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jueves, 1 de septiembre de 2011

¿ES EL EVANGELIO SÓLO ACERCA DE IR AL CIELO?

Es muy común que para ganar almas se utilice la frase “ir al cielo cuando muera”.

El plan para ganar almas que utilizan muchos cuando quieren evangelizar a alguien a menudo comienza con la pregunta: “Si fueras a morir hoy, ¿estás 100 por ciento seguro de que irás al cielo?”

Cuando la respuesta es “No”, el ganador de almas da una simple presentación del evangelio que incluye puntos tales como: (1) puedes saber que tienes vida eterna, (2) debes aceptar que eres un pecador y estás bajo la condenación de Dios, (3) pero Jesús murió por nuestros pecados, (4) la salvación es un regalo que puede recibir ahora.

Después de la breve presentación, el ganador de almas dice algo como esto:

“Ahora, Juanito, si quieres confiar en Jesús para ir al cielo cuando mueras, simplemente agacha la cabeza y cierra los ojos en este momento. Si crees en el Señor Jesús con todo tu corazón, repite esta oración después de mí: “Querido Jesús, perdona mis pecados. Confío en ti hoy, Jesús, y sólo en ti para que me lleves al cielo cuando muera. Gracias por salvarme. Amén.”

Todo es cuestión de “ir al cielo cuando muera”.

Pero…

No hay absolutamente nada como esto en las Escrituras. Jamás vemos ni al Señor Jesús, ni a los apóstoles, ni a los otros predicadores de las iglesias primitivas acercarse a alguien y preguntarle si quiere ir al cielo cuando muera. El evangelio no es un boleto simple al cielo. Se trata de la salvación, la cual es un don Divino que cambia para siempre la vida de quien la recibe y la relación con el Dios vivo a través del Señor Jesucristo, aquí y ahora.

El método “¿Quieres ir al cielo cuando mueras?” es utilizado por muchos que quieren ser evangelistas, tanto de persona a persona como de multitudes. Su pasaje lema es Juan 14:1-6, el que leído en contexto es dirigido por el Señor sólo a creyentes. Pero los evangelistas contemporáneos lo utilizan para decirle al inconverso frente a ellos: “Si deseas ir al cielo cuando mueras, ahora puedes ir si confías en Jesús como su Salvador”.

El cielo es un tema maravilloso, pero el evangelio no es acerca del cielo. El evangelio es la muerte, sepultura y resurrección del Señor Jesucristo por nuestros pecados.

“Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano. Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras” (1 Corintios 15:1-4).

El cielo es sin duda un producto de la salvación, pero ¿por qué es que ni uno de los apóstoles predicó acerca del cielo cuando presentó el evangelio? ¿Por qué las predicaciones evangelísticas registradas en el libro de Hechos son tan diferentes de las que ahora se predican? 

Considérese el sermón que Pablo predicó en las colinas de Marte, a los paganos idólatras en Hechos 17. Pablo no predicó acerca del cielo: predicó acerca de Dios y Su justo juicio, para que los idólatras griegos reconocieran su pecado y se volvieran a Cristo para salvación. La persona promedio en Latinoamérica hoy en día es muy similar a los paganos idólatras de la Grecia de los tiempos de Pablo, y necesita el mismo tipo de predicación. Un pueblo idólatra y apóstata necesita sermones sobre el infierno más que los sermones sobre el cielo. Ne necesitan más sermones sobre la ley que los sermones sobre la gracia, porque la gracia de la Biblia sólo se entiende en el contexto de la ley. Nadie puede entender y apreciar la gracia de Dios a menos que primero entienda Su santidad y Su justicia. La ley fue dada para preparar el camino para la gracia. 

De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe” (Gálatas 3:24). 

El libro de Romanos contiene tres capítulos enteros sobre la ley de Dios y la justicia de Dios y la pecaminosidad del hombre y su absoluta condena ante un Dios santo, antes de mencionar la gracia del Señor Jesucristo. Esa es la manera bíblica de predicar el evangelio. Ese es el verdadero camino al cielo. Así es como Pedro predicó en el día de Pentecostés. 

Debemos seguir la Biblia en lugar de a los hombres con sus métodos contemporáneos para “ganar almas”. El énfasis de la Biblia está en decirle a la gente que Dios es santo y justo, un juez del pecado, que están perdidos, y que Dios exige que se someten a Su autoridad (se arrepientan), y reciban a Cristo, y se hagan discípulos de Cristo EN este mundo, aquí y ahora, en lugar de pensar que pueden obtener algún tipo de billete barato para el cielo a través de un ritual religioso (por ejemplo, decir una oración). Ni una sola persona en el libro de los Hechos recibió el evangelio como un boleto al cielo. Cada una de las conversiones registradas en Hechos fue un dramático cambio de vida en la que el individuo no sólo confió en Cristo para salvación, sino que también se entregó a Cristo para servirle.
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