A través de todo el mundo, las mujeres se
están imponiendo como nunca antes en la historia de la humanidad. Las mujeres
están conquistando los que hasta hace un siglo atrás siempre se habían
considerado trabajos y funciones que sólo los hombres podían realizar. Hay una
creciente aceptación de las mujeres en los más altos niveles de liderazgo en
los negocios, el gobierno, y la religión. Sólo el Señor le podría haber dado a
Juan, 1.900 años atrás, una visión que tan acertadamente describe nuestro día:
una mujer en control... de la bestia.
Nota: Este artículo (un comentario versículo por versículo de Apocalipsis 17) no está basado en el libro homónimo de Dave Hunt. Este autor, basándose en la tradición protestante heredada de la Reforma, arguye en su libro que "la madre de las rameras" (v.5) descrita aquí es la Iglesia Católica. Nuestra posición es que la Iglesia Católica está incluida en dicha designación; es parte de ella, pero no es exclusivamente ella. En Mateo 13:33 el Señor asemeja a los falsos maestros religiosos a una mujer, y a la levadura que ella esconde en la harina, a la falsa enseñanza de estos. Creemos que el Señor es consistente. La ramera descrita aquí es una síntesis y un símbolo de todos los falsos maestros religiosos (ver 1 Timoteo 2:12; 2 Timoteo 3:13). Ella representa todas las falsas religiones, incluida la católica. La harina simboliza la santa Palabra de Dios, corrompida por todos los falsos maestros y falsos profetas.
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APOCALIPSIS 17:1-18
Apocalipsis 17 es un pasaje parentético. Ha
sido insertado entre el anuncio de la destrucción literal de Babilonia (Ap.
16:17-21) y la descripción de esa destrucción (Ap. 18:1-24) con el fin de
explicar la relación y de contrastar el fin de la Babilonia mística y la
literal. El cumplimiento de la visión ocurrió a la mitad de la Semana
Septuagésima. Esto es evidenciado por el hecho de que los diez reyes le dan su
poder y autoridad a la Bestia en este momento y, acto seguido, se vuelven
contra la Gran Ramera y la destruyen para que la adoración a la persona de la
Bestia pueda ser establecida sin impedimentos ni alternativas de ninguna clase.
v. 1 - Vino entonces uno de los siete ángeles que
tenían la siete copas, y habló conmigo diciéndome: Ven acá, y te mostraré la
sentencia contra la gran ramera, la que está sentada sobre muchas aguas –
El texto no especifica cuál de los siete ángeles es el que habla con Juan, pero
no es equivocado suponer que es el mismo ángel que arroja el contenido de la
séptima copa. Este ángel es el revelador de uno de los enigmas más importantes
de todo el libro de Apocalipsis. “Ven acá” (deûro),
le dice el ángel a Juan. El vocablo usado es un adverbio que sugiere urgencia.
Equivale a decir: “¡Ven!” “¡Aquí!”. “Y te mostraré”. El verbo “mostrar” (deíxo) aparece ocho veces que en el
Apocalipsis, y en cada una de ellas la interpretación involucra a un ángel (Ap.
1:1; 4:1; 17:1; 21:9, 10; 22:1, 6, 8). “La condena”, como traduce la Reina-Valera
1909 la palabra griega kríma, es más
exacta en su significado que “sentencia”. Condenación
se refiere tanto a un veredicto judicial como a la ejecución de dicho
veredicto. Esta es “la” condenación de la Ramera. La condenación final es el
tema de este capítulo. La Gran Ramera es el sujeto de dicha condenación. La
condenación final de la Ramera es mencionada nuevamente en Apocalipsis 19:2.
Allí se nos dice que Dios la ha condenado porque ella es culpable de la muerte
de Sus siervos. Esta idea nos retrotrae a Apocalipsis 6:10. Los mártires del
quinto sello le preguntan a Dios cuánto tiempo más tendrán que esperar para que
Dios vengue sus muertes. Los impíos moradores de la tierra fueron los que
derramaron la sangre de los mártires. La misma palabra, vengar, es usada en
Apocalipsis 19:2. Allí se nos dice que la Ramera es la que ha derramado la
sangre de los mártires. Esto establece un vínculo entre los moradores de la
tierra y la Ramera, que es quien los corrompió con su fornicación. Esta última
idea es enfatizada por la última frase del versículo, que dice: “La que está
sentada sobre muchas aguas”. La mayoría de los exegetas y eruditos concuerdan
en que la figura de “sentarse sobre” sugiere que la Ramera ejerce dominio,
control, soberanía. En Apocalipsis 17:5 el ángel le revela a Juan que: “Las
aguas que has visto donde la ramera se sienta, son pueblos, muchedumbres,
naciones y lenguas”. Es decir, la Gran Ramera posee un vasto control sobre un
extenso sector de la humanidad. El hecho de que la Ramera se sienta al mismo
tiempo “sobre muchas aguas” y “sobre una bestia escarlata” (Ap. 17:3) sugiere
que posee poderes que escapan a la comprensión humana. Por un lado controla
pueblos y naciones y, por el otro, controla también a la Bestia (aunque por
breve tiempo). ¿Quién es esta Ramera? ¿Qué representa? Entre los eruditos no
hay acuerdo alguno a la hora de identificar a la Ramera. Sin embargo, es
imprescindible identificarla correctamente si deseamos entender el mensaje que
el capítulo contiene para nosotros.
v. 2 - con la cual han fornicado los reyes de la tierra, y los moradores de la
tierra se han embriagado con el vino de su fornicación - La primera parte de este versículo: “con la
cual han fornicado los reyes de la tierra” indica que Juan está cumpliendo la
misión recibida en Apocalipsis 10:11, de profetizar contra “los reyes”. Los reyes de la tierra son acusados de
fornicar con la Gran Ramera. Bajo la metáfora de inmoralidad sexual, Juan
declara que los reyes de la tierra y la Gran Ramera han cometido actos que
traicionan los votos de matrimonio que ella y ellos ha hecho previamente.
Cuatro veces en el Apocalipsis (17:2, 18:3, 18:9, 19:2) es mencionado el
rompimiento de los votos matrimoniales por parte de la Ramera y por parte de
los reyes de la tierra. La Ramera también es acusada de haber “corrompido a la
tierra con su fornicación” (Ap. 19:2). “Corromper” (phtheiro) significa “causar la ruina moral de alguien”. Es decir,
la Gran Ramera ha causado la ruina moral de los reyes de la tierra por el hecho
de haberlos guiado a servir a la Bestia.
El segundo grupo
que ha sido influenciado por los actos inmorales de la Ramera son “los
moradores de la tierra”, quienes “se han embriagado con el vino de su
fornicación”. Repetidamente hemos visto a través del Apocalipsis que la frase
“los moradores de la tierra” es un tecnicismo que se refiere a aquellas
personas que son hostiles hacia Dios y Su pueblo. El griego no es precisamente
idéntico a otros pasajes, pero el significado es el mismo (Cooper). La
fornicación entre la Gran Ramera y los reyes de la tierra ha influenciado
negativamente a “los moradores de la tierra” a un grado alarmante. La poderosa
influencia negativa se describe como intoxicante. La idolatría y la exaltación
carnal ha viciado hasta tal punto el pensamiento, la conducta y las creencias
de los habitantes de la tierra que los ha hecho perder el control de sí mismos
por encima y en contra de todo lo revelado por Dios. El texto sugiere que los
reyes de la tierra se unieron voluntariamente con la Gran Ramera, y que al
hacerlo forzaron a los moradores de la tierra a hacer lo mismo, quienes
perdieron toda independencia y libertad de pensamiento y conducta. En otras
palabras, los líderes de las naciones pagaron los deleites (Ap. 18:9) vividos
con la Ramera cediéndole a ella sus propios pueblos como esclavos (Ap. 18:13d).
v. 3 - Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada sobre
una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y
diez cuernos – El apóstol Juan es transportado
espiritualmente al desierto. El sustantivo espíritu (pneúmati) se refiere al espíritu de Juan, no al Espíritu Santo
(Carballosa), por lo tanto debiera estar escrito con minúscula en las versiones
bíblicas. En Apocalipsis 12:14, la Mujer simbólica del remanente piadoso de
Israel es llevada al desierto para ser protegida por Dios. En Apocalipsis 17:3,
la Gran ramera está en el desierto. Juan es llevado al desierto para que
contemple en detalle las características de la Gran Ramera.
La Ramera esta “sentada sobre una bestia
escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez
cuernos”. La “bestia escarlata” es más similar al Dragón de Apocalipsis 12:3
que a la Bestia que sube del mar en Apocalipsis 13:1. En Apocalipsis 12:3 el
Dragón es descrito como “escarlata”, con “siete cabezas y diez cuernos, y en
sus cabezas siete diademas”. En Apocalipsis 13:1 la Bestia que sube del mar es
descrita teniendo “siete cabezas y en sus cuernos diez diademas; y sobre sus
cabezas un nombre blasfemo”. En el versículo siguiente (Ap. 13:2) la Bestia es
descrita como: “semejante a un leopardo, y sus pies como de oso, y su boca como
de león”. Aquí, en Apocalipsis 17:3, la Bestia aparece “llena de nombres de
blasfemia” y tiene “siete cabezas y diez cuernos”. Ni las siete cabezas ni los
diez cuernos poseen diademas. En Apocalipsis 12:3 el énfasis está puesto en el
Dragón y en los siete imperios históricos que controló. En Apocalipsis 13:1 el
énfasis está puesto en los diez reyes controlando el antiguo territorio de los
imperios Babilonio, Medopersa y Griego.
En esta coyuntura de Apocalipsis 17:3 es la Ramera quien ejerce control sobre
la Bestia. La Ramera reina aquí. El hecho de que la Ramera está sentada sobre
la Bestia apoya esta tesis y explica por qué es llamada “ramera”: ha buscado
ser sostenida por el más grande y promisorio poder político y ha recibido de él
una aparente posición dominante. Que la bestia es un poder político promisorio
es evidenciado por el hecho de que ni sus cabezas ni sus cuernos tienen
diademas. Esto, además, indica inequívocamente que Apocalipsis 17 es un pasaje
parentético anterior a Apocalipsis 13:1-18.
Nótese la relación que existe entre el
Dragón, la Bestia y la Ramera. A los tres se los relaciona con el color
escarlata (Ap. 12:3; 17:3, 4). El color escarlata era muy popular en tiempos
del imperio romano y era emblemático de lujo y esplendor arrogante
(Carballosa/Rienecker). De modo que la Gran Ramera se caracterizará por su
influencia tanto sobre los gobernantes de las naciones como sobre los
habitantes de la tierra en general. Además, se destacará por su opulencia.
Exhibirá grandes riquezas y con ellas controlará a muchos pueblos y,
brevemente, dominará al que será la base del poder imperial del Anticristo.
“Llena de nombres de blasfemia” (gémonta onómata blaspheimías). El
vocablo “llena” (gémonta) es el
participio presente, voz activa, neutro, acusativo, plural de gémo, que significa “estar lleno”. Dicho
participio califica al sustantivo “bestia” (theiríon),
que en el texto griego es neutro. El participio presente sugiere un estado
continuo (Carballosa). Una de las características esenciales de la Bestia es su
blasfemia. En Apocalipsis 13:1, los nombres de blasfemia aparecen sobre las
siete cabezas de la Bestia, pero aquí, en Apocalipsis, todo su cuerpo está
cubierto de blasfemias. Dichas blasfemias tienen que ver con el hecho de que la
Bestia se alza contra Dios y se opone a su autoridad. Su propósito es hacer que
los hombres adoren al Dragón/Satanás a quién él representa en la tierra. Es
importante recalcar la diferencia que existe entre la Ramera y la Bestia. La
Bestia, como vimos en nuestro análisis de Apocalipsis 13, representa al
Anticristo, a la entidad satánica que lo gobierna y al su imperio. La Ramera
será identificada más adelante (Ap. 17:5).
La Bestia que transporta o sostiene a la
Ramera “tenía siete cabezas y diez cuernos”. Ya hemos visto las similitudes y
diferencias entre esta Bestia de Apocalipsis 17:3, y las de Apocalipsis 13:1, 2
y 12:3. En Apocalipsis 17:9-10 leemos el significado inspirado e inerrante de
las siete cabezas: “… son siete montes… y son siete reyes”. Los que quieren
hacer pasar a la Gran Ramera solamente por Roma, se equivocan. Los siete montes
sobre los que también se sienta está impúdica mujer no son las siete colinas
sobre las que ha sido construida la ciudad de Roma, representan a siete
reyes/reinos/imperios. Creemos que estos siete imperios son los imperios
identificados en nuestro análisis de Apocalipsis 12:3. Los diez cuernos, según
Apocalipsis 17:12, “son diez reyes”. Estos reinarán en forma simultánea pero
“por una hora” (Ap. 17:12); es decir, brevemente; pues al momento determinado
por Dios le darán su poder y autoridad a la Bestia. ¿Existe alguna relación
entre las siete cabezas y los diez cuernos? Las siete cabezas son los troncos
de donde los diez reyes, como vástagos, recibirán su sabia imperial.
v.4 - Y la mujer estaba vestida de púrpura y
escarlata, y adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas, y tenía en la
mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su
fornicación – Los colores “púrpura y escarlata” son los colores del lujo y
la ostentación. El color púrpura se usaba a menudo para los colores reales
(véase Jue. 8:26; Dn. 5:7), y el escarlata era el color de la magnificencia
(Nah. 2:3). De manera que la mujer ostenta ocupar el lugar de una gran reina.
El costoso atavío púrpura y el espectacular escarlata de la Ramera contrasta
con el color blanco que es el de la santidad. Los ancianos de la corte celestial
visten de blanco (Ap. 4:4); a los santos mártires se les dan vestiduras blancas
(Ap. 6:11); la multitud de redimidos de la tribulación comparecen “delante del
trono y en presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas” (Ap. 7:9); y a la
Esposa del Cordero se le ha concedido que se vista de “lino fino, limpio y
resplandeciente” (Ap. 19:8).
La opulencia de la
Ramera se pone de manifiesto, además, por las joyas con que se adorna: “…oro…
piedras preciosas… perlas”. Es evidente que la Ramera intenta conquistar a sus
seguidores mediante la influencia de las riquezas. Los reyes de las naciones
han ido en pos de esta mujer con el fin de beneficiarse con sus riquezas.
Además de sus pomposos vestidos y magníficas joyas, la mujer sostiene en su
mano una copa de oro repleta de impurezas. “Y tenía en la mano un cáliz de oro
lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación”. El vocablo
abominaciones (bdelygmátón) significa
algo maloliente, algo detestable (Carballosa). Dicho vocablo se usa en la
Septuaginta respecto a la impureza ceremonial y moral relacionada con las
prácticas idolátricas (Mounce). Es el mismo vocablo usado por el Señor Jesús en
Mateo 24:15 para referirse a la “abominación desoladora” (véase también Dn.
9:27; 11:31; 12:11). La frase “la inmundicia de su fornicación” amplía el
significado del sustantivo “abominaciones”. Dicha frase guarda relación con la
práctica de la idolatría (2 Co. 6:17) y, quizás, con los cultos paganos de
prostitución. De modo que la Ramera ha prosperado esparciendo sus inmundos
vicios y corrupciones y permitiendo que los habitantes de la tierra beban de su
hermosa pero contaminada copa (Thomas). La copa de la Ramera está llena de
abominaciones mientras que las copas de los cuatro seres vivientes y las de los
veinticuatro ancianos están llenas de las oraciones de los santos (Ap. 5:8). La
Ramera encarna el colmo de la rebeldía contra Dios
v. 5 - y
en su frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE
LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA – La frase “y en su frente
un nombre escrito, un misterio” indica que la mujer se ha sometido a los
requerimientos de la Bestia escarlata que la sostiene. Esta mujer ha sido
marcada como Dios marcó con Su nombre a los 144. 000 y la Bestia que sube del
mar marcó a sus seguidores con el número de su nombre. El texto no dice
explícitamente quién marcó a la mujer en la frente. Su nombre es ofensivo y
denigrante. En forma implícita, se entiende que ha sido Dios quien la ha
marcado de acuerdo a como Él, en Su santidad, la ve. El hecho de que su nombre
es un “misterio” (mystéirion) implica
que es simbólico y que requiere ser interpretado. Así es como el vocablo misterio ha sido usado en el Apocalipsis
previamente (Ap. 1:20; 16:7). Apocalipsis 17:7 confirma esta conclusión.
El nombre de la
mujer: “Babilonia la grande, la madre de las rameras y de las abominaciones de
la tierra” indica la clave para entender la metáfora. ¿Quién o qué es
Babilonia? El texto, en Apocalipsis 18, no permite alegorizar o espiritualizar
a “Babilonia” para intentar demostrar que significa otra ciudad, digamos Roma.
Allí lo más prudente y apegado al texto es entender que la referencia es a la
Babilonia literal. La Babilonia de Apocalipsis 17 representa a la Babilonia
literal de Apocalipsis 18, esto nos lo dice el mismo texto (Ap. 17:18). Pero
que “Babilonia la grande” de Apocalipsis 17 simboliza algo más también
es claro. Hay quince diferencias entre la Babilonia de Apocalipsis 17 y la
Babilonia de Apocalipsis 18 que prueban que son entidades diferentes (ver
Apéndice A). Entre esas diferencias esta el hecho de que aquí, en Apocalipsis
17:5, se nos dice que el nombre de la mujer es un “misterio”. En este punto,
entonces, la interpretación no debe ser literal.
En Génesis 11,
Babilonia es la capital del mundo civilizado. En aquel entonces todos los
habitantes de la tierra hablaban un mismo idioma. Al establecerse en la tierra
de Sinar, se dijeron unos a otros: “Vamos, edifiquémonos una ciudad (una
comunidad organizada), y una torre (un templo de adoración), cuya cúspide
llegue al cielo (donde habita Dios); y hagámonos un nombre (destaquémonos por
nuestra unidad y poder), por si fuéremos esparcidos sobre la faz de la tierra
(rebelión contra la voluntad revelada de Dios – Gn. 1:28; 9:1)” (Gn. 11:4).
Estas personas no eran un grupo de ignorantes cavernícolas que pensaban que
todo lo que tenían que hacer era elevarse a unos cuantos metros del suelo para
obtener una audiencia personal con Dios. Ellos creían que la multitud de los
habitantes de su ciudad y la magnificencia de su templo provocaría una
respuesta positiva de parte de Dios. Pero en vez de agradar a Dios, Él dijo:
“Ahora, pues, descendamos y confundamos allí su lengua, para que ninguno
entienda el habla de su compañero” (Gn. 11:7). Esto frustró el plan de los
babilonios y los obligó a abandonar momentáneamente el proyecto y la ciudad.
“Por esto fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí confundió Jehová el
lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre la faz de toda la
tierra” (Gn. 11:9). Esta curiosa palabra, “Babel” tiene dos significados. En
hebreo (el idioma en el que el Antiguo Testamento fue escrito) significa
“confusión”. En caldeo (el idioma de los antiguos babilonios) significa “puerta
de Dios”. “Babilonia” proviene del griego babylonia,
que significa “la tierra de Babel”. El doble significado de la palabra “Babel”
describe el aspecto religioso de Babilonia. La Ramera, cuyo nombre también es
doble: “Babilonia la grande” y “la madre de las rameras y de las abominaciones
de la tierra”, representa lo mismo que ocurrió en Babel alrededor de 4.000 años
atrás, antes que Dios interviniera. Así como los babilonios de Génesis 11
edificaron una comunidad organizada (una ciudad) con el fin de acercarse a Dios
(una torre) y hacerse famosos e importantes (un nombre), los modernos
discípulos de la Babilonia Mística (la Gran Ramera) se han edificado una
Comunidad Religiosa Organizada y Global (mundial).
Por siglos desde La Reforma los protestantes han
identificado a la Gran Ramera, o Babilonia Mística, de Apocalipsis 17 como la
Iglesia Católica. Se ha enfatizado el hecho de que esta Iglesia se hace pasar
por una virgen, pero es culpable de las fornicaciones espirituales más
terribles. Al contrario del Señor Jesucristo, que durante los tiempos de Su
humillación no tenía “donde recostar la cabeza”, la Iglesia Católica ha
codiciado el oro y la plata del mundo, exhibiendo una codicia y un afán de
lujos mundanos que los fieles creyentes de todos los siglos han despreciado y
denunciado. Además, se puede probar fácilmente que la Iglesia Católica ha tenido
relaciones ilícitas con los reyes de la tierra, y que se ha embriagado con la
sangre de los santos. Se pueden encontrar, todavía, muchos otros paralelos
entre la Gran Ramera de Apocalipsis 17 y la Iglesia Católica. Los puntos de
correspondencia entre una y la otra son demasiados para que podamos decir que
se trata de mera coincidencia. Hasta los teólogos católicos honestos confiesan
abiertamente que la Ramera de Apocalipsis 17 es una alegoría de la Iglesia
Católica. Muchas pruebas se podrían dar, citando sólo a escritores y teólogos
católicos, que apoyan la tesis de que la Ramera y la Iglesia Católica son una
misma entidad. (Nota: No es el objetivo de este breve comentario dar una
lista de estas pruebas para tratar de convencer al lector. Si este está
interesado en el tema lo remitimos a los libros Las Dos Babilonias, por Alexander Hislop; Babilonia, Misterio Religioso, por Ralph Wooddrow; y a las
numerosas citas bibliográficas proporcionadas por estos autores.)
Sin duda alguna la
Iglesia Católica ha proporcionado un cumplimiento parcial a la profecía
simbólica de Apocalipsis 17. Aquí está el valor práctico para el pueblo de Dios
durante las épocas oscuras. Apocalipsis 17 muestra con demasiada precisión las
similitudes que existen entre la Ramera y la Iglesia Católica como para que los
creyentes evangélicos de todas las épocas las pasaran por alto. Ellas
confirmaron la fe de los anabaptistas y sus similares contemporáneos, que actuaron en conformidad a
la voluntad revelada de Dios cuando denunciaron lo que de un modo manifiesto
se oponía a la verdad bíblica – la Iglesia Católica. Sin embargo, debemos ser
honestos y rigurosos. Hay otros aspectos en Apocalipsis 17 que no se aplican
sólo a la Iglesia Católica. Entre estos, el hecho de que la Ramera de
Apocalipsis 17 es escatológica. Es decir, debemos buscar su identificación en
las Escrituras que tendrán su cumplimiento literal en la Semana Septuagésima.
Quienes dicen que
la Gran Ramera es la Iglesia Católica pasan por alto el hecho de que la mujer
también es llamada: “la madre de las rameras y de las abominaciones de la
tierra”. Ahora bien, ¿quién se supone que son sus “hijas”? Concordamos con la
mayoría de los intérpretes que dicen que el Anticristo va a ser “amigo” de la
Iglesia Católica. Lo inquietante es que, actualmente, la Iglesia Católica y las
denominaciones Protestantes que desde los tiempos de La Reforma se separaron de su seno, están volviendo a juntarse.
¿Cómo puede suceder esto? La Biblia es enfática en señalar que habrá una
apostasía de la Cristiandad antes de que el Anticristo se manifieste. “Nadie os
engañe en ninguna manera; porque no vendrá (el Día del Señor) sin que antes
venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de
perdición (el Anticristo)” (2 Ts. 2:3). Es muy importante destacar que el
sustantivo griego que aquí se traduce “apostasía” es apostasia.
El erudito bíblico Spiros Zodhiates, cuya lengua materna es el griego,
proporciona el siguiente comentario en relación a la palabra griega apostasia: “…En la mayoría de los casos…
esto no significa que una persona se vaya de donde está a otro lugar; significa
apartarse, haber escogido hacerse a un lado”. De tal forma que, según
Zodhiates, “apostatar” es “apartarse” de la Fe, no dejar de profesarla. El
Diccionario Expositivo Vine (Ed. Caribe) confirma la definición de Zodhiates;
dice que apostasia significa:
“Apartamiento…” ¿Puede alguien “profesar” ser cristiano cuando en realidad se
mantiene “aparte” de la Fe? La Cristiandad está repleta de profesantes.
Profesar el Cristianismo, habiéndose apartado de la fe verdadera es algo que
puede suceder. Nuevamente, la Biblia es enfática sobre el tema: “Porque si
viene alguno predicando a otro Jesús que el que hemos predicado, o si recibís
otro espíritu que el que habéis recibido, u otro evangelio que el que habéis
aceptado, bien lo toleráis” (2 Co. 11:4). Aquí tenemos una total y acertada
descripción de un Cristianismo y/o Fe falsos que fue aceptado por creyentes
genuinos, pero indoctos. Para que cualquier versión de la fe que ha sido una vez dada a
los santos (Jud. 3) sea completamente falsa, Pablo dice que tiene que
ser defectuosa en al menos tres puntos. Debe: 1.- predicar a otro Jesús; 2.-
ofrecer (y provenir de) otro espíritu; 3.- y, finalmente, debe ofrecer (y
provenir de) otro evangelio. Para definir los puntos falsos o destacar los
verdaderos dejando que los otros sean expuestos por contraste, necesitaríamos
más espacio de lo que tenemos aquí. Cualquier creyente instruido, sin embargo,
sabe que hoy en día son predicados muchos Jesuses, que son ofrecidos muchos
espíritus y que son predicados muchos evangelios. Y todo esto desde el púlpito
de denominaciones que un día fueron consideradas fundamentalistas. ¿Cómo ha
sucedido esto? ¿Cómo ha llegado a esta apostasía
la iglesia evangélica?
El
Espíritu Santo advirtió que “los malos hombres y los engañadores” irían “de mal
en peor, engañando y siendo engañados” (2 Tim. 3:13). Esta es la historia de la
iglesia. La apostasía que estaba comenzando en los días de los apóstoles creció
rápidamente con el pasar de los siglos. Eventualmente produjo a la Iglesia
Católica, pero no se detuvo allí. Continuó creciendo y diseminándose hasta
sentar sus reales en casi toda la Cristiandad. Casi es lógico que sucediera
así. Cansada de las persecuciones sufridas a raíz de la Reforma, la Cristiandad comenzó a buscar unidad a expensas de la
Verdad. Después de todo, la unidad hace la fuerza, ¿o no? ¿Para qué sufrir persecución y luchas intestinas si se puede gozar de prosperidad,
influencia y prestigio, cediendo un poco en esto y otro poco en aquello? El fin
justifica los medios, y el fin es “cristianizar” el mundo entero, ¿o no? En vez
de convertir al mundo, la Cristiandad se convirtió a él e imitó su ejemplo.
Nunca hubo antes en la historia de la humanidad un día como el nuestro, que se
caracteriza por las fusiones y amalgamas. Nadie quiere ver en esto la vieja
alegoría del pez gordo comiéndose al más pequeño, pero eso es justamente lo que
sucede. Lo vemos a diario en el mundo comercial, en donde las empresas
independientes y las pequeñas casas bancarias y comerciales son “anexadas” a
(devoradas por) una más grande. Uniones, fusiones, corporaciones dominan la
industria y el comercio. En el mundo social, nunca antes existieron tantos
clubes, fraternidades y organizaciones entrelazadas e interdependientes. Lo
mismo sucede en el mundo político, donde vemos un sinnúmero de organizaciones y
comunidades internacionales (ONU, OLP, UE, etc) que extienden sus tentáculos
hacia los cuatro puntos del compás. Países antes enemigos acérrimos, hoy se
estrechan la mano por causa del comercio y la política. Mientras tanto, en el
mundo religioso, el nuevo evangelio del ecumenismo que dice que “todos los
caminos llevan a Dios” ya es casi la “religión oficial” del “mundo civilizado”.
Este nuevo evangelio derrumba las antiguas paredes denominacionales para dar
vida a esa Religión Universal que la Aldea Global tanto necesita.
Nada nuevo bajo el
sol. En cuatro de las ocho Parábolas del Reino registradas en Mateo 13, el
Señor ya expuso lo que pasaría. En la “Parábola del Sembrador” el Señor ilustra
cómo Su palabra, ampliamente diseminada sería también ampliamente rechazada. En
la “Parábola del Trigo y la Cizaña”, el Señor revela la presencia del enemigo
entre las filas de los creyentes e ilustra cómo Su obra sería falsificada desde
adentro. En la “Parábola de la Semilla de Mostaza”, el Señor profetiza cómo
el Cristianismo, por causa de sus alianzas mundanas, se convertiría en la
Cristiandad posmoderna caracterizada por un gran crecimiento externo. En la
“Parábola de la Levadura” muestra cómo la obra oculta de un falso sistema
religioso corrompería la sana doctrina. Si sólo el Señor nos hubiera dado estas
cuatro parábolas, con sus sombrías y pesimistas profecías, podríamos vernos
tentados a preguntar: “¿Fracasará el propósito divino?” “¿Triunfará Satanás
después de todo?” “Y si es así, ¿para qué luchar?” En las Parábolas del Tesoro
Escondido y La Perla de Gran Precio el Señor enfatiza dos grandes verdades: 1.-
el Tesoro (la Perla) es muy costoso; y 2.- el Mercader (Jesús) siente gozo al
adquirirlo. Habiendo pagado un precio tan alto, el Señor Jesús no se arriesgará
a perder lo que ha adquirido. La Cristiandad, como organización se corromperá y
fracasará; pero los verdaderos creyentes que se aparten de ella recibirán
galardón. En la siguiente ilustración, la “Parábola de la Red”, el Señor les
da, a los que le pertenecen, la completa seguridad de que un juicio total será
realizado. En el presente estado de cosas, mucha semilla parece desperdiciarse:
las cizañas abundan y hasta dominan el campo de trigo; la semilla de mostaza es
manipulada por el hombre para transformarla en un árbol, siendo que es una
hortaliza; la levadura corrompe la masa de harina pura. Pero el día viene en
que el Señor no transará al separar lo bueno de lo malo. Su última medida para
la desesperada situación será una limpieza total. En la octava y última
ilustración, la “Parábola de los Tesoros Nuevos y Viejos”, el Señor se presenta
como el Escriba divino, el Maestro; y nos habla de la necesidad que el Reino de
los Cielos tiene de escribas instruidos y aptos para enseñar la verdad de la
Escritura. Son estos escribas fieles los encargados de hacer nueva la vieja enseñanza
de Su Maestro.
La presente unidad
religiosa culminará en lo que Apocalipsis 17 describe como la Gran Ramera (la
planta de mostaza convertida en árbol; la masa leudada). Su nombre es:
“Babilonia la grande, la madre de las rameras y de las abominaciones de la
tierra”. El “síndrome babilónico” que afecta a la Cristiandad actual es la idea
de que Dios se dejará impresionar por la magnificencia y las multitudes. Los
discípulos y profetas de la Gran Ramera trabajan duro cada día para elevarla al
lugar de prominencia en el que aparece en Apocalipsis 17. Cada día que pasa
avanzan un poco más hacia esta síntesis de las religiones -o, más bien,
síntesis del conocimiento religioso antiguo. La idea básica es disolver la
distinción tradicional de cada religión y denominación porque ninguna es
superior a la otra, sino que cada una informa y completa a la otra. Los
discípulos y profetas de la Gran Ramera, estos neo-babilonios, son ecuménicos.
Acarician la fantasía de que la sabiduría pagana, la fe cristiana y las disciplinas
materiales producirán gran iluminación espiritual cuando logren mezclarlas
totalmente. El resultado de esa mezcla, será la Gran Ramera; la Religión
Universal que será también la Religión Oficial predicada en, y practicada por,
la mayoría de los “cristianos” de la tierra en el tiempo del fin. En este
popurrí de creencias se reflejará el flagrante repudio a la prohibición de Dios
contra la transigencia, las obras y el esfuerzo humano que quedó de manifiesto
en el “incidente” de la Torre de Babel. La comunidad religiosa organizada no
será ya sólo una ciudad, sino el mundo entero; la torre cuya cúspide llegue al
cielo será, sin duda, un templo internacional de adoración que le dará
prestigio (hagámonos un nombre) a todos los que en él se congregan. Por eso el
nombre de la Ramera es: “Babilonia la grande, la madre de las rameras y de las
abominaciones de la tierra”. Todas las religiones paganas tienen su origen en
Babel – el foco del ingenio y esfuerzo humano por llegar hasta Dios en vez de
entrar por la Puerta proporcionada por Él mismo (Jn. 10:1). El rastro brillante
que ha dejado Babel a nuestros pies nos conduce a “los lugares altos” (altares
elevados) de la idolatría adoptada por el antiguo Israel (Lv. 26:30; 1R. 11:7;
2 R. 23:15; Ez. 16:24-39, etc.) y por cada religión falsa existente hoy en día.
Los templos fastuosamente adornados, las mezquitas y las elaboradas ceremonias
practicadas en el catolicismo, el islamismo, el hinduismo, el mormonismo y
otros cultos y sectas ocultistas, son ramificaciones que han brotado de Babel.
Nimrod y sus seguidores, ataviados con lujosas vestimentas, siguen ofreciendo
hoy en día su adoración en las magníficas catedrales, en los empinados altares,
y a través de los impresionantes rituales que se ven en la mayoría de las
denominaciones “cristianas”. El sacramentalismo – la creencia de que las formas
y fórmulas litúrgicas contienen y transmiten poderes espirituales, como la
salvación – ha invadido hasta al Protestantismo. Todavía hay algunos entre sus
filas que creen que el bautismo salva, o que participar del pan y beber de la
copa transmite vida. No es sorprendente que el corazón del hombre en rebeldía
contra Dios se exprese mejor a través de la religión. Somos hijos de Eva por
naturaleza y nacemos con la inclinación a seguir los caminos de Caín y Babel.
Cada lugar de adoración que ha sido decorado con la intención de ganar el favor
de Dios viola Exodo 20: 24-26, al igual que el resto de la Escritura, y
perpetúa el pecado de Babel, la madre de las religiones falsas de la tierra.
Todos esos “santuarios” son monumentos a la rebelión humana y a su orgullosa y
pervertida religión de esfuerzo y obras personales, no son monumentos a Dios;
quien así piense está engañado todavía. Es muy fácil creer que formando parte
de la membresía de una iglesia o denominación y “adorar” periódicamente en el
“santuario” hace que alguien sea un “cristiano”. Nada de esto compensa la falta
de consistente santidad personal. Nadie creería que puede llegar al cielo
subiendo por los peldaños de una torre. Sin embargo, el engaño de las
religiones actuales es así de monumental. La anarquía contra Dios que motiva
tales creencias es la misma que motivó a los constructores de la Torre de
Babel. Millones continúan, en el espíritu de Babel, diseñando programas
religiosos que les permitan llegar al cielo. En el proceso, la verdad y la
doctrina bíblicas son dejadas de lado. Hay aspectos menores en los cuales los
que se dicen cristianos pueden diferir, tales cómo qué comer o qué no, cómo
vestir, qué días guardar, cuán a menudo realizar la Cena del Señor, etc. La
doctrina de la salvación, sin embargo, es el punto principal del Evangelio del
Señor Jesucristo en el cual todos los que lo profesan deben estar de acuerdo.
Pablo maldijo a aquellos que enseñaban que uno debe creer en el Evangelio y
guardar la ley para obtener la salvación (Gá. 1:6-12). Esa pequeña adición,
destruye por completo el Evangelio. ¡Nadie que crea tal mensaje puede ser
salvo! Tampoco puede ser salvo aquél que cree que todos los caminos (las religiones)
conducen a Dios. El Evangelio de Cristo es muy específico en sus demandas y
debe ser creído totalmente para recibir la salvación. “… porque estrecha es la
puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”
(Mt. 7:14). Esa declaración “estrecha de mente” no es la invención de algún
dogmático fundamentalista o fanático religioso; fue pronunciada por el
mismísimo Señor Jesucristo. La Fe por la que debemos contender ardientemente
(Jud. 3) tiene muy bien definido el contenido moral y doctrinal que debe ser
creído para recibir la salvación. Cualquier cosa que se le añada o se le quite,
es Babel y/o alguna de sus hijas.
Concluimos que la
Gran Ramera es llamada “la madre de las rameras” porque representa a toda la
Cristiandad profesante unida con todos los falsos sistemas religiosos
existentes, bajo una cabeza -casi con
toda seguridad, el Papa de turno. Parafraseando su nombre en lenguaje moderno,
el nombre de la Ramera sería: “Unidad, Diversidad y Tolerancia Religiosa”. Es
la peor Ramera que el mundo ha visto y verá. Su nombre y sus características
son usadas en un puro sentido bíblico. Es decir, esta Ramera tuvo alguna vez
una relación con Dios; una relación que ella rompió. Esta es la única forma en
que su nombre superlativo se puede explicar.
Sin embargo, la
Gran Ramera no representa sólo a este falso sistema religioso. Representa
también a la literal, reconstruida ciudad de Babilonia que será la capital del
imperio del Anticristo.
v. 6 - Vi a la mujer ebria de la sangre de los
santos, y de la sangre de los mártires de Jesús; y cuando la vi, quedé
asombrado con gran asombro – “Vi a la mujer ebria”. Esta no es ebriedad
literal, sino figurada. El motivo “ebria de la sangre” aparece en Ezequiel
39:18-19. Allí Dios, por medio del profeta, les dice a los pájaros: “beberéis
hasta embriagaros de sangre…” La idea es que los pájaros comerán carne y
beberán sangre hasta saciarse. Esta figura indica que la mortandad será grande.
La Ramera es descrita como saciada “de la sangre de los santos, y de la sangre
de los mártires de Jesús”. Los sustantivos “santos” y “mártires” se refieren a
un solo grupo de personas: los creyentes fieles a Cristo. “Santos” destaca la
separación de las cosas del mundo y “mártires” indica el precio que pagan por esa
fidelidad. La Gran Ramera es la responsable de la muerte de aquellos que son
fieles a “Jesús”, lo que indica que el texto se está refiriendo específicamente
a creyentes nuevotestamentarios. Que la Ramera está ebria de la sangre de los
santos, es lo mismo que decir: La Ramera ya se cansó de matar a los creyentes
en Cristo.
La visión hace que
Juan se asombre en gran manera. La expresión “y cuando la vi, quedé asombrado
con gran asombro” es la combinación de un verbo con un sustantivo afín que
produce una expresión superlativa (Carballosa/Bullinger). El apóstol desea
destacar la magnitud de su asombro o sorpresa al contemplar en visión la
actitud en extremo hostil de la Ramera hacia los seguidores de Cristo Jesús.
Juan queda atónito al observar los terribles excesos de la Ramera contra los
santos, porque entiende además lo que la Ramera representa. Por imposible que
parezca, la religión mundial que utilizará el Anticristo para ganarse la
simpatía del mundo no será el ateísmo, ni el judaísmo, ni el hinduísmo, ni el
islamismo, ni el budismo, ni el humanismo, ni la Nueva Era. Será el
Cristianismo apóstata aliado con todas las demás religiones existentes. Que la
Cristiandad se puede paganizar es algo que ya lo demostró Constantino y sus
sucesores, los papas. Es importante volver a destacar el hecho de que la Ramera
representa tanto a esta “Religión de religiones”, como a una ciudad. Por un
lado, la interpretación inspirada de la visión no deja lugar a dudas de que la
Ramera es un símbolo de la ciudad de Babilonia (Ap. 17:18). Por otro lado, las
quince diferencias entre la Babilonia de Apocalipsis 17 y la Babilonia de
Apocalipsis 18 prueban que son entidades diferentes. Hay once razones que
prueban que la Ramera es un símbolo de la Cristiandad apóstata en alianza con
las demás religiones del mundo (ver Apéndice B).
El asombro de Juan
encuentra un paralelo en Jeremías 2:12-13, que dice: “Espantaos cielos, sobre
esto; y horrorizaos; desolaos en gran manera dijo Jehová. Porque dos males ha
hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí
cisternas, cisternas rotas que no retienen agua”. Todo Jeremías 2 es acerca de
lo que Jehová siente a causa de la apostasía de Israel. El lenguaje gráfico del
profeta pareciera estar describiendo a la misma Ramera (el Israel espiritual)
que asombra a Juan: “Porque desde muy atrás rompiste tu yugo y tus ataduras, y
dijiste: No serviré. Con todo eso, sobre todo collado alto y debajo de todo
árbol frondoso te echabas como ramera. Te planté vid escogida, simiente
verdadera toda ella: ¿cómo, pues, te me has vuelto sarmiento de vid extraña?
Aunque te laves con lejía, y amontones jabón sobre ti, la mancha de tu pecado
permanecerá aún delante de mí, dijo Jehová el Señor. ¿Cómo puedes decir: No soy
inmunda, nunca anduve tras los baales? Mira tu proceder en el valle, conoce lo
que has hecho, dromedaria ligera que tuerce su camino, asna montés acostumbrada
al desierto, que en su ardor olfatea al viento. De su lujuria, ¿quién la
detendrá? Todos los que la buscaren no se fatigarán, porque en el tiempo de su
celo la hallarán… ¡Oh generación!, atended vosotros a la palabra de Jehová. ¿He
sido yo un desierto para Israel, o tierra de tinieblas? ¿Por qué ha dicho mi
pueblo: Somos libres; nunca más vendremos a ti? ¿Por qué adornas tu camino para
hallar amor? Aún a las malvadas enseñaste tus caminos. Aun en tus faldas se
halló la sangre de los pobres, de los inocentes. No los hallaste en ningún
delito; sin embargo, en todas estas cosas dices: Soy inocente, de cierto su ira
se apartó de mí” (Jer. 2:20-24, 31-35). El lector diligente
encontrará muchos pasajes similares en el Antiguo Testamento. Los vocablos
“ramera” y “fornicar” son utilizados a lo largo de toda la Escritura para
describir la apostasía de un pueblo o ciudad que había jurado adorar sólo al
Dios único y verdadero, y no cumplió.
v. 7 - Y el ángel me dijo: ¿Por qué te asombras? Yo
te diré el misterio de la mujer, y de la bestia que la trae, la cual tiene las
siete cabezas y los diez cuernos – La pregunta del ángel: “¿Por qué te
asombras?” es puramente retórica. Por eso, acto seguido, le hace saber a Juan
que le revelará el misterio (mystéirion)
de la Ramera y de la Bestia que la transporta. Esto es muy importante, pues la
intención del ángel es evitar que Juan especule respecto al significado de la
visión. En los versículos 8-17 el ángel le declara a Juan el significado de la
Bestia y en el versículo 18 le da el significado literal de la Ramera. El
significado místico de la Ramera está implícito en el texto y es apoyado por los
Apéndices A y B.
Vemos en este
versículo un cambio importante de un verbo clave. En Apocalipsis 17:3, Juan vio
“a una mujer sentada sobre una bestia escarlata”. El verbo “sentada” (katheiménein) contrasta con el que es
usado aquí, en Apocalipsis 17:7, que dice: “… y la bestia que la trae”. El
verbo “trae” (bastádsonton) es el
participio presente, voz activa de bastádso,
que significa “transportar”, “traer” (Carballosa). El verbo del versículo 3
sugiere que la Ramera, al menos en apariencia, tiene control sobre la Bestia y
por eso está cómodamente “sentada” sobre ella. El segundo verbo (“trae”)
sugiere que la Ramera es más bien un instrumento de la Bestia. La Bestia es
quien suple la fuerza motivadora y el propósito dinámico de la Ramera (Thomas).
De tal forma que la Ramera -que en su afectación y orgullo cree que cabalga
sobre la Bestia, controlándola -es en realidad sostenida por la Bestia; esto,
con la clara intención de engañar a los seguidores de la malhadada mujer, que
creen que reinan con ella.
v. 8 - La bestia que has visto, era, y no es; y
está para subir del abismo e ir a perdición; y los moradores de la tierra,
aquellos cuyos nombres no están escritos desde la fundación del mundo en el
libro de la vida, se asombrarán viendo la bestia que era y no es, y será –
La cláusula “que has visto” (tiempo pasado) indica que Juan ya no está
contemplando a la Ramera ni a la Bestia. Primero las vio. Ahora recibe
entendimiento acerca de la visión. La Bestia “era, y no es” explica la
existencia cronológica de la Bestia. Esto equivale a decir que la Bestia tiene
un pasado, un presente y un futuro. La Bestia “está para subir del abismo”.
Esta cláusula nos remite a Apocalipsis 11:7 y sugiere restauración a la vida
después de la muerte. La Bestia está, también, por “ir a perdición”. Esta
palabra “perdición” (apoleia) indica
una pérdida del bienestar, no del ser (Vine). La idea de la palabra “destruir”
(apolumi) no es la de la extinción,
sino de ruina; no del ser, sino de bienestar. Se usa en el NT para referirse a
los perdidos en el más allá (Mt. 10:28; Lc. 13:3, 5; Jn. 3:16; Ro. 2:12: 1 Co.
15:18, etc.). Puesto que el texto dice que la Bestia “está para subir del
abismo e ir a perdición” sabemos que “la Bestia” que se menciona aquí no es una
persona humana, sino un ser angélico. Ya vimos en Apocalipsis 11 y 13 que el
abismo no es una habitación de seres humanos, sino un lugar de reclusión para
seres angélicos castigados. La “destrucción” es el lago de fuego (Ap. 19:20).
Concluimos, por lo tanto, que “la Bestia” mencionada aquí no es el Anticristo,
sino el poderoso ángel satánico que lo poseerá: el príncipe de Grecia. Nadie,
aparte de Dios, tiene poder para resucitar a un ser humano de los muertos. Y no
hay ninguna evidencia en toda la Escritura que apoye la teoría de que Dios le
dará a Satanás el poder de resucitar. Ni Daniel 2 ni 7 dicen nada que sirva de
fundamento para deducir que el Anticristo será un ser resucitado. Toda la
confusión nace del hecho de que no se ha discernido que el vocablo bestia es utilizado en el Apocalipsis
para indicar a tres diferentes entidades: el octavo y último imperio mundial de
Satanás, el líder humano de ese imperio (el Anticristo) y el demonio asignado
por Satanás para controlar a ese líder humano (el príncipe de Grecia). Cada vez
que hay una alusión directa al lugar de procedencia de la Bestia (“el abismo”)
debemos entender que la referencia es al príncipe de Grecia, y no al Anticristo
o a su imperio.
“Los moradores de
la tierra” es un término técnico en el Apocalipsis (significa lo mismo cada vez
que se usa). Se repite once veces en todo el libro (6: 10; 8:13; 11:10a, 11:10b; 12:12; 13:8, 12, 14; 14:6;17:2, 8) y se refiere a aquellos que
tienen todos sus afectos cifrados en la tierra. No tienen interés en las cosas
celestiales y se han sometido a la autoridad de la Bestia. Sus nombres no están
escritos en el libro de la vida desde la fundación del mundo, puesto que no han
creído en Cristo para salvación. Estos son quienes “se asombrarán viendo la
bestia que era y no es, y será”. El vocablo “bestia” aquí es usado para señalar
al imperio. ¿Cómo lo sabemos? Si bien es cierto que el príncipe de Grecia no
será visible para los moradores de la tierra, la restauración de su imperio sí
lo será. El significado de esto lo analizaremos en el siguiente versículo.
v. 9 – 10 - Esto, para la mente que tenga sabiduría: Las siete cabezas son siete
montes, sobre los cuales se sienta la mujer, y son siete reyes. Cinco de ellos
han caído; uno es, y el otro aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que
dure breve tiempo – La frase: “Esto, para la mente que tenga sabiduría”
anticipa la dificultad y complejidad de la revelación que sigue. El lector es
advertido de que se requiere sabiduría espiritual para entender lo que ha sido
revelado (Carballosa/Walvoord).
“Las siete cabezas
son siete montes…, y son siete reyes”. En el vocabulario profético del Antiguo
Testamento, el vocablo monte simboliza
a un reino. Por supuesto que un reino, para que sea tal, debe tener también un
rey. La doble identificación como siete reinos y al mismo tiempo como siete
reyes no es nada extraño en el ambiente bíblico. Repetidas veces hemos visto en
el Apocalipsis que un símbolo puede representar a una o más cosas o entidades.
Por lo tanto cuando el ángel dice que los “montes… son siete reyes”, debemos
entender que son siete reinos también. Y los reinos simbolizados por los siete
montes deben relacionarse históricamente con la nación de Israel, puesto que
Israel es el centro de la profecía tanto antiguo como nuevotestamentaria. El
ángel le dice a Juan que: “Cinco de ellos han caído”. En
relación a la historia de Israel, el primer reino/imperio en caer fue Egipto.
Asiria fue el segundo. Babilonia fue el tercero. Medo-Persia fue el cuarto.
Grecia fue el quinto. Estos son los cinco reyes/reinos que habían caído para el
momento en que Juan recibió la revelación. Pero inmediatamente el ángel agrega:
“uno es”, este es el sexto reino: Roma. El ángel continúa. Proféticamente,
indica hacia el futuro: “y el otro
aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure breve tiempo”. “El
otro” que aún no había aparecido, el séptimo, es el Imperio Musulmán o
Mahometano. Como la historia nos enseña, este imperio duró “breve tiempo”.
Dentro del primer año después de la muerte de Mahoma, el imperio se dividió en
dos.
La
imagen del sueño de Nabucodonosor (Dn. 2) muestra que de las piernas de hierro
(el sexto imperio: Roma) surgirían los pies mitad de hierro y mitad de barro
cocido (el séptimo imperio: el Musulmán). De estos pies surgirán los diez dedos
de hierro y barro (el octavo y último imperio compuesto por los diez
cuernos/reyes). Es evidente que la profecía está describiendo el resurgimiento
no de Roma, como muchos intérpretes piensan, sino del Imperio Musulmán. La
confusión nace del hecho de que la porción Seléucida del Imperio Griego, que es
el territorio del Reino Hachemita (del Imperio Musulmán), fue conquistada por
los romanos. Y los diez dedos de la imagen del sueño de Nabucodonosor, que son
los diez cuernos/reyes de la Bestia compuesta del Apocalipsis, surgen de este
territorio – la parte griega del antiguo Imperio Romano que luego estuvo bajo
el dominio del Imperio Musulmán. Es de este territorio del que surgirán los
diez dedos/cuernos/reyes escatológicos que compondrán el Octavo Imperio. Es
decir, el Octavo Imperio será la reconstitución del Séptimo Imperio (el Reino
Hachemita del Imperio Musulmán).
v. 11 - La bestia que era, y no es, es también el
octavo; y es de entre los siete, y va a perdición - “La bestia que era” es el príncipe de Grecia, quien rigió desde las
tinieblas el quinto imperio. Una vez que el Imperio Griego pasó a la historia y
le sucedió el Imperio Romano, este poderoso príncipe satánico que era la fuerza
motriz de Alejandro Magno, fue encerrado en el abismo. Juan recibió el
Apocalipsis en la isla de Patmos, a donde había sido desterrado por el
emperador Domiciano, cabeza del Imperio Romano. Por eso el ángel le dice a Juan
que “la bestia era”, es decir, estuvo en ejercicio en un tiempo anterior al de
Juan. Para el momento en que Juan recibió la visión, la bestia ya no era: “y no
es”. O sea, estaba prisionera en el abismo. Pero sería puesta en libertad, pues
en el futuro se transformaría en “el octavo”. Ya hemos visto que el vocablo bestia significa tres cosas en el
Apocalipsis: 1.- un poderoso ángel satánico que gobierna desde las tinieblas el
último imperio y al líder de ese imperio; 2.- el líder humano del último
imperio: el Anticristo; y 3.- el imperio mismo. El príncipe de Grecia liderará
desde las tinieblas el Octavo Imperio, o Imperio del Anticristo, de la misma
forma que lo hizo con Alejandro Magno y su Imperio Greco-macedónico. Fue la
quinta bestia, y será también la octava. Pero su destino definitivo será el
Lago de Fuego “preparado para Satanás y sus ángeles” (Mt. 25:41); por eso el
ángel agrega que “va a perdición”.
v.
12 - Y los diez cuernos que has visto son
diez reyes, que aún no han recibido reino; pero por una hora recibirán
autoridad como reyes juntamente con la bestia - Para el momento del sueño
de la imagen de Nabucodonosor, dos imperios eran ya historia: el Egipcio y el
Asirio. Por eso la imagen, que es profética, no los menciona. Pero menciona
cinco: Babilonia (cabeza de oro), Medo-Persia (pecho y brazos de plata), Grecia
(vientre y muslos de bronce), Roma (piernas de hierro), y el que la historia
identifica como el Imperio Musulmán (pies de hierro y barro). Tenemos siete
imperios. Del séptimo, representado por los pies de hierro y barro, surgen los
diez dedos de hierro y barro que son identificados como los diez reyes
escatológicos mencionados aquí. Estos conformarán el Octavo Imperio. De estos
diez reyes, tres serán arrancados por el Cuerno Pequeño que surge después (el
Anticristo – Dn. 7:8), y los siete restantes se hacen sus vasallos.
Es
importante destacar que de acuerdo a lectura que le hemos dado al texto, este
claramente indica que el islamismo llegará a su clímax en los últimos tiempos.
Los “diez reyes” mencionados por la profecía serán musulmanes, y encarnarán el
resurgimiento del Imperio Musulmán. El Imperio Musulmán incluyó a Iraq, Siria,
Turquía, Kuwait, el Líbano, Israel, Palestina/Jordania, Egipto, Libia, Moroco,
Irán, todas tierras musulmanas alrededor del Mar Negro, el Mar Caspio, las
montañas del Cáucaso (entre ellas las tierras de Magog) y Arabia Saudita. El
lector notará que esto concuerda con todo lo que hemos dicho en los capítulos
anteriores: habrá un Nuevo Oriente Medio que regirá al mundo poco antes del
fin.
Es
importante observar que los diez reyes coexisten con la Bestia/Anticristo. Esto
significa que son contemporáneos de él y que reinan simultáneamente. Tal
conclusión queda plenamente corroborada por el contenido del versículo
siguiente.
v. 13 - Estos tienen un mismo propósito, y
entregarán su poder y su autoridad a la bestia - Además de reforzar el hecho de que los diez
reyes representados por los diez cuernos reinarán de manera simultánea con la
Bestia/Anticristo, el texto también da a entender que el imperio del Anticristo
no se constituye por la fuerza sino por el consentimiento y con el voto de
aprobación de los diez reyes. La singularidad de propósito de dichos reyes
tiene que ver primordialmente con su oposición al Mesías, cuya venida ha sido
anunciada. Evidentemente, los diez reyes entienden que para poder oponerse al
Mesías necesitan un líder con las capacidades del Anticristo. Ven en él
capacidades sobrehumanas que ningún líder en la tierra posee y por eso están
dispuestos a someterse a su autoridad.
El texto enfatiza
el acto de los diez reyes de entregar
su poder y autoridad a la Bestia. El verbo “entregarán” (didóasin) es el presente indicativo, voz activa de dídomi, que significa dar, otorgar. El
tiempo presente realiza acción de futuro y señala al tiempo en que dichos reyes
estarán gobernando (Carballosa). Tal como el Dragón dio su poder y autoridad a
la Bestia (Ap. 13:2), así estos reyes están plenamente al servicio de la Bestia
(Robertson). Por supuesto que existe una notable diferencia. El Dragón da su
poder y autoridad a la Bestia para controlarla plenamente y cumplir su
propósito a través de él. Los diez reyes, por el contrario, se someten a la
autoridad de la Bestia y se convierten en instrumentos usados por el Anticristo
para controlar a los habitantes de la tierra. Como se ha indicado, la razón
primordial del por qué los diez reyes entregan su poder y autoridad a la Bestia
guarda relación directa con la venida en gloria de Cristo. En los postreros
días, los reyes de la tierra harán alianza para oponerse al Dios Soberano y al
Mesías, con el fin de evitar que el Mesías reine sobre ellos y sobre toda la
tierra como único soberano.
v. 14 - Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los
vencerá, porque él es Señor de Señores y Rey de reyes; y los que están con él
son llamados y elegidos y fieles – Este versículo pone de manifiesto las
verdaderas intenciones de los diez reyes. Su objetivo fundamental es hacer
guerra contra el Mesías, puesto que no quieren que Él reine. Este texto es,
además, el cumplimiento de Apocalipsis 16:14. Obsérvese, también, el tiempo
futuro de los verbos “pelearán” o “harán guerra” (poleméisousin) y “vencerá” (nikéisei).
La batalla y la victoria del Mesías se describen en Apocalipsis 19:11-21.
Particularmente, los versículos 19 y 20, donde dice: “Y vi a la bestia, a los
reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que
montaba el caballo, y contra su ejército. Y la bestia fue apresada, y con ella
el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales
había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su
imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con
azufre”. Esto ocurre “en el lugar que en hebreo se llama Armagedón” (Ap.
16:16).
La majestuosa y
gloriosa manifestación del Mesías victorioso frente a sus ejércitos causará la
derrota aplastante de la Bestia y sus aliados. La Bestia será vencida porque se
ha enfrentado a Aquel a quien todos los demás a la postre tendrán que someterse
(Mounce).
El Mesías es
vencedor “porque él es Señor de Señores y Rey de reyes”. Esta frase es una
solemne declaración de la deidad y de la soberanía de Cristo (Ap. 19:16). A
través del libro de Apocalipsis, el Señor Jesucristo recibe los mismos títulos
que el Padre (Ap. 1:5). El Hijo es alabado y reconocido juntamente con el Padre
(Ap. 5:8, 13) porque posee los mismos atributos y la misma esencia de la
deidad. Cuando reine sobre la tierra, el Mesías exhibirá toda la gloria de sus
atributos y será adorado como Rey de reyes y Señor de señores.
La última frase del
versículo: “los que están con él son llamados y elegidos y fieles” es inusual
(Cooper). Los vocablos “llamados” (klatos)
y “elegidos” (eklektos) son usados
sólo aquí, no aparecen en ninguna otra parte del Apocalipsis. No se dice nada
respecto a la función específica de los que acompañan al Señor; si se dijera,
sabríamos a ciencia cierta si se trata de ángeles o de santos humanos.
v. 15 - Me dijo también: Las aguas que has visto
donde la ramera se sienta, son pueblos, y muchedumbres, naciones y lenguas –
En Apocalipsis 17:1, el ángel le muestra a Juan la visión de la Gran Ramera
“sentada sobre muchas aguas”. Aquí se da la interpretación del simbolismo de
“las muchas aguas”. El texto no sólo revela el hecho de que “las muchas aguas”
representan “pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas”, sino que, además,
sugiere el hecho de que la Ramera ejerce una influencia universal. La Gran
Ramera controla el estilo de vida de los pueblos del mundo.
En nuestro
comentario de Apocalipsis 17:5 dijimos: “La Babilonia de Apocalipsis 17
representa a la Babilonia literal de Apocalipsis 18, esto nos lo dice el mismo
texto (Ap. 17:18). Pero que ‘Babilonia la grande’ de Apocalipsis 17 simboliza algo
más también es claro. Hay catorce diferencias entre la Babilonia de
Apocalipsis 17 y la Babilonia de Apocalipsis 18 que prueban que son entidades diferentes
(ver Apéndice A)”. Y concluimos nuestro comentario de Apocalipsis 17:5 diciendo
que ese algo más que la Gran Ramera representa, razón por la que es
llamada ‘la madre de las rameras’, es “toda la Cristiandad profesante unida con
todos los falsos sistemas religiosos existentes, bajo una cabeza -el Papa de turno, casi con toda seguridad.
Es la peor Ramera que el mundo ha visto y verá. Su nombre y sus características
son usadas en un puro sentido bíblico. Es decir, esta Ramera tuvo alguna vez
una relación con Dios; una relación que ella rompió. Esta es la única forma en
que su nombre superlativo se puede explicar”. Es decir, la Ramera representa a
una ciudad (Babilonia) y a una religión universal (la religión babilonia). Por
eso es que el nombre de la Ramera es: “Babilonia la grande, la madre de las
rameras y de las abominaciones de la tierra” (Ap. 17:5).
Babilonia (o
Babel), la gran ciudad que desde su fundación por Nimrod ha desafiado la
soberanía de Dios, ha sido el centro de idolatría más notorio en la historia de
la humanidad. Su influencia se dejó sentir en todos los reinos/imperios de la
antigüedad. La religión de Egipto, de
Asiria, de Babilonia, de Medo-Persia, de Grecia y de Roma era en esencia la
misma religión fundada por Nimrod en Babel y diseminada luego de su muerte por
su esposa, la sacerdotisa Semíramis. Por eso es que en Apocalipsis 17:9 se nos
dice que la Ramera también se sienta sobre los siete reinos que ya hemos
identificado: “Las siete cabezas son siete montes, sobre los cuales se sienta
la mujer, y son siete reyes”. Siendo el islamismo otra religión más que ofrece
la salvación por medio de obras, también es acertado denominarla “babilónica”.
Y el islamismo fue la religión del Imperio Musulmán, el séptimo reino. La
religión islámica es una las hijas de la Gran Ramera que está destinada a jugar
un papel importantísimo en los últimos tiempos.
La Gran Ramera, esa
síntesis de religiones paganas y humanistas aliadas con la Cristiandad
apóstata, ejercerá una influencia sobre los habitantes de la tierra que
alcanzará enormes proporciones en los últimos tiempos. Durante la primera mitad
de la Semana Septuagésima (los primeros tres años y medio), por lo menos en
apariencia, la Ramera tendrá control incluso de la Bestia. El Anticristo la usará para subir al poder. Pero una vez que lo
obtenga, no admitirá rivales a su alrededor. Destruirá a la Ramera para
declarar como oficial la adoración sólo de su propia persona. Este es el tema
de los versículos que veremos a continuación.
v. 16 - Y los diez cuernos que viste en la bestia,
éstos aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y desnuda; y devorarán sus
carnes, y la quemarán con fuego – En el Apéndice A destacamos quince
diferencias entre la Babilonia de Apocalipsis 17 y la Babilonia de Apocalipsis
18 que prueban que son entidades diferentes. En el Apéndice B destacamos diez
razones que prueban que la Ramera o Babilonia mística es, también, un símbolo
de la Cristiandad apóstata. El tema de este versículo no es la destrucción de
la Babilonia literal, sino de la Babilonia mística. Es imprescindible que al
lector le quede claro la diferencia entre las dos Babilonias para que entienda
por qué ambas son destruidas, aunque en tiempos y por agentes distintos.
La lectura de este
versículo en el texto griego es como sigue: “Y los diez cuernos que viste y la
bestia, estos odiarán a la ramera, y la harán desolada y desnuda, y devorarán
sus carnes, y la quemarán con fuego” (Carballosa). Todo este lenguaje es
figurado. La destrucción descrita aquí es simbólica. La Ramera es tanto un
alegoría de la religión escatológica como de una ciudad literal (Ap. 17:18). La
destrucción de la ciudad literal es el tema de Apocalipsis 18. Lo que se
representa aquí, en Apocalipsis 17:16, es la destrucción del Sistema Religioso
que ha apoyado al Anticristo a llegar a su posición de poder absoluto. Siendo
la Ramera la madre de todas las religiones falsas, se puede decir que este
versículo narra breve y simbólicamente la eliminación de todo culto o religión
que depende de templos, ceremonias, clero y cualquier otro tipo de
externalización para mantenerse viva.
La Religión será
prohibida. El asalto inicial de la Bestia/Anticristo y sus aliados contra la
Ramera resulta en la total devastación de su riqueza. Los vocablos “desolada” (eireimôménein) y “desnuda” (gymnéin) describen los daños que sufrirá
la Ramera a manos del Anticristo y sus diez reyes vasallos. Será desnudada, es
decir, sus propiedades y riquezas le serán expropiadas. El Anticristo y sus
diez reyes vasallos “devorarán sus carnes, y la quemarán con fuego”. Es decir,
toda organización religiosa será despojada de todo lo que le da vida hasta que
no quede nada que recuerde su existencia. La Bestia que en un principio parecía
estar controlada por la Religión, a la postre se convierte en el instrumento de
su destrucción.
El texto presenta
un marcado contraste en la vida de la Ramera. En Apocalipsis 17:4 aparece
vestida con ropa y joyas lujosas. En Apocalipsis 17:16 se halla desnuda y
desolada. En Apocalipsis 17:3 la Ramera se sienta cómodamente sobre la Bestia,
en aparente control de ella. Pero, finalmente, en Apocalipsis 17:16 es
destruida por completo por la misma Bestia.
v. 17 - porque Dios ha puesto en sus corazones el
ejecutar lo que él quiso: ponerse de acuerdo, y dar su reino a la bestia, hasta
que se cumplan las palabras de Dios – Aunque la Bestia y sus diez reyes
vasallos son los instrumentos que llevan a cabo la destrucción de la Ramera, lo
hacen en conformidad con el plan soberano de Dios. El Dios Todopoderoso gobierna
la historia de la humanidad de principio a fin. Su soberanía es evidente en el
cambio político de las naciones (Dn. 2:21; 4:17). En el último análisis, los
poderes del mal sirven al propósito de Dios (Carballosa/Mounce).
De forma
involuntaria, la Bestia y los diez reyes son instrumentos ejecutores de la
voluntad de Dios. Es por la voluntad soberana de Dios que los diez reyes le
entregan su autoridad a la Bestia y se comprometen a hacer su voluntad. De
igual forma, Dios pone en el corazón tanto de los diez reyes como de la Bestia
“el ejecutar lo que él quiso”. En el pasado Dios usó a Babilonia para castigar
a la nación de Israel (Hab. 1:5-11; Jer. 25:9-11). En los postreros días, Dios
usará al reino malvado de la Bestia cuya capital será Babilonia para destruir
la Religión de los hombres.
El plural “hasta
que se cumplan las palabras de Dios” indica que la destrucción de la Ramera es
un cumplimiento de todo lo que Dios ha profetizado en su Palabra. Dios ha de
permitir que el mal agote su curso y entonces intervendrá con todo el poder de
Su fuerza para poner fin al reino de las tinieblas (Mt. 13). El reino
fraudulento del enemigo será destruido y el Mesías reinará con poder y gran
gloria.
v.
17 - Y la mujer que has visto es la gran
ciudad que reina sobre los reyes de la tierra – La interpretación inspirada
que el ángel le da a Juan tocante a la figura de la Ramera es clara y
terminante: “la mujer que has visto es
la gran ciudad”.
En
el Apocalipsis las palabras “es” y “son”, en las secciones simbólicas,
significan “representa(n)”. Así tenemos que las siete estrellas son
los ángeles de las sietes iglesias (Ap. 1:20), significa en
realidad las siete estrellas representan a los
ángeles de las siete iglesias. Los siete candeleros..., son
las siete iglesias, significa los siete candeleros representan siete
iglesias (Ap. 1:20). Las siete cabezas son (representan) siete montañas
(Ap. 17:9). Los diez cuernos son (representan) diez reyes
(Ap. 17:12). Las aguas... son (representan) pueblos (Ap. 17:15). Y, finalmente, “la mujer
que has visto es (representa) la
gran ciudad” (Ap. 17:18). Tomando esto en cuenta, decimos que la referencia
aquí, en Apocalipsis 17:18, es a la ciudad de Babilonia.
Si al lector le parece confuso que el texto
comience hablando de la Babilonia mística para terminar refiriéndose a la
Babilonia literal, le sugerimos que lea con cuidado los apéndices
proporcionados. Hay dos Babilonias en Apocalipsis. La Babilonia mística o
religiosa es llamada Gran Ramera. El texto nos dice explícitamente que esta
Gran Ramera representa, es decir, es una alegoría de la Babilonia literal. Pero
el texto nos dice también, aunque de forma implícita, que la Gran Ramera es una
síntesis de religiones que cooperará con el Anticristo al menos durante los
primeros tres años y medio de la Semana Septuagésima.
Todo Apocalipsis 17 es un pasaje
parentético. Ha sido insertado entre el anuncio de la destrucción literal de
Babilonia (Ap. 16:17-21) y la descripción de esa destrucción (Ap. 18:1-24) con
el fin de explicar la relación y de contrastar el fin de la Babilonia mística y
la literal. El cumplimiento de la destrucción de la Babilonia mística o Gran
Ramera ocurre a la mitad de la Semana Septuagésima. Esto es evidenciado por el
hecho de que los diez reyes le dan su poder y autoridad a la Bestia en este
momento y, acto seguido, se vuelven contra la Gran Ramera y la destruyen para
que la adoración a la persona de la Bestia pueda ser establecida sin
impedimentos ni alternativas de ninguna clase. Es vital que el lector entienda
este doble simbolismo para que capte el mensaje de la visión.
La
última característica que se nos da de esta mujer que representa a Babilonia es
“que reina sobre los reyes de la tierra”. La forma en que una ciudad como
Babilonia reinará sobre los reyes de la tierra es a través del Anticristo. Esto
es lo que la hace también una ramera. Se ha prostituido con el Anticristo
siendo que le pertenece a Dios.
Isaías 1:21 llama
ramera a Jerusalén. Isaías 23:13-18 describe a Tiro como a una ramera. Nahúm
3:4 declara que Nínive es una ramera. Repetidamente la nación de Israel es
acusada por los profetas de ser una ramera (Jer. 3:6-10; Ez. 16:15-22; Os.
4:12-13). Todas estas referencias son a ciudades y/o a naciones. Es obvio por
qué es que Jerusalén y Israel son consideradas rameras en el sentido bíblico.
Tanto la nación entera, como su capital se comportaron de forma que violó el
pacto que tenían con Dios. En Jerusalén y en todo Israel se podía oír y ver
cómo se adoraban a dioses que no podían hablar, moverse o bendecir. También se
puede entender por qué es que el profeta Nahum declara que Nínive (la capital
de Asiria) es una ramera. Cien años antes, el profeta Jonás había anunciado el
juicio divino sobre la ciudad, produciendo un genuino arrepentimiento de la población
ante Dios. La promesa de Nínive de adorar a Dios pospuso la ira divina en
tiempos de Jonás. Pero para los tiempos de Nahúm, la ciudad había vuelto a sus
malos caminos. Es por esto que Nínive es calificada como ramera por Nahúm. El
volver a la idolatría después de prometerle a Dios que lo serviría (el
prostituirse) le costó caro a la ciudad. Dios no perdonó su infidelidad. Su
devastación fue tan grande que después de la época griega y romana llegó a
considerarse la misma existencia de la ciudad como un mito (Diccionario Bíblico
CLIE).
Que Isaías llame
ramera a Tiro es un poco más difícil de
explicar en términos bíblicos. ¿Tuvieron alguna vez los habitantes de Tiro una
relación con Dios? En otras palabras, ¿cómo puede Tiro ser considerada una ramera
en el sentido bíblico de violar su promesa de servir a Dios? No hay ninguna
declaración explícita en toda la Escritura que diga que Tiro hizo alguna vez
una promesa así. Sin embargo, hay evidencia que Hiram, rey de Tiro, y por
extensión la población de Tiro, tuvo un profundo conocimiento de Dios (2 Cr.
2:11-16). Y es imposible tener un profundo conocimiento de Dios sin tener una
relación personal con él. La relación que Hiram tuvo con Dios hacía a la
población de Tiro responsable ante Dios también, pues sin duda alguna el rey
promovió la adoración a Jehová entre su pueblo. Concluimos, por lo tanto, que
para que una ciudad sea llamada ramera en el sentido bíblico, su líder y su
población debieron en algún momento haber tenido una relación con el Dios único
y verdadero, y la rompieron. Cuando la población de una ciudad o nación deja de
ser fiel a Dios, esa ciudad o nación es llamada “ramera”.
La ciudad de
Babilonia es representada por la Gran Ramera porque aun cuando conoció al Dios
verdadero, ha dado origen a las peores formas de idolatría que se han esparcido
por el mundo. Nabucodonosor reconoció, engrandeció y glorificó a Dios como “el
Rey del cielo” (Dn. 2:37). Darío ordenó “Que en todo el dominio de mi reino
todos teman y tiemblen ante la presencia del Dios de Daniel; porque es el Dios
viviente y permanece por todos los siglos, y su reino no será jamás destruido,
y su dominio perdurará hasta el fin” (Dn. 6:26). Aún en el Nuevo Testamento
encontramos referencias a una relación directa entre Babilonia y Dios. Por
ejemplo, el apóstol Pedro termina su primera epístola diciendo: “La iglesia que
esta en Babilonia, elegida justamente con vosotros, y Marcos, mi hijo, os
saludan” (1 P. 5:13). Y en Apocalipsis 18:4, el Señor clama: “Salid de ella, pueblo
mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus
plagas”. Sí, en el más estricto sentido bíblico, la Babilonia en el Éufrates es
acertadamente representada por la Gran Ramera.
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Apéndice A
Diferencias entre
la Babilonia mística de Apocalipsis 17 (la Gran Ramera) y la Babilonia literal
de Apocalipsis 18 que prueban que son entidades diferentes.
1.- La primera es
claramente identificada como una alegoría (Ap. 17:17). La segunda es una ciudad
literal (Ap. 16:17-21; 18:1-24).
2.- Una es un
misterio (Ap. 17:5, 7); la otra no (Ap. 16:19; 18:1-24).
3.- Todo en
Apocalipsis 17 debe ser explicado por el ángel. En Apocalipsis 18 todo es tan
claro y evidente que no necesita de ninguna explicación.
5.- Juan se asombró
al ver a la Gran Ramera (Ap. 17:6), pero no al ver a la ciudad que la Gran
Ramera representa.
6.- Una se sienta
sobre la Bestia (Ap. 17:3-7), la otra no.
7.- Más de un
nombre ha sido escrito en la frente de una (Ap. 17:5). Nada ha sido escrito en
la otra.
8.- La primera no
es mencionada en ninguna otra parte de la Escritura. La segunda es mencionada
profusamente por los profetas antiguotestamentarios (Is. 13-14; 47; Jer.
50-51).
9.- La primera se
ha enriquecido engañando a los hombres (Ap. 17:4). La segunda ha enriquecido a
los hombres (Ap. 18:3, 9-19).
10.- La primera es
destruida por el Anticristo y sus diez reyes vasallos (Ap. 17:12-17). La
segunda es destruida por Dios (Ap. 16:17-21; 18:5-20) tras ser derramado por el
ángel el contenido de la última copa de la ira.
11.- La destrucción
de la primera satisface a los diez reyes y a la Bestia (Ap. 17:16-17). La
destrucción de la segunda es lamentada por los hombres (Ap. 18:9-19).
12.- Dios ha puesto
en el corazón de la Bestia y sus diez reyes vasallos es el destruir a la
primera (Ap. 17:15-17). La otra es destruida por Dios (Ap. 16:17-21; 18:5-20).
13.- Ni la Bestia y
sus diez reyes vasallos podrían destruir a la primera en una hora. Una ciudad literal, sin embargo, puede ser destruida en una hora (Ap. 18:8, 10, 17).
14.- No se menciona que la primera comercie
con ningún artículo (material/físico). La segunda, en cambio, comercia con
treinta artículos diferentes (Ap. 18:11-14).
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Apéndice B
Razones que prueban
que la Gran Ramera es un símbolo de la Cristiandad apóstata en alianza con las
demás religiones del mundo.
1.- Dios utiliza
los vocablos “ramera” y “fornicar” para referirse a la idolatría y/o
infidelidad espiritual (apostasía) de Su pueblo (Ap. 17:1-4; Is. 23:17; 57:3-11;
Jer. 3:2-9; Ez. 16:1-63; 20:30-32; 23:7-49; Os. 4:12-19; Nah. 3:4).
2.- El que la Gran
Ramera haga que los hombres forniquen con ella prueba que el texto se refiere a
prácticas religiosas, como lo confirman los pasajes citados arriba.
3.- La Gran Ramera
no es un poder político; si lo fuera, ella sería clasificada junto con “los
reyes de la tierra” (Ap. 2:4). Sin embargo, el texto dice que ella embriaga a
los reyes y a los habitantes de la tierra con el vino de su fornicación (Ap.
17:2, 4). Puesto que ya hemos probado que el vocablo “fornicación” se refiere a
la idolatría y/o infidelidad espiritual (apostasía), es evidente que la
influencia que la Ramera ejerce sobre las naciones es a través de la religión.
4.- La Gran Ramera
no es un poder político que forme parte de la Bestia, el octavo imperio. En
Apocalipsis 17 la Bestia y la Ramera son identificadas como dos
poderes/entidades diferentes. Puesto que los siete primeros imperios fueron
todos dominados por una religión con raíces en Babel, es lógico deducir que el
octavo imperio seguirá el mismo patrón.
5.- El ostentoso
atuendo de la Gran Ramera la identifica como un sistema religioso que engaña a
los poderes políticos apartándolos del Dios único y verdadero. Los colores
púrpura y escarlata, las joyas y las piedras preciosas indican la riqueza
material que esta religión ha alcanzado (Ez. 23:40-41).
6.- La copa de oro
llena de las abominaciones y fornicaciones que la Ramera ha cometido prueban
que se trata de un poder religioso (Ez. 23:29-31).
7.- El que el texto claramente diga que su nombre
es un “misterio” (mystéirion - Ap.
17:5, 7) demuestra que la Ramera no es sólo un símbolo de la Babilonia literal.
El vocablo “misterio” la identifica con los ritos religiosos ocultistas
practicados en Babel. Según Alexander Hislop (Las Dos Babilonias), quien cita 260 fuentes, el antiguo culto de
Babel comenzado por Nimrod y su esposa Semíramis se diseminó rápidamente por
todas las naciones del mundo antiguo. Los objetos de adoración fueron “el padre
supremo”, “la reina del cielo”, y “el hijo”. El culto decía poseer la sabiduría
más excelsa y la llave a los misterios divinos. Además de la confesión a los
sacerdotes, poseía muchos otros ritos misteriosos (ocultos). Julio César llegó
a ser la cabeza romana del culto babilónico en el 63 a. C. En el año 313 d. C.,
con la supuesta conversión de Constantino, se efectuó oficialmente el
casamiento de la Iglesia con el Estado (con el emperador a la cabeza del
híbrido resultante) y el culto babilónico se instaló de lleno y sin máscaras en
el Cristianismo. Desde este año en adelante el culto babilónico y la religión
cristiana organizada fueron una sola cosa. Los ritos babilónicos fueron
“cristianizados” sin pérdida de tiempo por la Iglesia, los templos paganos
fueron restaurados y utilizados como principales centros para difundir la
adoración y la veneración a imágenes de santos, a reliquias, a cruces, a
estatuas, y para alentar la práctica de la mediación sacerdotal, la misa, las
penitencias, las flagelaciones, los peregrinajes a “lugares santos”, etc. Así
fue como las festividades paganas de Navidad, Anunciación, Cuaresma, Pascua de
Resurrección y muchos otros ritos y festivales fueron “cristianizados” y
adoptados como parte del “cristianismo”.
8.- El nombre de la
Ramera: “Madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra” la
identifica como un sistema religioso que tolera y promueve todo tipo de
creencias, lo cual es “abominación” ante Dios, quien ha revelado en Su Palabra
que hay un solo camino para llegar a Él. La Ramera simboliza a una “Religión de
religiones apóstatas y paganas”. Es una síntesis de todas las creencias
religiosas manufacturadas por el hombre.
9.- El hecho de que
la Ramera es descrita como “ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de
los mártires de Jesús” prueba más allá de toda sombra de duda que se trata de
una entidad religiosa. La Religión de los hombres ha matado a los mártires de
Jesús a lo largo de toda la historia de la humanidad, empezando por Caín, quien
mató a su hermano Abel (Gn. 4:8). En
términos generales, la Historia Universal registra el martirio de muchos miles
de cristianos a manos de: 1.- el Antiguo Imperio Romano; 2.- los Judíos (Hch.
7:51-60; 8:1; 9:1); 3.- los Musulmanes; 4.- la Iglesia Ortodoxa Griega; y 5.-
la Iglesia Católica Romana. La mayoría de las veces, fueron los gobiernos
civiles los que derramaron la sangre de los mártires cristianos; pero detrás de
los gobiernos siempre estaba la religión organizada de turno moviendo sus
hilos. Así será también en los postreros días. El martirio de los santos
volverá a ser practicado por los gobiernos del mundo, y detrás de ellos estará
la Gran Ramera bebiendo la sangre de los “mártires de Jesús” hasta quedar
harta.
10.- La explicación
angélica de la Ramera prueba que ella representa a un sistema religioso que
gobierna a/reina sobre los reyes de la tierra. El texto griego correspondiente
a Apocalipsis 17:18 dice, literalmente: “Y la mujer que viste representa la
ciudad la grande, que tiene un reino sobre los reyes de la tierra”. Ella
representa a un reino entre los reinos y sobre los reinos. Este reino es la
ciudad de Babilonia en la tierra de Sinar, construida entre los ríos Eufrates y
Tigris, de la cual ha emanado toda la idolatría, el ocultismo y el paganismo
que vemos hoy en día en todas las religiones practicadas por los hombres en
rebeldía contra el Dios único y verdadero.
11.- En las
Escrituras, el sustantivo femenino “mujer”, cuando se utiliza en un sentido
figurado negativo, representa impiedad, mentira e impureza (Zac. 5:5-11; Mt.
13: 33; Ap. 17:5); infidelidad (Lm. 1:17); prostitución espiritual – lo que
siempre está asociado con la práctica de una religión falsa (Ez. 16:15, 22, 26,
28-59; 23.1-49; 36:17; Os. 1:2; 2:2-17: 3:1; Ap. 17). Sólo cuando “mujer” es
usado en sentido figurado positivo significa Israel (Gn. 37:9-10; Ap. 12); los
dos pactos (Gal. 4:21-31); y justicia y pureza (2 Cr. 11:2; Ap. 19:7-8).