Dios promete otorgar sabiduría.
  • ¿Cuál es el límite al que puede llegar el amor de una madre?
  • ¿Recuerdas alguna vez que la sabiduría de otra persona fue de ayuda para ti? ¿Puedes recordar alguna vez que hayas podido darle consejo sabio a otra persona?