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viernes, 11 de octubre de 2024

EL MAYORDOMO INFIEL

La Parábola del mayordomo infiel se encuentra en Lucas 16:1-13. El texto puede dividirse en dos partes: la parábola (Lc 16:1-8) y la aplicación (Lc 16:9-13). Lucas 16:1 identifica a los discípulos del Señor Jesús como los receptores primarios, pero hay una sugerencia de que Su audiencia es mixta: discípulos y fariseos. Lucas 16:14 dice que: “Y oían también todas estas cosas los fariseos, que eran avaros, y se burlaban de él [Jesús]”. Vemos en Lucas 16:1 que el Señor les dice también a los discípulos; el vocablo “también” sugiere que esta parábola está conectada con las tres anteriores en Lucas 15, y que la audiencia era una multitud mixta de discípulos y fariseos.

Es importante saber a quién se dirige el Señor con esta parábola. La parábola es para el beneficio de los discípulos, pero también hay una crítica no muy sutil a los fariseos, como se evidencia en Lucas 15. Lucas 16:14 es el comentario de Lucas sobre la motivación de los fariseos, y en el siguiente versículo (Lc 16:15) vemos a nuestro Señor condenar sus motivos. ¿Y cuál era la motivación de los fariseos? Son “amantes del dinero” [avaros] y quienes “se justifican ante los hombres” y quienes exaltan lo que es una “abominación delante de Dios”.

Con esto, como trasfondo, veamos la parábola. 

Es una parábola bastante sencilla, aunque poco ortodoxa del repertorio del Señor. La historia es simple, pero el escenario es inusual. En la mayoría de las parábolas del Señor, el protagonista representa a Dios, a Cristo o a algún otro personaje bueno. En esta parábola, los personajes son todos perversos: el mayordomo y el hombre cuyas posesiones administra son personajes impíos. Esto debería alertarnos sobre el hecho de que el Señor no nos está exhortando a imitar el comportamiento de los personajes, sino que está tratando de exponer un principio más profundo.

La parábola comienza con un hombre rico (el amo) que llama a su mayordomo para informarle que lo despojará de su responsabilidad por mal manejo de sus recursos. Un mayordomo es una persona que maneja los recursos de otra persona. El mayordomo tiene autoridad sobre todos los recursos del dueño y puede hacer negocios en su nombre. Esto requiere el mayor nivel de confianza en el mayordomo. Ahora bien, es posible que a esta altura de la parábola no sea evidente (pero se hace más evidente más adelante), que el señor (el amo) no está al tanto de la deshonestidad del mayordomo. Al mayordomo se le está despidiendo por una aparente mala gestión, no por fraude. Esto explica por qué puede hacer algunas transacciones más antes de ser despedido y por qué no es inmediatamente expulsado a la calle o ejecutado.

El mayordomo, al darse cuenta de que pronto se quedará sin trabajo, hace algunas negociaciones astutas a espaldas de su señor al reducir la deuda que varios de los deudores de su señor a cambio de que lo ayuden a sobrevivir cuando finalmente el sea echado a la calle. Cuando el señor se entera de lo que ha hecho el mayordomo infiel, lo elogia por su “astucia” (por haber hecho sagazmente).

En Su aplicación de la historia en los versículos restantes, el Señor Jesús comienza diciendo: “Los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de luz” (Lc 16:8). 

El Señor está estableciendo un contraste entre los “hijos de este siglo” (es decir, los incrédulos) y los “hijos de la luz” (creyentes). 

Los incrédulos son más sabios en las cosas de este mundo que los creyentes en las cosas del mundo venidero. El mayordomo injusto, una vez que supo que estaba a punto de ser despedido, maniobró para cobrar algo de dinero rápido, engañar a su señor (quien más que probablemente estaba engañando a sus clientes) y hacer amigos entre los deudores de su señor, quienes entonces estarían obligados a tenderle una mano una vez que perdiera su trabajo.

¿Qué tiene que ver esto con los creyentes siendo sabios sobre la vida venidera? Veamos el versículo 9: “Y yo os digo: Ganad amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando estas falten, os reciban en las moradas eternas” (Lc 16:9). El Señor Jesús alienta a Sus seguidores a ser generosos con Su riqueza en esta vida, para que en la vida venidera sus nuevos amigos los reciban “en las moradas eternas”. Esto es similar a la enseñanza del Señor sobre la riqueza en el Sermón del Monte, donde Él exhorta a Sus seguidores a acumular tesoros en el cielo (Mt 6:19-21).

El término riquezas injustas parece impresionar a los lectores de manera incorrecta. Pero el Señor no está diciendo que los creyentes deben obtener riquezas injustamente y luego ser generosos con ellas. “Injusto” en referencia a la riqueza puede referirse a: 1) los medios para adquirir riqueza; 2) la forma en que uno usa la riqueza; o 3) la influencia corrupta que la riqueza puede tener y que a menudo lleva a las personas a cometer actos injustos. Dada la forma en que el Señor emplea el término, la tercera explicación parece la más probable. La riqueza no es inherentemente mala, pero el amor al dinero puede llevar a todo tipo de pecado (1 Ti 6:10).

Entonces, el principio que el Señor Jesús está tratando de transmitir es uno de un mayordomo fiel [justo], en lugar de uno infiel [injusto]. El mayordomo infiel ve los recursos de su señor como un medio para su propio disfrute y avance personal. En cambio, el Señor Jesús quiere que Sus seguidores sean mayordomos fieles, justos y rectos. Si entendemos el principio de que todo lo que poseemos es un regalo de Dios, entonces nos damos cuenta de que Dios es el dueño de todo y que nosotros somos Sus mayordomos. Como tal, debemos usar los recursos del Señor para promover los objetivos del Señor. En este caso específico, debemos ser generosos con nuestra riqueza y usarla para beneficiar a los demás.

Luego, el Señor Jesús continúa expandiendo en los versículos 10-13 el principio dado en el versículo 9. Si uno es fiel en lo “poco” (es decir, “riquezas injustas”), entonces será fiel en lo mucho. De manera similar, si uno es deshonesto en lo poco, también será deshonesto en lo mucho. Si no podemos ser fieles con la riqueza terrenal, que ni siquiera es nuestra para empezar, ¿cómo podemos ser confiados con “lo verdadero” [las verdaderas riquezas?]. “Lo verdadero” aquí se refiere a la administración y responsabilidad en el reino de Dios junto con todas las recompensas celestiales correspondientes.

El clímax de la aplicación del Señor es el versículo 13: “Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas” ((Lc 16:13; ver también Mt 6:24). 

Si Dios es nuestro Señor, entonces la riqueza que administramos aquí en la tierra ahora (que, en realidad, es Suya) estará a Su disposición. En otras palabras, el mayordomo fiel y justo cuyo Señor es Dios empleará esa riqueza en la extensión del reino de Dios.

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